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Trabajos de gestión en las áreas de elevado interés faunístico del Parque Natural de Aiako Harria Marzo - 2003 Jorge González-Esteban Idoia Villate 2 Trabajos de gestión en las áreas de elevado interés faunístico del Parque Natural de Aiako Harria Jorge González-Esteban Idoia Villate Marzo 2003 El Bosque La complejidad estructural del bosque 5 Las salamandras y la complejidad estructural del hayedo 29 Los paseriformes y la complejidad estructural del hayedo 36 Vertebrados especialistas y la complejidad estructural del bosque 45 El impacto de las infraestructuras viarias sobre el ecosistema forestal 55 Propuesta de actuaciones para recuperar las condiciones naturales del bosque en cuanto a complejidad estructural 70 El Río El desmán, el visón europeo y la nutria en el Parque Natural de Aiako Harria 83 La nutria 84 El visón europeo 93 El desmán 99 Áreas de elevado interés faunístico 105 Propuesta de actuaciones para recuperar y preservar las condiciones naturales del ecosistema fluvial en el Parque 106 3 La sectorización que contempla el PORN del área de Aiako Harria (BOPV, Decreto 240/1995, de 11 de abril) supone una primera selección de las áreas mejor conservadas. Dicho documento se refiere a ellas como zonas de reserva y zonas de conservación activa. Dado este primer paso y en consonancia con las directrices que recoge el PRUG (BOPV, Decreto 87/2002, de 16 de abril) es necesario realizar una selección más precisa y detallada de las áreas de elevado interés faunístico, basando ésta en estudios científicos que permitan valorar el estado de conservación de dichas áreas y que proporcionen al mismo tiempo criterios de actuación para su recuperación. En esta línea, el presente estudio pretende valorar el estado de conservación de las principales masas forestales naturales y de los ríos y arroyos del Parque. En el caso de las masas forestales se ha estudiado la complejidad estructural del bosque, realizando en primer lugar la caracterización de las principales masas y mostrando en segundo término la relación existente entre la diversidad estructural y la diversidad animal. En el caso de los ríos se ha valorado la idoneidad de su estado de conservación para albergar tres especies de mamíferos que forman parte del Catálogo Vasco de Especies Amenazadas de la Fauna y Flora, Silvestre y Marina (Decreto 167/1996, de 9 de julio): la nutria, el desmán y el visón europeo. 4 5 La complejidad estructural del bosque La fragmentación y la pérdida de hábitat pueden ocurrir en los bosques a varias escalas espaciales. En primer lugar, a gran escala, en la escala "de paisaje", en donde puede darse la desaparición directa del hábitat propiamente dicho. En segundo término, aún manteniéndose intacta la cubierta forestal, áreas continuas naturales de distintos tipos de bosque o de estados sucesionales pueden estar siendo fragmentadas. Finalmente, en la escala más reducida, dentro de un determinado tipo de bosque pueden perderse algunos de los elementos florísticos y estructurales (Angelstam 1996). Por ello la conservación del hábitat precisa estrategias de gestión a diferentes escalas, que van desde unos pocos metros cuadrados hasta miles de hectáreas (desde árboles individuales hasta grandes reservas). Lindenmayer y Franklin (2002) proponen para alcanzar este objetivo las siguientes directrices: el mantenimiento de la conectividad a través del paisaje, el mantenimiento de la heterogeneidad del paisaje, el mantenimiento de la complejidad estructural y la diversidad de especies vegetales a escala de mancha o de parcela y el mantenimiento de la integridad de los ecosistemas acuáticos, incluyendo los procesos hidrológicos y geomorfológicos. A pequeña escala (cientos o algunos miles de hectáreas), a una mayor complejidad estructural de las comunidades vegetales le corresponde una mayor diversidad animal (Perry 1994). Aunque actualmente existen pocas dudas acerca de la veracidad de esta afirmación, pocos trabajos han estudiado la relación entre la estructura del bosque y la diversidad animal. En el grupo de los vertebrados la atención se ha centrado sobre todo en las aves, desarrollándose la mayor parte de los estudios en bosques boreales y templados de Norteamérica. El propósito del presente trabajo es analizar dicha relación en los hayedos y robledales del Parque Natural de Aiako Harria, contando con algunas especies de vertebrados como reflejo de la diversidad animal. Métodos La superficie ocupada por los bosques autóctonos (2111 ha) supone un 30% del área total del Parque, siendo el hayedo acidófilo y el robledal-bosque mixto los tipos de bosque que cuentan con una mayor representación (figura 1). Ambos tipos se 6 distribuyen de forma fragmentada, circunstancia mucho más acentuada en el caso del robledal, de modo que únicamente es posible destacar por su extensión los siguientes bosques: el robledal-hayedo de Añarbe (700 ha), el robledal de Endara (200 ha) y el hayedo de Oianleku (200 ha) (figura 1). Los trabajos realizados en el presente estudio se han desarrollado en estos tres bosques, si bien en el caso del bosque de Añarbe se ha considerado de forma separada el hayedo (450 ha) y el robledal (250 ha). Cabe destacar que los hayedos estudiados han estado sujetos a distintos aprovechamientos, de modo que el hayedo de Oianleku lo forman en su mayoría árboles trasmochos (85% de los pies), mientras que el hayedo de Añarbe está constituido en su mayoría por árboles de porte "normal". A escala de paisaje, la cartografía disponible ofrece una visión de las masas naturales de frondosas que permite valorar su extensión y conexión. Sin embargo, los distintos aprovechamientos que en ellas se realizan condicionan su estructura, configurando para la fauna característica de este bosque una oferta de recursos tróficos y espaciales que es necesario analizar. La complejidad estructural es un rasgo común a todos los bosques templados del mundo y altos niveles de heterogeneidad espacial son característicos de todos los bosques maduros-viejos (Lindenmayer y Franklin 2002). La complejidad estructural a escala de mancha o de rodal incluye una serie rasgos y elementos estructurales, tales como: - Árboles de diferentes edades - Grandes árboles vivos - Árboles vivos presentando distintos estados de decaimiento - Grandes árboles muertos aún en pie (que en la literatura científica se conocen como snags) - Grandes troncos caidos (que en la literatura científica se conocen como logs) En los tipos de bosque representados por las masas seleccionadas pueden identificarse fácilmente estos elementos. Su cuantificación se ha realizado en cada uno de los cuatro bosques estudiados en una serie de parcelas. Para garantizar la aleatoriedad del muestreo se seleccionaron las parcelas utilizando como referencia el retículo UTM (cuadrícula de 250 m de lado). El centro de las parcelas de muestreo se hizo coincidir con el centro de las cuadrículas. Las figuras 2, 3, 4 y 5 recogen la 7 disposición de las parcelas seleccionadas. La caracterización de la complejidad estructural de cada parcela se realizó conforme al protocolo que se detalla a continuación. En primer lugar sobre un transecto lineal de 100 m de longitud, cuyo punto medio coincide con el centro de la parcela, y siguiendo el método PCQ (PointCentered Quarter; Cottam y Curtis 1956) se han muestreado los árboles vivos. Se registró la especie a la que pertenecen, su diámetro a una altura de 1.4 m (dbh) y su estado de decaimiento. Se han considerado como árboles todos aquellos cuyo dbh es superior a 10 cm. Para valorar el estado de decaimiento de los árboles vivos se ha seguido el criterio elaborado por Carey y Haley (1981): [1]: la corona presenta una forma regular, sin que se observen ramas muertas de más de 10 cm de diámetro. [2]: el árbol presenta 1 o 2 ramas grandes muertas (de más de 10 cm de diámetro). [3]: el árbol presenta 3 o más ramas grandes muertas (de más de 10 cm de diámetro); una parte importante de la corona (> 1/3) está muerta o ha desaparecido. [4]: el árbol presenta una porción del tronco muerta. [5]: todo el árbol está muerto, pero permanece aún en pie. Es lo que se conoce como un snag. En segundo lugar, se anotó el número de snags presentes en dos parcelas circulares de 25 m de radio centradas en los extremos del transecto. De los snags se registró la especie a la que pertenecen, su dbh, su altura y su estado de pudrición. Se han considerado únicamente aquellos que presentaban un dbh superior a 10 cm. Para valorar el estado de pudrición de los snags se ha seguido el criterio elaborado por Goodburn y Lorimer (1998). El grado de descomposición de la madera se ha valorado con la ayuda de una varilla metálica de 5 mm de grosor y punta redondeada (no afilada). Las clases de pudrición consideradas son las siguientes: [1]: el árbol está muerto, pero la corteza permanece intacta; no se aprecian aún signos de pudrición [2]: la corteza comienza a desprenderse y se aprecian algunos signos de pudrición; la varilla no penetra en el tronco más allá de 1-2 cm. [3]: la pudrición se aprecia claramente; la varilla se introduce con facilidad, sin alcanzar aún la parte interna del tronco [4]: la pudrición se extiende por todo el tronco; la varilla lo atraviesa fácilmente; ha comenzado el desprendimiento de madera podrida 8 [5]: el árbol muestra poca integridad estructural; ha perdido gran parte de su volumen. El volumen de los snags se ha calculado asumiendo que todos ellos presentan forma cilíndrica. Posteriormente se ha calculado el volumen de los troncos muertos que descansan sobre el suelo (logs). Se han considerado como logs todos los troncos de diámetro superior a 10 cm y longitud superior a 1 m, que se encuentran sobre el suelo o suspendidos por uno de sus extremos sin que el ángulo que forman con el suelo llegue a superar los 45o. Los logs se han muestreado sobre un transecto lineal de 100 m, cuyo punto medio coincide con el centro de la parcela. Dado que en función de las características del área a estudiar la distribución de los logs puede seguir una orientación determinada, la orientación del transecto fue determinada al azar. En los puntos en el que el transecto lineal tocaba a los logs se anotó la especie, su diámetro y el estado de pudrición. Para valorar el estado de pudrición de los logs se ha seguido el criterio elaborado por Pyle y Brown (1998): [1]: la corteza permanece intacta; no se aprecian aún signos de pudrición [2]: sin corteza o con poca corteza; la superficie está dura aunque puede haber comenzado el proceso de pudrición interna [3]: sin corteza; la superficie está húmeda y se desprende al golpearla; podemos introducir el dedo fácilmente, aunque aún presenta cierto grado de firmeza [4]: el log se aplasta o rompe fácilmente y presenta sección ovalada o aplastada; al apretar con el dedo exhuda humedad; comienza a aparecer en su entorno serrín o pequeños fragmentos de madera podrida [5]: el log está en su mayor parte hecho serrín. El volumen fue estimado usando la fórmula descrita por Lofroth (1992): V = (Л2Σd2) / 8L donde V es volumen en m3/ha, d es diámetro (cm) de cada log y L es la longitud del transecto (en este caso 100 m). La tabla 1 recoge la descripción de los parámetros utilizados. La información acumulada en los últimos 20 años acerca de los requerimientos ecológicos de la fauna forestal (principalmente en Norteamérica y norte de Europa) ha consolidado la idea de que la biodiversidad está fuertemente ligada a la heterogeneidad espacial y a la complejidad estructural, y que por ello es necesario 9 realizar una gestión activa encaminada al mantenimiento de ambas en los ecosistemas forestales. En esta línea han proliferado en la última década trabajos que pretenden describir de forma estandarizada para cada tipo de bosque las características del bosque old-growth (Batista y Platt, 1997; Greenberg et al. 1997; Kennedy y Nowacki 1997), con objeto de conocer su disponibilidad y frenar su progresiva desaparición. Existe cierta controversia a la hora de definir lo que se entiende por bosque old-growth, debido principalmente a la necesidad de establecer unos criterios que permitan comparar bosques de distintas regiones. La definición más simple se refiere a ellos como bosques relativamente viejos y relativamente inalterados. Dicho de otra forma, la alta complejidad estructural y las características funcionales asociadas con el bosque old-growth se han desarrollado en largos períodos de tiempo con las mínimas perturbaciones (tanto de origen natural como humano) (Tyrrell et al. 1998). En este caso se ha contado como referencia de la complejidad estructural propia de un bosque natural, viejo y no explotado con los resultados de un trabajo similar realizado en el hayedo de Bértiz (Navarra) (Villate y González-Esteban, 2002). En este hayedo (de aproximadamente 1800 ha) la explotación maderera cesó en 1900 y durante todo el siglo XX no ha sufrido intervenciones de importancia (Esparza 2000). Si comparamos los valores de complejidad estructural obtenidos en Bértiz con los que ofrece la literatura científica para distintos tipos de bosque oldgrowth (tablas 2, 3, y 4) observamos que, si bien existe una notable variación, los bosques old-growth muestran al igual que Bértiz gran cantidad de madera muerta y una alta densidad de árboles vivos de gran diámetro y de árboles vivos con altos niveles de decaimiento. Resultados En primer lugar señalar que las cuatro masas estudiadas pueden considerarse como monoespecíficas (tablas 5 y 6). Los resultados obtenidos en el hayedo muestran notables diferencias entre Añarbe y Oianleku en cuanto a las características de los árboles vivos (tabla 7). Oianleku presenta un mayor número de árboles de gran tamaño y un mayor número de árboles en avanzado estado de decaimiento. Este parámetro alcanza en Oianleku valores similares a los obtenidos en Bértiz. En cuanto a la madera muerta y tomando 10 a Bértiz como referencia podemos señalar la escasez de logs y snags en los dos hayedos muestreados. Únicamente destaca el mayor número de snags presentes en Añarbe, pero dado el escaso tamaño de éstos su volumen conjunto ofrece valores similares a los encontrados en Oianleku. La comparación de los valores obtenidos en los robledales estudiados pone de manifiesto que ambos muestran una estructura similar en la que destaca la mayor densidad de árboles vivos, de árboles vivos en avanzado estado de decaimiento y el mayor número de snags del robledal de Añarbe (tabla 8). De su comparación con Bértiz cabe destacar que tanto Añarbe como Endara ofrecen una densidad de árboles en avanzado estado de decaimiento notablemente superior y la densidad de snags alcanza en Añarbe valores similares a los de Bértiz, sin embargo ambos robledales no cuentan con snags de gran tamaño y el cómputo global de madera muerta en pie ofrece valores bajos. En cuanto a los logs, los valores obtenidos son bajos para todas las variables en ambos robledales. Podemos concluir señalando que existe en el conjunto de las masas estudiadas una notable carencia en cuanto a madera muerta se refiere. Muy acusada en el caso de los logs, ya que tanto la oferta de volumen total como la de volumen de logs de gran tamaño es muy baja. No ocurre lo mismo en el caso de los snags, aunque la ausencia de snags de gran tamaño no permite que los volúmenes totales alcancen valores propios de un bosque inalterado. La madera muerta se incorpora al bosque debido a perturbaciones naturales (vendavales, fuego, insectos), como resultado de la competencia entre árboles por el espacio, o como resultado final del proceso de envejecimiento propio del ciclo vital de la especie. En las masas sujetas a aprovechamiento maderero el conjunto de tratamientos que se realizan sobre cada rodal va configurando su complejidad estructural. En nuestro caso, si bien no se han realizado tratamientos selectivos severos, como se deduce al observar la distribución de diámetros en el hayedo de Añarbe o la relativamente alta densidad de árboles en avanzado estado de decaimiento en el resto de las masas, la imagen que hoy ofrecen estos bosques permite suponer que como norma general se han venido retirando todos los grandes árboles derribados o desmochados. Éstas actuaciones, puntuales y esporádicas, han ido privando al bosque a lo largo de los años de un recurso de indudable valor para la dinámica del ecosistema forestal. 11 Bibliografía Angelstam, P., 1996. The ghost of forest past. Natural disturbance regimes as a basis dor reconstruction for biologically diverse forests in Europe. In: Conservation of faunal diversity in forested landscapes. R.M. DeGraaf, R.I. Miller (Eds.). London, Chapman & Hall, 287-337. Batista, W.B., Platt, W.J., 1997. An old-growth definition for Southern mixed hardwood forests. Gen. Tech. Rep. SRS-9. Asheville, NC: U.S. Department of Agriculture, Forest Service, Southern Research Station. 11 p. Carey, A.B., Healy, W.M., 1981. Cavities in trees around spring seeps in the maplebeech-birch forest type. Northeast. For. Exp. Stn., Broomall, Pa. Research paper, NE-480. 7 p. Cottam, G., Curtis, J.T., 1956. The use of distance measures in phytosociological sampling. Ecology, 37:451-460. Esparza, A., 2000. El Señorío de Bértiz. Cuadernos del Centro de Estudios Bidasoa, 3. Goodburn, J.M., Lorimer, C.G., 1998. Cavity trees and coarse woody debris in oldgrowth and managed Northern Harwood Forests in Wisconsin and Michigan. Can. J. For. Res., 28: 427-438. Greenberg, C.H., McLeod, D.E., Loftis, D.L., 1997. An old-growth definition for western and mixed mesophytic forests. Gen. Tech. Rep. SRS-16. Asheville, NC: U.S. Department of Agriculture, Forest Service, Southern Research Station. 14 p. Harmon, M.E., Franklin, J.F., Swanson, F.J., Sollins, P., Gregory, S.V., Latton, J.D., Anderson, N.H., Cline, S.P., Aumen, N.G., Sedell, J.R., Lienkaemper, G.W., Cromack, K. Jr., Cummins, K.W., 1986. Ecology of coarse woody debris in temperate ecosystems. Advances in Ecological Research, 15:133-302. Kennedy, H. E., Nowacki, G.J., 1997. An old-growth definition for seasonally wet oakhardwood woodlands. Gen. Tech. Rep. SRS-8. Asheville, NC: U.S. Department of Agriculture, Forest Service, Southern Research Station. 6 p. Lindenmayer, D.B., Franklin, J.F., 2002. Conserving Forest Biodiversity. A comprehensive multiscaled approach. Washington, Island Press. Lofroth, E., 1992. Measuring habitat elements at the stand level. En: Proc. Methodologies for monitoring wildlife diversity in BC forests. Wildlife Branch. Ministry of Environment, Victoria. 12 Meadows, J. S.; Nowacki, G. J. 1996. An old-growth definition for eastern riverfront forests. Gen. Tech. Rep. SRS-4. Asheville, NC: U.S. Department of Agriculture, Forest Service, Southern Research Station. 7 p. Outcalt, K. W. 1997. An old-growth definition for sand pine forests. Gen. Tech. Rep. SRS-12., Asheville, NC: U.S. Department of Agriculture, Forest Service, Southern Research Station. 8 p. Perry, D.A., 1994. Forest Ecosystems. Baltimore and London, The Johns Hopkins University Press. Pyle, C., Brown, M.M. 1998. A rapid system of decay classification for hardwood logs of the eastern deciduous forest floor. Journal of the Torrey Botanical Society, 125(3): 237-245. Siitonen, J., 2001. Forest management, coarse woody debris and saproxylic organism: Fennoscandian boreal forests as an example. En: Ecology of woody debris in boreal forests. Ecological Bulletins, 49:11-41. Spetich, M.A., Shifley, S.R., Parker, G,R., 1999. Regional distribution and dynamics of coarse woody debris in midwestern old-growth forests. Forest Science, 45:303313. Tyrrell, L. E.; Nowacki, G. J.; Crow, T. R.; Buckley, D. S.;Nauertz, E. A.; Niese, J. N.; Rollinger, J. L.; Zasada, J. C.1998. Information about old growth for selected forest type groups in the eastern United States. Gen. Tech. Rep. NC-197. St. Paul, MN: U.S. Department of Agriculture, Forest Service, North Central Forest Experiment Station. 507 p. Villate, I., González-Esteban, J., 2002. Incidencia en la comunidad de vertebrados de los elementos de diversidad forestal relacionados con la gestión del bosque. Gobierno de Navarra. White, D.L., Lloyd, F.T., 1998. An old-growth definition for dry and dry-mesic oak-pine forests. Gen. Tech. Rep. SRS-23. Asheville, NC: U.S. Department of Agriculture, Forest Service, Southern Research Station. 42 p. 13 Tabla 1. Descripción de las variables utilizadas en la caracterización de la complejidad estructural del bosque. Variable Descripción (abreviatura) DA Diámetro medio de los árboles vivos medido a 1.4 m de altura (cm) NA Número de árboles vivos por ha NA30 Número de árboles vivos (por ha) con dbh > 30 cm NA60 Número de árboles vivos (por ha) con dbh > 60 cm NA12 Número de árboles vivos (por ha) con un estado de decaimiento de clase 1 o 2 NA34 Número de árboles vivos (por ha) con un estado de decaimiento de clase 3 o 4 NS Número de snags por ha NS30 Número de snags (por ha) con dbh > 30 cm NS60 Número de snags (por ha) con dbh > 60 cm NS12 Número de snags (por ha) con un estado de pudrición de clase 1 o 2 NS34 Número de snags (por ha) con un estado de pudrición de clase 3 o 4 VS Volumen total de los snags (m3 / ha) VS12 Volumen de los snags con un estado de pudrición de clase 1 o 2 (m3 / ha) VS34 Volumen de los snags con un estado de pudrición de clase 3 o 4 (m3 / ha) VL Volumen total de los logs (m3 / ha) VL30 Volumen de los logs con un diámetro mayor de 30 cm (m3 / ha) VL12 Volumen de los logs con un estado de pudrición de clase 1 o 2 (m3 / ha) VL34 Volumen de los logs con un estado de pudrición de clase 3 o 4 (m3 / ha) 14 Tabla 2. Complejidad estructural de distintos tipos de bosques que se encuentran en el último estadío de la sucesión (bosques old-growth). M (media), mn (mínimo), mx (máximo). Bértiz M NA mn 1 mx 386.2 138 1156 NA60 34.2 0 117 NA34 37.3 0 102 NS 59.3 15 153 9.9 0 46 NS60 VS 41.5 4.5 166.8 VL 76.9 0 295.4 M M mn mx 386.2 138 1156 NA60 34.2 0 117 NA34 37.3 0 102 NS 59.3 15 153 9.9 0 46 VS 41.5 4.5 166.8 VL 76.9 0 295.4 3 mn mx 4 mn M 308.0 100 506 mx 322 168 455 M mn mx 277 79 442 46.0 40.0 70.0 19 44 107.0 0 152 12 4 20 49.0 0 185 31 10 70 M mn 257 170 6 mx 400 47 13 73 mx 8 mx 422 321 452 223 655 17 30 180 63 130 37 mn 7 mn M 153 66 410 155 5 M NS60 mx 396 344 435 Bértiz NA mn 2 M 54 170 M mn mx 218 467 19 47 40 21.4 177 198 336 60.4 24 211 [1]: Southern Mixed Hardwood forests (Batista y Platt, 1997), especies dominantes: Fagus grandifolia, Magnolia grandifolia, Liquidambar styraciflua. [2]: Seasonally Wet Oak-Hardwood Woodlands (Kennedy y Nowacki 1997), especies dominantes: Quercus palustris, Q. phellos, Q. alba, Q. nigra, Q. laurifolia y Q. nuttallii. [3]: Western and Mixed Mesophytic Forests (Greenberg et al. 1997), especies dominantes: Acer saccharum, Fagus grandifolia, Tsuga canadensis, Halesia carolina, Liriodendron tulipifera, A. rubrum, Fraxinus americana, Q. alba, Q. rubra, Betula alleghaniensis, Aesculus octandra y Tilia heterophylla. 