Download Conceptos trazadores Crear vale la pena

Document related concepts

Vulnerabilidad social wikipedia , lookup

Producción social del hábitat wikipedia , lookup

Diversidad cultural wikipedia , lookup

Igualdad social wikipedia , lookup

Posnacionalismo wikipedia , lookup

Transcript
Conceptos trazadores de CVLP
Los conceptos aquí desarrollados son los que estructuran el esquema de pensamiento
desde el cual Crear vale la pena instala “sentidos y significados” y desde el cual se
organizan sus prácticas. Si bien estos conceptos se encuentran ampliamente
relacionados e interrelacionados aquí los dividiremos solo a efectos de una mejor
individualización y análisis. Entendiendo que sus múltiples relaciones posibilitan
pensarlos como una trama que se crea y recrea continuamente de una manera
dialéctica.
ARTE
El arte en sí y el arte como mediación (de lo estético a lo político)
I. Arte como potenciador de recursos individuales y colectivos.
El arte como parte integrante de la cultura se relaciona con la creatividad, la
innovación y la emoción. Es una necesidad vital que estimula permanentemente lo
mejor de la imaginación humana.
Por ello se hace necesario pensar los alcances del arte como un obrar
productivo, como una fuerza ligada a la construcción de identidad y sentido social.
El arte en tanto fuerza transformadora que - aún en contextos materiales que
desvalorizan y desmotivan a los actores, afectando su subjetividad - tiene una
potencialidad que produce mejores posibilidades para el desarrollo de nuevas formas
de ciudadanía. De esta manera el arte puede contribuir a la construcción de un
mundo solidario que rescate, recupere y construya identidades reparadoras del daño
que esas condiciones materiales desfavorables producen en los sujetos y en las
comunidades.
II. Arte como vínculo.
El arte es vincularidad que se juega en dos planos:
♦
el plano de la producción de sentido individual y colectivo: es decir el arte como
movilizador del pensamiento crítico, como reparación de la estigmatización y la
diferenciación, como posibilidad de confrontación y de construcción de una
cultura alternativa.
El arte no es un objeto o una cosa, sino un vínculo. La creación artística es la
posibilidad de generar un campo imaginario y un conjunto de prácticas, que
estimulan la producción de otros campos imaginarios y que se retroalimentan mutua y
sucesivamente.
La obra artística ofrece su corporeidad (actor-música-cuadro) para que los
otros (espectadores) puedan proyectar sus campos imaginarios propios desde este
estimulo en sus propios espacios sociales y culturales.
Por ello CREAR sostiene que el arte y en particular las prácticas artísticas
transversales, generan conexiones entre espacios sociales diversos, ámbitos de
producción conjunta, en los cuales se producen sentidos desde lo diverso,
constituyéndose de ese modo en una herramienta fundamental de la construcción
cultural y de la comunicación entre culturas singulares.
Las prácticas enraizadas sobre este modo de entender el arte construyen
contextos de oportunidad para que aquellos que han perdido su derecho a ser artistas
lo recuperen y ejerzan esa posibilidad de imaginar y componer algo juntos como
comunidad humana; nuevas identidades que despiertan en la voluptuosidad, la
fusión, la desmesura y el plus de vida que el arte despliega desde esta visión y práctica
del arte.
♦
el plano de la práctica social integradora: el arte como acción que organiza,
moviliza, genera grupalidad.
Las prácticas derivadas de esta visión del arte asentadas en su potencialidad
de conexión transversal entre espacios sociales y campos simbólicos, constituyen
herram cientas privilegiadas de integración social y promoción comunitaria de las
personas.
Es así que la producción de expresiones artísticas de CREAR es una acción
socio- cultural productora de mecanismos generadores de condiciones de posibilidad
y de oportunidad, de integración y ampliación de espacios individuales, grupales y
sociales.
El arte concebido como producción social de espacios de libertad, como
manifestación de lo humano, tiene la capacidad de albergar y potenciar la diversidad
y las diferencias, siendo ésta la base teórica y práctica desde la cual apostamos a
revertir situaciones de pobreza y exclusión. Desde allí, se provoca y se promueve la
construcción de un nuevo espacio organizacional, social y cultural, que busca
prefigurar siempre una sociedad más justa, solidaria y democrática.
CREAR se ha desarrollado a partir de una revalorización permanente de la
producción artística y de la obra - es decir “del hecho artístico” - como proceso social
y comunitario creador de nuevas estéticas, nuevas metáforas y emociones.
El arte como práctica es estudio, es proceso de enseñanza- aprendizaje, es
relación social y es vínculo personal, es práctica política y práctica de transformación.
Los encuentros de individuos y grupos provenientes de diversos espacios
sociales con el arte, su producción y sus variadas modalidades de expresión, son
semillas de institucionalidad para el desarrollo cultural.
