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IDENTIFICACION DEL PROYECTO
Universidad Nacional del Comahue
ORGANISMO
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
DEPENDENCIA
Grupo de Estudios Sociales Agrarios –GESAUNIDAD EJECUTORA
DENOMINACION DEL PROYECTO Tramas sociales y actores colectivos en la
organización social de la agricultura en el norte
de la Patagonia
Sociología, Economía y Calidad de vida
DISCIPLINA CIENTIFICA
Mónica Bendini (Directora)
GRUPO DE INVESTIGACION
Martha Radonich
Norma Steimbreger
Analía Kreiter
Ana Ciarallo
RESUMEN
Tramas Sociales y Organización de la Agricultura.
Actores colectivos e institucionales en la fruticultura valletana
En las últimas décadas, la región agrícola de la cuenca del río Negro, en el norte
de la Patagonia argentina experimenta reestructuraciones a nivel de posicionamiento de
actores y en la organización de la agricultura; surgen nuevas configuraciones territoriales
que expresan la heterogeneidad de procesos agrarios y de tramas sociales.
Se considera que la contribución teórico-metodológica de tramas sociales resulta
pertinente en el análisis microsocial. Se focaliza así, en las conexiones y discontinuidades
que expresan las relaciones entre actores individuales, colectivos e institucionales,
relaciones que se tejen y se negocian constantemente.
La naturaleza de la reestructuración del sistema frutícola estaría indicando un
cambio histórico cualitativo en el desarrollo de las actividades valletanas tradicionales y la
modificación de las estrategias de acumulación con la consiguiente redefinición de las
posiciones productivas y comerciales de los actores sociales.
Otra dimensión vinculada a las transformaciones recientes en las últimas décadas
surgen nuevas configuraciones territoriales que expresan la heterogeneidad de procesos
agrarios y tramas sociales en el espacio rural.
Las áreas estudiadas en esta investigación corresponden al ejido de Allen,
provincia de Río Negro, ubicada en el Alto Valle Tradicional y el Chañar, provincia de
Neuquén en un área de expansión productiva. En ambos estudios de caso, se identificaron
los actores colectivos e institucionales (federación y cámara de productores/fruticultores,
consorcio de riego, sindicatos, cooperativas, estado, organismos descentralizados no
gubernamentales, instituciones científico-técnicas, empresas mixtas) participantes en la
organización social de la fruticultura.
PALABRAS CLAVE
trama social – cadena de valor agrícola – actores institucionales – actores colectivos territorio
Introducción
En las últimas décadas las cadenas de valor agrícola transitan un proceso de
reestructuración productiva y comercial caracterizado, entre otros, por una creciente
globalización del capital y del consumo, por la redefinición de actores sociales agrarios y por la
reconfiguración de los territorios. Los interrogantes que dan inicio al Proyecto son: ¿Cómo se
reposicionan los distintos actores individuales, colectivos e institucionales?; ¿cuáles son sus
estrategias en este nuevo y complejo escenario?; ¿cómo se construyen y expresan las tramas
sociales?; ¿cómo se negocian, se prueban y se renegocian las relaciones intersectoriales?.
La dinámica social produce y redefine los espacios rurales. En la tensión entre el
contexto de la sociedad local y el marco de la mundialización, los estudios previos del GESA
abordaron las dimensiones estructurales de la cadena de valor frutícola y a nivel microsocial se
identificaron y caracterizaron los actores sociales individuales: trabajadores, productores
familiares y empresas. Se construyeron tipologías de los sujetos agrarios y se diferenciaron las
modalidades de organización de la agricultura en nuevas y en tradicionales zonas productivas.
Para avanzar en el conocimiento, es necesario identificar y caracterizar comportamientos,
vínculos, orientaciones, negociaciones y estrategias de los actores colectivos e institucionales
que entretejen fenómenos heterogéneos en los distintos territorios: cámaras, cooperativas,
gremios, sindicatos, organismos del estado en sus distintas jurisdicciones, organismos
descentralizados, asociaciones mixtas, entre otros. Se parte del presupuesto teórico que los
comportamientos sociales tienen lugar no sin condicionamientos estructurales y controles
externos; sin embargo asumen especificidad regional a través de acuerdos, alianzas,
compromisos en las negociaciones locales que se aprueban y negocian en base al consenso y
al conflicto.
El propósito del proyecto fue identificar y caracterizar los actores colectivos e
individuales y reconstruir las tramas sociales que se configuran en dos ámbitos diferenciados
por la organización de la agricultura: una zona tradicional del Alto Valle –ejido de Allen- y una
zona nueva de expansión en los valles medios de la provincia del Neuquén -El Chañar-.
