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En Mónica Bendini, y Norma Steimbreger (compiladoras). 2003. Territorios y
organización social de la agricultura. Cuaderno GESA 4. Editorial La Colmena.
Buenos Aires. pp. 17-39
EXPANSIONES DE FRONTERA AGRÍCOLA Y TRANSFORMACIONES
TERRITORIALES: PROCESOS SOCIALES DIFERENCIALES 1
Norma Steimbreger, Martha Radonich y Mónica Bendini
Introducción
Este trabajo tiene como propósito el estudio del proceso diferencial de apropiación y puesta en
producción de tierras en los extremos norte y oeste del valle frutícola 2 del norte de la Patagonia
argentina, que se cristaliza en las últimas décadas del siglo veinte. Este fenómeno, que tiene
lugar en áreas de frontera agrícola, socialmente conocidas como “nuevas áreas” -tierras sin uso
previo y tierras previamente utilizadas en forma extensiva, está relacionado con las
transformaciones productivas experimentadas en el sector agrario regional, con la crisis de los
mercados locales de trabajo urbanos y con la intervención de los actores institucionales.
La representación del espacio rural como ámbito de un sector meramente productivo aparece en
la actualidad limitada a nivel empírico ya que desempeña otras funciones claves en la
reestructuración del sistema socioeconómico. El espacio rural ya no sólo es proveedor de
alimentos y de materias primas para la industria agroalimentaria en el marco crecientemente
complejo de las cadenas de valor agrícola sino también es un lugar con posibilidades de
inserción laboral para el ciclo empleo-desempleo de trabajadores de origen industrial,
trabajadores rurales estacionales y agroindustriales temporarios, desocupados urbanos y rurales
(familias pluriactivas o pluri-insertas); un lugar de producción de manufacturas artesanales, de
producción orientada directamente al autoconsumo, de producción de bienes y servicios entre
los que se destacan la oferta, protección y conservación de recursos; de lugar para el descanso,
recreación y terapéutico.
Se pueden distinguir cuatro relaciones principales entre la organización social de la agricultura y
los espacios rurales. Un primer tipo se define por la producción masiva con predominio de
explotaciones medianas y grandes con fuerte integración vertical en la cadena de valor agrícola
sin una particular identidad al producto o al territorio. Un segundo tipo de organización está
orientada a la producción estandarizada pero en pequeña escala y principalmente para el
autoconsumo, su función es residencial. Un tercer tipo de agricultura (especializada) refiere a
productos agrícolas históricamente vinculados a una cierta área por algunas características
específicas de su territorio (clima, suelo) y/o por un peculiar reconocimiento de procesos de
producción y calificaciones de los trabajadores. Un cuarto tipo -con mayor prevalencia en los
países del norte- es típica de los territorios con alto valor ambiental y paisajista, y con
condiciones para la producción de calidad. (Becattini y Omodei Zorini, 2002). La diversidad de
formas que genera la reestructuración económica tanto en los países centrales como periféricos
alcanza, así, a las regiones agrícolas en tanto se configuran en su orientación a: mercados
1
Esta ponencia reúne materiales de los proyectos del GESA: Estrategias empresariales en el desarrollo
agroindustrial. Un estudio de caso: Localización y trayectoria (Secretaría de Investigación de la Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales de Universidad Nacional del Comahue -UNCo) y Cambios en la cadena de valor agrícola y
reposicionamiento de productores familiares, empresas y trabajadores. El caso del sistema frutícola del norte de la
Patagonia (PICT-ANPCYT). Argentina.
2
El estudio se localiza en el valle medio del río Neuquén y valle inferior del río Limay pertenecientes a la cuenca del
Río Negro, en la provincia del Neuquén.
alimenticios de masas; mercados alimenticios de calidad; la remercantilización del territorio
rural a través de industrias agrícolas, turismo rural o la reestructuración rural de tipo no agrícola.
(Bendini, 2002)
Estas diversidades del espacio rural y de las formas de organización de la agricultura pueden
hacer emerger la multifuncionalidad territorial como categoría interpretativa; sin embargo,
asumimos es necesaria la incorporación, en este marco analítico, de los actores sociales en el
proceso de construcción/deconstrucción del territorio. La dinámica social produce y redefine los
espacios rurales. En este sentido, la contribución teórica y metodológica de “redes de actores”
resulta pertinente a nivel microsocial al poner énfasis en las conexiones y discontinuidades
espaciales que configuran la construcción social de las fronteras agrarias, así como en los
procesos por los cuales las acciones sociales adquieren especificidad territorial (Pritchard,
2000). Un territorio constituye una realidad “construida” a partir de procesos complejos que
involucran condicionantes físicos, interacciones sociales, dimensiones institucionales y
culturales, y relaciones de poder. Así, el territorio dotado de significado permite comprender la
coexistencia de estrategias diferenciales de apropiación y de uso.
La ocupación y organización del territorio implica procesos agrarios condicionados por las
relaciones al interior de la trama social que reconoce la existencia de actores institucionales, la
presencia de actores colectivos y la creación entre unos y otros de las condiciones para que los
actores individuales adopten estrategias productivas y/o familiares de existencia 3 . (Perez
Yruela, 2002; Bendini y Pescio, 1993)
La organización y evolución de los espacios agrícolas no dependen solamente de la inversión y
de la incorporación tecnológica sino también de características institucionales, históricas y
culturales de los sistemas locales. En el caso que presentamos, la apertura de espacios
competitivos y de espacios de residencia para autoconsumo está vinculada con las modalidades
diversas de intervención del Estado y con las condiciones exógenas y/o endógenas de la
ocupación y organización territorial.
El proceso de construcción social de estos espacios que inicialmente podríamos definir como
antagónicos se inserta en el modelo de apertura económica y de ajuste estructural de la
Argentina. Dicho modelo se caracteriza por una fuerte concentración de la riqueza y un
incremento de formas de pauperización de amplios sectores de la población, y se manifiesta al
interior de las regiones agrícolas mediante intensos contrastes entre procesos sociales agrarios.
Se crean espacios adecuados para la expansión capitalista y espacios para la reproducción rural
de la pobreza urbana. Fenómeno que denominamos las dos caras del agro regional.
Por un lado, se produce la expansión territorial de grandes empresas agroalimentarias locales y
transnacionales -líderes en zonas tradicionales a nuevas áreas 4 , como mecanismos de
acumulación y en respuesta a las condiciones del mercado internacional para una integración
flexible y competitiva. La revalorización del área para la agricultura bajo riego deriva en una
organización empresarial a escala relacionada con el uso intensivo de capital concentrado tecnología de punta; incorporación de nuevas especies y variedades frutihortícolas; y fuerte
demanda de mano de obra transitoria, predominantemente estacional. Por otro lado,
contrastando en términos sociales y económicos, surgen modalidades de ocupación de tierras
fiscales en el valle inferior del río Limay, a cargo principalmente de familias urbanas
empobrecidas que incorporan la producción agraria y la movilidad urbano-rural en sus
estrategias de reproducción familiar.
3
El concepto estrategia familiar de existencia de los sectores populares refiere no sólo a las formas en que las
familias logran reproducir su existencia sino también a la relación entre las condiciones de reproducción familiar con
la reproducción de la sociedad en su totalidad. (Hintze, 1987. “La reproducción de los sectores populares: estrategias
y reivindicaciones”. Mimeo; Sáenz, A. y Di Paula, 1981. “Precisiones teórico–metodológicas sobre la noción de
estrategias de existencias”. En Demografía y Economía, vol. XV, Número 2. El Colegio de México.)
