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Experiencias educativas en los movimientos sociales en Latinoamérica de finales
de siglo XX. El caso del Movimiento Campesino de Santiago del Estero. MOCASE
Vía Campesina
Viviana Silvia Fixman. Museo Magrassi, Secretaria de Educación. Municipal
[email protected].
Resumen: La presente investigación se introduce en el análisis de algunas experiencias educativas que se
han generado en los principales movimientos sociales de Latinoamérica. En una primera instancia se
trabajará sobre las características de los movimientos sociales y una breve descripción sobre los
trabajados en esta oportunidad. En segundo lugar, se establece si los que se nombran en este trabajo
tienen grados de similitudes o diferencias en cuestiones organizativas, políticas, reivindicativas y
educativas más allá de sus orígenes, influencias y procesos históricos actuales. Estos dos apartados
permitirán introducirnos en las prácticas educativas que han generado; ya sean dentro del sistema de
educación formal estatal o por fuera de éste; su vinculación con el Estado en el tema educativo o modelos
transcisionales de acuerdo a las necesidades de la comunidad y su grado de vinculación con el Estado
Nacional; para finalmente analizar si sus prácticas educativas alternativas surgen como actos de
resistencia al sistema capitalista. El análisis se realizará en el Movimiento Zapatista (México);
Movimiento Sin Tierra (Brasil); Cocaleros (Bolivia); Movimiento Campesino de Santiago del Estero
(Argentina).
[…] un campesino afirmaba su deseo de ser educador, para enseñarles a sus
vecinos a defenderse porque “(un profesor universitario)… me ha dicho que yo
también puedo enseñar, que la lucha me ha enseñado mucho, que puedo ser un
educador, pero yo hice hasta quinto grado, tiene que ser algo parecido a lo que
yo sé, para que pueda enseñar—si sale (el proyecto de) la escuela campesina”
(Díaz Estévez 2007:52).
Movimientos sociales; qué son…qué no son…
El presente ensayo se introduce en el análisis de algunas experiencias educativas
que se han generado en el Movimiento Campesino de Santiago del Estero. (MOCASE,
VIA CAMPESINA, COMUNIDAD SUR) en Argentina. En una primera instancia se
trabajará sobre las características de los movimientos sociales y una breve descripción
sobre las teorías principales que estudian este campo.
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V JORNADAS
sobre “La Formación del Profesorado:
docentes, narrativas e investigación educativa”
En segundo lugar, se analizarán las cuestiones organizativas, políticas,
reivindicativas y educativas del MOCASE entendiéndolo como movimiento social, para
finalmente analizar si sus prácticas educativas alternativas surgen como actos de
resistencia al sistema capitalista.
En el término movimiento social se producen mutaciones y variaciones no sólo
establecidas por la escuela y/o corriente que lo denomina, sino por el propio proceso de
transformación que impide un consenso en su definición. No podemos generalizar a
cualquier forma de acción colectiva por la propia diversidad que estas acciones
implican.
Muchos caracterizan a los movimientos sociales porque no tienen jerarquía
formal; tienen a la horizontalidad, expresan cierta flexibilidad en cuanto a sus núcleos
dirigentes y líderes. Las relaciones comunicacionales se realizan en forma de red, sus
convocatorias son a través de la Internet, MSN, del boca en boca, boletines, visitas
domiciliarias, radio y otros estilos más dinámicos que los tradicionales. Desde lo
metodológico, las acciones políticas que desarrollan son diversas hasta no
convencionales y abarcan un amplio abanico que puede recurrir desde lo legal hasta lo
violento.
La mayoría de los movimientos sociales no son estables. En general su relación
de conflicto con el poder se establece para oponerse o frenar algo o proponer algo.
