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Transcript
Consideraciones para
identificar barreras
y potencialidades culturales
para el control y prevención
del sobrepeso y obesidad en
mujeres de bajos recursos
Autor/as
Carolina Franch Maggiolo
Paula Hernández Hirsch
Gerardo Weisstaub Nuta
Catalina Ivanovic Willumsen
2012
Consideraciones para
identificar barreras y
potencialidades culturales
para el control y prevención
del sobrepeso y obesidad en
mujeres de bajos recursos
CRÉDITOS
Autor/as:
Carolina Franch Maggiolo (Antropóloga Social, Magíster en Género y Cultura,
docente e investigadora CIEG, Universidad de Chile.)
Paula Hernández Hirsch (Antropóloga Social, Magíster© en Género y Cultura,
docente e investigadora CIEG, Universidad de Chile.)
Gerardo Weisstaub Nuta (Médico Pediatra, M.Sc. en Nutrición Humana, docente e investigador INTA)
Catalina Ivanovic Willumsen (Antropóloga Social, Magíster en Género y
Cultura, Universidad de Chile. Doctora © en Sociología, Universidad Alberto
Hurtado)
Edición y Coordinación General:
Carolina Franch M. y Paula Hernández H.
Asesoras:
Isabel Pemjean C. y Susana Cortés M.
Diseño y diagramación:
Claudia Guarda A.
Financiamiento:
Fondo Nacional de Desarrollo e Investigación en Salud (FONIS), Chile.
Impreso en Julio de 2012 por MAVAL S.A.
Permitida la reproducción total o parcial de esta publicación, así como la traducción a cualquier
idioma, siempre que se cite la fuente y que no se las utilice con fines lucrativos.
“La cultura ha sido un concepto insuficientemente tratado en la investigación nutricional; sólo en años recientes la antropología se está
aplicando a la investigación científica nutricional, especialmente en
países desarrollados. Esto refleja un reconocimiento de que el estado
nutricional no puede ser evaluado y comprendido completamente
separado del contexto sociocultural (...) los problemas nutricionales
no pueden ser entendidos de manera uniforme en todas las sociedades y culturas del mundo” (Busdiecker, 2000:6,7)
z
AGRADECIMIENTOS:
Como equipo quisiéramos agradecer a las personas y entidades que,
creyendo en que los factores socioculturales son relevantes para el
desarrollo de intervenciones nutricionales exitosas, apoyaron nuestro trabajo, de diversas maneras.
Primeramente al Fondo Nacional de Investigación y Desarrollo en
Salud (FONIS), por su confianza y financiamiento, que hicieron viable este proyecto. Así también, a la Facultad de Ciencias Sociales, al
Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) y a la Universidad de Chile, casa de estudios que alberga a ambas entidades.
Del mismo modo, reconocemos el aporte realizado a nuestra investigación, por diversos/as especialistas en la situación del sobrepeso-obesidad, que nos ayudaron a orientar nuestras preguntas y
precisar nuestras propuestas, especialmente a Nelly Bustos, Marcia
Erazo, Sonia Olivares, María Luisa Garmendia, Daniela González,
Juan Ilabaca, Ángela Martínez, Mario Martínez, Lorena Rodríguez,
Marcela Romo y Tito Pizarro. Asimismo agradecemos a los responsables de los proyectos FONDECYT 1100206 y 1090252, Juliana Kaín
y Ricardo Uauy, en los cuales participaban algunas de las mujeres de
nuestro estudio.
Correspondemos también la valiosa labor realizada por nuestras
colegas Isabel Pemjean y Susana Cortés, quienes acompañaron
todo el proceso de investigación, así como a las ayudantes de campo Magdalena Rivera, Francisca Gálvez, Camila Belliard y Javiera
Fernández, junto con el apoyo fundamental en el área administrativa de Viviana Poblete y de Miriam Soto en las transcripciones. Sin los
aportes de estas mujeres no hubiese sido posible el logro de nuestros
objetivos.
Finalmente, un especial reconocimiento a la confianza y el tiempo
que nos brindaron las mujeres que voluntariamente participaron en
el estudio, quienes fueron entrevistadas y acompañadas en su vida
cotidiana por nuestro equipo, gracias a su generosidad contamos
hoy con una mejor comprensión de las dinámicas culturales que intervienen en el sobrepeso y obesidad, lo que permitió la elaboración
de este documento.
PRESENTACIÓN
Este documento se basa en los resultados obtenidos del proyecto “Diseño de una propuesta
metodológica para identificar barreras y potencialidades culturales, enfocada al control y prevención de la epidemia sobrepeso/obesidad en población femenina de bajos recursos en Chile”
(SA10I20003) financiado por el Fondo Nacional de Investigación y Desarrollo en Salud FONIS.
