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19 LA MUSICA CONTEMPORANEA Y SUS PROBLEMAS Una ojeac:la panorámica de loe Por último, la música se halla nuestra sensibilidad? ¿Es que te- problema. ante loe cuales tiene que enfrentarse la música contemporánea. no puede, hacerse sino en forma muy sucinta, tratando de 6ometida, quizá más que ningún otro arte, al desarrollo de la téc- nemos nuestros sentidos embotados para los p:uroe goces de la belleza artística? Lo cierto es que la experiencia musical no afecta · ya a los estratos más profundos de nuestro yo. En encararlos desde un punto de vista general. Eetoe problemas derivan de caueae qu~ pueden englobarse en tres núcleos principales : a) cuestiones de índole estética: b) factores económicos: y e) problemas de carácter técnico. Ea de toda evidencia que una revisión de lae cuestiones musicales de la actualidad tendrá que partir de la relación existente entre el compositor. la obra de arte y el público al cual va destinada. En un estudio previo (1), hemos expuesto, con algún detalle, lae modificaciones que en eea situación ~e han operado desde comienzos de siglo, modificaciones que alteran profundamente el sentido y el concepto con que la obra ea producida por el artista y recibida por el oyente. Al mismo tiempo, lae difíciles circunstancias económicas por que atravesamos, influyen en modo decisivo en lae actividades musicales. Piénsese en la crisis y bancarrota de lae principales organizaciones musicales de Europa y América, para apreciar en cuánto depende de factores económicos el que la música siga uno u otro camino, o aborde determinada tendencia. Tampoco ea de despreciar la influencia de lae organizaciones editoriales y teatrales, que influyen en forma decisiva en el quehacer musical de hoy. (1) Cfr. mi cEat6táca de la m<aaica oont8mpor,u.a. nica mecánica. El advenimiento del disco, de la radio y la película sonora han determinado y determinarán más tod·avía en el futuro, profundas modificaciones en la actividad artística y en el ejercicio del arte musical. Estos diferentes núc:leos de cuestiones tampoco eet'án desvinculados entre sí: por el contrario, puede notaree que cualquiera de ellas influye sobre las demás y obliga a nuevas orientaciones y rumbos en la acción que realizan todos loa que participan de la vida musical, ya sea como productores o como consumidores. nin¡ú.n momento nos sentimos radicalmente afectados ror nuestra percepción auditiva. 1 No podemos désconocer que para el público contem¡:oráneo, el escuchar música es una actividad que no aflora máe que las capas eu¡:erhcialee de ¡;u emotividad. Sabemos que somos pert:onae cultas, y esta condición nos im¡:one ciertas obligacione11. Entre fil!lae obligaciones eeti la de asistir a loe conciertos, v'mos, pues, a loe conciertos, cumpliendo un deber que nos imponemos a nosotros mie-moe, y En un ensayo publicado hace algunos años, Ortega y Gaseet allí aplaudimos, más o menos distraídamente, todas lae manifestaciones que se nos ofrecen, las bue- eefialaba ya el hecho de que salimos de los conciertos íntimamente desilusionados. Habíamos concurrido con la eecreta esperanza de experimentar allí una serie de emociones profundas, cardinales y nos nas y las malae: las buenae, porque nos parecen tales. y lae malas, ¡:orque sabemos que muchas veces ¡;úblicoe torpu han rechazado obras que al poco tiem¡o han sido reconocidas universalmente como retiramos defraudados. Hemos escuchado música, buena o mala, y magistrales, y preferimos aplaudir lo malo antes de. pasar ¡::or igno- cate hecho apenas si ha rozado nuestra epidermis eene1hva. ¿A qué se debe esta singular observación? Si leemos crónicas musicales del siglo paeac'o, nos encontramos que para esos hombree, tan próximos a nosotros, la música significaba mucho máe: para ellos, era una aventura terrible y deliciosa, una devastadora y liberadora sacudida del alma. ¿Es que nuestra condición de hombree modernos, nos habrá hecho perder parte de rantes o ¡::oco comprensivos. No olvidamos lo ocurrido oon Wagner, Dehussy y tantos otros, que han sido negados primeramente. por el público para de11puée ser reconocidos como maestros auténticos. La culpa no es exclusivamente nuestra. Proviene también de la clase de música que noe ea dado Cllcuchar. Todos Uds •• habrán hecho esta observación, que nos sentimos más vinculados con. la música del pasado, con compositores 20 que no responden a la sensibilidad En cambio, la ·música contem- de