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Una pelea cubana contra los demonios
de la desigualdad y la pobreza
.mayo-diciembre
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Perfiles D E L A C U L T U R A C U B A N A
Gleidys Martínez*
Políticas de atención a la pobreza y la desigualdad. Examinando el rol del Estado en la
experiencia cubana es la investigación que
nos propone Mayra Paula Espina Prieto, investigadora del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS). Recién publicada en la colección Clacso-Crop del Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales este
2008, la socióloga nos brinda la oportunidad
a otros cientistas sociales, y al lector cubano
en general, de despojarnos de lo que el sentido común nos indica que es “ser pobre” y
“atender la pobreza”.
La lucha contra el primer frente de los
demonios de la desigualdad y la pobreza se
debate en el terreno epistemológico. La autora conjuga teoría del Estado, políticas sociales y reflexiones sobre la pobreza —tratando de ubicar esta última dentro de una
teoría de la desigualdad— para construir las
rutas teóricas que la guiarán a poner la mira
sobre Cuba.
El breve combate, no sin críticas y posicionamientos oportunos, tiene explícita la
idea de desafiar las visiones impuestas
desde los centros de poder como si fueran los únicos caminos teóricos y prácticos posibles […] decidirse por una perspectiva alternativa que opte por construir
conocimientos cercanos a los intereses,
no del capital, sino de los sectores desfavorecidos, partiendo de una desnaturalización de la pobreza y la desigualdad.
(Espina, 2008:22)
Esta postura es fortalecida por otra no menos crítica. Donde la pretendida tesis de la objetividad del conocimiento se ha unido a los
fueros de la lógica del capital, Espina espeta
un golpe ético-político: asume los valores y
las posiciones éticas dentro del supuesto de
reflexividad, de los instrumentos propios, legítimamente constitutivos de la racionalidad
científica, que, en todo caso deben ser explicitados. (Espina, 2008:22)
Cuestionar el pensamiento social y sus
correlatos en las prácticas sociales desde
una postura que rescata su conflictividad
histórico-ideológica, y de las relaciones sociales en que se inserta, parece ser una de
las rutas epistemológicas más evidentes de
la investigadora.
Posicionamientos oportunos sobre
el Estado, la pobreza y las políticas…
Entender el Estado como una forma social
y analizar su especificidad histórica en la manera de trazar las políticas y estrategias de
atención a la pobreza es una perspectiva implícita en las reflexiones teóricas del texto.
Desde ahí se intenta explicar la teoría y la
práctica de las relaciones Estado-mercado en
el enfrentamiento a la pobreza, definir la estatalidad y sus contenidos en la asignación de
recursos y en la promoción del desarrollo, y
su rol como coordinador social.
El telón de fondo lo constituyen la perpetuación de la vía liberal y el cuestionamiento
de su versión neoliberal para “estrechar” las
brechas de desigualdad, y los errores de la
práctica de los llamados “socialismos reales”
para plantearse como sociedad anticapitalista. Por una parte, la articulación a la lógica
del mercado donde la pobreza aparece como
efecto no deseado del libre funcionamiento
de este y sus paliativos, el crecimiento econó-
* Licenciada en Comunicación Social por la Universidad de La Habana, 2005. Actualmente cursa la Maestría en
Sociología, con especialidad en Género y Políticas Sociales. Investigadora del ICIC Juan Marinello en el Grupo de
Estudios sobre Políticas Culturales. Tema de investigación: Políticas y estrategias culturales con enfoque de género
en las experiencias comunitarias cubanas.
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mico y la actuación sobre la distribución; por
otra, el debate del fundamentalismo estatalista, un modelo estatalizador absoluto, que
no tiene en cuenta otros espacios y actores
económicos, y de la construcción de las agendas sociales, que limita el ejercicio democrático-participativo y que no proyecta sus acciones en un escenario múltiple: extranacional,
nacional, local. (Espina, 2008:43)
Dentro de este diapasón de polémicas la
autora rescata reflexiones que me parecen
esenciales para un posicionamiento crítico en
el contexto latinoamericano. Entre ellas se sitúan la necesidad de recuperación de la idea
del carácter clasista del Estado; entender la
especificidad de los modos de producción capitalistas latinoamericanos y los rasgos de su
estatalidad vinculados al problema del intercambio desigual y también a una articulación
productiva, clasista y política que explica la
imposibilidad del desarrollo; el enfoque de la
interestatalidad, que se debate en la inserción
de los Estados nacionales en el contexto externo de las relaciones capitalistas globales y
su correlación de fuerzas. Otro asunto importante, como la cuestión del desarrollo local,
que tenga en cuenta las potencialidades de lo
territorial, y rechace al mismo tiempo el centralismo estatalista y las nociones de achicamiento del Estado y la privatización.