4
Del tradicional Alto Valle del río Negro al valle medio del río Neuquén en la Provincia de Neuquén.
El método de estudio responde a un abordaje cuanti-cualitativo y de triangulación de datos
provenientes de relevamientos primarios y de fuentes secundarias, desde una perspectiva
comparativa en sus dimensiones social y geográfica.
Identificación de procesos agrarios y localización
En la provincia del Neuquén, el área de expansión de la actividad frutícola para exportación se
extiende sobre el valle medio del río homónimo, en el departamento Añelo. Representa un
avance continuo de la frontera agrícola hacia el noroeste del tradicional Alto Valle, espacio en el
que se viene desarrollando la actividad frutícola para exportación desde 1930. En esta nueva
zona, la disponibilidad de suelos fértiles y de agua para la agricultura, permite una constante
sistematización de tierras 5 para la implantación de cultivos intensivos con variedades de
crecimiento rápido. Estas ventajosas condiciones naturales aseguran a empresas integradas de la
fruticultura, la ampliación de su escala productiva para responder de manera rápida y flexible a
los cambios cuantitativos y cualitativos de la demanda internacional de frutas frescas de
contraestación. Abarca una superficie aproximada de 9.500 ha, de las cuales el 53 % está
cultivada, el 31 % sin cultivar, el 14 % sin desmontar o destinada a alfalfares o pasturas, y el
resto, apenas el 1,5 %, se encuentra abandonada. (Radonich y Steimbreger, 1999a y 1999b)
La contracara de este proceso está representada por la ocupación de tierras fiscales en el
extremo occidental del Alto Valle, sobre la margen izquierda del río Limay, en el departamento
Confluencia. Estas tierras son incorporadas al sistema de riego hacia fines de la década del
setenta, transformándose en un espacio potencialmente apto para el desarrollo de la agricultura
bajo riego. El área tiene una superficie aproximada de 20.000 ha, de las cuales 12.000 tienen
posibilidades de ser regadas e incorporarse a la producción agrícola. Sin embargo, de las 12.000
ha, sólo la mitad está actualmente bajo riego con un diferencial estado de avance en su puesta en
producción 6 lo que permite considerarla como una zona periférica de organización productiva
respecto del tradicional Alto Valle.
A los fines comparativos, el trabajo se focaliza, por un lado, en el ejido de El Chañar en el cual
se desarrolla una actividad frutícola claramente empresarial orientada al mercado externo; y, por
otro, en el ejido de Senillosa donde se observan procesos de ocupación de tierras fiscales a partir
de la formación de cooperativas y asociaciones de fomento rural.
5
Implica desmonte y nivelación, movimiento grueso y fino del suelo, diseño del sistema de riego, canales, surcos y
melgas.
6
De las 6.000 ha bajo riego, 2.000 ha se encuentran efectivamente cultivadas, 2.000 ha requieren desmonte y
preparación y las 2.000 ha restantes permanecen en estado natural, sin tratamiento alguno (COPADE, 1993).
Croquis de Localización de las áreas de expansión de la frontera agraria en los valles de los ríos
Neuquén y Limay.
tradicional
Alto Alto
ValleValle
tradicional
NueNuevas
vas áreasáreas
de expansión
Formas de apropiación y puesta en producción en nuevas áreas de frontera
Si bien los mecanismos iniciales de apropiación de la tierra siguen trayectorias similares,
incluso semejantes a los del Alto Valle -leyes de empréstito y de premios militares- y teniendo
en cuenta que ambas zonas de análisis son potencialmente aptas para la agricultura intensiva
bajo riego, existen marcadas diferencias en el proceso de organización social de la agricultura.
Diferencias que están vinculadas con la valoración que de dichos espacios realiza la sociedad
local, con la lógica económica de los principales agentes que protagonizan su puesta en
producción, con la valorización de las tierras y con el rol que desempeña el estado provincial en
cada caso.
Organización social del espacio agrario en El Chañar
Diversos estudios señalan que las áreas semiáridas constituyen uno de los escenarios donde en
las últimas décadas se produce el avance de la frontera agraria con el arribo de grandes
empresas nacionales, locales transnacionalizadas, y transnacionales orientadas principalmente a
la agricultura de exportación. (Bendini y Pescio, 1993; Gutman, 1988). Tal es el caso de El
Chañar, zona de expansión de la actividad frutícola a partir de la localización de firmas
agroindustriales líderes inicialmente instaladas en el Alto Valle. Estas empresas, que controlan
el empaque, las cadenas de frío y la comercialización de fruta fresca extienden la etapa primaria
para asegurarse no sólo una buena parte de la producción que comercializan sino calidades y
variedades demandadas. Asimismo, la necesidad de ampliar la escala productiva implica
también la búsqueda de nuevas áreas para la compra de tierras y/o el arriendo de explotaciones
en producción.
Con ocupación previa absentista, no existen indicios de puesta en producción efectiva del suelo
con anterioridad a 1970. Los documentos históricos señalan que a principios del siglo XX, se
produce la apropiación privada de un campo de 20.000 ha denominado El Chañar. En 1917 y
debido a la ausencia de inversiones productivas, las tierras pasan a ser propiedad del Banco
Nación de la República Argentina.
El campo pasa por diversas manos; fue propiedad de la familia Deitier de origen francés, luego
de la sociedad Bergholtd Hnos. Mercantil e Inmobiliaria, más tarde del condominio indiviso de
propiedad Tanúz, Arrázola, Gittings, Aliani y Puccino cuyos dueños, en 1966, solicitan a la
provincia del Neuquén la concesión de agua por gravitación para el regadío del campo que le es
otorgada por la Provincia al año siguiente (Ocaña, 1993).
En 1968, el campo de El Chañar es adquirido por la empresa Frigorífico Cipolletti S.A.,
empresa que ya en 1979 ocupaba el quinto lugar a nivel nacional como empacadora y
exportadora de frutas. A partir de este momento, las tierras de El Chañar comienzan a ser
incorporadas a la producción agrícola comercial, orientada a la exportación.
Por estos años, el gobierno nacional incentiva la inversión privada, con intervención estatal en
su direccionalidad particulamente a exportaciones agrícolas no tradicionales. Comienza a
entretejerse en el área una fuerte vinculación entre empresa privada y Estado. El estado
neuquino adhiere a los lineamientos políticos nacionales e instrumenta mecanismos para la
expansión empresarial en zonas de frontera agrícola. En este sentido, el emprendimiento El
Chañar implica un modelo de organización social empresarial con fuerte respaldo del estado
provincial que favorece la localización en su territorio de inversiones privadas en el sector
agrícola con incorporación de tecnología de punta. Este proceso coincide con la etapa de
consolidación del complejo agroindustrial en la región frutícola valletana, que sustituye en
forma progresiva el protagonismo de los pequeños productores por la mediana y gran empresa
integrada.
Para la firma Frigorífico Cipolletti, el área se presenta rentable para la expansión frutícola por
tres motivos. En primer lugar, el gobierno de la provincia del Neuquén, a través de políticas
crediticias promueve la puesta en producción efectiva de estas tierras 7 . En segundo lugar, por la
disponibilidad de tierra y de agua, condición necesaria para un emprendimiento agrícola
intensivo bajo riego. Finalmente, por la proximidad a la ciudad de Cipolletti, donde se
localizaban el packing y el frigorífico de la Empresa.