15 [4]: Eastern Riverfront Forests (Meadows y Nowacki, 1996), especies dominantes: Populus deltoides, Salix nigra, Platanus occidentalis, Carya illinoensis, Fraxinus pennsylvanica, Celtis laevigata y Ulmus americana. [5]: Sand Pine forests (Outcalt, 1997), especie dominante: Pinus clausa. [6]: Dry and Dry-Mesic Oak-Pine Forests (White and Lloyd, 1998), especies dominantes: Pinus echinata, Pinus rigida y Quercus alba. [7]: Cypress-Tupelo communities (Devall, 1998), especies dominantes: Taxodium distichum, T. ascendens, Nyssa aquatica, N. biflora. [8]: Midwestern Old-growth Forests (Spetich et al. 1999), especies dominantes: Quercus alba, Q. rubra, Q. velutina, Acer saccharum, Fagus grandifolia. 16 Tabla 3. Complejidad estructural de distintos tipos de bosque que se encuentran en el último estadío de la sucesión (bosques old-growth). Se recoge para cada variable el rango de variación (tomado de Tyrrell et al. 1998). NA Bértiz 1 2 3 4 5 6 7 138-1156 140-772 190-907 124-602 247-1263 210-1173 151-1479 385-1750 0-213 30-85 5-175 0-63 7-82 0-188 20-45 0-107 5-25 0-27 0-30 0-90 0-20 0-60 0-88 25-225 15-238 10-240 44-592 0-74.8 4.4-129.3 14.3-153.5 0-154.1 NA50 NA60 0-117 NA70 NS 15-153 0-173 VS 4.5-166.8 0-78.7 VL 0-295.4 12.3-121.3 VL30 0-197.4 121-213 20.8-68.4 34.5-200.9 88.4-124.7 3.8-183.0 691-951 19.9-70.0 [1]: Beech-Maple-Basswood Forests, especies dominantes: Fagus grandifolia, Acer saccharum, Tilia americana. [2]: Northern hardwood Forests, especies dominantes: Fagus grandifolia, Acer saccharum, Betula allegheniensis. [3]: Mesic and Wet-Mesic Northern Oak Forests, especies dominantes: Quercus alba, Q. rubra, Q vetulina y Q. macrocarpa. [4]: Hardwood Wetland Forests, especies dominantes: Acer rubrum, Fraxinus nigra, F. pennsylvanica, Liquidambar styraciflua, Quercus palustris y Nyssa sylvatica. [5]: Conifer Northern Hardwood Forests, especies dominantes: Tsuga canadensis, Pinus strobus, Picea rubens. [6]: Northern Pine Forests, especies dominantes: Pinus strobus, P. resinosa, P. banksiana y P. rigida. [7]: Montane and Allied Spruce-Fir Forests, especies dominantes: Picea rubens, Abies fraseri y Abies balsamea. 17 Tabla 4. Volumen de madera muerta (m3/ha) en varios ecosistemas forestales (en rodales en el último estadío de la sucesión, bosques "old-growth"). M (media), mn (mínimo), mx (máximo) (tomado de Harmon et al. (1986) #; y de Siitonen (2001)*). [1]: Pinus sylvestris*; [2]: Pseudosuga -Tsuga# [3]: Sequoiadendron - Abies# [4]: Picea - Abies# [5]: Picea - Abies* [6]: Fagus - Betula# [7]: Quercus prinus# 1 2 3 4 5 VS 41.5 4.5 166.8 7 - 70 65 - 635 51 130 1 - 60 VL 76.9 12 - 79 309 - 1421 722 151 - 416 13 - 117 Bértiz M mn 0 6 7 82 132 mx 295.4 Tabla 5. Frecuencia relativa de las especies arbóreas en el hayedo. Se han considerado únicamente los árboles con un dbh mayor de 10 cm. Bértiz Añarbe Oianleku Haya 93.3% 95.2% 99.9% Roble 3.9% 3.5% 0.1% Castaño 2.4% 1.0% < 0.1% 0.3% Acebo Tabla 6. Frecuencia relativa de las especies arbóreas en el robledal. Se han considerado únicamente los árboles con un dbh mayor de 10 cm. Añarbe Endara Roble 96.8% 98.7% Haya 3.2% Madroño 1.3% Castaño < 0.1% Acebo < 0.1% 18 Tabla 7. Estadísticos descriptivos de las variables que definen la complejidad estructural de los hayedos estudiados. Añarbe (n=36), Oianleku (n=17). Se muestran éstos junto a los obtenidos para las mismas variables en el hayedo de Bértiz (ejemplo de lo que puede considerarse como un bosque natural). Los valores medios señalados con letras distintas presentan diferencias significativas entre si. Bértiz Media ET DA 36.5 1.3 18.5 NA 386.2 26.8 Añarbe Mínimo Máximo Media ET 63.6 38.3 1.6 31.0 138 1156 283.9 25.3 NA30 192.0 10.2 36 351 180.3 13.3 34.2a 4.2 0 117 23.8 a NA12 348.4 26.1 97 1059 274.5 24.9 NA34 37.3 a 4.2 0 102 9.4 b 59.3 a 4.9 15 153 NS30 21.8 a 2.5 5 9.9 a 2.1 Oianleku Mínimo Máximo Media ET 49.9 59.8 3.4 147 471 121 Mínimo Máximo 45.7 79.8 121.7 13.6 84 178 269 115.3 14.4 84 178 0 69 49.5 c 6.1 11 82 141 432 93.2 15.6 55 163 3.3 0 39 28.2 a 3.9 4 68 26.5 b 3.2 0 71 7.6 c 3.1 0 36 66 2.2 b 0.7 0 10 7.6 b 3.1 0 36 0 46 0b - 0 0 2.5 b 0.9 0 10 NS12 44.3 a 3.96 5 127 23.6 b 3.1 0 66 4.7 c 1.7 0 20 NS34 14.9 a 2.3 0 66 2.9 b 0.8 0 15 3.0 b 1.4 0 15 41.5 a 5.6 4.5 166.8 4.5 b 0.6 0 10.5 5.5 b 2.2 0 22.3 VS12 32.6 a 4.8 0.6 153.1 4.2 b 0.6 0 10.5 3.4 b 1.2 0 12.5 VS34 8.9 a 2.3 0 74.0 0.3 b 0.1 0 1.8 2.1 b 1.2 0 14.0 VL 76.9 a 9.9 0 295.4 9.7 b 0.6 1.0 35.0 6.4 b 1.4 0.9 28.4 VL30 28.8 a 6.2 0 197.4 4.9 b 0.8 0 27.3 2.0 b 0.3 0 11.9 VL12 59.9 a 8.6 0 260.2 5.1 b 0.9 0.8 20.3 6.4 b 1.4 0.9 28.4 VL34 17.0 a 3.8 0 140.2 4.5 b 1.2 0 21.4 0b - 0 0 NA60 NS NS60 VS 5.1 19 Tabla 8. Estadísticos descriptivos de las variables que definen la complejidad estructural de los robledales estudiados. Añarbe (n=24), Endara (n=20). Se muestran éstos junto a los obtenidos para las mismas variables en el hayedo de Bértiz (ejemplo de lo que puede considerarse como un bosque natural). Los valores medios señalados con letras distintas presentan diferencias significativas entre si. Bértiz Media ET DA 36.5 1.3 18.5 NA 386.2 26.8 Añarbe Media ET Media ET 63.6 29.2 1.9 23.6 37.5 29.3 2.3 26.5 33.9 138 1156 535.7 22.1 253 905 369.7 43.7 292 517 NA30 192.0 10.2 36 351 198.1 16.2 0 377 157.0 20.4 125 195 34.2a 4.2 0 117 3.5 b 0 21 0 0 NA12 348.4 26.1 97 1059 462.3 41.3 232 792 316.5 31.7 219 431 NA34 37.3 a 4.2 0 102 73.4 b 5.7 21 113 53.1 c 6.7 0 86 59.3 a 4.9 15 153 42.6 b 3.7 0 97 26.3 c 3.1 5 39 NS30 21.8 a 2.5 5 66 0.9 b 0.4 0 5 0b - 0 0 9.9 a 2.1 0 46 0b - 0 0 0b - 0 0 NS12 44.3 a 3.96 5 127 40.7 a 5.9 0 97 26.3 b 3.1 5 39 NS34 14.9 a 2.3 0 66 1.9 b 0.7 0 6 0b - 0 0 41.5 a 5.6 4.5 166.8 2.6 b 0.6 0 5.5 1.2 b 0.4 0.1 2.8 VS12 32.6 a 4.8 0.6 153.1 2.5 b 0.6 0 5.5 1.2 b 0.4 0.1 2.8 VS34 8.9 a 2.3 0 74.0 0.1 b 0.1 0 0.6 0b - 0 0 VL 76.9 a 9.9 0 295.4 5.2 b 0.6 3.5 7.3 5.5 b 1.2 1.8 11.9 VL30 28.8 a 6.2 0 197.4 0b - 0 0 4.0 b 0.9 0 11.9 VL12 59.9 a 8.6 0 260.2 4.6 b 0.4 3.2 6.2 5.3 b 1.3 1.1 10.8 VL34 17.0 a 3.8 0 140.2 0.6 b 0.5 0 3.4 0.2 b 0.1 0 0.6 NA60 NS NS60 VS Mínimo Máximo Endara 1.7 Mínimo Máximo 0b - Mínimo Máximo 20 ENDARA OIANLEKU AÑARBE Figura 1. Distribución en el Parque Natural de Aiako Harria de las dos formaciones principales de bosque autóctono: hayedo acidófilo (en naranja) y robledal acidófilo bosque mixto (en verde). El límite del parque aparece representado mediante un trazo grueso. 21 27 28 32 1 10 19 33 2 11 20 34 3 12 21 4 13 36 29 5 6 14 22 15 23 7 16 24 8 17 25 30 9 18 26 31 35 Figura 2. Distribución de las parcelas seleccionadas para estudiar la complejidad estructural en el hayedo de Añarbe. En el recuadro se muestra la localización de este bosque en el extremo oriental de Gipuzkoa. 22 1 3 2 4 5 8 6 9 7 10 11 13 12 14 16 15 17 Figura 3. Distribución de las parcelas seleccionadas para estudiar la complejidad estructural en el hayedo de Oianleku. En el recuadro se muestra la localización de este bosque en el extremo oriental de Gipuzkoa. 23 15 16 19 17 20 21 5 6 22 9 12 1 7 10 2 8 11 3 24 18 23 13 14 4 Figura 4. Distribución de las parcelas seleccionadas para estudiar la complejidad estructural en el robledal de Añarbe. En el recuadro se muestra la localización de este bosque en el extremo oriental de Gipuzkoa. 24 18 7 1 10 2 15 11 3 5 4 6 8 9 12 16 13 20 19 17 14 Figura 5. Distribución de las parcelas seleccionadas para estudiar la complejidad estructural en el robledal de Endara. En el recuadro se muestra la localización de este bosque en el extremo oriental de Gipuzkoa. 25 Hayedo de Bértiz 26 Hayedos de Añarbe (arriba) y Oianleku (abajo) 27 Robledales de Endara (arriba) y Añarbe (abajo) 28 La madera muerta es un elemento estructural crítico para la fauna de vertebrados del bosque. A: snag (clase de pudrición 1), B: snag (clase 3), C: log (clase 1); D: log (clase 3), E: log (clase 4). 29 Las salamandras y la complejidad estructural del hayedo Los anfibios desempeñan un importante papel en las redes tróficas de los bosques templados, canalizando una parte significativa del flujo de energía que discurre a través de la comunidad de vertebrados (Perry 1994). Además explotan recursos alimenticios que por su tamaño o por su modo de vida resultan inaccesibles a aves y mamíferos (Burton y Likens 1975). En los hayedos acidófilos estudiados en el presente trabajo, a pesar de que la humedad se mantiene alta a lo largo de todo el año, solo dos especies de anfibios, el sapo común Bufo bufo y la salamandra Salamandra salamandra, pueden considerarse como propias de su fauna. Y es únicamente esta última la que cuenta con poblaciones numerosas y estables en este tipo de bosque. Se ha detectado en las últimas décadas un declive global de las poblaciones de anfibios (Alford y Richards 1999), asociado en la mayor parte de las ocasiones a la alteración directa del hábitat que produce el aprovechamiento de los recursos naturales (Griffiths 1995, Lizana y Barbadillo 1997). La información disponible acerca del efecto de la silvicultura y de la gestión forestal sobre los anfibios pone de manifiesto que los estadíos de bosque maduro y bosque viejo son capaces de albergar comunidades de vertebrados más ricas y diversas, en las que los anfibios están bien representados (Welsh y Lind 1988, Butts y McComb 2000). Se observa también en estos trabajos que la reducción de la complejidad estructural producto del aprovechamiento maderero incide negativamente sobre las poblaciones de anfibios y concretamente sobre las de distintas especies de salamandras (deMaynadier y Hunter 1995, Herbeck y Larsen 1999, Andrew y Pollock 1999, Harpole y Haas 1999). En el presente trabajo se estudia la relación entre distintos parámetros de las poblaciones de salamandras y la complejidad estructural del hayedo. Material y métodos. El estudio se desarrolló en los hayedos de Bértiz y Añarbe. En ellos se seleccionaron 33 parcelas circulares (19 en Bértiz y 14 en Añarbe) de 25 m de radio en las que se caracterizó la complejidad estructural y se estudiaron distintos parámetros de la población de salamandras. La selección de las parcelas se realizó 30 priorizando el obtener un conjunto de muestras en el que estuviera representada la heterogeneidad estructural propia del hayedo. Todas ellas se encuentran en laderas orientadas al este o al sur y distantes más de un kilómetro de un curso de agua permanente y más de 250 m de un curso de agua temporal. En cada parcela se realizó un muestreo nocturno entre los meses de junio y agosto de 2002. En dichos muestreos dos personas batieron las parcelas capturando los animales que podían observarse a simple vista, bien en terreno abierto o refugiados en determinados elementos estructurales (árboles vivos, snags, logs). Dado que la actividad de las salamandras depende de la temperatura y de la humedad ambiental (Salvador y García-Paris 2001) los muestreos se realizaron en noches lluviosas y con una temperatura superior a los 15oC. Para evitar recapturas en un mismo muestreo los animales fueron retirados de la parcela tras la toma de datos y liberados en ella al finalizar el muestreo. La caracterización de la complejidad estructural de cada parcela se realizó conforme a los protocolos de trabajo descritos en el capítulo I. La tabla 1 recoge la descripción de los parámetros utilizados. Resultados Existe una marcada correlación positiva entre la abundancia de salamandras y la mayor parte de las variables que definen la abundancia de madera muerta, así como con la abundancia de grandes árboles y de árboles con valores de decaimiento altos (tabla 2). Idéntico comportamiento se observa al contrastar el peso total de las salamandras capturadas con las variables de caracterización (tabla 2). Ambos parámetros, número de salamandras y peso total de salamandras presentan una elevada correlación positiva entre sí (r Pearson = 0.89, p < 0.001, n = 33). Únicamente se observa correlación negativa con la abundancia de árboles y con la abundancia de árboles con valores bajos de decaimiento. Los resultados obtenidos destacan la correlación positiva entre la abundancia de salamandras y las características del hayedo maduro-viejo (tipo de bosque que contaría con gran cantidad de madera muerta, con algunos árboles vivos de gran diámetro y con árboles vivos en distintos estados de decaimiento). Varios estudios han mostrado esta relación (Welsh y Lind 1988, Herbeck y Larsen 1999), destacando la importancia de la complejidad estructural del bosque, que proporciona 31 un rango más estrecho y estable de humedad y temperatura, y apuntando principalmente al volumen de madera muerta como factor determinante de la abundancia de salamandras o de la riqueza en especies de este grupo de anfibios (Petranka et al. 1994, Butts y McComb 2000, Villate y González-Esteban 2002). En estos trabajos se destaca sobre todo la importancia de los logs, elementos que pueden considerarse como un hábitat crítico para las salamandras terrestres ya que su gran capacidad de retener agua las protege de la desecación, al tiempo que facilita la termoregulación y sirve de sustrato de alimentación (Maser y Trappe 1984, Aubry et al. 1988). En algunos trabajos se destaca la preferencia de las salamandras por las parcelas que cuentan con logs de mayor tamaño y por aquellas en los que existen logs que presentan un estado de pudrición más avanzado (Maser y Trappe 1984, Harmon et al. 1986, Corn y Bury 1991), ya que éstos proporcionan más cobertura, una oportunidad más larga para ser usados, mejores lugares de refugio y mayor abundancia de presas. En el presente trabajo el tamaño o el estado de pudrición de la madera muerta no determina la abundancia de salamandras y el volumen de snags desempeña un papel tan importante como el volumen de logs. Salamandra salamandra se comporta como un consumidor generalista de invertebrados del suelo (principalmente coleópteros, miriápodos, dermápteros, opiliones, oligoquetos (Bas 1983, Salvador y García-Paris 2001)) para los que la madera muerta resulta un recurso muy atractivo y probablemente crítico (sobre todo en el hayedo acidófilo en donde el estrato vegetal inferior está pobremente representado y la capa de hojarasca, donde existe, es de escaso espesor). Probablemente las salamandras satisfagan sus necesidades de alimento sin depender de la fauna de invertebrados característica de un determinado estado de pudrición de la madera muerta. Por otra parte, a simple vista, tanto logs como snags, proporcionan gran cantidad de huecos donde refugiarse independientemente de su estado de pudrición. Cabe pensar además que los elementos estructurales en avanzado estado de pudrición han de resultar, por frágiles, menos seguros como refugio frente a los depredadores. Las salamandras son un importante componente ecológico de las comunidades del suelo del bosque. Actuan como depredadores sobre una amplia variedad de invertebrados realizando una eficiente conversión de nutrientes y biomasa de baja calidad. La concentración media de proteinas en las salamandras terrestres es del 50% (Burton y Likens 1975), lo que las convierte en una fuente de 32 energía de alta calidad para sus depredadores. Por otra parte, las salamandras son los vertebrados más numerosos en el hayedo y a pesar de su lento crecimiento y baja tasa metabólica (Bas 1983) su producción anual de biomasa debe ser superior a la de aves y micromamíferos, tal como se ha comprobado en especies similares (Burton y Likens 1975). La dependencia que muestran las salamandras terrestres de las condiciones microclimáticas del ecosistema forestal las hacen sensibles a las alteraciones. Esta circunstancia, junto con su gran abundancia en bosques con altos niveles de complejidad estructural y la facilidad del censado de sus poblaciones, permiten señalar a esta especie como un buen indicador de los efectos de la gestión forestal sobre el hayedo y de los procesos y tiempos de recuperación asociados con los aprovechamientos de este tipo de bosque. Bibliografía Alford, R.A., Richards, S.J., 1999. Global amphibian declines: a problem in applied ecology. Ann. Rev. Ecol. Syst., 30:133-165. Andrew, N.A., Pollock, K.H., 1999. Clearcuts, salamanders, and field studies. Conservation Biology, 13:206-208. Aubry, K.B., Jones, L.C., Hall, P.A., 1988. Use of woody debris by plethodontid salamanders in Douglas-fir forests in Washington. En: Management of amphibians, reptiles, and small mammals in North America. USDA, Gen. Tech. Report RM-166, 32-37. Bas, S., 1983. Estudio de la situación microevolutiva y de la ecología de Salamandra salamandra (L.) en el N. OE. ibérico. Tesis Doctoral, Universidad de Santiago de Compostela. Burton, T.M., Likens, G.E., 1975. Salamander population and biomass in the Hubbard Brook Experimental Forest, New Hampshire. Copeia,100:541-546. Butts, S.R., McComb, W.C., 2000. Associations of forest-floor vertebrates with coarse woody debris in managed forests of Western Oregon. J. Wildl. Manage., 64:95-104. Corn, P.S., Bury, R.B., 1991. Terrestrial amphibian communities in the Oregon Coast range. En: Wildlife and vegetation of unmanaged Douglas-fir forests. L.F. Ruggiero, K.B. Aubry, A.B. Carey, M.H. Huff (Eds.). PNW-GTR-285. U.S. Forest Service, Portland, Oregon, 305-318. 33 Villate, I., González-Esteban, J., 2002. Incidencia en la comunidad de vertebrados de los elementos de diversidad forestal relacionados con la gestión del bosque. Servicio de Conservación de la Biodiversidad. Gobierno de Navarra. Griffiths, R.A., 1995. Newts and salamanders of Europe. London, T&AD Poyser Ltd. Harmon, M.E., Franklin, J.F., Swanson, F.J., Sollins, P., Gregory, S.V., Latton, J.D., Anderson, N.H., Cline, S.P., Aumen, N.G., Sedell, J.R., Lienkaemper, G.W., Cromack, K. Jr., Cummins, K.W., 1986. Ecology of coarse woody debris in temperate ecosystems. Advances in Ecological Research, 15:133-302. Harpole, D.H., Haas, C.A., 1999. Effects of seven silvicultural treatments on terrestrial salamanders. Forest Ecol. Manage., 114:349-356. Herbeck, L.A., Larsen, D.R, 1999. Plethodontid salamander response to silvicultural practices in Missouri Ozark forests. Conserv. Biol., 13:623-632. Lizana, M., Barbadillo, L.J., 1997. Legislación, protección y estado de conservación de los anfibios y reptiles españoles. En: Distribución y biogeografía de los anfibios y reptiles en España y Portugal. J.M. Pleguezuelos (Ed.). Granada, Asociación Herpetológica Española, Universidad de Granada, 477-516. Maser, C. Trappe, J.M., 1984. The seen and unseen world of the fallen tree. PNWGTR-164. U.S. Forest Service, Portland, Oregon. deMaynadier, P.G. y Hunter, M.L. Jr., 1995. The relationship between forest management and amphibian ecology: a review of the North American literature. Environ. Rev., 3:230-261. Petranka, J.W., Brannon, M.P., Hopey, M.E. , Smith, C.K., 1994. Effects of timber harvesting on low elevation populations of southern Appalachian salamanders. For. Ecol. Manage., 67:135-147. Perry, D.A., 1994. Forest Ecosystems. Baltimore and London, The Johns Hopkins University Press. Salvador, A., García-Paris, M., 2001. Anfibios españoles. Talavera de la Reina, Canseco Editores. Welsh, H.H., Lind, A.J., 1988. Old growth forests and the distribution of the terrestrial herpetofauna. En: Management of amphibians, reptiles, and small mammals in North America. USDA, Gen. Tech. Report RM-166, 439-455. 