Estudio realizado entre diciembre de 2010 y agosto de 2012 por un equipo compuesto por profesionales de la Universidad de Chile, pertenecientes al Centro Interdisciplinario de Estudios de
Género (CIEG) y al Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA). Dicho proyecto
tuvo por objetivo indagar en el modo en que los factores culturales inciden en la mantención
y aumento del sobrepeso y obesidad en mujeres chilenas adultas de nivel socioeconómico
bajo, determinando las barreras y potencialidades para el cambio en las conductas asociadas al
fenómeno.
Para acceder a la información requerida se recurrió a la metodología cualitativa. A través de ella
es posible conocer el conjunto de valores, normatividades y patrones culturales asociados a los
hábitos alimenticios, los cuales orientan decisiones que muchas veces contradicen los parámetros
promovidos como positivos y correctos.
Desde el modelo de trabajo propuesto por la Teoría Fundamentada, sobre la que se sostiene el
estudio, es posible alcanzar generalizaciones empíricas, a partir de las categorías establecidas
por los propios sujetos, lo que a su vez posibilita especificar un concepto, verificar una teoría, o
contribuir al desarrollo de una nueva (Barney y Strauss, 1999, y Kathy Charmaz, 2011).
Técnicamente, nuestro estudio combinó la realización de entrevistas con la participación en
la vida cotidiana de los sujetos, por medio de la observación etnográfica. Ambas técnicas son
complementarias, la primera se focaliza en el discurso y la segunda en captar las prácticas en los
contextos en que se desarrollan (Guber, 2011).
Los datos se obtuvieron en base a entrevistas a 30 mujeres, en una primera etapa, de las cuales se
seleccionaron 10 para la realización de observaciones etnográficas. El diseño muestral responde
a una selección estratégica o intencional que procura “incluir a todos los componentes que reproduzcan mediante su discurso relaciones relevantes” (Dávila, 1993:77), maximizando las posibles diferencias entre los casos a estudiar, de modo tal que los sujetos seleccionados representan
la diversidad interna del segmento. Los criterios de selección fueron los siguientes: mujeres de
edades diversas entre los 20 y 50 años, con y sin sobrepeso-obesidad, con y sin hijos, con y sin
trabajo remunerado, con y sin pareja.
La sistematización se llevó a cabo a través de un proceso de codificación con el software de
análisis cualitativo Atlas.ti, diseñado específicamente como apoyo al método propuesto por la
Teoría Fundamentada.
Finalmente, las principales conclusiones de la investigación han sido condensadas en este documento, con el fin de otorgar lineamientos prácticos, claros y sencillos, para la elaboración de
políticas públicas orientadas a la intervención en nutrición con pertinencia cultural y de género.
Carolina Franch Maggiolo - Paula Hernández Hirsch
Gerardo Weisstaub Nuta - Catalina Ivanovic Willumsen
7
¿QUÉ ENCONTRARÁ EN ESTE MATERIAL?
Este material contiene información clara y precisa sobre los principales factores culturales que operan como barreras y/o potencialidades para el control del sobrepeso u
obesidad que afecta a las mujeres de escasos recursos en Chile.
Propone orientaciones para generar estrategias de intervención nutricional con pertinencia cultural y de género, que buscan mejorar la adherencia y minimizar las resistencias por parte de dicha población.
¿A QUIÉNES ESTÁ DIRIGIDO?
Se dirige tanto a quienes proponen y diseñan políticas públicas como al personal de
instituciones públicas y privadas u organizaciones no gubernamentales (ONG) que trabajen directamente con mujeres de escasos recursos.
Un enfoque que pretenda revertir los índices de sobrepeso y obesidad en mujeres
de escasos recursos debe impactar conjuntamente en las condiciones de pobreza
y subordinación de género que subyacen a este fenómeno.
Asumir que esta patología posee causas multifactoriales, obliga a que su prevención y tratamiento no se reduzca únicamente al ámbito de la salud, sino que se
aborde integralmente conjugando el trabajo de diversos sectores, como desarrollo social, educación, vivienda, obras públicas, entre otros.
¿QUÉ TEMAS TRATARÁ?
• El sobrepeso-obesidad en Chile.
• Comprender el sobrepeso-obesidad desde la noción de cultura alimentaria.
• Niveles en que opera la cultura alimentaria: micro y macro estructura.
• Diagnóstico con pertinencia cultural para la intervención nutricional.
• Género y nivel socioeconómico: variables centrales para una intervención con pertinencia cultural.
• ¿Cómo acceder a la cultura alimentaria de un grupo o persona?
• Caracterización de la cultura alimentaria en mujeres de nivel socioeconómico
bajo: un diagnóstico con pertinencia cultural.
