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BOTICA del MONASTERIO
de
SANTO DOMINGO de SILOS
Mª Jesús Oya Amate
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JAÉN 2013
AUTORA
Mª Jesús Oya Amate
Farmacéutica
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BOTICA DEL MONASTERIO DE
SANTO DOMINGO DE SILOS
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Mª Jesús Oya Amate
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INDICE
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INDICE
PRESENTACIÓN
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN: Herederos del monje boticario
EL MONASTERIO BURGALÉS DE SANTO DOMINGO DE SILOS
MONASTERIO DE SANTO DOMINGO DE SILOS
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ANTECEDENTES HISTÓRICOS
EL ESCUDO MONÁSTICO
1.-Interpretación heráldica
2.-Interpretación simbólica
LA BOTICA MONÁSTICA
1.- La primera botica silense
2.- Nuevas instalaciones de la botica
3.- Los monjes boticarios
4.- El botamen farmacéutico
5.- El laboratorio iatroquímico
JARDÍN BOTÁNICO o HUERTO DEL BOTICARIO
COROLARIO
BIBLIOGRAFÍA
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INTRODUCCIÓN
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Herederos del monje
boticario
Si en plena Edad Media, Guillermo
de Baskerville y su discípulo Adso de
Melk,
los
literatos
monjes
franciscanos protagonistas de El nombre de la rosa, visitaran los
monasterios de Oseira, Samos o Silos hallarían a un grupo de
hospitalarios monjes entregados a la alquímia de la vida. Hermanos
cistercienses o benedictinos, fieles a la Regla de San Benito que añadían
al Ora et Labora, el colabora, y que se entregaban al cuidado del cuerpo
de su prójimo con la misma vocación que al de su espíritu. El santo
patriarca de los monjes de Occidente dispone en su Regla, todavía en
vigor, que ante todo y sobre todo se debe de cuidar de los enfermos, de
modo que se les sirva como a Cristo en persona. He ahí la clave que
explica el desarrollo de las artes curativas en los monasterios del Medievo,
donde la figura del monje boticario se erige como la conjunción perfecta
entre ciencia y transcendencia. En ellas se hacía realidad la hospitalidad
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inducida por los seguidores de Benito de Nursia, valor inherente de unos
monjes acostumbrados a la caridad con sus vecinos y, más allá, al auxilio
de los peregrinos que, llevados por el renombre de estas abadías y su
proximidad al Camino de
Santiago, acudían a ellos en
busca de cura para el alma.. y
los pies. Ungüentos, pócimas y
emplastos servían en aquellos
momentos para cumplir con el
amor al prójimo y abrían, en
paralelo, camino al desarrollo
empírico de la Botánica.
Evolucionaba
la
Ciencia
aplicada desde la Religión y el
monje boticario transcendía en su función espiritual, para convertirse en
el benefactor social que, siglos después, se convertiría en el farmacéutico.
Herederos de este saber los boticarios de hoy tienen en las boticas
monásticas, el más prestigioso árbol genealógico y, con el mismo mimo
que se regaba el jardín botánico o huerto del monje boticario, las
Academias de Farmacia Españolas trabajan por ver reflorecer su Historia.
Estas Doctas Instituciones están llevando a cabo un proyecto de
recreación de las boticas monásticas vinculadas al Camino de Santiago
con el fin de recuperar su valor histórico y difundirlo como itinerario
cultural de interés para el gremio y la generalidad de los visitantes de
monasterios y cartujas. De este modo se pretende saldar una deuda con
la relevancia tradicional de aquellas viejas boticas que desahució la
Desamortización de Mendizabal. Devuelta la cordura en la relación Iglesia
y Estado, un colectivo de farmacéuticos camina de la mano de las
comunidades monásticas recreando un baluarte histórico para ambas
instituciones. El mérito de la iniciativa debe atribuirse, en un inicio y, ex
aequo entre el académico de la Real Academia de Farmacia de Galicia
Nicanor Floro de Andrés y el farmacéutico vigués Miguel Álvarez Soage
sobre una idea del académico de la Real Academia Nacional de Farmacia
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José de Vicente González. Juntos iniciaron la recuperación del espíritu del
monje boticario a través de la recreación del espacio físico de la botica del
Monasterio de Oseira, en Ourense. La estancia y los elementos
profesionales que aún se conservaban fueron restaurados y se encargaron
además copias idénticas de modelos que ya sólo permanecían en el
imaginario colectivo a través de ilustraciones.