hoy, que con la música contem- poránea deja en pa:z nuestra apti- po ránea, proveniente de pecto accidental y nunca eEUlcial en la obra misma. artistas tud patética. Los sectoree de lo pa- que se sienten y proclaman los in- tético en nuestra alma permanecen cainbio acarrea, y la más grave, es térpretes del ho~hre actual. ¿Por ' quietos y c allados. Sólo entra en la de que el hombre-masa se del!en- La primera consecuencia que este qué un composit'~r antiguo es más juego una especial manera de sen- tiende de la · música culta. En la fácil de entender que uno moderno? tir y juzgar la obra de arte, que es música de El desconcierto. la perplejidad que la actitud estética. bía, como hemos visto, esa vincu- tipo sentimental, ha- sentimos ante la música de hoy, Entre otros aspectos, e~ta acti- lación cordial , esa identidad entre ¿proviene de una ruta equivocada tud se caracteriza por la autono- las intenciones de la obra y la ap- seguida por el artista, o de nuestra mía de sus vivencias. El sujeto titud intuitiva del ·alma que nos propia incapacidad para seguirlo? distingue cuidadosamente entre las hacía sentirnos íntimamente vin- La rare.za, lo insólito de las fo~as vivencias provenientes de la acti- culados a la obra y, por su inter- musicales, de vidad estética y su vida sentimen- medio, con su creador; ¡:ero en la una necesidad interior del artista, tal. En ningún momento se siente música de hoy, que no Ee basa más cm los es t ados que en la solución de determinados ¿deriva realmente o es un subterfugio para ocultar llamado a participar su carencia de inspiración y poder de alm~ del artista, y aun cuando asr proble mas estéticos de forma,· eea creador? ocurra, no depone jamás su posi- vinculación desaparece. Una mú- ción crítica. Ante la música de hoy, sica de este carácter requiere cier- Todos estos interrogantes y muchos otros nos aealtan cada ve.z nos sentimos, espectadores y no to nivel de cultura artística para que nos e• dado escuchar música colaboradores no participamos en ser captada; hay contemporánea. Es la prueba de el juego emotivo a que nos invitan cuidadosamente entre lo puramen- que se ha producido un cambio, las formas musicales, y desconlia- te estético y lo sentimental o emo- que distinguir y que ya las relaciones entre la moe de nuestra emoción. Aun más, cional. y esa distinción no puede obra y el oyente no son t~n fáci- si esas formas nos incitan reitera- hacerla el hombre de la calle. les y corrientes como lo era'n an,tee. damente a que las sigamos en su ¿Cómo ex plicar este hecho sin- deducimos De allí que las preferencias mu- de sicales de este hombre no discurran gular? Se trata de que la música ello que el nivel artístico de esa ya por las vías de la múeica sino ha cambiado de sede en nosotros. música es inferior. que recaigan en la música popular, El músico de antaño se dirigra a viaje sentimental. Nuestra posición ante la música y que entre estas dos variedades un ha cambiado,- pues, fundamental- de la actividad musical haya sur- sector determinado de esa sensibi- mente: en el pri~er caso, es decir, gido un abismo que se aho nda y lidad: a nueetra capacidad de sim- ante la música antigua, estábamos ensancha cada día más. patía, de penetración cordial. Me- en actitud de recepción simpática ; La música popular y la culta diante ciertas modalidades de for- ante la música moderna, nos re- estaban antes' ·e strechamente em- ma, conseguía que el oyente vi- plegamos en actitud crítica. nuestra sensibilidad, pero a brara o se emocionara en la forma parentadas. Mo.zart, Beethoven y Naturalmente que en este cam- aun Wagner tomaban a menudo deseada por él. El artista tradu- bio ha influido · en forma decisiva sus materiales de esa vena popu- cía su vida anímica por medio de la nueva estructura de la música. lar e incluían en sus obras cancio- la obra y cuanto más grande era, Cuando un músico de h¿y escribe nes y melodías más lograba interesar en ella al una obra, trata de dar forma orgá- versa. Había una endósmosis con- oyente. En la obra de arte veíamos nica, coherente, a los materiales tinua entre lo popular y lo culto; palpitar la vida populares y vice- patética de un que le suministra su imaginación pero ahora, el divorcio que existe hombre, sus amores, odios, esperan- creadora; el músico de antaño, por entre ambas hace que el hombre- zas, masa se vea excluido de los círculos En- el contrario, tra taha de dar con tregarnos a la vivencia estética, exaltaciones, una forma que le permitiera ex- cultos, y que no en tienda ni haga era presuponer que rhamoe a su- presar y transmitir sus. estados de nada por entender la música que mergirnos en una serie de emociones, alma. En la estructura de la música esos círculos cultivan. a participar de la vida interior del de hoy, el papel de los estados de Esto no signilicaría una · cues- · alma es nulo, o constituye un as- tión grave, st este hombre-masa artista. tristezas. 