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Un recorrido histórico por el concepto de Capital Social
Manuel Antonio Velandia Mora1
Universidad de Alicante
Alicante, Mayo de 2010
Asevera Echebarría que la noción capital social ha hecho fortuna como uno de los
desarrollos conceptuales más prometedores para explicar las causas del desarrollo o del
subdesarrollo y proponer alternativas, más allá de las inversiones tradicionales en
capital físico o humano. El capital social expresa el valor de prácticas informales de
conducta derivadas de valores integradores de relación basados en la reciprocidad y la
confianza. El capital social opera en sociedades y comunidades, pero de su
conceptualización se puede hacer una extrapolación a las organizaciones, que puedan
perfeccionar su funcionamiento a través de la inversión en capital social. 1
Se alega en el documento soporte que “Existen diversas definiciones de capital social,
un concepto que cada vez más es utilizado, no sólo en los ambientes académicos sino
también en la esfera de las políticas públicas, sobre todo en el ámbito del desarrollo
sostenible”. Realmente el concepto “Capital social” está a punto de cumplir un siglo
desde que un autor la definiera. La primera definición de lo que hoy se denomina capital
social se puede atribuir, siguiendo a Woolcock, a Hanifan en el año 1916, cuando
describe el Capital social como: “esas sustancias tangibles (que) cuentan para la
mayoría en las vidas diarias de la gente: denominadas buena voluntad, compañerismo,
simpatía y relaciones sociales entre los individuos y las familias que integran una
unidad social... Si (un individuo entra) en contacto con su vecino y ellos con otros
vecinos, habrá una acumulación de capital social, que puede satisfacer inmediatamente
sus necesidades sociales y que puede tener una potencialidad suficiente para la mejora
sustancial de las condiciones de vida en toda la comunidad.”2
El término "Capital social" no fue retomado hasta la década de 1960 cuando se empezó
a usar en teorías de desarrollo económico, dado que proviene de una analogía con el de
capital económico.
Siete décadas después de Hanifan, Pierre Bourdieu, con una idea similar a la de Marx
con respecto a que el capital constituye la base de dominación, define en 1985 que las
“redes permanentes y la pertenencia a un grupo aseguran a sus miembros un conjunto de
recursos actuales o potenciales”. Para Bourdieu existen diferentes tipos de capital, de
alguna manera intercambiables, básicamente cuatro: capital económico, capital cultural,
capital social y capital simbólico, aunque en la práctica no siempre se reconoce incluso
se niega, la conexión o la convertibilidad entre ellos. La conversión más poderosa es la
transformación en capital simbólico de cualquiera de las otras formas, que de este
modo, pasan a ser percibidas y reconocidas como legítimas.3
Al ser un capital este puede ser producido por cualquier grupo en capacidad de producir
recursos económicos, culturales, sociales y simbólicos, o en las interacciones entre estos
grupos. Las clases dominantes son uno de estos grupos. El lugar por excelencia de las
luchas simbólicas no es al ámbito donde se enfrentan las clases dominantes y las clases
1
Velandia Mora Manuel Antonio. Sociólogo, Universidad cooperativa de Colombia. Máster en
Educación, Pontificia Universidad javeriana, Bogotá; Doctor en Enfermería y Cultura de los cuidados,
Universidad de Alicante.
dominadas, se halla más bien en la propia clase dominante. Las luchas por la definición
de la cultura legítima que enfrenta a los intelectuales y a los artistas no son más que un
aspecto de las incesantes luchas en las que se enfrentan las diferentes fracciones de la
clase dominantes para imponer su definición del principio de dominación legítima:
capital económico, capital escolar o capital social. Así, pues, contra todas las
convicciones ingenuamente darwinianas, la ilusión de la «distinción natural» se basa
fundamentalmente en el poder que tienen los dominantes de imponer, con sus existencia
misma, una definición de la excelencia. Los discursos sobre el mundo social, aunque se
presenten como científicos, constituyen casi siempre estrategias de imposición
simbólica.4
Como lo afirma el documento base, párrafo tres “No se trata de un concepto preciso y
existen varios debates y discusiones actuales sobre su significado”, tal y como se
observa en los siguientes autores y definiciones.
