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LECCIÓN 1. LA PENÍNSULA IBÉRICA DURANTE
LA PREHISTORIA Y LA ANTIGÜEDAD
1. LA PREHISTORIA: EL PROCESO DE HOMINIZACIÓN. EL
CASO DE ATAPUERCA
2. LOS PUEBLOS PRERROMANOS: TARTESOS, ÍBEROS,
CELTAS Y OTROS
3. LAS COLONIZACIONES HISTÓRICAS:
GRIEGOS Y CARTAGINESES
FENICIOS,
4. LA LLEGADA DE ROMA Y LA ROMANIZACIÓN DE LA
PENÍNSULA:
5. LAS INVASIONES BÁRBARAS
5.1.- Los primeros pueblos bárbaros: Suevos, Vándalos y
Alanos
5.2.- El Reino Visigodo: instituciones y cultura
1.- LA PREHISTORIA
La Prehistoria es el periodo de tiempo más antiguo de la Historia de la humanidad. Comprende
origen del hombre hasta la aparición de la escritura:
desde el
desde hace unos 5,5 millones (en la Península
Ibérica desde hace aproximadamente 1,2 millones de años) hasta el 3.500 a.C. La Prehistoria se divide tradicionalmente en
dos grandes etapas: la de la Piedra (Paleolítico, Mesolítico y Neolítico, que llega hasta el 5.000 a.C.), en la que el
hombre fabrica sus utensilios principalmente de piedra, primero tallada y después pulimentada; y la de los metales,
durante la cual comienza a elaborar sus útiles primero en cobre, después en bronce (aleación de cobre y estaño) y
Pero, lo más importante de esta etapa es que durante su transcurso se
produce el proceso de hominización.
finalmente en hierro.
1.1.- El Proceso de Hominización: el caso de Atapuerca
Es el proceso biológico (y también cultural y tecnológico), mediante el cual, los homínidos (individuos
pertenecientes al orden de los primates superiores) evolucionan hasta convertirse en hombres. El proceso
comenzó hace unos 5,5 millones de años en África y después se extendió por el mundo. Para tratar de conocer este
proceso, los prehistoriadores y arqueólogos estudian la evolución de los fósiles humanos y las herramientas y restos que
aparecen a ellos asociados en los yacimientos arqueológicos.
Hay acuerdo general en que la hominización comenzó en África, y la vamos a resumir así: los
Australopithecus,
los ejemplares más antiguos conocidos aparecieron hace unos 5,5 millones de años,
LECCIÓN 1.- La Península Ibérica durante la Prehistoria y la Antigüedad
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evolucionaron durante mucho tiempo hasta que dieron lugar a la primera especie “humana” de la que tenemos noticias:
el Homo
Hábilis, hace unos 2,5 millones de años. A partir de ese momento el panorama de la evolución se complica
extraordinariamente; pero, resumiendo mucho, diremos que hace unos 2 millones de años, salieron de África dos
especies para colonizar Europa y Asia, el Homo Ergaster y el Homo Erectus.
Península Ibérica, los restos prehistóricos más antiguos se han encontrado en la localidad burgalesa
de Atapuerca, en la Sima del Elefante. Se trata de una mandíbula con ocho dientes que tiene una antigüedad de 1,2
millones de años. Pertenece a un joven de unos veinte años, miembro de
la especie que se ha dado en llamar Homo Antecessor. Hasta el año
En la
2009, cuando aparecieron los cráneos de Homo Erectus de Dmanisi (Georgia),
de hace 1,7 millones años, eran los restos humanos más antiguos de Europa.
Pero los de la Sima del Elefante no son los únicos restos de Homo
Antecessor de Atapuerca. Cerca de la Sima del Elefante, en la Gran Dolina,
aparecieron hace dos décadas, los cráneos y mandíbulas de seis individuos
(cuatro niños y dos adultos) que vivieron hace unos 800.000 años.
También en Atapuerca, esta vez en la Sima de los Huesos se han
hallado numerosos fósiles del denominado
Homo Heidelbergensis, probablemente una especie de transición
entre el Homo Antecessor y el Homo Sapiens Neandertalensis.
Las dos últimas especies del género Homo que habitaron la Península Ibérica son mucho más recientes: el
Homo Sapiens Neandertalensis, desde hace unos 500.000 años hasta hace unos 35.000 años, y el Homo
Sapiens Sapiens, nosotros mismos, desde hace 40.000 años.
