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ermómetros, barómetros y termostatos; espejos, pinturas y ceras; plásticos, papel y películas fotográficas; lámparas fluorescentes y halógenas; empastes para odontología Empieza a cantar CORDON PRESS Hooper Photography Me he quitado la vida... ¿o no? COVER Lingüística forense: la forma de hablar y escribir nos delata Imitar una nota de suicidio para encubrir un asesinato no es una coartada aconsejable. El estado mental del suicida se refleja en la manera de expresarse y escribir que no es fácil suplantar. Nota del 11-M Segunda página de la carta enviada a la sede londinense del diario árabe Al Quds Al-Arabi con la que Al Qaeda se hace responsable de los atentados perpetrados en Madrid, en 2004. La policía busca pistas entre líneas. Por la boca muere el pez... y se inculpa el delincuente. Los expertos en lenguaje son capaces de identificar al auténtico autor de una llamada terrorista o una nota de rescate. E n 2002 el fiscal echó por tierra la coartada de Stuart Campbell en el asesinato de su sobrina Danielle Jones, en Essex (Inglaterra). Los peritos demostraron que él fue el asesino y no la víctima, como había hecho creer. La clave del crimen estaba en unos mensajes que el tío envió desde el teléfono móvil de Danielle. Los análisis del texto revelaron sin lugar a dudas que el estilo era propio del sospechoso, quién jamás imaginó que un centenar de carac- teres pudieran meterle entre rejas. Probablemente Campbell también ignoraba que la estructura y el contenido de las frases que usamos de forma cotidiana en las conversaciones son casi únicos. O que la puntuación y la gramática de un mensaje anónimo pueden ser suficientes para averiguar la edad, el sexo y la ubicación geográfica de su autor. Pero lo cierto es que los lingüistas forenses manejan a diario estas diferencias en el uso de las palabras, que a lo largo de la últi- ma década han permitido identificar inequívocamente a terroristas y criminales de todo tipo. Es un hecho que existe un modo distintivo en el que cada individuo codifica y descodifica el lenguaje y se expresa con sus propias “marcas” lingüísticas. Y que no hay dos personas que utilicen el lenguaje exactamente del mismo modo. Expertos como James Fitzgerald, investigador del FBI, lo han comprobado tras varios años trabajando en el análisis e identificación de documentos anónimos. l Vocablos que dejan huella “Los seres humanos son prisioneros de su propio lenguaje”, asegura el lingüista Don Foster, que ha colaborado con Fitzgerald en varios casos. Y añade: “por eso, el análisis científico de un texto puede revelar datos tan claros como las huellas dactilares o el ADN”. Fue precisamente esta técnica la que permitió a Fitzgerald y Foster resolver un caso clave en la historia de Estados Unidos: el del terrorista FC, más conocido como Unabomber, que emprendió una cruzada contra el progreso tecnológico enviando cartas-bomba a diferentes puntos del país durante 18 años. l Díme qué redactas y... Tras mucho tiempo sembrando el pánico, Unabomber escribió un manuscrito de más de 100 páginas amenazando con volar un avión si no se publicaba en la prensa. Las autoridades respondieron a su petición, con la esperanza de que el texto les llevara hasta algún sospechoso. En 1996 apresaron a Ted Kaczynski, alertados por su hermano tras leer el manuscrito. El FBI registró su casa en busca de todo tipo de textos y cartas. La comparación de estos documentos con el dossier amenazador confirmó que eran obra de la misma persona, una prueba tan sólida que permitió condenarlo. Lo que es más curioso, Foster llegó a sacar conclusiones tan insólitas como que las revistas favoritas de Kaczynski eran Scientific American y The Saturday Una trola tras otra El detector de mentiras, que registra alteraciones fisiológicas cuando se miente, carece de valor judicial. La ciencia busca un sustituto más fiable. Algunos científicos, por ejemplo, están escaneando cerebros humanos para intentar hallar patrones neurológicos que “iluminen la verdad”. Lo tienen difícil. COVER web los estudiantes y autores de tesis. “Internet es un recurso útil para los plagiadores, pero también constituye una excelente herramienta contra ellos”, advierte la profesora Julie Ryan. n Epístolas explosivas Durante 18 años, Ted Kaczynski, alias Unabomber, envió cartas bomba por todo EE UU. El FBI lo atrapó tras cotejar un dossier amenazante enviado a los medios con los escritos hallados en su casa. A la derecha, buzones de Ted. CopyCatch es un software que detecta el grado de similitud entre diferentes textos. Review, que estaba influenciado por los escritos del polaco Joseph Conrad o que se identificaba a sí mismo con un objeto, la