• Principales barreras y potencialidades para el control del sobrepeso-obesidad
en base a un diagnóstico con pertinencia cultural.
• Cómo transformar el diagnóstico en una intervención con pertinencia cultural:
claves del éxito.
• Recomendaciones dirigidas al personal de salud para intervenir con
pertinencia cultural en mujeres chilenas de nivel socioeconómico bajo.
• Reflexiones finales.
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EL SOBREPESO-OBESIDAD EN CHILE
A partir del año 1998, el sobrepeso y obesidad han
sido considerados como una epidemia que amenaza directamente la salud y el bienestar de
la población mundial, particularmente la de
aquellos países denominados “en vías de
desarrollo” entre los que se cuenta Chile
(OMS, 2004). Su presencia se asocia a un
aumento de los índices de mortalidad y
constituye un importante factor de riesgo
para el desarrollo de otras enfermedades.
La Encuesta Nacional de Salud 2010, realizada por el Ministerio de Salud (MINSAL)
evidencia que el 64,5% de los/as chilenos/as
de 15 y más años tiene exceso de peso,
superando lo expuesto en 2003 por este mismo
instrumento. Estas cifras confirman que las estrategias
que hasta la fecha han sido implementadas, como “EGO” y “Elige Vivir Sano” no han dado
los resultados esperados. Por el contrario, el número de personas afectadas por la enfermedad aumenta.
La obesidad mostró una notoria prevalencia en la población femenina constituyendo
un 30,7%, en comparación con un 19,2% en el caso de los hombres. Esta distribución
desigual se profundiza al cruzar la variable de género con la de pobreza, expresada
por medio del nivel educacional en relación al porcentaje de mujeres obesas (MINSAL,
2010):
• Nivel educacional alto: 19,0%
• Nivel educacional medio: 30,1%
• Nivel educacional bajo: 46,7%
En este contexto es fundamental el rol de las políticas públicas para abordar esta problemática,
siendo evidente la necesidad de introducir criterios de equidad que permitan equiparar las
oportunidades tanto entre mujeres y hombres, como entre los distintos estratos socioeconómicos, con el fin de controlar la obesidad y procurar mejorías en la salud y calidad de vida de las
personas.
Los enfoques más recientes dan cuenta de que la obesidad tiene una etiología multifactorial,
donde se entremezclan elementos genéticos y metabólicos, la inactividad física y los hábitos
alimentarios. No obstante, no se ha llegado a comprender la complejidad social que se encuentra a la base de este fenómeno, por lo que es necesario incorporar propuestas que se acerquen
a la realidad combinando los conocimientos biomédicos con una perspectiva cultural.
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COMPRENDER EL SOBREPESO-OBESIDAD DESDE
LA NOCIÓN DE CULTURA ALIMENTARIA
Si bien los programas que se han implementado hasta
hoy en el país buscan promover cambios en las conductas alimentarias, éstos se han centrado únicamente en los hábitos individuales de ingesta
y actividad física, invisibilizando una serie de
prácticas, creencias, actitudes y significados
que se encuentran ligados a la alimentación
en tanto actividad humana determinada por
su contexto sociocultural.
Desde esta perspectiva, la obesidad puede
entenderse como “un atributo físico, percibido, interpretado e influenciado por el sistema
social. Valores socioculturales relacionados a la
obesidad pueden, por consiguiente, variar de una
sociedad a otra, en los diferentes contextos históricos”
(Alves, 2005:1793). Así también, al interior de una misma
sociedad, distintos segmentos, en función de su género, edad, nivel socioeconómico,
educación, etc., pueden presentar distintas valoraciones para la apariencia y acciones
de cuidado de nuestros cuerpos, pudiendo, en algunos casos, potenciar el desarrollo de
diversas patologías alimentarias.
La alimentación como necesariamente influida por la cultura, es lo que entendemos
como “cultura alimentaria”.
La cultura alimentaria es el vínculo entre las prácticas y decisiones alimentarias
a nivel individual y familiar, con los recursos económicos, conocimientos, valores,
oferta y distribución de los alimentos a nivel cultural y social. Es decir, el modo
en que comemos se ve afectado por las preferencias y aversiones en torno a la
adquisición, repartición, preparación y consumo que provienen tanto del ámbito
privado como del escenario global.
¿Qué se come?, ¿Cómo se come?, ¿Dónde se come? ¿Con quién se come? y ¿Qué se
siente al comer? son algunas de las preguntas que es necesario plantearse para identificar una o varias de las características de la cultura alimentaria de un grupo determinado.