2.- LOS PUEBLOS PRERROMANOS
Son el conjunto de poblaciones que habitaban la
Península Ibérica antes de que llegaran los
romanos. Y sólo eso tienen en común, el hecho de habitar la
Península Ibérica; por lo demás son distintas en cuanto a su
organización (política, social y económica), su grado de evolución e
incluso étnicamente. Así, según la etnia, podemos distinguir dos
grandes áreas:
a) La íbera, asentada en todo el litoral mediterráneo y
b) La celta, en el resto de la Península.
En la zona de confluencia de ambas etnias encontramos el
mestizaje (celtíberos). Pero veamos los principales de estos pueblos.
2.1.- Los Tartesios
Es el nombre que reciben los habitantes del Reino de Tartesos, que se extendía principalmente por lo que hoy es
el suroeste de la comunidad autónoma de Andalucía (Huelva, Sevilla, Cádiz). Es la primera civilización de la que
se tiene constancia en la Península Ibérica.
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José Ramón Menéndez Ordóñez
Aunque algunos textos como la Biblia nos hablan ya de la
existencia de Tartesos (¿Tarsis?) hacia el 1.200 a.C., lo cierto es que
no tenemos noticias
históricas de este reino hasta la llegada de
los fenicios en el siglo VIII a.C. Por los fenicios sabemos que estas
tierras eran ricas en metales, sobre todo plata y cobre.
2.2.- Los iberos
Es el nombre que los romanos dieron al conjunto de pueblos que en el siglo I a.C.
habitaban toda la franja levantina y el sur de la Península. Estos pueblos, aunque nunca llegaron a
constituir ninguna unidad política, es decir, nunca formaron un único Estado, sí mostraban muchas características
comunes:
a) Pertenecían a la misma etnia.
b) Políticamente se organizaban en Ciudades-Estado y su forma de gobierno era la monarquía.
c) Sus poblados estaban amurallados, y se situaban en el alto de oteros y colinas para facilitar la defensa.
Tenían una cierta ordenación urbana, con calles bien delimitadas y ordenadas.
d) Su sociedad estaba organizada en castas muy jerarquizadas, siendo la más importante la guerrera (de hecho
los iberos fueron empleados por los griegos como mercenarios muy fiables), seguida de la sacerdotal y la
artesanal. Por último, campesinos, ganaderos, esclavos.
e) Su economía se basaba en la agricultura y la ganadería, y fueron muy rentables sus actividades
comerciales con fenicios, griegos y cartagineses.
f)
Culturalmente, conocieron y utilizaron la escritura, expresión gráfica de una lengua común (o muy similar).
2.3.- Los Celtas
submeseta norte y en el noroeste, suponemos que
llegaron a la Península en torno al año 1.000 a.C., procedentes de Centroeuropa. Su evolución cultural y
Asentados fundamentalmente en la
tecnológica y su organización estaba bastante por detrás de la de los íberos.
Puesto que desconocían la escritura, hasta la llegada de los romanos, que nos escribieron sobre ellos, nuestro
conocimiento de los celtas es muy limitado, salvo lo poco que nos muestra la Arqueología, que nos dice que:
a)
b)
c)
d)
vivieron en castros situados en lugares altos
presentaban formas de vida muy primitivas
se organizaban en tribus bastante independientes y
se dedicaban principalmente a la ganadería, completada con una agricultura muy básica.
2.4.- Los Celtíberos.
Situados en las zonas de confluencia entre celtas e iberos, se asentaban estos pueblos, digamos,
mestizos, a medio camino entre unos y otros, tanto culturalmente como étnicamente, aunque parece que predominaba
el sustrato celta. Los que habitaban las zonas llanas se dedicaban principalmente a la agricultura, y los instalados en las
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zonas montañosas a la ganadería. De ellos sabemos que eran sobre todo excelentes guerreros, de los que se
aprovecharon más tarde cartagineses y romanos.