De las 20.000 ha del campo, solamente 8.200 eran susceptibles de ser irrigadas. A partir de la
década del setenta, la empresa propietaria concibe tres programas de venta de los que ya se
denomina “colonización privada de El Chañar”. En sucesivas etapas, las tierras son
sistematizadas, acondicionadas con infraestructura de riego y se inicia la implantación de
cortinas de álamos y árboles frutales con variedades seleccionadas de acuerdo a la demanda
internacional. La firma subdivide y pone en venta unidades productivas con una superficie
promedio de 10 ha.
7
En esa época, Neuquén intentaba definir el límite político con la provincia de Río Negro, límite que para el estado
neuquino coincidía con la Picada 1 de la Colonia San Patricio del Chañar. El área limítrofe era una zona de interés
geopolítico interprovincial por estar localizada allí una de las cuencas de prospección y explotación petrolífera de
mayor importancia en la zona. A partir de la ocupación efectiva y catastral, Neuquén intenta dirimir el conflicto por
el trazado del Meridiano 10 W -Paraje Octavio Pico. (Ver Comunicación de Mónica Ocaña en este mismo Cuaderno).
Esas parcelas son adquiridas por intermedio de una empresa inmobiliaria de la ciudad de
Cipolletti contando con el apoyo crediticio del Banco de la provincia del Neuquén. El monto del
crédito es girado a la empresa propietaria (Frigorífico Cipolletti S.A) quedando las parcelas
hipotecadas a favor del Banco Neuquino (Ocaña, 1993). La introducción de cultivos intensivos
bajo riego valoriza la inversión fundiaria y se conforma un mercado de tierras.
Años más tarde, Frigorífico Cipolletti se disuelve como firma, y el emprendimiento pasa a la
Sociedad Anónima Gasparri Hermanos, empresa con amplia trayectoria frutícola en la zona
rionegrina del Alto Valle y cuyo presidente del directorio era parte societaria de la firma
Frigorífico Cipolletti.
Hacia fines de los años setenta comienzan a interesarse por esas tierras, otras empresas
integradas locales, quienes adquieren parcelas contiguas configurando explotaciones de mayor
tamaño que las iniciales de la subdivisión, con el propósito de ampliar su plataforma productiva
y adecuarse a los requerimientos de competitividad y de calidad del mercado internacional.
(Radonich y Steimbreger, 1999a).
La alianza en la propuesta productiva entre la empresa Gasparri, las nuevas empresas que arriban a
la región como Moño Azul y Rosauer y los municipios de San Patricio del Chañar y El Manzano,
favorecen el desarrollo frutícola empresarial y la atracción de productores primarias medianos (en su
mayoría propietarios de chacras de más de 25 ha). En la actualidad, noventa productores medianos,
autodenominados productores históricos, ocupan la mitad de las 5.400 ha de la zona productiva
denominada posteriormente Chañar I y II. El resto de la superficie está en manos de grandes
empresas. (Radonich et al, 2002)
La importancia productiva que fue adquiriendo la zona favoreció la atracción de mano de obra
temporaria y permanente para las distintas tareas de la actividad frutícola. Este dinamismo
demográfico ligado a la configuración de un importante mercado laboral agrícola consolidó en la
década de los ochenta el centro de población aglomerada creado en 1973. (Ver Comunicación de
Mónica Ocaña en este mismo Cuaderno)
En los años noventa, el área aparece como una zona potencialmente rentable para grandes
inversores, lo cual sumado al rol “promotor-facilitador” del gobierno provincial, genera un
nuevo dinamismo en la frontera agrícola regional. En 1997 y en el marco del Proyecto
Agroforestal Neuquén 2020, surge el proyecto El Chañar III Etapa desarrollado por un grupo
empresario dedicado al negocio inmobiliario y a emprendimientos frutícolas y vitivinícolas. La
firma adquiere 3.200 ha con el propósito de valorizar las tierras mediante la subdivisión,
sistematización de las parcelas e implantación de frutales (de pepita y carozo) y viñas,
construcción de infraestructura necesaria para garantizar el desarrollo comercial del área y la
venta "llave en mano" 8 de las explotaciones a capitales privados. Además de la firma
inmobiliaria, La Inversora S.A., participan de este "megaemprendimiento" doce sociosinversores entre los que pueden identificarse algunos empresarios no agrarios, ex funcionarios
provinciales. Relacionado con este proceso, han surgido en los últimos años proyectos de
empresas locales asociadas con capitales franceses para la instalación de bodegas en la región,
tal el caso de la producción de nuevas variedades de uva para vino (800 ha cultivadas con
viñedos de calidad y con tecnología de avanzada) que prevén para el año 2003 una producción
de entre un millón y un millón y medio de botellas de vino tendiente a lograr una denominación
de origen (Diario Río Negro, 27/07/2002).
En el año 2001, la firma Gasparri Hnos. S.A. entra en quiebra y la mayor parte de las tierras en
producción (principalmente con carozo) que la firma tenía en El Chañar son adquiridas por la
empresa Expofrut S.A., del Grupo Italiano Bocchi, firma que concentra cerca del 40 % de las
exportaciones frutihortícolas de la región y es la empresa líder exportadora nacional de fruta
fresca.
Se ha ido desarrollando una estructura agraria en la que el actor hegemónico es la gran empresa
local o local transnacionalizada/trasnacional. Algunas de estas grandes empresas fuertemente
8
En condiciones de uso inmediato.
integradas en forma vertical y orientadas principalmente al mercado externo que se destacan
son 9 :
Expofrut S.A. -empresa fundada en 1971-, participa en la actualidad con el 28 % en las
exportaciones de frutas frescas de Argentina; a nivel regional, concentra el 35,64 % de las
exportaciones frutihortícolas. Estas características la posicionan como líder en su segmento. A
partir de 1999 las acciones de la empresa quedaron totalmente en manos de la Trading Bocchi
Group encargada de la distribución de frutas y hortalizas en cadenas de super e hipermercados
europeas. (Steimbreger, 2002)
Cervi S.A. empresa que comienza a intervenir en la cadena frutícola valletana a mediados de la
década de los cincuenta. Se trata de una firma de propiedad y gestión familiar; socio mayoritario
del grupo comercial-exportador Patagonian Fruits Trade SA, que surge hacia fines del año 1999.
El grupo se ha posicionado en segundo lugar entre los exportadores de la región valletana,
después de la firma Expofrut, concentrando el 13,9 por ciento de las exportaciones. En la zona
de El Chañar posee 218 ha de tierras destinadas a la fruticultura de las cuales aproximadamente
el 66 por ciento están en plena producción. Además la empresa ha adquirido unas 325 ha en
Añelo, área de expansión de la agricultura bajo riego a continuación de El Chañar (GESA,
2002)
Otras empresas frutìcolas integradas localizadas en la regiòn son Moño Azul, firma que ocupa el
cuarto lugar en las exportaciones frutícolas (6,7 %); Transmarítima Cruz del Sur S.A. y
Rosauer, entre las màs importantes.