Para Touraine el concepto de movimiento social está definido en cuanto a la
comprensión de que las sociedades están definidas por modelos culturales los cuales son
modos de intervención de la sociedad sobre sí misma (Touraine, 1999:12). Al existir la
lucha por la apropiación del modelo cultural es que puede desarrollarse el movimiento
social; este hecho es circunstancial y en esta definición, incluye desde la lucha de clases
hasta los movimientos de emancipación nacional en otros pasando por los movimientos
de liberación femenina y las luchas antitecnocráticas.
En este amplio abanico queda explícito dos protagonistas opuestos unos a los
otros o sea para que exista un movimiento social es necesario dos actores antagónicos y
a la vez debe existir una crisis institucional que puede ser producida a consecuencia de
muchas demandas. El desencantamiento de la vía institucional y en particular de los
partidos políticos tradicionales produce demandas, movimientos y agendas. Las mismas
pueden estar relacionadas o no con el Estado y en su interacción pueden tener o no
relación con los gobiernos.
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V JORNADAS
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docentes, narrativas e investigación educativa”
Para los autores más críticos estas relaciones de resistencia y emancipación
deberían impactar en las relaciones de poder pudiéndose convertir en movimientos
anticapitalistas en el propio cuestionamiento de la macroeconomía. Para la mayoría de
investigadores del tema, la idea de los movimientos sociales constituye otra forma de
hacer política. Necesariamente se relacionan con la política institucional y la no
institucional y su interrelación.
Hoy en las perspectivas comparadas se integran algunos enfoques teóricos sobre
el origen y constitución de estos movimientos; las mayores preocupaciones entre los
investigadores pueden agruparse en los siguientes núcleos problemáticos:
La recepción de las políticas oficiales/gubernamentales. Sus grados de acepción
o rechazo.
Estructuras de la movilización y la forma organizativa.
Los
marcos
de
análisis
(simbólicos,
cultural,
interpretativos
y
sus
significaciones).
Touraine agregará otro elemento fundamental basado en la historicidad,
incluyendo los movimientos sociales dentro de la etapa postindustrial. Durante el siglo
XIX y principios del siglo XX, la esfera política se vio modificada por los problemas
económicos y laborales, lo cual dio a algunos movimientos una organización vigorosa y
en muchos casos militar; en este marco se dieron las revoluciones o sus intentos
organizados por partidos como el comunista y socialista cuyos sujetos históricos era el
movimiento de la clase trabajadora; estos movimientos de esta clase se opusieron a la
dirección capitalista. Diferentes son los movimientos sociales que no pretenden ya
cambiar la dominación social en una sociedad específica, sino que se constituyen en una
manera de manejar el cambio social dentro de la actual sociedad globalizada.
Para los primeros, Touraine hablará de movimientos históricos mientras los
segundos son movimientos sociales. Éstos últimos más amplios, con reivindicaciones
concretas y sectoriales con un fuerte sesgo cultural y vinculado no al cambio en las
relaciones de dominación social sino a una crítica hacia ellas en torno de conseguir
derechos civiles, de género, de urbanización, ecológicos, entre otros. Volviendo a la
concepción tourainiana de movimiento social se enfocarían en dos tipos de análisis,
unos que se orientan en modos de integración, institucionalización y socialización de
nuestra sociedad y otros enfocados en el cambio social más profundos relacionados con
los mercados y los cambios tecnológicos.
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docentes, narrativas e investigación educativa”
Finalmente cabe analizar cuáles son los limitantes de los movimientos sociales;
cuáles son sus tiempos de existencia y su esporadicidad. En este sentido los
movimientos sociales se degradan hasta convertirse en afirmación comunitaria.; en este
aspecto parecería que los movimientos sociales tienen fecha de inicio y fecha de
caducidad; en algunas cuestiones tienen que ver con el cumplimiento de sus objetivos,
en otras con la mutación hacia otros tipos de movimientos u organizaciones.