2.5.- Otros pueblos peninsulares
Aunque tradicionalmente se les ha incluido entre los celtas, y realmente están emparentados, presentan unas
características particulares que los hacen distintos:
a)
Los lusitanos. Estaban asentados fundamentalmente en la mitad sur de lo que hoy es Portugal. Destacaron
en la historia tiempo después, con la llegada de los romanos, a los que opusieron una considerable resistencia.
b)
Los astures, los cántabros y los vascones. Entre el este de Galicia, Asturias y el norte de León
(astures), Cantabria y norte de Burgos (cántabros), País Vasco, Navarra y suroeste de Francia (vascones), se
asentaron estos pueblos ganaderos (en menor medida agricultores), de notable atraso cultural y tecnológico y
carácter guerrero.
3.- LAS COLONIZACIONES DE FENICIOS, GRIEGOS Y CARTAGINESES
(SIGLOS VIII AL III A.C.)
Desde el siglo VIII a.C. (y tal vez antes), las magníficas riquezas que se le suponían, fueron la razón que
atrajo primero a los fenicios y después a los griegos y a los cartagineses a la Península Ibérica. Venían buscando
metales y nuevos pueblos con los que comerciar.
3.1.- Los fenicios (desde el siglo VIII a.C.)
Son los primeros visitantes civilizados de los que tenemos noticias (en torno al 750 a.C.).
Este pueblo, navegante y mercantil, procedía del actual Líbano. Vinieron buscando metales (y pueblos con los que
comerciar) y encontraron oro, plata, hierro, cobre
y estaño. Para explotar los yacimientos y organizar
los intercambios, fundaron las llamadas
factorías,
que son pequeños asentamientos
costeros desde los que se relacionaban con las
poblaciones autóctonas, a las que no tenían interés
en someter. La primera fue Gádir (la actual Cádiz) y
zonas
costeras de las actuales Andalucía,
Murcia y Alicante. Introdujeron en la Península el uso del hierro y la escritura y, además, dieron
nombre al lugar: Is Phanium, “Tierra de Conejos”, mamíferos éstos que, por su abundancia, llamaron la atención de
desde allí se extendieron por las
aquellos primeros visitantes civilizados.
3.2.- Los griegos (desde el siglo VI a.C.)
Los griegos, debido principalmente a sus inquietudes comerciales y a la presión demográfica en sus lugares de
origen, comenzaron su expansión por el Mediterráneo en el siglo VIII a.C. Pero
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a la Península Ibérica no
José Ramón Menéndez Ordóñez
llegaron hasta después del 600 a.C. En
esa fecha, sabemos que los foceos estaban
asentados en el sur de Francia, en el lugar que ellos
llamaron Massalia (actual Marsella). Desde allí,
pronto llegaron a la Península y fundaron dos
colonias en lo que hoy es la provincia de Gerona:
Rodhe (actual Rosas) y Emporion (actual
Ampurias). Después, y con cierta presteza,
establecieron otros asentamientos en el litoral
levantino, aprovechando la decadencia de los
fenicios. La influencia de los griegos entre los iberos fue muy notable: de entrada, la pujanza de sus colonias y factorías
activaron el tráfico comercial, en esta época de declive de los fenicios; pero también cultural y tecnológicamente fue
enorme su aportación, como lo demuestra el hecho de la difusión
del arado y de la moneda (para pagar las
transacciones comerciales que se hacían con ellos) o la introducción de nuevos tejidos y cerámica.
3.3.- Los cartagineses o púnicos (desde el siglo V a.C.)
Estos descendientes de los fenicios (de hecho, Cartago, en el actual Túnez, nació poco antes del año 800 a.C.
como colonia fenicia), llegaron
a la Península en el siglo V a.C.,
y, poco a poco, fueron estableciendo
asentamientos. Entre los más importantes destacamos Cartago Nova (la actual Cartagena, en Murcia), Sexi (hoy
Almuñécar, en Granada) y Akra Leuke (la actual Alicante). Su influencia cultural seguramente no fue tan grande como la de
sus predecesores, pero también fue muy notable.
4. LA LLEGADA DE ROMA Y LA ROMANIZACIÓN DE LA PENÍNSULA
A finales del siglo III a.C. (concretamente en año 218 a.C.) llegaron los romanos a la
Península Ibérica. Los nuevos aspirantes a dominar el Mediterráneo (y lo acabaron llamando Mare Nostrum)
vinieron para intentar resolver en la Península su conflicto con Cartago: ambas potencias pugnaban por el control de este
mar y de sus costas en el siglo III a.C.
