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La integración social de los inmigrantes desde los recursos sociales naturales
Manuel Fco. Martínez, Manuel García Ramírez, Isidro Maya Jariego
Departamento de Psicología Social
Facultad de Psicología. Universidad de Sevilla
Avda. San Francisco Javier s/n. 41005 Sevilla
[email protected]
Los procesos migratorios suponen una transformación ecológica muy importante y afrontarla con
garantía de éxito está en función – entre otros factores- de la disponibilidad de recursos sociales naturales en
los que confiar para obtener ayuda y resolver problemas. Estos recursos asisten y atienden las necesidades
individuales y sociales de las personas al tiempo que fomentan y potencian su capacidad para adaptarse al
entorno, participar activamente en él y vivir satisfactoriamente (Zimmerman, 1995). Se configuran, además,
como un marco de referencia en la evaluación de la realidad social y garantizan la posibilidad de validar
opiniones acerca del ambiente social, de nuestras habilidades y de las reacciones emocionales (Stroebe,
1996).
Estar integrado en el nuevo círculo de vida es un indicador de éxito subjetivo esencial para los
inmigrantes, de modo que la red de apoyo social resulta un pilar básico para reinterpretar la nueva cultura,
establecer nuevos vínculos y adquirir nuevas habilidades. El inmigrante podrá desarrollar así un nuevo
entramado social enraizado en la sociedad de acogida, capaz de permitir y promover el éxito del proyecto de
vida en el nuevo entorno. Es, en definitiva, la expresión fehaciente de elementos facilitadores en el nuevo
contexto social frente a las barreras y dificultades propias de una sociedad culturalmente diferente: reacciones
de intolerancia y hostilidad, adaptación de las expectativas iniciales a las posibilidades reales, etc. Todo ello en
un marco en el que la accesibilidad, validez ecológica y aceptación cultural están aseguradas (Gottlieb, 1985;
Balcazar et al. 1998).
El disponer de lazos familiares, amigos y compatriotas en la sociedad de destino puede llegar a tener
tanto valor explicativo del proceso migratorio como aquello que es atribuible específicamente a las
características personales o a las acciones individuales. Sin embargo, el estudio de los recursos sociales en
inmigrantes, al igual que en otras poblaciones en transición ecológica, requiere ajustar y precisar aspectos
esenciales en las relaciones de apoyo social. Entre las dimensiones implicadas en el desarrollo de estas
relaciones, los investigadores han descrito la influencia tanto de variables personales, culturales como sociodemográficas. (Khan y Antonucci, 1980; Mitchell y Trickett, 1980). Pero solo parcialmente se han ocupado
de contrastarlas con las dimensiones que se refieren a la propia experiencia de la transición y a las condiciones
en las que se desenvuelve el proceso migratorio (la condición de extranjero, de trabajadores marginales, de
vivienda precaria, de pautas culturales minoritarias, etc), cuyo punto de partida es el desarraigo o alejamiento
de su red anterior, relaciones de conflicto con el grupo mayoritario, en condiciones de soledad o aislamiento,
etc.
Por consiguiente, el análisis de los recursos de apoyo social debe centrarse en cuáles son los
requerimientos de apoyo social no sólo en función de las características personales, entre las que no se deben
1
descuidar la etnia, la nacionalidad y la cultura como variables específicas de los sujetos, sino también en
función de las características que los define en función de la situación que viven, como son las de extranjero,
minoría, trabajador, etc. Pues éstas conforman una serie de roles, de oportunidades vitales, de demandas y
recursos determinantes de sus necesidades y consecuentemente de sus demandas de apoyo social.
Por otro lado, es necesario analizar cómo y bajo que condiciones los inmigrantes ajustan la estructura
de su red social de apoyo a los requerimientos, y en que medida se adecuan a las demandas, tanto por el tipo
de ayuda que proporcionan como por las condiciones e idoneidad de la fuente de apoyo. Aspectos tales como
el tamaño, la composición, homogeneidad y densidad de la red son aspectos que deben considerarse
cuidadosamente.
La investigación sobre el apoyo social en inmigrantes debe preocuparse por el papel que juegan en la
adaptación e integración social en el nuevo contexto social como indicadores de bienestar. Es importante
ponderar como los inmigrantes se garantizan la presencia de vínculos de apoyo a lo largo de todo el proceso
de reasentamiento, y como aseguran su suficiencia y adecuación en cada fase. Específicamente como se
afrontan los acontecimientos característicos de la entrada en contacto de individuos y grupos de diferentes
culturas, en diferentes relación de fuerzas, desde diferentes posiciones psicológicas, etc (Berry, 1997).
De acuerdo con este marco teórico el presente trabajo se centra en el análisis sintético de las
características más sustantivas del sistema de apoyo social de los inmigrantes en Andalucía haciendo especial
hincapié en: (1) cómo se articulan y se garantiza su presencia a lo largo del proceso migratorio, adecuándolos
en cada momento a las diversas necesidades; (2) cómo se modulan estos recursos en función de variables
socio-demográficas; y (3) qué roles de ayuda asumen los diferentes vínculos relacionales. En segundo lugar se
analiza el papel que juegan dichos recursos naturales en los rasgos depresivos de los inmigrantes como
indicadores negativos de adaptación al nuevo contexto. Por último abordaremos la influencia de las redes
sociales y la percepción de apoyo disponible en el acceso al mercado de trabajo por parte de las minorías
étnicas.
Los resultados que expones a continuación pertenecen a distintas investigaciones que hemos venido
realizando en los últimos años en la población inmigrante de la comunidad autónoma andaluza. Una de ellas
evaluó los recursos y necesidades en una muestra de 600 inmigrantes africanos residentes en la Comunidad
Autónoma Andaluza bajo el patrocinio de la Junta de Andalucía. Un segundo estudio de referencia se realizó
sobre una muestra de peruanas y marroquíes residentes en Sevilla en un proyecto financiado por la Digicyt.
Por último un tercer estudio se realizó bajo el patrocinio del Ayuntamiento de Marbella y se analizaron los
problemas, recursos y utilización de servicios sociales por parte de una muestra de inmigrantes residentes en
2
aquella localidad. Las tablas que se presentan en este trabajo corresponden a esta última investigación.
1. Sistema de apoyo social: características y tipos de redes
Está generalmente aceptado que en el patrón de afrontamiento de los inmigrantes utilizan primero sus
recursos personales, en segundo lugar acuden a sus recursos naturales de apoyo y , en caso de no resolverse
el problema, solicitan la ayuda de los recursos formales o profesionales (Delgado y Hum-Delgado, 1982;
Martínez et al. 1996). También han precisado que el apoyo social facilita el ajuste cuando se da una relación
cercana entre el tipo de necesidad, el tipo de apoyo ofertado y la fuente del apoyo (Tetzloff y Barrera, 1987).
En consecuencia y en lo que atañe a la composición y procedencia del sistema de apoyo social, se reconoce
que para comprender el fenómeno migratorio contemporáneo hay que examinar cuidadosamente que los
distintos vínculos del sistema (familiares, amigos, etc) tienen en las distintas áreas de necesidad a lo largo de
todo el proceso migratorio.