21 permaneciera como antes en la bre-masa, esta aptitud no le es ne- medios de conservar el favor de periferia del acontecer histórico, pero no ocurre así. Ortega y Gas- cesaria, puesto que él satisface sus necesidades sentimentales con la sus protectores. El artista se debe a ISU clientela, al grupo o cenáculo set y otros pensa.d ores contempo- música popular, en la cual los va- que lo apoya, formado por lo ge- ráneos han señalado como un~ de las más importan.tes revoluciones lor~s estéticos están en un segundo plano. El público vive hoy muy neral por gentes «bien pensantes », que no están dispuestas a to- sociales de nuestro tiempo, el he- bien servido por una abundante lerar que el artiiSta se aparte de los cho que el hombre-masa haya asomado a los primeros puestos de la música popular, y le es totalmente superllu a y hasta molesta lá exis- cánones y principios que profesan, y mucho menos que difunda ideu historia y que determine el acontecer wocial. La vida de estos años tenca de una música culta. u obras que puedan constituir una amenaza contra sus intereses. El se caracteriza por este suceso in- conver tirse aólito, que el hombre <s tandard » arte para minorías • . para unos po- estéril del arte por el arte, tiene acceso a aquellos sitios antes cos, perdidos aquí y allá entre el muy tímidamente y a costa de mu- reservados a una clase o casta : a inmenso lo popular. chos sinsabores ¡:odrá hacer oír su la alta hnanza, a la alta política, mal acogida por los «connaisseurs» terminado, a la vez que un enorme De esta situación se derivan algunas consecuencias graves. ¿Qué · apoyo ofrecen al artista incremento en el volumen de estas actividades, una .declinación en su esas minorías selec tas. cambio del perdido favor popular? Ya en ese Además, si esos medios le proporcionan honores, riquezas, viajes, a la alta vida social. Esto ha de- La música actual ha debido, pues, forzosamente número de en un a artis t a, o se conhna en el campo o sólo voz auténtica, que será siempre de arte. calidad y estilo. Además, ha seña- divorcio con el pueblo hay un gra- publicidad, etc., es a cambio de lado un despego y hostilidad hacia vísimo riesgo para el porvenir del la alta cul tura, sobre todo hacia arte mismo. Un arte no puede vi- satisfacer los gustos y apetitos de las personas que los forman. Tie- aquellas formas de la cultura que vir substraído a lo popular, en el ne que hacerse un múeico a la moda, no están orientadas hacia un hacer buen sentido de la palabra, porque única forma de interesar práctico inmediato. pierde su vitalidad, ese aliento hu- <snobs » y mantener su prestigio reina y domina en todos los sec- ~ano que surge de lo profundo de la vida de todos los hombres, y se entre ellos. Esto lo conseguirá tratando de estar siempre al día, no tores de lo social, ha perdido inte- convierte en preciosidad, en cosa dejándose sobrepasar por nadie en rés po~ la música culta, y el artis- de vitrina o de c: boudoir». materia de innovaciones audaces. Así, el hombre-masa que hoy a los ta sabe por anticipado que perma- Las minorías, a su vez, tratan de Tendrá que sorprender con su mú- necerá sordo a su llamado. Huérfa- distanciarse en todo lo posible de sica, que deci~ siempre coslltl insó- no de apoyo en la mayoría del la masa, ahondando las distancias litas, y decirlas de la maner a más público, el artista debe refugiarse que las separa de las gentes vulga- estridente en lo que se ha llamado «minorías res. El mismo género de vida que El resultado de todo esto ya se ha selectas :o . y esca'ndalosa posible. llevan sus componentes tiende a visto de sobra en la música con- ¿Cómo se forman esas minorías? desvincularllltl de la realidad social, temporánea; las tres cuartas par- En lo que respecta a la música, esta selección está determinada pre- a abstraerlas de la vida dura y áspera de la fábrica, del campo, del épater le cisamente por la aptitud para la vi- aula; y como la aptitud estética afin de lo audu, de lo temerario vencia estética a que antes