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Transcript
Ocasos Invisibles y el Despertar de las Conciencias: Una Crítica al
Asistencialismo a la luz de la Asistencia Social
PSEUDÓNIMO: Zeitgeits
TEMA: asistencia social y asistencialismo
Introducción, pag. 22
Análisis crítico del asistencialismo, pag. 7
Ruptura de paradigmas, pag. 14
Experiencias, pag. 19
Conclusiones y propuesta, pag. 22
Bibliografía, pag. 25
Ocasos Invisibles y el Despertar de las Conciencias: Una Crítica al
Asistencialismo a la luz de la Asistencia Social
Introducción
“La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba;
la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo.” Eduardo Galeano (1940-2015)
escritor y periodista uruguayo.
Como alguna vez dijo el filósofo francés Jean-Paul Sartre, cada hombre es lo que hace
con lo que hicieron de él, por lo que si se espera que cada hombre haga bien, es
nuestra responsabilidad hacer bien de él. Hacer bien es la pregunta de cómo se debe
de actuar, de si las acciones de cada persona son éticamente correctas o no, ¿pero
existen acciones que son puramente éticas? Afirmar eso implicaría aceptar una idea
abstraída de una acción neutral como algo necesariamente ético , lo que es muy
arriesgado, ¿entonces no hay acciones puramente éticas? En efecto, no. Es por ello
que se presenta a continuación el análisis de la ayuda, comparada desde dos de sus
presentaciones más comunes: la asistencia social y el asistencialismo. El propósito de
este ensayo es demostrar cómo la propuesta de la asistencia social es mejor que el
asistencialismo para la transformación social, desde enfoques éticos, críticos y
prácticos.
En cuanto a cuestiones semánticas, asistencialismo se entiende como “la
deformación de la asistencia resultante en la obligación que contraen los gobiernos o
ciudadanía con sus homólogos vulnerables, que trata de socorrerlos por medio de
actividades sociales que palian mínimamente la miseria y perpetúan la falta de coerción
social indirectamente“, (Alayón, 2005) por lo cual consiste en prestaciones para
solucionar problemas de diversa índole y mejorar las condiciones de vida de las
personas. Estas prestaciones puede englobar acciones como donativos en especie de
alimentos, vivienda, recursos monetarios, medicamentos o en servicios de ayuda como
tal, todos enfocados a mejorar el bienestar del vulnerado resolviendo sus necesidades
básicas de manera inmediata y a corto plazo.
Asimismo, asistencia social se entenderá como el ejercicio del derecho asistencial,
que es la rama del derecho social cuyas normas integran la actividad del Estado y los
particulares, destinada a procurar una condición digna y humana, para aquellas
personas, y aun sociedades y Estados, que sin posibilidad de satisfacer por sí mismos
sus necesidades, y de procurarse su propio bienestar social, requieren de la solidaridad
institucional o altruista puro de los que ejercitan este derecho . (Diccionario
Panhispánico de Dudas, 2012)
Por otra parte, mejor se determinará como “algo superior a otra cosa en bondad y
que la excede en una cualidad natural o moral,” por lo que se determinará el parámetro
de mejoría por medio de la eticidad y practicidad, resultando en algo óptimo global.
Finalmente, grupo vulnerable o vulnerado se refiere a cualquier individuo o colectivo
que ha sido marginado o ha sucumbido a situaciones de precariedad por razones de su
condición, por lo que es incapaz de estar en bienestar o desarrollarse sin agentes
externos. (Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco , 2014) Esto engloba
personas en situación de pobreza extrema o media, discapacitados, comunidades
indígenas, estudiantes, comunidades rurales o marginadas, mujeres, niños, migrantes,
minorías étnicas, etc. Esto implica que estos grupos vulnerables sean subalternados
por el asistencialismo como clases asistidas que no protagonizarán roles históricos,
cuando la asistencia social los define como actores clave en la transformación social .
Para efectos del ensayo, transformación social se entenderá como el cambio en el statu
quo a beneficio de toda la sociedad, teniendo como objetivo que el bienestar se
generalice en un plano de igualdad. (Oficina Regional de Ciencia para América Latina y
el Caribe)
Marginar a los individuos o a comunidades usualmente deriva en el desplazamiento
cultural, económico y social, segregando emancipadamente de los porqués de su
condición. Esta trasgresión es la que resulta en desigualdad, aspecto que se ha
normalizado al punto que se asume como parte intrínseca a la naturaleza antropológica ,
desde todos los ámbitos que pueda ser pertinente . Las principales manifestaciones de
la disparidad o brecha social son de ámbito económico o social, y son así también
origen de las diferencias que dividen y subcategorizan a la sociedad en un sistema de
clase, cultura, identidad étnica, o acceso a educación. Cada individuo se suscribe a
este sistema de manera fracturada e involuntaria, por lo que también se puede hablar
de una fractura en la libertad. (Villalobos)
El principal problema con el asistencialismo es que no representa una solución
óptima, no resuelve el problema sino que aminora como se perciben por medio de
satisfacer las necesidades humanas a corto plazo, haciendo de las vulneradas víctimas
invisibles de un sistema disfuncional. La asistencia social determina dos cosas por
sentado que tienen que ser definidas para tomar acción: en primer lugar , que el
reconocimiento de los derechos sociales o asistenciales han sido conculcados; y en
segundo, que la vulnerabilidad de un grupo de personas y la desigualdad son
las
violaciones más flagrante de los derechos humanos.
