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17 de febrero de 2011 Artículo de opinión - 07 Domesticando al Ciclo Económico Marcelo Montenegro, es profesor de macroeconomía de la UMSA En la vida hay días buenos y malos, en economía también debemos aceptar que existen expansiones y recesiones, entonces la pregunta importante: ¿es posible “suavizar” las bruscas y estresantes fluctuaciones de la actividad económica? o como en una aeronave estamos condenados a soportar la envestida de una zona de turbulencia y rogar a Dios no caer en una isla abandonada en el Océano Pacífico como ocurre en la película “El Náufrago”. La respuesta depende de la naturaleza temporal de estos choques, si son permanentes tal vez nada se pueda hacer al respecto, pero si son transitorios hay espacio para dar pelea, ahí es donde entran los que diseñan y conducen la política económica de un país, ellos deben evaluar qué objetivos son socialmente deseables alcanzar y las armas con las que cuentan (instrumentos) para domesticar al ciclo económico. La tarea no es sencilla, y muchas veces incomprendida, tiene mucho de arte y técnica a la vez, ya que requiere calcular los rezagos temporales de efectividad de una determinada medida y estar seguro de lo que se quiere alcanzar en un ambiente de plena incertidumbre sobre los verdaderos parámetros que gobiernan una economía. A veces las situaciones son complejas y se presentan disyuntivas, por ejemplo si se tienen dos objetivos, bajar el desempleo o eliminar la inflación usando el tipo de interés, es muy parecido a tratar de matar a dos bestias usando una misma espada, si se sube la tasa de interés es posible derribar al gigante inflacionario pero acabas desatando al demonio del desempleo, a través de la caída del nivel crédito, inversión y empleo, respectivamente. Si la inflación es importada y de alimentos, no existe tasa de interés que pueda con semejante alienígena, se requiere de otro tipo de medidas o instrumentos como la política cambiaria que es más eficiente en esta tarea. Observando los datos de la realidad de nuestros vecinos y en especial la de Bolivia, tengo la impresión que como país la gestión de domesticar al ciclo económico ha sido satisfactoria: la volatilidad del crecimiento anual promedio del PIB real boliviano, entre 2006 y 2010 fue de 1% la más baja de toda Sudamérica cuyo promedio es de 3,5% y más baja que el 3,2% de 14 países desarrollados. Ésta menor volatilidad en el crecimiento del PIB en Bolivia, es producto de la aplicación de una serie de políticas anticíclicas, entre las que se destacan las transferencias condicionadas como ser el Bono Juancito Pinto, la Renta Dignidad; además de los importantes flujos de inversión pública que se viene ejecutando desde 2007. Los beneficios de una menor volatilidad se traducen en una tasa de crecimiento del PIB real sostenible, en el caso de Bolivia fue de 4,6% en este último quinquenio y superior a lo que habíamos registrado en los últimos cinco lustros, además de ser la cuarta más alta de Sudamérica incluyendo a México. Considerando que en estos cincos últimos años la tasa de crecimiento de Sudamérica fue de 4,2%, la del mundo desarrollado 2,3% y exceptuando la de China e India 11,2% y 8,2% respectivamente, nuestra tasa no es despreciable y en ningún caso “bonsái”, basta citar que cuando Estados Unidos creció a un 4,3% entre 1996-2000, gran parte de la época dorada de Bill Clinton, nadie que se preciara de serio dijo ¡tasa de crecimiento bonsái! Lo que ocurre es que gran parte de la historia económica de Bolivia ha sido pendular desde un conservadurismo extremo hasta un liberalismo más papista que el Papa, sin haber llegado a entender que sin inversión, estabilidad macroeconómica, recursos humanos y gobernabilidad no tendremos los aspectos fundamentales para el crecimiento económico como lo explica Dani Rodrik, si no fijamos prioridades seremos buenos domesticando el ciclo, pero a largo plazo estaremos todos muertos. www.economiayfinanzas.gob.bo