El 25 de junio de 2009, el abad mitrado del cenobio, Fray Juan Javier
Martín, y la comunidad cisterciense de éste, acompañados por un grupo
de farmacéuticos colaboradores del proyecto, inauguraron en un sencillo
acto la recuperación de una réplica de lo que fue la antigua botica
monástica. Este acto íntimo, casi familiar, marcó sin embargo un hito en
lo que hoy es la iniciativa de recreación de las boticas del Camino de
Santiago. No sólo se exponía ya el fruto del esfuerzo y del trabajo de los
farmacéuticos implicados, sino que se depositaba la semilla para un
proyecto que conquistó adeptos con flechazos a primera vista. El primero
fue el doctor Isaac Arias Santos, Presidente de la Real Academia de
Farmacia de Galicia, quien dijo: En cuanto tomé contacto con el proyecto,
me pareció una idea tremendamente interesante y lo trasladé de
inmediato a los miembros de nuestra Docta Institución. Coincidimos en la
voluntad de hacerlo nuestro y comenzó entonces el segundo objetivo: la
recreación de la botica de la Abadía de Samos, en Lugo. Este nuevo
escenario histórico veía la luz oficialmente el 15 de mayo de este año, en
un acto, ahora sí, solemne, presidido por la Conselleira de Sanidade de la
Xunta de Galicia, Pilar Farjas, Dr. Arias Santos y el Prior de la Abadía, Fray
José Luis Vélez Álvarez.
Benefactor social. El trabajo práctico de recreación de las boticas se
inicia con la recuperación de la documentación, los botámenes y demás
elementos que componían el material propio de ellas: morteros, botes de
vidrio, tarros búcaros, copas y demás frascos propios de la época.
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Todos estos elementos pasaron a recolocarse en un nuevo espacio, dado
que la estancia original desapareció en algunos casos o se modificó en
otros tras la desamortización, que dejó en manos ajenas el lugar de
trabajo del monje boticario. El nuevo local se dividió en tres ambientes: el
de estocaje, donde se sitúa el material propio de la elaboración de los
medicamentos naturales manufacturados por los monjes; la zona de
trabajo del monje boticario, en la que se ubica también la bibliografía que
se conserva y que ha podido completarse; y la zona de despacho al
público, donde se atendían no sólo a los residentes de la abadía, sino
también a los parroquianos que recurrían a sus conocimientos.
El doctor Arias Santos, timonel del buque insignia de este proyecto,
recuerda que el monje boticario atendía también a las poblaciones de los
alrededores del monasterio. Él encarnaba la entrega absoluta al cuidado
del prójimo como marcaba la Regla de San Benito, en la comida, la
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espiritualidad y la enfermedad, requisitos imprescindibles del concepto
medieval de hospedería que se materializaba en las abadías.
Tal relevancia social de los monjes boticarios, fuera incluso del ámbito
religioso, se refleja en las alusiones históricas que se conservan sobre el
último de estos frailes alquimistas de Oseira, fray Antonio Benito Pérez,
que no sólo fue capaz de inventariar todos los elementos que atesoraba la
botica cenobial, sino que además continuó con la labor botánica fuera
monasterio cuando éste fue usurpado a la Iglesia, en 1821, trasladándose
a un local existente frente a la puerta de la cerca de la abadía, donde hoy
se puede observar el escudo monástico en piedra. La función del monje
boticario encontró continuidad, generación tras generación, evidenciando
que el farmacéutico de hoy, acaba por ser, históricamente heredero de
aquel monje boticario del Medievo.
Nuevos horizontes. La emoción ante los evidentes frutos del trabajo
colectivo de este grupo de farmacéuticos, comprometidos con su historia,
es el mejor estímulo para dar continuidad a su obra.
A esto contribuye de modo especial la divulgación literaria del trabajo
realizado por el académico José de Vicente a través de la publicación de
dos libros que recogen, con todo lujo de detalle, precisión e ilustraciones
reales, el trabajo realizado en los Monasterios de Santa María la Real de
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Oseira y San Xulián de Samos. Junto a esta obra, la fama alcanzada ya
por las visitas de especialistas y público en general a las dos boticas
recuperadas, ha sumado nuevas ilusiones al proyecto. El doctor Arias
Santos aclara que la creación de una red de réplicas de las boticas
monásticas del Camino debe entenderse en un sentido amplio. Alude a
todas aquellas que de un modo u otro prestaron su servicio y hospitalidad
a caminantes.