Esta situación es análoga a la de un recipiente perforado por debajo (que
representa a la sociedad) que está lleno de líquido (que es el bienestar) . Lo que el
asistencialismo hace es mantener el flujo de líquido para conservar el recipiente lleno,
aunque siga filtrándose por los fugas debajo, perpetuando la fuga y consumiendo
recursos. La verdadera solución está en no dejar ninguna fuga en vez de seguirlo
llenando, a sabiendas que se vaciará eventualmente , precisamente esto es la
propuesta de la asistencia social, una solución a largo plazo que mantenga el bienestar
social estático y no sujeto al dinamismo social. La propuesta del asistencialismo reduce
una perspectiva multidimensional, con fracturas y coyunturas, a una simple relación
causa-efecto. Simplificar los problemas a este grado es prácticamente casi lo mismo
que negarlos, y en vez de resolver las supuestas causas, aminoran los efectos. El reto
de la asistencia social es reconocer los verdaderos factores detrás las problemáticas
sociales, esto se logra con diagnósticos adecuados, dentro de lo que se abundará
posteriormente en la propuesta.
Mantener esta disipación social de las estructuras dominantes se ha vuelto un
objetivo primordial pero muy desafiante. Las oportunidades de ser igualitarios se
difuminan sujetas al aumento o intensidad de las distancias entre estratos sociales ,
prolongándose en el mismo escenario. Esta distancia hace necesariamente patrones de
desequilibrio social en el que hay agrupaciones debilitadas y otras fortalecidas, unas
con recursos, derechos y opinión (el líquido del recipiente); mientras que otras no otras
no (recipientes vacíos). Históricamente nunca se ha logrado que estas fortalezas sean
uniformes, que son vitales a la conciencia humana, aun cuando las fuerzas más
poderosas de movimiento, el pensamiento y voluntad humana, hayan sido encausadas
a fenómenos sociales de cambio.
Los argumentos que se presentarán a continuación consisten en una crítica
comparativa del asistencialismo, destacando todas sus debilidades, y comparándolas
con la asistencia social, resultando de toda la crítica una propuesta de mejora a la
política de asistencia social. También ahondará en un análisis crítico con un enfoque
ético-axiológico al actor que protagoniza el asistencialismo, al acto asistencialista como
tal, cómo estas concepciones han cambiado con las generaciones y cómo el
asistencialismo demuestra no ser el medio óptimo en cuestiones pragmáticas de
resolución social. Asimismo se narrarán las experiencias del autor en la cuestión que
dieron origen a los razonamientos presentes, concluyendo con la propuesta final. Este
escrito tiende a demostrar meramente la insuficiencia, inviabilidad e ineficacia del
asistencialismo frente a la asistencia social, por lo que no ahondará en una crítica a la
asistencia social, no presentará un análisis de la política social de México ni de Jalisco ,
ni de la situación actual de la sociedad mexicana ni jalisciense, así como tampoco
evaluará la labor del Instituto Jaliscienses de Asistencia Social (IJAS) ni en causales o
efectos de la pobreza, desigualdad o cualquier otro problema social.
Al lograr percibir lúcidamente los modelos actuales de política social, se logra ver
también una lógica dominante detrás del acto de la ayuda social, de los roles de cada
parte y del objetivo principal, que es una sociedad unida e igualitaria. Pérfidamente se
juega con flexibilidad moral o cambio de valores genuinos detrás del objetivo auténtico
de cambiar a la sociedad, cuando lo valioso de ayudar es la entrega fiel por otra
persona o grupo de personas.
Análisis crítico del Asistencialismo
En el devenir de la sociedad, los conflictos de la política pública dan un
panorama muy complejo, con actores e intereses que vislumbran síntomas de un ciclo
viciado que hasta la fecha no ha resuelto nada. El marco sintomatológico del sistema
manifiesta como el asistencialismo es categóricamente contradictorio con cualquier
sentido social, progresista o humanitario, aspecto que la asistencia social ha superado,
desde su enfoque institucional.