34 Tabla 1. Descripción de las variables utilizadas en la caracterización de la complejidad estructural del hayedo. Variable Descripción (abreviatura) DA Diámetro medio de los árboles vivos medido a 1.4 m de altura (cm) NA Número de árboles vivos por ha NA30 Número de árboles vivos (por ha) con dbh > 30 cm NA60 Número de árboles vivos (por ha) con dbh > 60 cm NA12 Número de árboles vivos (por ha) con un estado de decaimiento de clase 1 o 2 (la descripción del criterio utilizado para valorar el estado de decaimiento de los árboles vivos aparece recogida en el capítulo I) NA34 Número de árboles vivos (por ha) con un estado de decaimiento de clase 3 o 4 DS Diámetro medio de los snags medido a 1.4 m de altura (cm) NS Número de snags por ha NS30 Número de snags (por ha) con dbh > 30 cm NS60 Número de snags (por ha) con dbh > 60 cm NS12 Número de snags (por ha) con un estado de pudrición de clase 1 o 2 (la descripción del criterio utilizado para valorar el estado de pudrición de los snags aparece recogida en el capítulo I) NS34 VS Número de snags (por ha) con un estado de pudrición de clase 3 o 4 Volumen total de los snags (m3 / ha) VS12 Volumen de los snags con un estado de pudrición de clase 1 o 2 (m3 / ha) VS34 Volumen de los snags con un estado de pudrición de clase 3 o 4 (m3 / ha) VL Volumen total de los logs (m3 / ha) VL30 Volumen de los logs con un diámetro mayor de 30 cm (m3 / ha) VL12 Volumen de los logs con un estado de pudrición de clase 1 o 2 (m3 / ha) (la descripción del criterio utilizado para valorar el estado de pudrición de los logs aparece recogida en el capítulo I) VL34 Volumen de los logs con un estado de pudrición de clase 3 o 4 (m3 / ha) 35 Tabla 2. Coeficientes de correlación (r de Pearson) entre el número de salamadras por parcela, la biomasa de salamandras y cada una de las variables estudiadas. Nivel de significación, (**): p < 0.01, (*): p < 0.05. Número de Biomasa de n salamandras salamandras DA 0.72** 0.60** 33 AB 0.41** 0.55* 33 NA -0.79** -0.63** 33 NA30 0.17 0.22 33 NA60 0.82** 0.79** 33 NA12 -0.61** -0.69** 33 NA34 0.52** 0.36* 33 DS 0.70** 0.62** 33 NS 0.71** 0.63** 33 NS30 0.80** 0.69** 33 NS60 0.71** 0.62** 33 NS12 0.72** 0.50** 33 NS34 0.12 0.30 33 VS 0.62** 0.67** 33 VS12 0.80** 0.75** 33 VS34 0.29 0.22 33 VL 0.80** 0.77** 33 VL30 0.47* 0.39* 33 VL12 0.80** 0.77** 33 VL34 0.55** 0.59** 33 36 Los paseriformes y la complejidad estructural del hayedo El papel de la comunidad de aves forestales como indicador de las condiciones del bosque ha sido objeto de controversia (Morrison et al. 1992). No obstante, las especies especialistas muestran una mayor sensibilidad a los cambios en el ecosistema y pueden ser utilizadas como indicadoras y en líneas generales parámetros como la abundancia, la riqueza y la diversidad de algunos grupos de especies de aves se ven significativamente afectados por las alteraciones que sufre el bosque (Szaro y Balda 1982). Estos cambios generalmente reducen la complejidad estructural del ecosistema y sus efectos sobre las aves que nidifican en él se encuentran bien documentados (Perry 1994, Hall et al. 1997, Bunnell et al. 1997), sobre todo porque las aves son fácilmente identificables y cuentan con poblaciones con un número de efectivos suficiente como para realizar análisis estadísticos y construir modelos predictivos. En el presente trabajo se estudia la relación entre distintos parámetros que definen la riqueza y diversidad de la comunidad de paseriformes y la complejidad estructural del hayedo. Material y métodos El estudio se desarrolló en los hayedos de Bértiz, Añarbe y Oianleku. En ellos se seleccionaron 72 parcelas circulares de 50 m de radio en las que se caracterizó la complejidad estructural y se cuantificó la comunidad de paseriformes nidificantes (excepto córvidos) mediante estaciones de censo. La selección de las parcelas se realizó priorizando el obtener un conjunto de muestras en el que estuviera representada la heterogeneidad estructural propia del hayedo. Las unidades de muestreo están separadas entre sí un mínimo de 200 m y al menos 150 m del borde del bosque. El muestreo se llevó a cabo entre el 1 de junio y el 10 de julio de 2001 en Bértiz, y en las mismas fechas del año 2002 en los bosques guipuzcoanos. Todos los censos se han realizado entre las 7:00 y las 11:00 de la mañana, en días sin lluvia, viento o niebla. Cada unidad de muestreo ha sido censada 2 veces con un intervalo mínimo de 10 días y siempre a distinta hora. 37 Para aumentar la probabilidad de detección cada unidad de muestreo ha sido censada por dos observadores. Se han anotado todas las aves vistas u oídas dentro de la unidad de muestreo. El protocolo seguido ha sido adaptado de Gunn et al. (2000). Una vez alcanzada la posición central de la parcela se dejó transcurrir un período de cinco minutos antes de comenzar el censo. No se tuvieron en cuenta las aves observadas durante estos primeros cinco minutos. El censado comenzaba con cinco minutos de silencio, tras los cuales se procedía a emitir durante otros cinco minutos un reclamo grabado, acabando el censo con otros cinco minutos de silencio. El reclamo utilizado ha sido las mobbing calls (llamadas de hostigamiento colectivo) del carbonero común. Se ha empleado un reproductor de casetes provisto de 2 amplificadores de 2 W cada uno. Este método proporciona un mayor rendimiento de observaciones en medios en los que la detectabilidad de las aves es baja (Hurd, 1996; Cassady et al., 1998; Gunn et al., 2000), como es el caso del hayedo, en donde el dosel supera en ocasiones los 30 m de altura. En todos los casos el número de especies observadas en los períodos de emisión del reclamo ha sido superior al observado en el período inicial de silencio. En ensayos previos se comprobó que todas las especies propias del hayedo responden a las mobbing calls del carbonero común aproximándose a la fuente del sonido y emitiendo llamadas similares. Gunn et al. (2000) estiman que este método atrae a las aves en un radio de aproximadamente 100 m. La abundancia y riqueza de paseriformes nidificantes se ha estimado a partir del número de especies (NSP), el número total de parejas (NPAR) y la diversidad (índice de Shannon-Weaver) (DVD). La caracterización de la complejidad estructural de cada parcela se realizó conforme a los protocolos de trabajo descritos en el capítulo I. La tabla 1 recoge la descripción de los parámetros utilizados. Resultados Mediante las estaciones de censo se han obtenido observaciones de 15 especies (tabla 2). En primer lugar cabe señalar que los tres parámetros estudiados ofrecen valores significativamente más altos en el hayedo de mayor complejidad estructural (figura 1). Por otra parte, el número de especies y de parejas tienen un comportamiento similar en cuanto a su correlación con las variables que caracterizan la complejidad estructural del hayedo (tabla 3). Estas correlaciones indican que la 38 comunidad de paseriformes es más rica en el hayedo que presenta mayor cantidad de madera muerta (tanto en forma de snags, como en forma de logs) (tabla 3). Para estudiar la relación entre las distintas especies y la complejidad estructural del hayedo se ha realizado un análisis de correspondencias a partir de la matriz de frecuencias de las especies de aves en cada uno de los hayedos. En este análisis no han intervenido las especies que han proporcionado un escaso número de observaciones (chochín, mito, zorzal charlo, mirlo común, colirrojo real). La distribución de especies y bosques sobre el plano definido por los dos factores extraidos (figura 2) permiten destacar la asociación de un grupo de especies con Bértiz, el hayedo estructuralmente más complejo. Estas son el carbonero palustre, el trepador, el petirrojo, el agateador común y el herrerillo capuchino. Los resultados obtenidos muestran como al aumentar la complejidad estructural del hayedo (sobre todo de madera muerta, tanto logs como snags) aumenta la abundancia y la riqueza de la comunidad de paseriformes nidificantes. Numerosos estudios han puesto de manifiesto dicha relación (por ejemplo, Balda 1975, Wetmore et al. 1985), estando orientados la mayor parte de estos trabajos a estudiar la comunidad de paseriformes en distintos estadíos seriales o en distintas etapas de las diferentes modalidades del aprovechamiento maderero. En ellos al igual que en el presente trabajo se destaca que si bien existe una tendencia general a que los estadíos seriales más avanzados cuenten con una mayor abundancia, riqueza y diversidad de aves, existen diferencias entre las distintas especies en cuanto a selección de hábitat. Por ello a la hora de utilizar la abundancia o la diversidad de los paseriformes forestales como un indicador de las condiciones del bosque es necesario identificar las especies sensibles a las modificaciones del ecosistema propias de la sucesión vegetal o de la gestión forestal. En los hayedos estudiados, cinco especies aparecen ligadas a la masa estructuralmente más compleja y cada una de estas especies explota dentro del hayedo recursos tróficos netamente distintos (Snow y Perrins 1998) por lo que cabe pensar que la abundancia de éstas en su conjunto puede ser un buen indicador de las condiciones naturales del hayedo. 39 Bibliografía Balda, R.P., 1975. Vegetation structure and breeding bird diversity. En: Management of forests and range habitats for nongame birds. D.R. Smith (tech. co-ord.) USDA Forest Service, Gen. Tech. Rep., WO-1, 59-80. Bunnell, F.L., Kremsater, F.L., Wells, R.W., 1997. Likely consequences of forest management on terrestrial, forest-dwelling vertebrates in Oregon. Centre for Applied Conservation Biology, University of British Columbia, RM-7. Cassady, C., Bélisle, M., Desrochers, A. & Hannon, S. 1998. Winter responses of forest birds to habitat corridors and gaps. Conservation Ecology (online), 2(2):13. 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Variable Descripción (abreviatura) DA Diámetro medio de los árboles vivos medido a 1.4 m de altura (cm) NA Número de árboles vivos por ha NA30 Número de árboles vivos (por ha) con dbh > 30 cm NA60 Número de árboles vivos (por ha) con dbh > 60 cm NA12 Número de árboles vivos (por ha) con un estado de decaimiento de clase 1 o 2 (la descripción del criterio utilizado para valorar el estado de decaimiento de los árboles vivos aparece recogida en el capítulo I) NA34 Número de árboles vivos (por ha) con un estado de decaimiento de clase 3 o 4 DS Diámetro medio de los snags medido a 1.4 m de altura (cm) NS Número de snags por ha NS30 Número de snags (por ha) con dbh > 30 cm NS60 Número de snags (por ha) con dbh > 60 cm NS12 Número de snags (por ha) con un estado de pudrición de clase 1 o 2 (la descripción del criterio utilizado para valorar el estado de pudrición de los snags aparece recogida en el capítulo I) NS34 VS Número de snags (por ha) con un estado de pudrición de clase 3 o 4 Volumen total de los snags (m3 / ha) VS12 Volumen de los snags con un estado de pudrición de clase 1 o 2 (m3 / ha) VS34 Volumen de los snags con un estado de pudrición de clase 3 o 4 (m3 / ha) VL Volumen total de los logs (m3 / ha) VL30 Volumen de los logs con un diámetro mayor de 30 cm (m3 / ha) VL12 Volumen de los logs con un estado de pudrición de clase 1 o 2 (m3 / ha) (la descripción del criterio utilizado para valorar el estado de pudrición de los logs aparece recogida en el capítulo I) VL34 Volumen de los logs con un estado de pudrición de clase 3 o 4 (m3 / ha) 41 Tabla 2. Especies observadas y su frecuencia en los hayedos estudiados (número de parcelas en que aparecen). Bértiz n = 34 Añarbe n = 20 Oianleku n = 18 Chochín Troglodytes troglodytes 6 1 1 Petirrojo Erithacus rubecula 25 11 7 Colirrojo real Phoenicurus phoenicurus 0 1 0 Mirlo común Turdus merula 8 6 3 Zorzal charlo Turdus viscivorus 1 0 1 Mosquitero común Phylloscopus collybita / brehmii 0 5 0 Mito Aegithalos caudatus 1 0 0 Carbonero palustre Parus palustris 17 8 6 Herrerillo capuchino Parus cristatus 23 13 7 Carbonero garrapinos Parus ater 23 13 1 Herrerillo Común Parus caeruleus 14 14 3 Carbonero común Parus major 11 9 8 Trepador azul Sitta europaea 28 17 8 Agateador común Certhia brachydactyla 10 3 2 Pinzón vulgar Fringilla coelebs 33 12 13 42 Tabla 3. Coeficientes de correlación (r de Pearson) entre el número de especies, el número de parejas, la diversidad y cada una de las variables estudiadas. Nivel de significación, (**): p < 0.01, (*): p < 0.05. Número de Número de Diversidad n especies parejas DA -0.31* -0.34* -0.10 72 NA 0.17 0.21 0.10 72 NA30 0.26* 0.30* 0.21 72 NA60 -0.05 -0.05 0.17 72 NA12 0.16 0.19 0.09 72 NA34 0.15 0.21 0.08 72 NS 0.25* 0.29* 0.15 72 NS30 0.26* 0.36** 0.19 72 NS60 0.25* 0.31* 0.16 72 NS12 0.24 0.27* 0.15 72 NS34 0.17 0.22 0.11 72 VS 0.26* 0.37** 0.18 72 VS12 0.05 0.12 0.02 72 VS34 0.15 0.21 0.11 72 VL 0.30* 0.40** 0.21 72 VL30 0.19 0.27* 0.14 72 VL12 0.22 0.30* 0.16 72 VL34 0.41* 0.50** 0.25* 72 43 7 6 5 a Bértiz Añarbe Oianleku a b b 4 b b 3 a b 2 b 1 0 NSP NPAR DVD Figura 1. Valores medios de los parámetros que definen la riqueza y diversidad de la comunidad de paseriformes nidificantes en los hayedos estudiados. NSP, número de especies; NPAR, número de parejas; DVD, índice de diversidad. Se señalan con letras diferentes los valores que presentan diferencias significativas entre si. 44 1 CC HC 0.5 Oianleku Añarbe MI HCA 0 PE CP PV TR Bértiz CG -0.5 AG -1 -1 -0.8 -0.6 -0.4 -0.2 0 0.2 0.4 0.6 0.8 Figura 2. Distribución de las especies de aves y de los hayedos estudiados sobre el plano definido por los factores extraidos en el análisis de correspondencias. 1 45 Vertebrados especialistas y la complejidad estructural del bosque Se ha realizado una tercera aproximación al estudio de la relación entre la diversidad animal y la diversidad estructural del bosque. Ésta ha consistido en comprobar si las masas estudiadas cuentan con la presencia de tres especies de vertebrados consideradas como "especialistas de hábitat": el pito negro, el lirón gris y la marta. En el norte peninsular todas ellas aparecen vinculadas al bosque de frondosas bien conservado (Álvarez et al. 1985). Cada una de ellas ha precisado de una metodología de detección, que se detalla a continuación. Pito negro Únicamente los hayedos de Añarbe y Oianleku cuentan con algunas características propias del hábitat de la especie. No obstante se han prospectado también los robledales de Añarbe y Endara. Como técnica de detección se ha utilizado la emisión de reclamos grabados del ave. Las distintas especies de pícidos muestran comportamientos diferentes ante esta técnica, pero diferentes autores coinciden en su idoneidad para realizar estudios de distribución a escala regional (Purroy et al. 1984, Aulen 1988, Fernández et al. 1994, Hartwig 1999). En cada una de las masas prospectadas se realizaron una serie de puntos de reclamo y escucha distribuidos de modo que cubriesen el bosque prospectado (figuras 1 y 2). Siguiendo el protocolo de trabajo descrito por Aubry y Raley (1994) para la detección de Dryocopus pileatus se mantuvo una distancia mínima entre estaciones de 300 m. En cada estación de escucha se alternaban 20 s de llamada con 30 s de silencio hasta completar un total de cinco minutos. Las escuchas se realizaron entre el amanecer y el mediodía, en dos épocas del año: junio de 2002 y finales de febrero de 2003. En febrero de 2003, previamente a la secuencia de llamadas de pito negro, se emitió la grabación del tamborileo del pico dorsiblanco, en una secuencia de 30 s de tamborileo y 30 s de silencio hasta completar 3 minutos de emisión. Se ha comprobado que todas las especies de pícidos responden positivamente a este sonido durante todas las épocas del año (Lõhmus et al. 2000). 46 Las prospecciones realizadas no han permitido detectar la presencia del pito negro en los bosques estudiados. En todos ellos se han obtenido observaciones de Pico picapinos y de Pito real. En los trabajos de caracterización de la complejidad estructural se ha observado, en todas las masas estudiadas, marcas propias de la actividad de los pícidos sobre la madera muerta, sobre todo sobre los snags. Sin embargo, las dimensiones de dichas marcas permiten atribuirlas en todos los casos a pícidos de pequeño tamaño. Lirón gris Se han prospectado los cuatro bosques estudiados. En cada uno de ellos se seleccionaron cinco parcelas de 25 m de radio (figuras 1 y 2). Dentro de cada parcela se eligieron 10 árboles con un dbh superior a 10 cm y sobre cada uno de ellos a una altura superior a 2 m se colocó un tubo de PVC de 10 cm de longitud y 3 cm de anchura con cinta adhesiva de doble cara adherida a la parte superior interna del tubo. En la cinta adhesiva quedan adheridos mechones de pelo de los micromamíferos que los visitan. Los pelos han sido identificados siguiendo el protocolo descrito por Teerink (1991). Los tubos permanecieron en los árboles durante los meses de agosto y septiembre de 2002, realizándose una visita cada 15 días. Los muestreos permitieron detectar la presencia del lirón gris en las cuatro masas muestreadas. Marta Se han prospectado los cuatro bosques estudiados (figuras 1 y 2). Como método de detección se ha utilizado el trampeo fotográfico. Previamente se había comprobado la idoneidad de esta metodología para detectar esta y otras especies de pequeños mustélidos (González-Esteban et al 2001). Básicamente consiste en la activación de una cámara fotográfica al acudir el animal a un cebo. Existen distintos sistemas de trampeo fotográfico. En el presente estudio se ha utilizado el Line-Triggered Camera System desarrollado por Kucera et al. (1995). Desde su desarrollo a principios de los años 80 esta técnica ha sido una importante herramienta para localizar especies escasas y elusivas y ha permitido seguir la evolución de sus poblaciones en una gran variedad de medios. El trampeo fotográfico proporciona un mayor rendimiento 47 (nº observaciones positivas/esfuerzo) que el muestreo tradicional mediante jaulastrampa, ya que estas últimas probablemente causen mayor recelo en los animales. Permite además obtener, en un breve espacio de tiempo, actualizaciones completas de la distribución de una especie en un área dada. Los detalles de los muestreos realizados aparecen reflejados en la tabla 1. No se han obtenido observaciones de marta en el área estudiada. La ausencia del pito negro y la marta pone en evidencia el grado de alteración que presentan los bosques prospectados. A la baja complejidad estructural se unen la reducida extensión que ocupan estos bosques y la elevada presión humana que soportan (en su entorno próximo se asientan una serie de núcleos úrbanos en los que habitan en conjunto 300.000 personas). En cuanto al pito negro, esta especie precisa de territorios amplios (200-300 ha por pareja), que han de ser mayores en las áreas con baja calidad de hábitat (como es nuestro caso). Es además una especie que evita los lugares frecuentados por el hombre (Roselaar 1985). Cabe pensar que el bosque de Añarbe cuenta actualmente con aptitudes, si no para albergar a una pareja nidificante, sí al menos para acoger durante el otoño alguno de los dispersores de la población navarra. Esta circunstancia no parace haberse producido en los últimos años, como se desprende del hecho de que no se han observado marcas atribuibles a la especie en los logs y snags (n = 475) que han sido registrados en este bosque a lo largo del estudio. Estas marcas, fácilmente diferenciables de las de otros pícidos, persisten durante años, como hemos podido comprobar en diferentes hayedos navarros. Entre las aptitudes favorables con que cuenta el bosque de Añarbe para el pito negro podemos destacar el que este bosque cuente con una extensión relativamente amplia (entorno a las 700 ha), el hecho de que algunos rodales cuenten con árboles de gran diámetro y un volumen de madera muerta en el conjunto del bosque que podríamos calificar de intermedio (aunque solo está representado por logs y snags de pequeño diámetro y esta circunstancia condiciona la persistencia en el tiempo de la madera muerta, breve en este caso, y la capacidad de albergar las larvas de coleópteros de las que este pícido se alimenta). Por otra parte, además de la probable escasez de alimento, el principal problema para la especie podría ser la falta de áreas no frecuentadas por los senderistas y sobre todo la presencia, escasa 48 pero regular, de motocicletas durante los fines de semana en cualquier rincón del bosque. En el caso de la marta, ésta está presente en la CAPV a lo largo de la divisoria de aguas (Álvarez et al. 1985) y su distribución continúa hacia el este ocupando el prepirineo navarro (López-Martín 2002), por lo que debemos incluir a los bosques estudiados dentro del área de distribución potencial de la especie y achacar su ausencia a las condiciones actuales de éstos. La distribución local de los mustélidos está vinculada a la dinámica poblacional de sus presas. En el caso de la marta esta circunstancia cobra especial relevancia ya que las poblaciones de roedores (uno de los grupos principales de su dieta) sufren en el bosque cantábrico (sobre todo en el hayedo) unas fuertes oscilaciones poblacionales, que sin duda han de condicionar en gran medida la presencia estable del carnívoro. Si a este condicionante natural se le unen una baja complejidad estructural y significativo nivel de molestias, cabe esperar que los bosques estudiados no sean habitualmente frecuentados por la marta. El caso del lirón gris es notablemente diferente. Las características de su ciclo vital y su elevada tasa reproductora le facultan para mantener una distribución amplia, aunque seguramente con una muy baja densidad poblacional. La estrecha vinculación de su dinámica poblacional con la producción de fruto en el bosque (principalmente hayuco) hace que se alternen años en los que la probabilidad de detección es muy baja, con años en los que es más abundante y en los que probablemente es capaz de recolonizar las áreas que quedaron sin lirones en los períodos de escasez de alimento. Esta estrategia y su dependencia del bosque caducifolio le confieren una cierta fragilidad, a pesar de que mantenga aún un área de distribución amplia, y por ello justifican su catalogación como especie vulnerable (Catálogo Vasco de Especies Amenazadas de la Fauna y Flora, Silvestre y Marina; Decreto 167/1996, de 9 de julio). En el otoño de 2001 la cosecha de hayuco se puede calificar como abundante, por lo que cabe pensar que se produjo una elevada tasa de reclutamiento en las poblaciones de lirones y esto hizo posible detectarlos con relativa facilidad en los cuatro bosques estudiados. En función de lo señalado, cabe apuntar que esta especie, pese a ser un especialista de hábitat y probablemente estar sus poblaciones amenazadas, no es buen indicador del estado de conservación del bosque. 49 Bibliografía Álvarez, J., Bea, A., Faus, J.M., Castién, E., Mendiola, I., 1985. Atlas de los Vertebrados continentales de Álava, Vizcaya y Guipuzcoa. Vitoria: Gobierno Vasco. Aubry, K.B., Raley, C.M., 1994. Landscape and stand level studies of Pileated Woodpeckers: design constrains and stand level results. Northwest Sci., 68(2):113. Aulen, G., 1988. Ecology and distribution history of the White-backed Woodpecker Dendrocotos leucotos in Sweden. Ph. D. Thesis. 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Ardeola, 31:81-90. 