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Límits de percepció de la intensitat • Llindar d’audició: el valor mínim possible és de 0 dB. • Llindar de dolor: el valor màxim a partir del qual la intensitat del so provoca dolor és de 120 a 140 dB. La percepció de la intensitat del so depèn de la distància, entre altres factors. És clar que, a mesura que ens allunyem del focus emissor, sentim el so més fluix. Molts països tenen una legislació que estableix els límits d’intensitat permesos -en decibels-, límits que varien segons l’hora del dia. “Des del moment que naixem comencem a perdre cèl·lules de pèl. Són filaments fràgils que no es regeneren quan han estat danyats. Quan moren, perdem per sempre les freqüències amb les quals estaven associades. Els perills més grans a què aquestes cèl·lules estan exposades són la infecció, les drogues i el soroll. Una febre alta o un impuls de so a un nivell alt poden matar moltes cèl·lules, com si talléssim gespa. Les freqüències altes, que hi ha a la part exterior del cargol, són les primeres afectades. En queda alguna resta durant un quant temps, però finalment s’atrofia i és metabolitzada. De vegades deixa un brunzit. El fet d’escoltar música rock en directe més de dues hores al dia sense fer servir protecció fàcilment pot ocasionar un dany irreversible i permanent en l’audició. ” Susan HUBER. Revista Mix (primavera 1993) dB SO SENSACIÓ 0-5 — silenci 15-20 35-40 Fulles d’arbres. Biblioteca, poca gent. poc audible 45-50 60-65 70-75 Nevera, oficina. Conversa a un metre. Transit mitjà, magatzems. moderat 80-85 95-100 Transit intens, camió. Crits, tren en un túnel. fort 115-120 125-130 Clàxon, discoteca, concert. Escapament lliure, tro. molt fort 130-140 Explosió, enlairament d’un reactor. llindar del dolor 150-160 Llançament duna nau espacial. perill pera l’orella Voices of Tyranny - Temples of Silence "El ruido es, a menudo, una mercancía que se fabrica y se vende con cierto propósito. Ya se trate de una sirena, una motocicleta o una radio, no hay diferencia; detrás de cada producto hay una institución buscando provecho de la disonancia. Éstas son las Voces de la Tiranía. En oposición se erigen los Templos del Silencio, los apacibles ambientes donde los sonidos son más notables por su escasez. Hay allí exuberancia pero no derroche. Pensamos en un templo pero en realidad, se trata de una actitud mental, una actitud que es preciso recuperar en el mundo moderno. Los ritmos y sistemas de comunicación del paisaje sonoro natural nos develan que Dios fue, o es, entre otras cosas, un ingeniero acústico de primera clase. Simplemente en la naturaleza no hay sonidos capaces de destruir la audición. He pensado a menudo en esto al escuchar los mensajes interactivos del paisaje sonoro natural, donde siempre hay tiempo para el sonido y tiempo para la escucha. Incluso al mover mis miembros me maravillo de cuán silenciosamente lo hacen y me pregunto qué ruido hubieran producido si hubiesen sido diseñados en las fábricas de la Revolución Industrial o en las cintas de montaje de Detroit. Pensemos con cuánto cuidado fue creado el oído humano, lo suficientemente sensible como para oír el susurro más tenue, pero no tanto como para registrar el choque de las moléculas de aire o la sangre fluyendo por nuestros cuerpos. Si el oído hubiera sido ubicado junto a la boca habría recogido las resonancias de los labios y los dientes rechinando. En cuanto a los logros de Detroit, lo más que puedo decir del sonido del automóvil es que a lo que más se parece es al pedo. Como una ironía antropomórfica, el sistema de escape se encuentra ubicado donde estaría el ano, aunque careciendo de los músculos esfínteres para controlar las emisiones en lugares públicos. Es por eso que vuelvo repetidamente a la naturaleza, tratando de encontrar pistas acerca de la forma en que el diseño del paisaje sonoro debería desarrollarse si prestáramos más atención al gran secreto “a voces" de la naturaleza y menos a los circos de la civilización (Schafer, R. M., Voices of Tyranny - Temples of Silence, Arcana Editions, 1993, p. 9). "Crescendo-Decrescendo": “Durante el último milenio la música occidental toma la forma de un crescendo continuo hacia un clímax indeterminado. Si se trazara una curva de intensidad desde la época: del canto gregoriano hasta: la moderna banda de rock, se podría apreciar un aumento de alrededor de seis veces en la energía sonora. En la actualidad nos encontramos cerca, o tal vez más allá del límite de seguridad en el que pueden ocurrir daños fisiológicos. Escuchamos relatos de músicos que sufren una pérdida de audición ocupacional mientras vemos en las revistas para músicos profesionales propagandas de altoparlantes y audífonos en la misma página. Todo el mundo sabe que el nivel de intensidad ensordecedor en el cual se produce y consume la música contemporánea plantea un problema muy serio para la salud de modo que un aumento suplementario en el volumen sería absurdo. Por eso urge preguntarse: ¿Cuándo comenzará el decrescendo? La innovación más importante en el arsenal de la música durante el siglo XX ha sido el amplificador. Hitler afirmaba que hubiera sido imposible, conquistar Alemania sin un megáfono ya que desde su época la amplificación ha sido indispensable para cualquier político o músico con ambiciones imperialistas. El imperialismo significa el avance sobre el territorio de otro y la supresión del disenso. Y extiendo el uso de esta palabra a toda forma de música que excluya al silencio o las pausas reflexivas. Una música de ese tipo es siempre fuerte. La música de las bandas militares pertenece a esta categoría y también pertenece a ella la música de rock. Ambas han tenido mucho éxito en su época, para producir sonidos ensordecedores sin que hubiera ninguna reacción de protesta. Ambas han disfrutado de los privilegios del Ruido Sagrado"· (Schafer, R.M., "Crescendo-Decrescendo": conferencia pronunciada en el Encuentro Nacional de Ecología Acústica, Bariloche, noviembre de 1994) . DE LES QUALITATS DEL SO ALS ELEMENTS INTERNS DE LA MÚSICA