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Comentario de Texto de
Descartes
Discurso del método, (Cuarta parte)
4. El cogito y el criterio de verdad (tema).
Fuente: Boehmiano
4. Para pensar o dudar, para tener conciencia de algo, tengo que existir y sé que existo en la
medida, y en el momento, en que estoy pensando.
Descartes entiende por pensar “todo aquello de lo que somos conscientes como operante en
nosotros” Principios de Filosofía, 1, 9.
1. Hemos visto cómo Descartes descubre como primera verdad que existe y que piensa.
En esto no es completamente original, como sabemos, pues ya San Agustín había establecido
frente al escepticismo académico que si nos equivocamos, somos: aunque estuviéramos
engañados en todo lo demás no podemos estarlo respecto al hecho de nuestra propia existencia.
Si fallor, sum.
Por tanto, sentir, imaginar, querer, dudar, etc. son para Descartes pensamientos o formas de
pensar, como más adelante volveremos a recordar.
Descartes, que había estudiado con los jesuitas de La Flèche, conocía bien…
1. el pensamiento de San Agustín,
2. así como la escolástica tomista (Santo Tomás de Aquino) por mediación de Francisco
Suárez, el último gran escolástico español.
En efecto, encontramos toda la terminología metafísica escolástica en los escritos cartesianos
(sustancia, esencia, forma sustancial, etc.).
Se trata muchas veces de una terminología en cierto modo vaciada de sentido, ← al no encajar ya
en la nueva filosofía.
1. Esto se aprecia, por ejemplo, en la antropología cartesiana, como hemos de ver,
2. mientras que su física (mecanicismo) muy poco tiene ya que ver con la física aristotélica,
mucho más cualitativa.
Descartes se propone combatir a Aristóteles, como él mismo escribe en varias cartas, por
mucho que a veces lo disimule.
5. Mas Descartes no se detiene aquí. Olvidando por un momento que está sometiendo todo a duda y
que, por eso mismo, no puede todavía confiar en su propia razón (recordemos la hipótesis del
genio maligno), se apresura a deducir, partiendo del cogito, dos nuevas “verdades”. Y escribimos
“verdades”, entre comillas, precisamente porque no tenemos de momento más que una verdad
(pienso, luego existo) y todo lo demás es absolutamente incierto. Pues bien, estas dos “verdades”
son las siguientes:
1. La primera, referida al yo;
2. la segunda, a la verdad misma.
Veámoslo brevemente, por tratarse de algo a lo que habrá que aludir más adelante:
1. Pienso y soy. ¿Pero qué soy? Y cómo Descartes ha podido dudar de su propio cuerpo,
entonces tiene que afirmar, lógicamente: “yo no soy más que una cosa que piensa”. Algo
capaz de pensar.
2. Pero volviendo al cogito (así abreviamos la primera y fundamental verdad: cogito ergo sum o
“pienso, luego existo”) hemos de decir, ante todo, que se trata de una intuición intelectual.
2. Pero es la segunda verdad la que nos interesa ahora: ¿en qué consiste la verdad? ¿Qué es la
verdad? ¿Cuál es el criterio de la verdad? ¿Cuál es la norma o regla según la cual podemos
afirmar que algo es verdadero y distinguirlo de lo falso o dudoso?
Si el cogito es verdadero, tendremos que saber por qué es verdadero. Y esto es lo mismo
que saber en qué consiste, al menos, una verdad: la principal, la básica, la fundamental.
1. Por su forma gramatical, por el empleo de la palabra “luego”, cabría pensar que estamos
ante un razonamiento o ante la conclusión de un silogismo; además el propio Descartes
presenta algunas veces el cogito en forma de silogismo: para poder pensar es necesario
existir; es así que yo pienso; luego yo existo.
Y nos dice Descartes que él no ha dudado nunca de la evidencia, de la verdad, de la
primera premisa (llamada en lógica premisa mayor): el pensamiento está necesariamente
ligado a la existencia.
A las preguntas anteriores responde Descartes diciendo: porque lo concibo o lo entiendo,
de manera clara y distinta . He aquí, pues, hallado el Criterio de Verdad, de toda verdad:
lo que entendamos de manera clara y distinta será verdadero, y lo que no será falso.
2. Ahora bien, para Descartes, …
1. aunque el cogito puede expresarse de esta manera,
2. no es propiamente un razonamiento sino una intuición, esto es, la captación
intelectual inmediata o directa de una idea o concepto bien claro y distinto (idea que
Descartes llamará “naturaleza simple”).
6. El error se da en los juicios sólo cuando juzgamos precipitadamente, por ejemplo, sin la debida
seguridad. Por eso es importante seguir las reglas del método, con el debido orden, con el debido
cuidado para estar bien seguros de no olvidar nada, de no equivocarnos en nada.
Y esto nos obliga a una última y breve consideración: la novedad, la originalidad del criterio de
verdad cartesiano, lo que es casi lo mismo, del criterio moderno de la verdad.
1. La filosofía anterior, lo hemos dicho, era esencialmente realista y hacía depender la verdad
del ser mismo de las cosas.
