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Las letanías son alabanzas, piropos de amor, de
ternura. ¿Te aburres rezándolas? No amas, no
comprendes. ¿Te gustan? Sí amas, sí comprendes.
El que las inventó sí amaba, sí comprendía. Son, en
definitiva, un poema de amor; sólo quien ama a María lo
entiende. Dile a los enamorados que son aburridos
porque repiten con frecuencia frases de amor.
Padre Mariano de Blas L.C
Reina del Santísimo Rosario
Es una Madre que nos pide rezar el Rosario. Es
Ella y no algún fraile disgustado. Porque Dios mismo
ha prometido gracias realmente excelentes. Si
rezando el rosario todos los días se obtiene el cielo,
díganme si vale la pena rezarlo. Desapreciar esta
oración es despreciar a María y despreciar a Dios.
Una de las mejores cosas que se pueden hacer
es, precisamente, rezar el rosario y hacer que otros
lo recen. El Papa instituyó un año del rosario. Nos
consta que lo reza diariamente. Todos los grandes
santos han sido devotos de María y han tenido un
gran aprecio por la oración que más le gusta a la
Madre de Dios.
LAS SIETE PALABRAS DE LA
SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:
Sexta palabra:
“No tienen vino”
(Jn 2,3)
Palabra de súplica, de petición. La Virgen sugiere
a Jesús su primer milagro y de algún modo anticipa
el comienzo de su vida pública. Aunque Jesús
descarta su petición, María no es rechazada, y por
eso ella confía, espera y alerta a los sirvientes para
que presten atención a lo que su Hijo haga o les
diga. San Juan parece haber elegido estos rasgos de
la Virgen que manifiestan el papel que tendrá
siempre: expondrá a Jesús nuestras carencias,
mientras nos seguirá pidiendo a nosotros cumplir lo
que su hijo nos mande.
CONSEJOS DE UN SANTO:
JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER
“FORJA”
“Aquella madre -santamente apasionada, como todas las madres- a su
hijo pequeño le llamaba: su príncipe, su rey, su tesoro, su sol.
Yo pensé en ti. Y entendí -¿qué padre no lleva en las entrañas algo
maternal?- que no era ponderación el decir de la madre buena: tú... eres
más que un tesoro, vales más que el sol; ¡toda la Sangre de Cristo!
¿Cómo no voy a tomar tu alma -oro puro- para meterla en forja, y
trabajarla con el fuego y el martillo, hasta hacer de ese oro nativo una
joya espléndida que ofrecer a mi Dios, a tu Dios?”
162 Madre mía del Cielo: haz que yo vuelva al
fervor, al entregamiento, a la abnegación: en una
palabra, al Amor.
FLORES PARA MARIA:
Al inicio del día, conságrate a María:
Apenas comienza el día, conságrate a su
Sacratísimo Corazón, ofrécele el día, todos tus
trabajos, penas y alegrías…
CONSAGRACIÓN A MARÍA
¡Oh señora mía! ¡Oh madre mía! Yo me ofrezco
enteramente a ti, y en prueba de mi filial afecto, te
consagro en este día, y pasa siempre, mis ojos,
mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra
todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, ¡oh madre de
bondad!, guárdame y defiéndeme como cosa y
posesión tuya. Amén.
Rezo del Angelus a las 12:00 del día.
Nos recuerda la anunciación y la encarnación del
Hijo de Dios. Momento culminante en la historia de
nuestra salvación. Feliz momento en que, por
designio del amor del Padre por el poder del
Espíritu Sano y la aceptación de María, el Hijo de
Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros.
El Santo Rosario:
El nombre del Rosario en la lengua castellana
proviene del conjunto de oraciones, a modo de
rosas. Rosas blancas de serenidad y pureza,
rosas rojas de sufrimiento y amor.
Rézalo a la hora que te resulte más apropiada.
Si te es posible, invita a participar a tu familia.
Recuerda que la familia que reza unida,
permanece unida y la bendice Dios.
Tres Aves Marías al acostarte.
¿Porqué tres? Para honrar a la Santísima
Trinidad.
La primera: para darle gracias por los favores
recibidos durante el día.
La segunda: para pedir perdón si hemos obrado
mal.
La tercera: para pedir ayuda, poniendo en sus
manos la vida misma, para que se digne
cubrirnos con su manto de madre amorosa y
haga que nos bendiga e Padre, el Hijo y e
Espíritu Santo.
Diálogo con tu Madre celestial.
Esta bellísima flor, de fragancia especial y única,
en la que, cada que así tu corazón lo desee, te
dirijas a tu Madre, como un hijo que se siente
amado, que necesita manifestar su amor.
FRUTOS QUE SURGEN DE
LA CARIDAD.
Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma
en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la
gloria eterna.
Frutos del Espíritu Santo.