Tres años después de Bourdieu, James Coleman (1988), define el Capital social como
“los aspectos de la estructura social que facilitan ciertas acciones comunes de los
agentes dentro de la estructura”.5
Asevera Francis Fukuyama que el término “capital social” fue reincorporado al léxico
de las ciencias sociales por James Coleman (1990) en los años ochenta y alude a la
capacidad de las personas de trabajar en grupo. El autor considera preferible definir el
concepto en sentido amplio y emplearlo en todas las situaciones en que la gente coopera
para lograr determinados objetivos comunes, sobre la base de un conjunto de normas y
valores informales compartidos. 6
El Banco Mundial, que en 1994 creó un grupo de trabajo sobre el tema dentro de su
unidad de Desarrollo Social. Para el Banco Mundial (1988) el capital social hace
referencia a “las instituciones, relaciones y normas que conforman la calidad y la
cantidad de las interacciones sociales de una sociedad”.7 Definición que igualmente
aparece en el documento base, párrafo uno, sin cita bibliográfica. Se lee en dicho
documento que “Según el Banco Mundial la evidencia ha puesto de relieve que la
cohesión social es un factor crítico para alcanzar un desarrollo económico sostenible, y
en palabras de organización, el capital social no consiste únicamente en la suma de la
instituciones que se encuentran en la base dé una sociedad dada, sino que es también el
“pegamento” que hace que estas instituciones se mantengan unidas”.
Robert Putnam (1993, 1996), lo delimita a tan solo algunos de los aspectos
organizacionales, es decir como “los aspectos de las organizaciones sociales, tales como
las redes, las normas y la confianza que permiten la acción y la cooperación para el
beneficio mutuo (desarrollo y democracia)”.8
La OCDE lo define, en su informe The Well-Being of Nations: the role of human and
social capital (2001) como “las redes junto con normas, valores y opiniones compartidas
que facilitan la cooperación dentro y entre los grupos.9 Idea que igualmente se ubica en
el documento base, párrafo uno, sin cita bibliográfica.
Narayan y Pritchett (2000) proponen una definición: “sea una “sociedad” constituida
por N nodos distintos (los cuales pueden ser hogares, si se ignoran las relaciones
intrahogar, o individuos). Entre dos nodos i y j hay una conexión direccional (no
necesariamente simétrica) que puede llamarse la intensidad de una relación social dada
entre i y j. Esta relación social puede ser desde una disposición o actitud (por ejemplo,
un sentimiento de mutua confianza, una buena voluntad para posponer la reciprocidad
en el cumplimiento de las obligaciones), a una identificación de parentesco, étnica o de
grupo social culturalmente definida y construida (por ejemplo, primos, tribu o clan),
hasta una unión o vínculo social adoptado voluntariamente (por ejemplo, un amigo o un
miembro del mismo club de voluntarios). En esta abstracción de la sociedad una
definición general de “capital social” es una cierta agregación de las relaciones entre los
nodos.10
A partir de diversos trabajos sobre el estado del arte, que se prepararon con ocasión de
la Conferencia CEPAL (2001), es posible observar que hay dos dimensiones o ejes
principales en que se pueden alinear las distintas formas de abordar la definición del
concepto. La primera dimensión se refiere al capital social entendido como una
capacidad específica de movilización de determinados recursos por parte de un grupo; la
segunda, se remite a la disponibilidad de redes de relaciones sociales. En torno de la
capacidad de movilización convergen dos nociones especialmente importantes, como
son el liderazgo y su contrapartida, el empoderamiento. En la dimensión de los recursos
aparecen implicados la noción de asociatividad y el carácter de horizontalidad o
verticalidad de las redes sociales. 11 Estas características han dado origen a la distinción
entre las redes de relaciones en el interior de un grupo o comunidad (bonding), las redes
de relaciones entre grupos o comunidades similares (bridging) y las redes de relaciones
externas (linking).12
Sostienen Alberdi y Pérez de Armiño, que ciertos autores, como Harriss y De Renzio
(1997), han formulado varias críticas a las concepciones del capital social de Putnam y
del Banco Mundial, como las que siguen: a) La existencia de redes y normas que
favorecen el intercambio económico no garantiza que éstas favorezcan la democracia: lo
bueno para los mercados no tiene por qué serlo para la democracia. b) El capital social
no siempre es positivo, puesto que redes y organizaciones como las mafias son
perniciosas para la mayoría de la sociedad. c) El término “capital social” es impreciso y
da lugar a malentendidos, pues se utiliza en referencia a contenidos bastante diferentes
(vínculos familiares, organizaciones sociales, relaciones entre sociedad civil y Estado,
marco político e institucional, normas sociales, etc.). d) Según cuál sea el concepto de
capital social del que se parta, los proyectos orientados a incrementarlo pueden
contribuir a reducir las desigualdades estructurales en las relaciones de poder, pero a
veces también a incrementarlas.13
En entrevista a ABC España, Fukuyama define Capital social como “la habilidad de la
gente para trabajar en grupos, juntarse en torno a valores y normas compartidos. Es la
tercera forma de capital, junto al capital físico y el capital humano. El capital social
nace de la capacidad para relacionarnos socialmente, ser capaces de confiar en otras
personas o tener normas comunes de honestidad y reciprocidad” 14. Francis Fukuyama,
en “El Fin de la Historia y del último Hombre, Confianza, las Virtudes Sociales y la
Creación de la Prosperidad”, cree que "la vitalidad del [capital social] es esencial para el
funcionamiento del mercado y la democracia".