A partir de la década del `70 muchos filósofos y sociólogos comienzan a
visualizar y a estudiar estos tipos de movimientos. Establecen que muchos movimientos
son ante todo movimientos culturales. Difieren de los típicos movimientos de las
sociedades industriales basados en orientaciones socioeconómicas, con metodologías
diferentes a aquellas legadas por los movimientos obreros y sus ápices revolucionarios.
Por estos motivos siguen existiendo en ellos las contradicciones entre las fuerzas
técnicas y económicas y a su vez se combinan con la diversidad de especies y culturas,
con actividades locales y regionalizadas, que van formando también distintas
subjetividades.
Melucci hará una distinción ideológica en cuanto que imprime, que los mismos
no están signados por la lucha de clases, sino por los estilos de vida y por sobre todo por
los reclamos en los derechos humanos. Se establece un vínculo más sociocultural que
sociopolíticos donde los mismos son atravesados por ejes como la identidad. Sin
embargo Melucci avanza en una definición más filosófica sobre los movimientos
sociales.
[…] Los movimientos no son entidades que avancen con esa unidad de metas que le atribuyen
los ideólogos. Son sistemas de acción, redes complejas entre distintos niveles y significados de
la acción social. Su identidad no es un dato o una esencia, sino un resultado de intercambios,
negociaciones decisiones y conflictos entre diversos actores. (Melucci, 1999:12).
Melucci se niega a hablar de un nuevo paradigma o nuevos fenómenos en los
movimientos sociales. Se contrapone con Touraine en cuanto a que los mismos
responden a una etapa postindustrial, afirmando que “Los fenómenos contemporáneos,
en su unidad empírica, están constituidos por una diversidad de elementos y, a menos
que estos últimos sean identificados, resulta ocioso comparar formas de acción que
pertenecen a períodos históricos diferentes” (Melucci, 1999: 13).
No es un detalle menor esta diferenciación sobre los movimientos y su
historicidad ya que para este autor existe una continuidad de acción entre todos los
monumentos históricos diferentes reforzando la necesidad de comprender esta
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multiplicidad de elementos sincrónicos y diacrónicos en un mix que formaría una
unidad concreta y que sería el actor colectivo.
Desde la visión latinoamericana y bajo las teorías alternativas.
El pensamiento crítico se afianza con la desilusión del socialismo post caída
Muro de Berlín; si bien por un lado se debilita, también el pensamiento desde la teoría
marxista se reformula dando cabida a los pensadores neomarxistas. Los principales
nodos de conflicto van a ser planteados por estos autores en el conflicto de clase dentro
del capitalismo del siglo XX; en cuanto a:
 La relación con el Estado. ¿Con Estado, contra el Estado, sin el Estado?
 La temporalidad. ¿Lucha a largo plazo o inmediata?
 Niveles en la lucha. ¿Con o sin partidos? ¿Con o sin diputados y senadores?
En esta gama de posibilidades y debates no se ha perdido la utopía que elimina
la dominación y explotación, pero se potencia una amplia variedad sobre los
mecanismos de realización.
En este abanico se insertan
los movimientos antisistémicos, uno de sus
principales pensadores es Immanuel Wallerstein, cuyas ideas se han introducido en
muchas organizaciones movimentistas en América Latina. El término de movimiento
antisistémico surge como vocablo en la década del ´70 tratando de agrupar lo que
fueron dos tipos de movimientos populares: los movimientos sociales y los
movimientos nacionales. Wallerstein refiere
por movimientos sociales a las
organizaciones sindicales y los partidos socialistas en lucha de clases al interior del de
cada estado en contra de la burguesía y los empresarios, mientras que los movimientos
nacionales buscaban la creación de un estado nacional.(2003)
Ambos movimientos distintos entre sí, emergieron como organizaciones
significativas ya en la mitad del siglo XIX; si bien se conformaron con sus propios
objetivos para Wallerstein compartían características similares, como proclamas
revolucionarias; las persecuciones por parte de los grupos de dominación y el estado; el
permanente debate y conflicto entre “lo reformista y lo revolucionario” y la necesaria
confrontación o adaptación a la burocracia existente entre los inter-estados.