Así entendido, ya se han iniciado contactos con la Abadía de Sobrado de
los Monjes, Ferreira de Pantón, Celanova, etc. y, como el Camino, este
proyecto tampoco entiende de fronteras y ha trascendido también fuera
de Galicia. También han tenido lugar las primeras conversaciones con el
Monasterio de San Miguel de las Dueñas para así poder ampliar el
proyecto a Castilla y León, cuya Real Academia de Farmacia no ha dudado
en encomendarse una iniciativa similar a la gallega, comenzando con el
Monasterio de San Pedro de la Santa Espina. De idéntica manera, la Real
Academia de Farmacia de Cataluña se está interesando por la Abadía de
Vallbona de las monjas y en la localidad riojana de Nájera por el
Monasterio de Santa María la Real. Nuevos alientos para no cejar en la
tarea de mantener vivo el espíritu de aquellos monjes medievales,
alquimistas de la salud.
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EL MONASTERIO BURGALÉS
DE
SANTO DOMINGO DE SILOS
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MONASTERIO de SANTO DOMINGO de SILOS
Esta fue la obra de Santo Domingo, el abad silense; cuando el
vivir de esta comarca se entumecía, enfermaba, se moría, él
supo darle calor y aliento, volcando en un rincón del valle, en
hogar desmantelado, los fuegos de su alma, las lumbres de su
ingenio peregrino.
Rafael Alcocer
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ANTECEDENTES HISTÓRICOS
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En éste monasterio burgalés, como en cualquier otro gran cenobio benedictino
de la Edad Media, se ejerció la tradicional hospitalidad y práctica médicosanitaria a aquellos hermanos enfermos, que había que atender como si del
mismo Cristo se tratara; como reza en el Capítulo XXXVI de la Regla fundacional
de San Benito de Nursia (480-547).
De origen visigodo, su claustro es una de las maravillas del románico español. El
piso bajo es el más importante, es de finales del siglo XI y principios del XII.
Posee capiteles de temas orientales y califales españoles de gran belleza y
perfección artística sobre dobles columnas. En los ángulos, ocho magníficos
relieves desarrollan escenas de la vida de Jesucristo y en el techo un artesonado
mudéjar del siglo XIV muestra escenas de la vida medieval. Posteriormente se
construyó otro claustro de estilo neoclásico, llamado Patio de San José. La actual
iglesia es neoclásica del siglo XVIII
El primitivo edificio fue fundado por el Conde Fernán González en el año 919. El
3 de junio del año 954 el conde otorga al monasterio la carta magna de sus
fueros y franquicias. Estaba dedicado a San Sebastián; pero a partir del siglo XII,
por la fama y santidad de Domingo Manso, el abad Domingo, cambió su nombre.
Santo Domingo fue investido abad de Silos, por el rey Fernando I de Castilla, el
día 24 de enero del año 1040 y falleció en el año 1073. Su tumba se halla en el
propio monasterio y a ella acudían los cautivos en peregrinación atraídos por la
aureola de santidad del monje, a quien atribuían el milagro de romper los
grilletes y cadenas, dejando depositados sus restos como exvotos sobre ella.
El sucesor de Santo Domingo fue el abad Fortunio, quien realiza la construcción
del amplio templo románico que fue consagrado en el año 1088 y edificado
sobre uno mozárabe del siglo X. En la segunda mitad del siglo XVIII fue
sustituido por el actual, de estilo neoclásico, proyectado por Ventura Rodríguez
y dirigido en su ejecución por su discípulo y ayudante Antonio Machuca.
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Además de los arquitectos, escultores, calígrafos, miniaturistas y escritores, el
monasterio contó con maestros artesanos que en sus talleres de orfebrería,
esmaltes y eboraria realizaban obras de arte que aun, hoy día, se admiran por
su singularidad artística y extremada delicadeza.
El arte, la cultura, el paisaje y el canto gregoriano son gloriosas añadiduras;
como también los son dos árboles que hermosean el recinto silense, el ciprés y
la sequoia, ambos con distinta notoriedad y suerte. El primero, airoso y
elegante, disfrutando de la belleza del claustro románico monacal y la segunda,
casi olvidada, guardiana y abadesa, en la hermosa puerta del cenobio.
En este monasterio medieval se impartían las ciencias y las letras del momento
a aquello jóvenes estudiosos que deseaban conocerlas, contando entre ellos,
según nos relata la tradición, con un alumno de excepción, Domingo de
Guzmán. Esto quiere decir que en este cenobio silense se llevaron a cabo
importantes labores de tipo cultural, artístico, social y espiritual.
El abad Francisco de Torresandino (1445 – 1480) introduce en este monasterio,
de una manera involuntaria, el régimen de los abades comendatarios, cuyas
nefastas consecuencias duraron hasta 1512, año en el que el cenobio se
incorpora a la Congregación de San Benito de Valladolid.