III. Arte como política
Esta forma de entender el arte y su práctica, ha sido y es la manera por la cual
CREAR se relaciona con el mundo y se propone transformarlo. Desde allí se vincula y
actúa en las comunidades, potenciando las capacidades existentes para la creación
de nuevas formas y símbolos que buscan expresar la emoción, en un proceso
multidimensional en el que los sujetos y sus entornos van cambiando en su interacción
mutua y con la realidad. Una premisa que CREAR sostiene es la existencia de
capacidades más allá de las determinaciones de las condiciones materiales de vida.
El rescate desde el arte de esas capacidades, se convierte en una estrategia de
valoración del capital humano y del capital social de los individuos y de las
comunidades.
Los hechos artísticos por lo tanto son transformadores de las formas de
interpretar el mundo y esto es lo que posibilita que sus protagonistas se transformen a
su vez en creadores de nuevas realidades, en sus propios espacios comunitarios.
Los procesos estéticos creativos y participativos producen nuevas modalidades
del hecho artístico, casi siempre ligadas en diferentes escalas a transformaciones
personales, sociales y políticas. Las experiencias protagonizadas con niños, presos,
desocupados, dirigentes etc. muestran que en un proceso artístico creativo y
participativo, el final del camino nos encuentra siempre más libres, más capaces y más
fuertes.
ORGANIZACIÓN SOCIAL
Un cambio de paradigma, de la pirámide a la red, gestión y administración
Parece utilizarse el concepto de lo social como sinónimo de carencia y se lo
recorta en su alcance al ámbito de la pobreza, dando cuenta de ese modo de que el
propósito de CREAR es trabajar desde el arte en las situaciones de carencia, de
desventaja social.
Se profundiza de manera más profusa sobre el concepto de “organización
social”, como eslabón imprescindible para generar procesos creativos, expresivos y de
cambio.
La organización social para CREAR es tanto un medio como un fin. En el primer
caso se presenta como el dispositivo necesario para instalar la cuestión del arte en
contextos de pobreza y desde allí convocar a los jóvenes. En el segundo caso,
constituye una finalidad en tanto también se propone generar espacios autogestivos
que profundicen las capacidades de organización y autonomía de los grupos.
Es interesante recuperar algunos aportes de Genro (1997) en relación con la
noción y potencialidad del concepto de organización social, ya que este afirma que:
“la reivindicación ciudadana comienza como un proceso de construcción de miles de
organizaciones que promueven la autoorganización de la comunidad en torno a sus
intereses particulares, predominantemente situados en la esfera de la reproducción,
creando una esfera pública no estatal que genera nuevas formas de autonomía e
inclusión alternativas”. Según Genro, estas organizaciones son mediadoras de la
acción política directa de los ciudadanos y, a su vez, crean las condiciones para
instalar sus intereses y reformar el ejercicio del poder político en el ámbito local.
La noción de transformación aparece vinculada también a una expectativa y
voluntad de ampliación del espacio de incidencia, es decir a un cambio de la escala
de las intervenciones que potencie y maximice la acción política para la
transformación social.
Esta necesidad parece sustentarse en el reconocimiento explícito del espacio
local como un laboratorio de transformaciones sociales, administrativas y políticas, que
según Sonia Fleury en muchos casos “se generalizan posteriormente en el ámbito
nacional”.
El concepto de organización social que es fundante de la práctica de Crear se
fortalece en el nivel micro social, local, barrial para luego potenciarse y sumarse a la
noción de transformación social, colocando este desafío en un plano social macro, en
el cual resulta necesario desarrollar una acción política de incidencia.
El trabajo con otros, el trabajo en red es un medio inmejorable para potenciar
organización social y con ella la transformación a través y desde el arte. Esto implica el
reconocimiento de que todos los actores sociales tienen saberes y experiencias que
pueden y deben ser transferidas como parte de una estrategia de acción de mayor
escala, en la cual Arte y Transformación Social, contribuyan a reparar la profunda
fractura social, la crisis social e institucional, y las oportunidades de inclusión y de
desarrollo de capital humano y social.
Prácticas de gestión referidas a medios (estrategias)
Las estrategias centrales de la organización son:
lo territorial : el entorno de los Centros Culturales Comunitarios y el nivel local,
lo temático: prácticas vinculadas al campo del arte y las disciplinas artísticas, la
educación, el desarrollo comunitario y la participación ciudadana;
♦ los circuitos culturales: implican prácticas de inclusión, de intercambio y
participación en circuitos culturales en los que fluyen los productos artísticos (entre
los que se cuentan los de CREAR), reuniendo personas y organizaciones de
diferente condición socioeconómica;
♦ sostenimiento transversal: supone prácticas de soporte tales como el desarrollo de
recursos, de evaluación, administración, gestón de proyectos, etc.