aludimos. Es decir, la constituyen per- constituye el rasgo determinante por el cual se distinguen y reunen hasta el límite de lo tolerable. Las disonancias se exacerban; las estri- sonas que han tenido oportunidad sus miembros, el apoyo y acogi- dencias se acumulan, se dislocan de acostumbrarse a contemplar y miento~ al arte contemporáneo ~ue l~~.t~ formas y se buscan todas l11.t1 escuchar las obras de arte como le ser su posición característica. excentricidades merlltl obras de arte, y a distinguir El arte en general- y la música sus vivencias estéticlltl del resto de en particular-tiene que seguir fa- tes de ell~ han sido escritas «pour bourgeois:o . Llevan el posibles. El ar- tista se debe. en cuerpo y alma, a sus públicos c:de v~nQ'uardia», las talmente ese movimiento y hacer- ¿Cómo hacer que 1..: música culta capacita para entender y gustar de se cada vez más esotérico y exqui- actual retome contacto con el pue- la música contemporánea, Al hom- sito. Tiene que tratar por todoaloa blo, surja de lo popular y vuelva a sus estados psíquicos. Esto 22 él, sin perder por ello las calidades intransferibles, convirtiendo en for- cia los mismos. que la distinguen precisamente co- ma hasta sus defectos, sus tics y ha notado, en l~s épocas de mayor mo música culta? El problema es manías: debe sacar la obra de sí imposición de extraordinariamente cambio, se parte del Estado, y mismo, en una completa servidum- un descenso general en el nivel sólo podemos aquí revisar ligera- bre hacia las normas y principios artístico. En los años en que ha si- mente algunas de las soluciones del arte que cultive, como hacia do más fuerte la presión del Esta- posibles. las del material que emplee. Pero, en do para que la .música rusa sirvie- cambio, ni ra a la causa del proletariado, me- cuenta del peligro que implica esta imposiciones de fuera. El arti~ta, nor e inferior ha sido la producción. desviación de la música hacia las para crear, debe sentirse en un Y a la in versa, cuando el Estado minorías selectas y han tratado de estado de libertad absoluta. Cuando ha dejado a los artistas en libertad dar presentando se propone o se le obliga, servir una para expresarse obras que tienden a despertar de linalidad social determinada, cuan- gura, inmediatamente se ha nota- nuevo el interés de la masa. Pero · do quiere hacer marxie:mo o hitle- do una mejora en el nivel de la Algunos complejo, En artistas se máquina atrás, han dado no tolera sujeciones con mayor hol- no pueden conseguir esto sino a rismo con su música, el resultado producción musical, di~imular sus valores artísticos. Es el defecto común a todas las artes llamadas es riosa- el populist~s. dirigidas deliberamente cosa más inútil que puede haber al pueblo :< como no pueden obligar en el mundo. costa de disminuir y contraproducente, porque la arte y-cosa cu- ha adquirido obra es siempre mediocre: y el sabor revolucionario arte mediocre y _socializante es la tico. más un autén- El mismo fenómeno se ha operado en Alemania. Las imposiciones a la masa a elevarse a la percepción En este sentido, puede decirse y exclusiones musicales del hitle- de los puros valores estéticos, de- que toda linalidad política aplica- rismo, han dado como resultado ben rebajar éstos hasta el nivel de da vol un tariamen te al arte ha sido un descenso inmediato en las acti- lo popular y el resultado es, desde un fracaso. Tenemos un ejemplo vidades el punto de vista artístico, comple- en los músicos rusos: desde un aparte de que con las persecucio- musicales de este país: tamente anodino. Es un arte bien punto de vista puramente artís- nes rac:ales, han tenido que alejar• intencionado, pero pobre en sus re- tico, la música que se escribe en se de él. o enmudecer, gran nú- sultados. Rusia por los compositores sovié- mero de compositores y ejecutan- ticos es más conservadora, menos tes de primera lila. Algunas veces, esta vuelta al pueblo ha sido impuesta a los artistas por vol un t~d del Estado. Una de las particularidades de las revolucionaria que la que escri- Y esto se explica fácilmente. El ben músicos netamente reacciona- artista q1.:e accec!e a someterse a rios como una Stravinsky o Marke- imposición del Estado en cuanto a su arte, y crea obras cu- formas últimas de gobierno que se vitch. Compositores comunistas co- han implantado en el mundo, ha mo Mossolof, Chostakovitch y Me y- yas leyes de sentido no derivan de sido la de someter la actividad ar- tus- para no hablar más que