Considerando que el objetivo gnoseológico de la investigación corresponde a la descripción e
interpretación la estrategia metodológica para llevar a cabo lo propuesta incorpora
procedimientos tipológicos, relacional-comparativos y estudios de caso, triangulando fuentes
documentales y vivenciales y técnicas de recolección de datos.
Algunos aportes para la reflexión sobre tramas sociales
Desde las últimas décadas del siglo XX se transita un proceso de reestructuración
productiva y comercial en las cadenas de valor agrícola caracterizado, entre otros, por una
creciente globalización del capital y del consumo, por la redefinición de actores sociales
agrarios y por la reconfiguración de los territorios.
Se entiende que el territorio es el resultado de una construcción social y política, en
la cual los actores individuales y colectivos intercambian recursos, ejercen poder y articulan
intereses. Expresa en el devenir histórico las relaciones sociales pasadas y las presentes,
representa un campo de fuerzas de aceleración diferencial (Radonich, Steimbreger y Kreiter,
2005). El territorio es un espacio determinado y delimitado por y a partir de relaciones de poder,
que opera sobre un sustrato referencial y es definido por las relaciones sociales que operan en
ese territorio (Di Meo G. 2005). El campo de fuerzas en el que se desarrollan los procesos
productivos es un campo de lucha, un campo de acción socialmente construido donde actores
que cuentan con recursos diferentes se enfrentan para tener acceso al intercambio y mantener
o transformar la relación de fuerzas vigente. Las organizaciones libran acciones que dependen
de su posición en el campo y están orientadas por las restricciones y posibilidades inscriptas
tanto en su posición como por la representación que pueden hacerse de esa posición y la de
los otros (Ciarallo, 2006). La construcción del territorio responde a un proceso histórico y
sociocultural, con diversos actores sociales que le otorgan características particulares y
distintivas, así la funcionalidad territorial como categoría interpretativa requiere de la
incorporación de los actores sociales en el proceso de construcción. Los actores sociales “son
unidades reales de acción en la sociedad: tomadores y ejecutores de decisiones que inciden en
la realidad local. Son parte de la base social, son definidos por ella, pero actúan como
individuos o colectivos que, además, están sometidos a otras condiciones -culturales, étnicoculturales, políticas y territoriales” (Pirez, 1995: 10). Implica considerar tanto a los actores
económicos -individuales y colectivos- que reproducen su capital en función de relaciones
locales o extralocales (regionales, nacionales o internacionales) como a los actores políticos e
institucionales que reproducen su poder en relación con los otros actores (Pirez, 1995; Bendini,
2003).
Cuando se analiza una acción, un comportamiento de un actor social no se lo puede
separar de su inserción en la estructura social; con intereses específicos y con necesidades
que están en relación con el lugar que dicho actor ocupa dentro de esa estructura. Las
relaciones sociales que se producen entre individuos son los vínculos que se establecen entre
los actores que ocupan diferentes posiciones sociales y que implican relaciones mutuas. La
acción social es explicada en términos de estrategia, partiendo de la hipótesis que según una
lógica de costo-beneficio el actor social selecciona aquella alternativa que entre las que le
brinda el sistema de relaciones, considere acorde a sus intereses o necesidades ligados a su
posición dentro de ese sistema de actores y sobre la base del comportamiento de los otros
actores sociales (Pirez, 1995). Así, se parte del presupuesto teórico que los comportamientos
sociales tienen lugar no sin condicionamientos estructurales y controles externos (Bendini,
Cavalcanti y Tsakoumagkos, 2003).
Por lo expresado, los territorios agrarios son producidos y redefinidos por la dinámica
social, en este sentido, consideramos que el análisis de tramas sociales resulta pertinente a
nivel microsocial, porque permite comprender procesos más amplios en los cuales están
involucrados. En este sentido, este análisis focaliza en las conexiones y discontinuidades que
expresan las relaciones entre actores individuales, colectivos e institucionales, relaciones que
se tejen y entretejen constantemente (Pritchard, 2000; Bendini y Steimbreger, 2004). Si bien los
procesos de globalización están asociados a mecanismos de expansión y dominación, la
utilización de los conceptos de controles y resistencias permite identificar diversos y continuos
procesos de negociación y conflicto que dan cuenta de las dinámicas específicas que adopta el
proceso de mundialización en situaciones concretas. De esta manera, los comportamientos
sociales adquieren especificidad territorial a través de acuerdos, alianzas, compromisos en las
negociaciones locales que se aprueban y negocian en base tanto al consenso como al conflicto
(Flora y Bendini 2003).