En el año 1835, con motivo de la exclaustración de los monjes y la
desamortización de sus bienes, el monasterio es abandonado hasta que de
nuevo, en el año 1880, es ocupado por una colonia de monjes de la abadía
francesa de Ligugé encabezados por un monje zagas e inteligente de Solesmes,
don Ildefonso Guépin; que hacen renacer la vida del cenobio, iniciando una
nueva y pujante etapa, consiguiendo nuevamente un centro ilustre de
espiritualidad y cultura, y logrando reunir de nuevo parte de su archivo que se
había dispersado por otros archivos y bibliotecas, así como por los despachos
parroquiales del cura de la villa que llegó a ocupar parte de la primera planta
del edificio monacal.
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El monasterio conserva actualmente una magnífica biblioteca con unos 70.000
volúmenes, aproximadamente, y un museo con notables obras de orfebrería,
escultura y esmaltes. Sin olvidar la botica monacal que fue fundada en el año
1705 como consecuencia de deficiente servicio que prestaba la que, en el
pueblo de Silos, servía a los vecinos y monjes.
En el año 1882 se plantó en el vergel del portentoso y atractivo claustro
románico monacal el enjuto y recatado ciprés, cuando los monjes benedictinos
franceses rescataron el monasterio silense de la postración que le habían
dejado los decretos desamortizadores de Mendizábal. Este ciprés con sus más
de 28 metros de altura, es uno de los más grandes de todo el territorio
nacional. Debido a su situación dentro del claustro románico monástico es
considerado un referente espiritual y un inspirador de poetas, músicos y
pintores. Éste velador y galán de la noche ha recibido los prendados requiebros
de Gerardo Diego, Miguel de Unamuno, Manuel Machado, Rafael Alberti, fray
Justo Pérez de Urbel, José García Nieto y tantos otros poetas que han hecho los
honores al ciprés silense, el ciprés de los poetas.
FACHADA DEL MONASTERIO SILENSE y LA GUARDIANA SEQUOIA
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El poeta Gerardo Diego dejó caligrafiado de su puño y letra, un 4 de julio de
1924, un soneto, de extraordinaria belleza, dedicado al ciprés silense.
EL CIPRÉS SILENSE
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño;
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi, señero, dulce firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
Gerardo Diego
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EL ESCUDO MONÁSTICO
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1.- Interpretación heráldica.
En campo de gules dos flechas de sable, en aspa o sotuer, con las puntas hacia
abajo. En palo un báculo de oro. En faja unos grilletes en su color surmontados
por tres corona abiertas en oro, también dispuestas en faja. El escudo está
timbrado con una corona real cerrada en oro, que lleva en su parte inferior
unos roeles en gules.
Hay un segundo escudo muy similar al primero con unas simples
modificaciones. Las tres coronas en faja están sustituidas por sendos capelos
en color sable y el blasón, que también esta coronado, está cimado por un
capelo del que pende por ambos lados un cordón con seis borlas, dispuestas: 1,
2 y 3; siendo todo este último conjunto de color sable.
2.- Interpretación simbólica.
Los distintos muebles de ambos blasones podemos definirlos:
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La dos flechas en sable simbolizan el martirio de San Sebastián, patrón de la
iglesia monástica, que murió asaetado.
El báculo en oro se corresponde con la dignidad abacial ostentada por la
primera autoridad religiosa del cenobio.
Las tres coronas en oro, simbolizan la tradición que dice que unas niñas, al
fallecer Santo Domingo de Silos, vieron que su alma subía al cielo con tres
coronas resplandecientes que, según la revelación, le fueron concedidas por la
renuncia a las mundanidades, por haber restaurado la iglesia de Santa María de
Cañas y por la restauración del Monasterio de Silos. Los tres capelos que hay en
el interior del escudo inferior consideramos que tienen el mismo simbolismo que
las tres coronas.
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ESCUDO MONÁSTICO del SIGLO XV del SITIAL del ABAD SILENSE del CORO de
la IGLESIA del MONASTERIO de SAN BENITO el REAL de VALLADOLID
Los grilletes representan la dedicación de Santo Domingo a la redención y
liberación de cautivos cristianos. Como podemos observar, en el escudo
inferior, los grilletes han sido sustituidos por cadenas. La aureola de santidad
del Santo de Silos motivaba que aquellos cautivos que habían sido liberados
acudiesen en masivas peregrinaciones al Monasterio para expresarle su
agradecimiento, al que atribuían el milagro de romper sus grilletes y cadenas,
cuyos restos dejaban depositados como exvotos en su propia tumba.