de su propia personalidad sino de los tística a la coerción social. Tanto el aquellos de quienes conocemos al- decretos o mandatos del gobierno comunismo como el fascismo, para go- tratan de servir a su causa es, por lo general, el artista medio- citar los tipos extremos, han pre- describiendo o inspirándose en la cre, del cual nada bueno cabe es- tendido encauzar la actividad ar- obra de la revolución, esto es, la perar. Sólo artistas de segundo o tística, hacerla servir a los linee mecanización y la social zación del terce~ orden son los q1.:e pueden políticos y sociales que persiguen. aguantar semejan tes imposiciones, Pues bien, el resultado ha sido con- trabajo, la usina, las fundiciones de . acero, las obras de riego del tra proqucen te. Dnieper, arte en general se resiente. etc. Pero el lenguaje a cambio de medrar con ellas: y el que emplean, la estruc- La ~cción del Estado puede tam- tividad humana. El artista, es, en tura armónica de sus obras, es bién dirigirse · hacia la educación cierto sentido, el menos libre de los menos avanzada que la de otros del pueblo, capacitándolo para la hombres: debe obedecer ciegamen- compositores de la Europa capi- comprensión de las formas su pe- te a los impulsos de su yo, debe for- talista. Hay diferencia en los asun- riores de la música. Aquí también mar su estilo y su obra respondien- tos-y eso relativamente- pero el tropezamos con dilicultades insal- do a sus necesidades más ín tim~s e lenguaje, la estructura son en esen- vables, Es que el arte es una curiosa ac- musical provenientes del escaso 23 valor de toda actividad artística cuando no pueda. en un momento utilidad de una acción prolongada dirigida o propiciada por el Es- dado, seguir a los grandes artistas en eu vuelo creador : aun cuando se encuentre del!fo rÍenta do ante .l a ori- e inteligente en el terreno de la edu- der que sus esfuerzos, aunque bien ginalidad de un compositor, es per- con respecto a sus relaciones con el intencionados, fracasen por falta ceptible la simpatía que tiene siem- de un crÍ terio seguro de selección, pre por el artista que le habla sin- ¡:úblico. No deberá olvidar en ningún momento que al crear su obra, que en esta materia es indispen- tado. El político es mal conocedor en materia de arte, y puede suce- cación. Pero el artista. y esto ea esencial. debe modihcar su actitud sable. La. actividad estatal puede con- cera y cordialmente. Ad~más, la historia de la música realiza una obra de utilidad social. Pertenece a una colectividad y tie- ee en este punto suficientemente ne un puesto del!ftacado en ella. cretarse a la formación de un me- explícita. dio musical apropiado, difundiendo encontrado siempre mayor resis- De esta manera. sin violentar en lo más mínimo su libertad creado- la enseñanza de la música y fomen- tencia en el crítico profesional o ra, podrá proveer ~ su obra de tando, por todos los medios las en el profesor de arte, que en el aquellos elementos que, sin dejar actividades musicales cultas. En aquellos países en que la tranl!mi- pueblo mismo. Desgraciadamente, estos paráeitos actúan como inter- de estar regulados por una pura conciencia artÍI!ftica, ten¡tan vali- sión radiotelefónica es una función del Estado, posee éste un vaiioeo mediarios entre la obra y la com- dez y rel!onancia en la intuición prensión popular. y muchas veces artística del pueblo. El artista o riginal ha instrumento para llevar a las ma- la retardan y confunden. En lo que sas el conocimiento directo de la -¡:odemos saber de estas co~:a e , to- para aclarar esta posición, Viene bien música que producen los com positores contemporáneos: entre nos- da forma o estilo nuevoe se han difundido en el pueblo a pcear de monos en la obra de Juan Sebastián Bach y, dentro de ella, en sus otros no sucede así, pero el Estado puede colaborar en esta obra dis- la reeistencia del artista oficial o del crítico pedante e ignaro. En célebres poniendo que los institutos ofi- la miema burla con que el pueblo de los oficios musicales de la igle- ciales realicen una obra de vulgarización. Lo importan te es ir for- suele acoger lo insólito en arte. hay, sia de Santo Tomás, de Leipzig, sin embargo, más simpatía que • cantor», como antes se le llama- mando lenta~ente al público. En desdén. Por ello eería de suma im- ba y aun se le designa. Para estos y aquí un ejemplo, magníficas Fijé- cantatas. Ju~n Sebastián Bach fué director todas partes. la existencia de un portancia que si alguna función