En el presente apartado analizaremos el sistema de apoyo social en función de su tamaño, composición
y procedencia de los vínculos, así como los diferentes tipos de redes que se conforman. Como instrumento de
evaluación hemos utilizado fundamentalmente la Entrevista de Apoyo Social de Manheim (Veiel, 1992), que
valora el apoyo instrumental y psicológico disponible, distinguiendo situaciones cotidianas y situaciones de
crisis y permite obtener indicadores estructurales y funcionales. Asimismo haremos referencia a otros estudios
en los que el instrumento empleado fue la Entrevista Estructurada De Apoyo Social (Barrera, 1980, 1981) que
explora seis categorías de apoyo (sentimientos personales, ayuda material consejo feedback positivo asistencia
física y participación social y permite igualmente obtener indicadores estructurales y funcionales.
1.1. Tamaño percibido del sistema de apoyo social
El tamaño de la red hace referencia al número de vínculos percibidos en los que el sujeto confía y a los
que acude reiteradamente para la obtención de ayuda. Se diferencia de la red social, ya que no se incluyen los
vínculos que no son de ayuda, no se perciben como tal o suponen mayor carga que ayuda para el sujeto.
Aunque como indicador de carácter estructural tiene aisladamente escaso valor predictivo de adaptación e
integración, debe ser cuidadosamente analizado pues la conexión a otras personas y la pertenencia a grupos es
una condición primaria para contar con red social de apoyo.
3
TABLA Nº 1:
Tamaño de la red, en función del género, el número de años y la etnia
MEDIA DE Nº DE VÍNCULOS
FAMILIA
FAMILIA
TOTAL
EXTENSA CERCANA
AMIGOS
OTROS
GÉNERO
Hombres
7,70
0,34
2,11
3,83
0,94
Mujeres
6,98
0,44
2,23
2,88 **
0,85
AÑOS ESTANCIA
0-2 años
5,73
0,12
1,12
2,81
1,38
3-5 años
6,56
0,44
2,17
3,00
0,44
6-9 años
7,05
0,41
2,49
2,73
1,00
9 o mas años
7,89
0,46
2,37
3,61
0,81
Sign.
*
n.s.
n.s.
n.s.
n.s.
ETNIA
Marroquiés
6,98
0,33
2,59
3,01
0,54
Senegaleses
7,04
0,26
0,74
4,3
1,57
Filipinos
7,81
0,51
2,16
3,38
1,07
TOTAL
7,32
Sign
**
**
*Significación 0,05 **Significación 0,01
n.s. no significativo
En la Tabla 1 se presentan como indicadores estructurales del sistema de apoyo social el número de
vínculos que componen tanto la red total como de los distintos subconjuntos que se pueden establecer a partir
del agrupamiento de los vínculos. Por término medio el Sistema de Apoyo Social de los inmigrantes marbellíes
esta compuesto 7,32 personas, no observándose diferencias significativas ni entre géneros ni entre los
distintos grupos étnicos estudiados. Resultados similares obtuvieron Sagrestano et al. (1999) en un estudio
multiétnico al referir entre 5 y 7 personas (amigos y familiares) el tamaño de la red en un grupo de mujeres
embarazadas de origen latino y residentes en Los Angeles. Sin embargo si observamos una covariación
significativa (Alpha=0,042) con el tiempo de reasentamiento por lo que si tenemos en cuenta, además, que en
estudios anteriores este indicador se situaba en torno a 3.75 personas (Martínez et al., 1996), podemos
concluir -con la necesaria reserva derivada de este tipo de estudio- que el proceso migratorio en Andalucía
está permitiendo la reconstrucción por complementación de un sistema social de relaciones de ayuda. Marbella
esta situada en una zona geográfica muy reducida con una alta densidad poblacional que favorece los lazos
sociales. A su larga tradición como fuente de trabajo para inmigrantes se une su condición de ser una
importante colonia extranjera multiétnica y multicultural por lo que es posible suponer que en la medida que
aumenta la colonia de trabajadores inmigrantes en nuestra comunidad, aumentará también el tamaño de la red
social de los sujetos hasta situarse en proporciones similares a las de la población general.
No obstante, y como ya hemos indicado, estos datos no son sinónimos de suficiencia ni adecuación de
apoyo social. El papel que los vínculos sociales tienen en cuanto a regulación social, tanto en términos de
4
integración como de control social, es muy importante. Así, muchas habilidades y conductas tienen más
probabilidad de perpetuarse en la medida que son soportados por las redes de pertenencia con independencia
que sean comportamientos saludables o habilidades prosociales (Rook, 1992). En la medida que los vínculos
sociales remiten a la asunción de roles que implican responsabilidades y obligaciones, ejercen una influencia
estabilizadora sobre el comportamiento y motiva a la gente a funcionar de manera segura e implicarse en
conductas de ayuda y autocuidado. Por el contrario la falta de normas y modelos sociales pertinentes en las
redes puede ser un obstáculo para la integración social (Rook, 1992). Por tanto, los datos que refieren el
total de la red deben ser contrastados con la procedencia y la estructura social que conforman, con los roles
que ejecutan y que elicitan en el sujeto, para poder ser considerados como indicadores de integración y
bienestar social y, consecuentemente, vínculos de apoyo social.
1.2. Procedencia y composición del sistema de apoyo social: La especificidad del apoyo
Para analizar el ajuste y la pertinencia de la ayuda, debemos tener en cuenta la estructura del
sistema de apoyo social al menos en función de la procedencia del vínculo, el rol básico de interacción de este
con el sujeto focal y el tipo o tipos de ayuda que ofrece.
TABLA 2
Valores medios del número de vínculos para cada tipo de apoyo, relación y procedencia.
Marroquíes Senegaleses
TIPO DE APOYO
TOTAL
6,98
7,04
APOYO COTIDIANO
293
506
Psicológico
3,06
5,3
Instrumental
2,44
4,13
APOYO EN CRISIS
211
427
Psicológico
2,53
4,33
Instrumental
1,81
4,22
Significación (t)
4,607**
1,732
RELACIÓN DEL VINCULO
Familia Nuclear
2,59
0,74
Familia Extensa
0,33
0,26
Amigos
3,01
4,3
Otros
0,54
1,57
COMPOSICIÓN DE LA RED
Españoles
1,68
0,74
Marroquíes
5,15
0
Senegaleses
0,07
5,91
Filipinos
0,02
0
* Significación 0,05
**Significación 0,01
Filipinos
TOTAL
ANOVA
7,81
472
4,98
3,71
284
3,41
2,41
6,684**
7,32
393
4,12
3,17
260
3,12
2,37
7,904**
1,019
12,604
12,259
5,626
13,580
65,69
17,575
2,16
0,51
3,38
1,07
2,17
0,39
3,33
0,89
6,785
1,076
2,054
4,328
0,62
0,04
0,12
6,54
1,13
2,41
0,87
2,62
1,019
**
**
**
**
**
**
**
**
Los datos recogidos en la Tabla 2 ponen de manifiesto que los tres subgrupos étnicos presentan
diferencias significativas en cuanto al número de vinculos con los que cuentan para la obtención de los
5
diferentes tipos de ayuda. En general, las tres submuestras cuentan con más vínculos para la obtención de
apoyo en situaciones de cotidianeidad que para el apoyo en situación de crisis. Son los marroquíes los que
menos vinculos cuentan para el apoyo en crisis, especialmente el instrumental y los senegaleses los que cuentan
con mas apoyo para la categoría de apoyo psicológico cotidiano. Se constatan, además, diferencias
significativas interénicas para todos los tipos de apoyo. De los resultados que se presentan en la Tabla 2
queremos resaltar los siguientes:
(1) La categoría de apoyo para la que todos los sujetos tienen mayor disponibilidad de vínculos es el
apoyo cotidiano psicológico, y menor disponibilidad en el apoyo instrumental en crisis,
(2) El apoyo cotidiano instrumental es el segundo tipo de apoyo para el que cuentan más recursos
tanto los senegaleses como los filipinos,
(3) Los senegaleses son los que tienen mas vínculos disponibles para cada tipo de apoyo y los
marroquíes los que tienen menos.