En el escudo de las Orden Trinitaria, calzados y descalzos, aparecen ambos
símbolos cadenas y grilletes. Simbología que representa la redención y
liberación de los cautivos y la caritativa hospitalidad.
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La corona que timbra el escudo representa su fundación y protección real.
Finalmente, el capelo y las borlas que ciman el segundo escudo corresponden a
la categoría de abadía del cenobio.
El escudo del Monasterio representado en los botes de su botica aparece
rodeado por unos bellos lambrequines barroquizantes en forma de rocalla que
rodean, incluso, sus propias cartelas.
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LA BOTICA MONÁSTICA
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LA BOTICA MONÁSTICA
En la Europa Occidental las boticas más antiguas nacen al amparo de las
órdenes religiosas que poseían o regentaban hospitales benéficos. Éstas se
extendieron, en especial, por las fundaciones hospitalarias que estaban
vinculadas a abadías, monasterios, prioratos, cartujas, conventos, cabildos
catedralicios o iglesias catedrales regentados por diversas órdenes religiosas:
benedictinos, cistercienses, jerónimos, franciscanos, agustinos recoletos,
cartujos, carmelitas, dominicos, jesuitas, trinitarios, mercedarios, hermanos de
San Juan de Dios, etc.
El Camino de Santiago fomentó la instalación de boticas monásticas, cartujanas y
conventuales a lo largo del mismo, no sólo con la finalidad de producir todos los
fármacos necesarios para los religiosos y monjes, sino para el desempeño de
tareas sociales y humanitarias con peregrinos y personas necesitadas.
Generalmente, en todas ellas se realizaba una labor únicamente caritativa y, sólo
en muy contadas excepciones, lucrativa.
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Los monjes boticarios eran hombres resignados, con vida feliz por la felicidad
que emana de la sobriedad, sabiendo prescindir de tantas y tantas cosas
innecesarias y superfluas que los demás hacemos imprescindibles y con tal
generosidad, que les hace incapaces de ambicionarlas. Su vida queda resumida
en un pensamiento de San Francisco: Nada tengo, nada necesito, todo me
sobra.
Sobre los estudios científicos acerca de las boticas monásticas una nebulosa
cubre su actividad, en la que resulta difícil establecer los límites entre lo científico
y lo mágico. Así, por ejemplo, las fórmulas de los licores monacales eran
guardadas con verdadero secretismo, por los beneficios y prestigio que daban al
cenobio.
El monasterio benedictino de Sankt Gallen (Suiza), que data del año 820, fue
pionero en la fundación de la farmacia religiosa. Ésta disponía de pabellones
para sangrías, purgas, baños y laboratorios, además del jardín botánico o huerto
del boticario donde se cultivaban plantas medicinales y aromáticas. Con el
tiempo cada comunidad religiosa contaba con su hortus sanitarius u hortus
simplicibus, donde se sembraban las hierbas más comunes a partir de las que se
elaboraban las pócimas o fórmulas magistrales.
A la sombra de los claustros, los monjes de la officina aromatorum fueron los
primeros en aliviar las penas de la humanidad con los productos de su huerto.
En el monasterio silense se llevó a cabo una generosa obra social y benéfica,
para lo cual se fundaron en su recinto un hospital y fuera de la villa una
leprosería, para cobijar y cuidar a personas de toda Castilla aquejadas por el
terrible mal de la lepra.
1.-Primera botica silense
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Al menos desde 1678, la villa de Santo Domingo de Silos contaba con un
boticario civil llamado Ángel Fernández, cuyo despacho abastecía de medicinas
a todos los pueblos de la zona, incluido el propio monasterio benedictino. Pero
su edad avanzada, mala salud y mediocre servicio acabarán por convencer, en
1705, al recién elegido abad fray Melchor de Montoya, respecto a “la gran
necesidad que esta casa tenía de botica”, dado “lo mal que despachaba y
peores medicinas que tenía el boticario de esta villa”. Para remediarlo debían de
comprarlas muchas veces en las vecinas farmacias de Covarrubias, Lerma y
Salas de los Infantes, con el consiguiente quebranto económico y no pocas
molestias. Incluso las sanguijuelas que en 1698 trasegaron la sangre del padre
Villena se trajeron de Valdeande y por ellas se pagaron 6 reales.
