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¡Alégrate, el Señor está contigo!
Mensaje Espiritual
Martes, 11 de febrero de 2014
Semana 5ª durante el año
Feria o Memoria libre – Verde / Blanco
1 Reyes 8, 22-23. 27-30 / Marcos 7, 1-13
Salmo responsorial Sal 83, 3-5. 10-11
R/. "¡Qué amable es tu Casa, Señor del universo!”
Santoral:
Nuestra Señora de Lourdes,
San Benito de Aniano y San Adolfo
Hoy decido
Hoy decido ser auténtico.
Renunciando a las hipocresía, la falsedad, la adulación. ..
Hoy decido crecer en mi vida interior.
Renunciando a la fantasía, la vida vana y la cultura ligera.
Hoy decido disfrutar de mi vida.
Renunciando a la culpa falsa, al no puedo, no tengo tiempo.
Hoy decido respetarme un poco más.
Renunciando a la auto agresión y la baja autoestima.
Hoy decido perdonar a los que me han ofendido.
Renunciando al odio, al rencor y al resentimiento.
Hoy decido bendecir a los que me rodean.
Renunciando a las palabras duras y maldiciones.
Hoy decido compartir lo que tengo.
Renunciando al egoísmo, la avaricia y al deseo de poseer y más poseer.
Hoy decido confiar más en Dios.
Renunciando a la magia, la brujería y el esoterismo.
Hoy decido vivir la vida que dios me regaló.
Renunciando a los miedos, los temores y a la muerte.
Hoy decido "volver a empezar".
Renunciando a permanecer caído.
Liturgia - Lecturas del día
Martes, 11 de Febrero de 2014
De esta casa Tú dijiste: «Allí residirá mi
Nombre».
Escucha la oración de tu pueblo de Israel
Lectura del primer libro de los Reyes
8, 22-23. 27-30
Salomón se puso ante el altar del Señor, frente a toda la asamblea de
Israel, extendió sus manos hacia el cielo y dijo:
«Señor, Dios de Israel, ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay un Dios
como Tú, que mantienes la Alianza y eres fiel con tus servidores, cuando
caminan delante de ti de todo corazón.
Pero ¿es posible que Dios habite realmente en la tierra? Si el cielo y lo
más alto del cielo no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo he
construido! No obstante, Señor, Dios mío, vuelve tu rostro hacia la oración y la
súplica de tu servidor, y escucha el clamor y la oración que te dirige hoy tu
servidor. Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre el
lugar del que Tú dijiste: "Allí residirá mi Nombre".
¡Escucha la oración que tu servidor dirige hacia este lugar! ¡Escucha la
súplica y la oración que tu servidor y tu pueblo Israel, dirijan hacia este lugar!
¡Escucha desde tu morada en el cielo, escucha y perdona!»
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
R.
83, 3-5. 10-11
¡Qué amable es tu Casa, Señor del universo!
Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne claman ansiosos
por el Dios viviente. R.
Hasta el gorrión encontró una casa,
y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones,
junto a tus altares, Señor del universo,
mi Rey y mi Dios. R.
¡Felices los que habitan en tu Casa
y te alaban sin cesar!
Protege, Dios, a nuestro Escudo
y mira el rostro de tu Ungido. R.
Vale más un día en tus atrios
que mil en otra parte;
yo prefiero el umbral de la Casa de mi Dios
antes que vivir entre malvados. R.
EVANGELIO
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios,
por seguir la tradición de los hombres
a
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos
7, 1-13
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a
Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras,
es decir, sin lavar.
Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes
cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al
volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay
muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado
de los vasos, de las jarras, de la vajilla de bronce y de las camas.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus
discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados,
sino que comen con las manos impuras?»
Él les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el
pasaje de la Escritura que dice:
"Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
En vano me rinde culto:
las doctrinas que enseñan
no son sino preceptos humanos".
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de
los hombres».
