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Todos los Santos. Ciclo B
Inscritos en el Libro de la Vida
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Gracias, Señor, por quienes…
me han enseñado a mirar en profundidad,
me han consolado
en los momentos de tristeza y dificultad,
me han ayudado a crecer y madurar,
me han guiado por los caminos
del servicio y la solidaridad,
me han ayudado a crecer
en hondura y sinceridad,
me han mostrado con su vida entregada
dónde está la felicidad,
me han dado luz
cuando me rodeaba la oscuridad,
me han corregido
cuando me desviaba de la verdad,
me han sostenido cuando mis cimientos
empezaban a fallar,
me han abierto nuevas perspectivas
para poder avanzar, han creído en mí
y no me han dejado de apoyar,
me han transmitido paz y serenidad,
me han acompañado
en los momentos de soledad,
me han querido de manera especial,
me han comprendido
cuando he vuelto a fallar,
me han recordado estar cercano
a quien pasa necesidad…
Gracias por todos los que me muestran
el valioso camino de la santidad.
Felices…
- los que no están atados a las
cosas y viven su vida
desprendidos, compartiendo con
los más necesitados.
- los que se preocupan del quien
sufre, les alivian en su dolor y
están siempre cercanos.
- los que saben ser amables
creando ambientes más humanos.
- los que trabajan para que seamos
cada día más hermanos,
dedicando tiempo y entrega en
proyectos solidarios.
- los que no se dejan rendir por el
pesimismo y el desánimo, y ponen
ilusión en todas sus tareas y
trabajos.
- los que acompañan a quienes
están creciendo y se están
formando.
- los que no se cansan de buscar y
aprenden siempre de sus fallos.
- los que escuchan y son sensibles
a lo que pasa a su lado.
Peregrinos del reino celeste,
hoy con nuestras
plegarias y cantos,
invocamos a todos los santos,
revestidos de cándida veste.
Éstos son los que a Cristo
siguieron, y por Cristo
la vida entregaron,
en su sangre de Dios se lavaron,
testimonio de amigo le dieron.
Sólo a Dios en la tierra buscaron,
Y de todos hermanos se hicieron.
Porque a todos
sus brazos se abrieron,
éstos son los que a Dios
encontraron.
Desde el cielo, nos llega cercana
su presencia y su luz guiadora:
nos invitan, nos llaman ahora,
compañeros seremos mañana.
Animosos, sigamos sus huellas,
nuestro barro será transformado
hasta verse con Cristo elevado
junto a Dios
en su cielo de estrellas. [L.H.]
Bienaventuranzas. Kairoi
https://youtu.be/h4DmhXd04WY
RECORDAR, VALORAR Y AGRADECER. Hoy se me invita descubrir y reconocer que soy herencia de muchas personas que han hecho
posible que pueda vivir como vivo y ser lo que soy. Muchas personas, conocidas o anónimas, que me han enseñado y me han transmitido
unos valores, una fe, un estilo de vida… Soy deudor de “una muchedumbre inmensa” que me ha ayudado a tener unas raíces, unos
cimientos, unos criterios con los que orientarme en la vida. Me han servido de guía para distinguir lo fundamental de lo accesorio, lo
importante de lo superfluo, lo esencial de lo pasajero… Hay un “hilo” que sirve de nexo a todos los creyentes, del pasado y del presente,
conocidos y desconocidos: el amor de Dios que nos vincula y nos une en comunión. Hago una oración pausada y prolongada trayendo a la
memoria y pasando por el corazón a quienes han sido puntos de referencia en mi vida. Agradezco a Dios que me haya puesto en contacto
con ellos y que su ejemplo haya quedado grabado en mí.
DESARROLLAR LAS SEMILLAS SEMBRADAS EN MI INTERIORIDAD. Los santos son un aliciente para mi vida, una invitación a seguir
encontrar en ellos un impulso a desarrollar lo mejor de mí mismo. No fueron perfectos, ni estuvieron alejados de la realidad y del mundo.