♦
♦
Importancia y priorización de la estrategia territorial de la organización:
Desarrollar Centros Culturales Comunitarios como espacios privilegiados para la
formación profesional, artística, pedagógica y organizativa de jóvenes en situación de
pobreza, integrando esos centros a un circuito cultural más amplio que reúne artistas y
público de diferente condición socio económica.
♦
♦
La modalidad de implementación de estas prácticas implica:
La práctica participativa como impulso para la acción democrática.
Promover redes y acciones de gestión asociada.
Prácticas de gestión referidas a fines (estratégicos)
Supone el ordenamiento de prácticas éticas, políticas y organizacionales que
pretenden alcanzar los siguientes resultados:
♦ Centros culturales comunitarios instalados y fortalecidos como espacios de
inclusión social, para beneficio de los jóvenes en situación de pobreza y de su
entorno.
♦ Incidencia en políticas públicas a partir de los centros culturales comunitarios.
♦ Construcción de organizaciones autónomas y sustentables.
♦ Desarrollo de objetos y servicios culturales desde los cuales promover una
economía y un plan de inserción social fuera del barrio.
TRANSFORMACIÓN SOCIAL
Arte, Organización y Transformación Social
El núcleo estructurante de la relación Arte + Transformación es la noción de
cambio / transformación de y en las personas, proceso que, enmarcado en el
dispositivo de Organización Social puede potenciar esa capacidad transformadora en
un plano colectivo, comunitario y en una práctica política.
La relación Arte + Organización Social se constituye en un dispositivo de
intervención social que encuentra un espacio singular (el barrio y dentro de este los
Centros Culturales Comunitarios) para la producción de sentido, para la creación y
expresión junto a la autogestión y empoderamiento de los jóvenes, y para generar
desde allí acciones de incidencia en un espacio más amplio como modo de contribuir
más fuertemente a generar condiciones de posibilidad para la integración social de
estos grupos desfavorecidos.
Generar espacios destinados a la formación de calidad en arte, sustentados en
la promoción y desarrollo de procesos de organización social local y de gestión
comunitaria, supone un recorrido a través de nuevas formas de intervención social
aplicada a procesos de transformación cuyo propósito último es la inclusión social y la
construcción de una sociedad más equitativa.
Conocer y reconocer a los actores sociales, incorporar lo diverso de las
miradas, intereses y expectativas de los otros, es un juego de relaciones basadas en
códigos de respeto a lo diverso que es posible y necesario promover - tanto en el nivel
local y comunitario como en espacios desterritorializados - en los que, los objetivos y
apuestas en común logren generar condiciones de incidencia en la agenda pública
para hacer posible esa transformación social con equidad.
La propuesta de CREAR es trabajar desde la “desestigmatización”, y hacerlo
implica el reconocimiento de la pobreza como situación objetiva de existencia, que
afecta en particular a los jóvenes hacia los que dirige su acción. Desde esa
perspectiva es que los jóvenes son considerados “sujetos” y no una categoría
(“pobres”), desde allí es que se reconocen y potencian sus capacidades y
posibilidades.
Para superar las barreras de la exclusión deben promoverse ámbitos para la
generación de identidades sociales e institucionales que hagan accesible a todas las
personas el efectivo uso de sus derechos a la producción de signos o sentidos.
EDUCACIÓN
“...CREAR es una ONG que desarrolla un programa que integra la educación,
el arte y la organización social, el objetivo es que los jóvenes logren proyectarse,
afianzar valores como la solidaridad, revalorizar la idea de compromiso a través del
arte”
En lo que podríamos denominar o considerar como enunciación de la misión
de la organización, la educación comparte protagonismo con el arte y la
organización social.
Lo educativo penetra todas las prácticas de la organización, ya que la
aproximación a las disciplinas artísticas - tanto como herramienta para recrear y
fortalecer identidades o bien como formación profesional - requiere de un espacio de
aprendizaje, de construcción de conocimiento que llevó a CREAR a formar a sus
propios docentes, como expresión y concreción de un abordaje y una estrategia de
acción centrada en el desarrollo de capacidades a través de la educación en el arte.
Así, en CREAR lo educativo adquiere tres sentidos que coexisten, conviven y
hasta resultan complementarios:
♦
♦
♦
lo educativo como proceso de aprendizaje que descubre y fortalece identidades
y capacidades,
el proceso como práctica de formación profesional en disciplinas artísticas.
lo educativo como escuela-taller: aprender enseñando, transmisión como
socialización del saber
En su propuesta de educación no formal concebida como un espacio de
formación permanente, CREAR se propone trascender el encuadre tradicional de
enseñanza – aprendizaje, trabajando con las personas desde sus potencialidades y no
desde las carencias.
Ello implica la consideración de los sujetos como sujetos creativos,
independizados y autonomizados de los estigmas y rótulos que se construyen como
categorías analíticas y se cristalizan como “clusters” que limitan, determinan y
delimitan los alcances de la experiencia de vida de las personas, más fuertemente la
de aquellas que se encuentran en situaciones desventajosas.
