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Hortalizas
Ganan terreno entre los productores de tomates
PLANTAS INJERTADAS, MÁS VIGOROSAS Y
RESISTENTES
¿Plantas vigorosas? ¿Plantas resistentes? ¿Plantas fuertes? El uso de portainjertos es una práctica muy común en los frutales,
pero desde hace unas décadas que su uso se viene extendiendo en cultivos hortícolas, principalmente en el tomate bajo
invernadero. Pero injertar por injertar no tiene sentido si no hay un objetivo claro, afirma el investigador de la Universidad de
Almería, Francisco Camacho. Además, advierte que se debe escoger el portainjerto adecuado para solucionar un determinado
problema y que es necesario transformar las labores culturales dentro del huerto.
Comúnmente se piensa en los portainjertos
como algo novedoso, pero lo cierto es que era
una práctica común entre los egipcios que cultivaban frutales hace más de 4.000 años, un
uso que continúa hasta nuestros días. Mucho
más desconocidos en el sector hortícola, los
primeros datos que se tienen datan de 1917,
cuando en la Universidad de Nara, en Japón,
se trabajó con cucurbitáceas, específicamente
con sandías.
Todo el trabajo que se ha hecho en tomate es
mimético a aquel que se realizó en sandía. Si lo
ponemos en palabras modernas, fue un ‘copiar
y pegar’, de lo que se hizo con Cucurbita maxima
x Cucurbita moschata. Sin embargo, no fue hasta
la década del cincuenta del siglo pasado cuando
ya se comienza a hablar de los portainjertos en
cultivos hortícolas como una técnica eficaz y
que a nivel global se usa cada día más.
¿POR QUÉ SE INJERTAN LAS
HORTALIZAS?
“Injertar por injertar, si el agricultor no se ha
marcado un objetivo productivo o comercial,
no tiene sentido”, afirma Francisco Camacho,
investigador de la Universidad de Almería,
que se ha dedicado más de 30 años al estudio
de portainjertos en cultivos hortícolas. Una de
las principales finalidades de los portainjertos
es permitir la cosecha de aquellas plantas que
son sensibles a determinados problemas de
suelo, fundamentalmente hongos.
Agosto 2015
“Esa planta sensible se puede colocar sobre
un suelo que está infectado por el patógeno,
porque ponemos en contacto con el suelo a
una planta que sí tiene resistencia a ese patógeno”, explica el especialista. De este modo,
se pasa un tipo de manejo totalmente diferente, porque antes sólo se manejaba una planta
y a partir de ahora son dos. Eso es algo que
tienen muy internalizado los productores de
cualquier frutal, ya que comúnmente hablan
de una variedad sobre un determinado portainjerto. Sin embargo, esa diferenciación no
ocurre en las hortalizas, “aunque tarde o temprano se hará”, pronostica Camacho.
Pero, ¿qué sucede con esta interacción? Que
los frutos que se obtienen en la parte aérea
presentan una serie de cambios en relación a
cuando se trabaja con una planta sin injertar.
“Esos cambios hay que realizarlos en el manejo de esa planta injertada para que los frutos
que vendemos tengan las características que
presentaba la planta antes de que fuese injertada, porque eso es lo que demanda el mercado. En caso contrario, no tendría sentido
injertar”, explica el experto español. Por lo
tanto, lo que se verá al injertar serán una serie
de modificaciones a cosecha, por ello es que
se deberá intervenir sobre la planta para que
esas modificaciones sean mínimas.
Otro de los objetivos es tener plantas resistentes
a enfermedades de suelo, y también para elevar
la calidad de aquellos cultivares que son poco
productivos. El mejor ejemplo de esto último es
el tomate Raf que se produce en Almería, por el
cual a cada agricultor se le pagan hasta 5 euros/
kg. Se trata de un tomate de gran sabor, pero es
poco productivo y lo que se hace comúnmente
en Almería es injertarlo para elevar la producción.
