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MCINTOSH MA2275
Knockin´on Heaven´s Door
Proceder al desempaquetado de este soberbio amplificador integrado significa, una vez más,
constatar el bien hacer de la empresa afincada en New York desde hace ya casi sesenta años.
Excelente embalaje, con un doble y muy duro cartón, así como un magnífico manual de
instrucciones muy minuciosamente instalado. Como es habitual en McIntosh estamos ante un
aparato de gran apariencia, grande y pesado, por lo que se aconseja la manipulación del
mismo mediante dos personas. Las válvulas -una decena- bien numeradas y muy hábilmente
dispuestas requieren especial cuidado para su perfecta colocación.
Superados estos pasos previos, procedemos a la puesta en marcha. Ejemplar en la medida
que el ingenio se manifiesta especialmente silencioso y muy bien dotado a todos los efectos
para un perfecto funcionamiento. Cabe añadir que el MA2275 dispone de un ajuste automático
de válvulas por lo que permite al usuario su cambio o sustitución sin recurrir a ningún proceso
que pueda manifestarse engorroso o delicado .
Nos adentramos en la magia del MA22775, mediante el siguiente conjunto:
•
Giradiscos Clearaudio Champion de Luxe + SME series IV + Benz Micro LP.
•
Cajas Acusticas Dynaudio Sapphire.
•
Cables Atlas y Ocos.
Observamos desde un primer momento una connotación de una muy sobresaliente y especial
naturalidad poco habitual en diseños de este tipo. La sonoridad emanada reviste cotas de una
sencillez y facilidad en el mensaje musical que, aún después de años en contacto con grandes
“máquinas”, nos ha sorprendido muy gratamente. El sonido fluye con una muy estimable
espontaneidad. La grabación realizada por Bob Dylan allá por los años setenta “Pat Garret &
Billy the kid” -de la que hemos usurpado el título de nuestro ensayo- goza de una afabilidad y
un acercamiento como muy pocas veces hemos sido capaces de obtener durante los treinta
años que este disco ha estado en nuestras estanterías.
Después de unas cuantas horas de audiciones atentas y reposadas podemos destacar como
uno de sus principales atributos la delicadeza en el tratamiento de los mensajes sonoros tanto
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así con los más complejos como con los más sencillos. Las distintas piezas musicales
utilizadas se manifiestan con una muy especial exquisitez y elegancia con la distinción y
gentileza que quizá únicamente las válvulas son capaces de conseguir (1) proporcionando
largos momentos musicales de gran satisfacción.
Superadas las nostalgias que imponen nuestras apreciadas grabaciones de los años sesenta y
setenta con sus entrañables cantautores nos adentramos de pleno en la música más compleja
y que, en consecuencia, requiere un mayor dominio y control por parte del McIntosh. A tal
efecto, elegimos, en este caso, los grandes músicos rusos del siglo “ya” pasado. Genios de la
talla de un Prokoffiev, un Shostakovich o un Rachmaninoff con sus intrincadas melodías y
atrevidas armonías son capaces de explotar y exprimir los recursos de un equipo musical
hasta sus últimos recursos o posibilidades. En este nuevo medio el MA2275 se manifiesta con
una extraordinaria estabilidad al tiempo que aplomo. Una magnífica capacidad de resolución y
una excelente definición. Como consecuencia, la sonoridad global emitida resulta totalmente
creíble y verosímil al tiempo que muy agradable y evocadora. Precisión y dinámica unida a
delicadeza y elegancia nos proporcionan unas muy agradables horas de auténtico deleite
musical, que en definitiva, es lo que siempre se aspira conseguir.
No hemos podido sustraernos de “sacar a la palestra”, una vez más, a nuestro venerado
Richard Wagner. Músico de grandes mensajes sonoros donde se aúnan un pasmoso dominio
de una compleja orquesta con unas voces llevadas a sus límites extremos. El control y dominio
del McIntosh MA2275 resulta ejemplar, con un bellísimo discurso y una pasmosa facilidad, los
difíciles pentagramas del músico germano son conducidos con un enorme control y gran
preciosismo. Sin duda no resulta fácil sumergirse en las intrincadas notas y pentagramas de tal
insigne compositor, pero sin duda este integrado nos lo facilita en la medida que penetra en sus
más complejos recovecos con una notable singularidad. El cromatismo de los pentagramas
wagnerianos resulta intenso una vez más. La palabra magia es la que realmente define esta
soberbia combinación de electrónica y sabiduría de orquestación.
Si pensamos, cual pudiera resultar razonable, que todas las electrónicas han sido concebidas
en origen para satisfacer y motivar al aficionado ávido de las sensaciones que el deleite
musical procura, sin duda el McIntosh MA2275 lo consigue y establece el puente entre el
intelecto y la sensibilidad musical más pura.
(1) Recientemente pudimos participar en una entusiasta conversación entre apasionados
propietarios de McIntosh en la que una facción manifestaba su predilección por los diseños
de válvulas de la firma. En cambio otros defendían sus diseños transistorizados. La eterna
pugna entre ambas tecnologías, no cabe duda, sigue viva. En ambos casos podemos
manifestar, con orgullo, que McIntosh dispone de extraordinarios diseños capaces de
satisfacer al aficionado más exigente.
Lyric Audio Elite (febrero 2009)
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