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ISBC 2013 (HBF) – by Elia Lee (Cologne, Germany)
PERMANECED EN JESÚS
Juan 15:1-17
Versículo Clave 15:5
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva
mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”
Hola. Mi nombre es Elia Lee y soy de Colonia, Alemania. Hace cinco años vine por
primera vez a América para participar en la Conferencia Bíblica Internacional de Verano
en la Universidad Purdue. Recuerdo que en aquel entonces no sentía interés espiritual y,
honestamente, no quería participar en la conferencia, pero de alguna manera terminé
registrándome. Me alegro de que Dios me guiara de esta manera, porque la conferencia
terminó siendo un gran impulso en mi vida de fe, que en aquel tiempo era débil. Y en
segundo lugar, conocí por primera vez a quien ahora es mi esposa, aunque no tenía idea
de la bendición que Dios ya estaba preparando para mí. El hecho de que estoy parado
aquí y que Dios me eligió para servir un mensaje, tomando en cuenta este acontecimiento
importante, no es mi crédito sino el fruto de oración, gozo y amor, por permanecer en
Jesús, que se encendió de nuevo en mí a través de esa conferencia. El pasaje de hoy nos
enseñará cómo el permanecer en Jesús nos lleva a tener una vida fructífera.
I.
Vivir una vida fructífera (1-10)
Jesús usó una metáfora para ilustrar la relación entre el Padre, el Hijo y los discípulos. El
versículo 1 dice: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador”. Dios, el Padre, es
el labrador y es quien planta la viña. El labrador cuida de los pámpanos y tiene un
propósito y objetivo en la mente: que los pámpanos lleven tanto fruto como sea posible y
de la mejor calidad. Jesús dijo en el versículo 1a, “yo soy la vid verdadera” ¿Qué
significa esto? La palabra verdadera significa que la vid es única, auténtica y es LA Vid
que Dios quiere. La vid es la fuente de vida.
Primero miremos el trabajo del labrador. Su trabajo principal consiste en dos cosas, el
versículo 2 dice, “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que
lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”. Los pámpanos infructuosos que son
quitados por el labrador representan a las personas que deliberadamente rechazan a Jesús,
tal como lo hizo Judas Iscariote. Por otro lado, los pámpanos fructíferos, reciben cuidado
especial al ser podados (las partes sobrantes son removidas) y limpiados (las partes
buenas son cultivadas y fortalecidas), con el objetivo de que lleven más fruto. Si yo estoy
unido a la vid verdadera, Jesús, Dios me ayudará para ser fructífero, tanto como sea
posible, a través de podarme. Prácticamente, esto significa que Dios quita cosas que son
obstáculos para mí tal como malos hábitos; idea, pensamientos o perspectiva errónea que
tengo; o incluso ciertas personas a mi alrededor que en ese momento su mala influencia
es más fuerte que mi buena influencia hacia ellos. Dios conoce exactamente cómo
limpiarme para que llegue a ser más fructífero.
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Así como el labrador quiere que los pámpanos sean capaces de dar las mejores uvas, de la
misma manera Dios quiere que use completamente mi potencial y los dones que me ha
dado. Experimentar el ser limpiado por Dios no siempre es fácil y puede ser doloroso,
pero es lo mejor y lo necesario para mi beneficio, porque Dios siempre tiene el panorama
general en mente y ve lo que yo no veo. Frecuentemente esto es algo que no podemos
comprender, sin embargo cuando estoy permaneciendo en Jesús teniendo una relación
con él, puedo estar seguro de su amor y su buena voluntad sobre mi vida durante el
tiempo en que me limpia.
Versículos 4 y 5 dice, “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede
llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo
en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Permanecer es
un compromiso, una decisión consciente de estar con Jesús y aferrarse a él. Actualmente
a mucha gente no le gusta hacer compromisos y quieren ser libres de cualquier límite.
Incluso el compromiso que dos personas hacen delante de Dios cuando se casan, ya no se
valora y la gente acepta esto ampliamente. Pero Jesús quiere que permanezcamos en él,
esto significa comprometerse. Jesús da dos razones que nos muestran cuán esencial es
que nos comprometamos con él: “el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo” (4b), y
“el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto” (5a). Tenemos dos
posibilidades: Vivir una vida que nada produce, o vivir una vida que da fruto.