Los principales problemas a los que deben
hacer frente los productores de tomate de diferentes zonas del mundo son la verticilosis,
los nematodos y la fusariosis del tomate. Esta
última, sin duda, es la más importante, en
cualquiera de sus dos formas: Fusarium oxysporum f. sp. lycopersici y Fusarium oxysporum f. sp.
radicis lycopersici. Sin embargo, cada una de esas
formas especializadas de Fusarium está dividida en razas y no todos los portainjertos son
resistentes a esas razas.
En Almería se
producen 40
millones de plantas
injertadas de
tomate, en México
esa cifra llega a
los 16 millones y
en Chile a los 8,5
millones.
Gentileza de Rafael Elizondo.
A
lmería salió de la profunda depresión económica y cambió la pobreza
por la riqueza gracias a un sistema
de horticultura intensiva que tenía
(y tiene) al tomate como su principal cultivo. Un modelo que no ha
cesado de hacer profundas transformaciones,
entre las que se incluyen una modernización
de los invernaderos, una fulminante introducción de los abejorros para la polinización,
un drástico cambio hacia el control biológico y una efectiva masificación de las plantas
injertadas. Hoy esta última técnica está generalizada y cada año se producen 40 millones
de plantas injertadas, que se emplean en unas
5.000 ha de tomate. La cifra se eleva a 65 millones si se contabilizan las plantas injertadas
de sandía y melón.
EL MATERIAL VEGETAL DISPONIBLE
La literatura habla de muchos tipos de injertos, pero todo se puede resumir en tres técnicas: La primera se conoce como ‘injerto de
aproximación’ y se basa en la preminencia de
los dos sistemas radiculares a la vez que se
produce el proceso de soldadura del injerto y
fundamentalmente se usan en cucurbitáceas.
La segunda se basa en una técnica que elimina un sistema radicular previo al proceso
de soldadura. “De este modo, se deja el portainjerto y se pone encima la variedad ya sin
raíces y a partir de las heridas en contacto se
produce el prendimiento”, precisa Camacho.
Y la tercera es sin raíces. Es decir, se corta
la raíz de la variedad y la del portainjerto y
a medida que se produce el proceso de soldadura se emite por esa estaca herbácea que
deja un nuevo sistema radicular.
De un punto de vista lógico, en la medida en
que se tienen más raíces la planta podrá sobrevivir mejor a las condiciones limitantes.
En tomate se practica un injerto de empalme
donde lo que se busca es aproximar los cortes
a 45º para que la superficie en contacto sea la
mayor posible.
ADECUACIÓN DE LABORES CULTURALES
AL INJERTO
“El éxito de una planta injertada pasa por
dos condiciones: por obtener una planta
Continúa página 88...
Rafael Elizondo,
Asesor y socio
de consultora
Hortalizas
Protegidas.
Hortalizas
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CHILE, DE LA TIMIDEZ A LA MASIFICACIÓN
Hace quince años ni siquiera se
conocían en Chile. Los portainjertos de
tomates ingresaron tímidamente con
variedades que hoy ya no están en el
mercado. Sin embargo, no tuvieron
éxito. Se producían de manera casi
artesanal y en infraestructuras simples,
que redundó en la calidad de las
plantas, ya que muchas de ellas venían
con problemas bacterianos. Ello hizo
que los productores rechazaran la
técnica, postergando el desarrollo de
la tecnología en el país.
Además, como el bromuro de metilo
siempre ha estado presente en el
cultivo de tomate bajo invernadero, el
incentivo para producir con plantas
injertadas era bajo, “pero en la medida
en que los productores saben que
el bromuro de metilo tienen los días
contados, ha adquirido importancia,
también porque la calidad del material
ha mejorado muchísimo”, explica
Rafael Elizondo, asesor y socio de
la consultora Hortalizas Protegidas,
empresa que trabaja con productores
de Quillota, Limache y Arica.
Así es como se volvieron a introducir en
2009 en Quillota y Limache portainjertos
vigorosos y los más utilizados fueron
Maxifort (Seminis), Emperador
(Rijk Zwan) y Arnold (Syngenta),
especialmente adaptados a ciclos
largos en diversas zonas productoras
del mundo. Sin embargo, en la V Región
se prefieren los ciclos cortos, buscando
siete racimos por eje, a diferencia de
los ciclos largos, que buscan entre 14
a 15 racimos por eje. La idea entonces
era adaptar esos portainjertos de ciclo
largo a ciclo corto. “En vez de tener
dos ejes por plantas, buscábamos
tener 3 o 4 ejes, para hacer los mismos
racimos por eje y reducir los costes de
la planta injertada, aprovechando sus
características de vigor, que permiten
hacer esos ejes extra”, explica Elizondo
sobre un manejo que ha dado buenos
resultados a los productores.