Y les decía: «Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan
tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: "Honra a tu padre
y a tu madre", y además: "El que maldice a su padre y a su madre será
condenado a muerte". En cambio, ustedes afirman: "Si alguien dice a su padre
o a su madre: Declaro corbán -es decir, ofrenda sagrada- todo aquello con lo
que podría ayudarte..." En ese caso, le permiten no hacer nada más por su
padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que
ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como éstas, hacen muchas otras
cosas!»
Palabra del Señor.
Reflexión
1Re. 8, 22-23. 27-30. Nada hay imposible para Dios. A Él no lo pueden
contener los cielos de los cielos; y sin embargo se ha dignado hacer su morada
en nosotros. Él siempre quiere mostrarse misericordioso para con nosotros.
Pero, puesto que Él no habita en un corazón manchado, debemos, con amor de
hijos fieles, vivir en una continua conversión hacia Él, aprendiendo a cumplir de
todo corazón su voluntad. Dios siempre está dispuesto a escuchar nuestros
ruegos, pues Él está con nosotros, no como enemigo a la puerta, sino como
Padre compasivo y misericordioso hacia nosotros. Por eso nuestras súplicas no
pueden quedarse sólo pidiéndole que nos ayude en cosas materiales, sino que
le hemos de pedir que venga a morar en nosotros, que, por medio de la fe, lo
hemos aceptado como único Dios y Señor nuestro.
Sal. 84 (83). Nuestra vida se encamina continuamente al encuentro
definitivo de Dios en la casa de sólidos cimientos. ¿Hasta dónde tenemos
puesta nuestra fe en lograr el cumplimiento de nuestra esperanza en nuestra
salvación definitiva? Pues si sólo tenemos un vago deseo de salvación
difícilmente encaminaremos nuestros pasos hacia el Señor. Quien no tiene
claro el término de su camino por esta vida podrá, tal vez, dar culto al Señor,
pero vivirá falto de compromiso en el amor y en la manifestación de la
presencia salvadora de Dios desde la propia vida. Si los Israelitas, peregrinos
hacia el Templo, se alegraban cuando desde lejos lo contemplaban y
entonaban cantos al Señor, nosotros, que tenemos la esperanza cierta de
nuestra salvación, día a día dejémonos iluminar por el Señor que nos conduce
por medio de su Espíritu y de su Palabra para que, llevando una vida recta,
manifestemos que en verdad no sólo estamos cerca del Señor, sino que Él
habita ya en nosotros y sólo esperamos que, si le somos fieles, disfrutaremos
de Él eternamente.
Mc. 7, 1-13. No podemos honrar al Señor sólo de un modo externo; no
podemos elevarle nuestros cánticos de alabanza sólo con los labios. Mientras
nuestra vida y nuestras obras no se conviertan en una continua alabanza de su
Santo Nombre, nuestro culto será una exterioridad inútil. Muchas veces
queremos quedar satisfechos pensando que le hemos cumplido a Dios porque
hemos realizado puntualmente algunos ritos para darle culto. Sin embargo
después salimos de su presencia y reiniciamos una vida de maldad, de
injusticia, de pecado, como si no conociéramos a Dios. Una fe así no dejará de
ser sino una fe cargada de hipocresía. Dios quiere que vivamos como sus hijos
fieles. Y esa fidelidad a Él nos debe llevar a amar y a respetar a todos,
especialmente a nuestros padres. Efectivamente el reconocimiento de nuestros
padres como el signo más cercano de Dios como Padre nuestro, nos ha de
llevar a amarlos y respetarlos siempre. Quien desprecia a sus padres está
manifestando que ha perdido su punto de referencia visible para llegar a
madurar en todos los aspectos de su vida. Ante ellos aprendemos a enfrentar la
vida, aprendemos a amar, a perdonar y a ser generadores de vida, no sólo por
engendrar hijos, sino por incrementar la vida para que llegue a su plena
realización. Por eso, a pesar de sus defectos los hemos de amar, sabiendo que
ellos, junto con nosotros, están en una continua conversión que hará que todos
lleguemos a la madurez del Hombre Perfecto, Cristo Jesús. Honrar a nuestros
padres es honrar de hecho y no sólo con los labios, al mismo Dios. A partir de
ese amor estaremos dispuestos a vernos todos como hermanos que jamás
cierran su corazón a los demás, pues Dios no necesita de nuestro culto vacío
de buenas obras; al final Él nos juzgará sobre cuánto lo amamos en nuestro
prójimo y no tanto sobre cuánto cumplimos con algunos ritos meramente
externos.