Desde esta perspectiva no existen vacíos a llenar en las personas, sino
capacidades a desarrollar. Y esas capacidades se potencian en espacios de
formación que horizontalizan los vínculos, haciendo posible el reconocimiento de las
propias capacidades, de la existencia de los otros y de las capacidades de los otros y
la posibilidad de poner en común un proyecto creativo.
De este modo lo educativo se constituye en una herramienta poderosa de
transformación de la vida de los individuos en situación de pobreza.
Aprender haciendo con el otro, en la diversidad y en la alteridad, en un
espacio social y comunitario que requiere y aporta a su vez la posibilidad de la
organización social como soporte y vehículo para la concreción de proyectos
expresivos y transformadores de las situaciones de desafiliación social y de exclusión.
Aprender enseñando. Educación-Acción
En este encuadre la formación socio-cultural de los jóvenes como agentes de
cambio y transformación, no se agota en la expertise de una disciplina artística, sino
que requiere el desarrollo de capacidades para construir y sostener procesos de
organización social. Es decir que requiere del manejo de herramientas de gestión y
administración cultural y de animación socio- comunitaria, que propicien la
continuidad en el tiempo y la sustentabilidad de los emprendimientos y experiencias
Por eso hace falta producir una nueva humanidad que sea capaz de reparar
la profunda fractura social que la exclusión ha generado, estimulando el desarrollo y
valorando las capacidades y potencialidades de los sujetos excluidos. Otorgando - a
través de la formación para insertarse en el mundo del trabajo y a través de la
educación - una identidad reconocida socialmente que los acredite para su desarrollo
personal.
Un camino posible, abierto a la creatividad de esas nuevas subjetividades e
identidades, es la propuesta de generar espacios comunitarios productores de arte
sustentados en la participación, la autogestión y la toma de decisiones por parte de
los jóvenes en situación de pobreza y exclusión como modo de derribar las barreras
que les impiden el ejercicio de su derecho al acceso a los bienes culturales y a la
participación social.
En las prácticas educativas se menciona el arte como práctica desde lo no
formal, desde el brindar herramientas de formación, que promueven y potencian
prácticas de integración social, de inserción laboral, de desarrollo de los espacios
comunitarios, en fin, prácticas de transformación social.
EXCLUSIÓN E INTEGRACIÓN SOCIAL
Pobreza
En un mundo en el que los recursos se distribuyen inequitativamente, el
problema no es la generación de riqueza sino el no poder generar una construcción
política, social y cultural que haga posible el desarrollo armónico y el bienestar de las
personas y las sociedades.
La pobreza es una construcción política y cultural, resultado de un modelo
económico de acumulación que requiere de la iniquidad y la desigualdad para
sostenerse en el tiempo.
Esta concentración de poder va limitando y cercenando el acceso a la
producción material y simbólica de proporciones significativas de la población, en
especial de los jóvenes, comprometiendo y condenando su futuro a la desafiliación y
a la pérdida de derechos básicos y por ende a su desarrollo personal y social.
Este proceso es el que instala no sólo la pobreza - pensada como un problema
económico – sino la exclusión social entendida como una condición social y personal
que trasciende el plano de lo material, configurando una situación de vulnerabilidad
que definitivamente instala a la pobreza por fuera del plano material – económico
para erosionar los basamentos sobre los que se construyen y se recrean las
identidades. Pobreza de este modo habla no solo de la carencia material sino de un
contexto de imposibilidad de desarrollo personal y grupal.
Esto conlleva procesos de “estigmatización” que refuerzan - desde los
lenguajes y los comportamientos - el círculo de reproducción de esa situación de
privación material y simbólica (capacidades), al punto de constituirla en una
imposibilidad de atravesar el límite entre la pobreza y la no-pobreza.
Exclusión
El proceso de cristalización y naturalización de las condiciones de privación
material que caracterizan y definen a la pobreza, en la medida que se prolonga en el
tiempo, aumenta la brecha y la separación entre grupos favorecidos y
desfavorecidos. De este modo estos últimos quedan relegados no sólo del acceso a la
riqueza material, sino que experimentan una situación de marginación respecto del
acceso a los bienes culturales, profundizándose sus condiciones desfavorables,
configurándose así una verdadera situación de exclusión.
CREAR se aproxima a la noción de exclusión como privación y marginación de
los sujetos en situación de pobreza (material) respecto de los universos simbólicos que
permiten el desarrollo del pensamiento critico, de la expresión y de la construcción de
identidades. Se identifica la exclusión con la privación del derecho al acceso a la
producción y consumo de los bienes y servicios culturales.