Para Wallerstein, la percepción y conclusión del pueblo a la performance de los
movimientos antisistémicos clásicos y que llegaron al poder fue negativa; lo que llevó al
escepticismo o derrota hacia los mismos como mecanismos de cambio y transformación
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social. Pasando de un rol ofensivo a un rol defensivo por parte de los integrantes y
simpatizantes de estos movimientos y en general de la población mas excluida y
oprimida.
A partir de 1968 y hasta la actualidad se pueden organizar los movimientos
sociales antisistémicos de las siguientes formas. De la década del ´60 y hasta mediados
de los `70 predominio de grupos pequeños no articulados entre sí y con influencia del
maoísmo (inspirados en la Revolución Cultural China) al igual que pequeños grupos
identificados con la “vieja izquierda” con una variedad que fue incursionando en la
“nueva izquierda”. Posteriormente irrumpen en el escenario político los movimientos
de la “nueva izquierda”; los movimientos verdes, los feministas, los de las minorías
raciales y étnicas. Ya a mediados de los 80 existió una división interna en todos estos
movimientos, repitiendo esquemas anteriores entre los debates y prácticas entre
revolución y reformismo. En una tercera variedad y con fuerza se desarrollan las
denominadas organizaciones de derechos humanos. Estas fueron legitimadas a partir de
las actuaciones de Amnesty Internacional y con la apertura del Gobierno de Jimmy
Carter respecto a América Central y con la firma del acuerdo de Helsinki en 1975.
Finalmente la versión más nueva de los movimientos antisistémicos se encuentra en los
denominados movimientos antiglobalización. Como rechazo a las políticas y
expresiones neoliberales del libre comercio de bienes y capital en los años `90. Sus
principales momentos fueron las movilizaciones masivas contra las políticas del FMI
(Davos, Seattle) hasta converger en la construcción del Foro Social Mundial (FSM) con
miles de delegados que representaban a más de mil organizaciones, estos foros
convergieron en un único lema Otro mundo es posible basado en el rechazo a
neoliberalismo como ideología y práctica institucional. Aún así para la mayoría de
analistas y críticos tanto a favor u en contra; este sigue siendo un movimiento defensivo
y que plantea que se está recorriendo una era de transición.
Para los pensadores críticos el reconocimiento de la situación de opresión motiva
la búsqueda emancipatoria, aunque solo sea implícito ya que de esta situación que debe
ser desentrañada se producen movimientos y estrategias libertarias. Todas estas
experiencias se involucran necesariamente en una situación de historicidad y
complejidad. Esto se justifica entre los nodos y nudos de entrelazamiento entre las
relaciones de clase, de discriminación cultural ya sean cognitivas o civilizatorias y que
se debaten en forma permanente a una reformulación y debate concretándose en luchas
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emancipatorias. Propiedad privada y democracia universal son dimensiones
contrapuestas. Mientras más se concentra el poder y la riqueza y más se distribuye la
desposesión de bienes, tradiciones historias, conllevan también a rupturas de sistemas
normativos, físicos y epistemológicos, llevadas a cabo por sectores desposeídos que
multiplican sus estrategias de escape y resistencia.
La resistencia y la construcción solidaria se utilizan como prácticas de lucha
para la reconstrucción de la hegemonía de un sistema organizado como única opción. El
sentido colectivo construido a lo largo del tiempo que llevan a multitudes a movilizarse
en acciones no más allá de la inmediatez son consensos implícitos. Esto responde más a
un esquema de sobrevivencia en una sociedad fragmentadora que a un modelo
revolucionario. Protecciones contra la vulnerabilidad y situaciones mínimas llevan a
armar lazos y redes desde lo familiar, vecinal y comunitario. Los sectores mas
desprotegidos tienen a estos tipos de organizaciones demostrando que aún no están
vencidos y aunque no pueden aspirar a grandes transformaciones permanecen creando
identidades propias, encontrando sentido a sus territorios y fortaleciendo los espacios
intersubjetivos. Finalmente el método se ha privilegiado por sobre el programa dentro
de los movimientos sociales; algunos elementos que no deberían sorprendernos por su
lógica y simpleza, se han vuelto más que importantes como ser la coherencia entre el
discurso y la práctica, la búsqueda de la horizontalidad y el rechazo a las instancias y a
los métodos de representación tradicionales.