10
NIVELES EN QUE OPERA LA CULTURA
ALIMENTARIA: MICRO Y MACRO ESTRUCTURA
El modo en que una persona o grupo se alimenta se ve condicionado por elementos de
su entorno más cercano, así como por aquellos más generales que los engloban. Dichos
elementos pueden ser organizados en torno a dos categorías analíticas que nos serán
útiles para comprender las causas y el contexto en que se enmarcan estas prácticas:
• Nivel Macroestructural:
Se basa en el abordaje de perspectivas económicas, políticas y sociales, que explican
de manera integral los cambios en los estilos de vida, en específico de dieta y actividad
física, por parte de las distintas sociedades. Entre los factores a considerar, se encuentran los análisis macrosociales que abordan las variaciones económicas y sus efectos
sobre los precios de los alimentos y por ende, sobre la elección alimenticia de las personas. A esto se suman los mensajes y ofertas contenidas en los medios de comunicación
y su gran influencia sobre los conocimientos y decisiones al respecto; los procesos de
urbanización e industrialización que han vivido o viven gran cantidad de ciudades, especialmente en los países en vías de desarrollo que generan importantes cambios en
la organización de la vida cotidiana de las personas; por último las políticas públicas y
sus lineamientos con respecto al acceso de la población a la salud, educación, bienes
y servicios.
• Nivel Microestructural:
Su énfasis se coloca en los factores personales o familiares que explican el origen, sostenimiento o desajuste del balance energético positivo prolongado de los individuos.
Se refiere a aspectos psicológicos o de la personalidad, tales como autoestima, percepción corporal, autoeficacia; pero también a los aspectos culturales como los hábitos
alimenticios familiares, conocimientos heredados y adquiridos sobre las propiedades
de los alimentos y las elecciones alimenticias desde el punto de vista personal, familiar
y comunitario. Dentro de estos elementos deben considerarse los recursos económicos,
condiciones laborales, el tiempo y espacio del que se dispone para la preparación y
consumo de alimentos o la realización de actividad física, sus capitales sociales (como
redes, formas de conocimiento, educación, etc.), sus rutinas y las relaciones que establecen con la alimentación.
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Ambas categorías o niveles, si bien han sido descritos por separado para facilitar el análisis de las situaciones en que se enmarca la cultura alimentaria, deben comprenderse
como interconectados y mutuamente influyentes. Tal como se expresa en el siguiente
esquema:
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DIAGNÓSTICO CON PERTINENCIA CULTURAL PARA
LA INTERVENCIÓN NUTRICIONAL
Para elaborar estrategias de intervención nutricional es fundamental, en primera instancia, caracterizar a la población objetivo. Para ello la técnica más comúnmente utilizada es
el Diagnóstico alimentario nutricional, enfocado en identificar la situación alimentaria,
determinando el estado nutricional y el consumo de alimentos cuyos cambios representan un objetivo para la intervención. El estado nutricional se evalúa con instrumentos y
criterios de comparación internacionales, como por ejemplo, el Índice de Masa Corporal
(IMC), que clasifica el estado nutricional según sexo y edad.
Este tipo de diagnóstico es de gran utilidad cuando se desconoce la situación nutricional en que se encuentra determinada población. Sin embargo, carece de herramientas
que permitan decidir cómo enfrentar los pasos posteriores de la intervención, es decir,
responder a la pregunta ¿Por qué las personas comen lo que comen?
Comprender las razones que subyacen a las decisiones y prácticas alimentarias nos otorga la posibilidad de proponer cambios acorde al contexto y a la realidad de las personas,
generando, por tanto, menores reticencias. El Diagnóstico con pertinencia cultural se
presenta como un instrumento adecuado a estos fines.
El Diagnóstico con pertinencia cultural enfatiza y valora las costumbres, herencia,
visión de mundo, formas de vida propias de la comunidad, como aquellas asociadas
a las prácticas culturales relacionadas al consumo alimentario, buscando respetar su
valor sociocultural, es decir, los modos en que los alimentos son deseados y/o apreciados, adquiridos, cocinados, servidos, consumidos y desechados. De esta manera, las
acciones que se proponen poseen una mirada comprensiva que asegura acciones no
disruptivas.
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GÉNERO Y NIVEL SOCIOECONÓMICO: VARIABLES
CENTRALES PARA UNA INTERVENCIÓN CON PERTINENCIA CULTURAL
El sobrepeso y obesidad en Chile predomina de manera incuestionable en una población específica: las mujeres pobres; las variables de género y el nivel socioeconómico
se transforman en categorías básicas a considerar para la realización de intervenciones
con pertinencia cultural. En resumidas cuentas, las prácticas alimentarias se asientan en
estructuras sociales determinadas que tienen incidencia en la vida de las personas.
La perspectiva de género nos permite, justamente, comprender por qué este fenómeno
afecta de manera diferenciada a hombres y mujeres, identificando sus características
desiguales, así como las causas de que algunas personas tengan mayor o menor predisposición a experimentarlo. Estas diferencias se sustentan en un sistema de género
que opone tajantemente los roles femenino y masculino, segregando espacios, saberes,
oficios, ocupaciones y valoraciones, adjudicándoles prestigio y estatus desiguales.