Necesitamos darnos cuenta que sólo somos pámpanos y no podemos dar fruto por
nosotros mismos. Pensar que podemos vivir una vida fructífera sin Jesús es tener falsa
confianza en nosotros mismo. Sin Jesús nada podemos hacer.
Cuando era niño, creciendo en Alemania, aprendí una canción que permanece en mi
memoria. La canción es sobre un joven que arranca una manzana del árbol de su vecino
pero, por tener remordimiento de conciencia, ató la manzana de vuelta en árbol con una
cuerda. La manzana colgaba junto con las otras y se veía igual que ellas. Pero, ¿qué pasó
después de un tiempo? La manzana comenzó a secarse, se hizo café y se marchitó. La
moraleja de esta historia es que una fruta que cuelga de una cuerda no será hidratada por
la raíz. De la misma manera, si no permanecemos en Jesús, somos como pámpanos que
son echados fuera, y se secan; tales pámpanos los recogen, y los echan en el fuego, y
arden (6).
Entonces, ¿cómo podemos permanecer en Jesús? Miren el versículo 7: “Si permanecéis
en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será
hecho” Una manera de permanecer en Jesús es dejar que sus palabras permanezcan en
nosotros, esto significa que estén escritas en nuestro corazón y lleguen a ser parte de
nosotros. Estamos en un ministerio que se enfoca en la palabra de Dios. A veces nos
quejamos: ‘¿Por qué nos reunimos cada semana (muchos incluso más de una vez) para
estudiar la Biblia? ¿Por qué estudiamos cierto pasaje una y otra vez?’ Esto es para
permanecer en Jesús. Su palabra está viva y es poderosa como siempre lo ha sido, tiene la
fuerza para cambiar la vida de una persona completamente, para sanar heridas, para
convencer a las personas de sus pecados, para traer gozo y esperanza a través de grandes
promesas, para dar consejo y dirección importante para nuestra vida, etc., ‘Que las
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palabras de Jesús permanezcan en nosotros’ significa dejar que la palabra de Dios nos
hable de una manera muy personal. Necesitamos la palabra de Dios para tener un claro
fundamento y dirección en nuestra vida. Conforme sus palabras permanecen en nosotros,
nuestras oraciones comienzan a ser conforme a la voluntad de Dios y se vuelven más
efectivas.
Jesús continúa, diciendo que dar fruto glorifica a Dios porque muestra que somos sus
discípulos (8), y explica en los versículos 9 y 10 que es crucial para sus discípulos que
también permanezcan en Su amor. Jesús nos mostró el amor amándonos como el Padre le
ha amado (9). Este amor es significativamente diferente de lo que vemos hoy en día. No
pasa un año sin una docena de películas románticas y, dramas y comedias coreanas, que
promueven una imagen del amor que parece deseable. En esas películas y canciones, a la
gente le gusta decir ‘Te amaré por siempre’. En la vida real tenemos que despertar ante el
hecho de que tal amor, aunque al principio puede parecer bueno, es sólo temporal e
insuficiente. Pero nuestro deseo de amor eterno es real y puede encontrarse en el amor
que Jesús habla, el amor de Dios, el amor divino. Dios nos mostró su amor a través de
Jesucristo, quien murió para darnos vida.
Pero, ¿por qué Jesús habla de amar como un mandamiento (10)? Porque no es fácil.
Cualquiera puede amar a quien que es agradable y amable (Mt 5:46-47), pero Jesús
quiere que amemos a todos, lo cual incluye al compañero de clase que es antipático o al
profesor irrespetuoso. ¡Amarlos es tan difícil! Pero cuando guardamos sus mandamientos
es posible. Guardar sus mandamientos no siempre es fácil, pero Jesús nos mostró el
ejemplo obedeciendo los mandamientos del Padre. Cuando seguimos a Jesús somos
capaces de permanecer en su amor.
