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LA SOJA
UN PRODIGIO DE LA NATURALEZA
La preocupación dentro del sistema alimenticio en el mundo son las proteínas.
Debemos aclarar que estas sustancias –las “proteínas”- son consideradas como las
más importantes de los reinos orgánicos; sin las proteínas no sería posible la vida
ni animal ni vegetal.
Muchos fueron los autores que demostraron la importancia fundamental de las
proteínas, diciendo que, “el plasma total de las células de los tejidos existentes en
los reinos animal y vegetal, está compuesto de proteínas y sin ellas no podría
existir la vida organizada”.
Pero ¿que son las proteínas? Las proteínas son compuestos cuaternarios. Se
denominan así, porque entran en su composición, cuatro elementos fundamentales:
carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno. Además, a la proteína la integran ácidos
grasos, azufre, y fósforo, en forma de sulfatos y fosfatos respectivamente.
El gran error que quienes pretenden mostrarnos la importancia de las proteínas es
pensar, y lo que es peor, divulgar masivamente que, las proteínas debemos
incorporarlas con nuestra alimentación de proteínas ya elaboradas. Y que como la
carne de vaca, de cordero, a de algún otro animal herbívoro, tiene proteínas,
debemos comer indudablemente carne, porque suelen decir que, la carne hace
carne.
Si en verdad esto fuera así, la carne de la vaca no nos serviría puesto que este
animal jamás comió carne, tampoco la del cordero, y si no existiera la vida sin
proteínas por no comer carne, no existirían el caballo, ni el elefante, ni los simios,
ni los árboles ni las plantas. Ni existiríamos los vegetarianos quienes tampoco
comemos carne.
Esto nos hace pensar que las proteínas las elabora cada cuerpo según su necesidad
y su composición. Porque para poder nuestro cuerpo elaborar sus proteínas se
deben incorporar a la alimentación los aminoácidos correspondientes.
Este es un punto esencial puesto que las células del cuerpo humano para, poder
cumplir todas las funciones que su misión le impone debe nutrirse de los diez
aminoácidos esenciales para poder elaborar sus propias proteínas. Estos los
aminoácido son lo que deben ser incorporados en la alimentación.
Estos aminoácidos esenciales son: La arginina; Hístidina; Isoleucína;
Methionína; Felinamina; Leucina; Lisina; Threonina; Triptófano y Valina. Al
ingerir estos aminoácidos estamos nutriéndonos de la proteína más completa y
estos aminoácidos se encuentran en la soja. El organismo de por si sintetiza cierta
cantidad de estos, menos diez, que deben tomarse por medio de la alimentación.
Debemos ser sinceros para no ser mal entendidos. ¡Estos aminoácidos no
encuentran en la carne! La vaca, así como los animales herbívoros o frugívoros
adquirieron de la hierba o las frutas. Las carnes son un alimento incompleto y
apto para estos animales ni tampoco para el hombre, porque se hallan en
se
los
no
los
alimentos del reino vegetal. La Naturaleza dentro del orden armónico ha dotado al
mundo en que vivimos de tres Reinos en este orden” El Reino Mineral, El Reino
Vegetal y el Reino Animal. Según la escala evolutiva en que se estableció el orden,
el Reino Vegetal se debe nutrir del Reino Mineral y el Reino animal del Reino
Vegetal.
Cada uno de estos aminoácidos se relaciona con funciones específicas del cuerpo
humano.
La Arginina: es considerado como el “aminoácido de la fecundación” dado que en
su composición química el espermatozoide lo contiene en un 80%. Cuando este
aminoácido escasea, tanto en el hombre como en la mujer, estos experimentan un
debilitamiento en el instinto sexual que puede inclusive llevarlos a la impotencia.
La Histidina: este aminoácido tiene especial relación con la reposición de los
tejidos y con la producción de los glóbulos rojos.
La Lisina: la escasez de este aminoácido predispone a sufrir trastornos
relacionados con la neumonía, acidosis, mareos y anemia. También influye en la
mujer en el ciclo reproductor.