Que el neoliberalismo es un proyecto y
no la expresión necesaria de determinaciones históricas inexorables es una de las
consideraciones esenciales de la autora. A
través del análisis de un conjunto de tendencias y prácticas en la relación neoliberalismo-Estado, la socióloga finaliza en una
postura que niega la reducción del Estado y
el agotamiento de su capacidad reguladora
y coordinadora —que se había transferido
supuestamente al mercado y/o a la sociedad civil— porque para ella “no ha tenido suficiente anclaje empírico”, pues en la
práctica la intervención del Estado ha sido
crucial, incluso, para favorecer la desregulación y la dinámica global del capital, y porque su inhibición priva a los sectores populares de un espacio de negociación de
derechos y de agregación de demandas a
la política social que ha significado un retroceso en sus posibilidades de acceso al
bienestar. (Espina, 2008:43)
En el debate sobre el Estado, aunque no
se plantea un contrapunteo entre las posiciones liberales y las marxistas, sino que se
analiza más de una forma ideológica burguesa de pensar el Estado, se nota un posicionamiento marxista que cuestiona sus “readaptaciones” para combatir el problema de la
pobreza, y recuerda los caminos marxianos
de su disolución.
Por su parte, en el tema de la pobreza, la
autora hace un recorrido por diferentes concepciones que la explican, examina las formas y los métodos de su medición y el diseño e implementación de políticas sociales en
terreno latinoamericano.
A lo largo del capítulo teórico se retoma
el debate clasista, no solo para exponer
una de las matrices teóricas de la pobreza, sino también para plantearse los conceptos de política social y la complejidad
del ámbito decisorio y de intervención.
Una estrategia —refiriéndose a las políticas sociales— que opera estimulando o
cortando determinadas rutas de movilidad,
creando constreñimientos que limitan y habilitan posibilidades de cambio social en
el entrelazamiento macro-micro social, supone también asumir que es esta un área
de conflictos clasistas y de construcción de
hegemonías. (Espina, 2008:66)
Espina, que opta por entender la pobreza más como un fenómeno articulado a las
diferencias y antagonismos de clases y a la
lógica de explotación del capital, agrega que
esta no puede ser explicada solo por estos
mecanismos. Un enfoque multidimensional
de la pobreza —plantea la autora— la ubica
no solo asociada a procesos estructurales de
exclusión que están en la base de la persistencia de estas posiciones sociales, y que se
generan a partir de la matriz de reproducción
material de las sociedades, sino que también
la producción de la pobreza se acompaña,
articula y refuerza, en conexión recursiva,
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con procesos de producción simbólica que
se constituyen en mecanismos culturales de
naturalización histórica y reforzamiento de la
desigualdad y la pobreza.
En su conjunto todas las perspectivas que
se examinan permiten a la socióloga analizar el tema de la pobreza dentro de una sociología de las desigualdades, no ubicándola como situación en desventaja coyuntural,
sino dentro de un esquema de relaciones
sociales estratificadas. Superar la pobreza,
entonces, no solo implicaría actuar sobre la
matriz productiva —relaciones de propiedad,
división social del trabajo— y sus formas de
subjetividad social, sino también sobre otros
ejes de diferenciación social —inevitablemente relacionados con aquellos— de condicionamiento histórico-cultural.
A este concepto complejo de pobreza correspondería un tipo de política social —comenta la autora— que comprenda la heterogeneidad de las desventajas sociales y exija
considerar simultáneamente la multidimensionalidad del fenómeno, su dinámica micromacro, social-individual, histórica y cultural,
estructural y simbólica, las diferencias de sus
expresiones en los países industrializados y en
los periféricos, en economías pequeñas y de
escalas mayores. Por lo tanto, se requiere un
repertorio también múltiple de manejo que no
excluya las posibilidades estatales o extra/estatales de intervención, la implementación de
estrategias variadas y combinadas que puedan responder a las características concretas
de las comunidades y poblaciones. (Espina,
2008:80)
A otras formas de encarar la pobreza, que
se han asociado más al enfoque neoliberal,
han respondido políticas sociales presentistas que no atajan las causas esenciales del
fenómeno de la pobreza y su heterogeneidad. Según la autora, detrás de este tipo de
intervención se ha escondido un tipo de concepto de pobreza asociado a las situaciones
de carencia, que liga su solución al desarrollo económico, y en la versión neoliberal, al
mercado como único selector eficaz; “economicismo y parroquianismo, serían las dos li-
mitaciones fundamentales de estas definiciones”. (Espina, 2008:61)
La propuesta final, que quiere emancipar
al sujeto pobre desde dentro de estas últimas
comentadas estructuras estatales y políticas
sociales, sería aquella más asociada a las posiciones que relacionan la erradicación de la
pobreza con la perspectiva de desarrollo —no
aquel que se identifica con crecimiento económico. Siempre considerando imperfecciones
en la forma de “entenderla” y “atenderla”, por
parte de instituciones como el PNUD, la CEPAL
y el BMD, la autora se interroga qué noción de
ser humano y qué concepción de desarrollo
informan las estrategias de enfrentamiento a
la pobreza. Una estrategia substancial ligada
a las concepciones del desarrollo sería aquella que distinga entre desarrollo para el sujeto
y desarrollo del sujeto, donde la autora toma
un conjunto de posiciones interesantes para
repensar las teorías del desarrollo.