En este contexto, lo masculino se afinca en el ámbito público, caracterizado por la producción, el trabajo, la política, la libertad y el tiempo para sí; mientras que lo femenino
se ancla en lo privado donde se desarrolla la reproducción, lo doméstico, siendo un espacio más restringido en que el tiempo se dedica a otros/as, se goza de menor libertad,
autonomía y movilidad, contando con un acceso limitado al ámbito laboral y a la independencia económica.
El género es un sistema de ordenamiento social que se establece a partir de la
diferencia biológica entre hombres y mujeres, dando cuenta de las valoraciones,
roles y posiciones asociadas a lo masculino y femenino, en una cultura determinada.
Un análisis desde la perspectiva de género hace visible las desigualdades en cuanto
a la distribución de recursos, entendidos no sólo desde el punto de vista económico,
sino también político, cultural, social, etc., tanto en el ámbito público como privado. Lo
anterior explica en parte la profunda complejidad del proceso en que las mujeres se
constituyen como sujetos más vulnerables a la condición de pobreza.
Hay quienes han descrito que en el mundo nos enfrentamos a un proceso de feminización de la pobreza, podemos postular asimismo, que hoy en día está en proceso una feminización de la obesidad.
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Bajo este ángulo, el concepto de pobreza sobrepasa la definición clásica de carencia
material, para construir una noción multifactorial que conjuga las posibilidades y opciones que se tienen para acceder a una vida de calidad, larga y saludable, incorporando
dimensiones subjetivas que van más allá de la subsistencia material (CEPAL, 2000).
“La pobreza significa que se deniegan las oportunidades y las opciones más fundamentales del desarrollo humano: vivir una vida larga, sana y creativa y disfrutar de un nivel decente de vida, libertad, dignidad, respeto por sí mismo y de los
demás” (PNUD, 1997:17).
Por tanto, una intervención nutricional que pretenda impactar y revertir los índices de
sobrepeso y obesidad constatados, demanda un enfoque con pertinencia cultural que
se plantee incidir en los ordenamientos de género y pobreza vigentes en nuestro país.
No basta con modificar conductas alimentarias
con el fin de lograr índices de masa corporal
más aceptables para la población, sino
que debemos apuntar a transformaciones que promuevan oportunidades para acceder al desarrollo
humano, con criterios de equidad, respeto y tolerancia.
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¿CÓMO ACCEDER A LA CULTURA ALIMENTARIA DE
UN GRUPO O PERSONA?
La siguiente matriz consta de dos ejes, uno vertical y otro horizontal. El cruce entre ambos da como resultado preguntas orientadoras para realizar un diagnóstico con pertinencia cultural. Con ellas se pueden determinar los ámbitos prioritarios en los que se
quiere indagar o temas que no han sido suficientemente relevados. Su objetivo es abrir
interrogantes e indicar caminos a seguir, por lo que no debe utilizarse como un modelo
rígido, sino como un esquema flexible que permite cruzar diversas variables.
16
CARACTERIZACIÓN DE LA CULTURA ALIMENTARIA
EN MUJERES DE NIVEL SOCIOECONÓMICO BAJO:
UN DIAGNÓSTICO CON PERTINENCIA CULTURAL
En base a la investigación que sustenta este documento y aplicando las herramientas
y conceptos descritos anteriormente, se presenta un modelo que sintetiza los principales hallazgos referidos a los factores culturales que intervienen en la prevalencia del
sobrepeso-obesidad en mujeres de escasos recursos, asentadas en zonas urbanas del
país.
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Tabla: factores relevantes que caracterizan la cultura alimentaria de mujeres chilenas
de nivel socioeconómico bajo.
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PRINCIPALES BARRERAS Y POTENCIALIDADES PARA
EL CONTROL DEL SOBREPESO-OBESIDAD EN BASE
A UN DIAGNÓSTICO CON PERTINENCIA CULTURAL
Al interior de la cultura alimentaria, existen factores que actúan como barreras para la
instauración de prácticas y discursos favorables al desarrollo o mantenimiento de un
estado nutricional óptimo, así como otros elementos que operan como potenciadores
del autocuidado en esta materia. La relevancia de esta distinción analítica es que ayuda
a identificar aquellas causas culturales que acrecientan la prevalencia del sobrepesoobesidad (las barreras) y a definir cursos positivos de acción para hacerles frente (las
potencialidades), las que pueden ser abordadas a partir desde múltiples ángulos, una
estrategia es actuar sobre las barreras o potencialidades o sobre los factores que las
vuelven observables (sus indicadores) o en función de niveles de acción macro o microestructurales.