El MOCASE
El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE), fue constituido
como movimiento provincial entre finales del ´80 y principios de los ´90 y nuclea a unas
20 centrales campesinas, se estima que forman parte del Mocase unas 10.000 familias
campesinas. Según los censos del INDEC en Santiago del Estero se concentra la mayor
proporción provincial de población rural del país alrededor del 34%. Actualmente esta
provincia es considerada de extrema pobreza con el 31.3% de NBI
Entre sus principales objetivos se encuentra la lucha por la tenencia de la tierra y
el mejoramiento de las condiciones de vida de las familias campesinas. El primer punto
se lleva a cabo principalmente en el ámbito judicial, buscando que no haya más
desalojos de campesinos, mientras que el segundo implica una compleja labor que se
amplía a medida que los propios campesinos van tomando conciencia de las causas de
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su situación, de la similitud con los problemas de campesinos de otros lugares. Su
accionar está basado en la lucha por la tierra y el desarrollo de emprendimientos
productivos autónomos y colectivos, sostienen su estrategia de vida en la producción
diversificada de algodón, ganado caprino y bovino para la producción de carnes, leches
y quesos. Hace años defienden la posesión y pertenencia de las tierras contra las
pretensiones de terratenientes, empresas, y de financieras que ostentan títulos de
dominio de miles de hectáreas compradas a precio irrisorio durante la última dictadura
militar y gobiernos posteriores.Sus miembros han sufrido cárcel, persecuciones y hasta
torturas. Para Wallerstein es una de las características que sufren tanto movimientos
sociales como nacionales ya que históricamente fueron sistemáticamente reprimidos,
proscriptos y sometidos a una violencia sistemática por parte de los estados y de las
fuerzas privadas.
Desde sus comienzos el MOCASE asumió como estrategia central la lucha por
la tierra y por mejorar las condiciones de vida de las familias campesinas. El problema
generalizado de tenencia precaria de la tierra por parte de los campesinos había
generado un proceso de desalojos “silenciosos” en la medida en que no había conciencia
sobre el derecho de posesión veinteañal y a la vez no estaban dadas las condiciones
mínimas de organización para que las presentaciones ante la justicia o los reclamos ante
el poder político tuvieran alguna posibilidad de éxito. La constitución del MOCASE fue
un punto de quiebre con esa situación preexistente, de modo que el silencio se fue
convirtiendo en conciencia del derecho. Se promovió la organización para la
autodefensa de los pobladores, se acompañó con el asesoramiento legal y la defensa
jurídica correspondiente, se fue logrando una mayor visibilidad política y se amplió la
articulación con otros sectores de la sociedad que se sintieron atraídos por esta lucha.
El MOCASE comenzó a tener repercusión a nivel nacional en 1998 durante el
intento de desalojo de las familias campesinas del paraje La Simona. Máquinas
topadoras de gran porte avanzaron sobre las posesiones de las familias, derribando a su
paso árboles, cercos, y llegando hasta la viviendas. La autodefensa ejercida por los
pobladores y la contención que les ofreció el MOCASE y un conjunto de
organizaciones solidarias detuvo a las topadoras, que de otro modo y en otra época
hubieran conseguido su propósito. La población resistió el desalojo pasando días y
noches bajo una improvisada carpa de polietileno negro, dando lugar a lo que se
denominó la carpa negra de La Simona. En ese momento algunos medios de
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comunicación nacionales difundieron las imágenes de destrucción del bosque y de
atropello a sus pobladores por todo el país, ayudando a extender la preocupación por las
familias campesinas más allá de la frontera de Santiago del Estero.