Para Fukuyama, el Capital social es “aquello que permite que los individuos débiles se
agrupen para defender sus intereses y se organicen en apoyo de sus necesidades
colectivas; el gobierno autoritario, por el contrario, prospera en función de la
atomización social. Si se quiere que la democracia liberal sea el contexto en que la
mayoría de los países en desarrollo procuren promulgar sus políticas y estimular el
crecimiento, entonces el capital social resulta decisivo para la fortaleza y estabilidad
de ese marco político. Las democracias más vigorosas y bien consolidadas se hallan en
mejor situación de encarar los desafíos del desarrollo (…) El capital social es una
manera utilitaria de mirar la cultura. La cultura tiende a considerarse como un fin en sí
misma, lo que es innegable, o como una forma de expresión creativa. Pero también
desempeña un papel funcional muy importante en toda sociedad, ya que es el medio por
el cual grupos de individuos se comunican y cooperan en una gran variedad de
actividades. Si bien nos resulta difícil juzgar la cultura como un fin en sí mismo, la
funcionalidad de la cultura en términos económicos es algo mucho más mensurable
(…) El concepto de capital social sitúa a las políticas e instituciones en su contexto
cultural adecuado, y nos evita albergar ciertas expectativas ingenuas de que una
fórmula política relativamente sencilla conduzca inevitablemente al crecimiento
económico”.15 La definición de Fukuyama además es útil para entender el grado de
cohesión social existente en una determinada comunidad (documento base, párrafo
cuatro).
Entender el desarrollo requiere de enfoques holísticos, sistémicos complejos y
recursivos. Morin, Prigogine, Capra, Drucker, Fukuyama, Habermas, Luhmann,
Maturana, Varela y otros, son algunos de los nombres que comienzan a estar detrás de
un nuevo paradigma, afirma Boisier, quien se pregunta ¿Y si, como se sugiere
abiertamente en el título de este documento, el desarrollo no sea alcanzable mediante la
sumatoria de acciones, sino mediante una simultaneidad que lo haga surgir, que lo haga
emerger? ¿Adónde nos lleva esto? La respuesta es en principio simple: si así fuese,
habría que repensar el desarrollo (el proceso y su estado de realización en cualquier
momento) a la luz de un marco de razonamiento más sistémico16. Concretamente habría
que reflexionar y trabajar el tema desde la perspectiva de la teoría de sistemas.
Desde una perspectiva sistémica, Manuel Velandia, autor de este texto, define al Capital
social como17:
“La emergencia de las interacciones, interafectaciones e interdependencias o diversas
formas de vinculación que se suscitan en la relación social entre personas, grupos,
instituciones, asociaciones, organizaciones o cualquier otro tipo de organizaciones
sociales que como redes sociales, establecen lazos de parentesco, comunitarias,
formales e informales, organizaciones sociales de base comunitaria, etc., a partir de
vínculos sociales adoptados voluntariamente, que como consecuencia mejoran
sustancialmente las condiciones de vida en toda la comunidad. Con el Capital Social
las redes sociales obtienen o generan beneficios en forma de flujos de solidaridad,
capacidad de defensa de intereses y derechos, obtención de información y creación de
vínculos que son determinantes en el momento de tomar decisiones, actuar como
individuos o miembros de un colectivo, bajo criterios solidarios de actuación y
redirección como lo son la confianza , la voluntariedad, el altruismo, el respeto, la
solidaridad, la honestidad y la reciprocidad, como también para establecer redes de
relaciones intragrupales, intra niveles de actuación y de servicio o intracomunitarias,
redes de relaciones entre grupos o comunidades con objetivos, misiones y visiones
similares para su quehacer socio-comunitario y las redes de relaciones externas”.