Reunido pues el Consejo, se decidió instalar uno de estos despachos en la
abadía, entrando así en clara competencia con el boticario de Silos. Para ello el
primer paso que se dio fue solicitar la debida licencia al general de la
Congregación, fray Juan Bautista Lardito, y poder así gastarse en la obra de la
botica 1.000 ducados de los censos redimidos por la casa. En su solicitud
señalarán las cantidades de censos que tenían hasta entonces, la poca
seguridad que había en la imposición y lo poco que éstos rentaban. Y ellos
mismos plantearán que en la referida licencia se ponga como condición que, a
partir de entonces, todo el dinero gastado por el monasterio en medicinas para
sus monjes se guarde en el arca de depósito hasta llegar a los 1.000 ducados
invertidos, y sólo después este dinero se pueda emplear en censos o en la
compra de bienes raíces.
La intención del abad quedaba así muy clara, amortizar el gasto de hacer la
botica con el dinero ahorrado en adquirir medicinas. Sin embargo, debe
señalarse cómo en ningún momento se habla de abrir un despacho público, al
que los vecinos puedan acudir –como en realidad se hizo–, y cuyos beneficios
podrían ayudar no sólo a amortizar la inversión, sino que incluso supondrían
unos importantes ingresos económicos adicionales para las siempre necesitadas
arcas del monasterio.
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Conseguida la licencia del general, las obras empezarán con rapidez,
terminándose dentro del cuatrienio del P. Montoya (1705-1709). No se tratará
simplemente de habilitar unas salas para dedicarlas a esta función; se
construirá un edificio completo, diseñado ex profeso para cumplir las funciones
de botica y cuyo coste al final superará los 24.000 reales, casi el doble de lo
inicialmente previsto.
Las boticas monacales estaban situadas dentro del recinto monástico, cerca de
la portería, y dentro de la zona de clausura. En los anaqueles de sus estanterías
se encontraban repartidos sus propios enseres: botamen de cerámica y vidrio,
retortas y calabazas, pildoreros, morteros, balanzas, almireces, cajas de
madera, un sinfín de útiles destinados a obtener aguas y aceites destilados,
elixires y otras pócimas, que le dan a la botica del cenobio un sugestivo
ambiente de magia y misterio, característica primordial de los laboratorios
alquimistas de la época.
Desconocemos dónde se encontraba con exactitud localizada, aunque es de
suponer que estuviera cerca de la portería, en el ala occidental del monasterio y
a los pies de la iglesia, pues se indica que su entrada “toda de cantería” daba al
patio cercado, y las ventanas de la otra fachada a la calle, al norte. En la
mayoría de los monasterios, cercanas siempre a su portería, se realizaba la
dispensación de las medicinas a través de una venta enrejada que no permitía
la entrada de gente ni la salida del monje boticario lo que ayudaba a
incrementar aún más, el misterio y los secretos de aquellas soluciones.
La planta baja constaba de un gran salón, rebotica y puesto para hornos,
alambiques y prensas. Y en el primer piso había una cocina, salas y un
dormitorio habilitado como vivienda del administrador del despacho. Seis
ventanas enrejadas se abrían a la calle y otra más al compás, además de
disponer de un corredor a modo de mirador como secadero de hierbas
medicinales. En las nuevas dependencias se instaló “toda la vasijería de vidrio
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vidriado, cobre, estaño y azofar, con mucha abundancia. Ytem de drogas y
demás cossas nezesarias, más de doze arrobas”. De esta época es parte del
bello mobiliario con amplia cajonería y numerosas baldas para los tarros que,
aunque muy modificado, aún se conserva en el museo de la botica de la
abadía, como indica la fecha pintada en su mueble principal, año 1705.
Al mismo tiempo que se construía la farmacia llegará a Silos quien será su
primer monje boticario, fray Gregorio de Hoyos. Natural de Reinosa (Cantabria),
quién tomó el hábito benedictino el 27 de marzo de 1708, y enseguida
comenzará a desarrollar su actividad profesional como titulado en Farmacia que
era.
En 1713 el monasterio comprará la botica de Silos propiedad de Ángel de la
Fuente, evitando así que ésta pudiese pasar a otra persona, y poniendo de esta
manera fin a toda posible competencia en la villa. Se crea esta botica con
anaquelerías de madera, artística cajonería, las salas de destilación y el gran
jardín botánico. En las anaquelerías se alinean las orzas y albarelos de cerámica
que contienen los diversos simples medicinales. Su botamen y utensilios serán
revendidos ese mismo año a un vecino de la localidad palentina de
Torquemada, lo que indica que la botica de la abadía ya estaba entonces
perfectamente equipada.