Desde una visión iusnaturalista, el asistencialismo no reconoce los derechos
sociales que deben de ser garantizados de facto, y los transforma en una moneda de
cambio o en dádiva que rompe con cualquier preconcepción de igualdad o equidad . La
figura de quien “otorga el derecho”, que bien puede ser una persona, un grupo de
personas, una asociación o corporación, o el mismo Estado; toma una investidura
superior, benevolente e incluso de magnanimidad apoteótica frente a la inferioridad del
“receptor del derecho”, que pierde la autonomía y pasa a ser secundario , cuando esa
dádiva tiene que ser necesariamente exigible y brindada por la simple e intrínseca
razón de ser otro ser humano. Esto da lugar a un padrón involutivo y retrógrado que
fragmenta a los subalternados al limitar como un favor o como prerrogativa aquello que
es un derecho fundamental. (González, 2012)
Es muy cierto que una realidad constante en la latente visión occidental sobre las
disyuntivas sociales es que hay que actuar inminentemente frente a la problemática,
mas está muy sesgado por acepciones arraigadas en la tradición misma . Cuando no se
forma parte de cuerpos de voluntariado o no se es donador, es normal que se haga un
juicio moral a esa persona, que se califiquen como indiferente, egoísta e incluso
escandaloso. El no hacer nada y estar enfrascados en solipsismos de una realidad que
nos debe de concernir a todos es indiferencia violenta. Y por otra parte, es muy normal
que un individuo se abrume ante la entereza paralizante de la responsabilidad que se
tiene para con la justicia social, basado en sus percepciones a priori. Es aquí cuando
surge el problema ético de hacer o no hacer “algo”, y esto tiene, en efecto, una
respuesta muy simple: como alguna vez la figura icónica de la lucha por la justicia social
Martin Luther King (1929-1968) dijo “no me duelen los actos de la gente mala , me duele
la indiferencia de la gente buena”, por lo que esto es evidencia de cómo es necesario
actuar racionalmente, aun frente a la disyuntiva de cómo el asistencialismo es tan
nocivo como la tibieza pasiva o la diferencia; pero ¿cuál es la causante de estas
concepciones erróneas de la asistencia social? La cultura misma.
Argumento
del
contractualismo
social
rousseuneano
brinda
una
visión
iusnaturalista, en la que el asistencialismo no reconoce los derechos sociales que
deben de ser garantizados de facto, y los transforma en una moneda de cambio o en
dádiva que rompe con cualquier preconcepción de igualdad o equidad. La figura de
quien “otorga el derecho”, que bien puede ser una persona, un grupo de personas, una
asociación o corporación, o el mismo Estado; toma una investidura superior,
benevolente e incluso de benevolencia apoteótica frente a la inferioridad del “receptor
del derecho”, que pierde la autonomía y pasa a ser secundario, cuando esa dádiva
tiene que ser necesariamente exigible y brindada por la simple e intrínseca razón de ser
otro ser humano. Esto da lugar a un padrón involutivo y retrógrada que fragmenta a los
subalternados al limitare como un favor o como prerrogativa aquello que es un derecho
fundamental. (González, 2012)
La concepción cultural tiene origen en los albores de la historia occidental , en
que se ha dirigido un modelo idílico de una persona moral, la que necesariamente debe
de tener particularidades en su naturaleza de ser altruista. Con la generalización del
cristianismo, el altruismo se metamorfoseó a una tesitura de caridad con un sentido
puritano y teológico, haciéndose una práctica institucionalizada y socialmente aceptada.
La imagen del filántropo o altruista se ha deformado históricamente, y con ella se ha
alterado el verdadero trasfondo del acto de ayuda. (Alayón, 2011)
Esta imagen se ha mantenido como la personificación de la filantropía o “el que
otorga derechos” en determinados neoarquetipos que representaban los valores
fundamentales de la sociedad occidental cristiana. Esto cambió con el inicio de ambas
guerras mundiales, alterando completamente la concepción que se tenía de los valores
occidentales, lo que llevó a la sociedad a abandonar la opción de la caridad y a elegir el
activismo como principal medio de transformación social. La generación de los baby
boomers, X y Y siguieron patrones en que el activismo era el medio idóneo de denuncia
y exigencia social, pero ante las reacciones opresivas de varios Estados (como las
dictaduras latinoamericanas de la segunda mitad del siglo XX), quedó zancada la idea
de ser el medio óptimo para superar la brecha social. Ahora, la generación Millennial
está en una especie de “jaque” social, ya que históricamente quedó demostrada la
insuficiencia de la caridad y del activismo. A continuación se hará un análisis de la
figura neoarquetípica del emisor de dádivas asistenciales. (Mitchel, 2009)
Una particularidad del asistencialista es que necesita de justificantes o de
razones para ayudar, algo que le dé significado a sus actos, en lo que sostendrá el
valor del mismo. Uno de los significados de fondo es que el acto es razón de su
culpabilidad. Según Noam Chomsky, lingüista, filósofo y activista estadounidense,
considerad uno de los pensadores más importantes de la actualidad, alude a que
existen 10 estrategias de manipulación mediática que orientan a los individuos a ciertos
comportamientos particulares (Ver infografía del anexo 1.) en donde reforzar la
autoculpabilidad, la ignorancia y el miedo hace que las clases trabajadoras no deban
de conseguir las herramientas que necesitan para el crecimiento social, que junto con la
gradualidad y diferir medias futuras en vez de próximas alienan a los individuos a los
sistemas de represión, aspecto que el asistencialismo promueven. Este tipo de culpa es
razón de no asumir la responsabilidad inmanente a la ciudadanía, omitiendo la máxima
de la asistencia social de que no se necesitan razones para ayudar a nadie. (Chomsky,
1986) El acto de termina siendo un medio para un fin que no es la transformación social
en pro a los derechos del vulnerado, sino que se vuelve un “tributo a la autorredención”
para reivindicarse moralmente. Esto no es sólo perjudicial para la sociedad, sino que ni
siquiera es un acto ético visto desde la perspectiva del tercer imperativo categórico
kantiano que declara que se debe de obrar de tal modo que se use a la humanidad ,
tanto en cada persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca sólo
como un medio. En este caso, el vulnerado tan sólo se vuelve un medio para el fin de
aliviar la culpa moral inducida. (Castro, 2004)
Existe otra respuesta común entre individuos, que justifican su ayuda usualmente
diciendo que “se sienten bien ayudado”. En este punto también hay una transgresión
ética del vulnerado ya que, visto de cierta manera, se vuelve fuente directa de placer al
emisor del asistencialismo. El acto, que no es más que hedonista, hace del vulnerado
un medio más para un fin epicúreo y emocional. La asistencia social, por otra parte,
rompe el neoarquetipo dando lugar a un actor que asiste socialmente por razones
plenamente deontológicas, estoicas y siempre con el vulnerado como fin último.