La Methionona: La falta de este aminoácido facilita la cirrosis y la nefritis
(enfermedades del hígado y del riñón). Gravita también en el mantenimiento del
peso normal y ayuda a conservar el equilibrio del nitrógeno en el cuerpo humano:
El nitrógeno es vital componente de las proteínas, de ahí la importancia en la vida
humana y animal.
La Fenilamina: Este aminoácido está íntimamente ligado a la vitamina C con lo
cual gravita en la cura de infecciones. Su escasez predispone al organismo a sufrir
males como reuma, la gota y otras afecciones similares.
En relación a la Leucina, Isoleucina, y Threonina se estima que tienen relación
con el normal equilibrio de nitrógeno en el organismo y también con la eliminación
de desechos y células muertas.
De la múltiple combinación de las proteínas el cuerpo humano al igual que un vasto
y complejo laboratorio, produce todas las sustancias que sus dispositivos
funcionales reclaman, como ser todos los jugos endocrinos, jugos digestivos,
lágrimas, saliva, etc., etc.
Para completar la lista de los diez aminoácidos debemos mencionar al Triptófano
importante como factor capaz de alejar los signos del envejecimiento prematuro y
de efecto similar al de la Vitamina A, y la Valina, directamente relacionada con el
sistema nervioso.
Por todo lo que se ha dicho el lector podrá apreciar con toda claridad la importancia
de introducir en su alimentación estos aminoácidos esenciales, requeridos y no
sintetizados por el organismo que son los que hacen una proteína integral y nunca
una proteína ya elaborada por otro animal que consumió estos aminoácidos, y
además para consumirla debemos cocinarla destruyendo su composición química.
En este sentido creemos que la soja es la única respuesta total, porque contiene
estos 10 aminoácidos requeridos aún después de cocinarla.
La soja además de que contiene las proteínas completas junto a sus aminoácidos,
por lo que sería suficiente para exaltar el valor dietético de este alimento debemos
consignar otros elementos muy importantes como ser las vitaminas del Complejo B,
Tianina… Niacina… Rivoflavina.
Su aceite es de óptima calidad rico en vitaminas A, D, E, F, y K. Su alto porcentaje
de ácido lino leuco (48%) hace de el un extraordinario regulador del colesterol, por
lo que desde el punto de vista terapéutico evita los trastornos que llevan a la
arteriosclerosis. La soja también contiene lecitina la que, por sus cualidades
curativas, promueve la admiración de los profesionales dado que está probada su
benéfica influencia en varias enfermedades serias. Los minerales y las vitaminas
que posee son de gran importancia para la nutrición y consolidación del sistema
nervioso.
No debemos confundir a la soja con las leguminosas comunes: Garbanzos, porotos
comunes (judías), arvejas, lentejas, habas, etc. Si bien estas leguminosas son
altamente proteicas no contienen los aminoácidos completos y debemos comerlas
con prudencia y no muy seguidamente, puesto que debemos dejar que el
organismo elimine lo que no necesita, puesto que si lo saturamos con elementos
innecesarios, estos se transforman en cenizas ácidas y ácido úrico, llevando al
cuerpo a enfermar de: reuma, artritis, artrosis, cálculos vesiculares, de hígado y
riñón, y algunas afecciones circulatorias, en razón de que tienden a elevar la acidez
en la sangre.
Debemos aclarar para tener en cuenta que, las leguminosas si bien ejercen tal
influencia cuando se abusa de ellas, cuando se las toma en su justa medida y
complementada con una dieta bien compensada su efecto negativo se neutraliza y,
por el contrario, resultan altamente nutritivas.
Nuestro organismo necesita según estudios científicos, apenas un gramo por kilo de
peso, todo lo que pase a ahí, en vez de ayudarnos nos perjudica saturando nuestro
sistema eliminativo. Debemos recordar que todos los alimentos vegetales, frutas y
verduras aptas para el consumo contienen proteínas en más o menos medida.
Recordando lo que dijimos al principio que “el plasma total de las células
existentes en los reinos animal y vegetal está compuesto de proteínas y sin
ellas no podría existir la vida organizada”.