2. En cambio, la filosofía cartesiana inicia el camino del idealismo en la medida en que desplaza
la norma de la verdad hacia el sujeto que conoce en lugar de verla en el objeto conocido.
→ Las ideas, la conciencia, serán el fundamento del ser para la filosofía moderna de corte
idealista y racionalista.
Si nos fijamos bien, el ser, la realidad, no aparece como tal en el criterio de verdad o certeza
cartesiano: ← mis ideas, mis contenidos de conciencia, en la medida en que son evidentes
para mí, constituirán lo verdadero. ¿Dónde está el ser, donde está la realidad? Supeditada a
la conciencia. Kant explotará y desarrollará esta nueva fundamentación de la filosofía.
3. Esta intuición intelectual, pienso y soy, es el primer principio de la filosofía cartesiana.
Tengamos en cuenta que Descartes distingue dos clases de principios:
1. los principios abstractos, lógicos o formales (como el principio de contradicción: A no es B y
B no es A), que…
1. son evidentes y constituyen la base del pensamiento,
2. pero no nos dan a conocer ninguna cosa real o existente;
2. y los principios reales. Por ejemplo, el cogito, que…
1. se apoya en la realidad, que es la primera verdad de existencia …
2. …y que nos permitirá, según Descartes, deducir a continuación la existencia de otras
realidades (Dios, alma, mundo...).
El cogito es para nosotros la primera verdad, hemos dicho. Esto significa que es la única
verdad absolutamente indudable. A partir de aquí debe levantarse todo el edificio de la
filosofía; de esta verdad debemos deducir, con evidencia, todas las demás verdades.
1
Comentario de Texto de
Descartes
Discurso del método, (Cuarta parte)
Fuente: Boehmiano
Es este: Partimos de la idea de “ser perfecto”, “infinito” o “absoluto”, que no depende de nada.
1. De la misma manera que está comprendido en la idea de triángulo que la suma de sus ángulos
es igual a dos rectos,
2. así también en la idea de Dios (del ser perfecto) está comprendida la necesidad de su propia
existencia, ← ya que la existencia es la primera de las perfecciones.
5. Las demostraciones de la existencia de Dios (tema).
1. No todo lo que entienda de modo evidente será -con total certeza- verdadero, mientras
(recordemos) pueda pensar seriamente en la hipótesis de un Genio Maligno que sea poderoso
para hacer que yo me equivoque y engañe en lo que me parece más cierto y evidente.
→ Por ello, para seguir avanzando en su filosofía, para descubrir nuevas verdades, Descartes no
encuentra otro camino que la idea de Dios. Necesitamos demostrar que Dios existe y que su
existencia y su naturaleza (su modo de ser) hace imposible la hipótesis del genio maligno.
Veamos esto.
1. El análisis de la idea de triángulo (como el análisis de cualquier otra idea que no sea la
idea de Dios) no permite afirmar la existencia real de ningún triángulo, …
2. pero el análisis de la idea de “ser perfecto” → nos obliga a afirmar que éste existe:
negarlo nos llevaría a una contradicción, ← pues el ser perfecto -si no existiese- no sería
perfecto.
2. Descartes dedica la tercera de sus seis Meditaciones metafísicas a reflexionar sobre estas cosas,…
1. considerando las distintas ideas que tiene en su mente
2. e intentando demostrar la existencia de Dios.
3. Se plantea el problema de la objetividad una vez más, esto es, el problema de saber si las
ideas que están en mí son semejantes a las cosas que tendrían que existir (si demostramos
que realmente existen) fuera de mí.
Es entonces cuando distingue entre…
1. realidad subjetiva
2. y realidad objetiva de las ideas, como decíamos más arriba.
6. Anselmo de Canterbury había razonado antes de manera análoga. Siendo prior de un monasterio
benedictino y maestro de lógica y filosofía, sus alumnos le pidieron que inventase un sencillo
argumento para convencer de la existencia de Dios aquellos que se atrevieran a negar.
Y el Maestro accedió formulando un argumento por lo que se llama en lógica reducción al
absurdo. Básicamente consiste en esto:
1. cuando el necio ha dicho en su corazón que no hay Dios (la cita es de un salmo) ¿entiende lo
que dice o no lo entiende? Y Anselmo responde que sí, que lo entiende, y que entiende
además por Dios lo mismo que él y que todos: el ser supremo, el ser sumamente perfecto. Pero
esto quiere decir “el ser mayor que él cual no puede pensarse que exista otro”.
2. Bien, supongamos que Dios no existe. → Entonces, podría pensar en la existencia de un ser
que tuviera todas las perfecciones divinas, todos los atributos o cualidades divinos (con lo que
sería igual a “Dios”), pero que además existiese.
3. En este caso, este “segundo Dios” sería superior al primero; sería más perfecto, sería mayor.
Luego podría pensar en la posibilidad de un ser que fuera mayor que el ser mayor el cual no
puede pensarse que exista otro. ¡Y esa es la contradicción!
4. Ahora bien, si de una tesis (“Dios no existe”) se sigue un absurdo o una contradicción, hay
que negar esa tesis. Con lo que se concluye en lo que se quería demostrar, esto es, la
existencia de Dios.