Otra acepción crítica del asistencialismo es cuando llega a tener alcances
masivos. En la era de la información y con la constante exposición en los medios , el
asistencialismo ha promovido métodos no éticos, en la que el vulnerado se asume
como parte de la exhibición de su condición para el sensacionalismo, e incluso el morbo
de las masas. El problema cuando se “anuncia” un vulnerado en plena crudeza de su
condición, aun siendo para su beneficio, es que siguen subalternándose individuos a
categorías de clase o de condición, y peor aún, se hace gala de esto. El argumento
detrás es meramente ad nauseam, en el que se espera el vulnerado pueda vender sus
derechos sociales fundamentales al mejor postor a cambio de una dádiva, que termina
siendo su derecho social garantizado dogmáticamente . Traficar de esta manera con la
miseria humana es una bajeza ética, ya que no sólo se está usando a una persona
como medio sino que se está luciendo su condición precaria para ganar adeptos a una
causa ficticia sin valor moral. Esto transgrede la intimidad del vulnerado como derecho y
lo transforma en un elemento propagandístico sujeto a la voracidad del mercado
(pornografía emocional), debido a que lo único que mueve en las masas es el
sensacionalismo por medio del amarillismo, por lo que anuncios de proyectos
asistencialistas que utilizan medios gráficos de personas de escasos recursos ,
discapacitados o demás miembros vulnerables; hace de los neoarquetipos proxenetas
de empatía y de sentimientos de humanidad, de la prostitución de lástima. De nuevo
Chomsky promueve cómo ponderar el pensamiento emocional-límbico versus el
pensamiento
crítico
induce
miedos,
deseos,
compulsiones,
sugestiones
y
comportamientos impulsivos sin fundamento alguno. (Chomsky, 1986)
Las distorsiones que esto genera son demostradas por los antropólogos Arthur y
Joan Kleinman, quienes destacan que las imágenes de comunidades distantes que
sufren, generan una idea sesgada que eso es porque esas mismas comunidades
humanas son incapaces o no están interesadas en el cuidado de su propio pueblo.
Estas fotografías justifican, las actitudes y las políticas paternalistas e incluso
neocolonialistas, lo que sugiere que el individuo en la fotografía
o recurso gráfico
deben ser protegidos antes de exhibido, así como representado por otros. La imagen
del subalterno conjura una ideología casi oligarca de fracaso, incompetencia, pasividad,
fatalismo, e inevitabilidad. (Sociological Images, 2014)
Esto deforma la concepción del neoarquetipo de manera mesiánica, en el que la
jerarquía social toma un carácter de necesariedad, donde hay un culto a la personalidad
mimetizado en el que “el que otorga derechos”, que es esencialmente superior y mucho
más valioso moralmente. Este samaritano no es el iconoclasta de la marginalidad de los
subalternos, sino que cristaliza el verdadero proceso de evolución social debido a que
es heterónomo, narcisista moral, paternalista a la realidad social y ajeno a su
posibilidad de cambio. Esto se supera con la institucionalización, aspecto que logra
hacer la asistencia social (como mejor ejemplo de esto es el IJAS) por medio de su
racionalidad legal legítima. Max Weber (1864-1820) filósofo, economista, jurista,
historiador, politólogo y sociólogo alemán; determina una serie de tipos ideales de
partes u autoridades del Estado. En primer lugar destaca el tipo de poder carismático o
personal el que descansa la entrega extra-cotidiana a
la ejemplaridad de un solo
individuo y la moral que pueda emanar de esta misma. Superando este primer estadio,
la figura tradicional es en la que descansa la legalidad sustentado en la tradición, que
simultáneamente es una persona con investidura legal. Finalmente, el último estadio es
el racional, en que la creencia de la legalidad en ordenaciones estatuidas y los
derechos de mando son los llamados por las regulaciones a ejercer la autoridad ,
completamente racionales y mutuamente excluyentes de la irracionalidad límbica de la
autoridad carismática-mesiánica. (Ritzer, 1993)
Últimamente se ha visto un cambio generacional, la juventud contemporánea ha
abandonado estos esquemas y estructuras neoarquetípicos para darle lugar a nuevas
propuestas de la transformación social. Esta generación de jóvenes está emprendiendo