II. El fruto que Jesús quiere que llevemos (11-17)
Hasta ahora hablamos de vivir una vida fructífera, pero aún tenemos que pensar más
profundamente sobre lo que Jesús quiere decir con fruto. El fruto es el resultado natural y
la consecuencia de nuestra relación con Jesús, y es una promesa. En los siguientes
versículos, podemos encontrar tres tipos de fruto: El fruto de la oración, el fruto del gozo
y el fruto del amor.
El fruto de la oración: En el versículo 7, Jesús dijo: "... pedid todo lo que queréis, y os
será hecho". El versículo 16b dice: "... para que todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre, él os lo dé." ¡Esta es una gran promesa! Como las palabras de Jesús permanecen
en nosotros y echan raíces en nosotros, nuestras oraciones se volverán conforme la
voluntad de Dios. Y Dios responderá a esas oraciones. Yo experimenté personalmente
cómo Dios respondió a mis oraciones cuando oraba basado en su palabra y abrí mi
corazón hacia su voluntad. Yo estoy casado con la mujer más bella y sorprendente que
Dios ha creado. Y el hecho de que puedo ser tan feliz por estar casado con ella es el fruto
de mucha oración. Cuando comencé a orar por la boda, mi oración era muy vaga, y
sinceramente, no tenía una clara idea de con quién me iba a casar, cuándo y cómo. Pero al
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leer la Biblia, la palabra de Dios en Mateo 7:7, atrajo mi atención, así que seguí orando
para encontrar la voluntad de Dios. Este versículo dice: " Pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá". Poco a poco Dios cambió mi corazón y me hizo anhelar
lo que había preparado para mí según su voluntad. Ya no se trataba más de mis propios
deseos y expectativas, sino del tiempo y la dirección de Dios, y por medio de la oración
recibí la seguridad de que la voluntad de Dios era el mejor camino para mi vida. No
puedo decir toda la historia aquí, porque hay demasiadas cosas increíbles que Dios hizo
durante ese tiempo, pero puedo decir una cosa: ¡la promesa de Jesús en el versículo 7 y
16 es cierta!
El fruto del gozo: Versículo 11: "Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en
vosotros, y vuestro gozo sea cumplido". Uno de los frutos de permanecer en Jesús es el
gozo, ¡gozo verdadero y completo! Guardar los mandamientos de Jesús no debe ser una
carga o una molestia para mí. Una vida con Jesús, a veces puede parecer limitada y
estrecha. Pero esto sólo ocurre cuando tratamos de hacer las cosas sin permanecer en
Jesús. Lo que tenemos que hacer es realmente entender lo que verdaderamente significa
seguir a Jesús. Entonces, el resultado natural será felicidad verdadera y gozo, y no
cualquier gozo, sino gozo COMPLETO. El gozo completo, significa alegría que no
necesita nada más. Jesús no nos da mandamientos para oprimirnos o presionarnos, sino
para que podamos experimentar el verdadero gozo.
El fruto del amor: Los versículos 12-15 hablan del fruto del amor.
Amar a los demás no debe ser una obligación, sino es un fruto. Es el fruto de Jesús, que
nos ha amado primero. Él quiere que amemos a otros como él nos amó a nosotros, y nos
mostró cómo, entregando su vida (12-13). Permanecer en Jesús significa que guardemos
sus mandamientos, pero al mismo tiempo, deja en claro que la obediencia no nos
convierte en sus siervos, sino en sus amigos (14). Jesús no habla desde lo alto, sino que
nos hace sus amigos e incluso va más a fondo: Él comenzó a mostrar su amor primero al
lavar los pies de sus discípulos. Él nos ama tanto que tomó la iniciativa. Cuando
aceptamos este grandioso amor en nuestro corazón, seremos también capaces de amar a
los demás y permanecer en el amor de Jesús, esto significa mantenerse y aferrarse en ello,
y construir una comunidad de amor que es diferente de lo que el mundo puede ofrecer.