En cuanto a la procedencia de los vinculos de la red tambien se pueden observar importantes
diferencias entre las etnias. Hemos comprobado que por termino medio casi 3 personas de la red de los
marroquies y filipinos son familiares y en cambio, los senegaleses no cuentan por termino medio ni con un
miembro de la familia. Por otro lado, los amigos estan presentes en todas los grupos y, aunque sin diferencias
sifnificativas, es en los senegaleses en los que se encuentran los promedios más elevados. También la categoría
de Otros donde se recogen los vínculos mas alejados del sujeto focal (empresarios, profesionales, vecinos)
tiene mayor importancia para los senegaleses que para el resto de las etnias.
Tasmbién es interesante analizar las diferencias que se encuentran en cuanto a la composición de la
red. La mayoria de los sujetos que forman los sistemas de apoyo social de las submuestras estudiadas estan
formadas por compatriotas. Ya sea en su condición de amigos, ya sea en su condición de familiares, los
sujetos de la misma etnia conforman la mayoria de las redes de apoyo; así, en el caso de los marroquies que
cuenta con 6,98 sujetos de red, 5,15 son también marroquíes; en los filipinos 6,54 de 7,81 y los senegaleses,
5,91 de 7,04. Este último grupo es el más expresivo porque además casi todos pertenencen a la categoría de
amigos, ya que el número medio de familiares de la red de los senegaleses es de 0.74 para la familia cercana y
0,26 para la familia extensa.
Resaltamos también la escasa (marroquíes y filipinos) o nula (senegaleses) presencia de sujetos
inmigrantes de diferente etnia entre las redes de los inmigrantes. Resulta evidente que las relaciones interetmicas
entre inmigrantes están prácticamente ausentes, aunque sean compañeros de trabajo y vecinos de una
población de alta densidad. Por su parte los españoles forman el segundo grupo importante de vinculos en las
6
redes analizadas especialmente para los marroquíes que cuentan con 1,68 españoles de media entre sus
vínculos de apoyo.
En resumen podemos constatar que : (1) la mayoria de los inmigrantes tienen redes fromadas por
sujetos de su misma etnia o nacionalidad, ya sea en condición de amigos o familiares; (2) en ausencia de la
familia, como es el caso de los senegaleses, los compatriotas comforman una red social de apoyo que permite
acceder a todos los tipos de apoyo; y (3) los inmigrantes cuentan con un número mayor de vinculos para los
tipos de apoyo cotidiano que para los apoyo en crisis, (4) los familiares son miembros de la misma etnia y su
presencia, especialmente entre marroquies y filipinos, hacen que las funciones de apoyo se repartan con los
amigos y conformen redes diferentes; y (5) hay diferencias significatrivas en la conformación de las redes de los
tres grupos durante el proceso migratorio.
Por otra parte, si bien los sujetos disponen de un mayor número de recursos sociales naturales indicador estructural- para abordar las situaciones de necesidad cotidianas respecto de aquellas que se dan en
momentos de crisis, se percibe una mayor suficiencia del apoyo -indicador funcional- en las situaciones de
crisis en lo que se refiere al apoyo instrumental. Es dcecir que a pesar de disponer de un número menor de
vínculos los sujetos manifiestan no necesitar más. Este hecho es descrito suficientemente en la literatura
especializada en la que se señala: (1) la importancia de los aspectos perceptivos , (2) la idoneidad de los
recursos sociales naturales para las situaciones de necesidad de la vida diaria, (3) la imposibilidad de
proporcionar apoyo cuando se comparte la misma situación de necesidad, y (4) la dificultad metodológica de
analizar los efectos amortiguadores del apoyo social y a la importancia de los efectos directos del mismo.
Asimismo se ha comprobado que la disponibilidad y accesibilidad al apoyo predicen el bienestar psicológico y
la satisfacción con la red social; en tanto que se ha encontrado una baja correlación de los episodios de ayuda
con la cantidad y calidad del Apoyo. (Thoits, 1992; Pearlin y McCall, 1990; Cohen, 1992). En un estudio en
el que analizaron el papel conjunto del apoyo social y la competencia escolar, Zea, Jarama y Trotta (1995)
comprobaron que, a pesar de las diferencias interétnicas, la percepción de un contexto social de ayuda
facilitaba la adaptación universitaria, que se veía dificultada si no se evaluaba como suficiente la red de apoyo.
Nuestros resultados también son consonantes con el hecho de que las relaciones de apoyo social se
favorecen ante bajos y moderados niveles de estrés, ya que situaciones de crisis percibidas como intensas por
parte del proveedor pueden elicitar reacciones negativas en los sujetos de la red por ser consideradas como
inabordables; lo que es probable que ocurra en situaciones de crisis entre inmigrantes con similares carencias y
recursos. (Dunkel-Schetter y Bennet, 1990; Schawarzer y Hahn, 1992).
Las diferencias interétnicas nos permiten reflexionar acerca del distinto significado cultural que pueden
7
tener tanto los acontecimientos vitales como los recursos sociales. Y esto es consonante con la hipótesis de
que el apoyo social facilita el ajuste sólo cuando hay relación entre el tipo de estresor, el tipo de apoyo
ofrecido y la fuente del mismo (Gore y Aseltine, 1995, Jackson, 1992). La fuente principal de ayuda puede
diferir en la medida en que tiene un sentido especial adquirido culturalmente. Cuando un vínculo especifico es
considerado como una fuente primaria para afrontar determinados asuntos de vida, la ayuda proveniente de
éstos puede relacionar más fuertemente con el bienestar. En caso de producirse discrepancia entre la
necesidad y la siempre será más apropiado para el bienestar la elección de un vínculo del mismo grupo
cultural. (Maton et al, 1996).
Las pautas culturales, por tanto, pueden explicar las redes densas e intensas que forman los
senegaleses para sus relaciones de ayuda y los estilos en que conforman sus recursos para afrontar el proyecto
migratorio. También puede explicar las diferencias que se dan entre los sujetos ante la presencia de la familia (y
por tanto de cónyuge) y aquellos que aún no se han reagrupado. Resulta evidente la preferencia por vínculos
de la misma etnia o nacionalidad, etc. Si bien las necesidades de apoyo pueden variar en función de diferentes
factores a lo largo del proceso migratorio, sin embargo la composición y procedencia del sistema de apoyo se
mantiene invariable, aunque los vínculos asuman papeles diferentes, adquieran diferente presencia, asumen
diferentes roles, a lo largo de todo el proceso.