La soja por ser la leguminosa más completa conteniendo los aminoácidos esenciales
que hemos descripto puede comerse diariamente, pero no más de 100 gramos en
total por día entre harina de soja, porotos, o leche, acompañando con
verduras o frutas, resulta bien clara y reciproca compensación.
Las purinas, como elemento perturbador en la circulación, son normalmente
eliminadas por las vías urinarias, pero no debemos recargar demasiado a nuestros
riñones para evitar dañarlos. El ingeniero químico Tomislav Kopsik declara que la
proteína de la soja no produce ácido úrico en la digestión, por lo que es un alimento
ideal para el reumático.
Pese a todo. Pese a todas las observaciones de sus detractores, la soja surge
siempre triunfante, no por la defensa de quienes la admiran sino por sus
cualidades extraordinarias con que la Naturaleza la ha dotado.
Lo ideal en la alimentación humana sería volver a ubicarse en la vida tal como la
realizan los seres vivos que se encuentran en plena Naturaleza, quienes no tienen
necesidad de acondicionar sus alimentos, como ser cocinarlos o aliñarlos. Pero es el
hecho de que el hombre se ha alejado tanto de lo natural que hoy en día, en razón
de haber perdido su pretérito instinto dietético, come y bebe de todo, al punto tal
que considera bueno y sano lo que en realidad lo daña y perjudica.
La práctica de la alimentación se ha convertido hoy en día en el arte culinario, con
total variedad de recetas, de comidas y bebidas que resulta asombroso que,
nutriéndose de ellas pueda aún el hombre sobrevivir. Esta es una de las causas por
la que existen tantas enfermedades a las que el médico se siente impotente de
poder atender en relación a todo el cuerpo humano y deba hacerlo parcialmente a
través de especialidades médicas.
La voluntad de retornar a la Madre Naturaleza es lo que hace resurgir el instinto
adormecido y devolver al paladar su sensibilidad selectiva, induciéndole a la simple
práctica de gustar y saborear los alimentos naturales.
Si la enseñanza Hipocrática “Que tu alimento sea tu medicina y que tu
medicina sea tu alimento” está vigente, más que nunca encuentra en la SOJA
su pleno exponente. El alimento es medicina cuando nutre al organismo
proveyéndole de los elementos necesarios formativos, funcionales y defensivos que
además no dejan en el mismo residuo tóxico. Como todos quienes creemos en
perfección del sistema inmunológico del cuerpo humano estimo que en esto reside
la enseñanza hipocrática, puesto que de este modo el organismo se desintoxica, se
regenera y se vivifica y se sana.
Las experiencias realizadas con la soja en la atención de diversas enfermedades la
señalan como altamente promisoria, tal como lo atestiguan numerosos testimonios
profesionales incluyendo mi experiencia personal.
La soja es de origen asiático y se la conoce en estos pueblos desde hace más de
cinco mil años. Ya en estos tiempos se la ensalzaba en los escritos imperiales de la
China destacándosela por sus virtudes dietéticas y terapéuticas. Se la incluía
dentro de lo que se consideraban las cinco semillas sagradas junto con el
trigo, el arroz, la cebada y el mijo.
El ser humano, en su orden constitutivo es de naturaleza dual: una es animal, el
cuerpo físico activado por el instinto, y la otra es el ángel iluminado por la luz del
espíritu. Si para alimentarse el hombre recurre al sacrificio de animales condiciona
lo que es él como ángel al instinto animal, y de este modo malogra su posibilidad
de ser feliz.
No puede el ser humano gozar de una dicha verdadera sabiendo que en el mundo
se sacrifican anualmente más de mil millones de animales tan solo para satisfacer
sus instintos ancestrales y su gula. Causa escalofrío el solo pensar como se ha
podio llegar a esta cifra pavorosa. Incuestionablemente este estado de cosas exige
un cambio en el sentir del hombre, sobre todo porque no existe una razón valedera
que fundamente su actitud y porque al contrario ya suena la hora que el ser
humano obre en consecuencia y responsabilidad.