Hoy el uso de plantas injertadas
se ha masificado en Quillota. De
las 1.200 ha que producen en los
dos ciclos de cultivos, unas 450 ha
ya trabajan con plantas injertadas.
Actualmente hay al menos ocho casas
de semillas que ofrecen el material a
los agricultores y los más usados hoy
son King Kong (Rijk Zwan), Emperador
(Rijk Zwan), Armstrong (Syngenta) y
Maxifort (Seminis) y hay planes para
la introducción de nuevos materiales,
como Beaufort un portainjerto de
menor vigor que lanzará próximamente
Seminis. En total, y sólo para Quillota
y Limache se producen 4 millones de
plantas, un 95% para la producción de
tomate de ciclo corto.
- Aparte de vigor, ¿para qué más se
usan en Quillota?
- La razón principal de usar bromuro
de metilo en los años 80 era por
el hongo de suelo Pyrenochaeta
lycopersici, mientras que la presencia
de nematodos estaba acotada a
suelos livianos y cercanos al río,
pero luego el problema se fue
incrementando y hoy están presentes
en toda la zona. Sin embargo, los
portainjertos no son suficientemente
resistentes y los agricultores deben
acompañar su uso con desinfección
con nematicidas específicos o usar
técnicas de biodesinfección. La
otra enfermedad que está presente
y que es muy bien controlada por
los portainjertos es el fusarium de
la corona o Fusarium oxysporum f.
sp. radicis lycopersici. En México
es distinto porque allí se usan
portainjertos resistentes a la Raza 3,
aunque hay una publicación que dice
que desde el año pasado esa raza
estuvo presente en Arica, pero en una
superficie mínima. También se usan
porque son tolerantes a Verticillium
y si bien las plantas manifiestan
sintomatologías, lo pueden soportar,
pero ayudándolas con manejos de
nutrición y bioestimulantes.
- ¿Se seguirán usando?
- El sistema de producción de
tomates en la V Región era bromuro
dependiente, pero como ya no se
puede usar se abre una nueva ventana.
Está la opción química, para aquel que
siga usando planta franca; también
está la alternativa química con el uso
de plantas injertadas, principalmente
por un tema de nematodos; está la
biofumigación de suelo con el uso de
plantas injertadas y también se abre
el cultivo sin suelo, principalmente
en fibra de coco, que ahora tiene un
coste menor y hay algunos agricultores
interesados en incursionar en esa
técnica. Independiente del camino a
seguir, las plantas injertadas se usan
en todas las opciones.
- ¿Cuál es la previsión de
crecimiento en Quillota?
- El próximo año debiésemos llegar al
50% de la superficie cultivada con planta
injertada. Eso irá creciendo porque los
productores, en la medida que vayan
conociendo la tecnología, apostarán
por ella. Creo que se llegará a un 70%
de la superficie y los productores más
pequeños o muy adaptados a planta
franca, seguirán con ella.
- ¿Las plantas injertadas tienen
problemas en los ciclos cortos?
- Hemos visto que tiende a ser menos
precoz en la entrada en producción,
ya que tarda dos semanas más. Si el
agricultor hace dos cultivos, tendría un
mes menos de producción. Para evitar
eso, se está introduciendo el concepto
de las ‘big plants’, en alveolos mucho
más grandes. Es una planta mucho
más desarrollada que entra antes en
floración y con eso se rompe la pérdida
de precocidad. Lo empezamos a usar
este año, siguiendo la experiencia
de Almería y para los agricultores fue
positivo. Hay demanda y yo creo que
seguirá creciendo en la medida de que
los semilleros tengan la capacidad de
producción.
- ¿Qué otras ventajas tienen las ‘big
plants’?