La Inversora S.A., es una firma inmobiliaria dedicada a emprendimientos frutícolas y
vitivinícolas en la provincia del Neuquén que inicia sus actividades en 1982. En 1997 comienza
a participar en el negocio de la tierra en El Chañar a partir del Proyecto Chañar III Etapa,
mediante el cual vende "llave en mano" explotaciones agrícolas cuyas superficies oscilan entre
10 y 200 ha. (Diario La Mañana del Sur, 13/08/2000) Es representante de la firma Plastro S.A.
filial de Plastro Israel, una de las mayores empresas en sistemas de riego presurizado. (Radonich
et al, 2002)
A lo largo de todo este proceso de posicionamiento territorial y de expansión agrícola, el estado
provincial cumplió y sigue cumpliendo un rol muy importante promoviendo la inversión
empresarial a través de créditos con bajo interés anual (Diario Río Negro, 21/09/2001).
Se crea, en 1998, el Instituto Autártico de Desarrollo Productivo -IADEP- con el propósito de
fomentar las actividades productivas -primarias y agroindustriales, mediante apoyo crediticio.
En el marco del Programa Provincial de Reconversión Frutícola de los grandes valles de la
Patagonia del IADEP, se destinan 8,5 millones de dólares para El Chañar III Etapa. Entre los
principales beneficiarios de préstamos se encuentran la Inversora S.A. y emprendimientos
productivos de firmas constituidas por ex-funcionarios provinciales y del propio IADEP. (Diario
Río Negro, 2/10/2001), "Este (Chañar III Etapa) es un sistema de colonización de tierras
novedoso y por ello el gobierno provincial decidió apoyarlo dando líneas de crédito con un
plazo de 10 años, un período de tres años de gracia y una tasa de 7,5 % anual sobre saldo"
(Diario La Mañana del Sur, Suplemento Económico & Rural, 13/08/2000: 2)
También hacia fines del año 2001 y en el marco del relanzamiento del “Plan Productivo
Provincial”, el Estado nuevamente facilita la localización en El Chañar de capitales privados en
el marco de la Ley de Promoción Económica: exención de impuestos provinciales y de
gravámenes sobre actos jurídicos, fiscales y patentes que realicen las empresas; y la venta a
precio fiscal de tierra pública para el establecimiento de las industrias o servicios
promocionados. (Diario La Mañana del Sur, 2001).
Otra modalidad de intervención estatal en esta frontera agrícola es a través del Concurso Público
de Inversores con presentación de proyectos productivos –frutihortícolas, vitivinícolas y de
9
Algunos datos que se mencionan a continuación fueron publicados por el Diario Río Negro, 7 de julio de 2002, y
corresponden a la temporada 2002.
forestación- para la adjudicación en venta de tierras fiscales localizadas en el área de influencia
del canal de Añelo. El llamado está destinado principalmente a empresas con importante
dotación de capital y de ocupación de mano de obra, privilegiándose a aquellas firmas con
experiencia en actividad agropecuaria que proyecten realizar inversiones agroindustriales en el
área y que adopten el sistema de riego presurizado. El área total abarca una superficie
aproximada de 10.284 ha de las cuales 5.693 son regables; de estas últimas se adjudicarán en
una primera etapa unas 3.020 ha -2.400 ha para riego por gravedad y 620 ha para riego por
bombeo. El perfil del beneficiario “empresas productoras con importantes posibilidades de
inversión” (Ministerio de Gabinete, Provincia del Neuquén, junio 2002) pone de manifiesto el
tipo de agente agrario con el que el Estado pretende llevar adelante la puesta en producción de
tierras fiscales en este extremo norte del valle frutícola; con implícitas limitaciones de acceso
para los pequeños y medianos productores.
La construcción social de este espacio es la expresión conjunta del accionar de empresas líderes
y de la intervención del Estado al incentivar la organización empresarial a escala. La lógica
expansiva a nivel territorial de grandes empresas integradas es indicador de la concentración
económica y tal como menciona Joan-Eugeni Sánchez, “el espacio no representa un área a
dominar por sí misma, sino en función de obtener de ella un provecho económico que, de hecho,
representa un aumento de poder a través de las riquezas naturales y/o la producción y de la
fuerza de trabajo movilizada. En este razonamiento se halla implícito el verdadero ‘valor’ del
espacio y su papel real” (Sánchez, 1991:27).
La especificidad que asume en la actualidad la expansión del capital a nuevas áreas,
organización empresarial en gran escala, plantea una forma particular de ampliación de la
frontera agrícola diferente de los procesos de “colonización” en el tradicional Alto Valle 10 de la
primera mitad del siglo XX, caracterizada por una estructura social agraria predominantemente
familiar de tipo “farmer”. El proceso de organización y expansión frutícola en El Chañar,
reafirma la fuerza expansionista del capitalismo basada en un inexorable ciclo de reproducción
ampliada cuyos principios son: incorporación tecnológica, producción agrícola de calidad,
concentración de los medios de producción, expansión continua de los mercados,
internacionalización de la producción y ampliación precarizada de la fuerza de trabajo
asalariada (Moraes et al, 1987)
Organización social del espacio agrario en Senillosa
En el valle inferior del río Limay, la puesta en producción de la tierra presenta características
diferentes respecto de la organización frutícola de El Chañar. En esta zona de frontera oeste del
valle frutícola, la ocupación se inicia a partir de loteos de tierra expropiada a grandes
propietarios generalmente absentistas y que por este mecanismo pasaron a propiedad del estado
provincial o municipal.
A mediados de la década del sesenta, la construcción del canal principal de riego con bocatoma
en Arroyito permite la incorporación de tierras potencialmente aptas para la producción
agrícola, iniciándose así un proceso de reestructuración fundiaria con intervención del estado
provincial. Gran parte de las tierras son declaradas de utilidad pública y sujetas a expropiación,
sometidas al régimen de la Ley Provincial n° 23 de tierras, ejerciendo el Poder Ejecutivo
Provincial pleno dominio sobre las mismas.
A partir de la construcción de una nueva obra de riego y del proyecto y construcción de la
represa hidroeléctrica de El Chocón, a mediados de la década de los sesenta, se da inicio a un
proceso de reestructuración fundiaria en el que el Estado juega un rol fundamental a través de la
ejecución de declaraciones de utilidad pública y expropiaciones. Estas obras surgen enmarcadas
en el modelo desarrollista adoptado a nivel nacional y basado fundamentalmente en el apoyo al
sector energético. Este esquema es coptado por la provincia del Neuquén en vistas a las ventajas
10
El tradicional Alto Valle corresponde al área donde se inicia la fruticultura en 1930, en la confluencia de los ríos
Limay y Neuquén y el valle superior del río Negro, en las provincias de Neuquén y Río Negro.
comparativas que ofrece la provisión de recursos naturales con que cuenta. Respecto del sector
agrícola, las prioridades provinciales coinciden con las nacionales que recomiendan estimular la
explotación intensiva bajo riego, la modernización tecnológica y la colonización privada
mediante la transferencia de tierras nacionales a particulares. A mediados de la década de los
’60 se inicia el Programa de Colonización Arroyito–Senillosa para la promoción agraria de algo
más de 9.000 hectáreas en la zona mediante las obras de complementación y ampliación de la
red de riego del río Limay, proyecto aún inconcluso. (Torrens, 2002)
Estas obras y programas amplían las posibilidades de incorporar tierras para uso agrícola, ,
produciéndose una gran demanda de tierras públicas. Sin embargo, desde el Estado no se
definen la orientación productiva ni los beneficiarios-meta. No hay un perfil ni objetivos
precisos de ¿qué?, ¿cuánto? ni ¿para qué? y ¿con quién? producir; situación permeable que
facilita la localización de población marginada o desocupada mediante un proceso de reclamos
sociales y concesiones institucionales.