Cabe aclarar que a partir del año 2001 el MOCASE se dividió en dos sectores
claramente diferenciados
uno que nuclea a las Centrales campesinas de Quimilí,
Tintina, Pinto (Mocase Vía Campesina) y el otro que reúne a las de Copo, Alberdi,
Pellegrini, Figueroa (Mocase Santiago). Entre estas divisiones se diferencian tensiones
que se trasladan a los hechos puntuales como la defensa de la tierra, la educación y la
praxis política.
La vida campesina en el ámbito doméstico y cotidiano transcurre en el trabajo
con tareas repartidas como la cosecha del fruto de las tunas, crianza de ganado caprino,
molienda de algarroba, corte de leña, cuidado de niños. Algunos salen del campamento
a emplearse como peones golondrinas y zafreros.
Tanto hombres como mujeres son jefes de familia; en la comunidad sur se
organizaron diversas áreas de trabajo y producción colectiva: huertas comunitarias,
elaboración de dulces, cría de pollos, comercialización, salud, se van construyendo
colectivamente. Estas prácticas de resistencia y sobrevivencia aportan soluciones
inmediatas pero se fortalecen aprendizajes de confianza mutua, solidaridad y
cooperación. Existe trabajo conjunto entre militantes, activismo social y campesinos y
las prácticas de convivencia y aprendizaje se han dado en forma mutua. La construcción
de lazos comunitarios o la defensa de la existencia de las comunidades es el proceso
constituyente del sujeto transformador.
La lucha debe abarcar el conjunto de las prácticas y de los espacios sociales. Tanto técnicos
como campesinos han aprendido a convivir y trabajar con personas diferentes, a intercambiar
conocimientos, a realizar tareas en conjunto que responden a las necesidades comunes. Touraine afirma
que en los movimientos sociales cuando están organizados tienen una relación dinámica y dialéctica hacia
fuera con el ejercicio del logro de la reivindicación como hacia dentro con la satisfacción
de la
problemática afectada del mismo individuo en cuanto a la afirmación de la autoestima de los propios
actores. En esta apreciación es bastante significativa ya que por un lado el movimiento se construye y se
nutre de sus actores como a la vez sus integrantes se reconocen y se realizan a través del movimiento.
Esta construcción se realiza por la elaboración de lo universal a partir de la experiencia social o cultural
particular.
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Educación como toma de conciencia
Ya en el Congreso de 1999 el MOCASE denunciaba que todos las acciones
referidas a la educación rural quedaban por fuera de las leyes nacionales educativas; lo
que implicaba la exclusión de las particularidades de las comunidades y sus culturas de
la educación oficial. A este se le suma un alto índice de analfabetismo y deserción
escolar; docente designados por afinidad política y partidaria más la problemática de
infraestructura y de falta de establecimientos escolares.
En la comunidad del sur el eje transversal educativo del MOCASE es
comprender y enseñar: la lucha y la pertenencia de la tierra. Los campesinos utilizan
varias tácticas educativas para generar conciencia. […] los viejos enseñamos a los
jóvenes que tienen que luchar por la tierra, así como le enseñan a organizar gente (Díaz
Estevez, 2007:50).
En la perspectiva campesina ciertos conocimientos cotidianos y domésticos
colaboran a la resistencia, en la medida en que permiten tanto la defensa de la tierra y
los montes, como la subsistencia o cierta independencia con respeto a las mercaderías.
La educación tiene que ver con la necesidad de la toma de conciencia, por eso el
acercamiento de los campesinos a los que ni siquiera pertenecen al MOCASE; y en ese
acercamiento va pegada la necesidad de organización.