50 Teerink, B.J. 1991. Hair of West-european Mammals. Atlas and identification key. Cambridge University Press. Cambridge: 1-224. 51 Tabla 1. Resultados obtenidos en los trampeos fotográficos realizados en los bosques estudiados. NCA, número de cámaras activas. Período Añarbe NCA Oianleku Endara NCA NCA 6 17-oct / 5-nov(2002) 12 garduña 5 5-nov / 25-nov(2002) 12 gineta 5 garduña 6 gineta garduña 25-nov / 23-dic(2002) 12 gineta 5 6 5 6 garduña jabalí 23-dic(2002) / 30-ene(2003) 10 gineta garduña gineta garduña 52 Figura 1. Estaciones de muestreo realizadas para detectar la presencia de lirón gris (círculo verde), pito negro (círculo vacio) y marta (círculo amarillo) en los hayedos de Añarbe (arriba) y Oianleku (abajo). 53 Figura 2. Estaciones de muestreo realizadas para detectar la presencia de lirón gris (círculo naranja), pito negro (círculo vacio) y marta (círculo amarillo) en los robledales de Añarbe (arriba) y Endara (abajo). 54 Algunas de las fotografías tomadas en los bosques estudiados. 55 El impacto de las infraestructuras viarias sobre el ecosistema forestal El Parque cuenta con una profusa red de infraestructuras viarias. El modelo de poblamiento disperso propio de la campiña cantábrica y el aprovechamiento de los distintos recursos (principalmente el maderero) han ido creando multitud de vías de distinta índole y magnitud, que dejan tan solo una pequeña extensión de los ecosistemas representados en el Parque a salvo de sus negativos efectos (figura 1). El impacto que las infraestructuras viarias ejercen sobre la integridad ecológica del ecosistema forestal ha sido estudiado desde distintas perspectivas (Gucinski et al. 2001). No todas las infraestructuras son iguales y la afección que ocasionan va a depender en gran medida del tipo de vía de que se trate y del área que atraviese. Desde un punto de vista general las infraestructuras viarias en el ecosistema forestal afectan principalmente a la morfología del terreno y a los procesos hidrológicos. La magnitud de estos efectos va a depender de la climatología de la zona (siendo mayor en climas húmedos con abundantes precipitaciones, como es nuestro caso), la geología y la edad de la vía y su proceso de construcción. En el primer caso los efectos varían desde contribuciones crónicas y a largo plazo de sedimento fino a los arroyos y ríos hasta despredimientos en masa durante fuertes tormentas. La construcción de vías forestales puede, además, alterar directamente la morfología de los canales de drenaje, o bien hacerlo indirectamente al modificar el flujo del agua de escorrentía extendiéndolo a zonas de la ladera en que no existen canales de drenaje previos, modificando de este modo el proceso de erosión de la zona afectada. Los desprendimientos en masa incluyen desplazamientos de la capa superficial de suelo, hundimientos profundos y flujo rápido y canalizado de tierra y material leñoso mezclado con agua. Las figuras 2 y 3 ofrecen buenos ejemplos de este fenómeno en el bosque de Añarbe. El deslizamiento de la capa superficial de suelo y el flujo de tierra y material leñoso han sido los más extensamente estudiados. La tasa de erosión por deslizamiento de la capa superficial de suelo que se ha asociado con las infraestructuras viarias forestales es entre 30 y 300 veces superior a la tasa de 56 erosión que se asocia a los procesos que tienen lugar de forma natural en un bosque sin infraestructuras viarias y no sometido a explotación forestal (Megahan et al. 1978, Reid 1981). Algunos estudios apuntan también que las infraestructuras viarias modifican el drenaje superficial y subsuperficial de la misma vía y de su entorno y dirigen el agua de escorrentía hacia zonas menos estables incrementando de este modo el proceso erosivo (Hammond et al. 1988, Larsen y Parks 1997). En nuestro caso, las figuras 4 y 5 muestran un buen ejemplo de este fenómeno en el bosque de Añarbe. Swanson y Dyrness (1975) encuentran que en este caso las infraestructuras viarias tienen una tasa de erosión por unidad de área similar a la producida por una tala a matarrasa. Otros estudios apuntan tasas de erosión aún mayores, hasta 30 veces superior a la producida por una tala a matarrasa (Swanson et al. 1981) o hasta 100 veces superior a la que se produce de forma natural en un bosque no sometido a explotación forestal (Amaranthus et al. 1985). La incorporación de sedimento a los cursos de agua y arroyos provocado por las infraestructuras viarias está bien documentado en la literatura ciéntifica (Bilby et al. 1989, Donald et al. 1996, Kochenderfer et al. 1997). Las tasas de incorporación de sedimento son más altas en los primeros años (Megahan y Kidd 1972), especialmente durante el proceso de construcción y en el periódo que transcurre desde que se construye la vía hasta que los suelos expuestos son protegidos por revegetación, recubiertos o se controla la erosión de los materiales (Thompson et al. 1996). Pero no es la erosión el único problema asociado a este fenómeno. La canalización y el desvío del agua de escorrentía unas decenas de metros alterará las condiciones microclimáticas de unas decenas de hectáreas pendiente abajo, afectando notablemente a las poblaciones de invertebrados y pequeños vertebrados del suelo del bosque en ese área. Las comunidades animales del hayedo acidófilo son especialmente sensibles a estas modificaciones del drenaje superficial, ya que en el suelo de estos bosques escasean los elementos que pueden actuar como reservorio de humedad (hojarasca, vegetación herbácea, madera muerta). La construcción de infraestructuras viarias modifica directamente la morfología de los canales de ríos y arroyos. La magnitud de esta modificación va a depender principalmente de la orientación de la vía respecto al canal (paralela o transversal al canal), pero estas modificaciones, aunque potecialmente significativas, son complejas y han sido pobremente estudiadas. Los efectos indirectos han sido 57 mejor estudiados e incluyen la incorporación de sedimentos y la alteración del flujo del agua, que en conjunto pueden alterar la anchura y la profundidad del canal así como las características de éste que son necesarias para los organismos acuáticos (radieres, pozos, etc) (Harr y Nichols 1993). Otros estudios apuntan que las infraestructuras viarias en los bosques tienen tambien efectos significativos sobre la productividad del lugar, sobre la pérdida de hábitat adecuado para las poblaciones naturales de animales y plantas, sobre la invasión de especies foráneas que entran en competencia con las especies propias del lugar y sobre la biodiversidad. Los efectos sobre la productividad se deben principalmente a la eliminación y al desplazamiento de suelo durante el proceso de construcción de la vía, y en segundo lugar a los cambios en las propiedades físicas del suelo (profundidad, densidad, capacidad de infiltración de agua, capacidad de almacenamiento de agua, tasa de intercambio de gases, concentración de nutrientes y microclima) que se producen una vez construída ésta. La extracción de paisaje productivo por eliminación de árboles y desplazamiento de suelo durante la construcción y el mantenimiento de la vía ha sido estimado que varía entre el 1 y el 30 % en los bosques sometidos a explotación forestal (Megahan 1988a). En cambio, se ha estimado que utilizando otros métodos de extracción que no impliquen la construcción de una vía de saca de madera el porcentaje de pérdida de paisaje productivo se reduce ampliamente. Se ha estimado que la extracción mediante cable produce una pérdida media de entre el 2 y el 10% de lo que se perdería construyendo una vía de saca (Megahan 1988b). Aunque las vías de extracción de madera sean revegetadas a los pocos años de su formación, las alteraciones físicas producidas en el suelo provocan una reducción en las tasas de crecimiento y como consecuencia en la productividad. Es fácilmente apreciable el menor crecimiento que experimentan los árboles (en cuanto a altura y diámetro) donde el suelo ha sido excavado para construir la vía (Smith y Wass 1985). La evidencia de los efectos de la vía sobre la productividad en el entorno adyacente está asociado con la erosión en masa, a menudo acelerada pendiente abajo de la vía (Megahan 1988a). Megahan (1988b) estima esta reducción de la productividad en un 0.3 % y sus efectos pueden extenderse desde décadas (Ice 1985) hasta más de 85 años despues de haberse construído la vía (Smith et al. 1986). 58 La pérdida de hábitat adecuado para las poblaciones naturales de animales y plantas que se puede atribuir directa o indirectamente a la construcción de infraestructuras viarias ha sido ampliamente estudiada. Las infraestructuras viarias actuan como corredores que pueden conectar diferentes tipos de ecosistemas. Al aportar unas condiciones homogéneas a todo lo largo del corredor dan la oportunidad a algunos organismos para moverse a lo largo de éste, incrementando así la conectividad entre ecosistemas (Merriam 1984). Pero en muchos casos, estas vías suponen una fuerte barrera bloqueando los desplazamientos de los animales y aislando zonas de un mismo ecosistema que de este modo queda fragmentado. En general la pérdida de hábitat causado por la construcción de una nueva infraestructura viaria no se limita únicamente al área ocupada por la propia vía sino que su influencia ecológica es muy superior a su propia anchura (Reck y Kaule 1993, Auerbach et al. 1997, Forman et al. 1997, Larsen y Parks 1997). Las infraestructuras viarias fragmentan el hábitat al cambiar la estructura del paisaje y al afectar directa e indirectamente a las especies propias del lugar. Separan manchas de vegetación, incrementando el área con efecto borde al tiempo que disminuye el área interior del bosque. Esto produce a nivel de paisaje un incremento de la uniformidad de las características de la mancha, tales como forma y tamaño (Reed et al. 1996). Siempre que se construyen vías forestales, las modificaciones que se producen en el hábitat y en el comportamiento de los animales producirá como consecuencia cambios en las poblaciones salvajes (Lyon 1983). Algunas especies responden ante la existencia de infraestructuras viarias evitando las zonas cercanas (comportamiento propio de los grandes mamíferos) mientras que otras se ven atraídas por ellas. De este modo las poblaciones animales pueden ser fragmentadas en subpoblaciones más pequeñas lo cual produce un incremento en las fluctuaciones demográficas, homocigosis, pérdida de la variabilidad genética y extinción local. La construcción de infraestructuras viarias introduce nuevos hábitats con efecto borde en el interior del bosque (Mader 1984, Reed et al. 1996). La continuidad del sistema de vías forestales crea un corredor por el cual las especies de aves y otros animales que viven en el borde del bosque pueden penetrar fácilmente hacia su interior, incluyendo aquellas especies que las utilizan como corredores para encontrar alimento, aumentando de este modo la tasa de depredación del lugar 59 (Paton 1994). En muchos casos, esto provoca un aumento de la diversidad de especies, si bien este aumento se debe a la incorporación de especies propias de hábitats más abiertos y no del interior del bosque, y que pueden afectar negativamente a la abundancia de éstas últimas e incluso provocar a corto y medio plazo la extinción local de las especies forestales más sensibles (Anderson et al. 1977, Marcot et al. 1994, Forman y Hersperger 1996). En nuestro caso los bosques estudiados presentan una superficie muy pequeña y se ven fuertemente afectados por el efecto-borde. Este fenómeno es especialmente notable en Endara, y afecta a la totalidad del hayedo de Oianleku gracias a la pista que lo surca en la mayor parte de su longitud. Por otra parte, una generalización ampliamente citada es que la invasión biológica de especies foráneas es promovida por las alteraciones que acompañan a la construcción y mantenimiento de las vías forestales. La construcción de vías forestales y su posterior mantenimiento en el interior del bosque representan una serie de alteraciones que crean y mantienen en el tiempo los nuevos hábitats borde que se han formado con la creación de la vía. Estos nuevos hábitats borde pueden ser invadidos por una serie de especies de plantas exóticas (no nativas), las cuales pueden ser dispersadas por el viento y el agua, así como por vehículos y otros agentes relacionados con la actividad humana. Las vías forestales pueden de este modo funcionar como el primer punto de entrada para especies exóticas y pueden servir de corredor a lo largo del cual las plantas se mueven hacia el interior del paisaje (Greenberg et al. 1997, Lonsdale y Lane 1994). Esta invasión puede tener efectos biológicos y ecológicos significativos si las especies son capaces de alterar la estructura o la función de un ecosistema. Otro efecto negativo de las infraestructuras viarias en las áreas forestales es el hecho de que hacen económicamente rentable el aprovechamiento individual de los grandes árboles, de los snags y los logs próximos a la vía. Esto provoca la disminución e incluso la desaparición de este recurso en la zona de influencia de la vía, con lo que se ven perjudicadas la gran cantidad de especies animales que utilizan y dependen de este valioso recurso (Hann et al. 1997). La construcción de vías forestales incrementa la circulación de personas y vehículos (sobre todo motocicletas y vehículos todoterreno) en el interior del bosque (Cole et al. 1997). Esta circunstancia provoca que se incrementen en gran medida los encuentros entre animales salvajes y el hombre, y ocasiona la pérdida de calidad 60 del hábitat de muchas especies y el incremento de su tasa de mortalidad (Bennett 1991, Mace et al. 1996). En cuanto al efecto sobre la fauna acuática, numerosos estudios avalan que las contribuciones crónicas y a largo plazo de sedimento fino a los arroyos y ríos ocasionadas por infraestructuras viarias, producen una disminución en la emergencia de larvas de peces y en la densidad de juveniles al disminuir la concentración de oxígeno (Bjornn y Reiser 1991, Coble 1961, Cordone y Kelley 1960), una pérdida de la capacidad de transporte invernal (Bjornn et al. 1977, Chapman y McLeod 1987, Thurow 1997), un aumento de la predación de peces al colmatar los pozos que les sirven como refugio y como lugares donde reproducirse (Alexander y Hansen 1986), una disminución en las poblaciones de anfibios al reducir por colmatación los espacios entre gravas donde se esconden y pasan el invierno (Corn y Bury 1989, Welsh 1990) y una reducción en las poblaciones de organismos bentónicos y en la producción de algas al disminuir la cantidad de oxígeno disuelto en los espacios intersticiales del fondo y disminuir el paso de la luz al aumentar la turbidez (Chuter 1969, Hynes 1970). Por otro lado, las infraestructuras viarias pueden actuar como barreras en la migración de las especies acuícolas (Clancy y Reichmuth 1990, Furniss et al. 1991), producir cambios en la temperatura del agua al aumentar la insolación por pérdida de la cobertura riparia (Hicks et al. 1991, Bisson et al. 1994) y alterar los regímenes de flujo del agua (McFadden 1969, Mortensen 1977). En algunos casos, además, se aplican sustancias químicas a las vías y a su entorno más inmediato que pueden alterar la calidad del agua. El hecho de que una vía forestal cruce un curso de agua afecta negativamente a la fauna de invertebrados acuáticos. Se ha observado que la riqueza total de taxones de invertebrados acuáticos medida en el tramo de un arroyo está negativamente correlacionada con el número de intersecciones que entre vías y arroyo se producen aguas arriba de dicho tramo (Newbold et al. 1980). Del mismo modo distintos estudios han documentado los cambios que se producen en el hábitat acuático o incluso en la densidad de peces como consecuencia de la densidad de vías en una cuenca fluvial (Eaglin y Hubert 1993, McGurk y Fong 1995, Lee et al. 1997). 61 A tenor de lo expuesto y dado el estado actual de los bosques estudiados, cabe afirmar que la recuperación de sus condiciones naturales es incompatible con la creación de nuevas infraestructuras viarias. Bibliografía Alexander, G.R.; Hansen, E.A. 1986. Sand bed load in a brook trout stream. North American Journal of Fisheries Management. 6(1): 9-23. Amaranthus, M.P.; Rice, R.M.; Barr, N.R.; Ziemer, R.R. 1985. Logging and forest roads related to increased debris slides in southwestern Oregon. Journal of Forestry 83(4): 229-233. Anderson, S.H.; Mann, K.; Shugart, H.H., Jr. 1977. The effect of transmission-line corridors on bird populations. American Midland Naturalist. 97(1): 216-221. 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Red de infrestructuras viarias (i.v.) del Parque Natural de Aiako Harria. La superficie que ocupa el Parque aparece sombreada: en amarillo, el área que cuenta con una densidad de i.v. superior a 1 km/km2; en naranja, el área que cuenta con una densidad de i.v. inferior a 1 km/km2. 68 Figuras 2 y 3. Desprendimientos del terreno ocasionados por pistas forestales en el bosque de Añarbe. 69 Figuras 4 y 5. Modificación del drenaje superficial ocasionado por pistas forestales en el bosque de Añarbe. Se ha señalado con trazo continuo el canal por donde discurre actualmente el agua. Con trazo discontinuo se muestra el recorrido que seguía el agua antes de la construcción de la pista. La pista actua como barrera y su canal de desagüe desvía el arroyo y recoge el agua de escorrentía. Todo este flujo de agua se vierte concentrado en un punto distante un centenar de metros del cauce original. De este modo surgen nuevos canales en zonas no acanaladas previamente, provocando así el inicio de nuevas zonas con peligro de deslizamientos. 70 Propuesta de actuaciones para recuperar las condiciones naturales del bosque en cuanto a complejidad estructural En primer lugar señalar que de lo anteriormente expuesto se puede concluir que 1. Los hayedos acidófilos, a pesar de su baja diversidad florística, pueden alcanzar en su último estadío serial unos valores de complejidad estructural a nivel de rodal similares a los de otros bosques templados. No se ha contado con un robledal de referencia (de alta complejidad estructural) que permita afirmar lo mismo en el caso del robledal acidófilo, pero cabe pensar que es posible extender dicha afirmación a este tipo de bosque. 2. El estado de conservación de los hayedos y robledales acidófilos del Parque de Aiako Harria, en cuanto a complejidad estructural se refiere, dista mucho del óptimo natural que cabría esperar encontrar en un bosque en su etapa de madurez. Cabe destacar las escasas existencias de madera muerta y la ausencia total de madera muerta de gran tamaño. No obstante, su singularidad en el contexto guipuzcoano y la reversibilidad de su estado permiten considerarlos como áreas de elevado interés faunístico. 3. Las especies estudiadas (salamandras y paseriformes forestales) muestran unos patrones de abundancia, riqueza y diversidad semejantes. Estos parámetros muestran valores significativamente mayores en el hayedo de mayor complejidad estructural. 4. La ausencia de algunos vertebrados especialistas de hábitat (marta y pito negro) puede interpretarse como reflejo del deficiente estado de conservación en que se encuentran los bosques estudiados. 5. La madera muerta (tanto logs como snags) es un elemento estructural crítico para la fauna de vertebrados del hayedo. De su oferta de recursos tróficos y espaciales dependen las especies de pequeño y mediano tamaño y por extensión sus depredadores. 71 Entre las directrices recogidas en el PRUG del Parque podemos destacar, dentro del apartado de Gestión y Conservación de Flora y Fauna, las siguientes: 1. El Parque velará por la conservación de las especies de la fauna y de la flora autóctonas que lo habitan, por su diversidad y por su contenido genético. 2. Se preservarán los hábitats escasos y/o vulnerables estableciendo medidas específicas de protección para las especies, poblaciones y comunidades que así lo requieran. En consonancia con dichas directrices, dado que los resultados del presente estudio ponen de manifiesto el deficiente estado de conservación que presentan las principales masas de frondosas autóctonas del Parque y la correlación positiva que existe entre la diversidad estructural y animal del bosque, es necesario realizar actuaciones que permitan recuperar las condiciones naturales del ecosistema forestal en cuanto a complejidad estructural. En primer lugar es necesario señalar que las condiciones actuales de los hayedos y robledales acidófilos de Añarbe y Oianleku hacen incompatibles cualquier tipo de tratamiento silvícola con la recuperación de las condiciones naturales del bosque. Numerosos estudios, desarrollados principalmente en Estados Unidos en las dos últimas décadas, muestran que la estructura interna de los rodales es uno de los determinantes principales del grado en el cual un paisaje forestal gestionado mantendrá su biodiversidad característica y el correcto funcionamiento de los procesos del ecosistema. Para realizar una gestión forestal conservadora de la biodiversidad a escala de rodal se han empleado principalmente dos estrategias (Lindenmayer y Franklin 2002): [1] el mantenimiento de elementos estructurales en el momento de la corta, [2] el mantenimiento y la creación de complejidad estructural y funcional en los rodales. Dado que en el presente caso el aprovechamiento maderero es incompatible con la recuperación de las condiciones naturales de los cuatro bosques estudiados 72 la gestión de éstos deberá incorporar únicamente procedimientos propios de la segunda estrategia. En el resto de bosques naturales que aparecen catalogados en el PRUG como zonas de conservación activa será necesario incorporar a su gestión procedimientos propios de ambas estrategias. 