1. Por un lado, mis ideas -piensa Descartes- me parecen todas semejantes o iguales, de igual
valor; incluso, en principio, podría pensar que todas han sido producidas por mí.
2. Pero esto es algo engañoso, nos dirá en seguida el propio Descartes, ← ya que las ideas
son también imágenes que representan una cosa, tienen un significado, se refieren a
cosas y esto es lo que llama la realidad objetiva de nuestras ideas.
3. El principio que establece Descartes (en su obra Principios de filosofía, I, 17) es que “cuanto
mayor es la perfección objetiva [o “representativa”, de significación] de cualquiera de nuestras
ideas, tanto mayor debe ser su causa”.
Y esto tiene decisiva importancia en el primer argumento cartesiano para demostrar la existencia
de Dios.
1. Descartes quiere demostrar la existencia de Dios diciendo que somos seres imperfectos y
limitados (que dudamos, por ejemplo y ello es señal de imperfección, pues es más perfecto
conocer que dudar).
2. Ahora bien, en nosotros, en nuestra mente, encontramos la idea de Dios (podemos pensar
en él) como la idea de un ser perfecto e infinito. Tal idea no la hemos podido producir
nosotros (pues en la causa debe haber, al menos, tanta perfección como en el efecto que
aquella produce, pero no menos perfección o realidad).
3. Luego la idea de Dios ha sido puesta en nosotros por Dios mismo, como huella o imagen
de su creación, como signatura o “firma” que pone el artista en la obra que realiza.
→ Luego Dios existe.
7. El argumento anselmiano …
1. fue combatido ya en su tiempo por un monje llamado Gaunilón. No podemos detenernos
ahora en esto.
2. El filósofo medieval más importante que negó validez al argumento fue Santo Tomás de
Aquino, para quien no puede darse un salto del orden lógico (del pensamiento) al orden real
(de la existencia): de la idea de Dios no cabría, sin más, afirmar su existencia.
3. Kant, en el siglo XVIII, también negó validez al argumento afirmando que la existencia no
añade nada al concepto de una cosa.
Pero importantes filósofos, como Leibniz o Hegel, también consideraron válido, al igual que
Descartes, el mencionado argumento.
4. Además, …
1. yo no me he causado a mí mismo, ← pues de lo contrario me hubiera dado todas las
perfecciones que soy capaz de concebir, …
2. sino que he sido causado por alguien superior a mí y capaz de hacer o crear todas las cosas.
Éste es el segundo argumento, que nuestro filósofo expone también con suma brevedad.
8. Dios existe, para nuestro filósofo, y tiene las cualidades o atributos que le ha asignado la
tradición de filósofos y teólogos cristianos (unidad, infinitud, omnipotencia, sabiduría, fuente de
toda bondad y verdad, etc.), si bien Descartes destaca estas dos: la causalidad y la veracidad, esto
es, …
1. Dios es Causa creadora que crea continuamente el mundo, creando también las “verdades
eternas” ;
2. y Dios es Verdad máxima y fundamento y garantía de toda verdad: Dios no puede engañar,
ni permitir el engaño absoluto (el genio maligno).
5. Pero el argumento que mejor encaja en el planteamiento filosófico cartesiano es el llamado por
Kant “argumento ontológico” y que tiene su origen en S. Anselmo, monje y filósofo del siglo XI,
iniciador de la llamada escolástica.
2
Comentario de Texto de
Descartes
Discurso del método, (Cuarta parte)
→ De este modo …
1. podemos confiar plenamente en nuestra razón y considerar verdaderas sus evidencias.
El criterio de verdad está ahora plenamente garantizado y fundamentado en la eterna y
absoluta veracidad divina.
2. Además, en última instancia, Dios, que nos ha hecho, será la garantía de que nuestros
sentidos tampoco nos confunden normalmente. → Y así, podremos aceptar que hay
mundo y cosas materiales, ← ya que el sentido común nos dice que las ideas
adventicias…
1. no las inventamos nosotros
2. sino que son producidas o causadas en nosotros a partir de las percepciones
sensibles, a partir de la experiencia de las cosas mismas.
9. El yo, recordemos, tenía sus ideas y se trataba de saber si son objetivas, si se corresponden con
cosas reales.
Para ello hemos necesitado buscar y encontrar una idea especial y única entre todas mis ideas,
puesto que implica necesariamente, según Descartes, la existencia de una realidad exterior al yo: la
realidad divina.
Esta idea privilegiada, especial, es una idea innata, y la más valiosa y perfecta de todas ellas (la
de mayor “realidad objetiva”, como él dice): la idea de Dios, que es la idea del ser o la sustancia
absolutamente perfecta.
Esta idea es la única que encontramos en nuestra conciencia, que nos permite conocer que
existe algo fuera de nosotros:
1. en primer lugar, Dios mismo,
2. luego la verdad
3. y luego el mundo.
Dios juega, por tanto un papel central en la filosofía cartesiana. Por eso es tan importante aquí la
demostración de su existencia, ya que en ella se basa todo otro conocimiento, cualquier otro
avance en la filosofía cartesiana.
3
Fuente: Boehmiano