La movilización y organización campesina desencadena una serie de
aprendizajes que alimentan la resistencia abierta contra terratenientes, policías y jueces
corruptos pero a la vez estos aprendizajes van hacia el interior y consolidan la
organización. Ocupación y resignificación del territorio, esfuerzos comunitarios aun
para el logro de la sobrevivencia como alimentación, salud y educación son los
elementos que hoy constituyen estos procesos enmancipatorios hasta formas de
autoafirmación, ante el abandono del estado y la ausencia del capital a grandes sectores
poblacionales.(Ceceña, 2006:42). Los propios campesinos analizan los procesos de
represión y sus implicancias en la organización […] “la gente no se organiza por miedo,
te presionan de todos lados por la policía, el juez, te sacan el plan social. Tienen todo
armadito para que vos no te muevas, y si te movés te ponen en la cárcel y te pegan para
que no te muevas más. Y los flojos, los flojos dejan, nosotros hemos seguido. Tiene
miedo. Por el gobierno provincial corrupto” (Díaz Estevez, 2007:52).
En cuanto a la delimitación emancipatoria, el plano se abre de forma
sobresaliente con el neoliberalismo y la universalización de la guerra en todas sus
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formas, ya sea desde la economía del mercado y la definición de normas y políticas
como también de lo cultural con la ampliación y la criminalización de lo no civilizado,
de lo ingobernable, de los viejos y nuevos bárbaros; disciplinaria con la flexibilización
del trabajo y el control del entretenimiento; y por supuesto, militar (Ceceña, 2006:14).
Para los autores críticos la organización del sistema capitalista define relaciones sociales
sustentadas en la competencia y negación del otro, esto se mantiene con un signo
disciplinador permanente.
La educación en estas comunidades abarca tanto a campesinos como a técnicos
del MOCASE; los niños aprenden tempranamente sobre el conflicto de la tierra y se les
enseña a autodeterminarse como pertenecientes de las mismas. Los jóvenes transmiten
el entusiasmo de participar en las acciones colectivas de autodefensa centradas en
acciones directas de resistencia, prescindiendo de la educación formal (la que se da en la
escuela) y de la utilización de la vía jurídica. Los aprendizajes se basan en las acciones
directas de la organización social. La organización de la resistencia ha impactado en la
vida cotidiana. Los aprendizajes cotidianos y comunitarios del recorrido histórico de los
campesinos–hacheros fortalecen su resistencia en la medida que se hacen concientes
que cuentan con los recursos y tierras que defienden de los foráneos.
Los movimientos sociales cuando están organizados tienen una relación
dinámica y dialéctica hacia fuera con el ejercicio del logro de la reivindicación como
hacia dentro con la satisfacción de la problemática afectada del mismo individuo en
cuanto a la afirmación de la autoestima de los propios actores. En esta apreciación es
bastante significativa ya que por un lado el movimiento se construye y se nutre de sus
actores como a la vez sus integrantes se reconocen y se realizan a través del
movimiento. Esta construcción se realiza por la elaboración de lo universal a partir de la
experiencia social o cultural particular. La “lucha les ha enseñado mucho” afirman
algunos, por lo que al mismo tiempo que se auto-reconocen como sujetos de derecho y
sujetos de conocimiento, también lo hacen como potenciales educadores de la “lucha”
campesina.
Los técnicos consideran que al mismo tiempo que fueron los educadores de los
campesinos en la organización, también los campesinos influyeron en su formación
técnica, resiginificando a tal punto su tarea que se consideran “trabajadores rurales” a la
par de ellos. Los conflictos se desplazan del sistema económico al sistema cultural y a
los derechos civiles, centrándose en la identidad personal, el tiempo y el espacio de
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vida; la motivación y los códigos del comportamiento cotidiano. Los mismos se
plantean en los terrenos de la apropiación y la reapropiación de los recursos que son
cruciales para una sociedad basada en la información. En este sentido el autor ignora las
contradicciones del capitalismo en el propio contexto postindustrial sin abordar las
relaciones del régimen de trabajo. […] En los sistemas de alta densidad de información,
los individuos y los grupos deben poseer cierto grado de autonomía y capacidades
formales de aprendizaje y acción, que les permitan funcionar de forma fiable y con un
considerable grado de autorregulación. (Melucci, 1999, p 106).