En el año 1971, se adjudican 130 hectáreas a la cooperativa denominada Ex-Obreros de El
Chocón, en el paraje China Muerta, en el ejido de Plottier. El otorgamiento de estas tierras tiene
como propósito dar respuesta a las demandas sociales de la mano de obra desocupada por la
culminación de la obra hidroléctrica El Chocón. A partir de este momento, el Estado comienza a
facilitar el acceso de particulares a las tierras públicas como parte de una política
distribucionista-asistencialista y de atenuación de conflictos sociales, sin un plan de desarrollo
productivo para esta zona de expansión de la frontera agrícola.
En este marco político y social, se desarrollan procesos de apropiación de tierras claramente
contrastantes. Por un lado, inversores privados adquieren grandes extensiones de tierras
improductivas cuyos propietarios absentistas 11 , estarían especulando beneficiarse con futuras
inversiones públicas y privadas en el área. Esta conducta especulativa queda en evidencia
cuando, en 1996, el Estado licita la compras de tierras en el eje Plottier-Arroyito y se presentan
como oferentes propietarios que anteriormente habían recibido las tierras del mismo Estado,
solicitando precios desmedidos (Diario Río Negro, abril de 1996).
Por otro lado, se adjudican tierras fiscales a sujetos sociales con trayectorias residenciales y
ocupacionales fundamentalmente urbanas. Este proceso adquiere mayor dinamismo a partir de
mediados de la década del ochenta cuando se intensifica la adjudicación de tierras públicas a
organizaciones cooperativas y asociaciones de fomento rural. En 1989 se registran
aproximadamente 150 solicitudes de tierras -entre 1 y 10 ha- con el propósito de
autoabastecerse, permanecer, producir y obtener ingresos acordes con las circunstancias
socioeconómicas y los escasos recursos con que cuentan. (Casas, s/f). No solamente el Estado
provincial cede tierras a particulares, también transfiere importantes superficies a los municipios
involucrados, los que a su vez otorgan tierras a organizaciones sociales que las demandan.
Así, más como un programa social que como plan de desarrollo rural, el Estado comienza a
otorgar tierras a partir de solicitudes hechas a los municipios locales y a la Provincia por actores
colectivos e individuales, que en la mayoría de los casos ya habían llevado a cabo ocupaciones
de hecho y estaban en condición de “intrusos”. (Radonich et al, 2002).
Los protagonistas que llevan a cabo la ocupación de tierras fiscales desde la década de los
ochenta, son en su mayoría familias urbanas sin tradición en la producción agrícola: ocupantes
que residen en otras áreas de la región, gente que no tiene viviendas o que proviene de las áreas
urbanas marginales de la ciudad de Neuquén. En general, son desempleados, jubilados,
cuentapropistas, trabajadores insertos en el sector informal, empleados públicos que en los
últimos años sufrieron crecientes reducciones de sus ingresos, y asalariados agrícolas
desplazados de las áreas rurales como resultado de las sucesivas crisis frutícolas que han
profundizado la diferenciación y descomposición social de los trabajadores rurales. Son sujetos
ubicados en categorías subordinadas del espacio económico y social, que deciden organizarse
11
Además de la distribución de tierras "entre personas que deseen trabajarlas (...) también se beneficiaron con el
reparto funcionarios, empleados y amigos del partido oficial" (Diario Río Negro, abril de 1996).
para modificar sus condiciones preexistentes de vida. (Steimbreger, 1999)
Este fenómeno de ocupación surge de la iniciativa colectiva de numerosas familias que, con el
apoyo del municipio o de otras organizaciones sociales, religiosas y étnicas, se agrupan en
asociaciones de fomento rural (AFR) y cooperativas para gestionar las demandas de tierra ante
la Dirección de Tierras y Colonización de la provincia del Neuquén. Hacia fines de la década
del ochenta y principios de los años noventa, se localizan en el área varias organizaciones
sociales que han participado en acciones colectivas con distinta intensidad: Cooperativa
Agrícola Senillosa Ltda., Cooperativa Amuyén, AFR Nueva Esperanza, AFR Colonia San José;
AFR Senillosa, AFR 30 de Junio; Comunidad Mapuche Ragí-Kó y AFR 17 de Agosto, en la
localidad de Senillosa; Cooperativa San Isidro Labrador, Cooperativa China Muerta (ex
cooperativa El Chocón) y Cooperativa Huertas del Limay, en la localidad de Plottier.
Redistribución de tierras y adjudicaciones en el área de expansión del valle inferior
del Limay. 1970-2001
AÑO
1971
1984
1986
1988
1989
1990
1991
1992
1994
1997
Redistribución de Tierras y Adjudicaciones
·
·
·
·
·
·
·
·
·
·
·
·
·
·
·
·
1998
1999
2000
2001
·
·
·
·
·
Cooperativa Ex –obreros de El Chocón.
Comienzan las adjudicaciones a agrupaciones indígenas, Cooperativas
y transferencia de tierras al Municipio, el que también realiza
adjudicaciones.
Adjudicación a escuela-granja San Isidro Labrador.
Posesión Cooperativa Huertas del Limay.
Cooperativa Ex –obreros de El Chocón. Readjudicación.
Coop. Huertas del Limay.
AFR Nueva Esperanza con ocupación ilegal.
Agrupación Ragin –Ko con ocupación ilegal.
Cooperativa El Labrador.
Cooperativa Agrícola Senillosa (actualmente dividida).
Cooperativa Amuyen (actualmente disuelta).
AFR 17 de Agosto.
AFR Victoria Costera (actualmente disuelta).
Readjudicación de Tierras en China Muerta. Coop. China Muerta
Comisión de Fomento Rural Colonia San Francisco China Muerta
Norte.
Coop. de Comercialización y Transformación Agrícola Ganadera
Provisión y Consumo Ltada. (división de la Coop. Senillosa)
AFR. Senillosa.
AFR Colonia San José
Proyecto Ley 4031 de expropiación de 611,65 has. Sin promulgar.
Comisión Agropecuaria Rincón Limay.
AFR 30 de Junio.
Fuente: Celia Torrens -2002- - Apropiación de la tierra en el sector agropecuario de la cuenca inferior
del río Limay. Ejidos de Senillosa y Plottier (Mimeo, Maestría en Planificación y Manejo de
Cuencas Hidrográficas, Dpto. de Geografía, Fac. de Humanidades, UNCo).
La ocupación de nuevas áreas implica un significativo movimiento de población desde los
centros urbanos hacia las áreas rurales, desplazamiento que se contrapone a los tradicionales
flujos de población rural-urbanos predominantes en la Provincia en décadas anteriores. Este
fenómeno está muy relacionado con la desocupación y la precarización laboral que afectan las
condiciones de vida de la población urbana, y a la necesidad de elaborar estrategias para
subsistir en un contexto de crisis económico-productiva cada vez más inestable y excluyente.
Sin embargo, a pesar de observar una variada gama de prácticas de existencia, tales como la
vinculación con el mercado de trabajo urbano, las contraprestaciones entre socios dentro de las
organización colectiva u otros mecanismos como el trueque, no han podido insertarse aún en el
mercado local de productos agrícolas.