1. El mantenimiento de elementos estructurales en el momento de la corta. En cuanto a la primera estrategia, se ha comprobado que el mantenimiento de estructuras, tales como grandes árboles en avanzado estado de decaimiento, snags y logs, puede contribuir sustancialmente a la conservación de la biodiversidad, ya que se mantiene el habitat crítico de algunas especies (logs y snags), se ve favorecida la recolonización del nuevo rodal, se mantienen algunos rasgos del microclima idóneo para algunas especies y se facilitan los desplazamientos de los organismos a través del área intervenida. En nuestro caso, si bien los resultados obtenidos permiten identificar las estructuras que deberían conservarse en el momento de la corta (grandes árboles vivos, snags y logs), no permiten proponer un número o un volumen de estructuras a mantener. Este cálculo resulta complicado incluso en los ecosistemas forestales que han sido ampliamente estudiados. Generalmente los criterios de mantenimiento de estructuras que se han establecido para algunos bosques se basan en estudios de los requerimientos ecológicos de especies amenazadas o emulan a la distribución de esas estructuras en bosques inalterados. A modo de ejemplo, en Suecia, formando parte del estandar nacional de certificación forestal, se sigue el criterio de mantener en el momento de la corta el número de árboles suficiente como para lograr que en el transcurso del siguiente turno lleguen a formarse al menos 10 grandes árboles por hectárea. En el hayedo, a falta de estudios específicos sobre este tipo de estrategias, podemos considerar como valores de referencia los estadísticos descriptivos de las variables que caracterizan la complejidad estructural en el hayedo de Bértiz. En el caso de los grandes árboles, Bértiz muestra un valor medio de 34 árboles de más de 60 cm de dbh por ha, aproximadamente un 9% del número medio de árboles por ha. Un criterio a ensayar podría ser el de mantener un pequeño porcentaje de árboles vivos (entre el 5 y el 10%). Por ejemplo, suponiendo una densidad final de 300 árboles/ha se podrían mantener 20 árboles vivos por ha: 10 de la clase diamétrica 73 mayor (por encima de los 50 o 60 cm), que a lo largo del turno se incorporarían a la madera muerta y 10 árboles de entre 30 y 40 cm de dbh, que alcanzarían el final del turno como grandes árboles o como snags. En cuanto a la distribución espacial de los árboles retenidos, en el caso del hayedo parece más recomendable la disposición de los árboles en agregados de modo que se minimicen las posibles pérdidas tempranas. Pero sin duda la disposición dispersa o agregada debería ser ensayada antes de establecer una norma fija. En cuanto a la madera muerta, la norma a seguir en el momento de la corta es mucho más sencilla de establecer, ya que actualmente existe en nuestros bosques un déficit notable en cuanto a cantidad total de logs y snags, y una casi absoluta carencia de logs y snags de gran tamaño (considerados más valiosos para la fauna que los de pequeño tamaño dado que pueden ofrecer refugio a un mayor rango de especies y se mantienen en el bosque durante más tiempo). Por tanto debería mantenerse en el momento de la corta toda la madera muerta existente, cuidando que las labores de saca no destruyan los elementos más frágiles. No obstante, en el supuesto de que la extracción se realizase en un rodal con abundante madera muerta, los valores medios que ofrece Bértiz (60 snags/ha, 20 snags (dbh > 30)/ha y un volumen de logs de 75 m3/ha), podrían ser una buena referencia para realizar ensayos. 2. El mantenimiento y la creación de complejidad estructural y funcional en los rodales La gestión activa de los rodales para aumentar su diversidad estructural es otra aproximación a la gestión conservadora de la biodiversidad. Las técnicas que configuran esta estrategia son las siguientes: - Aclareos no-uniformes orientados a incrementar la heterogeneidad espacial del rodal (la irregularidad de la masa) - Conservación de otras especies arbóreas que jueguen diferentes papeles funcionales y estructurales - Creación de madera muerta, árboles con decaimiento y cavidades artificiales. En cuanto a la primera técnica mencionada, sería necesario que no se efectuasen tratamientos por aclareo sucesivo uniforme, fomentando modalidades de aclareo que permitan adquirir al rodal cierta irregularidad. 74 En los bosques estudiados se ha constatado la escasez de especies arbóreas acompañantes. Esta circunstancia, si bien es característica del hayedo, se ve probablemente intensificada por la intervención humana (directamente o a través de la acción del ganado), ya que de no ser así serían más abundantes ejemplares de mayor porte (dbh > 10 cm) de especies como el acebo, el majuelo o de algunos serbales. Estos elementos, que aportan diversidad al bosque, carecen de valor comercial y su retención no ocasiona perjuicio en cualquiera de las fases de la explotación, por lo que su conservación activa debería incorporarse a los planes de actuación. En cuanto a la madera muerta se han mencionado ya los valores observados en Bértiz que podrían servir como referencia en posibles ensayos. La creación de snags es una práctica que se va incorporando progresivamente en los tratamientos silvícolas. Es importante considerar el tamaño y la localización a la hora de crear los snags. Como norma general es preferible crear snags grandes (a partir de árboles de dbh > 30 cm), ya que éstos ofrecen más recursos, a mayor número de especies animales y durante más tiempo (Maser et al. 1988). En cuanto a la distribución de los snags, en Bértiz se ha observado que la distribución más frecuente es la dispersa, por lo que en posibles ensayos esta sería la distribución más adecuada. El método más apropiado para la creación de los snags debería ser objeto de ensayo. Las opciones son dos: la eliminación del tercio superior del árbol y el anillado o descortezado de la base del árbol (Rose et al. 2001). La primera opción es la más recomendada ya que el árbol muere en el momento de la intervención y se emula un suceso natural. En cuanto a la segunda opción, algunos árboles pueden tardar un tiempo en morir y además la progresión de la pudrición de fuera hacia adentro y de abajo hacia arriba propiciará que una proporción de árboles anillados caiga antes de que la descomposición de la madera permita que sea utilizado por la fauna. En cuanto a los logs, en función de la disponibilidad de madera muerta en el rodal se puede aumentar las existencias de logs a medio-largo plazo a través de la creación de snags o de forma inmediata mediante el derribo de árboles. Generalmente, los grandes logs ofrecen más recursos, a más especies animales y durante más tiempo que los pequeños. Del mismo modo que en el caso de los snags se ha observado en Bértiz un patrón disperso de distribución de los logs, por lo que en posibles ensayos esta sería la distribución más adecuada. 75 Trasladando estas consideraciones a los bosques estudiados en el Parque se detallan a continuación las actuaciones a desarrollar en cada uno de ellos. 1. Hayedo de Añarbe El aumento de la complejidad estructural de estos bosques se producirá por la incorporación de cuatro elementos estructurales: snags, logs, claros y corros de regeneración (agrupaciones densas de arbolitos en el estrato inferior del bosque). En el caso del hayedo de Añarbe, en rodales con una densidad superior a los 200 pies/ha, se seleccionarán 20 árboles/ha. Todos ellos deberán presentar un estado de decaimiento de clase 1 o 2 (en el capítulo I se detalla el criterio utilizado para valorar el estado de decaimiento de los árboles). En cada hectárea, 10 serán transformados en logs y los otros 10 en snags. La distribución de diámetros (dbh) de cada decena será la siguiente: 4 árboles del intervalo 30-40 cm, 4 del intervalo 40-50 cm y 2 de más de 50 cm. Los árboles destinados a transformarse en logs se seleccionarán de modo que queden agrupados en dos grupos de cinco, separados ambos grupos por una distancia superior a 50 m. Estos árboles serán cortados por la base y derribados de modo que descansen sobre el suelo en toda su longitud formando su eje con la dirección de la pendiente un ángulo superior a 45o, de modo que contribuyan a su estabilización (donde sea posible y necesario). En ningún caso se fragmentarán el tronco o las ramas del árbol derribado. Con el derribo de cada grupo de árboles se formará un claro. Se procurará que el tamaño y la forma del claro se corresponda con lo observado en condiciones naturales. En manchas de hayedo "old-growth" se ha observado que el tamaño de la mayor parte de los claros oscila entre los 100 y los 400 m2, presentando generalmente una forma oblonga (aproximadamente el doble de largo que ancho) (Peterken y Jones 1989, Whitbread 1991, Mountford et al. 1999, Emborg et al. 2000). En cuanto a los snags, en cada hectárea se seleccionarán 10 árboles de forma dispersa. A cada uno de ellos se le cortará el extremo superior por encima de los 12-15 m de altura, cuidando que el tronco quede desprovisto de ramas. La parte desprendida se dejará sin fragmentar junto al nuevo snag. Para facilitar las labores de selección y ocasionar menos molestias a la fauna del hayedo, estos trabajos deberán realizarse entre el 1 de noviembre y el 28 de 76 febrero. En ningún caso se extraerá madera del área intervenida (ni de pequeño ni de gran diámetro). Haciendo balance de esta actuación se observa como se alcanzará un notable incremento de la complejidad estructural (tabla 1). El volumen de madera muerta total supondrá el 50% del valor medio obtenido en el hayedo de Bértiz (referencia de bosque natural no alterado), destaca también el aumento en el número de snags de gran tamaño. Mediante esta actuación se verá afectado entre un 5 y un 10% del arbolado y entre un 4 y un 8% del dosel. Esta primera intervención deberá contar con un seguimiento en el tiempo que permita estudiar el efecto del incremento de la complejidad estructural sobre la biodiversidad, el proceso de incorporación de los distintos elementos estructurales y la regeneración del hayedo. Para poder extraer conclusiones relevantes se deberá actuar sobre una superficie de bosque no inferior a las 150 ha. Los resultados que se vayan obteniendo permitirán planificar las siguientes intervenciones. Por último señalar que la carga ganadera que actualmente sufren todos los bosques del Parque hace imposible su regeneración natural, por lo que en el ensayo que nos ocupa es imprescindible evitar que el ganado doméstico acceda a la zona intervenida. 2. Hayedo de Oianleku En este bosque no contamos con variedad de diámetros ni con la extensión suficiente como para realizar una actuación similar a la detallada para el hayedo de Añarbe. Dada la baja densidad de árboles, se seleccionarán 4 árboles/ha. Todos ellos han de ser trasmochos, deberán presentar un diámetro (dbh) superior a los 80 cm y un estado de decaimiento de clase 1 o 2 (en el capítulo I se detalla el criterio utilizado para valorar el estado de decaimiento de los árboles). En cada hectárea, 2 serán transformados en logs y los otros 2 en snags. Los árboles destinados a transformarse en logs se seleccionarán de modo que queden separados al menos 50 m. Estos árboles serán cortados por la base y derribados de modo que descansen sobre el suelo en toda su longitud formando su eje con la dirección de la pendiente un ángulo superior a 45o, de modo que contribuyan a su estabilización 77 (donde sea posible y necesario). En ningún caso se fragmentarán el tronco o las ramas del árbol derribado. En cuanto a los snags, en cada hectárea se seleccionarán 2 árboles separados al menos 50 m. A cada uno de ellos se le cortará el extremo superior de las grandes ramas por encima de los 10 m de altura, procurando eliminar todo el ramaje de pequeño diámetro de modo que el árbol muera y la actuación no quede reducida a una poda. La parte desprendida se dejará sin fragmentar junto al nuevo snag. Para facilitar las labores de selección y ocasionar menos molestias a la fauna del hayedo, estos trabajos deberán realizarse entre el 1 de noviembre y el 28 de febrero. En ningún caso se extraerá madera del área intervenida (ni de pequeño ni de gran diámetro). Haciendo balance de esta actuación se observa un notable incremento de la complejidad estructural (tabla 2) (se triplica el volumen de logs y snags), aunque únicamente se alcanza un 28% del volumen total óptimo de madera muerta. Mediante esta actuación se verá afectado entre un 2 y un 5% del arbolado y aproximadamente un 8% del dosel (la proyección media de la corona de un trasmocho grande sobre el suelo se ha estimado en 390 m2 (n = 60)). Esta primera intervención deberá contar con un seguimiento en el tiempo que permita estudiar el efecto del incremento de la complejidad estructural sobre la biodiversidad, el proceso de incorporación de los distintos elementos estructurales y la regeneración del hayedo. Los resultados que se vayan obteniendo permitirán planificar las siguientes intervenciones. Por último señalar que la carga ganadera que actualmente sufren todos los bosques del Parque hace imposible su regeneración natural, por lo que en el ensayo que nos ocupa es imprescindible evitar que el ganado doméstico acceda a la zona intervenida. 3. Robledales de Añarbe y Endara En este caso se seguirá un protocolo de trabajo similar al detallado para el hayedo de Añarbe. En rodales con una densidad superior a los 300 pies/ha, se seleccionarán 20 árboles/ha. Todos ellos deberán presentar un estado de decaimiento de clase 1 o 2 (en el capítulo I se detalla el criterio utilizado para valorar el estado de decaimiento 78 de los árboles) y un diámetro (dbh) de entre 30 y 40 cm. En cada hectárea, 10 serán transformados en logs y los otros 10 en snags. Los árboles destinados a transformarse en logs se seleccionarán de modo que queden agrupados en dos grupos de cinco, separados ambos grupos por una distancia superior a 50 m. Estos árboles serán cortados por la base y derribados de modo que descansen sobre el suelo en toda su longitud formando su eje con la dirección de la pendiente un ángulo superior a 45o, de modo que contribuyan a su estabilización (donde sea posible y necesario). En ningún caso se fragmentarán el tronco o las ramas del árbol derribado. Con el derribo de cada grupo de árboles se formará un claro. No se dispone de información acerca de la morfología de los claros ocasionados en los robledales por causas naturales, por lo que se seguirán en la formación de éstos las consideraciones detalladas para el hayedo. En cuanto a los snags, en cada hectárea se seleccionarán 10 árboles de forma dispersa. A cada uno de ellos se le cortará el extremo superior por encima de los 10 m de altura, cuidando que el tronco quede desprovisto de ramas. La parte desprendida se dejará sin fragmentar junto al nuevo snag. Para facilitar las labores de selección y ocasionar menos molestias a la fauna del robledal, estos trabajos deberán realizarse entre el 1 de noviembre y el 28 de febrero. En ningún caso se extraerá madera del área intervenida (ni de pequeño ni de gran diámetro). Esta actuación permitirá aumentar considerablemente las existencias de madera muerta e incorporar snags de gran tamaño a estos robledales (tablas 3 y 4), alcanzando para este elemento estructural unos valores próximos al 50% del óptimo estimado. Mediante esta actuación se verá afectado un porcentaje del arbolado inferior al 7%. Esta primera intervención deberá contar con un seguimiento en el tiempo que permita estudiar el efecto del incremento de la complejidad estructural sobre la biodiversidad, el proceso de incorporación de los distintos elementos estructurales y la regeneración del robledal. Para poder extraer conclusiones relevantes se deberá actuar sobre una superficie de bosque no inferior a las 50 ha en Añarbe y otro tanto en Endara. Los resultados que se vayan obteniendo permitirán planificar las siguientes intervenciones. 79 Por último señalar que la carga ganadera que actualmente sufren todos los bosques del Parque hace imposible su regeneración natural, por lo que en el ensayo que nos ocupa es imprescindible evitar que el ganado doméstico acceda a la zona intervenida. Bibliografía Emborg, J., Christensen, M. and Heilmann-Clausen, J. (2000) The structural dynamics of Suserup Skov, a near-natural temperate deciduous forest in Denmark. Forest Ecology and Management, 126:173-189. Lindenmayer, D.B., Franklin, J.F., 2002. Conserving Forest Biodiversity. A comprehensive multiscaled approach. Washington, Island Press. Maser, C., Tarrant, R.F., Trappe, J.R., Franklin, J.F., 1988. From the forest to the sea: A story of fallen trees. USDA Forest Service Ge. Tech. Rep. PNW-GTR-229. Mountford, E.P., Peterken, G.F., Edwards, P.J. and Manners, J.G. (1999) Long-term change in growth, mortality and regeneration of trees in Denny Wood, an old-growth wood-pasture in the New Forest (UK). Perspectives in Ecology, Evolution and Systematics 2, 223-272. Peterken, G.F. and Jones, E.W. (1989) Forty years of change in Lady Park Wood: the young-growth stands. Journal of Ecology 77, 401-429. Rose, C.L., Marcot, B.G., Mellen, T.K., Ohmann, J.L., Waddell, K.L., Lindley, K.L., Schreiber, B., 2001. Decaying wood in Pacific Northwest Forests: Concept and tools for habitat management. En: Wildlife-habitats relationships in Oregon and Washington. D.H. Johnson, T.A. O'Neill (Eds.). Corvallis, Oregon State University Press, 580-623. Whitbread, A. (ed.) (1991) Research on the ecological effects on woodland of the 1987 storm. Research and Survey in Nature Conservation No. 40. Nature Conservancy Council, Peterborough. 80 Tabla 1. Resultados previsibles de la primera actuación para aumentar la complejidad estructural en el hayedo de Añarbe. Los valores óptimos y observados son los valores medios obtenidos en el presente estudio. Para el cálculo del volumen de madera muerta incorporado se ha considerado que en cada hectárea se incorporan como snags 4 árboles de 35 cm de diámetro (d) y 15 m de altura (a), 4 de 45 cm (d) y 15 m (a) y 2 de 55 cm (d) y 15 m (a), y otros tantos como logs. NS: número de snags por ha; NS30: número de snags por ha con dbh > 30 cm; VS: volumen de snags por ha; VL: volumen de logs por ha. NS NS30 VS VL Óptimo (Bértiz) 59.3 21.8 41.5 76.9 Observado (Añarbe) 26.5 2.2 4.5 9.7 Incorporado (1ª actuación) 10 10 22.4 22.4 Total (observado + incorporado) 36.5 12.2 26.9 32.1 (Total/Óptimo)*100 61.6 56.0 64.8 41.7 Tabla 2. Resultados previsibles de la primera actuación para aumentar la complejidad estructural en el hayedo de Oianleku. Los valores óptimos y observados son los valores medios obtenidos en el presente estudio. Para el cálculo del volumen de madera muerta incorporado se ha calculado el volumen medio de 60 trasmochos de gran tamaño (dbh entre 80 y 100 cm). El valor medio obtenido es 5.4 m3. NS: número de snags por ha; NS30: número de snags por ha con dbh > 30 cm; VS: volumen de snags por ha; VL: volumen de logs por ha. NS NS30 VS VL Óptimo (Bértiz) 59.3 21.8 41.5 76.9 Observado (Oianleku) 7.6 7.6 5.5 6.4 Incorporado (1ª actuación) 2 2 10.8 10.8 Total (observado + incorporado) 9.6 9.6 16.3 17.2 (Total/Óptimo)*100 16.2 44.0 39.3 22.4 81 Tabla 3. Resultados previsibles de la primera actuación para aumentar la complejidad estructural en el robledal de Añarbe. Los valores óptimos y observados son los valores medios obtenidos en el presente estudio. Para el cálculo del volumen de madera muerta incorporado se ha considerado que en cada hectárea se incorporan como snags 10 árboles de 35 cm de diámetro y 10 m de altura, y otros tantos como logs. NS: número de snags por ha; NS30: número de snags por ha con dbh > 30 cm; VS: volumen de snags por ha; VL: volumen de logs por ha. NS NS30 VS VL Óptimo (Bértiz) 59.3 21.8 41.5 76.9 Observado (Añarbe) 42.6 0.9 2.6 5.2 Incorporado (1ª actuación) 10 10 9.6 9.6 Total (observado + incorporado) 52.6 10.9 12.2 14.8 (Total/Óptimo)*100 88.7 50.0 29.4 19.2 Tabla 4. Resultados previsibles de la primera actuación para aumentar la complejidad estructural en el robledal de Endara. Los valores óptimos y observados son los valores medios obtenidos en el presente estudio. Para el cálculo del volumen de madera muerta incorporado se ha considerado que en cada hectárea se incorporan como snags 10 árboles de 35 cm de diámetro y 10 m de altura, y otros tantos como logs. NS: número de snags por ha; NS30: número de snags por ha con dbh > 30 cm; VS: volumen de snags por ha; VL: volumen de logs por ha. NS NS30 VS VL Óptimo (Bértiz) 59.3 21.8 41.5 76.9 Observado (Endara) 26.3 0 1.2 5.5 Incorporado (1ª actuación) 10 10 9.6 9.6 Total (observado + incorporado) 36.3 10 10.8 15.1 (Total/Óptimo)*100 61.2 45.9 26.0 19.6 82 83 El desmán, el visón europeo y la nutria son mamíferos que satisfacen sus requerimientos ecológicos en el ecosistema fluvial. Su condición de "especialistas de hábitat" y el hecho de que estén situados en el nivel superior de la pirámide trófica permiten considerar a estas especies como buenos candidatos al papel de indicadores del impacto que ejercen las actividades y aprovechamientos que se realizan en nuestros ríos y arroyos. Además, dado que el desmán ocupa preferentemente el curso alto de los ríos y el visón y la nutria prefieren los tramos medios y bajos, la valoración y el seguimiento del estado de sus poblaciones puede ofrecer una visión global del estado de conservación del medio fluvial. El desmán, el visón europeo y la nutria en el Parque Natural de Aiako Harria Las tres cuencas representadas en el Parque (Bidasoa, Oiartzun y Urumea) han sido objeto recientemente de prospecciones orientadas a determinar la distribución de estas especies (desmán: González-Esteban y Villate (2001 a); nutria: GonzálezEsteban y Villate (2001 b); visón europeo: González-Esteban et al. (2001)). Durante la realización de este trabajo se han prospectado de nuevo las tres cuencas. La