La política educativa social como respuesta a los sectores excluidos. La escuela
campesina.
En este sector del MOCASE se destaca el proyecto de construcción de una
escuela campesina para los miembros del MOCASE y centrada en la formación de
docentes campesino. Todavía no queda clara la inclusión/exclusión del Estado. La
propuesta nace en relación del MOCASE con docentes de distintas Universidades
argentinas. La fundamentación en la creación de una escuela propia se basa en la
contradicción de los mensajes que reciben los hijos-alumnos de los campesinos en la
escuela común donde se sigue afianzando que los campesinos son analfabetos y que no
comprenden la modernidad.
La idea de la escuela que tienen a la escuela que quieren sería concretada en una
escuela comunitaria con maestros formados en las propias comunidades. A la vez esta
comunidad debería participar desde su construcción hasta su manutención y se apoyaría
en la filosofía donde los distintos saberes sean reconocidos y aprovechados desde y para
las comunidades. Esta atención a la voz directa de los destinatarios en la construcción
de una escuela que defienda sus intereses converge con las definiciones más amplias de
“alternativas” que se realizan desde los movimientos sociales latinoamericanos y
mundiales anti-neoliberales.
En este proceso de construcción de la escuela se busca afianzar los procesos de
aprendizaje políticos de los campesinos para que puedan romper con la dominación
simbólica y material de las prácticas escolares y políticas vigentes. Esta construcción
colectiva de saberes ayudaría a la defensa de la tierra y a la democratización del
conocimiento y las posibilidades de pronunciamiento político desde el propio
movimiento social. Los campesinos saben que el futuro está en manos de sus hijos y por
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eso están atentos a su educación y formación, en un sentido más amplio de la palabra,
Se trata de una educación que promueve una visión crítica de la realidad circundante,
pero que también contempla el ejemplo que muestra que es posible juntarse para
enfrentar y resolver los problemas comunes, superar relativamente el individualismo y
la persecución de ventajas personales por un modo de vida comunitario, participativo y
democrático.
Conclusiones
Lo ejemplificado en el MOCASE Vía Campesina pone de manifiesto una de las
problemáticas que enfrentan hoy los movimientos sociales; la combinación entre las
reivindicaciones propias de un sector postergado y la búsqueda de la identidad y
aprendizaje político en la defensa de sus derechos culturales.
En el caso explicitado se dan elementos comunes a todos los movimientos
sociales, pero también se definen categorías más críticas como la búsqueda de cómo la
construcción de una propia pedagogía en función de las opciones políticas del
movimiento. En ésta prevalece un discurso proyecto político- económico campesinista y
autonomista, por fuera del sistema estatal y del mercado comercial convencional.
Como expresa Ornelas, la duda sigue siendo si las formas de autogobierno y
autogestión podrán desarrollarse en situaciones y ámbitos más complejos y si estas
estrategias que son predominantes del mundo rural, indígena o campesino podrán
transpolarse al mundo urbano o deberán mutarse y ser reinventadas. […]La
estratificación social, cultural y económica en las grandes ciudades modifica los lazos
comunicacionales del cara a cara, en las grandes urbes existe una masificación y
despersonalización, aunque esto dificulte podría también ser causal de nuevas formas
para buscar participación política y social innovadoras. (Ornelas, 2004:102)
Todo indica que estas experiencias que se repiten en varios puntos de
Latinoamérica deberán ser seguidas y analizadas en esta transición histórica para poder
afirmar si nuevos sujetos sociales, políticos e históricos están comenzando a aflorar en
esta etapa del capitalismo.
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sobre “La Formación del Profesorado:
docentes, narrativas e investigación educativa”
Bibliografía
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