En este contexto debemos resaltar la importancia que tienen los vínculos familiares a lo largo del
proceso migratorio en marroquíes y filipinos. Asumen diferentes roles en función de las necesidades y de la
disponibilidad de lazos sociales. Es una parte esencial del sistema de apoyo porque conforman los grupos
primarios para atender diversas necesidades cognitivas y emocionales que son imprescindibles para el
desarrollo, la socialización y el sentimiento de pertenencia social. Se ha dicho la familia (en sentido amplio)
conforma para el inmigrante un sistema de cooperación y obligación mutua que supone un importante
moderador en contextos económicamente agresivos y políticamente opresores. Del mismo modo los
inmigrantes que centran su red en la familia tienen un perfil más estable que el resto, visitan más su país de
origen y tienen más ingresos; forman parte del grupo que suele disponer de vivienda en propiedad y tienen
empleo mas tiempo (Miller-Loncar et al., 1998). Además, las personas que tienen una buena integración
familiar utilizan menos los servicios profesionales de bienestar, ya que los familiares suponen una fuente muy
sinérgica para la de expresión de sentimientos y para la obtención de ayuda material. (Leslie, 1992).
Los mecanismos que emplean los inmigrantes para garantizar la presencia de estas relaciones primarias
en su sistema de apoyo social pueden ser muy variados. Los modos más usuales consisten en centrar las
demandas de apoyo sobre los vínculos disponibles, asignando a amigos y compatriotas funciones
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características de los familiares, lo que permite al sujeto focal resolver las necesidades más apremiantes al
facilitar el afrontamiento de las primeras demandas en el nuevo contexto. A partir de esta estructura el
inmigrante se siente con capacidad para desplegar las estrategias encaminadas para desarrollar su proyecto y
conseguir el reagrupamiento familiar. Encadenan sin solución de continuidad vínculos familiares y compatriotas
en función de la conservación y fomento de su competencia e integración social en cada momento del proceso
(Zea, Jarama y Trotta, 1995).
En un trabajo anterior constatabamos que los inmigrantes tenían suficientes vínculos para obtener
todos los tipos de apoyo, estuvieran o no reagrupados. Desde el momento en que inician el proceso migratorio
despliegan una acción vinculatíva con miembros en la sociedad de acogida que permiten garantizar los
beneficios procedentes de los recursos sociales naturales. Conforme se van desarrollando etapas, la red social
va evolucionando y modificándose hasta que se realiza el reagrupamiento familiar, meta para muchos
inmigrantes en su proceso de recontrucción de la red. Por eso, el reagrupamiento familiar se constituye no sólo
en una de las necesidades expresadas más comunes que debe obtener respuesta desde los servicios de
intervención social, sino que debe entenderse como un procedimiento de intervención adecuado para atender
muchas necesidades, prevenir problemas de adaptación y garantizar el desarrollo de la población inmigrante.
Especialmente la familiar nuclear, o más bién los lazos característicos del hogar (que supone vivir
junto: household) implica algunas funciones especifícas en la garantía de la supervivencia y del equilibrio
normativo y afectivo. Esto se ilustra en los resultados obtenidos por Padilla et al. (1988) al comprobar que las
preocupaciones de los household se centraban en asegurarse de que los hijos recibieran una buena
educación, no se convirtieran en adictos a las drogas, que tuvieran amistades buenas y saludables, en mejorar
las condiciones de vida de la familia e interesarse por la salud y el bienestar de otros miembros. También
Kutsche (1983) constató la importancia que tiene la funciónes del hogar en el mantenimiento económico de sus
miembros y la amplitud de expectativas y oportunidades que ello lleva implícito; facilita que los menores
adquieran pautas culturales y normativas que garanticen su desarrollo como adultos, así como a participar en
las instituciones propias del grupo tales como la iglesia, el trabajo, etc.
Además el hogar conecta con la familia extensa lo cual promueve la consolidación de un sistema
amplio de apoyo social. Por ejemplo cubre importantes funciones en el cuidado tanto de ancianos como de
niños, ya que suele darse una norma implícita de obligación entre diferentes households, además de facilitar la
creación de nuevas unidades, ayudando a encontrar empleo, porporcionado casa, etc. (Kutsche, 1983). Sin
olvidar que para muchos grupos étnicos culturalmente la familia es una fuente importante de identidad y
autovaloración; por ejemplo, los mexicano-americanos suelen vivir cerca de un gran número de familiares, con
9
los que mantienen interacciones frecuentes como sistema de ayuda recíproca, generalmente tienen presente a la
familia extensa y usan el apoyo de familiares (Golding et al. 1990).
También hemos observado el rol primario que tienen los amigos en la población inmigrante,
especialmente los pertenecientes a la misma etnia o compatriotas, que debe ser considerado más allá de la
provisión de recursos durante el reasentamiento y ampliarese desde la influencia que ejercen sobre la misma
decisión de emigrar. De hecho son ya muchos los estudios que muestran como los factores económicos y los
relacionados con la demanda laboral no son suficientes para explicar la toma de decisiones previa al
desplazamiento (Ciafardo, 1991; Massey y García, 1987). Se ha comprobado que la presencia de cadenas
maduras de compatriotas favorece la decisión de emigrar independientemente de las tendencias económicas o
de proximidad geográfica o cultural; sin olvidar la influencia que ejercen estos asentamientos previos en las
estructuras sociales sobre las que los nuevos inmigrantes se insertan en la sociedad de acogida. (Maya,
Martínez y García, 1999).
Los compatriotas de otras oleadas son en buena medida responsables de que los nuevos inmigrantes
encuentren en la sociedad receptora yacimientos de empleo consolidados, aceptación de sus pautas culturales
y visibilidad social, etc. Por ello es natural que los recién llegados busquen a aquellos con experiencias e
identidad común: no sólo la comunicación y la comprensión de necesidades es más fácil con este grupo, sino
que la asistencia y ayuda que ofrecen son cruciales durante las primeras fases de reasentamiento -cuando los
requerimientos de apoyo son mayores y las posibilidades de obtener apoyo de otros grupos menores- (Leslie,
1992). Pero no sólo son vínculos bien establecidos material y financieramente, sino que son personas
biculturales, que permiten superar las diferencias entre la cultura de origen y la de acogida, conocen
procedimientos, normas, servicios y tareas propios y característicos de la nueva sociedad. De este modo son
por un lado una fuente importante de ayuda natural y por otra parte cumplen un papel esencial como
mediadores en la nueva sociedad de acogida.