Roma y Cartago se enfrentaron tres veces, en las conocidas como Guerras
Púnicas, y se enfrentaron en
varios lugares, siendo la Península Ibérica uno de los más decisivos, sobre todo en la segunda de esa serie de guerras. Y
una vez llegaron (año 218 a.C.), decidieron quedarse definitivamente.
4.1.- La llegada de los romanos: las Guerras Púnicas
a)
La Primera Guerra Púnica. Tuvo lugar a mediados del siglo III a.C., entre los años 264 y 241 a.C.
y, en ella, en la Península Ibérica no hubo ningún combate, pero las consecuencias de este primer conflicto le
afectaron muy directamente. La guerra comenzó por el control de Sicilia, y, después de algo más de veinte años,
terminó con la victoria de Roma. El tratado de paz subsiguiente obligaba a Cartago, entre otras medidas, a pagar
a Roma una cuantiosa indemnización y a ceder las islas de Cerdeña y Sicilia. Los cartagineses, para recuperar el
dinero y los territorios perdidos, aumentaron su control sobre Hispania, que se convertirá entonces en pieza
decisiva en sus tensiones con los romanos.
LECCIÓN 1.- La Península Ibérica durante la Prehistoria y la Antigüedad
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b) La Segunda Guerra Púnica. A finales del siglo III a.C. (218-201 a.C.) se produjo la segunda guerra
púnica; y fue durante su transcurso cuando los romanos llegaron por primera vez a la Península Ibérica. De
hecho, la segunda gran guerra entre los romanos y los cartagineses podríamos decir que comenzó
por el
control de Hispania, y en Hispania tuvieron lugar las batallas más importantes. Como decíamos líneas
arriba, después de la Primera Guerra Púnica, los cartagineses, bajo la dirección de la familia Barca (Amílcar,
Asdrúbal y Aníbal), incrementaron su control sobre las ciudades iberas, circunstancia ésta que preocupaba a los
romanos, que temían que los cartagineses se acabaran adueñando de todo el territorio y se hicieran demasiado
fuertes. Para evitar mayores problemas,
romanos y cartagineses firmaron un acuerdo
que
delimitaba sus zonas de influencia en la Península Ibérica: todo lo que quedara al sur del Ebro sería cosa de los
cartagineses, y lo del norte de los romanos. Pero había una excepción: Sagunto (al norte de la actual provincia de
Valencia), protectorado de Roma en territorio púnico. En
el año 219 a.C., Aníbal, con clara intención
provocadora, ya que se sentía más fuerte que su enemigo, después de ocho meses de asedio, tomó Sagunto
y se encaminó hacia el norte, en dirección a Roma. Los romanos decidieron entonces acudir a la Península a
Era el año 218 a.C.: Publio Cornelio Escipión desembarcaba en la
antigua colonia griega de Ampurias. Desde allí, y tras sucesivas batallas, logró expulsar a los
cortarles el paso.
cartagineses de la Península en el año 206 a.C. Aún continuaron las luchas entre romanos y cartagineses algunos
años más, ya fuera de la Península, hasta el 201 a.C., cuando Cartago fue prácticamente aniquilada. Pero,
desde el año 206, los romanos, con vía libre, ya controlaban todo el litoral
mediterráneo peninsular y los valles del Ebro y del Guadalquivir.
c)
La Tercera Guerra Púnica. A mediados del siglo II a.C. (entre los años 149 y 146 a.C.) hubo una tercera
guerra Púnica, que no afectó en este caso a la Península Ibérica, y que se saldó con una nueva victoria de Roma.
4.2.- La conquista de la península ibérica por Roma (218 a.C.- 19 a.C.)
Para facilitar su estudio, vamos a dividir la conquista de la Península en tres etapas:
1º.
Primera etapa: la llegada y la conquista del Levante (desde el 218 a.C.). Está relacionada
con la Segunda Guerra Púnica, que ya hemos visto en el epígrafe anterior. Para frenar el avance de los
cartagineses hacia Roma, en el año 218 a.C. desembarcaron tropas
romanas en Ampurias. Expulsados los cartagineses en poco más de
206 a.C. los romanos ya
controlaban todo el levante y sur peninsular y los
valles del Ebro y del Guadalquivir. Hay que decir que, los
una década, en el año
habitantes de estas zonas, acostumbrados desde hacía siglos a la
presencia de extranjeros (fenicios, griegos y cartagineses), con los
que hacían buenas transacciones comerciales, aceptaron de
bastante buen grado a los romanos y se romanizaron rápidamente;
en general, porque también hubo numerosos enfrentamientos.