Los más grandes Maestros de la humanidad predicaron que florezca en el corazón
del hombre la piedad y el amor. Para que el ser humano logre vivir en paz y
bienestar necesita corregir su conducta procediendo con respeto y justicia. Se
estima que este es el reto que la vida le presenta al ser humano; que la violencia
instintiva se disipe y el mundo arribe a un orbe de orden y paz. Solo existe una
excepción como nos dijo el Gran Maestro Jesús que faculta al hombre a proceder en
contra de sus hermanos inferiores los animales; esta es, cuando éstos constituyen
un peligro para su salud así como, para la seguridad de su vida.
Los expertos en nutrición sostienen que el ser humano, en su devenir histórico,
pasó por cuatro etapas alimentarias. En la primera, se alimentaba en estado
natural, es decir, comía lo que la Naturaleza les ofrece. Esto prueba de modo
fehaciente que el ser humano en aquellos tiempos no se alimentaba de carne
puesto que no poseía medios naturales para cazar aquellos animales enormes y
menos aún para comerlos ya que no existía el fuego.
La segunda etapa se da cuando naturalmente no alcanza el alimento a raíz del
crecimiento demográfico. Es así que el hombre se hace agricultor y de este modo
complementa cuanto hace falta.
Pero como este recurso tampoco es suficiente debido a que continuó el crecimiento
demográfico y porque las técnicas eran muy elementales haciendo que la tarea
agrícola fuera sumamente agobiadora, el hombre se inclinó hacía el recurso más
simple y rendidor, alimentarse también de los animales. De este modo llegamos a
la tercera etapa en la cual se complementa lo que la Naturaleza brinda con lo que el
hombre produce y con el consumo de carne animal.
Pero aún así la era moderna, con su “expansión demográfica” hace insuficiente los
recursos de la tercera etapa. Por ello entramos ahora en la cuarta etapa a la que se
la denomina con el nombre de “QUIMURGIA”. Consiste en la acción integrada de
la “Química y la Tecnología”.
La Química ejerce su acción en la preparación del suelo mediante la incorporación
de nutrientes o fertilizantes, la defensa contra las plagas, la sanidad vegetal y la
protección contra los depredadores de los cultivos. La Tecnología, por su parte y en
intima interrelación con la Química, en la acción mecánica, en la preparación de los
suelos, en la siembra, el cultivo, el riego, la cosecha, la conservación, el transporte
la industrialización, etc. etc. Sería un gran aliciente en esta cuarta etapa.
“QUIMRGIA” si se tuviera en cuenta la salud de la población en virtud de los
medios que intervienen y gravitan, las necesidades alimenticias para la
supervivencia humana definitivamente satisfechas.
Pero lo más lamentable es que en su avance, la química se olvida que algunos
elementos incorporados en virtud de dar mejor producción y vista a los alimentos
dañan la salud del ser humano.
La psicología trascendente estima que el dolor y la angustia del alma animal se
proyecta sobre en subconsciente colectivo y, como todos los integrantes de la
comunidad recibimos la influencia de éste, nuestra alma personal sufre el influjo de
aquélla.
Hay muchas personas que, por su desarrollo incipiente o desarmónico, canalizan la
rebeldía y la ferocidad del alma animal, y es así que mucha violencia, la crueldad y
la depravación que azota actualmente a los pueblos, tiene en eso su causa y
origen.
La experiencia y la observación llevan a la conclusión que el alimentarse con carne
enferma al cuerpo y al alma y la mayoría de los seres humanos individual y
colectivamente se vuelven agresivos, traicioneros, y faltos de amor entre
hermanos. Se matan unos a otros por diferencias políticas, religiosas o territoriales.
Todas estas implicancias pueden superarse favorablemente si suplantamos la
alimentación de la carne por la SOJA.
Ya la Naturaleza nos ha dado la solución hace varios milenios, pero el ser humano,
en su porfía, en su ignorancia y en su ambición, no acepta la proposición, y así
sufre individual y colectivamente. Los ideales armónicos nos invitan a esta
consideración y a que tomemos la iniciativa por el cambio.
En cada uno de nosotros está el tomar la decisión de vivir en salud, en paz y
armonía, para poder disfrutar de dicha y bienestar.
José Marco Vallés
Dr. En Naturología Aplicada.