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Observatorio de la libertad de expresión (OLE) Sesión solemne en memoria del Dr. Gerardo Trejos Salas Premio a la libertad de expresión y el derecho a la información 2012 Los principios en el Estatuto Orgánico de la Universidad de Costa Rica son claros respecto a los valores solidarios que guían las actividades sustantivas de la institución, y sus responsabilidades para con la sociedad. Defendemos el derecho a la educación, la igualdad de oportunidades sin discriminación, la libre expresión de las ideas y opiniones, el respeto a las diferencias culturales y a la coexistencia de distintas visiones del mundo y modos de vida, el diálogo y la problematización de la realidad, como fundamento para la toma de decisiones sociales, políticas y económicas. En congruencia con esta visión institucional, el Observatorio de la Libertad de Expresión se propone estimular el ejercicio ciudadano de las libertades de pensamiento, expresión, circulación de las ideas y el derecho a la información. Para lograrlo, debemos empezar por reconocer que, en la sociedad costarricense actual, la democracia no es un tema cerrado o un simple hecho social no problematizable, que se confirma en cada periodo electoral con el ejercicio del voto. Ante todo, se trata de una aspiración, orientada hacia la búsqueda de la justicia social, de un proyecto complejo que debe revisarse y renovarse continuamente. La democracia es un experimento político siempre a prueba, en cuya práctica es central la participación ciudadana. Una ciudadanía participativa es aquella que dinamiza la esfera pública, como espacio cultural donde se discuten y negocian los significados sociales, donde se gestan las opiniones e, idealmente, se deberían tomar las decisiones colectivas desde perspectivas plurales. Solo el diálogo mediador logra equilibrar los antagonismos que caracterizan a la sociedad global contemporánea, ejerciendo control y crítica sobre las actividades del Estado y los intereses privados, con el fin de aumentar la seguridad y el bienestar de la mayoría. 1 La comunicación tiene una incidencia directa sobre la calidad de vida y la justicia social. Por esta razón, los derechos humanos incluyen el derecho a la información veraz, equilibrada y pluralista, como recurso que promueve el conocimiento, la independencia y la autogestión. No solo se trata de la posibilidad de elegir entre la información disponible, sino de participar en su producción, difusión y crítica. Es también el derecho fundamental de toda persona a ser escuchada, a expresar una respuesta frente a los mensajes recibidos incesantemente en la llamada “Sociedad de la Información”, y a incluir los propios saberes y competencias culturales en los procesos comunicativos. No es un derecho de segunda categoría, sino uno fundamental, porque permite a las personas intervenir en la producción misma de la sociedad, de los significados y las actividades que la dinamizan. Estar vigilantes a favor de estos derechos no es una misión pasiva. La democracia no puede basarse en consensos falsos e imaginarios, acordes con intereses particulares que no se revelan, y acaban por conducir al letargo político de la ciudadanía. Por el contrario, su fundamento está en la continua deliberación en torno a los modelos de desarrollo, el interés público y la justicia social. Sabemos que el autoritarismo y la intolerancia se alimentan de la conformidad y el silencio. Hay tendencias discursivas que clausuran los espacios para la reflexión y el diálogo, contentándose con reproducir opiniones, pero sin crear verdadera información ni conocimiento. Cuando muchos de los principales actores económicos y políticos evitan que temas de alto impacto e interés social lleguen al conocimiento ciudadano y sean discutidos como parte del proceso social de toma de decisiones, se produce una degradación del discurso público. La información y el diálogo son entonces sustituidos por el espectáculo, la publicidad y las relaciones públicas. Para acercarnos a una democracia participativa y deliberativa, plural e inclusiva, se deben crear estrategias que estimulen la crítica y el diálogo, para posibilitar sentidos alternativos en la vida cotidiana, la convivencia social y la relación humana con el mundo. Solo de esta forma, los derechos dejan de ser abstracciones y se hacen realidades. 