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José Ramón Menéndez Ordóñez
2º.
Segunda etapa: la conquista de las Submesetas y el Noroeste (154-133 a.C.). Si la
primera etapa de la conquista y romanización fue relativamente fácil, mucho más complicada y lenta
fue la entrada de los romanos en el interior peninsular. La resistencia de algunos pueblos fue
feroz, sobre todo la de los lusitanos (gran parte de lo que hoy es Portugal) y la de los celtíberos.
a. Las guerras lusitanas (154-137 a.C.). Desde hacía algunos años, los lusitanos (o lusos),
asaltaban y saqueaban las ricas ciudades romanizadas del sur peninsular; y los romanos respondían con
dureza (incursiones de castigo en territorio lusitano). Los lusos, por su parte, castigaban a las legiones
romanas siempre que podían, pero sin enfrentarse en campo abierto, donde serían presa fácil, sino a
través de la guerra de guerrillas. A mediados del siglo (en el año 154 a.C.), la decisión de Roma de
someter definitivamente aquellos territorios y a sus moradores dio comienzo oficial a las guerras
lusitanas. Les costó a los romanos más de lo previsto: la resistencia de los lusos, liderados por Viriato,
parecía insuperable. Pero, asesinado el caudillo Viriato por tres de sus hombres, pagados por Roma, los
lusitanos fueron sometidos en muy pocos años. El sometimiento de los lusitanos dejó a Roma las
puertas abiertas para explotar los ricos yacimientos mineros del noroeste peninsular (Orense, León) y, a
su vez, eliminaba a un enemigo demasiado molesto.
b. Las guerras celtíberas (154-133). Más
de veinte años les costó a los romanos dominar
estas tierras. La razón a tan largo asedio la
encontramos en la tenacidad de estas
poblaciones, pero, el empuje era tan fuerte, y la
diferencia tan grande, que, poco a poco, fueron
cediendo. En el año 133 a.C., la ciudad de
Numancia (en la actual provincia de Soria), por
entonces ya el último bastión de la resistencia
celtíbera, caía ante Publio Cornelio Escipión
Emiliano, nieto de aquél que, años antes, había expulsado a los cartagineses. Con
la toma de
Numancia, Roma controlaba toda la Península hasta la Cordillera Cantábrica.
3º.
Tercera etapa: la conquista del norte, las Guerras Cántabras (29-19 a.C.). El último trozo
de Hispania que se resistía a los romanos estaba detrás de la Cordillera Cantábrica. La explicación a que todavía a
finales del siglo I a.C. no se hubiesen sometido aquellas tierras, está en la defensa natural que ofrecía la cordillera,
pero, sobre todo, en el hecho de que los romanos mostraron muy poco interés en ellas. En
el año 29 a.C.
comenzaron las campañas para doblegar a cántabros y astures, y fue el empeño de Octavio
Augusto (el primer Emperador romano) en dominar toda Hispania, lo que aceleró el proceso. Terminaron
las guerras cántabras en el 19 a.C. y se completaba entonces la conquista romana de
la Península Ibérica. Aunque estos pueblos fueron duramente reprimidos y controlados, todavía, algunos
años más tarde, se registraban numerosas rebeliones contra los romanos. Para reprimirlas con prontitud, Roma
estableció una legión permanente en lo que hoy es León, la Legio VI Victrix, sustituida en el año 74 d.C. por la
Legio VII Gemina.
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4.3.- La Romanización de Hispania
La romanización es el proceso de asimilación de la cultura romana (costumbres,
idioma, religión, derecho, etc.) por parte de, en este caso, los hispanos. Lógicamente, si la
conquista de todos los pueblos hispanos no se produjo a la vez (fue un proceso que se extendió durante 200 años),
tampoco la romanización fue simultánea. Y, además, hemos de tener en cuenta que los romanos no fueron
recibidos de igual forma por los distintos pueblos hispanos, de tal manera, que también encontramos diversos
grados de romanización: algunas zonas se romanizaron rápidamente (la franja mediterránea, cuyos habitantes
estaban acostumbrados al contacto con otras culturas) y otras, las que ocupaban galaicos, cántabros, astures y vascones,
se romanizaron bastante poco.