Caridad
Gozo
Paz
Paciencia
Bondad
Benignidad
Mansedumbre
Longanimidad
Fe
Modestia
Continencia
Castidad
CARIDAD: Es el amor que recibimos de parte de
Dios para darlo a los demás de manera desinteresada
y generosa.
GOZO: El sentimiento de alegría que causa en
nosotros el tener a Dios en el alma, incluso en los
momentos de tribulación y pena.
PAZ: Bienestar en la existencia cotidiana, estado
del hombre que vive en armonía con la naturaleza,
consigo mismo, con su prójimo y con Dios. Cristo
crea la Paz con la sangre de su Cruz y esta Paz reina
en nuestros corazones gracias al Espíritu Santo, que
establece entre nosotros un fuerte lazo. Todo
creyente justificado está en Paz con Dios por obra de
Jesús.
PACIENCIA: La paciencia es caridad y misericordia
con los demás, a quienes se muestra respeto y
comprensión, en lugar de ofenderlos y alejarlos.
“Sean perfectos como vuestro Padre celestial es
perfecto”
(Mt. 5,48)
MÁS PIROPOS A MARÍA:
Otro modelo de Letanía, tomada de la Devoción de
los 46 (Cuarenta y Seis) Rosarios a la Santísima
Virgen de Guadalupe
V. Señor, ten piedad de nosotros
R. Señor, ten piedad de nosotros
V. Cristo, ten piedad de nosotros
R. Cristo, ten piedad de nosotros
V. Señor, ten piedad de nosotros
R. Señor, ten piedad de nosotros
Santa María
(Ruega por nosotros)
Hija predilecta del Padre
Madre del Hijo unigénito de Dios.
Consuelo del Espíritu Santo.
Templo del verdadero Dios por quien se vive.
Madre del Dios único de todos los hombres y pueblos.
Madre de Dios siempre cercana a todos.
Madre del Dios de la Alianza.
Reveladora de Jesús en el Tepeyac.
Protectora de salud y vida.
Alegría de nuestra tierra.
Felicidad de México.
Río de luz de nuestro pueblo.
Arrullo de nuestra tierra.
Manantial de Esperanza.
Estrella de la Evangelización
Mujer vestida del sol.
Camino predilecto para llegar a Cristo.
Cumbre y monte de nuestra alegría.
Portadora de un mundo nuevo.
Aurora de nuestro caminar.
Madre y profeta reveladora del triunfo de tu Hijo y de tu
Iglesia.
Flor y canto de América.
Reina de toda la creación.
María, la de la palabra suave y dulce que acaricia.
(Enséñanos a vivir)
María, la que nos da al que es la vida.
María, la que tiene en sí al corazón del cielo.
María, la que nos trae al sol de la verdad y de la luz
María, la que nos entrega la flor de la gran verdad.
María, la que realiza en nuestra tierra la alianza de Dios con
nosotros.
María, jovencita hermosa, modelo de todas las jóvenes
María, la que hace florecer y da vida al Tepeyac.
María, la que nos pide su casita sagrada para atendernos.
María, la que se hace solidaria con la suerte de nuestro
pueblo.
María, la que promociona al pobre y desamparado.
María, la que ayuda a promover y dignificar a los humildes de
la tierra.
María, la que nos aquieta el corazón.
María, la que nos atrae y nos pone en su regazo.
María, la que nos acerca más y más a Jesús y a nuestros
hermanos.
María, la que convierte a los poderosos en servidores de los
demás.
María, la que hace la unión de tantas razas y pueblos
dispersos.
Madre, que conoces nuestros andares y pesares.
(Enséñanos a amar)
Madre, que nos acoges y arrullas con cantos celestiales.
Madre, que apaciguas nuestras violencias y nos llamas a la
reconciliación.
Madre, modelo y guía de todas nuestras madres.
Madre, la más hermosa y gloriosa mujer de toda la creación.
Tú, vida, dulzura y esperanza nuestra.
Tú, canto y victoria de Dios desde nuestra tierra.
V. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo
R. Perdónanos, Señor
V. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo
R. Escúchanos, Señor
V. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo
R. Ten misericordia de nosotros
SERENATA A LA VIRGEN
El que canta ora dos veces, decía San Agustín.
El canto es el afecto del corazón hecho música.
Una hermosa manifestación hacia el ser amado…
demos, pues, una serenata especial a nuestra Madre
Celestial.
MARÍA, TÚ QUE VELAS
María, tú que velas junto a mí
y ves el fuego de mi inquietud,
María, Madre, enséñame a vivir,
con ritmo alegre de juventud.
Ven, Señora, a nuestra soledad,
ven a nuestro corazón,
a tantas esperanzas que se han muerto,
a nuestro caminar sin ilusión.
Ven y danos la alegría
que nace de la fe y del amor.
El gozo de las almas que confían,
en medio del esfuerzo y del dolor.
María, tú que velas junto a mi.