nuevas visiones de esos neoarquetipos, dejando de lado la perspectiva asistencialista
del “que otorga derechos” para adoptar una versión comunal y sumatoria de todas las
acciones individuales orientadas a un conjunto. Como es característico de esta
generación globalizada, posmodernista y como “ciudadanos del mundo”, se adoptaron
nuevas figuras como el “agente de cambio” o el changemaker (préstamo lingüístico
anglosajón que significa “hacedor del cambio”), perfilando la transformación social no
con el activismo ni la caridad, sino con la cooperación social orientada a un objetivo
común. Las instituciones de asistencia social deben de aprovechar esta plataforma
generacional, e incentivar espacios en los que se permita orientar la acción colectiva a
favor de determinados grupos que necesitan reivindicarse socialmente. (Ashoka
International)
La juventud de ahora está rompiendo con la vigente nomenclatura clásica de la
sociedad, en la que hay partes “necesitadas” y “necesarias”. Si bien han aparecido
nuevos grupos vulnerables de los que no había que ocuparse a principios de siglo, es
válido aseverar que la conversión macro a la cohesión social se ha acelerado
vigorosamente a pesar de ser un mundo y un tiempo cambiante, especialmente por el
protagonismo socialmente fenomenológico de la generación Millennial que ha aportado
significativamente al cambio social justo de la última década . John Rawls, &&&&,
expone el Principio de Igualdad que sentencia que cada persona tiene el derecho
irrevocable a un esquema plenamente adecuado de libertades básicas iguales que sea
compatible con un esquema similar de libertades para todos, principio al que en toda la
historia humana nunca habíamos estado tan cerca , por lo que es una oportunidad
notable para que la asistencia social impulse causas. (Caballero, 2006)
Ruptura de Paradigmas
Estas nuevas figuras trascienden la razón de la concepción asistencialista de
considerar los derechos inherentes a la condición humana como una regalía,
compensación o desmovilización, omitiendo cualquier aspecto de cohesión entre los
estratos sociales, cuando la concepción asistencial de un derecho fundamental es como
tal, de derecho fundamental, con toda la preminencia e importancia que debe de tener,
que al asegurarse en el Estado de derecho, la cohesión se vuelve realidad en la
articulación social, evolutiva y progresista por medio del desarrollo humano en un plano
de igualdad. Es así como la convivencia solidaria y generosa que la asistencia social
incentiva, garantiza el proceso por el cual una sociedad heterogénea gradualmente se
transforma en una sociedad homogénea, dando lugar a la asimilación de un entorno
intercultural y plural sin la necesidad de un sistema clasista. (David Brink, 2014)
La
asistencia
social
es
necesariamente
reformista,
trascendental
y
transformadora al funcionar como conducto de estratos entre los actores de cierto
contexto social para la autogestión de los mismos, que gradualmente dará lugar al
cambio a mano conjunta de todos los estratos sociales; que en contraste con el
asistencialismo que es conservador, no da lugar a la autogestión ni a la cohesión social,
sino que preserva el statu quo como es, porque alimenta el mismo sistema de dádiva
en vez de transformación social, lo que no es sostenible y no debe de permanecer.
Es aquí donde surge el problema que no es posible concatenar el asistencialismo
con un plano de equidad de condición. El asistencialismo es ajeno, unilateral y
avasallante, siendo que realmente el único beneficiado es una parte u otra ,
mutuamente excluyentes del beneficio y haciendo a la parte subalterna dependiente y
del acto una cuestión meramente impersonal, por lo que no tiene impacto en el
desarrollo individual de cada parte. Es aquí cuando la asistencia social ofrece una
relación simbiótica más no dependiente, consolidando su autonomía y autosuficiencia
en su labor. La bilateralidad de las partes es un elemento de la asistencia social que
hace que ambas tengan beneficio de su vínculo , esto a través de la empatía directa de
una condición frente a otra, lo que desarrolla fuertemente el carácter y la sensibilidad de
la realidad ante la indiferencia colectiva, determinando a los sujetos como parte de una
sociedad que les ha declarado los mismos derechos, es hacia allá para donde debe
apuntalar la política pública asistencial.
