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Theodore Kaczynski wikipedia , lookup

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ermómetros, barómetros y termostatos;
espejos, pinturas y ceras; plásticos, papel y
películas fotográficas; lámparas fluorescentes y halógenas; empastes para odontología
Empieza a cantar
CORDON PRESS
Hooper Photography
Me he quitado
la vida... ¿o no?
COVER
Lingüística forense: la forma de hablar y escribir nos delata
Imitar una nota de
suicidio para encubrir un asesinato
no es una coartada
aconsejable. El
estado mental del
suicida se refleja en
la manera de expresarse y escribir que
no es fácil suplantar.
Nota del 11-M
Segunda página de
la carta enviada a la
sede londinense del
diario árabe Al Quds
Al-Arabi con la que Al
Qaeda se hace responsable de los atentados perpetrados en
Madrid, en 2004.
La policía busca
pistas entre líneas.
Por la boca muere el pez... y se inculpa el
delincuente. Los expertos en lenguaje son
capaces de identificar al auténtico autor de
una llamada terrorista o una nota de rescate.
E
n 2002 el fiscal echó por
tierra la coartada de Stuart
Campbell en el asesinato de
su sobrina Danielle Jones,
en Essex (Inglaterra). Los peritos
demostraron que él fue el asesino
y no la víctima, como había hecho
creer. La clave del crimen estaba
en unos mensajes que el tío envió
desde el teléfono móvil de Danielle.
Los análisis del texto revelaron sin
lugar a dudas que el estilo era propio del sospechoso, quién jamás
imaginó que un centenar de carac-
teres pudieran meterle entre rejas.
Probablemente Campbell también ignoraba que la estructura y
el contenido de las frases que usamos de forma cotidiana en las conversaciones son casi únicos. O que
la puntuación y la gramática de un
mensaje anónimo pueden ser suficientes para averiguar la edad, el
sexo y la ubicación geográfica de
su autor. Pero lo cierto es que los
lingüistas forenses manejan a diario estas diferencias en el uso de las
palabras, que a lo largo de la últi-
ma década han permitido identificar inequívocamente a terroristas y
criminales de todo tipo.
Es un hecho que existe un modo
distintivo en el que cada individuo
codifica y descodifica el lenguaje y
se expresa con sus propias “marcas” lingüísticas. Y que no hay dos
personas que utilicen el lenguaje
exactamente del mismo modo.
Expertos como James Fitzgerald,
investigador del FBI, lo han comprobado tras varios años trabajando en el análisis e identificación de
documentos anónimos.
l Vocablos que dejan huella
“Los seres humanos son prisioneros de su propio lenguaje”, asegura el lingüista Don Foster, que
ha colaborado con Fitzgerald en
varios casos. Y añade: “por eso, el
análisis científico de un texto puede revelar datos tan claros como
las huellas dactilares o el ADN”.
Fue precisamente esta técnica la
que permitió a Fitzgerald y Foster
resolver un caso clave en la historia
de Estados Unidos: el del terrorista
FC, más conocido como Unabomber, que emprendió una cruzada
contra el progreso tecnológico enviando cartas-bomba a diferentes
puntos del país durante 18 años.
l Díme qué redactas y...
Tras mucho tiempo sembrando
el pánico, Unabomber escribió un
manuscrito de más de 100 páginas
amenazando con volar un avión si
no se publicaba en la prensa. Las
autoridades respondieron a su
petición, con la esperanza de que
el texto les llevara hasta algún sospechoso. En 1996 apresaron a Ted
Kaczynski, alertados por su hermano tras leer el manuscrito. El FBI
registró su casa en busca de todo
tipo de textos y cartas. La comparación de estos documentos con el
dossier amenazador confirmó que
eran obra de la misma persona,
una prueba tan sólida que permitió
condenarlo. Lo que es más curioso,
Foster llegó a sacar conclusiones
tan insólitas como que las revistas favoritas de Kaczynski eran
Scientific American y The Saturday
Una trola tras otra
El detector de mentiras, que registra alteraciones fisiológicas cuando se miente, carece de valor judicial. La ciencia busca un sustituto
más fiable. Algunos científicos, por
ejemplo, están escaneando cerebros humanos para intentar hallar
patrones neurológicos que “iluminen la verdad”. Lo tienen difícil.
COVER
web los estudiantes
y autores de tesis.
“Internet es un recurso útil para los
plagiadores, pero
también constituye
una excelente herramienta contra ellos”,
advierte la profesora
Julie Ryan.
n
Epístolas explosivas
Durante 18 años, Ted Kaczynski,
alias Unabomber, envió cartas
bomba por todo EE UU. El FBI lo
atrapó tras cotejar un dossier
amenazante enviado a los medios
con los escritos hallados en su casa. A la derecha, buzones de Ted.
CopyCatch es un software que detecta el
grado de similitud entre diferentes textos.
Review, que estaba influenciado
por los escritos del polaco Joseph
Conrad o que se identificaba a sí
mismo con un objeto, la madera.