Se considera que lo que ocurre en el ámbito agrario es el resultado de procesos de
interacción, de control y de resistencia que se expresan en lo cotidiano de los territorios, en
luchas y movimientos sociales. Ésas relaciones conforman la arena o campo de fuerzas en la
cual los actores logran conocer la realidad y así defender sus intereses. El conocimiento de una
realidad material implica el reconocimiento de un sistema de relaciones de poder. El poder no
es una categoría espacial ni una categoría temporal, pero está presente en toda producción de
territorio en el devenir histórico de su construcción (Raffestin, 1980). El territorio es el telón de
fondo de las relaciones, de la interacción humana, de los movimientos, esa dinámica es una
forma de trasmitir información con el propósito de controlar ideas, acciones y acceso a los
recursos (Sack, 1986).
El análisis de la trama social permite entender cómo diferentes actores sociales
gestionan e interpretan los elementos de su entorno, cómo elaboran sus estrategias, cómo
crean espacios para llevar adelante sus proyectos, cómo pueden generar comportamientos
locales que son distintos y que pueden ser contradictorios a los del Estado o de otros actores
con otras estrategias de producción, de vida. Permite además mostrar cómo esos procesos
organizacionales, estratégicos e interpretativos pueden influenciar o ser influenciados por el
contexto amplio de poder y acción social existente. Desde esta base será posible comprender
los procesos de cambios en la organización social de la agricultura que influyen no sólo en las
relaciones de subordinación, de dominación sino también en las acciones de negociación,
resistencia y transformación. Este análisis requiere identificar en primer lugar, los actores individuales, colectivos e institucionales- que intervienen en la producción-reproducción del
territorio y en segundo lugar, las relaciones que se establecen en función de las diversas
estrategias que elaboran los actores participantes. De esta manera se van conformando
distintas redes sociales en un proceso de construcción permanente tanto individual como
colectivo y al mismo tiempo, un intercambio dinámico entre redes que potencian los recursos
que poseen los actores sociales. Así estas múltiples y complejas interacciones que se
construyen a través del tiempo le otorgan forma y contenido a la trama socioterritorial. Por
consiguiente, las tramas sociales son concebidas como redes de relaciones dinámicas que se
van transformando a lo largo del tiempo como consecuencia de las interacciones hacia el
interior y exterior de la trama de territorios específicos (Radonich, Steimbreger y Kreiter, 2005).
A partir del análisis de los diversos tipos de lazos en la reestructuración social, Murmis (2003) y
Bendini (2006) plantean la necesidad de evaluar la sociabilidad en las redes y organizaciones
sociales y en el contexto más amplio de la integración social los autores toman en
consideración posiciones y comportamientos incluidos en la resistencia a la modernización
homegeneizante.
Las diversas relaciones de los actores sociales pueden variar de forma y contenido.
La forma se refiere a las
peculiaridades de las relaciones entre los actores sociales,
independientemente del contenido. Los aspectos básicos de la forma de relación son la
intensidad o fuerza del vínculo y el nivel de compromiso en determinadas actividades. En tanto
que el contenido hace referencia a la función del vínculo entre actores, que puede ser
normativa y de intercambio (Requena Santos, 1996) como así también político-institucional,
financiera, técnica, clientelar, de reivindicación, de subordinación, entre otras.
Los procesos agrarios en el norte de la Patagonia argentina
En las últimas décadas, la región frutícola de la cuenca del río Negro, en el norte de
la Patagonia Argentina, experimenta reestructuraciones en el nivel de posicionamiento de
actores y en la organización social de la agricultura. Estas transformaciones sociales y
territoriales responden a la complejidad de las relaciones entre condiciones globales
“modernizantes” que se materializan en la región a través de cambios técnicos y
organizacionales en la cadena frutícola; la interpretación y transformación que de aquellos
procesos sociales realizan los actores locales y las reformas políticas recientes.
Al igual que en otras regiones agrarias de América Latina, la reestructuración
agroindustrial que se consolida durante los años noventa en el norte de la Patagonia argentina
pone en evidencia la relevancia que adquieren las grandes empresas, nacionales y
transnacionales, con una fuerte capacidad de inversión, de incorporación selectiva de
tecnología de punta, de acceso a la información y a los mercados mundiales.
Simultáneamente, los pequeños y medianos productores se encuentran inmersos en un
proceso heterogéneo de reconversión, introducción de innovaciones organizacionales,
subordinación al sector concentrado del capital, para lo cual recurren a la financiación y/o a la
agricultura contractual para participar de la "modernización". En numerosas ocasiones esto
conduce al endeudamiento y a la descapitalización que como demuestran muchos estudios
empíricos, deviene directamente a su desaparición como productor o bien en su exclusión
definitiva de la cadena de producción. (Steimbreger, 2004; Romero, 2004)
En tanto se considera que los espacios agrarios son producidos y redefinidos por la
dinámica social, el trabajo se focaliza en las conexiones y discontinuidades que expresan
relaciones sociales de producción entre actores individuales, colectivos e institucionales en un
contexto de reestructuración del sistema agroalimentario mundial, de apertura de las
economías nacionales y concentración del capital. Se avanza en la comprensión de las
relaciones de poder, en un marco de controles externos y resistencias locales a partir de
hallazgos empíricos en dos áreas frutícolas del norte de la Patagonia argentina. Por un lado, un
espacio agrario del tradicional Alto Valle: Allen en la provincia de Río Negro y por otro en una
de las nueva áreas de expansión agrícola: El Chañar, en la provincia del Neuquén.