2. La depresión como indicador negativo de adaptación: el papel de los recursos naturales de
apoyo:
En los estudios correlacionales con inmigrantes uno de los indicadores más utilizados para evaluar tanto
el impacto psicológico del proceso migratorio como el mayor o menor ajuste psicosocial de los individuos a la
sociedad de acogida ha sido sin duda la depresión, evaluada a través de las distintas escalas al uso. Con
carácter general los resultados de la investigación refieren puntuaciones más elevadas en los distintos
10
cuestionarios en el grupo de inmigrante que en la población general (Vega, Kolody y Valle, 1986; Frank y
Faux, 1990; Vega et al., 1991; Nicassio et al., 1992; Noh et al., 1992; Mui, 1996; Cheng, 1997; Clarke y
Jensen, 1997). Ello se explicaría en base a la hipótesis del estrés por aculturación, ya que el proceso
migratorio puede ser incluido dentro de los acontecimientos vitales no normativos que necesita un mayor
reajuste en todos los ámbitos de la vida de una persona (Jerusalem y Kleine, 1991). Antes de la decisión de
abandonar el propio país, y casi con toda seguridad durante la transición misma, los sujetos pueden
experimentar mucho estrés, debatiéndose entre un mar de dudas acerca de su futuro próximo y con un
importante componente ansioso. Y es que si por una parte hay una pérdida importante de los recursos
habituales que los sujetos disponen para hacer frente a sus necesidades, de otra se ha de afrontar, y casi
siempre en condiciones desfavorables, las nuevas demandas en una nueva sociedad que puede ser
culturalmente muy diferente de la de origen. En efecto, cuando los inmigrantes abandonan su país experimentan
un sentimiento de pérdida de lazos significativos en torno a los cuales estructuran sus vida (Vega et al, 1991),
de signos y símbolos familiares de intercambio social (Furham, 1984), se producen cambios importantes en la
rutina de la vida diaria Furhan y Har Li (1993), etc.
Cuanto mayor sea la distancia cultural entre la sociedad de origen y la de acogida, mayor será el
esfuerzo adaptativo que debe realizar el inmigrante y mayor la probabilidad de percibir un desbordamiento e
incontralabilidad de las demandas ambientales en relación con los recursos disponibles. El escaso dominio del
idioma de acogida, los conflictos de naturaleza cultural, la percepción de pérdida de estatus o las dificultades
para encontrar un trabajo adecuado pueden llegar a ser algunos de los estresores más significativos en este
contexto.
Sin embargo el análisis riguroso de las distintas investigaciones nos obliga a intepretar los resultados de
manera más restringida. Por un lado no siempre se encuentran los indicadores de depresión con valores por
encima de la población general; por otro, el grupo de inmigrante no es, en cuanto a rasgos y estructura de
personalidad, equiparable a la población general; además los distintos grupos étnicos difieren respecto de las
puntuaciones en las distintas escalas y las variables sociodemográficas no han sido siempre suficientemente
controladas.
Los datos que se presentan en este trabajo se obtuvieron a partir la Escala del Centro de Estudios
Epidemiológicos de la Depresión (CES-D). Sse trata de un instrumento de autoinforme de 20 ítems, relativos a
la frecuencia de ocurrencia de síntomas depresivos. El rango de puntuación de la escala oscila entre 0 y 60.
Las puntuaciones más altas indican una mayor sintomatología. De acuerdo con los estudios de validación en
encuestas comunitarias, el punto de corte para reconocer un caso de depresión es 16, y en los estudios
11
epidemiológicos se ha observado que aproximadamente el 18% o 20% de la población supera dicho umbral.
El coeficiente de fiabilidad para el total de la muestra fue ∀ = 0,8323, y en los tres grupos étnicos se
obtuvieron índices similares (marroquíes, ∀ = 0.82; senegaleses, ∀ = 0,83; filipinos, ∀ = 0,81).
Tabla 3
Depresión * Factores Socio-demográficas
N
173
VARIABLES
TOTAL
0
17,76
∗
9,17
NACIONALIDAD
81
Marroquíes
20,49
9,54
23
Senegaleses
13,08
8,49
69
Filipinos
16,12
7,97
GÉNERO
82
Varones
15,83
9,17
91
Mujeres
19,55
8,88
ESTADO CIVIL
41
116
8
Soltero
18,44
Casado/Pareja
16,72
8,99
Viudo/Divorciado
23,56
10,34
21
Sin estudios
20,05
11,56
57
Primarios
18,44
9,58
60
Secundarios
15,93
8,38
34
Superiores
18,59
8,05
TRABAJO
22
Hostelería
17,45
10,8
54
Servicio doméstico
18,17
9,45
23
Venta ambulante
13,00
8,49
23
Paro
18,96
8,33
51
Otra
19,97
8,39
INGRESOS
Sin ingresos
18,14
7,96
< 31.000
27,00
17,69
22
31.000-60.000
21,50
9,73
49
61.000-90.000
17,87
8,20
46
> 90.000
16,96
10,15
3
Sign.
8,344
0
7,17
0,01
4,203
0,017
1,482
0,198
0,099
1,98
1,623
0,171
8,5
ESTUDIOS
37
F
Como puede observarse en la Tabla 3 la puntuación media en el total de la muestra fue de 17,76 con
una desviación tipo de 9,17. Estos valores nos sitúan al grupo de inmigrantes evaluados en el límite de la
puntuación de corte (16) a partir de la cual la sintomatología depresiva empieza a ser significativa. Estos datos
son concordantes con otras investigaciones (Vega et al., 1986; Frank y Faux, 1990; Vega et al., 1991;
12
Nicassio et al., 1992; Noh et al., 1992; Mui, 1996) en las que se describen para este grupo puntuaciones más
altas que para la población general. Debemos resaltar igualmente que la alta variabilidad de los datos
(51,63%) nos hacen pensar que la muestra no se comporta de manera homogénea respecto de la variable en
cuestión, por lo que han de analizarse la influencia de otros factores para explicar dicha dispersión. En este
sentido observamos en la Tabla 3 que las variables socio-demográficas consideradas relacionan
significativamente con los síntomas depresivos, estableciendo categorías de variables especialmente sensibles a
los mismos. Marroquíes (20,49), mujeres (19,55) y viudos/divorciados (23,56) se sitúan frente a las demás
categorías de cada una de esas variables en valores claramente superiores y significativos desde una
perspectiva epidemiológica.
Resultados similares son descritos para los factores socio-demográficos en diversas investigaciones
realizadas en este grupo de población. Flaherty et al., (1988) encontraron en un estudio realizado con rusos
inmigrantes en Israel y USA que el estado civil era un factor significativo en la ecuación de regresión para la
predicción de síntomas depresivos. Y es que el estado civil, además de ser una variable socio-demogrática, es
desde una perspectiva psicosocial un indicador esencial del sistema de apoyo natural de los individuos para la
resolución de sus problemas. Por ello la ausencia de la pareja -proveedora fundamental de apoyo emocionalresultó significativa en dos amplios estudios epidemiológicos con mujeres mexicanas inmigrantes en USA
(Vega, Kolody y Valle., 1986; Vega, Kolody, Valle y Hough, 1986), en los que se observaron que separadas
y divorciadas padecían mayor incidencia de depresión. Sin embargo, en estos estudios los ingresos
económicos y el nivel educativo fueron descritos como mejores predictores de depresión. Nuestros datos
señalan también mayor intensidad de síntomas depresivos en inmigrantes con menos nivel educativo (20,05) e
ingresos económicos (18,14 y 27,00), indicadores en suma de menores recursos personales para afrontar las
demandas ambientales, pero no resultan estadísticamente significativos.