Para la solución de cualquier problemática es imprescindible identificar la
génesis de la misma y de aquí viene todo el complejo escenario dialéctico de la realidad
actual, por lo menos tanto en México como en naciones en vías de desarrollo: la
desigualdad social. En el asistencialismo subyace una noción de sociedad sustentada
en la ausencia de contradicciones y por ende, considera las situaciones de carencia
como disfunciones que hay que enmendar, siendo atribuibles al individuo y a sus
circunstancias. Ejemplo de esto es el falso axioma de que “la gente es pobre porque
quiere”, el cual sentencia que no existe otra posibilidad fuera de la enorme gama de
garantías y oportunidades que las personas de estratos bajos omiten por no tener el
deseo de superarse, no son víctimas del sistema ni están determinados por factores
ajenos a ellos, simplemente no tienen voluntad para mejorar su condición. Esto
definitivamente es falso debido a que es absurdo calificarlo como una cuestión volitiva ,
sino que son manifestaciones de problemas multidimensionales de la injusticia social .
El conflicto con el asistencialismo es que alimenta la alienación de las personas a
ese mismo sistema clasista que las necesita para su subsistencia, para “ayudar a los
pobres” es necesario que expresamente haya personas declaradas pobres, y así
sistemáticamente con “marginados, inválidos, menos afortunados, disfuncionales, etc.”,
no se está argumentando que hay que ser negacionistas ante la situación de la persona
necesitada, definitivamente existen grupos vulnerables, sino que no sólo no es
necesaria su catalogación sistemática, sino su alienación segregacional a un mismo
sistema de clasificación de los “merecedores” o “afortunados” de los derechos , algo que
es muy grave en un entorno democrático. La asistencia social no debe de estigmatizar
a las personas que necesitan de ayuda, ni mucho menos colaborar con esa misma
estructura paliativa de perpetuar a la justicia social como algo idílico y utópico.
La realidad que es muy diferente a este escotoma, se está muy lejos del Estado
de bienestar y lo que se piensa sólo puede hacerse es atender estas demandas de
forma inmediata a las denominadas situaciones de carencia , llevándolo a la praxis de
manera precoz sin tomar en cuenta las repercusiones sociales, políticas, culturales,
económicas o éticas, por eso no puede reducirse a vincularlo linealmente con la
creación de políticas públicas, estrategias de intervención y su realización, no se trata
de una relación causa-efecto directo. Como alguna vez dijo el escritor lusitano José
Saramago, “sólo si nos detenemos a pensar en las pequeñas cosas , llegaremos a
comprender las grandes,” por lo que hay que cuestionar la naturaleza de los objetivos y
actos para la justicia social de manera crítica, superando el tipo de ideas que en
cualquier acción pronta se verá una reacción inmediata de ello, porque no hay forma de
solución íntegra que funcione así, principalmente porque esta última generación tiende
cada vez más a hacer las cosas por hacerlas, esperando un resultado expedito, sin
realizar un juicio de pensamiento previo, con todas las variantes y vertientes. Por ello el
asistencialismo se identifica en negar las causales que componen la desigualdad social.
Imposibilitados por el escenario existente de percibir un sueldo que acceda a subsistir ,
las personas se ven orilladas a acudir a los beneficios de la política social, que al final
son más atenuantes que soluciones en sí, porque no resuelven el problema sino que lo
aminoran temporalmente, antipiréticos sociales.
Los individuos construyen y diseñan sus posibilidades de futuro en torno a sus
oportunidades, lo que tiende a ser un derecho fundamental, pero en el albor de la
necesidad importa más la ayuda que la exigencia de un derecho , aun cuando su
derecho es no tener que pedir ayuda. Ante esto, la asistencia social no debe de velar
por repartir servicios de salud, educación, vivienda o cualquier otra prestación
considerada de corte universal arbitrariamente, sino establecer plataformas de trabajo,
de autosuficiencia permanente, pero siempre aceptando que esa es una condición de
desigualdad que debe de ser resuelta, colectiva, accesible de derecho y planeada de
manera integral desde todas las perspectivas del problema, que gradualmente
manifestará un cambio sin paliar mínimamente la miseria que generan y perpetua el
sistema de explotación asistencial. La relación simbiótica.
Es por ello que la asistencia social es una expresión icónica de la democracia ,
porque anula cualquier concepción de multipolaridad de clases para dar lugar a un
principio de cooperación, deja de lado el individualismo pasivo del asistencialismo y su
énfasis del origen del problema en la estructura personal del sujeto para generar
personas que son agentes de cambio, activos en la colectividad que definen relaciones
entre estructuras sociales, y subsistemas participativos conjuntos.
Todo esto debe de analizarse a la luz de la situación actual de México , desde la
economía neoliberal (esto debido a que el asistencialismo no es una excrecencia propia
del trabajo social, sino de las imposiciones del sistema neoliberal al sustituir la labor del
Estado por la del mercado libertario), la idiosincrasia, las posturas políticas dentro del
espectro ideológico y especialmente en el plano en el que no sólo se es perteneciente a
una nación, sino que hay una enorme tendencia de mundialización , por lo que nuestro
deber ya no como ciudadanos, sino como ciudadanos del mundo y con visiones
humanitarias, ha cambiado. Es por esto que se debe de evolucionar hacia nuevos
paradigmas, tender más hacia una sociedad incluyente, con bases consolidadas de
unión e igualdad, que dejará de ser otro ideal vacío cuando se entienda que el cambio
generacional es apremiante dentro de una sociedad en descomposición, es entonces
cuando hay que cuestionar si se pretende tener grupos vulnerables controlados , o
eliminar la condición de grupos vulnerables.