La conformación y evolución de ambos espacios no ha dependido sólo de la
inversión y de la incorporación tecnológica sino también de las condiciones y características
institucionales, históricas y culturales para la modernización y reestructuración, la adopción
generalizada o selectiva de cambios técnicos y la modalidad que asume la estructuración
social. (Bendini,2006)
Allen
El Alto Valle es una región de agricultura bajo riego de alrededor de 60.000
hectáreas en el norte de la patagonia argentina. La actividad frutícola representa más de las
dos terceras partes del producto sectorial, el cultivo de manzanas y peras son los más
importantes. Alrededor del 50% de la producción de manzanas y el 80% de la producción de
peras se destinan a la exportación, tanto en fresco como en forma industrializada. En esta
región se encuentra el ejido de Allen, en el departamento de General Roca, tiene
aproximadamente 8000 hectáreas. La génesis de la localidad de Allen está relacionada con la
creación de la primera cooperativa de irrigación de la región, la Cooperativa de Irrigación de la
Colonia de General Roca, surgida en 1907. Hacia 1920, y a diferencia de otras zonas del Alto
Valle, en ella se constataba escasa subdivisión de tierra en las inmediaciones del pueblo de
Allen, cuyos propietarios eran accionistas de la Cooperativa de Irrigación. En la medida que se
fue consolidando el modelo frutícola a partir de la década del 30, se generalizó el proceso de
subdivisión de la tierra y el surgimiento del pequeño productor propietario o chacarero, sujeto
paradigmático en la genealogía de la fruticultura valletana.
Se generó una economía regional caracterizada por un alto dinamismo y temprana
vinculación con los mercados externos, y que en su estructura estaba constituida por un amplio
estrato fragmentado de pequeños y medianos productores primarios y un sector industrialcomercializador conformado por empresas integradas a conglomerados nacionales y
transnacionales. Hasta mediados de la década del 70 la producción local y la demanda mundial
experimentaron una fase de expansión, situación que fue modificándose por condiciones
externas e internas hasta el auge de las políticas neoliberales de los 90, momento en que se
profundizan una serie de transformaciones que consolidan la pérdida de capacidad de
negociación y las dificultades de acumulación del productor independiente iniciadas a fines de
la etapa anterior (Scaletta, 2006).
Los datos del Censo Provincial de Agricultura bajo Riego (CAR2005) indican que en
la localidad hay 387 productores agrarios, de los cuales 304 (78,6%) son personas físicas, dato
que evidencia la importancia cuantitativa que todavía mantiene el productor primario o
chacarero. El 75,4% del total de productores tienen superficies menores a las 25 hectáreas y
ocupan el 28% de las tierras. Por otra parte, del total de superficie cultivada, el 73,5%
corresponde a explotaciones iguales o mayores a 25 hectáreas. En relación con los cultivos,
los datos censales muestran que de la superficie total plantada en esta localidad, los frutales
con mayor presencia son los de pepita (91,3 %), mientras que los carozos y la vid tienen
escasa incidencia (5 % y 3,2 % del total de la superficie, respectivamente). Respecto del lugar
de residencia, se constata que del total de 304 productores identificados como personas
físicas, casi el 50% reside en las parcelas y realiza parte del trabajo directo y de gestión de la
unidad productiva. Del total de esta categoría de productores, el 76% tiene a la explotación de
su unidad productiva como única actividad laboral remunerada.
El Chañar
La apertura de espacios de colonización y de espacios competitivos está vinculada
con las modalidades diversas de intervención del Estado y con las formas concretas de
ocupación y utilización del territorio que combinaron y combinan la intervención directa del
Estado y la colonización privada (Flora y Bendini, 2003).
En las últimas décadas, en el Norte de la Patagonia, y en el marco de la
reestructuración de la fruticultura se produce la ampliación de la escala productiva por parte
empresas agroindustriales lideres del tradicional Alto Valle de Río Negro; este proceso implica
la búsqueda de nuevos territorios para la producción en fresco -compra de tierras, compra y/o
arriendo de explotaciones en producción-. En este contexto, durante los ´90, se revaloriza en la
Provincia de Neuquén el área que se extiende sobre el valle medio-inferior del río homónimo en
el departamento Añelo1, ésta representa un avance continuo de la frontera agrícola para
exportación y constituye un caso de estudio relevante para comprender cómo se modifica la
configuración socioproductiva y territorial en términos de relaciones entre actores. Es así que
hacia fines del siglo XX en esta región se asiste al pasaje de una fruticultura tradicional con
énfasis en la producción familiar a un modelo agrícola caracterizado por la concentración y
centralización del capital y la vinculación del sector empresarial con el sistema políticoinstitucional.