El género se muestra también claramente diferenciador respecto de la depresión con un valor medio en
las mujeres (19,55) de casi de 4 puntos superior al de los varones (15.83), lo que sintoniza con la mayoría de
los estudios en los se ha constatado que las mujeres inmigrantes presentan mayor nivel de síntomas depresivos
(Franks y Faux, 1990; Clarke y Jensen,1997). Hay que señalar, sin embargo, que diferencias similares se
encuentran en la población general por lo que habrá que determinar que parte de la varianza queda explicada
por las dificultades específicas a las que debe hacer frente la mujer en el hecho migratorio. En esta línea la
Canadian Task Force on Mental Health Issues Affecting Immigrants and Refugees (1988) encontró una mayor
incidencia de depresión en mujeres inmigrantes debido a una mayor prevalencia en éstas de factores de riesgo
como: sentimientos de ambivalencia al emigrar, transición cultural, discriminación, etc. Janes (1990) encuentra
13
estresores específicos de género derivados de los cambios en la división del trabajo: a) las expectativas de rol
las hacen las únicas responsable de las tareas domésticas y cuidar de las necesidades de los miembros de la
misma; b) en caso de experimentar problemas económicos, las mujeres se enfrentan a la dificultad de
responder a fines competitivos con escasos recursos; c) cada vez más se están implicando en relaciones de rol
donde las expectativas conductuales no son claras (en el ámbito laboral y como representantes de su
comunidad). Las mujeres expresan, además, expectativas más bajas sobre la probabilidad de encontrar
trabajo tras el desplazamiento y, a modo de profecía de autocumplimiento, de hecho tienen menos éxito en la
obtención de empleo en el nuevo contexto (Schwarzer y Hahn, 1995). Por último, los sentimientos de soledad
expresados por algunas mujeres se han relacionado con problemas con la pareja -en algunos casos existe
incluso violencia por parte de sus maridos- o con los hijos -fracaso escolar, adicciones, etc-(Lynam, 1985).
En la Tabla 3 observamos igualmente diferencias significativas en la escala de depresión entre los
distintos grupos étnicos, con un valor crítico de 20,49 correspondiente a la comunidad marroquíe. Los
estudios transculturales, sobre todo los que se realizan entre grupos minoritarios de inmigrantes en la sociedad
de acogida, apuntan la necesidad de considerar que el resultado neto de los procesos de aculturación es
función no sólo las características socio-demogrçaficas del individuos y de las particulares circunstancias en las
que tiene lugar el contacto cultural, sino también de la forma que ha adoptado la aculturación en el grupo al
que el sujeto pertenece (Trickett, 1996). Las diferencias étnicas adquieren por tanto un papel fundamental el
proceso adaptativo al nuevo entorno (negativo/positivo) porque, como ya hemos indicado en el apartado
anterior, la manera de percibir las demandas ambientales, el acceso y utilización de los recursos (instrumentales
y sociales), los diferentes sistemas de creencias y valores, etc., pueden llegar a ser muy distintas entre grupos
de inmigrantes aparentemente homogéneos.
.
En nuestros resultados esa diferencia intergrupal se mantiene significativa (F:5,70 y F:6,28) incluso al
eliminar la influencia que sobre la variable dependiente (depresión) puedan estar ejerciendo tanto el factor
género como el estado civil, con valores medios para el grupo marroquí de 18,86 y 19,65 respectivamente.
Esto nos da una idea de la complejidad del fenómeno y de la necesidad de considerar otros factores que
contribuyan también a explicar la variabilidad interétnica. Los recursos sociales naturales pueden ayudar a un
ese mejor conocimiento porque, como ya comentábamos en el apartado anterior, investigaciones previas
sugieren que existen diferencias étnicas en la percepción y recepción del apoyo social. Por tanto, el efecto
amortiguador del apoyo social sobre las consecuencias negativas del estrés –síntomas depresivos, por
ejemplo- puede estar condicionado por la distinta interpretación cultural que los diversos grupos hacen de las
relaciones sociales (Zea et al., 1996).
14
Aunque la correlación encontrada por nosotros (r = -0,079) entre tamaño del sistema de apoyo y
depresión no es significativa, otros investigadores si encontraron que la indicencia de síntomas depresivos
guardaba una relación inversa con el número de residentes en el hogar de inmigrantes indios y pakistaníes en
Gran Bretaña (Furnham y Shiekh, 1993), con el número de vínculos personales disponibles en una muestra de
coreanos recien llegados a Canadá (Noh et. Al., 1992). Sin embargo, y consonante con la mayoría de los
trabajos sobre apoyo social (Thoits, 1992; Cohen, 1992), al utilizar una medida funcional –la suficienciacomo indicador del sistema de apoyo, la relación negativa con la depresión se constata estadísticamente
significativa en practicamente todas las situaciones y tipos de apoyo consideradas en la Escala de Manhein,
como se puede observar en la Tabla 4.
Tabla 4.
Suficiencia del Apoyo * Depresión
Suficiente
Insuficiente
0
APOYO COTIDIANO
Psicológico
A1
15,28
A2
16,02
A3
15,50
A4
16,62
Instrumental
B1
17,20
APOYO EN CRISIS
Instrumental
C1
16,77
C2
16,34
C3
16,88
C4
16,33
Psicológico
D1
16,88
D2
16,20
D3
15,85
* Significación 0,05
**Significación 0,01
0
F
Sign.
20,16
20,09
19,90
19,06
13,07
8,72
10,48
3,09
0,000**
0,004**
0,001**
0,081**
18,68
1,07
0,302
19,58
19,91
18,95
20,39
3,90
6,51
2,17
8,06
0,050*
0,012**
0,143
0,005**
20,22
22,34
21,11
4,82
15,97
13,99
0,029**
0,000**
0,000**
En estos momentos la investigación sobre los factores amortiguadores del impacto negativo que el
proceso migratorio potencialmente implica, está produciendo resultados no siempre convergentes. Y es que
estamos ante fenómenos complejos que requieren diseños más cuidadosos. Además hay que considerar la
presencia de un amplio número de factores ya que, como describieron Frank y Faux (1980) siguiendo el
modelo del estrés, pueden existir diferentes predictores de depresión para cada uno de los grupos étnicos por
ellos estudiados: (1) Vietnamitas: número de amigos y eventos vitales; (2) Chinas: percepción global de estrés
y apoyo social percibido; (3) Portuguesas: apoyo social percibido y dominio del inglés; y (4) Latinoamericanas:
empleo y estatus financiero.
15
En esa línea estamos trabajando en la actualidad y, desde una perspectiva multidimensional, queremos
delimitar tanto el impacto directo que los recursos naturales de apoyo ejercen sobre los indicadores de
adaptación (tanto negativos y positivos), como el que se ejerce en interacción con las variables situacionales y
las socioculturales.
16
3. Segmentación, discriminación y factores psicosociales de la empleabilidad de minorías étnicas.
3. 1 Barreras en el acceso de las minorías étnicas al mercado de trabajo
La posición de las minorías étnicas en el mercado de trabajo español está condicionada, entre otros
factores, tanto por la estructura segmentada del mismo, como por las prácticas de discriminación laboral de
las que a veces son objeto (Cachón, 1995; Carrasco, 1999; Pajares, 1998). Las ramas de actividad en las
que se concede un mayor número de permisos de trabajo muestran que los inmigrantes ocupan empleos para
los que o bien hay escasez de mano de obra autóctona, o bien se encuentran por debajo del "nivel de
aceptación" de los españoles. En efecto, junto a un número significativo de jubilados europeos, los extranjeros
ocupan puestos de servicio doméstico, construcción, hostelería, comercio al por menor -por lo general en la
venta ambulante- y trabajo agrícola. Esta situación se ha visto reforzada por el marco normativo de acogida,
que ha condicionado las oportunidades laborales de los inmigrantes a la situación laboral de empleo (Cachón,
1995).