- Los productores pudieron plantar más
tarde y así y todo pudieron obtener
los siete racimos y cosecharon en la
época en que habitualmente cosechan.
Tendrán más fuerza en plantaciones
de épocas más frías, por ejemplo, en
invierno, cuando la entrada en floración
tarda más, ahí serán importante las ‘big
plants’. Además, el agricultor las puede
recibir del semillero y si tiene adaptado
un espacio en su campo, podría
terminar la adaptación de la planta,
teniéndola dos o tres semanas en el
macetero para lograr un arraigamiento
de todo ese volumen para tener una
planta de mayor tamaño y después
establecerla. Además, es una planta
con más vigor y que tiene un estrés
post trasplante muy reducido, por lo
tanto casi no hay pérdidas de plantas.
- ¿Cómo han funcionado el uso de
plantas injertadas en Arica?
- De las casi 900 ha de tomate de
ciclo largo que se producen allí, hay
450 ha con plantas injertadas, es
decir, se emplean 4,5 millones de
plantas. Su uso creció muy fuerte en
5 años porque en 2010 sólo había 5
ha. Con su uso han aumentado los
rendimientos promedio, que eran de
120 ton/ha y hoy llegan a 200 y 250
ton/ha. Allí usan plantas injertadas
principalmente por un tema de
vigor, pero también para el control
de una enfermedad como Fusarium
oxysporum f. sp. radicis lycopersici
y tolerar los nematodos, aunque
insisto en que no es la solución,
porque deben acompañarlos con
tratamientos. Otro problema son los
suelos salinos del Valle de Azapa y los
portainjertos se adaptan bien a esas
condiciones.
- ¿Cuáles son los más usados en
Arica?
- Por orden de importancia, Maxifort,
Emperador y Arnold.
- ¿Podrá cambiar ese orden si se
descubre el avance de la Raza 3 en
más hectáreas?
- Indudablemente. Si se confirma
la presencia de la Raza 3 en una
mayor superficie cambiará el uso de
los portainjeros que se usan hoy en
Arica, porque ninguno de los que se
está utilizando ofrece resistencia a
la Raza 3. Pero eso está por verse.
Si eso no se confirma creo que no
habrá mayores cambios. Donde sí
los habrá será en Quillota, porque
habrá más portainjertos disponibles
y competencia entre las casas de
semillas.
Agosto 2015
Hortalizas
2
Gentileza de Rafael Elizondo.
1
1. Presencia de
nematodos en
planta injertada.
El control de éstos
debe acompañarse
con nematicidas o
biodesinfección.
2. Cultivo de plantas
injertadas de dos
ejes en Arica.
Gentileza de Rafael Elizondo.
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de calidad y por realizar unas labores culturales acorde al nuevo sistema productivo”, recomienda el investigador. Entre los
cambios culturales que se deben realizar
destacan:
Injerto por encima del suelo: Cuando se trabaja con planta franca, la preocupación de que
el cuello quede un poco más alto o más bajo del
suelo no es algo fundamental, pero sí lo es en
una planta injertada. “El punto del injerto debe
quedar dos o tres centímetros sobre el suelo
Agosto 2015
porque de lo contrario a la variedad le empiezan a salir raíces, lo que conocemos como franqueo, y a través de esas raíces se puede colar el
patógeno del cual buscábamos hacer una prevención. Como recomendación, los agricultores deberían solicitar al semillero de qué altura
desean la planta”, subraya Camacho.
Densidades de la plantación: Con planta
injertada se trabaja al 50% de la densidad, es
decir, si con planta franca se usan 16.000 plantas/ha, cuando se trabaja con planta injertada
sólo se utilizan 8.000 plantas/ha, ya que son
más vigorosas.
Poda: Como se ha cambiado el número de
brotes, se ha cambiado el sistema de podas,
pasando de podas de un brazo a podas de dos
brazos e incluso podas especiales. “En vez de
trabajar con un solo brazo, lo hacemos con
dos, pero el número de guías y brotes es el
mismo. Así, se obtiene la suficiente biomasa
radicular para ser capaz de producir el desarrollo que se necesita en la planta y la produc-
Hortalizas
Big plant de
tres ejes.