Esta nueva zona con suelos fértiles y agua, asegura a las grandes empresas
frutícolas integradas la ampliación de su escala productiva para responder de manera rápida y
flexible a los exigentes cambios cuantitativos y cualitativos de la demanda internacional de
frutas frescas de contraestación. El área abarca una superficie aproximada de 7.200 ha, de las
cuales el 52 % posee cultivos perennes, el 28 % corresponde a superficies aptas no utilizadas,
el 4,5 % a tierra no apta, y apenas el 1,5 %, se encuentra abandonada. De las 3.727,2 ha con
cultivos perennes el 72,2 % está implantada con fruta de pepita, el 11,9 % de carozo y a partir
de la década del ´90 se introduce el cultivo de vid para vinificar, (16.7 %). Del total de
explotaciones existentes, el 29 % de las mismas posee entre 10 y 19,9 ha; el 32, 9 % entre 20
y 49.9 ha y el 23,7 % corresponde a explotaciones de 50 y más hectáreas las cuales
concentran aproximadamente el 80 % de la superficie total. Estos datos expresan la
importancia que tienen las explotaciones medianas y grandes. (CNA, 2002)
1
El área está ubicada al noroeste del tradicional Alto Valle, espacio en el que se desarrolla la actividad
frutícola para exportación desde 1930
Identificación de actores colectivos de las áreas de estudio
En primer lugar, se identifican los actores colectivos comunes de ambas áreas tanto
Institucionales –FUNBAPA-INTA- como Cámaras de Productores, Consorcios de Riego,
Cámara Empresarial, Sindicatos de trabajadores y Obra Social. En segundo lugar y de manera
específica se mencionan los actores que son específicos en cada área.
Actores institucionales en común
Fundación Barrera Zoofitosanitaria Patagónica –FunBaPaInstituto Nacional de Tecnología Agropecuaria -INTAActores colectivos en común
Consorcios de riego
Cámaras de Productores
Cooperativas de trabajo
Cámara de Fruticultores Integrados -CAFIUnión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores -UATRESindicato de obreros empacadores de la fruta de Río Negro y Neuquén -SOEFRNyNActores específicos de cada área
}En Allen, se observa un rol diferencial del estado de Río Negro a través de la
Secretaría de Fruticultura, asimismo, se identifica en esta área tradicional el Movimiento de
Mujeres en Lucha.
En el Chañar se identificaron otras organizaciones con fuerte presencia del estado
municipal y/o provincial neuquino como la Asociación para el Desarrollo Integral de El Chañar
(ADINEC), La Inversora S.A. -Emprendimiento Chañar III Etapa, Instituto Autárquico de
Desarrollo Productivo -IADEP-, Productos Patagónicos.
Relaciones y configuración de la nueva trama social
Allen
La configuración de la trama presenta fuertes transformaciones a partir de la década
de los 90. Si bien la crisis se evidencia desde la década del 70, se constata un aumento
creciente del poder de las firmas concentradas. Los datos del último Censo de Agricultura bajo
Riego confirman que el 4% de los productores o de las unidades económicas concentran el
42% de la superficie neta de tierras cultivadas con frutales y controlan el 80% de la producción.
Estas empresas, al incrementar el porcentaje de producción propia, debilitan el poder de
negociación de los chacareros. A su vez, los requerimientos de calidad de los mercados
externos impactan en la fruta comprada a terceros, convirtiéndose en un factor diferenciador
entre los productores primarios: entre aquellos que pueden ofrecer las variedades y las
calidades demandadas, y quienes encuentran erosionadas sus capacidades productivas. En
síntesis, a medida que aumentan los niveles de concentración, también se incrementa la
diferenciación social dentro de la trama.
En el escenario actual los posicionamientos de los actores de la producción refieren
a productores integrados –dueños o accionistas de empresas de empaque, frío y
comercialización; cuentan con la capacidad de hacer un seguimiento de sus productos hasta la
venta final, poseen media y alta tecnología y posibilidad de incorporar información de los
mercados. Por otro lado, dentro del segmento de productores independientes –que representan
la mayor parte de los productores- se puede distinguir por un lado a los que entregan su
cosecha directamente al exportador quien le presta servicio de empaque, frío y
comercialización, y un elevado número de productores que entregan su cosecha a un
acopiador que compra su producción en consignación, corriendo riesgos en relación con los
resultados de las liquidaciones y con el cumplimiento de los contratos por parte del acopiador.