Durante 1734 las obras del nuevo claustro llegarán hasta este edificio, pero al
contrario de lo expuesto por Lizárraga, pensamos que no se harán en este
sector unas nuevas dependencias para reacondicionar en ellas la botica, sino
que todavía durante 17 años más se mantendrá la antigua edificación como el
elemento constructivo aislado que era, hasta su derribo en 1751. De hecho, en
la documentación sólo se habla de la realización de la obra del lienzo “desde la
botica hasta la portería”, que también denomina “el lienzo de la botica”, el
orientado al norte y a la calle, junto al despacho de medicinas, pero sin hacer
mención en ningún momento a su posible derribo o traslado. Además, si se
hubiesen hecho nuevas dependencias, la ayuda del boticario a esta obra
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hubiese sido muy superior a los 1.550 reales entregados en 1735, que apenas
sirvieron para pagar a los caleros que allí trabajaban.
Por entonces la botica había pasado de ser una necesidad a convertirse en un
buen negocio atendido por tres personas y que llegó a abastecer a dieciséis
pueblos de su entorno.
2.- Nuevas instalaciones de la botica
La obras de demolición de la iglesia baja y construcción del nuevo templo
emprendidas en 1751 obligarán a derribar el edificio de la botica, cuyas
instalaciones serán trasladadas a la planta baja de la galería occidental del
claustro barroco. Un lugar de fácil acceso al público por situarse junto a la
portería y entrada al monasterio. En ella se hará un salón principal, además de
rebotica, droguería y granero. Y a su lado se levantará una casa que servirá
como laboratorio de dicha oficina, así como de habitaciones, en lugar de
cerrarse esta esquina de la fachada oeste, quizás el mismo edificio usado hasta
entonces como botica. Una puerta enrejada situada en el tránsito de entrada al
monasterio, a mano izquierda, con un ventanillo en su centro, permitía el
despacho de las medicinas a los vecinos.
Los vecinos que deseaban obtener medicamentos de las boticas monásticas, no
solían pagarlos al contado, en dinero o especies, sino que era práctica habitual
la suscripción de un contrato anual que, por una módica cantidad de trigo o de
cualquier otro cereal, les aseguraba poder disponer de los medicamentos que el
médico, en caso necesario, les prescribiese anualmente. Estos contratos eran
suscritos en la práctica, no por los propios solicitantes, sino por las autoridades
de los pueblos en los que se encontraban los monasterios. Eran lo que aun hoy
se llaman “igualas” en los pueblos de la Región Castellano-Leonesa.
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Los trabajos de remodelación de esta zona se harán bajo la supervisión del
sobrestante cántabro Juan de la Teja, quien al mismo tiempo dirigía las obras
de la iglesia. Con un sueldo de siete reales y medio diarios, recibió 150 reales
por los veinte días que se ocupó en esta labor, encargándose el monasterio de
darle además de comer. El albañil Ventura Arana tardó seis días en blanquear la
sala de la botica y el pasadizo, a seis reales diarios, 66 reales. El cantero
Cajigas y su ayudante José López invirtieron seis días en enlosarla. Un tal
Joaquín se ocupó durante 23 días, a cinco reales y medio, en hacer la pared de
división de la botica y el obrador, además de tallar algunas piedras para puertas
y ventanas. Manuel Teja estuvo durante 15 días labrando dinteles y picando
piedra a seis reales menos un cuartillo diario, y Domingo Alonso 27 días a
cuatro reales diarios. Además participaron varios peones desenlosando el sitio,
como Pedrales o Miguel Alonso, unos a tres reales y un cuartillo, y otros a tres
reales menos un cuartillo. Todos estos jornales sumaron ese año un total de
1.803 reales y medio, de los que se rebajaron los 1.000 reales dados como
ayuda por el boticario primero fray Gregorio de Hoyos, y otros 40 reales más
entregados por el boticario segundo fray Isidoro Saracha.
Al año siguiente, en 1752, se registran todavía más pagos por este concepto. A
Domingo Alonso y a Plácido por hacer la pared de la mitad derecha “como
entramos”, 21 reales, más los 18 reales dados a Pelado y Monero por asistirles.
51
Pero lo más importante será la realización del armario anaquel y cajonería de la
botica, a partir de la anaquelería de 1705, y que aunque muy modificada es la
misma que hoy día se conserva. Sus autores fueron los carpinteros Francisco
Pellón, Juan y Jacinto Ortiz, y costó, “rebajado lo que gastaron en casa,
ochozientos treinta y nuebe reales”, a lo que se añadirán las seis libras de
chocolate entregadas como gratificación al padre fray Benito Campuzano por
hacer el balaustrado de algunos cajones y, quizá, el relieve dedicado a San
Cosme y San Damián. Distribuido este último como un cuadro con su marco
que imita con pintura el estofado, una Virgen Inmaculada en actitud de rezar
ocupa todo el espacio central, vistiendo una amplia túnica naranja y manto azul
con el borde dorado que vuela alto hacia su derecha como empujada por el
viento. A ambos lados y con unas dimensiones más pequeñas están los dos
santos doctores, patrones de la Medicina, tocados con bonetes y vestidos con
calzas, botas y capas de la época. En el fondo, vértice superior derecho,
aparece pintado un rompimiento de cielo de donde asoman dos querubines
alados.