Reunidos para dar culto a Dios no nos limitemos a estos momentos de
intimidad con el Señor en la celebración de la Eucaristía. El Señor sabe que no
porque venimos, tal vez diariamente, a esta celebración ya por eso hemos de
ser considerados como sus mejores amigos. Seamos prudentes para que no
nos limitemos a honrar al Señor sólo con los labios, mientras nuestro corazón
permanezca lejos de Él, por falta de un amor auténtico que nos ponga al
servicio de nuestro prójimo. Estar cerca de Dios no es sólo ponernos de rodillas
ante Él y recibirlo en la Eucaristía. Estar cerca de Dios significa que Él habita en
nosotros y transforma nuestra vida para que, permaneciendo en nosotros,
desde nosotros Él manifieste, con obras concretas de nuestra vida, que bajo el
signo de nuestra carne mortal, Él sigue amando y salvando a todos mediante
su Iglesia. Esta Iglesia, Esposa que escucha a su Señor y le vive fiel, es la que
se encuentra por medio nuestro ante el Señor no sólo para decirle que le ama,
sino para comprometerse a actuar conforme a la guía amorosa del Espíritu
Santo que habita en ella.
Si somos realmente hombres de fe en Cristo dejemos que su Espíritu
transforme nuestra vida, para que trabajemos constantemente haciendo que en
nuestro mundo se viva cada vez más la justicia, la paz, la misericordia y el amor
fraterno. No podemos realmente llamarnos hijos de Dios cuando, después de
persignarnos y arrodillarnos ante Dios, nos levantamos en contra de nuestro
hermano. Dios se ha dignado hacer su morada en nosotros. Dichoso quien
contemple, quien escuche, quien viva en su Iglesia, pues desde ella Jesucristo
continúa presente en el mundo. Pero no pensemos que por formar parte de la
Iglesia ya somos el mejor de los signos de Cristo en el mundo. Es necesario
que, aceptando esta fe, la hagamos patente ante todos los pueblos a través de
nuestra vida, de nuestras obras, realizadas conforme al ejemplo que el Señor
nos dio. Si llamándonos hijos de Dios llevamos una vida de maldad y de
pecado, si perseguimos y asesinamos a los demás, en lugar de que el Nombre
de Dios sea alabado, seremos responsables de que su Nombre sea puesto en
ridículo ante aquellos que apenas a tientas le buscan tratando de encontrarlo y
de experimentar su amor desde su Iglesia.
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima
Virgen María, nuestra Madre, la gracia de serle fieles en todo, no sólo
escuchando su Palabra y proclamándola con nuestros labios, sino con un
corazón fiel que exprese, en buenas obras, que no son nuestros caprichos, sino
el Espíritu Santo el que guía nuestros pasos por el camino del bien. Amén.
Homiliacatolica.com
GUIÓN Y LECTURAS
PARA LA CELEBRACIÓN
DEL DOMINGO 16 DE FEBRERO
DOMINGO 6° DURANTE EL AÑO
http://www.celebrandolavida.org/Principal.htm
OFICIO DIVINO
PARA REZAR DIARIAMENTE EL OFICIO DIVINO
DOCUMENTOS DE LA LITURGIA