La exclusión levanta una barrera que separa, segrega, fragmenta y genera
identidades dañadas, impidiendo de ese modo la producción de una nueva
subjetividad desde los sujetos excluidos. Inhibe el surgimiento de un ser que se exprese
desde sus capacidades y potencialidades que están presentes pero reprimidas en
función del contexto desfavorable que la pobreza enmarca.
Cuando todas las redes protectoras fallan (la seguridad social, el empleo, las
familias, la solidaridad comunitaria, etc.) las personas se precipitan hacia situaciones
que parecen irreversibles.
El desafío es cómo construir estrategias de intervención social que logre su
reinserción social, su inclusión como sujetos productores de sentido.
Sin embargo, Amartya Sen advierte que numerosos problemas vinculados a
privaciones resultan de condiciones desfavorables de inclusión y condiciones adversas
de participación más que de situaciones que puedan ser consideradas como un caso
de exclusión. Es decir que para Sen la exclusión se configura a partir básicamente de
la violación de derechos.
No mera incorporación: Integración
Indudablemente no se puede pensar sobre la pobreza sino se piensa a su vez
en su relación con la desigualdad social. Según Amartya Sen la pobreza es no tener
acceso a los recursos necesarios para “ser capaz” de realizar actividades mínimas
relacionadas con la supervivencia, entre ellas la alimentación, la salud, la
reproducción, las relaciones sociales, el acceso a la educación y el desarrollo de
conocimientos y la participación social.
El acceso a la cultura es un derecho esencial, nos instala en el ejercicio del
derecho porque nos instala como productores de sentido. La definición de nuevos
derechos, nuevas leyes, nuevas reglas de juego provendrá básicamente de la
modificación de los modos de producción cultural. Y estos, simplemente se verán
transformados por el ingreso a la producción de sentido de personas en situación
sistemática de exclusión. ¿Exclusión de qué? Sencillamente exclusión del ingreso a la
producción simbólica o la producción de nueva subjetividad o más sencillamente aún,
de “más ser”. Esto es lo que básicamente hace falta para producir la nueva
humanidad que todos estamos necesitando. Los problemas de inequidad son,
además de realidades vinculadas a lo económico, fundamentalmente, temas
culturales. La pobreza como construcción, es decir, la necesidad de que muchos
tengan poco o nada para que pocos tengan mucho es una construcción cultural y no
una vicisitud de la vida económica. La pobreza de nuestro siglo, la estructural y la
móvil, son ambas hoy innecesarias para la existencia de bolsones de riqueza. El drama
de nuestra cultura hoy no es la problemática de la “acumulación originaria” sino el
drama mayor de la “acumulación de poder”. El sistema-mundo capitalista es una
cultura donde el poder está para ser ejercido. Su ejercicio es inevitable y su
conservación (sustentabilidad) depende exclusivamente de su capacidad de
concentración y crecimiento. Esta es la contracara de lo que se manifiesta en el
campo de la cultura como falta de acceso de millones de personas a la producción
simbólica y a sus circuitos de circulación. Esto tiene como efecto la reproducción de
los círculos de pobreza y exclusión presentes y futuros. Del mismo modo sostenemos
que el arte no es un objeto sino un vínculo, decimos la exclusión no es la dificultad de
un grupo social sino la dificultad de un vínculo social dañado, fracturado. No se trata
de capacitar-adaptar excluidos a un sistema social sino generar en cada sujeto social
la capacidad de producción simbólica que asegure su lugar como sujeto de derecho.
El descubrimiento y desarrollo de capacidades claramente se convierte en una
estrategia de relevancia - desde esta concepción de la pobreza – que orienta las
propuestas y acciones para revertirla.
IDENTIDAD, CIUDADANIA y DERECHOS
Identidad
La exclusión levanta una barrera que separa, segrega, fragmenta y genera
identidades dañadas, impidiendo de ese modo la producción de una nueva
subjetividad desde los sujetos excluidos. Inhibe el surgimiento de un ser que se
exprese desde sus capacidades y potencialidades que están presentes pero
reprimidas en función del contexto desfavorable que la pobreza enmarca.
Para superar las barreras de la exclusión deben promoverse ámbitos para la
generación de identidades sociales e institucionales que hagan accesible a todas las
personas el efectivo uso de sus derechos a la producción de signos o sentidos
La identidad personal representa aquello gracias a lo cual el sujeto se reconoce a sí
mismo y los demás reconocen en él como al mismo ser humano en el curso de su
existencia. Esta identidad no es sin embargo algo sustancial, unívoco y estable desde
el nacimiento hasta la muerte. Se constituye a partir de una permanente dialéctica
entre lo uno -lo propio- y lo ajeno -lo otro-. La identidad del sujeto no implica un
sometimiento a lo otro como condición para su supervivencia, lo otro y el otro,
entendido como ajeno a sí mismo es constitutivo del sujeto. La identidad personal
implica la ubicación del sujeto en el tiempo y en el espacio.