¿Pero dónde está el truco? Los
lingüistas forenses comparan los escritos con las bases de datos de textos disponibles en busca de hábitos
lingüísticos similares. Esto incluye
la identificación del vocabulario,
argot, jergas profesionales, regionalismos e incluso la puntuación. Sin
menospreciar ningún detalle del
formato del documento y el soporte
físico en el que se encuentra. Si la
comunicación es oral, por ejemplo
en una grabación, hay que tener en
cuenta además el ritmo, la fonética,
las pausas, la entonación o la separación entre palabras y letras.
l Mensajes subliminales
Ahondando en el uso del lenguaje, los lingüistas han comprobado,
por ejemplo, que la veracidad de
un relato es mayor cuanto más
completos son los detalles sensoriales que incorpora. O que la decepción se traslada al lenguaje en
el uso de preludios más largos de lo
habitual. Son lo que algunos expertos llaman mensajes subliminales
o thoughprints, esto es, huellas del
pensamiento que aparecen continuamente al comunicarnos. A esto
hay que sumarle que el uso de nuevas formas de comunicación, como
el correo electrónico o la telefonía
móvil, está dando que hablar entre los forenses. El lingüista Tim
Grant y el forense Kim Brake, de
la Universidad de Leicester, ponían
en marcha hace unas semanas el
primer estudio forense centrado
en los mensajes SMS. “Teniendo en
cuenta que éstos son una forma de
comunicación nueva y, a la vez, un
modo especialmente informal de
usar el lenguaje, no se espera que
quien los escriba siga las convecciones lingüísticas”, aclara Grant.
“Esta libertad –añade– da lugar
a diferencias significativas en el
estilo que pueden emplearse para
identificar a su autor”. Además, los
expertos estudiarán cómo influye
en el estilo de un sujeto los SMS
que recibe de su círculo amistoso.
Otro de los cometidos de los
especialistas lingüísticos y legales
está en analizar el entramado del
lenguaje usado en interrogatorios
y confesiones. Los científicos también cuentan con sofisticadas técnicas para el análisis de la imitación
en la firma y la detección de textos
redactados con fines criminales,
como falsas cartas de suicidio. Incluso son capaces de crear perfiles
lingüísticos e identificar a los interlocutores de una conversación a
partir de una grabación de voz.
l Contra el vicio de plagiar
Cuando se trata de juzgar si un
texto es o no un plagio, la lingüística forense también tiene mucho
que aportar. Sus conclusiones son
clave ante un tribunal. ¿Pero qué
hace único y original a un texto?
REX
tan con el mejor aliado informático contra
el plagio: CopyCatch, un software que
identifica la similitud
textual. El programa
muestra el vocabulario coincidente, las
correspondencias sintagmáticas y oracionales, y algunos resultados estadísticos.
Además, cada pareja
de textos analizados
queda marcada para
mostrar el vocabulario, los sintagmas y
las oraciones que se
repiten. Entre otras
cosas, detecta palabras y frases que
aparecen sólo una
vez en cada archivo
pero son compartidas
por los dos textos.
Cuanta más alta sea
esta densidad, más
alto será también el
grado de similitud.
En la Pompeu, los
profesores usan el
CopyCatch, para ver
cuánto plagian de la
REX
investigadores
Len osdelBarcelona,
ForensicLab,
cuen-
stephen j. dubner
Contra universitarios copiones
¡Qué tío! Sobre estas líneas, a la izquierda, Stuart Campbell, albañil
de Essex, Inglaterra, condenado en 2002 por secuestrar y asesinar a
su sobrina Danielle –derecha–, de 15 años. Unos mensajes de texto
enviados desde el móvil de la adolescente sirvieron para procesarlo.
¿Qué define su idiosincrasia? ¿Y
sobre todo, qué grado de similitud
tienen que reflejar dos o más textos para considerar que han sido
plagiados? Desde su despacho del
Laboratorio de Lingüística Forense (ForensicLab), en la Universidad
Pompeu Fabra (Barcelona), la investigadora María Teresa Turell trata de responder a estas cuestiones.
Su experiencia en este terreno le
sirvió, entre otras cosas, para participar en el caso del supuesto plagio de Camilo José Cela a Carmen
Formoso. Su laboratorio estableció
que no se trataba de un plagio del
texto, en todo caso de ideas.
Turell también intervino en el escándalo de la presentadora de televisión Ana Rosa Quintana, que en
su libro Sabor a hiel se apropiaba
de párrafos completos de Ángeles
Mastretta (Mujeres de ojos grandes),
de Colleen MacCullough (El pájaro
canta hasta morir) y de Danielle
Steele (Álbum de familia). Aunque
en estos casos siempre cabe recurrir a la ironía de John Milton,
quien en el siglo XVII afirmaba que
“copiar de uno es plagio, copiar de
dos es investigación”.
n
PARA SABER MÁS
www.forensicdna.com. Web para introducirse en
el mundo de la ciencia forense.