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¿Porqué desarrollar el capital social?
Eduardo Moyano, director Fundación PROhumana
Se conoce como “capital social” al conjunto de recursos ligados a redes durables de
relaciones, más o menos institucionalizadas, que existen en la Sociedad en general
o en grupos específicos que la componen. Supone intercambios que requieren
proximidad y generan beneficios materiales y simbólicos para las personas, entre
ellos reconocimiento y aceptación.
El concepto de capital social es relativamente nuevo. Recién, a partir del trabajo
seminal de James Coleman, durante los 90s, se inicia un estudio sistemático sobre
el tema. Autores como Fukuyama, Putnam, Portes, Bourdieu y varios otros, han
aportado al tema. En la misma línea se inician estudios que incorporan el concepto
de capital a las políticas públicas que apuntan a resolver problemas sociales.
A diferencia del concepto de capital humano, que se refiere a los conocimientos e
información que pueden acumular los individuos, el capital social no es propio de
las personas sino que está en sus relaciones sociales.
En la visión de Fukuyama, el capital social constituye una norma informal que
promueve la cooperación entre dos o más personas. Dentro de las normas,
Fukuyama incluye desde la reciprocidad entre dos amigos hasta doctrinas
articuladas y complejas, tales como el confucionismo. Una forma de capital social
es el altruismo, mejor expresado en la regla de oro del confucionismo: "No hagas a
los otros lo que no quieras que te hagan a ti mismo". Otros valores virtuosos
importantes en el confucionismo son la honradez, la decencia, la integridad y la
devoción filial; quien posea todas estas virtudes será un chün-tzu (gran persona).
Los enfoques tradicionales ponen un gran énfasis en las carencias de las
comunidades; el análisis basado en el capital social comienza con los activos de las
comunidades, siendo el nivel del capital social existente un activo esencial que se
debe conocer y utilizar en las políticas que se definan y se lleven a cabo.
Putnam sostiene que el capital social es el elemento que lubrica la cooperación. Las
personas que confían en sus conciudadanos a menudo hacen voluntariado,
contribuyen a obras de caridad, participan más en política y demuestran su virtud
cívica de muchas otras maneras.
Señala Durkheim que la división del trabajo, esto es la especialización de las
funciones y la imposibilidad de ver el todo, es la fuente principal de la solidaridad
social. Las personas necesitan estar vinculadas. Sus preocupaciones buscan
comprender la sociedad del nuevo milenio: ¿Cuál es la calidad de las relaciones
entre las personas?, ¿Cómo pueden actuar distintos individuos en forma
cooperativa para alcanzar propósitos satisfactorios para todos?, ¿Cómo expandir la
solidaridad y la confianza de las relaciones humanas?