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Tabla: Barreras para el control del sobrepeso-obesidad en mujeres de escasos recursos
23
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Tabla: Potencialidades para el control del sobrepeso-obesidad en mujeres de escasos recursos
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CÓMO TRANSFORMAR EL DIAGNÓSTICO EN UNA
INTERVENCIÓN CON PERTINENCIA CULTURAL:
CLAVES DEL ÉXITO
En base al diagnóstico de las barreras y potencialidades para el control de la malnutrición por exceso que se ha presentado, se proponen a continuación algunas recomendaciones a tener en cuenta a la hora de diseñar intervenciones exitosas que incorporen
un enfoque con pertinencia cultural, asumiendo que ésta es una de las claves que asegurará el éxito.
Para el diseño de una intervención se requiere, en primera instancia, determinar con
precisión el objetivo que se quiere lograr, éste puede enfocarse a un ámbito muy concreto, como por ejemplo: Fomentar que las mujeres de determinado barrio accedan a espacios públicos para la realización de actividad física, apuntando específicamente a superar la barrera que dice relación con la masculinización de plazas y áreas deportivas. O
bien, dirigirse a generar cambios en un espectro más amplio, abarcando un indicador
o una combinación de indicadores que subsumen varias barreras y/o potencialidades,
como podría ser: Transformar la significación cultural de los alimentos saludables que no
se consumen por asociarse a la condición de pobreza y de aquellos altamente valorados,
pero que son perjudiciales si se consumen en exceso. Asimismo otros objetivos pueden
postularse a partir de una preocupación por el nivel micro o macrosocial, como: Normar
los niveles máximos de grasa, azúcar y sodio que pueden contener los alimentos envasados,
éstos, si bien pueden ser más extensivos, no necesariamente apuntan a la corrección de
hábitos.
De este modo, al tener plena conciencia respecto a aquello que se quiere lograr, así
como el aspecto en que se quiere impactar, será más sencillo idear las fórmulas de abordaje idóneas, avanzando con mayor seguridad hacia una intervención satisfactoria.
Se debe tener en cuenta también, que las metas que se plantee la intervención deben
ser coherentes con los recursos con que se cuenta, tanto económicos, como de tiempo y
disposición de personal e infraestructura adecuados. En este marco, es más conveniente
formular un objeto restringido, pero cuyo logro esté asegurado, en lugar de plantear un
gran propósito que no podrá llevarse a cabo. Un pequeño cambio puede ser el inicio
de un círculo virtuoso que de pie para el mejoramiento paulatino de la calidad de vida,
lo que a su vez puede servir como fundamento para conseguir mayores recursos para
financiar nuevos proyectos.
En concordancia con lo anterior, es necesario jerarquizar los puntos que se estiman más
relevantes del diagnóstico, evaluando los costos y beneficios que traerá modificar una
situación determinada. Escoger dos o tres variables, además otorga la posibilidad de
generar cruces y diálogos entre ellas, atendiendo al carácter complejo de los problemas
sociales y propiciando un abordaje integral y de mayor profundidad.
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RECOMENDACIONES DIRIGIDAS AL PERSONAL DE
SALUD PARA INTERVENIR CON PERTINENCIA CULTURAL EN MUJERES CHILENAS DE NIVEL SOCIOECONÓMICO BAJO
Las recomendaciones que se exponen en este apartado, han sido elaboradas específicamente para el personal de salud que trabaja en contacto con mujeres de este segmento
que sufren de sobrepeso-obesidad, atendiendo a los criterios de jerarquización de las
variables que en conjunto pueden generar un mayor impacto positivo en el objetivo de
superar algunas barreras que impiden que ellas transformen sus estilos de vida hacia
modelos más saludables.
A continuación se describen tres indicadores de los que se desprenden barreras concretas referidas tanto a la situación individual de las mujeres, a las limitaciones en la organización y la relación que establecen con las instituciones y profesionales de la salud. La
combinación de estas tres variables genera un núcleo complejo de obstáculos, que sin
embargo es posible sortear si se enfrentan desde la perspectiva integral y comprensiva
de la pertinencia cultural.
• Autoestima y capacidad de incorporar cambios en los hábitos
El cuerpo de la mujer pobre no tiene valor cultural asignado, excepto como sostén de la
nueva vida durante la gestación. Esta desvalorización implica que la preocupación por
el cuerpo se manifieste sólo cuando se ha llegado a los extremos de deterioro y dolor.
Ello explicaría la mayor tolerancia a los estados de sobrepeso y la atención tardía de la
obesidad. El valor otorgado al cuerpo femenino nace de una dicotomía respecto a la
imagen corporal entre la mujer que “se cuida” y la mujer “dejada” (Aguirre, 2000). Así, las
mujeres pobres “dejadas” se perciben como sin energías, cansadas y estropeadas, todo
lo cual obedece a un mal estado de salud general y posiblemente a cuadros depresivos.