madera. ¿Pero dónde está el truco? Los lingüistas forenses comparan los escritos con las bases de datos de textos disponibles en busca de hábitos lingüísticos similares. Esto incluye la identificación del vocabulario, argot, jergas profesionales, regionalismos e incluso la puntuación. Sin menospreciar ningún detalle del formato del documento y el soporte físico en el que se encuentra. Si la comunicación es oral, por ejemplo en una grabación, hay que tener en cuenta además el ritmo, la fonética, las pausas, la entonación o la separación entre palabras y letras. l Mensajes subliminales Ahondando en el uso del lenguaje, los lingüistas han comprobado, por ejemplo, que la veracidad de un relato es mayor cuanto más completos son los detalles sensoriales que incorpora. O que la decepción se traslada al lenguaje en el uso de preludios más largos de lo habitual. Son lo que algunos expertos llaman mensajes subliminales o thoughprints, esto es, huellas del pensamiento que aparecen continuamente al comunicarnos. A esto hay que sumarle que el uso de nuevas formas de comunicación, como el correo electrónico o la telefonía móvil, está dando que hablar entre los forenses. El lingüista Tim Grant y el forense Kim Brake, de la Universidad de Leicester, ponían en marcha hace unas semanas el primer estudio forense centrado en los mensajes SMS. “Teniendo en cuenta que éstos son una forma de comunicación nueva y, a la vez, un modo especialmente informal de usar el lenguaje, no se espera que quien los escriba siga las convecciones lingüísticas”, aclara Grant. “Esta libertad –añade– da lugar a diferencias significativas en el estilo que pueden emplearse para identificar a su autor”. Además, los expertos estudiarán cómo influye en el estilo de un sujeto los SMS que recibe de su círculo amistoso. Otro de los cometidos de los especialistas lingüísticos y legales está en analizar el entramado del lenguaje usado en interrogatorios y confesiones. Los científicos también cuentan con sofisticadas técnicas para el análisis de la imitación en la firma y la detección de textos redactados con fines criminales, como falsas cartas de suicidio. Incluso son capaces de crear perfiles lingüísticos e identificar a los interlocutores de una conversación a partir de una grabación de voz. l Contra el vicio de plagiar Cuando se trata de juzgar si un texto es o no un plagio, la lingüística forense también tiene mucho que aportar. Sus conclusiones son clave ante un tribunal. ¿Pero qué hace único y original a un texto? REX tan con el mejor aliado informático contra el plagio: CopyCatch, un software que identifica la similitud textual. El programa muestra el vocabulario coincidente, las correspondencias sintagmáticas y oracionales, y algunos resultados estadísticos. Además, cada pareja de textos analizados queda marcada para mostrar el vocabulario, los sintagmas y las oraciones que se repiten. Entre otras cosas, detecta palabras y frases que aparecen sólo una vez en cada archivo pero son compartidas por los dos textos. Cuanta más alta sea esta densidad, más alto será también el grado de similitud. En la Pompeu, los profesores usan el CopyCatch, para ver cuánto plagian de la REX investigadores Len osdelBarcelona, ForensicLab, cuen- stephen j. dubner Contra universitarios copiones ¡Qué tío! Sobre estas líneas, a la izquierda, Stuart Campbell, albañil de Essex, Inglaterra, condenado en 2002 por secuestrar y asesinar a su sobrina Danielle –derecha–, de 15 años. Unos mensajes de texto enviados desde el móvil de la adolescente sirvieron para procesarlo. ¿Qué define su idiosincrasia? ¿Y sobre todo, qué grado de similitud tienen que reflejar dos o más textos para considerar que han sido plagiados? Desde su despacho del Laboratorio de Lingüística Forense (ForensicLab), en la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona), la investigadora María Teresa Turell trata de responder a estas cuestiones. Su experiencia en este terreno le sirvió, entre otras cosas, para participar en el caso del supuesto plagio de Camilo José Cela a Carmen Formoso. Su laboratorio estableció que no se trataba de un plagio del texto, en todo caso de ideas. Turell también intervino en el escándalo de la presentadora de televisión Ana Rosa Quintana, que en su libro Sabor a hiel se apropiaba de párrafos completos de Ángeles Mastretta (Mujeres de ojos grandes), de Colleen MacCullough (El pájaro canta hasta morir) y de Danielle Steele (Álbum de familia). Aunque en estos casos siempre cabe recurrir a la ironía de John Milton, quien en el siglo XVII afirmaba que “copiar de uno es plagio, copiar de dos es investigación”. n PARA SABER MÁS www.forensicdna.com. Web para introducirse en el mundo de la ciencia forense.