Gracias a la posibilidad de elaborar metáforas y compartir gracias a ellas un mundo
con otros, es que el sujeto puede a través de la construcción de un relato integrar la
multiplicidad que representa su propia mirada y la de los otros sobre su existencia, para
dar cuenta de sí.
Es en el lenguaje, donde los individuos se expresan como iguales, y pueden entonces
prescribirse responsabilidades y obligaciones en tanto sujetos morales que luego
responderán por ellas. El lenguaje compartido implica justamente la posibilidad de un
orden justo, porque en él, el yo y el tú se expresan como intercambiables, dignos del
mismo respeto y con las mismas capacidades.
La constitución del sujeto es el resultado de una dialéctica entre lo idéntico y lo plural,
y no de la exclusión de los términos: lo univoco permite la conciencia de sí y lo plural el
reconocimiento del sujeto. Si renuncio a lo diverso, no hay distinción posible. Al
renunciar a mí, renuncio al sí, a él, al tú. Y si no concibo nada común al yo, al tú, a él
no tengo tampoco forma de saber qué es lo diferente.
La reparación de identidades dañadas es un proceso individual que se confirmaconsolida y toma consistencia en un diálogo con la construcción colectiva en
pequeños grupos de trabajo o gestión que le dan continuidad a las acciones artísticas
que operan las transformaciones individuales. Un capital social que me “sostendrá mas
allá de mis fortalezas y debilidades”
Es la capacidad crítica y autocrítica, la capacidad de relación con los demás, y de
integración de mundos heterogéneos lo que equipa al sujeto para habitar en el futuro.
Educar en el respeto de la diversidad, en el reconocimiento del otro y en el ejercicio
de solidaridad, son condiciones para ampliar y enriquecer la propia identidad.
Esta consideración del otro y de lo diverso implica pensar desde la alteridad por la
diferencia. Esto convierte al aprendizaje de la diferencia en aprendizaje de la
ciudadanía.
CREAR como proceso de aprendizaje busca descubrir y fortalecer identidades y
capacidades como condiciones de equilibrio entre la formación de destrezas
competitivas (el aprendizaje de disciplinas artísticas) con el desarrollo del espíritu
crítico, la autorreflexión y la búsqueda, revalorización y recreación de la propia cultura
de los grupos, se propone el desarrollo de sujetos autónomos que recuperen sus
condiciones de posibilidad a partir de descubrir y poner en acción sus capacidades.
Como consecuencia de ello, contribuye a la construcción de ciudadanía y de
ciudadanos (en un intento de superación de la exclusión) y por otro lado también se
propone “producir” recursos humanos con competencias específicas en el campo de
las disciplinas artísticas (formación profesional).
Construir ámbitos para la generación de identidades sociales e institucionales que
hagan accesible a todas las personas el efectivo uso de sus derechos a la producción
de signos o sentidos
Ciudadanía
El núcleo que estructura sentidos y significados es aquél que refiere a la organización
social como espacio de encuentro, de vincularidad y de implicación, donde anidar y
potenciar capacidades y posibilidades. Este concepto de organización suma una
direccionalidad que lo vincula a un plano de acción política – en el sentido de lo
aportado por Genro – desde el cual colocar en la agenda pública nuevas cuestiones
y respuestas que reivindiquen el lugar y el sentido del arte como estrategia para el
desarrollo social.
Según Pablo Gentili, la noción de ciudadanía puede ser entendida por lo menos
desde tres miradas:
1. Ciudadanía, como un conjunto de derechos formales y legales establecidos
2. Ciudadanía, como el ejercicio de un conjunto de prácticas responsables de
intercambio en la esfera del mercado.
Solo se puede ser ciudadano en el mercado.
Ciudadano = consumidor.
3. Ciudadanía, como una práctica social, para la cual el reconocimiento del
carácter jurídico de los derechos es una condición necesaria pero no
suficiente, en términos de lograr que la práctica social tenga las siguientes
condiciones:
•
•
•
•
Igualdad (sustantiva)
Derecho de democratización real de la gestión democrática del poder
Principio de solidaridad
Necesidad de utopía. Construcción de un horizonte utópico.
Según la definición que adoptemos se priorizara uno u otro derecho. El ejercicio de los
mismos se manifiesta en la posibilidad de diálogo entre las distintas instancias de la
sociedad.
Los Derechos Humanos
El enfoque de derechos es una propuesta de lectura de la realidad que se
fundamenta en el vínculo existente entre la Convención sobre los derechos del niño y
la Declaración Universal de derechos humanos, estableciendo como esencial, el
hecho de que los derechos del niño, la niña y los jóvenes son derechos humanos.
Los derechos humanos son una construcción histórica, están íntimamente vinculados a
las necesidades de las personas, estas necesidades fueron en principio sentidas como
básicas y esenciales para poder vivir como personas, cuando adquieren carácter
colectivo fundamentando luchas sociales reivindicativas se constituyeron en derechos
humanos.