metodología de detección utilizada (búsqueda de excrementos) permite obtener observaciones fidedignas de desmán y de nutria. En el caso de la nutria, la singularidad de sus excrementos y el que los deposite en lugares muy conspicuos ha hecho de esta técnica una útil herramienta para actualizar su distribución a distintas escalas espaciales (Ruiz-Olmo y Delibes 1998). En el caso del desmán, la probabilidad de encontrar sus excrementos varía en función de la morfología del cauce y de la accesibilidad del observador a los lugares en donde el desmán reposa fuera del agua (González-Esteban et al. 2003), por lo que la ausencia de excrementos en una prospección no garantiza la ausencia de la especie. Sin embargo, dada la facilidad de su ejecución, esta técnica puede ofrecer en algunas zonas buenos rendimientos y ser utilizada como complemento al trampeo (nunca en sustitución de éste). Hay que señalar que es necesario validar en el laboratorio los excrementos identificados "in situ" como de desmán, ya que los excrementos de Galemys y Neomys son externamente muy semejantes. Dicha validación es posible únicamente en el caso de hallar en el excremento alguno de 84 los pelos que el animal ingiere durante la limpieza del pelaje y que pueden identificarse siguiendo las observaciones de Poduschka y Richard (1985). Se han recorrido en toda su longitud los tramos de los ríos Bidasoa, Endara, Arditurri, Tornola, Penadegi, Karrika, Añarbe, Urumea, Epele y Ursoko que discurren por el Parque y algunos tramos no incluidos en el Parque de los ríos Urumea (3 tramos), Sarobe (1 tramo) y Urruzuno (1 tramo) (figura 1). La longitud de estos últimos no fue en ningún caso inferior a los 600 m. La nutria Distribución histórica: La nutria se extiende desde el oeste de Europa hasta Indonesia y desde la tundra ártica al norte de África. Ampliamente distribuida por toda Europa, ha sufrido un reciente y acusado declive que la ha llevado a desaparecer de Holanda, Suiza, y de grandes zonas de Francia, Bélgica, Alemania, Italia y Suecia. En la CAPV se supone relativamente abundante y bien repartida hasta la década 1960-70, según se desprende de los resultados de las encuestas realizadas por Blas-Aritio (1970, 1978), pero ya entonces habría desaparecido de las comarcas costeras y de hecho este trabajo tan solo recoge una localidad (Bera, río Bidasoa) de las tres cuencas representadas en el Parque. A mediados de los años 80 se realiza el primer sondeo estatal siguiendo una metodología estandarizada, basado en la búsqueda de señales de nutria (Delibes 1990), y es entonces cuando se dispone de la primera imagen de su distribución en la CAPV. Este sondeo proporcionó la última observación de nutria en los ríos del Parque (Endarlatsa, río Bidasoa). Posteriormente y siguiendo el mismo método Illana y Paniagua (1993) realizan en 1992 una nueva prospección en la que no hallan señales de nutria en el este guipuzcoano. Más tarde, un segundo sondeo estatal, realizado entre 1994 y 1996 (Ruiz-Olmo y Delibes 1998), no obtiene observaciones de nutria en Gipuzkoa y tampoco en el norte de Navarra (figura 2). La última cita referida a esta especie en las proximidades del Parque la proporciona el trabajo de Martinez-Lage y Urra (2000) en el que se menciona el hallazgo de excrementos en la cuenca del Bidasoa en tres localidades navarras (Lesaka, 85 Elgorriaga y Oieregi) (figura 2). La última prospección de la CAPV (GonzálezEsteban y Villate 2001 b) no ofrece observación alguna en Gipuzkoa (figura 3). Distribución actual en el Parque: No se ha podido constatar actualmente su presencia en el Parque. Factores de amenaza El ciclo vital de la nutria está estrechamente relacionado con el ecosistema fluvial, por lo que su presencia estará fuertemente condicionada por el grado de alteración de los ríos. La ausencia de la nutria en la CAPV coincide con las zonas de máxima densidad humana y de poblamiento disperso. Entre las distintas formas de alteración del hábitat cabe señalar la destrucción de las riberas, la contaminación del agua, el aprovechamiento intensivo de caudales y la construcción de embalses. En el centro y norte de Europa se ha vinculado la desaparición de la nutria con la eliminación de los sotos fluviales, generalmente fruto de la alteración de los cauces y márgenes por edificaciones urbanas e industriales y por la canalización de los ríos. En la CAPV, como consecuencia de la realización en los últimos 30 años de gran número de actuaciones para la protección y estabilización de riberas, los corredores vegetales ribereños han sido eliminados en grandes tramos fluviales, sobre todo en los cauces principales y especialmente en la vertiente atlántica en donde la abrupta orografía propicia que se de una alta densidad urbana e industrial en los fondos de valle. El efecto que como factor limitante ejerce la contaminación de las aguas sobre la nutria, no sólo indirectamente a través de la reducción de sus presas, sino directamente ocasionando la disminución de su capacidad reproductora o en último término la muerte del animal, ha sido ampliamente demostrado. Los contaminantes que más se han relacionado con el declive de la especie en Europa han sido el dieldrín, los PCBs y los metales pesados. El problema de la contaminación de los ríos se agrava en el caso de la nutria por su posición culminal en las redes tróficas del ecosistema, que le lleva a acumular todos estos compuestos poco o nada biodegradables, y por su gran movilidad (puede desplazarse decenas de kilómetros en pocos días) que hace que en sus desplazamientos pueda entrar en contacto con distintos tipos y grados de contaminación. 86 Además de estas alteraciones, la pérdida de calidad del medio fluvial está ocasionada por las modificaciones hidrológicas que producen las detracciones de caudal para riego y uso hidroeléctrico. En ambos casos se altera el volumen de caudal y se modifica su distribución natural en el tiempo, dándose situaciones extremas en las que se suceden modificaciones diarias más propias del régimen mareal que de la dinámica fluvial. Las detracciones de caudal son en todos los casos negativas para el ecosistema fluvial, pero su efecto adverso se acentúa cuando las detracciones reales superan a las concesiones o cuando se producen detracciones ilegales. En estos casos la disminución de los caudales y ocasionalmente su completa desaparición agravan los problemas de la contaminación al disponerse de menor volúmen de agua donde diluir los vertidos. Estas alteraciones condicionan los ciclos vitales de diversas especies fluviales haciendo disminuir la productividad de las cadenas tróficas, impidiendo la ocupación de refugios y alterando notablemente la distribución de los tramos hidrodinámicos. Esta inestabilidad disminuye notablemente la capacidad de un río para albergar una población de nutrias. La construcción de embalses ha sido otro de los factores que se ha relacionado con la rarificación de la especie. El efecto negativo más evidente se produce en aquellos, en los que al menos en determinadas épocas del año, se impide completamente el paso del agua, dejando el río aguas abajo completamente seco. En otros casos, las fuertes oscilaciones de caudal a las que se ve sometido el tramo inferior afectan de forma notable a las cadenas tróficas del ecosistema fluvial. Aguas arriba de la presa, se impide la colonización de la anguila (presa favorita de la nutria, y cuya disminución, junto con la del cangrejo de río, se ha relacionado con la rarificación de la especie), y además el ambiente fluvial es sustituído por un ambiente lacustre de características peculiares, que en muchos casos impide el mantenimiento de la cobertura protectora de las orillas y presenta márgenes abruptas que dificultan la actividad depredadora de la nutria. Se ha comprobado además que pequeñas presas (de 3 m de altura) pueden impedir el tránsito de las nutrias, ocasionando situaciones de aislamiento poblacional, por lo que cabe pensar que el gran número de presas que existen en la red hidrográfica de la CAPV ha contribuido de forma notable a la fragmentación de sus poblaciones. Otro factor que ha contribuido de manera importante a disminuir, e incluso extinguir poblaciones extremadamente rarificadas, ha sido la persecución directa. En la CAPV no se tiene constancia del número de capturas, pero la nutria se ha cazado 87 de forma regular hasta 1970 y probablemente esta actividad ha sido hasta mediados del siglo XX la principal causa del declive de la especie, siendo después relegada a un segundo plano por la alteración del hábitat, fáctor éste que acabó con las nutrias y su caza en gran parte del territorio. Finalmente cabe mencionar que la nutria ha sido considerada como una especie altamente sensible a las molestias humanas, entendiendo como tales la mera presencia continuada de gente en el entorno de los ríos, hasta llegar a considerarse en algún caso a este factor como el principal responsable de su desaparición. No obstante, cabe pensar que las molestias por sí solas raramente son un factor determinante para explicar la ausencia permanente de la especie, si bien sí se ha relacionado la ausencia temporal con molestias producidas en la época de pesca y en los meses de verano, dos momentos del año en que los ríos gozan de abundante concurrencia. No se han señalado epizootias en la nutria, aunque tampoco se han realizado estudios al respecto. Mención aparte merece la enfermedad aleutiana. Recientemente se ha detectado la presencia del virus de esta enfermedad en la nutria, siendo el posible origen de la infección las granjas de visón americano y los posibles vectores de propagación los animales que regularmente escapan de estas granjas y consiguen asilvestrarse. Se desconoce el efecto que esta enfermedad puede tener sobre la nutria, pero podría actuar como un factor más de los que están propiciando su rarefacción. Aptitud de los ríos del Parque para albergar poblaciones de nutria La nutria vive de forma sedentaria en todo tipo de ambientes acuáticos continentales desde el nivel del mar hasta los 2400 m. Su presencia se ve muy condicionada por la disponibilidad de alimento. Las densidades reportadas oscilan entre 0.05 y 1.0 ejemplares/km de río, es una especie solitaria y precisa de amplios territorios, generalmente de decenas de kilómetros (Ruiz-Olmo 2002). En función de esta descripción podemos restringir el área de distribución potencial de la especie en el Parque a los cauces principales de las cuencas del Urumea (Urumea, Añarbe y Epele) y del Bidasoa (Bidasoa y Endara). En estos ríos, tanto en sus tramos navarros como en gran parte de los guipuzcoanos, la baja densidad de población humana y el uso predominantemente forestal de las márgenes han permitido que las riberas presenten en muchos tramos 88 un buen estado de conservación y que la calidad de las aguas sea relativamente alta. Sin embargo las condiciones naturales de este escenario, en principio favorable para la nutria, han sido notablemente modificadas por el intenso aprovechamiento hidroeléctrico al que han sido sometidas ambas cuencas desde hace décadas. Las minicentrales hidroeléctricas modifican las condiciones naturales del ecosistema fluvial generando tres nuevas situaciones: un tramo remansado por efecto del azud que se extiende unas decenas o cientos de metros en función de la pendiente por la que discurre el río, un tramo al que se le retira una parte del agua que debería circular por él (estos tramos alcanzan en ocasiones longitudes de varios kilómetros) y un tramo en el que se restituye el agua derivada, bien una vez aprovechada en la central o bien en derrames o aliviaderos de los canales de derivación. Hay que señalar que estas alteraciones, que en principio cabría de calificar como de espaciales, están sujetas a una variación temporal (con ciclos que en ocasiones llegan a ser diarios) que confiere al sistema una gran inestabilidad. En el tramo remansado, aguas arriba del azud, son más evidentes las alteraciones relacionadas con el cambio de la velocidad de la corriente y el incremento de la profundidad. Estos cambios originan una sustitución del sustrato predominante, aumentando la fracción más fina y como consecuencia modificando la comunidad del bentos. Estudios realizados en Galicia por investigadores del Laboratorio de Hidrobiología de la Universidad de Santiago señalan que en este tramo se reduce significativamente la riqueza taxonómica de dicha comunidad (entre el 30 y el 90%). De igual modo, la diversidad se vería afectada en este tramo con disminuciones que oscilan entre un 30 y un 70%. Observan también estos investigadores como las especiales condiciones que se crean al disminuir la velocidad de flujo hacen que la estructura de la comunidad del bentos sea diferente de la del resto del río, disminuyendo la biomasa biológicamente soportable en función de la energía que el bentos suministra para el mantenimiento de poblaciones de salmónidos. En el tramo derivado la magnitud de la afección sobre el bentos y la fauna piscícola, de igual signo que en el tramo superior a la presa, varía en función de la cantidad de caudal detraido por cada minicentral, llegando en algunos casos a quedar seco total o parcialmente dicho tramo. En los últimos años se tiene constancia de este tipo de sucesos (derivación total del caudal) en algunos tramos de los ríos Añarbe y Urumea. 89 Con objeto de evitar el uso abusivo del agua, los Organismos de cuenca, en las concesiones y autorizaciones que otorguen, deben garantizar los caudales ecológicos o demandas ambientales previstas en la planificación hidrológica (Ley 46/1999, de 13 de diciembre). De este modo el Plan Hidrológico Norte III (Real Decreto 1664/1998, de 24 de julio) determina que el caudal mínimo medioambiental a circular en el cauce no será inferior a un décimo del caudal medio interanual, con un mínimo de 50 litros/segundo en ríos con caudales permanentes todo el año, o la totalidad del caudal natural fluyente, si este fuese menor a un décimo o a 50 litros/segundo. Pero en la práctica, independientemente del organismo que calcule el caudal ecológico, no se realizan estudios específicos para garantizar en cada tramo de río la integridad ecológica del ecosistema fluvial y los valores asignados suelen coincidir con el 10% del caudal medio interanual (valor ajustado a la legalidad, pero sin duda insuficiente en todos los casos). De este modo se producen situaciones inverosímiles, como por ejemplo el hecho de que el río Añarbe tenga asignado en cabecera un caudal ecológico de 160 litros/segundo o que este parámetro en el arroyo Penadegi se haya estimado en 85 litros/segundo. El aprovechamiento de estas concesiones al límite de lo permitido conlleva en ocasiones que podamos hablar de afección total al detenerse por completo los procesos ecológicos característicos del ecosistema fluvial en determinados tramos. En relación con estas consideraciones sobre el caudal ecológico, Cobo (2000) señala que la evolución de las técnicas de gestión medioambiental, y entre ellas la metodología para establecer caudales ecológicos, ha ido mucho mas rápido que la valoración de su eficacia. Por regla general los métodos comúnmente empleados en lo que a caudales se refiere no contemplan, en sus planteamientos teórico prácticos, una concepción holística del funcionamiento de los ecosistemas lóticos, ni siquiera, y más concretamente, consideran los requerimientos ecológicos de la fauna invertebrada. Cuando sobreviene una perturbación en el medio, tiene lugar un profundo trastorno en la estructura de las poblaciones, que se manifiesta por un cambio en la dominancia relativa de las especies, acompañado de sustituciones de la fauna y flora, pudiendo en casos extremos llegar a la desaparición completa de la biocenosis. El estudio de las comunidades bénticas es una parte fundamental de cualquier trabajo relacionado con la potencialidad biológica del medio acuático, ya que es la principal fuente de alimento de las comunidades ícticas. Así pues, la 90 composición faunística de estas comunidades y su biomasa son datos a tener en cuenta en la correcta gestión de los recursos hídricos. Es preciso no olvidar que la composición y abundancia de las comunidades de invertebrados bénticos son el resultado de la interconexión de un gran número de factores bióticos y abióticos que intervienen en los procesos ecológicos. Es precisamente esta complejidad, representada por la heterogeneidad espacial y la diversidad biológica de los ecosistemas fluviales, la que asegura su estabilidad, de forma que a medida que se reducen las interacciones, por empobrecimiento en especies o por la alteración de las características mesológicas, el sistema se simplifica, se hace progresivamente más inestable y queda a merced de ulteriores perturbaciones, que serian fácilmente amortiguadas en condiciones normales, pero que en esa situación de pérdida de integridad ecológica, vencen la capacidad de homeostasis del ecosistema originando alteraciones en muchos casos irreversibles. Es esencial por tanto mantener esta complejidad estructural dentro de unos límites biológicamente aceptables, que aseguren la capacidad de asimilación del ecosistema, con una calidad ambiental mínimamente exigible. Los estudios e informes sobre los impactos que la regulación de caudal causan al ecosistema fluvial suelen mostrar graves imprecisiones en el análisis de aquellos efectos en los que su magnitud no es valorada en la escala temporal. Las alteraciones producidas por las variaciones del flujo, de su intensidad y de su ritmicidad sobre las comunidades de macroinvertebrados y sus repercusiones en el funcionamiento global del río son precisamente las peor estudiadas y ponderadas, a pesar de ser las de mayor repercusión y persistencia. Son muchos los métodos empleados para proponer los caudales mínimos, así como las disposiciones legales al respecto, e independientemente de las ventajas que posean o de las objeciones que puedan hacérseles es necesario poner de manifiesto que tanto lo cálculos clásicos (Q347,Tennant, perímetro mojado) como los más sofisticados (IFIM, lnstream Flow Incremental Methodology; PHABSIM, Physical Habitat Simulation o muchas de sus numerosas variantes), dependen fundamentalmente y en general, de datos básicos de buena calidad sobre todos los componentes del ecosistema, datos de los que, lamentablemente, carecen una buena parte de las estimaciones más frecuentes. Se refiere concretamente este autor a la ausencia de "curvas de preferencia" elaboradas por biólogos especialistas en Zoología de los grupos de macroinvertebrados, y que habitualmente son sustituidas por curvas relativas a 91 especies de peces con amplios intervalos de respuesta ante los diferentes valores que pueden tomar las variables consideradas. Un problema añadido radica en el hecho de la no linearidad de las relaciones entre las variables físicas y bióticas, problema que usualmente se pasa por alto en tales determinaciones. Las ausencias más evidentes además, son las referentes a los aspectos que determinan la distribución de los organismos y el funcionamiento del ecosistema. Desde el punto de vista biológico, las comunidades acuáticas soportan, como característica propia de nuestros ríos, marcadas oscilaciones ambientales cuyos valores extremos, especialmente durante el estiaje, marcan los límites de tolerancia de su organización ecológica. Para interpretar correctamente este fenómeno y estimar en qué proporción podría afectar la persistencia o el agravamiento de estas situaciones límite a todo el ecosistema, o más concretamente a las poblaciones ícticas que se desea mantener dentro de unos límites aceptables, hay que tener en cuenta que, en el medio natural, para una variable determinada (alimento, refugio, temperatura, etc.) las especies no establecen con ellas relaciones lineares sino unimodales, es decir la especie es más abundante en condiciones ambientales óptimas y menos frecuente con valores limitantes o críticos del factor, de forma que la desaparición completa y repentina, puede producirse aunque aparentemente la reducción del recurso no sea total. Dicho de otro modo, a cada caudal que podamos establecer como caudal mínimo dentro de las posibilidades que nos proporcionan los distintos criterios que nos hubieran llevado a su establecimiento, le corresponde una comunidad biótica particular estructurada de una manera precisa, pero de todas estas biocenosis posibles, únicamente presentan un grado aceptable de similitud con las preexistentes un número muy reducido de ellas, mientras que otras, la mayoría, nada tienen que ver con las poblaciones naturales originales, a pesar de que para el observador no experto puedan parecerle comunidades bien organizadas, pero que desgraciadamente se muestran especialmente vulnerables ante un estudio en profundidad. De la elección adecuada de las condiciones mínimas exigibles a estas comunidades depende la correcta gestión de los recursos naturales que ofrece el río y el éxito de las medidas de compensación o corrección de los impactos ambientales. 