Las cooperativas y asociaciones de fomento rural localizadas en esta zona de expansión de la
frontera presentan distinto grado de avance productivo. A modo de hipótesis se puede plantear
que esa trayectoria diferencial resulta de la diversidad de orientaciones y conductas
organizativas, del acceso diferencial a los recursos económicos y sociales como también de la
desigual situación con relación a la tenencia de la tierra. Estas familias “difícilmente podrían
lograr –aún dándose ciertas condiciones externas- procesos sostenidos y autónomos de
capitalización” (Tsakoumagkos, 1993:12), se hace necesaria, así, la instrumentación de políticas
e instrumentos de desarrollo rural que favorezcan la participación de los actores con inclusión
más vulnerable en la región.
A medida que las familias se establecen definitivamente, la ocupación de tierras fiscales en esta
frontera agrícola deviene en un proceso de asentamiento en la parcela como “morada”. Se va
conformando un sector de refugio para la población desplazada de las áreas urbanas y rurales
como consecuencia del empeoramiento de las posibilidades de reproducción familiar, destinado
al consumo doméstico, ya sea como complemento de los ingresos extraprediales o como única
posibilidad de autoabastecerse.
En términos de Tsakoumagkos (1993), el espacio en cuestión estaría funcionando como
amortiguador de los conflictos sociales convirtiéndose en una experiencia de marginación
socioterritorial en la cual el acceso a la tierra difícilmente permita la inclusión de los
protagonistas como sujetos agrarios "viables" en el proceso productivo y por consiguiente, se
consolida el proceso de modernización concentrador y excluyente. (Steimbreger, 1999)
En el año 2002, el gobierno provincial presenta un proyecto de expropiación de 3.550 ha en la
localidad de Senillosa con el propósito de destinarlas a microemprendimientos productivos y
otros desarrollos de inversión. Uno de los interesados en acceder a estas tierras es el grupo
inversor mendocino Matas. La empresa está interesada en la adquisición de 500 ha para
destinarlas a la producción de papas, y prevé la construcción de una planta de elaboración,
fortificación y envasado de productos preelaborados. “Otra empresa del grupo -Masily S.A.integrará a los proveedores de materias primas de la zona. La instalación de un Centro Logística
y Distribución Patagónica de la producción de raciones; la creación de un Centro de
Investigaciones y Nutrición y la formación de un centro de comercialización, completan el
paquete de oferta de Matas”. (Diario Río Negro, 5/10/2002: 7)
Configuración de la trama social en ambos espacios
La trayectoria histórico-social de ambas zonas, la forma de apropiación y puesta en producción
de la tierra y los actores protagónicos van configurando diferentes tramas sociales. Para el
análisis se tienen en cuenta además de la modalidad histórica de acceso a la tierra, categorías
tales como: uso del suelo, tamaño de las explotaciones y tipo de mano de obra.
En una región semiárida, como la que corresponde a estas zonas de expansión de frontera
agrícola, la escasez de agua es un factor limitante para la sistematización de la tierra y el
acondicionamiento de las parcelas para la introducción de los cultivos. Sin embargo, teniendo
en cuenta la disponibilidad y desarrollo de la infraestructura de riego preexistente en ambas
áreas, la ocupación efectiva del espacio agrícola depende del volumen de inversiones privadas y
públicas; de la incorporación de tecnología; del acceso y uso del territorio por los agentes
beneficiarios; de las orientaciones de los procesos de apropiación y colonización, entre otros.
Cuadro 1: Superficie regada según uso del suelo y área de expansión.
Ejido
Superfic
ie
regada
(ha)
Total (ha)
Uso del suelo 12 (en porcentaje)
Cultiva S/cultiv Aband S/des- Pastura Alfal
-da
ar
o-nada montar
s
fa
Senillosa
900,8
2.222,1 (100
%)
7,1
17,5
0,5
65,7
6,4
2,8
El Chañar
5.468,3
4.785,3
(100%)
70,9
14,0
2,3
7,8
0,4
4,6
Fuente. Elaboración propia en base al CENSO FRUT ’94, Provincia del Neuquén.
En El Chañar, la dotación de infraestructura de riego supera el área efectivamente utilizada, y
cerca de las tres cuartas partes de la superficie aprovechada se encuentra cultivada.
En el ejido de Senillosa, la superficie con aprovechamiento agrícola representa apenas el 17 %,
discriminada en superficie “cultivada” (cultivos anuales y perennes), “pasturas” y en menor
medida, “alfalfa”; el 17,5 % se encuentra sistematizada, sin cultivar; mientras un 65 % está sin
desmontar, posiblemente utilizada para ganadería menor extensiva. Si bien el área está surcada
por el río Limay, uno de los más caudalosos de la Provincia, la disponibilidad de riego es un
fuerte condicionante para quienes intentan una alternativa agrícola en pequeña escala, cuya
producción está orientada principalmente al autoconsumo. Del total de superficie aprovechada
en actividades agropecuarias, sólo el 40 % posee riego.
Desde el punto de vista de la estructura fundiaria, los datos del Cuadro 2 señalan que en
Senillosa se ha configurado una tenencia de tipo polarizada, con un 31 % de explotaciones de
hasta 10 ha, teniendo en cuenta que en el caso de las organizaciones de tipo colectivas, las
parcelas poseen una superficie menor de 5 ha; mientras que un 34,4 % de predios poseen más de
50 ha. Por otro lado, en El Chañar, predominan las unidades entre 10 y 50 ha -50 %- , que
corresponden en la fruticultura a unidades medianas y grandes 13 .
Cuadro 2. Unidades de producción por rango de superficie según área de expansión
Ejido
12
Unidades de producción por rango de superficie
N°
(%)
Unidades
productivas 0 – 5
5 - 10
10 – 20 – 50 + de 50
20
Senillosa
32 (100
%)
21,9
9,4
12,5
21,8
34,4
El Chañar
182 (100
%)
9,2
18,7
32,5
24,2
15,4
Según categorías de “Aprovechamiento del suelo” del Censo Frutícola (CENSO FRUT) de la provincia del
Neuquén , 1994.
13
En esta zona frutícola bajo riego, las explotaciones pequeñas “minifundistas” poseen menos de 8 ha y se
encuentran por debajo del nivel de subsistencia familiar; y las explotaciones con más de 30 ha corresponden a perfiles
“empresariales típicos”. (de Jong, et al, 1994)
Fuente. Elaboración propia en base al CENSO FRUT ’94, Provincia del Neuquén.
Otra cuestión a tener en cuenta es la situación jurídica de los productores respecto de la tenencia
de la tierra. Según los datos del Censo Frut’94 de la provincia del Neuquén, en El Chañar, el 85
% de las parcelas se encuentran bajo el régimen de propiedad, el arrendamiento representa el
7,3 %; la ocupación con permiso el 2,7 % y otras formas, apenas, un 5 %. En el ejido de
Senillosa, la mitad de las parcelas se encuentran bajo el sistema de propiedad; el arrendamiento
y la ocupación con permiso precario representan cerca del 10 % cada una; el 3,6 % de las
parcelas están ocupadas de hecho, es decir, sin permiso; y es relevante otras formas de tenencia
con un 28,6 %, que podría estar expresando la presencia de formas asociativas / cooperativas o
adjudicaciones en venta.
La importancia del volumen en las categorías ocupación con permiso y otras formas estaría
haciendo referencia a la vinculación fundiaria que tienen las organizaciones sociales, ya que en
una primera instancia, el estado provincial otorga por convenio la tenencia precaria de las
mismas a cooperativas y asociaciones. La adjudicación en venta corresponde a una etapa
posterior y está sujeta al cumplimiento de una serie de condiciones que se relacionan con la
puesta en producción de la tierra. Sin embargo, acondicionar el espacio en el plazo establecido dos años-, para acceder a la propiedad, es un requisito que no resulta fácil lograr para estos
grupos sin experiencia agrícola y de escasos recursos; situación que es tradicionalmente
comparable con la dificultad en el logro de la adjudicación de tierras de secano de los crianceros
-campesinos ganaderos.