NECESIDAD
Toma de conciencia Colectiva
Acción Política
DERECHO
Trabajar desde el enfoque de derechos implica promover el desarrollo de
capacidades del ser humano y de la comunidad, sobre la base del respeto y la
defensa de los derechos humanos.
Consideramos que los derechos son indivisibles e integran una unidad total que
constituyen la dignidad de las personas. Su evolución, desde la Revolución Francesa
(1789) hasta la actualidad, presenta cuatro etapas o generaciones sucesivas de
derechos humanos:
Derechos de
primera
generación
Son los derechos civiles y políticos: que garantizan las libertades
individuales de expresión, asociación, religión, etc. y la
participación política, fundamentalmente el derecho al voto.
Su origen se remonta a la Declaración de los Derechos del
Hombre y el Ciudadano de la Revolución Francesa. Entre estos
derechos se encuentran:
El derecho a la vida y a la integridad física.
El derecho a pensar y expresarse libremente.
El derecho a participar en el gobierno del propio país.
El derecho a no ser detenido sin causa legal.
El derecho a un juicio justo, con garantías de
imparcialidad.
El derecho a la propiedad.
El derecho a comerciar libremente.
Derechos de
segunda
generación
Son los derechos económicos, sociales y culturales que se
establecen como consecuencia de las revoluciones obreras de
los siglos XIX y XX. Entre ellos se encuentran:
El derecho al empleo y al salario justo.
El derecho a la vivienda.
El derecho a la salud.
El derecho a la educación.
El derecho a la cultura.
El derecho a una pensión de jubilación.
Estos derechos implican una intervención del Estado para
garantizar su cumplimiento y la existencia de bienes sociales
básicos como educación, protección de la salud, trabajo,
pensiones. A su vez, habilitan el ejercicio de los derechos de
primera generación, tanto civiles como políticos.
Derechos de
tercera
generación
Son los derechos orientados a la protección de las libertades
individuales frente a las distintas amenazas y consecuencias de
las nuevas tecnologías y de las perversiones del sistema
económico. También son denominados derechos de la
solidaridad y comenzaron a ser considerados a partir de la
segunda mitad del siglo XX. Entre ellos sen encuentran:
El derecho a la intimidad.
El derecho al acceso a la información.
El derecho a la protección del patrimonio.
El derecho a un ambiente sano.
Los derechos del consumidor.
Derechos de
cuarta
generación
Son los más recientes (a partir de la década del ’80) y se refieren
al uso de las tecnologías de la información y la comunicación
(TICs), entendiendo que el uso y su aprovechamiento son
importantes para la satisfacción de las necesidades de las
personas. Están vinculados a la igualdad de condiciones de
acceso a las nuevas tecnologías, la libertad informática, etc.
Estas generaciones de derechos se relacionan con el momento en que fueron
surgiendo y se trata de derechos exigibles cuyo cumplimiento debe ser garantizado
por el Estado. Esto implica reconocer jurídicamente a los derechos humanos y proveer
mecanismos para que el ejercicio de tales derechos sea efectivo en la vida cotidiana.
En este sentido, es posible considerar al tema de los derechos desde la perspectiva del
conflicto social que plantea una relación de fuerzas entre los grupos dominantes –con
sus mecanismos de preservación y reconducción de sus intereses y finalidades- y los
grupos que defienden y son contestatarios políticamente. Desde esta perspectiva, el
ejercicio de derechos es una estrategia para el cambio social1.
Protección y promoción de los derechos
Si bien el principal responsable por la efectivización de los derechos es el Estado, la
comunidad y sus integrantes son responsables de su ejercicio y de la exigencia de su
cumplimiento en el caso de derechos vulnerados.
La protección y promoción de derechos implica encontrar vías adecuadas construidas
con la comunidad, para garantizar y exigir el cumplimiento de los derechos y de las
políticas públicas que los atienden y considerar la potencia, el poder y la
responsabilidad de la propia comunidad para el ejercicio de los derechos y la
exigencia de su cumplimiento.
Actualmente, la comunidad educativa y muchas organizaciones de la sociedad civil y
de derechos humanos realizan un trabajo de base desde sus ámbitos de incidencia,
orientado a la transformación de la sociedad partiendo del enfoque de derechos.
La Convención sobre los Derechos del Niño
En 1989 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre los
Derechos del Niño (en adelante CDN). Esta aprobación implicó el consenso de las
diferentes culturas y sistemas jurídicos del mundo en el reconocimiento de niños, niñas
y adolescentes como personas, en toda la acepción y sin limitaciones.
Hasta 1989, niños, niñas y jóvenes no eran sujetos de derecho, sino que estaban a
disposición de sus padres y del Estado. Con la aprobación de la CDN se pasa del
modelo de la situación irregular (cultura del patronato) a un nuevo paradigma
denominado modelo de la protección integral2.