Los productores integrados y aquellos vinculados con comercializadores y exportadores tienen
mayor acceso a monitorear el negocio, en tanto los independientes no tienen poder para
evaluar los resultados en la transparencia del negocio. Los instrumentos implementados por el
estado provincial (Ley de Transparencia y Ley de Contractualización) direccionados a
transparentar la comercialización todavía no alcanzan grados de generalización que impacten
en el circuito.
Las características de la nueva configuración revela la consolidación de una trama
social concentrada y jerarquizada con un liderazgo de las grandes empresas agroindustriales
de capitales transnacionales y nacionales y la profundización de la subordinación de los
pequeños y medianos productores a los eslabones del acondicionamiento, comercialización y
producción. La globalización creciente de los circuitos del capital agroindustrial tanto por el
hecho de abarcar la totalidad de la cadena, como porque la modalidad de la penetración de los
capitales internacionales se vuelve más compleja en un proceso creciente de concentración de
la comercialización. La redefinición de las posiciones productivas de los distintos actores
sociales de la cadena conlleva a mayor asimetría, comprometiendo la continuidad de sectores
de productores familiares y empacadores pequeños y medianos (Bendini, 2006).
La acción del estado provincial se restringe al diseño de algunas líneas crediticias de
bajo impacto –por ejemplo el PROAR- y a la implementación de herramientas jurídicas que aún
no permiten visualizar consecuencias eficaces en los actores a los que está orientado. “No
existe una política regional, y de parte del gobierno rionegrino se sale a apagar incendios de
modo indiscriminado, sin solucionar problemas y potenciando las diferencias. Tenemos un
estado bobo que no arma una red inteligente de contención, que solo sabe dar subsidios,
dilapidando recursos”. (Productor- Río Negro)
En la trama se constata el debilitamiento de las organizaciones de productores “hoy
vamos quedando con menos productores, desorganizados, débiles en su oferta en términos de
especie, calidad y variedad” (Dirigente de la Federación de Productores, 2005). La
organización de los productores ha vehiculizado reclamos a los poderes públicos tanto nacional
como provincial y ha implementado acciones directas que se manifestaron en prolongados
cortes de rutas. Los resultados de las luchas se concretaron en la obtención de subsidios
directos y generalizados, pero no se visualiza una estrategia a mediano o largo plazo para
construir un modelo más sustentable y equitativo.
En relación con el consorcio de riego, organización colectiva administrada por los
pequeños y medianos productores desde la reestructuración realizada a inicios de la década
del 90, puede constatarse que este actor colectivo se encuentra atravesado por la crisis del
modelo productivo. Mantiene una relación conflictiva con el sector más debilitado de usuarios
del sistema de riego debido a las deudas que estos chacareros acumulan con el consorcio y
que llevan incluso a cortes en el servicio de agua y a acciones judiciales. En tanto, la relación
de los consorcios con las grandes empresas es más armónica debido a la capacidad de pago
de estos actores. El Movimiento de Mujeres en Lucha es un actor colectivo que de manera
sostenida manifiesta públicamente su enfrentamiento con la modalidad y condiciones de
administración del riego que perjudica a los productores en situación de vulnerabilidad.
A nivel de los trabajadores, se produce un aumento del trabajo transitorio y se
intensifican los desplazamientos. La movilización de la fuerza de trabajo asociada a los
procesos de flexibilización laboral se vincula también a las nuevas formas de tercerización e
intermediación de la mano de obra. Las nuevas tecnologías y el contexto normativo
institucional facilitan esta flexibilización y surgen nuevas variantes de precarización laboral. Así,
los procesos que inciden en el mercado de fuerza de trabajo tienen como una dimensión
central a la flexibilización laboral, tanto interna como externa. A nivel de la dirigencia de los
trabajadores rurales y del empaque – UATRE, SOEFRNyN- se manifiesta una recuperación del
poder de negociación salarial como consecuencia de las estrategias políticas de negociación
conjunta que están implementando los gremios en las últimas paritarias. El sindicato de
empacadores sufrió un debilitamiento importante durante la década del 90 como consecuencia
de la crisis de la actividad frutícola y la instalación de pseudo-cooperativas de trabajo,
situaciones que provocaron un descenso sustancial en la cantidad de afiliados. Las políticas
nacionales parecieran orientarse hacia el control y desafectación de estas formas de
precarización de la mano de obra. En tanto, los dirigentes de los trabajadores de las chacras
rescatan el valor del RENATRE como herramienta jurídica tendiente a desalentar el trabajo en
negro e incorporar a los trabajadores rurales al sistema previsional y a las prestaciones
sociales. Desde la óptica de la dirigencia, la presencia de trabajadores migrantes rurales
favorece el debilitamiento en la capacidad negociadora del sector, considerando que por su
mayor vulnerabilidad aceptan formas precarias de relación laboral con los chacareros.