2 Este es el modelo de participación ciudadana al cual desean contribuir la Universidad de Costa Rica y el Observatorio de la Libertad de Expresión. Enmarcada por este gran objetivo, la actividad que hoy nos reúne tiene un propósito doble. Por primera vez, se hace entrega del premio anual a la libertad de expresión y el derecho a la información, creado por el Observatorio, y adjudicado a don Miguel Ángel Agüero, editor de “La Machaca”. Asimismo, hacemos un sentido homenaje a la memoria del Dr. Gerardo Trejos Salas. Trabajos como el desarrollado por don Miguel Ángel Agüero a lo largo de su vida, nos recuerdan el poder liberador de la risa, señalado claramente por Mijaíl Bajtín, su capacidad para fracturar el discurso autoritario y poner en evidencia las relaciones de poder social. La risa está relacionada con la participación popular en los espacios públicos, con las fuerzas regeneradoras que introducen lo heterogéneo, la duda, la incertidumbre, la ambigüedad y la ironía, elementos que diversifican las formas de pensamiento, porque hacen evidente que las cosas podrían ser diferentes de la forma como se manifiestan en un momento dado. Por otra parte, recordar la vida y las obras del Dr. Gerardo Trejos Salas, alimenta nuestra esperanza de encontrar en las acciones individuales el poder de transformarnos como sociedad. He aquí un ejemplo a seguir en el ejercicio creativo, generoso y apasionado de la ciudadanía, de las posibilidades que se abren cuando un proyecto particular se cruza con uno social. A sus cualidades personales, se suman una distinguida labor profesional como jurista, en el ámbito nacional e internacional; su contribución como editor a la promoción de ideas y debates; el ejercicio coherente y dinámico del servicio público, y, en general, de una ciudadanía política, en el mejor sentido de lo político, consciente de sus responsabilidades sociales. El mejor ciudadano es siempre inconformista, porque sabe que el proyecto social democrático no se acaba nunca y requiere de relevos generacionales que lo sostengan y regeneren. Don Miguel Ángel Agüero y don Gerardo Trejos son ejemplo de ciudadanos conscientes de la influencia que sus acciones pueden ejercer para dar movilidad al discurso público. Ya fuera mediante la risa, la militancia política o la disposición crítica, 3 tomaron la iniciativa para crear y difundir comprensiones alternativas de la realidad. Su ejemplo nos demuestra que la vida privada no tiene que ser prisión ni evasión, sino un soporte solidario para la vida pública. El recién fallecido José Merino del Río es otro ciudadano ejemplar en la defensa de las libertades de pensamiento y el derecho a la información, como bases del proyecto democrático. Su contribución al debate social y al quehacer político nacional debe ser recordada con respeto y gratitud. La democracia requiere de ciudadanos audaces en sus iniciativas, que sean, a la vez, responsables a la hora de elegir y actuar. Al igual que la risa, toda originalidad está acompañada de cierta irreverencia necesaria para transformar lo dado y poner en juego nuevas propuestas para transformar la sociedad. En la Universidad de Costa Rica creemos que el futuro, individual, institucional, nacional y regional, está cruzado con los futuros ajenos. Por ello, asumimos la defensa de un modelo de comunicación socialmente responsable y democráticamente participativo, que incluya una cada vez más amplia diversidad de voces y saberes culturales, con la cual enriquecer y darle complejidad al discurso público. En el ámbito de la comunicación, la Universidad enfrenta el desafío de recuperar la esperanza de la ciudadanía en la transparencia del accionar de las instituciones públicas. Contribuir también en la creación de una sociedad del conocimiento más justa, que no se contente con la transmisión de información, y garantice el dinamismo de los procesos de interlocución, reflexión y crítica en la esfera pública. Por ello, nos alegramos con la creación del Observatorio de la Libertad de Expresión, en el cual sabremos encontrar un aliado para la consecución de las metas comunes. Muchas gracias. 4