En todo caso, la
superioridad de Roma (militar, tecnológica, económica, organizativa y cultural) acabó
imponiéndose. En el proceso de romanización fueron fundamentales la organización que en Hispania hicieron los
romanos del territorio, de la sociedad y de la economía.
3.1.- La organización administrativa de Hispania. La primera medida que tomaron los romanos
sobre los territorios conquistados en Hispania fue la de dividirlos en provincias para facilitar su administración. Pero, no
olvidemos que la conquista de la Península duró más de 200 años. La organización territorial, por lo tanto, se fue
adaptando a la evolución de la conquista y fue variando con el tiempo.
a)
Primera Organización: inicialmente, los territorios de que disponían los romanos en
Hispania, fueron divididos en dos grandes provincias: la Citerior (es decir, la de más acá)
que abarcaba todo el levante peninsular; y la Ulterior (la de más allá), que englobaba el sur
de la Península.
b)
Segunda Organización: la incorporación de nuevos territorios hizo necesaria una
reorganización: la Citerior, que pasó a llamarse
Tarraconense, y tenía su capital en
Tarraco, continuó siendo una única provincia, pero de tales dimensiones que se dividió en
tres grandes partes, que recibieron el nombre de diócesis (Tarraconense, Cartaginense y
Galaecia). La Ulterior, en cambió, se dividió en dos provincias: la Bética, con capital en
Córdoba, y la Lusitania, con capital en Mérida.
c)
Tercera Organización: ya a finales del siglo III d.C. se decidió la última gran
ordenación territorial de Hispania, que pasó a tener cinco provincias:
Tarraconense,
Cartaginense, Galaecia, Bética y
Lusitania. Y a finales del siglo IV d.C. (385),
las islas Baleares, que se desgajaron de la
Tarraconense, pasarían a ser la sexta provincia, Baleárica.
De extraordinaria importancia para la organización y el control del
territorio fueron las vías
de comunicación, las que hoy llamamos
“calzadas”. Comunicaban las principales ciudades y tenían fines políticos,
militares y económicos. En Hispania destacaron la Vía Heráclea o Vía
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Augusta, la más larga, que, bordeando todo el litoral mediterráneo, iba de los Pirineos a Cádiz enlazando las principales
ciudades levantinas y del sur de la Península; y la Vía de la Plata, que unía las ciudades de Astorga (Asturica Augusta) y
Mérida (Emerita Augusta). A pesar de lo que dice su nombre, equivocado posteriormente, no se distinguió esta vía por el
comercio de plata, y tampoco los romanos la llamaron así, sino vía delapidata o vía empedrada.
4.4.-El legado de Roma en Hispania
La influencia romana fue enorme y pervive hasta nuestros días. El latín, el derecho romano y la religión cristiana,
fueron las principales manifestaciones de la romanización. Pero también la arquitectura, el urbanismo, la red de
comunicaciones etc.
a) El Latín llegó a todos los rincones de Hispania y lo hizo principalmente a través del Ejército (por lo tanto llega un
latín vulgar). De él derivan las actuales lenguas españolas, excepto el euskera.
b) El derecho
romano sirvió para regular las relaciones de todos los habitantes de Hispania, entre sí y con el
Estado. Aún hoy es uno de los fundamentos del derecho occidental, y es asignatura obligatoria en todos los
planes de estudio de las facultades de Derecho.
c) Por último, no podemos olvidar que la religión
cristiana, tan importante en la Historia de España, también
fue uno de los legados fundamentales del paso de Roma por nuestra Historia.
En definitiva, los romanos fundaron ciudades y construyeron puertos, caminos, acueductos y puentes;
potenciaron el comercio, establecieron las pautas de las relaciones interpersonales y con la Administración, trajeron el
Derecho, y dejaron para siempre la lengua latina, que con el paso del tiempo se convirtió en el castellano, el portugués, el
catalán y el gallego. Y, sobre todo, crearon una unidad política, cultural y religiosa que llamaron Hispania, de la que
venimos nosotros.