Los datos del cuadro 3 expresan la organización social del trabajo en ambas de áreas de frontera
agrícola; los guarismos indican el peso diferencial de la participación de la mano de obra
familiar -incluido el productor- y de los trabajadores asalariados permanente -residentes o no en
el predio. La mano de obra permanente no residente en la explotación proviene de los centros
urbanos próximos a las zonas de producción.
Cuadro 3. Mano de obra permanente residente y no residente en el predio, según área de expansión.
Mano de obra permanente
Ejido
Familiar
Asalariada
(incluido
productor)
Residente en el Residente en no residente
predio
el predio
en el predio
(%)
(%)
(%)
Total
N°
unidades
de
producció
n
Senillos
a
47,0
31,8
21,2
66 (100
%)
32
El
Chañar
6,5
57,6
35,9
695 (100
%)
182
Fuente. Elaboración propia en base a CENSO FRUT ’94, Provincia del Neuquén.
En El Chañar, es escasa la presencia de la mano de obra familiar, más del 90 % corresponde a
trabajadores asalariados; con una relación de 3,8 trabajadores por unidad de producción. El
trabajo en las distintas labores culturales se organiza en cuadrillas de trabajadores permanentes
y/o transitorios con la presencia de encargados o capataces de las explotaciones. En el caso de
los productores medianos, los mismos se encargan en general de la actividad de gestión de la
explotación; mientras que en las grandes empresas existe un nivel intermedio de técnicos y
personal administrativo que lleva adelante la gestión productiva. Estos datos expresan
claramente la organización de tipo empresarial de la agricultura en el valle medio-inferior del
río Neuquén con uso intensivo de mano de obra asalariada.
La puesta en producción de esta nueva área bajo riego, ha producido un impacto significativo en
el mercado de trabajo local por el incremento de la demanda de mano de obra rural, permanente
y transitoria, para las diferentes tareas culturales que se requieren a lo largo del año y para la
recolección de la fruta. La expansión sistemática de las áreas implantadas con el significativo
incremento de requerimientos de mano de obra ha generado un fuerte crecimiento del centro de
población aglomerada –San Patricio del Chañar- que aumentó su población en un 70 % según
registros de los dos últimos censos; y representa la oferta de mano de obra permanente no
residente en las explotaciones.
Al mismo tiempo, las características biológicas de la actividad con una fuerte demanda de mano
de obra concentrada en la época estival sumado a la baja densidad demográfica del área,
consolida un proceso migratorio de carácter temporal hacia la región, principalmente para la
época de recolección de la fruta. Los crecientes volúmenes de producción que caracterizan a
esta nueva área de expansión frutícola, se traducen en una demanda de trabajadores para la
época de cosecha que supera ampliamente la oferta de fuerza de trabajo local. Un dato
significativo es que durante el mes pico de demanda estacional –marzo-, la cantidad de
trabajadores se incrementa en un sesenta por ciento. La necesidad de mano de obra para esta
época no se cubre totalmente con fuerza de trabajo local / regional, sino también migrante
proveniente principalmente del noroeste de nuestro país.
En Senillosa, la mano de obra familiar representa aproximadamente la mitad de los ocupados
permanentes. La presencia de trabajadores familiares aumenta en el caso de las cooperativas y
asociaciones rurales. Si bien en la génesis de estas organizaciones el acceso a la tierra es
colectivo, la puesta en producción se realiza en forma familiar. La relación mano de obra
permanente por unidad de producción es igual a dos personas por explotación agropecuaria.
Excepcionalmente utilizan mano de obra asalariada para alguna tarea específica, pero siempre
como complemento del trabajo familiar. Las tareas de acondicionamiento y puesta en
producción son realizadas en muchos casos durante los fines de semana y/o feriados. Una
interpretación a esta situación se relaciona con el hecho que, para algunos ocupantes el trabajo
agrícola representa un trabajo secundario. Los ingresos familiares principales son no agrícolas,
provienen del mercado de trabajo urbano, ya sea como asalariados permanentes o temporarios.
En otros casos, son jubilados o pensionados o desocupados que se incorporaron recientemente a
los subsidios de desempleo de planes nacionales o provinciales. Son en general sujetos sociales
cuya principal fuente de ingresos -mínimos e inestables-, proviene de actividades extraprediales.
(Steimbreger, 1999).
Síntesis de procesos sociales agrarios emergentes en ambas áreas analizadas de expansión
Area Senillosa:
Area El Chañar:
-
Inicio del proceso de expansión agraria: fines de la década del ochenta.
Inicio del proceso de expansión agraria:
fines de la década del setenta.
-
Colonización
espontánea
no planificada con participación de
instituciones religiosas, étnicas e
intervención estatal.
Colonización privada, planificada a
partir
de
agentes
inmobiliarios
combinada con propósitos estatales de
reafirmación territorial y reproducción
capitalista.
-
Ocupación
Apropiación de tierras privadas y
de
tierras
fiscales, -
principalmente
propietarios.
-
por
pequeños
públicas por
propietarios.
-
y
grandes
Tenencia precaria, adjudicación en
venta.
-
-
medianos
Acción colectiva para acceso a la tierra,
organización de cooperativas y asociaciones de fomento rural.
Sectores vulnerables de la población
regional: excluidos e incluidos subordinadamente en los mercados de
producto, de tierra y de trabajo.
Organización
empresarial
posteriormente, a escala.
Empresas
integradas
empaque,
comercialización).
y
(producción,
frigoríficos,
Empresas locales, nacionales
y/ o
transnacionalizadas
y
empresas
transnacionales.
-
Precarización laboral.
-
-
Riesgo social.
Agentes hegemónicos de la actividad,
fijan precios y parámetros de calidad.
-
Pluriactividad: trabajo parcial en el predio;
ingresos
extraprediales
agrícolas y no agrícolas.
-
Especialización
productiva
e
incorporación selectiva de tecnología.
-
Racionalidad económica: reproducción
ampliada del capital.
Concentración en productos
mercados de calidad
y
en
-
Racionalidad
económica:
maximización de ingresos familiares.
-
-
Organización social de la producción:
tierra escasa; trabajo familiar, ausencia
de capital y escasez de tecnología con
dificultad de acceso al riego.
Organización social de la producción:
medianas y grandes extensiones de
tierra; trabajo asalariado con fuerte
demanda estacional; capital intensivo;
tecnología de punta; fácil acceso al
crédito.
-
Destino de la producción: autoconsumo y ventas a nivel local.
Destino de la producción: mercados
nacional e internacional.
-
Escasa
articulación
al
productivo local/regional.
-
El Estado interviene en respuesta a demandas de sectores populares
atenuando conflictos sociales.
circuito
El Estado facilita y estimula el proceso
de ocupación y expansión territorial
Algunas reflexiones
Los casos analizados permiten reflexionar acerca de las formas diferenciadas del proceso de
expansión de las fronteras agrícolas y sobre el desarrollo del capitalismo en el espacio agrario.
Los procesos de organización de la agricultura en la región estudiada –en tanto estar localizados
en zonas semiáridas con necesidades de infraestructura de riego y de sistematización de suelos
previa a la puesta en producción- han estado condicionados por la forma diferencial de
intervención estatal, dirigida o tácita, tanto a nivel de inversiones básicas como de actores
beneficiarios.