92 En cuanto a los tramos en donde se restituye el agua derivada, en ríos gallegos se ha observado como dicha restitución supone una atenuación de los factores que desestabilizan la comunidad del bentos, si bien las fluctuaciones bruscas del caudal elevan el grado de contingencia de las condiciones ambientales lo que compromete, en función de la magnitud de las oscilaciones, el desarrollo de poblaciones estables. De esta manera, no se observan síntomas de recuperación importante de los parámetros estudiados (riqueza, diversidad), que se mantienen dentro del rango de variación del tramo derivado. En nuestro caso los ríos Añarbe y Urumea se encuentran alterados en la práctica totalidad de su recorrido por el Parque ya que presas y centrales se suceden de forma concatenada (figura 4). De igual modo, el Bidasoa penetra en Gipuzkoa dejando atrás una sucesión continuada de presas y tramos derivados que se extienden a lo largo de todo su recorrido (en los 33 km finales se levantan 9 presas de entre 4 y 7 metros de coronación). Es oportuno señalar que el caudal medio del Bidasoa (28.7 m3/s) dobla al del Urumea (13.6 m3/s) por lo que cabe esperar que alteraciones de caudal ocasionadas por usos de magnitud semejante tengan un menor impacto sobre las comunidades vegetales y animales que alberga el primero. En función de las consideraciones expuestas las minicentrales ejercerían un efecto negativo sobre las nutrias al producirse una disminución de la disponibilidad de alimento en los tramos afectados y al suponer algunas presas un obstáculo infranqueable. Estas circunstancias han de ser sin duda determinantes de la ausencia de nutria en el Urumea, en donde al tamaño de las presas hay que unir episodios de reducción extrema de caudal. Circunstancia esta última que se repite con relativa frecuencia en el río Añarbe en todo su recorrido por territorio guipuzcoano. Mención aparte merece el embalse de Añarbe que impide sin duda el tránsito de animales por el corredor fluvial, debido a las dimensiones de la presa y al perfil y falta de cobertura vegetal de sus márgenes en la mayor parte de su recorrido. En cuanto al tramo guipuzcoano del río Bidasoa sus condiciones no deberían ser obstáculo para la presencia de la nutria, siempre y cuando las condiciones del tramo navarro lo permitan. Hay que señalar que, en el tramo de este río que discurre por el Parque, la orilla guipuzcoana está notablemente más degradada que la francesa. Esta última cuenta con una cobertura arbustiva y arborea excelentes. Por 93 contra en la orilla guipuzcoana se suceden una utilización ganadera abusiva que lleva el borde de los prados hasta la orilla del agua, el uso de la ribera como cargadero de madera lo cual genera una notable inestabilidad al producirse desprendimientos y un aporte continuo de residuos y el uso recreativo (piragüismo) que supone la presencia regular de personas en el cauce y un progresivo deterioro de la orilla al haberse ido acondicionando en los últimos años la zona de acceso al tramo utilizado para remar. En cuanto a la regata Endara, dadas sus reducidas dimensiones, su utilización por la nutria dependerá de las condiciones que pueda ofrecer el cauce principal de la cuenca. Señalar a modo de conclusión que la aptitud de los ríos del Parque no es buena para albergar nutrias y que únicamente el Bidasoa reune actualmente condiciones para ser ocasionalmente visitado por algún ejemplar. El visón europeo Distribución histórica: Esta especie, que ocupó hasta mediados del siglo XIX gran parte de Europa continental, ha visto reducida su área de distribución actual a tres núcleos. Un núcleo nororiental formado por las poblaciones de visones que habitan en Estonia, Rusia y Bielorrusia. Un núcleo suroriental en el este de Rumania. Y un núcleo suroccidental en el que las poblaciones de visón ocupan algunos cursos y masas de agua de los departamentos: Pyrénées Atlantiques, Landes, Gers, Gironde, Lot-etGaronne, Dordogne, Charente-Maritime, Charente, y las comunidades autónomas: País Vasco, Navarra, La Rioja y Castilla y León. En la CAPV está presente en los tres territorios históricos. Observaciones recientes (1999-2003) sitúan a esta especie en las cuencas de los ríos Cadagua, Ibaizabal, Nervión, Oka, Lea, Artibai, Deba, Urola, Oria, Bidasoa, Omecillo, Zadorra, Inglares, Ega y Ebro (González-Esteban et al 2001, Tragsa 2001) (figura 5). Desde mediados del siglo XIX la especie ha sufrido un acusado declive que ha llevado a considerarla extinta en la mayor parte de los paises europeos. Se estima que en la actualidad su área de distribución ha quedado reducida a un 20% del área original. En el núcleo suroccidental se encuentra bien documentada la 94 reducción experimentada en Francia, en donde en el último siglo habría perdido un 75% del área original. Desde su primera mención a mediados del siglo XX se conoce su presencia en los tres territorios históricos en las principales cuencas (Ibaizabal, Deba, Oria, Zadorra). Sin embargo, la escasez de registros continuados en el tiempo no permite analizar con precisión la evolución que ha sufrido la distribución de la especie en la CAPV. Únicamente en el río Zadorra se dispone de un conjunto de observaciones que permiten afirmar que la especie ha mantenido su presencia en el tramo medio desde mediados del siglo XX, habiendo desaparecido de este tramo en fechas muy recientes (1990-95). De igual modo cabe destacar su ausencia de los tramos medios y bajos de los ríos Oria, Deba e Ibaizabal en donde se recogieron las primeras citas para la especie en la Península. Distribucion actual en el Parque: En los ríos del Parque no se dispone de observaciones recientes de esta especie. Sin embargo la captura de algunos ejemplares en los tramos navarros del Urumea (en las proximidades de la localidad de Goizueta) y del Bidasoa (en las proximidades de la localidad de Bera) en las últimas pospecciones realizadas en Navarra y en el conjunto del Estado (Gosálbez et al. 1995, Tragsa 2001), así como el hallazgo en los últimos años (1998, 1999) de algunos ejemplares atropellados junto al Bidasoa en territorio navarro, permiten suponer que ambas cuencas cuentan con la presencia estable de la especie y que los tramos de los cauces principales que discurren por el Parque pueden estar siendo frecuentados por algunos ejemplares. Factores de amenaza Al igual que la nutria el visón europeo desarrolla todo su ciclo vital en el ecosistema fluvial por lo que es posible achacar a la alteración de sus condiciones naturales el acusado declive que la especie ha experimentado en los últimos años en todo su área de distribución. Los primeros factores que propiciaron la rarefacción de la especie en la CAPV fueron la contaminación de las aguas por vertidos urbanos e industriales y la alteración de cauces y márgenes de los ríos mediante la ocupación de éstos por 95 edificaciones e infraestructuras, o bien mediante dragados y canalizaciones. Estas afecciones alcanzan su mayor grado de incidencia en los cauces principales de todas las cuencas, especialmente en la vertiente atlántica en donde la abrupta orografía propicia que se de una alta densidad urbana e industrial en los fondos de valle. Así podemos encontrar grandes tramos profunda e irreversiblemente alterados en los ríos Cadagua, Nervión, Ibaizabal, Deba, Urola, Oria y Urumea. En la vertiente mediterránea es especialmente notable la contaminación de los ríos Ebro (en todo su recorrido) y Zadorra (aguas abajo de Vitoria), pero ambos conservan amplios tramos con la vegetación de ribera poco alterada, haciendo posible la persistencia de poblaciones de visón europeo. El efecto que como factor limitante ejerce la contaminación de las aguas ha sido en ocasiones cuestionado al afirmar que la presencia de visones en tramos notablemente contaminados evidencia un cierto grado de tolerancia. No obstante, cabe pensar, a falta de información específica al respecto, que la contaminación de las aguas, ya sea orgánica o inorgánica, disminuye la productividad del ecosistema fluvial y ha de afectar negativamente a un consumidor secundario, como es el visón europeo. Además de la contaminación, la pérdida de calidad del medio fluvial está ocasionada por las modificaciones hidrológicas que producen las derivaciones para uso hidroeléctrico y las detracciones para riego. En el apartado referido a la nutria se ha comentado en detalle la afección producida por estos usos. Una alteración biológica, la incorporación del visón americano al medio fluvial vasco, se perfila como un importante factor de amenaza. El visón americano llegó a Europa entre los años 1920 y 1930. A Francia en 1926 y en 1958 se instaló la primera granja peletera de esta especie en el estado español. Actualmente es un animal común en estado silvestre en gran parte de Europa, lo que evidencia su gran capacidad colonizadora. El impacto negativo que sobre las poblaciones de visón europeo se atribuye a esta especie se ha explicado mediante la existencia de exclusión competitiva. El visón americano es más grande y prolífico que el visón europeo y las dos especies tienen nichos prácticamente idénticos, por lo que su coincidencia en un mismo lugar debería conducir a la exclusión del segundo. Sin embargo es oportuno señalar que el visón europeo había comenzado a rarificarse y desaparecer de ciertos paises antes de la llegada del visón americano. 96 Posiblemente la introducción de este animal ha acelerado la rarefacción de la especie europea pero no la ha provocado. La incorporación del visón americano a la fauna silvestre de la CAPV se produce cuando en torno a 1980 se instalan las primeras granjas. La escasa viabilidad de la mayor parte de ellas hizo que desaparecieran a principios de los 90, manteniéndose hoy activas únicamente dos (una en el municipio de Mutriku y otra en el municipio de Getaria, ambas en el Territorio Histórico de Gipuzkoa). A diferencia de lo ocurrido en otras comunidades autónomas (Galicia, Castilla-León, Cataluña) las fugas de animales que inevitablemente se producen en estas dos explotaciones no han originado poblaciones estables y abundantes. El éxito de la implantación de esta especie se ha vinculado a que el grupo fundador esté constituido por un número de individuos suficientemente elevado, producto de una suelta o de una fuga masiva, suceso éste del que no se tiene noticia hasta la fecha en la CAPV. Actualmente en la CAPV, tan solo en las cuencas de los ríos Zadorra y Baias se encuentran poblaciones estables de visón americano. De confirmarse el efecto negativo del americano sobre el europeo, esta podría ser una de las causas de la desaparición de este último en el tramo medio del Zadorra y de su ausencia en el Baias. En el Estado existen poblaciones asilvestradas en Galicia, Cataluña, Aragón, Castilla-León, Castilla-La Mancha y Madrid, habiéndose constatado su expansión en los últimos 20 años. Recientemente se ha observado la presencia de visón americano en el sur de Francia, en el departamento Pyrénées Atlantiques, y en el norte de Navarra, por lo que se puede hablar hoy de la existencia de dos zonas de contacto entre las áreas de distribución de ambas especies de visones: una en Burgos y la ya mencionada en el norte de Navarra. De continuar su ritmo de expansión el visón americano colonizará en pocos años los ríos en los que aún habita el visón europeo. En el Parque el río Bidasoa podría actuar como via de entrada del visón americano. Se ha especulado con la posibilidad de que una enfermedad no identificada sea la causante de la regresión sufrida por la especie en Francia. En el caso de la población ibérica de visón europeo la evolución que ha sufrido su distribución, según 97 se desprende de las distintas recopilaciones publicadas no sugiere que haya sufrido en los últimos 50 años epizootia alguna. Mención aparte merece la enfermedad aleutiana. Recientemente se han detectado visones europeos seropositivos en Álava, siendo el posible origen de la infección las granjas de visón americano hoy ya inactivas. Se atribuye a esta enfermedad una mortalidad directa baja, por lo que cabe señalar a esta enfermedad como uno más de los factores que pueden estar contribuyendo a la rarefacción del visón europeo. Aptitud de los ríos del Parque para albergar poblaciones de visón europeo El visón europeo vive de forma sedentaria en cursos de agua, lagos, embalses, marismas y terrenos pantanosos en los que las riberas están recubiertas de vegetación densa. A diferencia del visón americano no se han encontrado visones viviendo en la costa. Este animal presenta una dieta carnívora oportunista basada en vertebrados que captura en el agua y en las riberas de las masas de agua que habita. Las hembras adultas ocupan pequeños tramos fluviales (1-2 km) contíguos y sin solapamiento por los que muestran gran fidelidad a lo largo de todo el año. Los machos deambulan por tramos de río mucho mayores (en ocasiones de longitud superior a los 10 km), que contienen a los territorios de las hembras, sin mostrar persistencia en la ocupación de una zona concreta del río, por lo que las áreas de campeo de varios machos pueden solaparse ampliamente. En ríos con poblaciones prósperas se han registrado densidades de entre 5 y 12 individuos cada 10 km de tramo fluvial y en poblaciones en declive se han observado densidades de 0,5-2 individuos cada 10 km. En función de esta descripción toda la red hidrográfica del Parque, salvo las zonas de cabecera en las que las cadenas tróficas tienden a ser cortas y poco productivas, podría considerarse como área de distribución potencial para la especie. Al igual que en el caso ya comentado de la nutria los problemas derivados del aprovechamiento hidroeléctrico condicionan la capacidad de los ríos para el establecimiento de los visones. No obstante su menor tamaño (los machos apenas alcanzan un peso de 900 gramos) y el amplio espectro de su dieta deberían hacer posible que en los ríos del Parque hubiese una pequeña población de visones de forma estable. Circunstancia que actualmente no se da. Como ya se ha comentado, las observaciones disponibles permiten únicamente suponer que en determinadas 98 épocas del año podemos contar en el Parque con la presencia de algunos dispersores provenientes de la población navarra. En la red hidrográfica del Parque y su entorno destaca el corredor fluvial formado por los ríos Urumea, Epele, Ursoko y Urruzuno, en donde la baja densidad de población, la calidad del agua, el mantenimiento de la vegetación de ribera en gran parte de los tramos y el hecho de que en la parte navarra de la cuenca existan visones, hacen difícil explicar la ausencia estable de la especie. El tramo del Bidasoa en el Parque merece igual consideración, dado que cuenta con fuentes de alimentación, escasa presencia humana y existe una población de visones en la parte superior de la cuenca. Sin embargo cabe destacar, como ya se comentó en el caso de la nutria, el notable deterioro de algunos tramos de la orilla guipuzcoana de este río, que no obstante se ve mitigado por el excelente estado de la cobertura vegetal arbustiva y arbórea de la francesa. En la cuenca del Oiartzun los arroyos Sarobe, Karrika, Tornola y Arditurri cuentan con condiciones favorables para la especie y junto con el río Oiartzun forman un corredor relativamente extenso (de aproximadamente 20 km), que, no obstante, presenta algunos "puntos negros" en las travesías de las localidades de Iturriotz, Altzibar, Oiartzun y Ugaldetxo, en donde la contaminación del agua, las ocupaciones del cauce, los encauzamientos, la eliminación de la vegetación ribereña y la presencia continua de perros en el cauce pueden condicionar negativamente la presencia de la especie. Cabe añadir que se desconocen las características del comportamiento dispersivo del visón europeo, por lo que resulta difícil valorar si el aislamiento geográfico de esta cuenca con respecto a sus cuencas vecinas impide la llegada de dispersores. Sin embargo dos observaciones de visones europeos en el sur de Navarra en zonas extremadamente secas, a 5 y 6 km del río más cercano, permiten suponer que la especie es capaz de realizar desplazamientos dispersores por zonas aparentemente desfavorables, y por tanto entra dentro de lo posible el que alcancen la cuenca del Oiartzun desde el Bidasoa o el Urumea. 99 El desmán Distribución histórica: El desmán es un endemismo europeo presente en la Península Ibérica en la mayor parte de los ríos de la región Eurosiberiana y mitad norte de Portugal. Se encuentra también en algunos tramos fluviales asociados a los sistemas montañosos Ibérico y Central. En Francia ocupa los ríos que discurren por la vertiente norte de los Pirineos (Mitchell-Jones et al 1999). Muestra una distribución fragmentada en todo su área de distribución (Nores et al 1992), producto de un temprano aislamiento geográfico por causas naturales, como evidencian las diferencias morfológicas que muestran las distintas poblaciones (González-Esteban et al 1999), y acentuado muy recientemente por la degradación del ecosistema fluvial. En la CAPV se tiene constancia de su presencia en los últimos 20 años en los ríos Endara, Oiartzun, Urumea, Leitzaran, Agauntza, Berroci y Ayuda (figura 6) a través de la recopilación de capturas esporádicas en los muestreos de peces y cangrejos que las diputaciones forales realizan periódicamente y de hallazgos de animales muertos en los canales de las minicentrales hidroeléctricas. Recientemente (año 2001), la primera prospección estandarizada realizada en la CAPV mediante trampeo (González-Esteban y Villate 2001 a) únicamente pudo confirmar su presencia en los ríos Amundarain, Aia-Iturrieta y Leitzaran (figura 6). Distribución actual en el Parque: El desmán se encuentra presente en el Parque en el río Añarbe y muy probablemente en algunos tramos de la cuenca del Oiartzun que aun conservan características idóneas para los desmanes: en los arroyos Karrika, Tornola y Penadegi (figura 7). Factores de amenaza El desmán mantiene aún poblaciones estables en gran parte de los ríos de Cantabria, Burgos, La Rioja y Navarra, por lo que cabe suponer que en el primer tercio del siglo XX, antes de que se produjese el notable crecimiento demográfico e industrial que experimentó la CAPV, todos los ríos vascos contaran con desmanes. 100 El desmán se alimenta de macroinvertebrados bentónicos, principalmente de efemerópteros, plecópteros y tricópteros (Castién y Gosálbez 1995). Estudios sobre su comportamiento han revelado que a pesar de que se encuentran bien adaptados al medio acuático (pelaje, hocico, uñas, forma hidrodinámica) no capturan su alimento de forma eficiente y únicamente pueden sobrevivir en aquellos ríos que disponen de una comunidad bentónica rica, diversa y en la que abunden las presas grandes (Richard 1985), condiciones éstas que solo se dan en el curso alto de ríos con un estado de conservación excelente. Por ello todos los usos y actividades que ocasionen (al menos) la disminución del alimento disponible (contaminación del agua, tanto orgánica como inorgánica, detracciones de caudal, modificaciones de la interfase tierra-agua) condicionan la supervivencia del desmán. No es de extrañar por tanto que las fuertes modificaciones que sufrieron los ríos vascos en el transcurso de los dos tercios finales del siglo XX condujeran primero a la fragmentación de sus poblaciones y después a la desaparición de la especie de gran parte de la red hidrográfica. El desmán es especialmente sensible a las modificaciones hidrológicas que producen las detracciones de caudal para aprovechamiento hidroeléctrico, ya que a la disminución de la disponibilidad de alimento asociada a esta actividad (ya detallada al comentar este tipo de afecciones en el caso de la nutria), se unen las continuas variaciones en el nivel del agua, lo que conlleva una inestabilidad permanente en las orillas incompatible con la estrategia de uso del espacio del desmán. Éste es un animal sedentario, relativamente longevo para su tamaño (supera generalmente los 3-4 años de edad, González-Esteban et al. 2002), que mantiene una gran fidelidad por su territorio y por los nidos que ocupa (siempre situados en la orilla). Los buenos lugares para situar el nido son un recurso muy escaso, dado que deben ofrecer al desmán la posibilidad de acceso y reposo seguros. El hecho de que los mismos nidos sean ocupados por sucesivas generaciones de desmanes en un mismo tramo de río evidencia la importancia de este recurso. Las variaciones del nivel del agua asociadas a los embalsamientos, detracciones y restituciones que realizan las minicentrales provocan que dicho recurso sea aún más escaso e incluso inexistente en todo el tramo afectado. De este modo el aprovechamiento hidroeléctrico, a través de la disminución de la disponibilidad de alimento y de refugio, conduce a la desaparición del desmán, 101 independientemente de que en el tramo afectado el agua presente unos parámetros de calidad excelentes o de que la vegetación ribereña esté bien conservada. Cabe señalar también el peligro que suponen los canales de derivación de las minicentrales, algunos de los cuales alcanzan longitudes de varios kilómetros. Las rejas que impiden el acceso de los materiales que arrastra el agua, tanto al canal de derivación como a la cámara de carga, no impiden el paso de los desmanes y estos acaban muriendo de hambre en los canales, muriendo al salir de dichos canales y no poder regresar al río o muriendo al ser turbinados. Es difícil evaluar la importancia de la mortalidad que pueden llegar a producir estas estructuras sobre una población, únicamente podemos asegurar que estas muertes se producen: existe constancia de al menos dos desmanes muertos en las centrales del Parque (uno en la central de Mendaratz y otro en la de Portuberri). Por último mencionar como factor de amenaza la pesca furtiva mediante artes prohibidas (nasas, butrones, trasmallos), actividad que aún se realiza con asiduidad en determinados ríos en la CAPV y que ha debido ocasionar la muerte de muchos desmanes, dada la facilidad con que estos animales son capturados por dichos aparatos. Es necesario señalar que la densidad de las poblaciones de desmán es relativamente baja (entre 3 y 5 animales / km), por lo que cualquier circunstancia que reste efectivos a las aisladas y pequeñas poblaciones que hoy subsisten ha de ser considerado como un grave factor de amenaza. Aptitud de los ríos del Parque para albergar poblaciones de desmán Se considera que, de modo general, los factores que limitan su presencia son la pendiente (el desmán estaría presente en tramos con pendiente superior a los 10 m/km), la velocidad de la corriente (por encima de 0.2 m/s), el caudal mínimo estival (por encima de 