El Chañar
El desarrollo histórico de la trama social de El Chañar presenta cambios significativos
a partir de mediados de la década del noventa. Hasta ese momento, los actores protagónicos
tradicionales eran los pequeños y medianos productores, y las empresas de capital regional de
larga trayectoria en la fruticultura valletana. La acción del estado provincial se materializó en las
obras de infraestructura necesarias para la colonización privada del área -red vial, energía,
telecomunicaciones- y orientó las inversiones a través de líneas de créditos preferenciales para
el desarrollo agroindustrial (Ocaña, 2003). Pero a diferencia del momento actual, se favoreció
un modelo productivo incluyente en tanto se priorizó al mediano y pequeño productor.
A partir de los noventa y en el marco del Proyecto Agroforestal Neuquén 2020 y del
Programa Provincial de Reconversión Frutícola de los Grandes Valles de la Patagonia, se
observa en El Chañar la presencia de nuevos actores agrarios que redefinen las relaciones
socio-productivas al interior de la trama social. Al amparo de créditos blandos de la Provincia a
través del IADEP, se concreta el proyecto Emprendimiento Chañar III Etapa implementado por
la firma inmobiliaria La Inversora S.A. Inmediatamente se produce el arribo de inversores,
algunos muy vinculados al poder político provincial, que se orientaron al cultivo de vid para
vinificar y la producción de vinos para exportar. Dicha actividad se realiza a partir de una fuerte
inversión en tecnología de punta tanto en la producción primaria como en la construcción de las
bodegas.
La localización de este megaemprendimiento implicó la creación de un nuevo
Consorcio de Riego, con características diferenciales respecto del Consorcio tradicional de El
Chañar, como resultado de la implementación de riego presurizado. Entre ambos consorcios
existe una vinculación en términos de cesión del agua para riego y de servicios de
mantenimiento y limpieza.
Es importante resaltar el accionar del municipio de San Patricio del Chañar en el
dinamismo que le imprimió a este proceso en el cual se entretejen fluidas relaciones
principalmente entre el estado, las grandes empresas preexistentes y los nuevos inversores.
Adquieren mayor relevancia los acuerdos entre el sector privado y el público municipal/provincial-, lo que produce un quiebre en la trama social preexistente. Se profundizan
relaciones sociales de tipo político-institucional, financiera y clientelar en el marco de los
vínculos previos y de nuevas relaciones de carácter “societario” entre el sector público y los
grandes
inversores
privados.
Al
mismo
tiempo
se
intensifican
las
relaciones
de
subordinación/exclusión de los sectores productivos autodenominados “históricos” -pequeños y
medianos productores- respecto de las grandes empresas agroindustriales. Ejemplos de
asociaciones mixtas entre el municipio y los inversores son: la Asociación para el Desarrollo
Integral de El Chañar -ADINEC- cuya creación ha sido sugerida por la Fundación Mediterránea,
y la empresa Productos Patagónicos con participación mayoritaria del Municipio y productores
medianos, con inserción relevante y competitiva en la producción primaria.
El Municipio estimuló la conformación de Cooperativas de Trabajo fomentando la
terciarización de la mano de obra para las empresas establecidas en el área. Los trabajadores
no son socios de la misma sino cuentapropistas. Con esta manera de contratación, las
empresas no asumen los costos que implican los beneficios sociales de los trabajadores ni las
posibles indemnizaciones por accidentes laborales o despido. Esta intervención del poder
político deja entrever cómo el propio estado municipal favorece la flexibilización laboral y
formas precarias de contratación.
Al analizar las relaciones Estado-capital privado, se debe incorporar el accionar del
Instituto Autárquico de Desarrollo Productivo -IADEP- en tanto numerosas empresas
vinculadas con el megaemprendimiento se vieron beneficiadas por esas relaciones al recibir
créditos estatales. Según lo publicado por un diario regional, dichos créditos fueron transferidos
por el Banco Provincia del Neuquén al IADEP dado que el Banco Central consideraba
insuficientes las garantías ofrecidas por las empresas. Para obtener los fondos, se sobrevaluó
el valor por hectárea de las explotaciones -25 mil dólares-; aún reconociendo la inversión
realizada en canales y electrificación, los terrenos en cuestión no valdrían más de 15 mil
dólares la ha. (Río Negro, 2001). Estos créditos generaron una fuerte polémica en los
productores pequeños y medianos, y en la sociedad en general, debido a la vinculación
explícita de varios de los titulares de las empresas con el poder político provincial. En líneas
generales, los préstamos del IADEP no se otorgaron a los productores “históricos”, quienes
desde los subsidios otorgados por el Fondo de Desarrollo Provincial no volvieron a recibir
ayuda financiera del gobierno a pesar del endeudamiento que registran en la actualidad.