En relación al sobrepeso y obesidad femeninos, el concepto de autoeficacia resulta
relevante, en cuanto es necesario que las personas tomen la decisión de introducir
modificaciones en sus estilos de vida –dieta y actividad física-. Es de suponer que una
mujer con el perfil de “mujer dejada” tenga una autoeficacia baja.
La autoeficacia es “la confianza que tiene la persona en sus capacidades para
lograr cursos de acción necesarios para alcanzar los resultados necesarios. La
autoeficacia influiría en la determinación de metas que las personas se ponen
para sí mismas y las conductas que realizan para llevar a cabo dichas elecciones
o metas” (Campos y Pérez, 2007:214).
27
En este sentido, la intervención nutricional en
poblaciones que presentan baja autoeficacia, la que se vincula estrechamente con baja
autoestima, demanda como primera medida
enfocarse en mejorar la valoración de sí, antes de comenzar un programa que establezca
tareas concretas para bajar de peso.
En definitiva, la autoestima y la autoeficacia son
conceptos fundamentales para lograr la introducción
de cambios en los estilos de vida. Mientras los modelos
promovidos se perciban como imposibles de alcanzar, sólo causarán frustración,
haciendo muy difícil que las mujeres acepten ser parte de estrategias de prevención y
control de sobrepeso- obesidad. No obstante, se debe tener en cuenta que los aspectos psicológicos no son los únicos determinantes, sino que se enmarcan en un ámbito
mayor, como se verá en seguida.
• Planificación
A causa de la inestabilidad económica que predomina en este contexto, con períodos
de trabajo y períodos de cesantía, las necesidades y decisiones de las personas se clasifican según se encuentren en tiempos de “vacas gordas” o de “vacas flacas”, es decir, de
abundancia o de escasez, los que se suceden en ciclos fluctuantes. Los presupuestos
familiares varían de manera importante durante un mismo año, de un mes a otro o
incluso cada semana, lo que tiene un impacto directo en la disponibilidad de alimentos
al interior del hogar. Esta situación oscilante genera una vulnerabilidad compleja, pues
las mujeres y sus fa­milias no sólo deben lidiar con la limitación de la falta de recursos,
sino con la imposibili­dad de planificar sus gastos con una perspectiva de mediano y
largo plazo.
Como consecuencia, tenemos que la organización del presupuesto familiar es prácticamente diaria, lo que se traduce en una dificultosa previsión y planificación, que en términos alimentarios se manifiesta en la inexistencia de un menú semanal que garantice
la variedad de los alimentos, y que por otra parte, cuando los recursos están disponibles
se consuman todos de una sola vez, debido a la incertidumbre respecto al momento
en que se accederá nuevamente a ellos. En resumidas cuentas, no existe la capacidad
de evaluar cómo y cuánto se ha consumido hasta determinado momento y qué y cuánto se requerirá para el período siguiente. A esto se podría denominar “estructura de la
desestructura” donde los individuos van planificando lo mínimo desde la inmediatez,
extendiéndose desde el ámbito económico hacia otras esferas de la vida, como la organización del tiempo o la distribución de alimentos.
28
• Relación de las mujeres con el discurso de la salud y el conocimiento
nutricional.
Todas las mujeres estudiadas manejan un discurso oficial sobre cómo deberían alimentarse para mantener un buen balance nutricional: consumiendo frutas y verduras,
productos lácteos, legumbres de vez en cuando y ejercitándose regularmente. Se demuestra que no asistimos a un problema de difusión, ni de comprensión del mensaje.
De hecho, muchas de estas mujeres han sido parte de algún programa nutricional, sin
embargo estas experiencias han contribuido a crear reticencias al discurso salubrista,
debido a que se sienten juzgadas en lugar de acogidas, exigiéndoseles conductas que
les parecen imposibles de cumplir.
Causa de lo anterior es el hecho de que el discurso nutricional se entrega en un lenguaje
prohibitivo que indica un límite claro entre aquellos alimentos que se pueden comer
y los que no, demonizando ciertas comidas de uso cotidiano, como el pan y las frituras, productos que aparecen como irremplazables, llevándolas a alejarse rápidamente
del mensaje. De este modo, las personas resignifican el discurso nutricional como una
norma que constriñe, que se encuentra diseñada para otros/as por lo que no pueden
incorporarlo en sus propias prácticas, por lo que finalmente se desecha en bloque.