Entonces, ¿cómo puede el amor ser uno de nuestros frutos? Podemos dar el fruto del
amor cuando abrazamos y aceptamos la gracia que Jesús nos concede a través de su
amor. Y cuando permanecemos en Jesús, nuestro corazón se vuelve más como su corazón
por su pueblo. Así es como podemos amar a nuestra familia, nuestra comunidad, y
podemos empezar incluso en esta misma conferencia y mostrar amor unos a otros,
siguiendo el ejemplo de Jesús tomando la iniciativa.
¡Todo esto viene de permanecer en Jesús! Jesús nos promete que llevaremos mucho fruto,
lo que significa que nuestras oraciones serán contestadas, podremos amarnos unos a
otros, y experimentaremos gozo puro y verdadero. Haber vivido una vida junto a la Vid
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pero no conectada a ella es la primera parte de mi vida, claramente puedo ver la
diferencia en mi calidad de vida. Algunos de ustedes crecieron en este o en otro
ministerio y escucharon sobre Jesús desde sus primeros años, así también yo. Debido a
que mis padres son misioneros en Alemania, escuchar sobre Jesús siempre ha sido parte
de mi vida, así que puede parecer que siempre viví una vida cerca de la Vid verdadera.
Pero para mí no era obvio que mi vida no era la vida que verdaderamente permanece en
Jesús, hasta que llegué a mis años de adolescencia. Pensé que todos los que son llamados
“Segunda generación” tienen una fase en su vida cuando vivir en una comunidad
cristiana parece limitado. Comencé a preguntarme: ¿Por qué pienso que vivir una vida
cristiana es tan bueno, cuando significa negar las cosas? Desde entonces, sólo seguía todo
el procedimiento haciendo las cosas que pensé se esperaban de mí. Por supuesto, esto no
me satisfacía verdaderamente. Yo sabía teóricamente que vivir basado en la palabra de
Dios era la mejor vida, pero constantemente no lo sentía realmente. Después de que me
gradué de la preparatoria, estaba planeando pasar mi verano en Corea. Aunque ahí quería
disfrutar mi independencia, me sugirieron tener estudio de la Biblia cuatro veces por
semana, y escribir y compartir testimonio una vez a la semana. Al principio no estaba
feliz, pero después de hablar con mi padre decidí seguir su consejo de hacerlo una
semana y entonces ver si quería continuar.
Agradezco que mi padre tuviera sabiduría en ese momento y no me presionó sino me
ayudó para abrir mi corazón a la palabra de Dios, porque las siguientes semanas se
volvieron una nueva experiencia para mí. Por primera vez en un tiempo, repentinamente
sentí cómo la palabra de Dios regó la tierra seca en mi corazón. Estaba absorbiendo cada
palabra que se decía durante el estudio de la Biblia y se sentía tan refrescante y nutritivo,
y esto cambió mi corazón significativamente dentro de esas pocas semanas. Renové mi
relación con Jesús y ya no fue más sólo caminar cerca de Jesús sino hacer una decisión de
permanecer en El. Una palabra particularmente permaneció en mi corazón desde
entonces, “El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi
nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hechos 9:15).
Esta palabra me ayudó en sostener el llamado de Dios para proclamar el nombre de Dios
y un día ir a Corea del Norte.
Pero permanecer en Jesús todavía no siempre es fácil para mí. A veces paso más tiempo
en Facebook que meditando la palabra de Dios. Mi vida de oración también
continuamente llega a ser un ritual superficial que sólo practico para aliviar mi
conciencia. No es sorpresa que esto no me de fuerza; de lo contrario me hace estar
cansado y débil. Permanecer en Jesús no es cosa de una sola vez, esto es algo de continuo
e implica ser podado y cambiar hacia la imagen de Cristo. Todavía estoy lejos de ser
perfecto, pero estoy conectado a la Vid verdadera, y continuamente está trabajando en mí.
Tener una relación con Jesús me ha permitido vivir verdaderamente y darme cuenta que
una vida con él es la vida única y la mejor.
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Permanecer en Jesús nos hace estar bien nutridos, fuertes y productivos. Esta es la
promesa que Jesús nos da. ¿Quieres llevar fruto, producir lo que es de valor y merece la
pena? Jesús dijo (5): “el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque
separados de mí nada podéis hacer”.