MÁS VIGOR, MÁS PRODUCCIÓN EN ARICA
Su gerente de proyectos, Rodrigo
Andía, cuenta que desde hace tres
temporadas usan plantas injertadas.
“En un comienzo nos confundimos
ante la gran oferta que había y
no consideramos la estrategia de
producción. Hoy yo considero cuatro
tipos de estrategias: 7 u 8 racimos
(planta franca), 8 a 15 racimos
(portainjerto generativo) 15 a 20
racimos (portainjerto intermedio) y 20
o más racimos (portainjerto vigoroso).
Por eso es que este año empezamos
a utilizar Emperador y Maxifort”,
explica.
1
dí
a.
Gracias a su uso en Agroandía
lograron un aumento de la
producción, pasando de 120 ton/
ha a las 200 ton/ha “Estamos
aprendiendo acerca del manejo de
las plantas injertadas, porque hay
empresas grandes de la Zona Central
que han llegado a Arica y están
sacando sobre 400 ton/ha, solamente
combinando cultivo sin suelo y
portainjertos vigorosos”, cuenta. La
estrategia de Agroandía es producir
entre 250 y 300 ton/ha. “Esto requiere
ciclos productivos, cosechando
frutos, de ocho a nueve meses y, más
a largo plazo, combinar cultivo sin
suelo y portainjerto con intercultivos
para lograr rendimientos aun
superiores por el sólo hecho de no
perder tiempo productivo”, sostiene.
Gentileza de Rafael Elizondo.
Agroandía es una empresa familiar
afincada en el Valle de Azapa hace
45 años. Actualmente produce 5,5
ha de tomate con plantas injertadas,
de las cuales 0,5 ha corresponden a
cultivo sin suelo. El 99% del tomate
que producen es de la variedad
Naomi, que es globoso, con buen
cierre y buen calibre.
ción”, explica el especialista. “Cuando hablamos de poda debemos saber cómo funciona
morfológicamente la planta, es decir, debemos saber dónde da el primer brote. He visto
que entre el quinto y sexto brote y entre el primer y segundo nudo sale el primer ramillete.
A partir de allí, si el ciclo es indeterminado,
cada tres hojas, dará un brote, contadas desde
la inserción del brote principal”, sostiene.
Nutrición: Hay que cambiarla porque morfológicamente el sistema productivo es otro.
“Cada vez se habla menos de fertirrigación
y más de nutrición. Y para nutrirse necesitan
que haya un vehículo líquido que es el agua.
Debemos conocer todos los parámetros del
agua para restárselos a los fertilizantes. Cada
vez se trabaja más el concepto de absorción
de nutrientes y de equilibrios nutricionales en
suelo. El cambio en esta labor incluye un concepto nuevo para los productores: los balances de materia en el suelo”, afirma.
EL USO DE PORTAINJERTOS SEGUIRÁ
CRECIENDO
Toda nueva tecnología, si cumple su cometido, tiene un sobre precio. Y de eso no esca-
pan las plantas injertadas, que en Chile tienen
un valor de US$0,90 frente a los US$0,20 que
cuesta una planta franca. El precio sube aún
más cuando se trata de una ‘big plant’, que se
venden por US$1,60.
Claramente el uso de plantas injertadas seguirá creciendo, pero ¿a qué precio? “Las
casas de semillas terminarán regalando los
portainjertos a cambio de que el agricultor
compre sus variedades. En ningún momento estoy diciendo que las variedades vayan
a subir de precio, pero si solo se compra la
variedad, los agricultores pagarán como si
le regalaran el portainjerto. Eso lo veo solo
por observación y por comprobar que muchos portainjeros son bastante similares
entre sí, porque para vender un portainjerto vigoroso muchos vendedores dicen
que su portainjerto es del tipo Maxifort ”,
explica Camacho. Eso además quiere decir que aun los portainjertos están siendo
catalogados en cuanto al vigor en aquellos
países donde su uso es más reciente, pero
según el especialista español, se debería
hablar más de los problemas productivos
que solucionan.
Rodrigo Andía,
Gerente de
Proyectos de
Agroandía.
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