Según la teoría del mercado dual de trabajo (veáse por ejemplo: Requena, 1991), los inmigrantes
extranjeros en España estarían incorporándose al mercado de trabajo secundario, constituido por los puestos
peor pagados y con menos posibilidades de mejora. Esta concentración en sectores específicos reduce la
movilidad de la mano de obra y aísla a un amplio conjunto de puestos de trabajo de competencia externa. Es
decir, los inmigrantes tienen menos probabilidades que la población autóctona de acceder a los empleos más
estables y con más oportunidades de promoción, por lo que en cierto modo las condiciones de trabajo de los
primeros estarían en función de la situación laboral de los segundos. Por ejemplo, en Andalucía, donde la tasa
de paro se encuentra por encima de la media nacional, la proporción de extranjeros desempleados también es
mayor que en el resto del Estado, a la vez que hay más trabajadores por cuenta propia y menos trabajadores
en la construcción (Izquierdo, 1994, 1995). De acuerdo con ello, en un trabajo anterior (Martínez et al., 1996)
señalábamos que la situación laboral de los trabajadores africanos residentes en Andalucía se caracteriza por
una elevada movilidad geográfica, ocupacional y profesional, y que están expuestos por lo general a
condiciones de trabajo precarias, con salarios bajos, horarios por encima de las 40 horas semanales y
contratos eventuales. Además, un amplio sector de asalariados se encuentra en la economía sumergida.
En los datos recogidos en la Tabla 5 se oberva que la participación de estos tres grupos nacionales en
la segmentación internacional del mercado de trabajo se ve reflejada en el hecho de que el 56.7% de los
entrevistados se dedica a tres tipos de actividad bien definidas: servicio doméstico, hostelería y venta
17
ambulante. La ubicación en un sector de actividad -no competitivo con el resto- parece verse afectada por dos
variables fundamentalmente: el género y la nacionalidad. El servicio doméstico es una ocupación
predominantemente femenina, mientras que la venta ambulante la realizan en su mayoría hombres. Por otro
lado, el comercio al por menor es el nicho económico de los senegaleses en Marbella, frente a marroquíes y
filipinos, que se dedican a la hostelería y el servicio doméstico.
Tabla 5
Situación laboral * factores socio-demográficos
Ο2
Sign.
180,93
,000
52,56
,000
180,93
,000
37,35
,000
16,92
,153
5,68
0,93
73,92
,0000
6,55
,161
Hostelería
Marroquí
Senegalés
Filipino
Hombre
Mujer
Soltero
Casado/pareja
Viudo/divorciado
Sin estudios
Primarios
Secundarios
Superiores
Residencia
Trabajo
Contencioso
Comunitario
0-2 años
3-5 años
6-9 años
10 o más años
Vive Solo
Con familiares
Con familiares y otros
Con compatriotas
Otros
Antecedentes fam.
Sin Antecedente fam
F
8
-14
9
13
4
17
1
%
36,4
-63,6
40,9
59,1
18,2
77,3
4,5
6
9
7
8
6
1
6
1
3
5
13
1
15
5
1
-17
5
27,3
40,9
31,8
38,1
28,6
4,8
28,6
4,5
13,6
22,7
59,1
4,5
68,2
22,7
4,5
-77,3
22,7
Servicio
Venta
Domestico
Ambulante
F
%
F
%
21 38,9
1
4,3
-22 95,7
33 61,1
7 13,0
22 95,7
47 87,0
1
4,3
10 18,5
6 26,1
34 63,0
17 73,9
10 18,5
--10 18,5
2
8,7
11 20,4
19 82,6
21 38,9
1
4,3
12 22,2
1
4,3
17 32,1
5 21,7
22 41,5
15 65,2
6 11,3
2
8,7
8 15,1
1
4,3
11 20,4
3 13,0
4
7,4
2
8,7
10 18,5
4 17,4
29 53,7
14 60,9
1
4,5
--23 44,2
5
9,6
12 23,1
3 13,0
5
9,6
15 65,2
11 21,2
--26 48,1
11 50,0
28 51,9
11 50,0
Otra
F
40
1
10
32
19
13
34
4
6
16
19
10
22
14
5
8
7
6
13
23
6
34
5
4
2
30
21
Paro
%
78,4
2,0
19,6
62,7
37,3
25,5
66,7
7,8
11,8
31,4
37,3
19,6
44,9
28,6
10,2
16,3
14,3
12,2
26,5
46,9
11,8
66,7
9,8
7,8
3,9
58,8
41,2
F
11
-12
12
11
8
14
1
3
5
10
4
11
5
2
2
4
3
5
11
1
15
2
3
1
15
8
5
47,8
-52,2
52,2
47,8
34,8
56,5
4,3
13,6
22,7
45,5
18,2
55,0
25,0
10,0
10,0
17,4
13,0
21,7
47,8
4,5
68,2
9,1
13,6
4,5
65,2
34,8
Estos segmentos laborales aparecen tan delimitados por ambas variables, que no se observan
diferencias individuales en función de otros antecedentes. Según nuestros datos, las alternativas ocupacionales
personales no están influidas por la edad, el tiempo de estancia ni los años de escolarización. Tampoco se
observan diferencias en función de otras circunstancias psicosociales, ni del estatus administrativo.
Esta falta de predictores significativos se repite cuando tratamos de identificar divergencias entre
quienes trabajan y los que están desempleados. Todo ello parece confirmar que los segmentos están tan
marcados -hasta por la propia normativa de Extranjería (Martínez, García y Maya, 2000)- que el inmigrante
18
encuentra grandes dificultades para salir de los mismos: incluso aunque cuente con un mejor nivel de formación
o aunque lleve comparativamente más tiempo en el lugar de acogida. De hecho, hay diferencias en función del
estado civil y el lugar que se ocupa en la cadena migratoria. Pero no muestran un patrón claro de relación con
el estatus laboral, lo que parece indicar que tales variables no hacen más que constatar las diferencias
socio-demográficas entre nacionalidades antes mencionadas.
Junto a esta estructura del mercado en estratos, la situación de los colectivos inmigrados también se ve
afectada por la discriminación laboral directa. En ese sentido, hay evidencias de discriminación laboral en
contra de los trabajadores extra-comunitarios en España, puesto que la ganancia media por hora trabajada es
muy inferior a la ganancia media global del mercado español en la misma actividad (Carrasco, 1999). También
hay casos de discriminación en la búsqueda de alojamiento o empleo y en el acceso a locales de ocio, en
consonancia con gran número de evidencias empíricas sobre el prejuicio y la discriminación hacia minorías
étnicas (Brown, 1995). Por ejemplo, en Gran Bretaña la Comisión para la Igualdad Racial comprobó enviando a solicitantes blancos, asiáticos y caribeños- que más del 20% de las agencias de alquiler practicaban
discriminación en la asignación de viviendas a las minorías étnicas, y que asiáticos y caribeños recibían casi 4
veces con más frecuencia rechazo cuando iban a solicitar un empleo, que ingleses blancos con características
socio-demográficas similares.