Cuba en la mira…
¿Es necesaria una nueva política social para
la eliminación de la pobreza en Cuba? Es la
pregunta que se plantea Mayra Espina después de caracterizar la relación Estado-mercado en diferentes etapas de la transición socialista cubana, identificar el modelo de política
social y de estrategias de enfrentamiento a la
pobreza y examinar propuestas encaminadas
al perfeccionamiento de dichas estrategias.
Lo que le permite a la autora lanzar esta
interrogante es un análisis de los estudios sobre pobreza y del contexto de ampliación de
la pobreza como problema social en Cuba, así
como el examen de los modelos de socialismo
y el debate sobre la transición socialista cubana en su relación con la formulación de la política social y su sustentabilidad económica. Por
otra parte, caracteriza el análisis una específica comprensión sobre la estructura social y la
desigualdad en el socialismo, que no se identifica con el sobreentendido de homogeneidad
social sino que intenta examinar la singularidad socioestructural del socialismo, de acuerdo a determinadas circunstancias históricas.
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A partir de aquí la autora se mueve sobre
otras tesis muy sugerentes, que tienen que
ver con las tensiones entre heterogeneidad e
igualdad en el socialismo, tipos de políticas
sociales no verticalistas que combinen principios igualitarios y acceso diferenciado, estatalización y otras formas de socialización de la
propiedad articuladas en una lógica socialista.
El hecho es que la socióloga relaciona la
crisis de los noventa y la reforma económica
correspondiente, con el aumento de las distancias sociales y la emergencia de nuevos actores económicos, el paso de un patrón menor
de desigualdad a uno mayor. Dentro de este
contexto se aprecian situaciones de pobreza,
sobre todo de aquellos grupos sociales que se
encontraban en situación de partida desventajosa, y que fueron afectados por las diferencias
de disponibilidad económica y posibilidades
de acceso al bienestar asociadas a la reforma.
El impacto del ensanchamiento de las brechas
de desigualdad cubana y los rostros de la pobreza parecen ser los relativos a su racialidad,
feminización, su territorialización, precarización
de las situaciones familiares y comunitarias y
sus perfiles subjetivos asociados.
A esto se suman algunos puntos débiles
de las políticas sociales cubanas, un modelo
centrado en la estatalidad igualitarista e universalista con mecanismos sociales de consumo y acceso al bienestar que son homogenizadores, en detrimento de fórmulas de
elección individual familiar que dependen de
la disponibilidad de ingresos y de activos que
puedan generarlos. (Espina, 2008:157, 198)
Por otra parte, la sostenibilidad económica
de dicha política social —aun cuando un éxito
de la reforma han sido el crecimiento económico y el incremento en los gastos sociales— todavía no se coloca en relación sinérgica con la
política económica, por lo que su sustento se
explica más asociado a la voluntad política.
Se trata de un panorama complejo —pero
alternativo a las transformaciones neoliberales—, un modelo socioeconómico que ha
pretendido restablecer las proporciones económicas, reanimar la economía interna y reinsertarla en el mercado internacional, al menor
costo social posible, preservando los logros
históricos en la esfera social, para lo cual se
recurre a nuevos mecanismos de instrumentación, que distan de la privatización de cualquier esfera de los servicios sociales básicos,
como una conquista innegociable.
Un nuevo tipo de política social que barra las situaciones de pobreza y desigualdad
asociadas a la superposición de la crisis y la
reforma conllevaría a la actuación en ámbitos
en los que se debaten también la viabilidad
de nuestro proyecto socialista, sus condiciones de posibilidad histórica en el marco de un
contexto capitalista mundial y en torno a sus
aciertos y desaciertos en los intentos de construcción del socialismo.
Los ámbitos que la autora plantea, apoyada
en todo un conjunto de estudios sociológicos,
económicos y politológicos cubanos, tiene que
ver, entre otros, con la configuración de un
tipo de Estado coordinador de los diferentes
agentes y actores económicos, en el panorama
interno, y una adecuada inserción en la economía externa, socialización de la propiedad y
el poder, perfeccionamiento de la planificación
y de la relación Estado-mercado, perfeccionamiento del desarrollo de la políticas sociales
para captar y atender las diferencias considerando la multidimensionalidad del concepto
de pobreza, conjugación de las dimensiones
micro-macro, universalidad y focalización.
Este es sin dudas un libro controversial,
donde se lucha contra los demonios de la desigualdad y la pobreza, también esbozando rutas y rumbos estratégicos en terreno cubano.
Pararnos en unos de ellos para trazar acciones tal vez nos llevaría a otro conjunto de preguntas y respuestas que no encontraremos en
esta investigación, pero que al menos fueron
tiradas al ruedo. Conflictividad y síntesis es el
método, unido a las intenciones propositivas
de la autora, que reclama a viva voz un tipo de
relación orgánica entre ciencias sociales y política formal. El resultado es un texto de contenido crítico donde la superación de la pobreza se
quiere unir a la emergencia de construir nuevos tipos de relaciones sociales en nuestras
sociedades. Preferentemente anticapitalistas.
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