La política de subsidiariedad asistencialista no es sostenible en esencia, ya que
está enfocado unidimensionalmente en vez de ser multidimensional , como lo es la
asistencia social. La adicción a los subsidios es algo muy lacrado en la sociedad
mexicana, por lo que la forma de subsanar esta dádiva implícita sebe de estar en torno
a las oportunidades amplias generales. Empoderar al ciudadano en vez de otorgarle el
producto de su mismo trabajo es la mejor alternativa para hacer de este sistema
sustentable, que junto con un enfoque transversal de diferentes acepciones , como
igualdad de género, medio ambiente, transparencia, y educación, etc., se logrará crear
instituciones participativas y activas en la superación y potencialización de los
vulnerados, dejando claro que es un asunto multidimensional.
Experiencias
Mi experiencia en cuanto a la asistencia social es la que ha originado toda la
línea argumentativa anterior. La institución en la que cursé mi preparatoria ofrecía
muchos programas sociales para fomentar la conciencia y compromiso comunitario en
los alumnos. Yo procuraba no involucrarme mucho debido a que no consideraba
correcta la manera en la que se presentaba el acto de ayuda por parte de esta
institución, que era asistencialista. Durante finales de mi estadía ahí, hubo una
convocatoria para doce personas que cursarían un tópico sobre justicia social y harían
un estudio de campo en una comunidad nahua en el municipio de Ayotitlán, Jalisco;
curso al que decidí matricularme. Ciertamente tenía expectativas muy pobres y me
preocupaba caer en las mismas prácticas que tanto cuestioné.
Durante el primer viaje del curso, se pretendía identificar los problemas de la
comunidad y definir las líneas de acción a tomar sin ser invasivos . El resultado de este
análisis es que la comunidad estaba muy marginada y en una condición interna muy
compleja, los principales problemas que le aquejaban era una crisis ecológica debido al
descontrolado consumo y desecho de botellas plásticas PET (tereftalato de polietileno),
principalmente porque la comunidad estaba entre dos afluentes que eran el suministro
de agua, los cuales eran bloqueados y contaminados por estos desechos. Otro
problema era que los miembros de la comunidad estaban muy rezagados en el ejercicio
de sus derechos y su participación era muy limitada por agentes externos a ellos: por
un lado había un marcado cacicazgo que coartaba la democracia de la comunidad , y
por otro, compañías mineras explotaban las minas aledañas de hierro , azufre y carbón
mineral. Y finalmente, había una crisis cultural muy grave dentro de la comunidad, que
consideraba imperante recuperar su identidad y costumbres frente a su marcada
occidentalización. Su
condición es razón del asistencialismo, ellos eran el grupo
vulnerado, silenciado, avasallado, subalterno y dependiente.
Es en ese punto cuando caímos en la noción que había que romper con esa
lógica dominante, que el asistencialismo no es suficiente para resolver crisis
democráticas o culturales (no hay forma posible de “dar” cultura o democracia
unilateralmente), por lo que la acción principal debía de estar enfocada en reforzar su
figura de tal forma que se reivindicara, empoderarlos para que esa comunidad fuera la
protagonista de su transformación social.
Notamos así que la juventud de la comunidad era la que se organizada en
grupos para incidir de tal forma que ellos eran los protagonistas del cambio , los
chagemakers sin declarar. Es con base en esto que la primer propuesta para la
asistencia de esa comunidad de Ayotitlán iba a ser bilateral, por parte de nosotros y por
parte de ellos, todos jóvenes menores de 20 años. La primera línea de acción fue
impulsar métodos en los que se pudiera aprovechar el PET sustancialmente y sin
retrotrajo, por lo que se buscó que la comunidad tuviera cultivos sostenibles por medio
de las mismas botellas, con las cuales podían elaborar cultivos verticales de apio,
zanahoria, cilantro y betabel. El objetivo era que al darle un uso práctico a estos
desechos, los miembros de la comunidad de Ayotitlán no tuvieran que depender de los
insumos
externos
de
alimentos
ya
que
tenían
los
medios
para
subsistir
independientemente y podían, a la vez, resolver gradualmente su problema ambiental
de los desechos plásticos.
El problema más complejo era cómo podía incitárseles a recuperar su esencia
tradicional y participación en la toma de decisiones de la comunidad . Estas personas
mantenían un recuerdo vivo de lo que alguna vez fue la riqueza cultura de sus raíces ,
por lo que tras jornadas de estudio, se identificaron prácticas culturales que podían
volver a realizarse para hacer frente a la amenaza de la imposición cultural occidental .
Se realizaron talleres para niños y jóvenes de historia cultural, y de las tradiciones
regionales auténticas, de tal forma que se recrearon y se impulsó su creatividad para
promover lo que son y lo que pudieran ser. Una vez sentado esto, se impulsaría un
sentido de pertenencia gregaria, eso es la base de la cohesión social y la participación
activa.