Otras firmas beneficiarias de los créditos del IADEP fueron: Neuquén Produce y
Productos Patagónicos. En el primer caso, el crédito se invirtió en la adquisición y
modernización de un galpón de empaque y frigorífico destinado en un primer momento, al
empaque y conservación de la fruta proveniente de la firma Productos Patagónicos. En la
actualidad, Neuquén Produce trabaja principalmente para firmas líderes como Expofrut. En el
segundo caso, el crédito del IADEP se utilizó para la construcción de un frigorífico con
incorporación de alta tecnología, para la conservación de la producción de los nueve socios
originales de la empresa mixta Productos Patagónicos. Actualmente sólo dos socios ocupan las
instalaciones, el resto es alquilado por la transnacional Expofrut, la firma Zoppi y otros
productores de la zona. (Río Negro, 2004)
De esta manera, se configura una nueva trama social, muy jerarquizada, en base a
intensas relaciones de poder derivadas justamente de esa asociación clientelar entre lo público
y lo privado que brinda beneficios recíprocos y que por momentos, involucra prácticas
partidarias. Se trata, al decir de Pírez (1995), de la utilización de manera privada de los bienes
públicos para garantizar por un lado, el apoyo político-partidario y por otro, la lógica de
acumulación del gran capital privado. En esta nueva forma de asociación mixta, el Estado
aparece como “facilitador” de los grandes inversores privados y al mismo tiempo, ese mismo
Estado -en sus distintas jurisdicciones- tiene orientaciones diferenciales respecto a la
organización de pequeños y medianos productores y su inserción en el proceso de
reestructuración. En términos de poder local, la representación de la Cámara de Productores y
de los pequeños y medianos productores es asimétrica con respecto a la de los empresarios.
Algunas reflexiones finales
La conformación de la trama social constituye un proceso complejo y dinámico a lo
largo del cual se van definiendo y redefiniendo relaciones entre los diferentes actores sociales.
La contribución teórica y metodológica de trama social permite identificar los actores sociales y
las relaciones diferenciales que se establecen entre ellos: empresas regionales y
trasnacionales, pequeños y medianos productores, el estado en sus distintas jurisdicciones,
asociaciones mixtas, cooperativas, organizaciones no gubernamentales, entre otros. Las
acciones de los actores individuales, colectivos e institucionales, y las negociaciones locales
tienen lugar no sin condicionamientos estructurales y controles globales.
Las regiones tradicionales de producción frutícola en el Alto Valle, como lo es el caso
de Allen, evidencian procesos cada vez más intensos de diferenciación social y subordinación
de los productores primarios a los demás componentes del circuito productivo-industrialcomercial. La crisis estructural que atraviesa al modelo productivo instalado a principios del
siglo pasado impacta de manera particular en los componentes no integrados de la cadena y
amenaza sus capacidades de continuidad en la actividad, o al menos su condición de
productores independientes. En un escenario caracterizado por la centralización del capital y la
concentración económica, las políticas públicas tanto en el ámbito nacional como en el
provincial en relación con los sectores subordinados de esta economía regional –productores
primarios y trabajadores- parecen remitirse a un juego de alianzas inestables y de acuerdos
situacionales, más direccionadas por las tácticas resistenciales de estos agentes a través de
acciones directas (tractorazos, huelgas, cortes de ruta) que formando parte de una estrategia
de desarrollo territorial integral.
En El Chañar, y a partir de los noventa, se observan cambios en el tipo de relaciones
establecidas al interior de la trama analizada: en el control de la trama -gran capital privado-, en
la composición y funcionamiento –complejas relaciones entre el mercado y el Estado-, y en la
participación de la inversión extranjera -presencia de nuevos capitales agrarios y extragrarios
transnacionales o en asociación con capitales extranjeros-. En definitiva se trata del
establecimiento de relaciones intensas entre el Estado y el Mercado y débiles de la sociedad
civil con estos actores.
La configuración de la trama social y su manifestación territorial tanto en áreas
tradicionales como en las de expansión resultan la expresión tanto del accionar del gran capital
privado como de la intervención diferencial del Estado al incentivar la organización empresarial
a escala. La lógica expansiva a nivel territorial de grandes empresas integradas estaría
acentuando la concentración económica y tal como menciona Joan-Eugeni Sánchez, “el
espacio es el lugar donde se desarrollan las estrategias del poder. por el hecho de que toda
acción social requiere un soporte físico (el espacio); conocer y dominar el espacio es
importante tanto para quienes quieren mantener su dominio como para quienes quieren
modificarlo” (Sánchez, 1981:224).
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