200 l/s) y su regularidad (Nores et al. 1992). De este modo podemos restringir el área de distribución potencial de la especie en el Parque al tramo del río Añarbe que se encuentra aguas arriba del embalse y a los arroyos Epele, Ursoko, Karrika, Tornola, Penadegi, Arditurri y Endara. En la cuenca del Urumea existen dos poblaciones de desmanes aisladas irreversiblemente por el embalse de Añarbe. Una de ellas en la parte alta del Urumea en territorio navarro y la otra en el río Añarbe y en las regatas Elama y Urdallus. La primera población encuentra, aguas abajo de la localidad de Goizueta, 102 la barrera natural de unas características morfológicas del río (en cuanto a pendiente y velocidad del agua) poco propicias para los desmanes. Si a esta circunstancia le unimos el hecho de que en el tramo guipuzcoano (desde la confluencia con el Añarbe hasta la confluencia con el Epele, 14 km) existen 6 presas y 6 tramos derivados podemos afirmar que las regatas Epele y Ursoko están aisladas de los tramos de la parte alta de la cuenca y la ausencia de desmanes en ellas está plenamente justificada. Ambas regatas cuentan con una buena calidad de agua y un buen estado de conservación de las riberas, pero tan solo cuentan con tramos "útiles" para el desmán de aproximadamente 3 km (Epele) y 2 km (Ursoko). Probablemente los pequeños grupos de desmanes que han ido quedando aislados en tramos de buena calidad de hábitat, pero muy pequeños, han ido desapareciendo como producto de la homocigosis y la consiguiente disminución de la tasa reproductora (un tramo de 2 km, en el mejor de los casos, podría contener entre 6 y 10 desmanes). Sin embargo hay que tener en cuenta que, pese a que se conocen bien el comportamiento espacial y los requerimientos ambientales de la especie, no existen estudios acerca del tamaño de población mínima viable y tampoco se conocen las características de sus movimientos dispersivos, por lo que todas estas consideraciones relativas al aislamiento y a la ausencia de los desmanes de determinados tramos deben ser tomadas con relativa cautela. La población estable de desmanes del Añarbe se encuentra aguas arriba de la presa, que situada en Navarra, abastece a la central de Berdabio. Aguas arriba de esta presa se capturaron 7 desmanes en las inmediaciones de la confluencia de las regatas Elama y Urdallus en julio del 2002, y se han recogido excrementos de desmán en ambas regatas en distintas épocas del año. Aguas abajo de la presa no se capturó ningún individuo en el muestreo realizado en el año 2001, ni se hallaron excrementos en las prospecciones realizadas en los años 2001 (julio, diciembre) y 2002 (mayo, agosto), años éstos en los que la escasez de lluvia y las detracciones de caudal para la producción de energía eléctrica provocaron una reducción extrema del caudal circulante en el tramo guipuzcoano, dejando el río prácticamente seco en algunos puntos y por tanto sin posibilidad de ser ocupado por los desmanes. En este río, en marzo de 2003, tras un invierno relativamente lluvioso, el caudal sobrante de las concesiones que ha circulado por el cauce se asemeja al caudal esperable en condiciones naturales en un río de estas características y los desmanes han podido ocupar los tramos que se encuentran aguas abajo de las 103 presas, circunstancia que hemos podido confirmar al encontrar varios acúmulos de excrementos en el tramo que discurre entre las centrales de Berdabio y Okillegi. Este hecho evidencia como la asignación de caudales ecológicos sin contar con estudios científicos rigurosos del ecosistema fluvial (no simplemente hidrológicos), en el que se considere la dinámica de todos sus componentes (abióticos y bióticos), puede poner en peligro una especie animal. Cabe señalar aquí que el desmán se encuentra actualmente en la CAPV en una situación crítica, al borde de la desaparición (González-Esteban y Villate 2001 a), y que todos los especialistas defienden actualmente que este diagnóstico se puede hacer extensivo a todo su área de distribución. En cuanto a los arroyos de la cuenca del Oiartzun, no se tiene constancia reciente de la presencia del desmán en ellos. Pero dado que Karrika, Tornola y Penadegi conservan unas excelentes condiciones en cuanto a calidad de agua y conservación de las márgenes, en los dos primeros se ha abandonado el aprovechamiento hidroeléctrico y forman en su conjunto un corredor relativamente extenso (12 km), cabe pensar que aún cuenten con desmanes, aunque la dificultad de su detección en las últimas prospecciones hace pensar que la población puede estar compuesta por muy pocos individuos. Es oportuno mencionar, que en esta cuenca existen actualmente, orlando las cabeceras de las regatas Karrika, Urdantxabaleta, Penadegi y Martuzenegi, plantaciones forestales "de aprovechamiento prioritario" o "próximas al turno". Es necesario, dado que estas plantaciones se asientan sobre pendientes muy pronunciadas, preservar los lechos de las regatas del aporte de materiales (tierra, arena, grava) que podría originar la extracción de la madera. El aporte de dicho sedimento fino afectaría negativamente a la comunidad de macroinvertebrados bentónicos, reduciendo la disponibilidad de alimento para los desmanes. Por último en la regata Endara, en la que se conocía la presencia de la especie a principios de la década de los 80 (Castién y Mendiola 1985), no se dispone de observaciones recientes de desmán. Para esta regata la construcción del embalse de San Antón (en 1986) ha supuesto una notable modificación de su régimen de caudales. Este se encuentra condicionado por el nivel de llenado del embalse y con el agravante de que en condiciones de llenado parcial el embalse libera agua de fondo con la composición química alterada y cuando el embalse se encuentra lleno aporta agua de la superficie, a través de los aliviaderos, con gran 104 cantidad de algas. Esta última situación se ha producido a mediados de marzo de 2003, encontrándonos con caudal muy bajo, propio de un estiaje severo, aunque el invierno se puede calificar de lluvioso, y con el lecho cubierto de algas en la mayor parte de su superficie, circunstancia ésta que reduce notablemente las poblaciones de los macroinvertebrados de los que el desmán se alimenta. Otro factor negativo para la presencia de desmanes es que la regata se haya aislada de otras regatas de la cuenca del Bidasoa que cuentan con desmanes. Este aislamiento lo provocan las condiciones naturales del río Bidasoa en el tramo donde confluye con el Endara (pendiente < 1 m/10 km, lecho con predominio de sedimiento fino) y se agrava por la concatenación aguas arriba de la confluencia de tramos afectados por el aprovechamiento hidroeléctrico. Por ello, dadas estas condiciones y las reducidas dimensiones del tramo útil para los desmanes (5 km) es poco probable que la regata cuente actualmente con desmanes y es muy difícil que llegue a ser recolonizada de forma natural. 105 Áreas de elevado interés faunístico Dada la fragilidad del ecosistema fluvial y el hecho de que es utilizado como corredor y refugio por un gran número de especies de vertebrados, toda la red hidrográfica del Parque precisa de una especial atención y protección que garantice el mantenimiento de los componentes y procesos propios de este ecosistema. No obstante, cabe destacar como áreas de elevado interés faunístico, en función de su aptitud para albergar poblaciones de nutria, visón europeo y desmán, los siguientes tramos fluviales (figura 8): 1. Arroyo Epele: todo el tramo que discurre por el Parque 2. Arroyo Ursoko: todo el tramo que discurre por el Parque 3. Río Urumea: todo el tramo que discurre por el Parque 4. Río Añarbe: desde su entrada en el Parque hasta el inicio de la cola del embalse en el puente de Urraide 5. Arroyo Karrika: todo el tramo que discurre por el Parque 6. Arroyo Baztela 7. Río Oiartzun: todo el tramo que discurre por el Parque 8. Arroyo Tornola 9. Arroyo Penadegi 10. Arroyo Urdantxabaleta 11. Arroyo Martuzenegi: todo el tramo que discurre por el Parque 12. Arroyo Arditurri 13. Arroyo Endara: todo el tramo que discurre por el Parque 14. Río Bidasoa: todo el tramo que discurre por el Parque 106 Propuesta de actuaciones para recuperar y preservar las condiciones naturales del ecosistema fluvial en el Parque Los requerimientos ecológicos de la nutria, el visón europeo y el desmán permiten afirmar que de lograrse el mantenimiento de poblaciones estables de estas especies en los ríos del Parque se garantizaría la conservación de una gran parte de su biodiversidad característica. El Plan Rector de Uso y Gestión en su apartado "Planificación hidrológica" recoge distintos criterios y actuaciones, orientados a la conservación y recuperación del ecosistema fluvial, que en líneas generales responden a las necesidades que demanda la conservación de las tres especies estudiadas. Sin embargo, para garantizar la efectividad de esas medidas es necesario formular de forma más precisa dichas actuaciones. La nueva información obtenida permite realizar la siguiente propuesta de actuaciones. 1. Realización del deslinde del dominio público hidráulico en toda la red hidrográfica del Parque. Esta es una acción primordial para el control y protección de las márgenes. 2. Revisión de los caudales mínimos ecológicos asignados a las concesiones de agua para aprovechamiento hidroeléctrico. Para ello deberá realizarse un estudio que, contemplando el conjunto de elementos que componen el ecosistema (bióticos y abióticos), determine las necesidades reales de agua para que el río mantenga todas sus funciones y procesos. En el caso de que la actividad de alguna de las minicentrales fuese incompatible con la conservación de la biodiversidad del río, el Órgano Gestor del Parque deberá promover el cese de dicho aprovechamiento. 3. En toda la red hidrográfica del Parque y especialmente en los tramos designados como áreas de especial interés faunístico, el Órgano Gestor del Parque deberá instar a los organismos competentes a que no autoricen nuevos aprovechamientos hidroeléctricos. 107 4. El Órgano Gestor del Parque solicitará la caducidad de las concesiones de aguas en los casos en que se advierta el incumplimiento de las condiciones esenciales o plazos en ellas previstos, o la interrupción permanente de la explotación por un plazo superior a tres años consecutivos. 5. Eliminación de las captaciones de agua ilegales actualmente existentes. Es práctica habitual el aprovechar los canales de derivación de las centrales hidroeléctricas para recoger el agua de todas las pequeñas regatas que cortan a su paso, privando a extensas superficies de terreno de los puntos de agua necesarios para que puedan albergar su biodiversidad característica. Un buen ejemplo lo encontramos en la recogida de aguas que realiza el canal de Domiko en el robledal de Endara (área catalogada en el PRUG como Zona de Reserva). El impacto de estas captaciones llega a reducir de forma notable el agua que circula por el arroyo Urtzan, llegándo éste habitualmente seco al Endara, y priva de puntos de agua corriente a los anfibios de una amplia zona del robledal. 6. Eliminación de la obra civil asociada a concesiones de agua extintas: presas, azudes, derivaciones, canales, tuberías, depósitos y edificios, y de todas aquellas presas y azudes que no cuentan con autorización del organismo competente. 7. Todos los canales de derivación que discurren a cielo abierto por el Parque deberán ser cubiertos, de manera que no constituyan una barrera o trampa para los pequeños vertebrados. 8. Los canales de derivación deberán contar en su inicio con un filtro o rejilla de luz de malla inferior a 13 mm que impida el paso de los desmanes. 9. En los trabajos de extracción de madera de las plantaciones forestales situadas en las márgenes de los tramos fluviales designados como áreas de elevado interés faunístico se tomarán las medidas oportunas para evitar el aporte de materiales finos (tierra, arena, grava) a los cauces. Para ello la saca deberá realizarse sin la construcción de nuevas vías y no se aprovecharán los árboles cuyos pies disten menos de 20 metros de la orilla. 108 10. Seguimiento de las poblaciones de nutria, visón europeo, visón americano y desmán. Se establecerá un sistema de monitoreo que ofrezca información periódica sobre el estado de las poblaciones. Estos sondeos se realizarán con una periodicidad mínima de dos años. 11. Dada la crítica situación en la que se encuentra el desmán del Pirineo en la CAPV, la distribución histórica que esta especie ha mantenido en el Parque y las excepcionales condiciones que aún ofrecen sus ríos y arroyos, es éste un escenario idóneo para realizar trabajos orientados a la recuperación de sus poblaciones. Por ello, en el ámbito de las áreas de elevado interés faunístico designadas en este documento, se diseñará y ejecutará un Plan de Reintroducción y Reforzamiento de las poblaciones de esta especie. Este plan deberá contemplar la cría en cautividad, la reintroducción y el reforzamiento de poblaciones en los ríos y arroyos en que sea posible y preciso, y un programa de seguimiento. 109 Figura 1. Red fluvial del Parque Natural de Aiako Harria: tramos en rojo (arriba). Tramos prospectados en el presente estudio: en verde (abajo). 110 Figura 2. Distribución de la nutria en la CAPV y provincias limítrofes a partir de la información aportada por los trabajos de Ruiz-Olmo y Delibes (1998), tramos rojos, y Mártinez-Lage y Urra (2000), tramos verdes. 111 30T 1 WP XP 0 9 8 7 6 5 4 3 2 1 VN WN 7 8 9 0 XN 1 2 3 4 5 6 7 8 9 0 Figura 3. Distribución de la nutria en la CAPV en el año 2001 (GonzálezEsteban y Villate 2001 b). En negro: estaciones de muestreo en las que no se encontraron excrementos; en rojo: estaciones con excrementos. 0 112 Figura 4. Afección de las minicentrales hidroeléctricas sobre el tramo del río Urumea que discurre por el Parque Natural de Aiako Harria. En rojo: tramos derivados; en amarillo: tramos remansados por efecto de las presas. 113 Figura 5. Área de distribución actual del visón europeo en la CAPV y Navarra (tramos de color rojo) (a partir de Maizeret et al. 1998, González-Esteban et al. 2001, Tragsa 2001). 114 Figura 6. Distribución de las citas de desmán en la CAPV en el período 1980-1995 (arriba) Distribución de los tramos muestreados mediante trampeo en el año 2001 (González-Esteban y Villate 2001 a) (abajo). En amarillo: muestreos negativos; en rojo: captura de algún desmán. 115 Figura 7. Distribución del desmán en el Parque. En verde se señalan los tramos muestreados en el presente estudio. 116 14 13 7 12 8 9 5 11 1 6 10 2 4 3 0 5 km Figura 8. Áreas de elevado interés faunístico (tramos azules) en función de su aptitud para albergar poblaciones de nutria, visón europeo y desmán. 1. Epele, 2. Ursoko, 3. Urumea, 4. Añarbe, 5.Karrika, 6. Baztela, 7. Oiartzun, 8. Tornola, 9. Penadegi, 10. Urdantxabaleta, 11. Martuzenegi, 12. Arditurri, 13. Endara y 14. Bidasoa. 117 Desmán capturado en el arroyo Elama (afluente del Añarbe) en julio de 2002 y tramo del Añarbe guipuzcoano en el que habitan los desmanes en las épocas en las que el caudal circulante, excedente del aprovechamiento hidroeléctrico, se asemeja al propio de un río de sus características en condiciones naturales. 118 Las presas de las centrales hidroeléctricas modifican sustancialmente las condiciones naturales del río. Aguas arriba de la presa la disminución de la velocidad de la corriente, el incremento de la profundidad y las variaciones del nivel del agua son los responsables de la pérdida de riqueza y diversidad de la comunidad del bentos y de toda la cadena trófica que ésta soporta. En la imagen, presa de la C.H. Santiago (arriba) y de la C.H. Arranbide (abajo), ambas en el río Urumea. 119 Aguas abajo de las presas, en el tramo derivado, la escasez de caudal condiciona negativamente la integridad del ecosistema fluvial. A modo de ejemplo, se observa en la imagen superior como, por efecto de la presa de Penadegi, la mayor parte del arroyo Martuzenegi circula por un estrecho canal. En la imagen inferior se observa el río Urumea 200 m antes de llegar a la C.H Mendaratz. El río presenta, en este tramo derivado, las condiciones propias de la época de estiaje a pesar de que la fotografía está tomada tras un invierno relativamente lluvioso (febrero 2003). 120 Los canales de derivación actuan como trampas para un gran número de especies de vertebrados, entre ellas el desmán. Es necesario colocar estructuras que impidan de manera efectiva el acceso de los animales al canal. Canal de la C.H. Mendaratz (arriba), canal de Domiko (abajo) y toma de agua de la presa de la central de Portuberri (arroyo Penadegi) (centro) provista de una reja inapropiada para impedir el acceso a pequeños vertebrados. Algunas tomas, como la de la presa de Penadegi, no cuentan con filtro alguno. 121 La obra civil asociada a concesiones de agua extintas o a aprovechamientos actualmente inactivos (presas, azudes, canales) afecta negativamente al ecosistema fluvial del Parque, por lo que debería ser eliminada. En las imágenes, la presa de la central de Portuberri (arroyo Penadegi) (arriba), la presa de la central de Galtzaraberri (arroyo Karrika) (abajo, izquierda) y una presa en el tramo final del arroyo Ursoko (abajo, derecha), todas ellas sin uso. 122 Algunos canales de derivación de minicentrales hidroeléctricas recogen el agua de las pequeñas regatas que cortan a su paso, funcionando además como colectores del agua de escorrentía. Este hecho priva a extensas zonas del agua necesaria para el correcto funcionamiento de los ecosistemas. En la imagen, tres tomas de agua en el canal de Domiko a su paso por el robledal de Endara (área que el PRUG reconoce como Zona de Reserva). Estas tomas dejan sin agua al arroyo Urtzan y afectan notablemente a los pequeños vertebrados (principalmente a los anfibios) de gran parte del robledal (fotografías tomadas en marzo de 2003). 123 La construcción en los años 80 del embalse de San Antón ha supuesto la pérdida de las condiciones naturales de la regata Endara y la desaparición de la población de desmanes que allí habitaba. El caudal circulante es exiguo la mayor parte del año y el agua aportada por el embalse a la regata es de baja calidad. En las imágenes, el Endara circula con muy bajo caudal por pequeños canales excavados en el lecho del arroyo (arriba, centro-izquierda, abajo-izquierda). En febrero-marzo de 2003, tras un aporte de agua de la superficie del embalse, gran parte del lecho del arroyo (en todo su recorrido hasta la confluencia con el Bidasoa), incluso las zonas en las que la corriente es mayor, se presenta cubierto de algas (centro-derecha y abajo-derecha), disminuyendo de este modo las condiciones propicias para mantener una comunidad bentónica rica y diversa. 124 El aprovechamiento forestal, en terrenos con elevada pendiente próximos a los ríos, puede ocasionar el aporte de sedimento fino al lecho de éstos, ocasionando la disminución de la calidad del hábitat para la fauna. En la imagen superior trabajos de limpieza de residuos tras una corta "a hecho" en las márgenes del río Añarbe y la regata Okillegi (marzo de 2003). La profusión de pistas y el uso del fuego han destruido el suelo, la cubierta arbustiva y la vegetación arbórea autóctona de las vaguadas, favoreciendo notablemente la erosión. Circunstancia ésta especialmente grave en una cuenca abastecedora de agua potable. En la imagen inferior se observa un ejemplo de malas prácticas agrarias que pone en peligro el ecosistema fluvial (arroyo Zamalbide, cuenca del Oiartzun, febrero 2003). El vertido de purines en las márgenes de un arroyo supondrá un aporte de nutrientes que contribuirá a la eutrofización del agua y a la pérdida de riqueza y diversidad de las comunidades animales. 125 Imágenes que reflejan el deterioro de las márgenes en algunos tramos fluviales del Parque. La ocupación de las márgenes con pequeñas explotaciones agrarias (corral en la orilla del Tornola, cuenca del Oiartzun, marzo de 2003, arriba), el aprovechamiento ganadero del dominio público hidráulico (ribera del Bidasoa, centro, marzo de 2003) y el acondicionamiento como zona de recreo (merendero en la orilla del Tornola, cuenca del Oiartzun, abajo, marzo de 2003) modifican la morfología de las riberas interrumpiendo el corredor natural que ofrece alimento y refugio a un gran número de animales. 126 Otros ejemplos de degradación de las riberas en tramos fluviales del Parque son la limpieza de vegetación (eliminación de la cubierta arbustiva en un tramo de 300 m en la margen derecha del Tornola en el invierno de 2003, imagen superior) y el uso del dominio público hidráulico para usos no autorizados (cargadero de madera en la ribera del Bidasoa, dentro del Parque, que supone un aporte continuo de material y genera inestabilidad en el talud; marzo de 2003; imagen inferior). Estas afecciones, al igual que las referidas en la página anterior, pese a su aparente carácter puntual, suponen la pérdida de una parte significativamente importante del ecosistema fluvial del Parque y dado que éste es el único corredor efectivo de que dispone gran parte de la fauna del Parque, su progresivo deterioro condiciona su supervivencia. 127 Actuaciones de mayor envergadura que las anteriores pueden llegar a suponer la desaparición de la ribera (pista construida sobre la margen derecha del Arditurri, cuenca del Oiartzun; 2003; imagen superior) o incluso del río (tramo final del arroyo Epele, cuenca del Urumea; 2003; imagen inferior). 128 Bibliografía Blas-Aritio, L., 1970. Vida y costumbres de los mustélidos españoles. SPCCPN. Madrid. 221 pp. Blas-Aritio, L., 1978. Informe sobre la distribución de la nutria en España. En: Otters: Proceedings of the first working meeting of the Otter Spec. Group, IUCN. (N. Duplaix ed.), Morges, 140-142. Castién, E., Mendiola, I., 1985. 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