El discurso nutricional reelaborado por las mujeres se puede estructurar en base a
dos grandes categorías dicotómicas: existen los alimentos permitidos-saludables y los
prohibidos-no saludables. El problema que esta visión genera a la hora de ponerla en
práctica es que el primer grupo se visualiza como altamente restringido, reduciéndose
básicamente a frutas y verduras, en contados casos se menciona el pescado, las legumbres y las carnes magras, así como los lácteos especialmente para los/as niños/as. El
segundo grupo, en tanto, se comprende como amplio y abundante, por lo que la dieta
no saludable incluiría una lista interminable de alimentos que son justamente los más
comúnmente consumidos y apetecidos.
De esta manera, en el imaginario la dieta saludable se construye como un modelo rígido,
que anula cierto tipo de comidas. En la medida en que a los/as sujetos les parece imposible dejar definitivamente de comer grasas, frituras, masas, carbohidratos, azúcares,
simplemente rechazan la norma y se estructuran en torno a un tipo de consumo de
“excepción”, pues permanentemente se está comiendo lo que es tabú.
Asimismo, es común que se confunda lo saludable con un plan individual, de corto plazo
y cuyo objetivo único es bajar de peso y no como un estilo de vida que involucra a todo
el grupo y apunta al bienestar. La incorporación de los alimentos saludables es poco
atractiva, pues se entiende como el consumo aislado de vegetales crudos, lo que potencia que sean considerados como alimentos electivos y no como parte prioritaria de las
comidas.
29
De la combinación entre baja autoeficacia y un discurso nutricional que se percibe como
restrictivo, se obtiene que las indicaciones en lugar de ser acogidas son rechazadas y no
se traducen en prácticas concretas. Si a ello sumamos la limitada capacidad de planificación, tenemos que las mujeres cuentan con muy pocos recursos para transformar sus
pautas de alimentación.
Finalmente, estas tres variables que parecieran constituir un núcleo de obstáculos infranqueables, se vuelven accesibles al identificarlas y entenderlas tanto en su dinámica
interna como en su interacción. A partir de este ejercicio reflexivo, las metas que se planteen serán viables y tendrán la capacidad de generar impacto, sin necesidad de invertir
grandes recursos, sino haciendo uso de los que ya existen, pero reorientados a acciones
culturalmente pertinentes, que por lo tanto, hagan sentido en la población.
En sintonía con este desafío, se presentan en la siguiente tabla, recomendaciones específicas para el personal de salud que trabaja para controlar el sobrepeso-obesidad en
mujeres de nivel socioeconómico bajo.
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Tabla: Recomendaciones para el personal de salud.
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REFLEXIONES FINALES
El espíritu de este documento ha sido tender un puente de diálogo entre las disciplinas
de la salud y las ciencias sociales, en un esfuerzo común por lograr una comprensión
más acabada de la epidemia de sobrepeso y obesidad que aqueja a nuestro país, entendiendo que ésta responde a causas múltiples, que combinan factores biológicos, psicológicos y socioculturales.
En este sentido, relevamos la experiencia del trabajo interdisciplinario, que exige salir
de los respectivos reductos teóricos y metodológicos para buscar nuevos lenguajes y
enfoques comunes, lo que sin duda plantea un gran desafío, pero al mismo tiempo enriquece el entendimiento de los fenómenos estudiados.
Este modo de proceder implica un quiebre, no sólo con la manera de comprender y
ejercer la investigación, sino también con la posición que le otorgamos a la ciencia dentro del panorama social, cuestionando su estatus de verdad absoluta para compartir razonamientos múltiples provenientes de diferentes actores, orientados a la co-construcción de conocimientos nuevos desde la humildad y el respeto mutuo.
La incursión iniciada, que por cierto no se agota, abre nuevas interrogantes que merecerán futuros estudios. No obstante, esperamos haber conseguido dar luces sobre el
valor y relevancia de observar un problema que se manifiesta de manera individual,
pero cuyas causas son en gran medida globales.
Entender el sobrepeso-obesidad como una epidemia que se origina en las transformaciones macro y microestructurales de los últimos cuarenta años, exige la búsqueda de
explicaciones que vayan más allá del desbalance energético, para incorporar conceptos
que normalmente se han mantenido ajenos a las ciencias de la salud, pero que han sido
centrales para esta propuesta, como pobreza, género y pertinencia cultural.
Por último, confiamos en que la apuesta expresada en las páginas anteriores, repercuta
y tenga una buena acogida, para ampliar los caminos que nos lleven a todos y todas a
alcanzar una vida plena y de calidad.
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PNUD20199720Cap2001.pdf
Consideraciones para
identificar barreras
y potencialidades culturales
para el control y prevención
del sobrepeso y obesidad en
mujeres de bajos recursos
Autor/as
Carolina Franch Maggiolo
Paula Hernández Hirsch
Gerardo Weisstaub Nuta
Catalina Ivanovic Willumsen