5.- LAS INVASIONES BÁRBARAS
5.1.- Los primeros pueblos bárbaros: Suevos, Vándalos y Alanos
A partir del siglo III d.C., el Imperio Romano entró en una gravísima crisis de la que ya nunca se recuperó. Las
causas fueron fundamentalmente económicas y políticas (luchas por el poder), y las repercusiones de todo tipo. De entre
esas repercusiones vamos a centrarnos en la entrada de los
pueblos bárbaros del norte. Estos pueblos, que llevaban
décadas presionando las fronteras del Imperio, aprovecharon
la debilidad de Roma para ir adentrándose en todo su
territorio.
En el caso de la Península Ibérica, hemos de decir que
el control romano en Hispania desapareció en
el año 409 d.C., En esta fecha cruzaron los Pirineos tres
tribus bárbaras: los suevos, los vándalos y los alanos.
Estos pueblos, procedentes del centro-norte de Europa habían
cruzado la frontera del Rin tres años antes y habían estado vagando por la Galia, acosados por los romanos y por otros
pueblos bárbaros. Cuando llegaron a Hispania no encontraron mayores dificultades para moverse libremente por todo el
territorio y asentarse en él.
LECCIÓN 1.- La Península Ibérica durante la Prehistoria y la Antigüedad
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5.2.- El Reino Visigodo: instituciones y cultura
No demasiados años después de la entrada de los primeros pueblos bárbaros en la Península, en
el año
476 cayó el Imperio Romano de Occidente. Lo que ocurrió en esa famosísima fecha fue que el rey de los
hérulos, Odoacro, depuso al último emperador romano, Rómulo Augusto (que, por cierto, no era romano, sino hijo de
uno de los generales de Atila, y que sólo tenía 12 años). En
ese momento, los distintos pueblos que
campaban por el Imperio, se apresuraron a asegurarse algunos territorios.
Por la Galia se enfrentaron francos y visigodos. La victoria de los primeros en el año 507 obligó a los visigodos a
buscar otro emplazamiento para su reino. Ese emplazamiento lo encontraron en Hispania. De esta forma, a
principios
del siglo VI d.C., nacía el Reino Visigodo de Toledo. En los años siguientes, y sin demasiada dificultad,
derrotaron y expulsaron de la Península a suevos, vándalos y alanos.
5.2.1.- La Hispania Visigoda: los elementos culturales
Si algo distinguió la presencia de los visigodos en Hispania, fue sobre todo la enorme
inestabilidad de su
reino, debida a los enfrentamientos continuos entre distintas facciones nobiliarias. Treinta y cuatro reyes en 200 años
(entre el 507 y el 711, lo que hace una media de menos de 6 años por reinado),
puestos y depuestos por la facción más fuerte en cada momento, dejan
constancia de ello.
los
visigodos fueron capaces, después de la caída de la unidad
romana, de reunificar la Península, y lo hicieron fusionando su
Pero, a pesar de esa inestabilidad, en el tiempo que estuvieron,
herencia (étnica, religiosa, jurídica y administrativa) con la hispanorromana que
aquí había. Este hecho ha tenido una enorme trascendencia, porque, después
de la caída del Imperio Romano de Occidente, Hispania no se fragmentó en
múltiples territorios, como ocurrió en otros lugares, sino que permaneció unida y
conservó su identidad (completada ahora por la influencia de la cultura visigoda).
5.2.2.- Las instituciones visigodas en Hispania
En este apartado, lo primero que hemos de decir es que, cuando los visigodos llegaron a Hispania, mantuvieron,
en general, las instituciones y la organización administrativa que habían dejado los romanos.
a) Continuaron con la división del territorio en provincias y municipios. Las provincias siguieron siendo seis, y
al frente de cada una de ellas había un delegado del Rey, que recibía el nombre de Dux o Duque. Por debajo,
y subordinados al Duque correspondiente, estaban los municipios, gobernados por el Comes o Conde. A
su vez los municipios se dividían en aldeas.
b) Por encima de todos ellos estaba la
Monarquía, con un rey elegido por los representantes de las
principales familias del reino (la aristocracia), que, a su vez, junto con el Rey, formaban una institución
fundamental en el reino visigodo: el Aula Regia u Oficio Palatino. La función de esta institución era
la de asesorar al rey en los principales asuntos del reino: militares, de gobierno, administrativos, legales y
judiciales. El hecho de que la Monarquía no fuera hereditaria, sino electiva, creaba muchos problemas
sucesorios, porque se formaban facciones en continua lucha por el poder.
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