Notas:
Coleman, James S. (2000). Social Capital in the creation of Human Capital. En:
Dasgupta, Partha, Serageldin, Ismail
12.
14.
15.
16.
17.
18.
1
Echebarria Ariznabarreta, Koldo (2007). Capital social, cultura organizativa y
transversalidad en la gestión pública.
www.flacso.cl/getFile.php?file=file_4bbf77eee7953.pdf
2
Hanifan, (1916). Pág. 130. En: Woolcock, Michael; Narayan, Deepa (2000) “Social
Capital: Implications for Development Theory, Research, and Policy” The World Bank
Research Observer, vol.15, nº.2, pp.225–249. August 2000.
3
Bourdieu, Pierre (1988). La distinción. Criterio y bases sociales del gusto, Taurus,
Madrid. 1988: 251, 311.
4
Fernández, J. Manuel (2005).La noción de violencia simbólica en la obra de Pierre
Bourdieu. Cuadernos de Trabajo Social 30, Vol. 18 (2005): 7-31.
http://revistas.ucm.es/trs/02140314/articulos/CUTS0505110007A.PDF
5
Coleman, James S. (2000). Social Capital in the creation of Human Capital. En:
Dasgupta, Partha, Serageldin, Ismail (eds) Social Capital: A Multifaceted Perspective
(Washington, D.C.: The World Bank): 13-39.
6
Fukuyama. Francis (2003). Capital social y desarrollo: la agenda venidera. En: Atria,
Siles y otros. Compiladores (2003). Capital social y reducción de la pobreza en América
Latina y el Caribe: en busca de un nuevo paradigma. Comisión Económica para
América Latina y el Caribe/ Universidad del Estado de Michigan. Santiago de Chile,
enero de 2003.
http://www.grupochorlavi.org/php/doc/documentos/capitalsocialr.pdf#page=579
7
Coleman, James S. (2000). Social Capital in the creation of Human Capital. En:
Dasgupta, Partha, Serageldin, Ismail (eds) Social Capital: A Multifaceted Perspective
(Washington, D.C.: The World Bank): 13-39.
8
Putnam, Robert (2000) “Social Capital: Measurement and Consequences”. Kennedy
School of Government, Harvard University. Paper presented at Symposium on the
Contribution of Human and Social Capital to Sustained Economic Growth and Well
Being, Quebec. March 2000.
9
OCDE (2001). The Well-being of Nations. The role of Human and Social Capital.
10
Narayan, Deepa, Pritchett, Lant (2000) “Social Capital: Evidence and Implications”
En Dasgupta, Partha, Serageldin e Ismail (eds) Social Capital: A Multifaceted
Perspective (Washington, D.C.: The World Bank): 269-295.
11
Atria, Raúl (CEPAL); Siles, Marcelo (MSU); Arriagada, Irma (CEPAL); Robison,
Lindon J. (MSU); Whiteford, Scott (MSU). Compiladores (2003). Capital social y
reducción de la pobreza en América Latina y el Caribe: en busca de un nuevo
paradigma. Comisión Económica para América Latina y el Caribe/ Universidad del
Estado de Michigan. Santiago de Chile, enero de 2003.
http://www.grupochorlavi.org/php/doc/documentos/capitalsocialr.pdf#page=579
12
Alberdi, Jokin, Pérez de Armiño, Karlos (2005). Capital social. En: Diccionario de
Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo.
http://dicc.hegoa.efaber.net/listar/mostrar/29
13
Woolcock, Michael (1998), “Social capital and economic development: toward a
theoretical synthesis and policy framework”, Theory and Society, vol. 27, Nº 2. Pp.
151-208
14
Rodríguez, Pedro (2000). Ideas de Fukuyama. En: Periódico ABC, España. 15 de abril
de 2000. Washington.
http://presencias.net/indpdm.html?http://presencias.net/miscel/ht4023.html
15
Obra citada. Fukuyama. Francis (2003).
16
Boisier, Sergio. ¿Y si el desarrollo fuese una emergencia sistémica? Gobernación del
Huila, Colombia; Departamento Administrativo de Planeación/ Consejo Departamental
de Ciencia y Tecnología – CODECYT.
http://www.gobhuila.gov.co/cms/images/stories/file/codecyt/BOLETINES%20INFOR
MATIVOS/SI%20el%20desarrollo%20fuese%20una%20emergencia%20sistemica.pdf
17
Velandia Mora. Manuel Antonio (2006). Capital social y perspectiva sistémica.
Universidad Cooperativa de Colombia. Facultad de Sociología. Bogotá.