oficios el!cribía sus cantatas: las público es la condición indispen- directiva se pudiera ejercer en eetae escribía él. o ejecutaba l~s de otros sable para la subsistencia de una co11as, se vigilara celosamente el compositores. Lo hacía como algo bella arte, y no hay artista que pueda llegar a la masa sin la interven- ejercicio de la crítica y de la do- inherente a su cargo y a su vocación de artista. Sin proponérselo, ción de públicos formados previamente y por lo ¡tener~} urbanos. cencia artística. ¿Cómo podrá, pues. el arte ser al escribirlas se satisfacía a sí mis- popular, sin dejar de ser arte ele- mo y prestaba a su vez un servicio vado? Este no es para nosotros un problema de t~olución inmanente, social y religioso. Estas cantatas eran grandes obras de arte, pero ro. será restablecer el perdido con- . o. dicho de otro modo, no es po- eran aeimi11mo obras de utilidad tacto entre el pueblo y el arte su- sible salir de él moviéndonos dentro de loe datos actuales del 1miemo, social. · En ese concepto se las es. cuchaba una o dos veces, y des- restablezca. es necesario suponer Para llegar a un avenimi~nto to- pués Ee las archivaba. En la utilidad capacidad en la masa para enten- tal, plenamente ea tisfactorio, sería religiosa y social se agotaba el fin der a los músicos cultos y la crea- menester ción de obras que reunan, en una la estructura social actual : pero sin inmediato de la obra miema. y ni su creador ni los feligreee~ lo en- convivencia estética, a composito- recurrir a esta eolución extrema, res y oyentes. Veamos qué posibi- puede buscar5e dentro de los medios El problema más difícil que tendrán ante sí los músicos del futu- perior. Para que ese contacto se lidades h"ay de lo uno y lo otro. Es innegable que el pueblo--o si se quiere, nuestro pueblo- tiene un fino sentido artístico. Aun una transformación de que se nos ofrecen en la actualidad, tendían de otra manera. A Juan Sebastián Bach le hubiera resul- la manera de temperar y suavizar tado sumamente extraña nuestra manera de entender sus cantatas esta tensión y hostilidad. con un crÍ terio puramente artís- Ya nos hemos re;ferido antes a la tico, dadas en los conciertos por 24 gente especializada y escuchadas penor, consiste · en reconstruir ese va a encontrar su puesto en la por públicos a los que no mueve antiguo sentido social del arte. El artista deberá entender su tarea comunidad y sin a~dicar de su · peuonalidad, que es lo que puede justificar su creación desde el pun- otro i ncen tivo que el de gozar de sus Nosotros como una actividad social, que le abstraemos de la cantata todos bellezas musicales. está encomendada y que debe rea- to de vista artístico, sepa responder aquellos ingredientes sociales, reli- lizar de la manera más bella posi- a lae necesidades, a los anhelos y giosos, humanos que la integra- ble. El individualismo moderno ha aspiraciones de su medio y de su ban y no a tendemos más que a los puros valores artísticos, y, co- sido fatal en este punto: ha escindido de una manera nociva al ar- tiempo. En esta forma, sin esperar a que rrelativamente, la masa del pueblo tista y su medio y ha vuelto incom- nuevas y problemáticas condiciones que antes concurría al templo y patible lo que el artista debe a sí sociales planteen esta cuestión en entendía y gustaba de estas obras, mismo y lo que debe a la comuni- nuevos términos, imprevisibles pa- ya no las escucha ni quiere enten- dad. Dando absoluta prioridad al yo sobre todo orden de valores, se ra nosotros, derlas. Si alguna función social podremos conseguir que el pueblo acceda paulatina- cumple todavía la audición de una ha aislado orgullos~mente, y ahora mente cantata de Bach, es la muy indi- está pagando caras las con5ecuen- nueva música, lograremos que el recta que proviene de su condición cias de este aislamiento. de obra bella: pero para nuestro compositor, ese era sólo uno de sus aspectos. Ahora bien, el camino directo Si es necesaria, la comprensión de la artista se reintegre a la colectivi- para realizar este acercamiento, la creación de formas musicales nuevas, el artista deberá inventarlas. Lo im- que yo hallo para una reconcilia- portante es que el artista, hoy re- ción entre el pueblo y el arte au- cluido en la soledad de su yo, vuel- cCcmenterio de la Chacarita •, relieve funerar:o a dad, y no consuma sus días en una soledad angustiada y rencorosa. LEOPOLDO HURTADO (eontinuará) Olivia l"avarro. (Soc. Argentina de Artistas Plásticos)