En el modelo de la situación irregular, el niño era considerado un objeto incapaz, sin
voluntad y sin opinión. A partir del modelo de la protección integral niños, niñas y
adolescentes pasan a ser reconocidos como seres humanos completos, ciudadanos,
titulares y portadores de ciertos derechos y atributos fundamentales que les son
inherentes. El nuevo modelo también implica el compromiso de los Estados a
transformar su relación con la infancia y a promover esta transformación al interior de
la comunidad y la familia. El eje central de esta tarea se sitúa en el respeto de todos
los derechos y garantías reconocidos a todas las personas con menos de 18 años de
edad.
Este modelo parte del ejercicio de la ciudadanía en una práctica real y concreta que
abarca distintas dimensiones:
• La dimensión jurídica a través de la exigibilidad de los derechos.
• La dimensión social a través de la inclusión.
• La dimensión cultural a través de la expresión y la manifestación.
• La dimensión política a través de la participación.
1
CÁRCOVA, C. M., Ibid, pág. 25/6
GOMEZ DA COSTA, A. “Del menor al ciudadano – niño y al ciudadano – adolescente”. En: GARCI MENDEZ, E. y CARRANZA,
E. (orgs.). La condición jurídica de la infancia en América Latina. Bases para una reforma legislativa. UNICEF, UNICRI, ILANUD.
Galerna. Bs. As., 1992. pags. 131 a 153.
2
La legislación y cultura del patronato estuvo vigente en nuestro país y en toda América
durante casi todo el Siglo XX. Sus prácticas y discursos aún hoy siguen teniendo fuerza
en algunas políticas públicas.
Si bien en Argentina la CDN fue ratificada en 1990 e incorporada al texto de la
Constitución nacional con la reforma realizada en 1994 (artículo 75 inciso 22),
consideramos que este acto sólo no es suficiente para efectivizar y garantizar el
cumplimiento de los derechos de niños, niñas y adolescentes.
Para CREAR VALE LA PENA es importante también el compromiso y trabajo de todos los
actores sociales involucrados para garantizar el cumplimiento de esos derechos y
transformar la mirada sobre la niñez y la adolescencia.
Juventudes y derechos
La juventud actual no puede ser considerada como un grupo homogéneo.
Corresponde hablar de juventudes, dado que están atravesadas por diferentes
factores sociales, culturales, educativos, étnicos, económicos, etc. Mucho más que
otras generaciones. Según sea el paradigma con que consideremos a la juventud,
variarán tanto el diagnóstico como las estrategias de política a implementar.
La integralidad de las diversidades es imprescindible dada la complejidad de la
realidad que se encara y debe estar presente en la formulación de políticas, acciones
y programas. Especial atención corresponde otorgar dentro del gran grupo de
jóvenes, a aquellos que se encuentren en especiales situaciones de vulnerabilidad
social y excluidos de derechos ciudadanos.
(Sergio Ballardini, “Características de la población joven de bajos ingresos”; 2007.)
Una mirada sobre las juventudes
Se suele sostener que existen cuatro visiones:
la juventud como período preparatorio
la juventud como etapa problemática (visión negativa de la juventud,
vinculada con delincuencia, drogas, violencia y otros);
ciudadanía juvenil (perspectiva integral que prioriza la plenitud de derechos de
los jóvenes para participar en políticas y programas de juventud);
la visión del joven como actor estratégico del desarrollo (orientada a la
formación de capital humano y social).
Los dos últimos enfoques complementarios suponen a las juventudes como actores
sociales.
En la medida en que las necesidades de una comunidad o de grupos poblacionales
son expresadas como derechos, incluyen el hacer viable su reconocimiento y
cumplimiento. El conformarse como sujeto de derecho a la vez que actor social
estratégico implica asumir una posición en la defensa y reivindicaciones de los
derechos.
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
Bajtin, Mijail: La cultura popular en la edad media y renacimiento, Barral Editores,
Barcelona, 1974.
Bourdieu, Pierre: Campo de poder, Campo intelectual.Quadrata, Buenos Aires, 2003.
Arendt, Hannah: La Condición Humana. Paidos, Barcelona, 1993. Caps. 1y 2.
García Canclini, Néstor: Diferentes, desiguales y desconectados, Gedisa, Barcelona,
2005
García Canclini, Néstor: La Producción Simbólica, teoría y método en sociología del
arte, Siglo XXI, México, 1979
Foucault, Michel: Vigilar y Castigar, Siglo XXI, Buenos Aires, 2002.
Freire, Paulo: Pedagogía del oprimido, Siglo XXI, Buenos Aires, 1975.
Margulis, Mario (ed.): La juventud es más que una palabra, Editorial Biblos, Buenos