Lo destacable de todo esto es que no sólo es una cuestión pragmática . El hecho
de hacer algo por alguien más implica empatía , y el vínculo trae consigo cuestiones
morales y éticas. Lo que resultó de esa experiencia es me enseñaron más de lo
aprendí, que no existe el “yo” sin la otredad, y que soy parte de un sistema
simbióticamente solidario, que el compromiso y el ser “agente de cambio” cada vez se
manifiesta más en mi generación, y que la política social puede y debe de trascender
más allá con mi proposición y mi acción, manifestándose a favor de algo tan crudo y tan
necesario como las precariedades de mi comunidad inmediata.
El punto con esto es
que es posible definirse en este país como parte del cambio sin dádivas mesiánicas ,
unilateralidad y heteronomía, que es la oportunidad que ofrece la asistencia social.
Conclusión y Propuesta
Realmente cualquier crítica, proceso dialéctico o análisis es sinsentido y estéril si
no viene consigo una propuesta de cambio. Si bien queda claro que el asistencialismo
es una opción contraproducente y conservadora, a la asistencia social en México se le
presentan muchas áreas de oportunidad. La línea entre la asistencia social y el
asistencialismo es muy delgada, y el ser ecléctico no es posible. Por eso propongo tres
líneas de acción específicas para la resolución de los problemas sociales: en primer
lugar, seguir un sistema de transversalidad sostenible en todas las dependencias
estatales y municipales, no sólo en cuanto a instituciones de asistencia social. Como se
refirió anteriormente, los problemas sociales son multidimensionales, por lo que la
acción multidisciplinaria es la que resuelve el problema de manera integral. Permear
cuestiones de asistencia social en organismos gubernamentales de educación , trabajo,
igualdad de género, medio ambiente, transparencia, comunicación, relaciones
exteriores, etc.; y principalmente en juventud.
En la actualidad estoy fungiendo como embajador del programa MyWorld 2015
de la Agenda de los Objetivos del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas ,
programa que tiene como objetivo identificar las prioridades de toda la sociedad por
medio de encuestas diseñadas para englobar los retos de la humanidad. En México, lo
que más se marca es acceso a educación de calidad y oportunidades de trabajo , lo que
indica la razón de fondo de la situación precaria, no sólo de México, sino de toda
Latinoamérica.
Eso nos lleva a la segunda propuesta de la línea de acción , que se refiere a impulsar
proyectos y espacios en que la generación joven de Jalisco participe en asuntos de
asistencia social. Crear nociones de compromiso comunitario y formar agentes de
cambio es una plataforma muy importante que tiene l IJAS y otros institutos para
orientar acciones críticas. Realmente hay jóvenes ávidos de laborar para mejorar la
situación de desigualdad, y esto lo escribo como joven y como ciudadano mexicano. La
verdadera re-evolución que este país necesita es la de despertar conciencias que
orienten sus acciones en conjunto. Hay una labor inconmensurable para lograr este
estado de justicia social, tanto en Jalisco como en México.
La tercer línea de acción propuesta es promover y comunicarse de tal forma que
se evadan esos neoarquetipos no éticos del asistencialismo, se trata de crear
diagnósticos certeros y que consideren todos los factores posibles para resolver esa
condición, porque no se puede reducir a una causalidad simplista , sino que todas las
aristas que puede tener son el trasfondo de nuestra verdadera condición social .
Eliminar los sesgos implica difundir y promover que somos ciudadanos del mundo , que
no hay “abajos” ni “arribas”, sino frentes, se trata de mover comunidades a que sean el
cambio que quieren ver en esta nación.
La asistencia social es la herramienta idónea para desmitificar realidades , para
cambiar culturas, para que las estructuras y sistemas que mantienen la brecha social se
superen, para permitir a los ciudadanos ser la parte determinante en el cambio de
paradigmas. Porque cooperar y mover a toda una nación solidariamente es una causa
crucial para que cualquier país progrese.
Estas inventivas deben de comenzar a ser interpretadas, expuestas y
practicadas, el asistencialismo es incapaz de innovarse y adaptarse al cambio social. La
verdad de la realidad es un causal determinante en la condición de la sociedad.
Hagamos de cada hombre es lo que hace con lo que hicieron bien de él, no habrá
brecha social ni desigualdad el día que se logre renovar las estructuras arcaicas, el
cambio se manifiesta en la ética y practicidad, y ante todo lo mencionado, queda
demostrado como la asistencia social es superior y prevalece sobre el asistencialismo,
desde por sus acepciones intrínsecas hasta por su parte ética. Es momento de elegir,
de inspirar, de cambiar y de aprender que somos parte de toda una entereza social, y
parte vital de ella, eso implica asumir la responsabilidad que se tiene para con ella, para
la justicia social y para la transformación social, no como asistencialistas, sino como
parte de la solidaridad detrás de la asistencia social.
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Anexo 1.