No es de extrañar, por tanto, que los trabajadores extranjeros se incorporen con frecuencia al
mercado de trabajo por caminos irregulares (Izquierdo, 1995), en la medida en que tienen limitadas sus
oportunidades por factores de segmentación y discriminación. A pesar de ello, es posible constatar diferencias
individuales significativas en el proceso de inserción, así como trayectorias personales divergentes. Hay grupos
de población inmigrante desempleada y grupos que se ubican en el sector informal de la economía, mientras
que otros acceden a empleos regulares. De la misma manera, las oportunidades de promoción se distribuyen
de modo desigual entre los inmigrantes. Tales diferencias interindividuales remiten a una serie de variables
socio-demográficas, curriculares y psicosociales que afectan a las oportunidades de encontrar empleo. Y de
éstas se ha partido para elaborar modelos sobre el acceso al mundo del trabajo.
Los primeros intentos de explicar la inserción laboral valoraban el grado de adecuación de las
características demográficas y curriculares del demandante de trabajo a las de los puestos ofertados. De esa
forma, encontrar empleo o mejorar la ocupación era considerado una función del ajuste de los atributos
personales a las exigencias del mercado de trabajo. Por ejemplo, el nivel de formación, la experiencia de
trabajo o las habilidades sociales serían predictores significativos de la integración laboral. Sin embargo, los
modelos más recientes añaden una nueva categoría de factores, relativos al perfil psicosocial del individuo
19
(Blanch, 1990). El potencial de empleo también estaría condicionado -entre otros- por elementos como las
creencias de control, las actitudes hacia el empleo y la amplitud de las redes sociales a las que se conecta la
persona.
De hecho, la evaluación de programas de formación profesional ocupacional ha servido para
comprobar que tienen más probabilidades de encontrar empleo (o mejorar sus condiciones de trabajo),
aquellos que le dan más importancia a este aspecto de su vida; quienes confían en sus propias capacidades y
tienen un buen concepto de sí mismo; quienes se muestran más disponibles para diversas condiciones de
empleo y realizan una búsqueda activa de oportunidades; y aquellos que tienen una expectativa optimista sobre
su futuro laboral (Blanch, 1990; Martínez, García y Maya, 2000). Al respecto, existen evidencias tanto con la
población española como con grupos de población foránea.
A continuación, vamos a revisar uno de los factores psicosociales al que se les ha prestado más
atención en la investigación sobre el proceso de inserción laboral: las redes de apoyo social
3.2. Los recursos naturales de apoyo en el acceso de las minorías étnicas al mercado de trabajo
Como ya hemos señalado, la red social hace referencia a los vínculos existentes entre un conjunto de
individuos, mientras que los comportamientos y percepciones de apoyo son las funciones de ayuda e
intercambio que se derivan de dichas relaciones interpersonales. Dado que red social y apoyo social son dos
conceptos que se solapan, a través de la investigación empírica se ha tratado de valorar la contribución
diferencial de cada uno de ellos en la inserción laboral de los individuos.
El tipo de estudio más común pone en relación las redes sociales con las trayectorias personales en el
mercado de trabajo, y viene a demostrar que las redes reducen los costes de localización y acceso a un puesto
en la estructura ocupacional (Requena, 1991, 1994). De ese modo, los contactos informales constituyen una
suerte de “capital relacional”, ya que proporcionan ventajas competitivas a la hora de conseguir un empleo. En
el caso de las minorías étnicas, se ha observado que los resultados del inmigrante en el mercado de trabajo
dependen en gran medida de su pertenencia a redes comunitarias altamente localizadas -incluso teniendo en
cuenta factores importantes como las habilidades personales, el origen nacional y el género (Schwarzer y
Hahn, 1995). Por ejemplo, disponer de familiares en el lugar de destino, aumenta significativamente la
probabilidad de contar con un salario más elevado (Greenwell, Valdez y DaVanzo, 1997).
Pero también hay trabajos de investigación que ponen de manifiesto que el porvenir laboral del
emigrante es función en parte del apoyo social disponible (Maya, 1999). Por ejemplo, en la evaluación
20
longitudinal de un programa de formación profesional ocupacional de inmigrantes africanos y latinoamericanos,
comprobamos el impacto significativo de dicha variable (Martínez, García y Maya, 2000). En efecto, los
alumnos en mejores condiciones para beneficiarse del programa de inserción contaban con más familiares
proveedores de ayuda, y disponían de un español más en su red de apoyo por término medio. En cualquier
caso, no fueron éstos los únicos predictores significativos. Las probabilidades de encontrar trabajo o cambiar
de actividad laboral fueron mayores para aquellos que se manifestaron más predispuestos a aceptar
condiciones difíciles de trabajo, aunque se tratase de un empleo inestable o que implicara cierto riesgo
personal. Además, aquellos que mejoraron su situación ocupacional llevaban por término medio dos o tres
años más residiendo en España que el resto de participantes.
Por otro lado, sea por la mera presencia de contactos o por la provisión de recursos de apoyo, la
migración en cadena parece ser determinante de las oportunidades laborales del inmigrante. Los logros
personales en el nuevo contexto están grandemente afectados por la existencia de contactos previos que
proporcionen ayuda e información. Las primeras oleadas de emigración constituyen un contexto receptor de
primera mano para las oleadas sucesivas, y ello contribuye a que se generen nichos económicos distintivos de
cada nacionalidad, como es el caso de los trabajos de jardinería por parte de italianos en Nueva York (Tilly,
1997), o el cuidado doméstico de ancianos que realizan mayoritariamente peruanas en Sevilla (Maya, Martínez
y García, 1999). A veces se produce incluso el monopolio de las oportunidades de empleo en un sector
específico.
Sin embargo, la ubicación en determinadas redes no siempre supone un beneficio para sus ocupantes.
La segregación comunitaria puede excluir a los miembros de grupos étnicos de mejores oportunidades, fuera
del nicho laboral en cuestión. Por tanto, podemos colegir que las redes de compatriotas proporcionan más
opciones al individuo que si emigrase solo -sin familiares ni conocidos en el lugar de destino-, pero al mismo
tiempo limitan sus oportunidades a las propias de la comunidad expatriada, confinando muchas veces a los
recién llegados a segmentos laborales predeterminados.
El desplazamiento internacional lleva a que la persona tenga que reconstruir en cierto punto el tejido
social que le rodea, y conectarlo a redes nativas pre-existentes. Del éxito de dicho empeño, se derivarán
consecuencias claras en términos de inserción laboral. De hecho, el futuro ocupacional no sólo depende del
entorno personal más cercano, sino que los contactos sociales menos personales y frecuentes juegan un papel
clave: según la hipótesis ampliamente contrastada de Granovetter (1973), los lazos “débiles” conectan al
individuo con un conjunto variado de posiciones sociales, aportando información laboral de mayor calidad, y
conduciendo a puestos de más ingresos. Por eso, los problemas de incorporación al contexto receptor
21
reducen en última instancia la movilidad ocupacional ascendente de los inmigrantes. En esa línea parece
apuntar el hecho de que los miembros de grupos étnicos minoritarios recurran a las oficinas de empleo -menos
efectivas que las redes interpersonales-, como consecuencia de que sus contactos les encaminan sobre todo a
colocaciones con escasas posibilidades de promoción y carrera (Requena, 1991).
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