La organización y evolución de los espacios agrícolas no dependen solamente de la inversión y
de la incorporación tecnológica sino también de características institucionales, históricas y
culturales de los sistemas locales. En los casos presentados, la apertura de espacios competitivos
y de espacios de residencia para autoconsumo está vinculada con las modalidades diversas de
intervención del Estado y con las condiciones exógenas y/o endógenas de la ocupación y
organización territorial “Como consecuencia de la capacidad del Estado para hegemonizar,
controlar o poner en marcha los procesos de toma de decisiones, la sociedad agraria y sus
organizaciones encuentran en el poder estatal, un interlocutor apto para cumplir sus
compromisos y dar respuesta a las demandas que se le plantean. En este contexto, lo decisivo
para determinar la posición que se ocupa en la estructura social, aparte de poseer la tierra o
estar en situación de determinar su forma de organización y de uso, es disponer de un control
efectivo de los canales de comercialización y de distribución de los productos agrarios, o
también tener influencia y poder sobre el aparato del Estado que permite incidir en que las
actuaciones de éste y sus políticas agrarias favorezcan a un determinado status quo rural. a unas
específicas clases en detrimento de otras” (Entrena Durán, 1998:47)
En las zonas de expansión de la frontera agrícola, se identifican dos tipos de organización de la
agricultura: una -predominante en el extremo oeste- orientada a la producción en pequeña
escala, principalmente para el autoconsumo, cuya función central es residencial y de refugio;
otra -con prevalencia en el extremo norte, altamente especializada y de exportación, vinculada a
una producción agrícola históricamente asociada a las características específicas del territorio
(clima, suelo) y al sistema agroalimentario mundial.
La revalorización de tierras en El Chañar para la agricultura intensiva se produce a fines de la
década del setenta y está vinculada a la necesidad empresarial de ampliar la escala de
producción para responder a las exigencias competitivas del mercado externo. Esta nueva
dinámica socio-espacial es resultado de condiciones globales que se materializan en un territorio
específico a través de cambios técnicos y organizacionales en las cadenas productivas en tanto
plataformas para la exportación (Cavalcanti, 1999).
El proceso de expansión de la fruticultura a nuevas áreas está relacionado con la profundización
de la integración del complejo agroindustrial -de frutas de pepita y carozo- y con la
globalización del capital y del consumo -producción orientada a mercados de calidad, inducida
por el consumo principalmente de los países del norte. (Bendini y Tsakoumagkos, 2001). Son
espacios agrarios creados por la confluencia de intereses inmobiliarios, empresariales y
políticos, que pretenden llevar la "modernidad" a zonas no tradicionales del campo como nuevo
mecanismo de acumulación, “es el lugar en donde se desarrollan las estrategias del poder. Por el
hecho de que toda acción social requiere un soporte físico (el espacio); conocer y dominar el
espacio es importante tanto para quienes quieren mantener su dominio, como para quienes
modificarlo” (Sánchez, 1991:224).
A medida que se consolida el área productiva de El Chañar, se advierte un avance continuo del
proceso de transformación y valorización de tierras mediante la construcción y ampliación de
obras de regadío, tendiente a la incorporación del área al sistema agroalimentario mundial.
En el otro extremo del oasis se produce la ocupación de tierras fiscales en el valle inferior del
río Limay por familias urbanas y periurbanas empobrecidas que incorporan la producción
agrícola y la movilidad urbano-rural como estrategia familiar de existencia. El deterioro de las
condiciones laborales, la precarización laboral, el aumento de la desocupación y la disminución
de los ingresos de los trabajadores sitúan a muchas familias "en un contexto de
empobrecimiento y debilitamiento de la posición social" (Murmis y Feldman, 1996: 217). En
este caso, el territorio estaría funcionando como amortiguador de conflictos sociales, sector de
refugio para la población desplazada del mercado de trabajo tanto urbano como rural.
La ocupación no está acompañada por un programa de colonización o de desarrollo rural para
pequeños productores. El Estado facilita la ocupación cediendo tierras fiscales, los ocupantes-
colonos sólo cuentan con la tierra, su fuerza de trabajo y una asociación de voluntades para
hacer frente a las dificultades de infraestructura y producción. Mediante esta distribución de las
tierras públicas, el Estado reorienta expectativas y atenúa tensiones sociales frente al incremento
del desempleo y de la pobreza por el que atraviesa la región. En esta zona de expansión de la
frontera agraria, caracterizada por una organización de la agricultura destinada principalmente
para el autoconsumo, el Estado provincial está incentivando la localización de emprendimientos
agroindustriales asociados con otras modalidades productivas que implicarían fuertes
inversiones empresariales de origen extraregional.
En este sentido, la materialización de formas diferenciadas de ocupación y organización social
del espacio agrario regional refuerza la idea acerca de la consolidación de un proceso de
modernización concentrador y excluyente. No sólo se observa diversidad social a nivel de
inclusión/exclusión en los procesos de reestructuración sino también inserciones diferenciales
de las regiones agrícolas. (Bendini, 1999).
En ambos espacios, lo rural trasciende lo agrícola y mantiene fuertes nexos de intercambio con
lo urbano, pero las lógicas de apropiación, ocupación y organización social del espacio agrario
son heterogéneas como también diversas al interior. Los actores institucionales poseen
capacidad de intervención, tanto para dirigir la expansión empresarial como tácitamente para la
atenuación de conflictos sociales. Los actores colectivos, gremios empresariales, consorcios
económicos, cooperativas, asociaciones de fomento rural, son los que protagonizan y/o
impulsan la expansión de la frontera agraria. Entre unos y otros se generan las condiciones para
la construcción social diferencial del territorio. La multifuncionalidad territorial en el espacio
valletano -agricultura especializada a escala y pequeña producción principalmente para el
autoconsumo- es resignificada. A diferencia de los países europeos, en América Latina la
multifuncionalidad no sólo designa formas de organización de la agricultura e inserciones
diversas de las regiones, sino también formas concentradas de inclusión y más extendidas de
exclusión y vulnerabilidad social. En este caso, donde se desarrolla una agricultura de
subsistencia, surge el interrogante si esta producción familiar en riesgo social constituye una
fase inicial de apertura y de valorización de tierras con el desplazamiento posterior por actores
capitalizados, tal como ha ocurrido históricamente en otras áreas de expansión de frontera.
Los hallazgos identifican fragmentaciones en el espacio agrario y polarizaciones sociales en el
proceso de expansión de la frontera agrícola. Las transformaciones del mundo rural y el
aumento de las desigualdades entre quienes lo construyen, redefinen el contenido social del
desarrollo y exigen una mayor atención en las orientaciones de las políticas agrarias y sociales.
La dinámica social produce y redefine los espacios rurales. En este sentido, la contribución
teórica y metodológica de “redes de actores” resulta pertinente a nivel microsocial porque
permite identificar los actores sociales que construyen esos espacios en las fronteras agrarias:
desocupados asentados, empresas regionales y transnacionales, el estado en sus distintas
jurisdicciones, gremios y cooperativas, organizaciones no gubernamentales, etc. Las acciones
de los actores individuales y las negociaciones locales tienen lugar no sin condicionamientos
estructurales y controles globales. Los procesos de organización social del territorio asumen
especificidad territorial a la vez que denotan diversidad social
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