Simplemente supieron desarrollar , compartir y comunicar lo bueno que Dios sembró dentro. En las sencillas cosas de cada día y en los
pequeños gestos de cada momento fueron sembrando buenas semillas que fructificaron y florecieron. Yo también llevo muchas cosas
buenas “escondidas” en lo profundo del corazón. Necesito descubrirlas, hacerlas salir y compartirlas. Tengo que despertar y sacar a la luz,
transparentar y entregar los dones que Dios me ha concedido. Que no me quede encerrado en mis fracasos y fallos, en mis errores y
desgracias, en mis equivocaciones y pecados… Apreciar lo que voy consiguiendo y progresando, lo que voy construyendo y anunciando, las
opciones y decisiones que voy tomando… ¿Qué puedo hacer para desarrollar y hacer crecer mi interioridad? ¿Qué valores tengo para
compartir? ¿Qué pequeños logros voy realizando que me hacen feliz y me acercan a los demás?
ESTAR BIEN PROGRAMADOS. Necesito tener unas pautas por las que guiarme, unas señales que me marquen el rumbo, unos criterios que
me orienten y me acompañen… A veces me encuentro con muchas propuestas que me “programan” la vida para buscar la felicidad en lo
externo, en lo superfluo, en la superficialidad del “todo vale”… ,caminos erróneos que no me llevan a ninguna parte. Jesús me propone el
“programa” de las bienaventuranzas para que contraste con él sin tengo la vida bien planteada o no, si estoy siguiendo “programaciones”
equivocadas. Puedo leer despacio y con el corazón en la mano este evangelio. Dejar que mueva y me remueva. ¿Qué pasaría si me dejara
seducir por él: vivir una vida más sencilla y entregada, más abierta y transparente, más pacifica y sosegada, más cercana a los que sufren y
me necesitan, más implicado en la lucha contra la pobreza, la soledad, el sufrimiento, la miseria… y trabajar más por la justicia? ¿Dónde
puedo descubrir hoy los signos de que el estilo de vida de la bienaventuranzas está presente o está germinando? ¿Cómo puedo apoyarlo?
Fiesta de puertas abiertas
de un cielo que invita a entrar
para que el pueblo cristiano
celebre la santidad
y el triunfo de sus hermanos;
de cuantos les precedieron
y como buenos triunfaron.
Recorrieron el camino
de las bienaventuranzas:
fueron mansos y sencillos,
justos, sin intolerancias,
pacíficos, como niños
que solo en juegos batallan;
hombres de corazón limpio...
¡Por eso están viendo a Dios,
por eso les llama «hijos»! [J.L.M.]
Lectura del libro del Apocalipsis (7,2-4.9-14):
Yo, Juan, vi a otro Ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios vivo;
gritó con fuerte voz a los cuatro Ángeles a quienes había encomendado
causar daño a la tierra y al mar:
«No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles,
hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios.»
Y oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados,
de todas las tribus de los hijos de Israel.
Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar,
de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero,
vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
Y gritan con fuerte voz:
«La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»
Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y
de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra,
y adoraron a Dios diciendo: «Amén, alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor,
poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén.»
Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo:
«Esos que están vestidos con vestiduras blancas quiénes son y de dónde han venido?»
Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás.»
Me respondió: «Esos son los que vienen de la gran tribulación;
han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la Sangre del Cordero.»
Salmo 23,1-2.3-4ab.5-6
R/. Este es el grupo que viene
a tu presencia, Señor
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
Quién puede subir al monte del Señor?
Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia,
Dios de Jacob. R/.
Lectura de la primera carta
del apóstol san Juan (3,1-3):
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre
para llamarnos hijos de Dios,
pues ¡lo somos!
El mundo no nos conoce
porque no le conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios
y aún no se ha manifestado
lo que seremos.
Sabemos que, cuando se manifieste,
seremos semejantes a él
porque le veremos tal cual es.
Todo el que tiene esta esperanza en él
se purificará a sí mismo,
como él es puro.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.
Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan
y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos;
pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»