52
La mayor parte del botamen se renovó entre 1767 y 1776, en total 1.609 piezas
encargadas en una alfarería de Talavera de la Reina, y que además de la típica
decoración azul cobalto de esta cerámica muestran las armas de Santo
Domingo de Silos.
El 13 de octubre de 1780 los canteros de Silos Domingo Alonso “el Mozo” e
Isidoro Alonso firmaron un contrato de obra con el padre boticario Isidoro
Saracha, para fabricar a sus expensas la nueva pared del jardín de la botica. Se
trataba de una sencilla tapia de barro y mampostería revocada de cal, que
debería estar concluida el 8 de diciembre de ese mismo año. El precio final fue
de 775 reales y tres cántaras de vino, y debía pagarse en tres plazos: 258
53
reales y 12 maravedís al empezar, la misma cantidad al llegarse a la mitad, y el
tercio restante al estar concluida y a satisfacción. Tras algunas modificaciones
respecto al proyecto inicial los pagos se alargarán algo más de lo inicialmente
previsto, hasta el 24 de marzo de 1781, y acabarán consumiendo 3.653 reales.
Dos años después, el 23 de septiembre de 1783, Diego Sancha, José de
Domingo, Domingo Martínez y José Sancha se comprometieron a hacer la
cajonería de la droguería con el mismo estilo de adornos y molduras que tenía
el frontis de la botica, “lo más curioso y perfecto que podamos”. Queda así
patente el agrado producido entonces por este trabajo de escultura y
carpintería, que ahora se quiere repetir, en el que fue importante la
colaboración del monje de Silos fray Benito Campuzano. Los materiales
necesarios les serían entregados por fray Isidoro Saracha, además de cinco
reales y medio por cada caja, “enlazadas en la misma forma, molduras y
pestañas que tienen las del dicho frontis de la botica”. El trabajo debió estar
concluido a mediados de octubre de ese mismo año, y una parte del pago se
hizo en fanegas de trigo.
En el inventario de la botica realizado en 1821 toda la cajonería fue tasada en
300 reales, incluidas “tres cordialeras al frente del despacho, con un cuadro en
relieve de Nuestra Señora de la Concepción, con sus adornos y molduras”,
relieve actualmente conservado. Salvada durante la Desamortización de 1835 al
quedarse como propietario un sobrino del padre boticario fray Fulgencio
Palomero, todo el botamen e instrumental de la botica salió del monasterio a
una casa del pueblo en 1884, siendo recuperado en 1927 por Juan de Aguirre y
Achútegui cuando ya estaba prevista su venta en el extranjero.
Provisionalmente se instaló en una pared del archivo. En agosto de 1957 se
trasladó junto con su biblioteca al museo, en el claustro bajo románico, donde
puede visitarse en la actualidad.
La botica, en la que se observan gran cantidad de tarros que contenían
ungüentos y remedios, llama muchísimo la atención porque nos imaginamos a
aquellos monjes que hace cientos de años custodiaban la cultura, tanto escrita
54
como medicinal, preparando remedios para combatir las enfermedades de
religiosos y monjes, y de aquellos peregrinos y personas necesitadas que las
solicitaban a los hermanos hospitaleros.
3.- Monjes boticarios
Al frente de esta botica estuvieron ilustres monjes boticarios benedictinos, tales
como, fray Gregorio Hoyos (1730-1744), fray Isidoro de Saracha (1745-1803),
gran botánico, y fray Fulgencio Palomero (1803-1835). Éstos fueron examinados
por el Protomedicato y como buenos profesionales elevaron el gran nivel
científico y técnico de la botica. La dinastía monacal que gobernó la botica
monástica silense sólo tuvo tres titulares, pero su duración fue sorprendente:
¡Ciento treinta y siete años!
EL MONJE BOTICARIO
55
I.-Fray Gregorio de Hoyos nació en Reinosa (Cantabria) y recibió el hábito
benedictino el día 27 de marzo de 1708, haciéndose cargo posteriormente de la
botica.
El 15 de julio de 1751, fray Gregorio de Hoyos redactará un memorial donde
explica cómo tiene a su servicio un mancebo de 20 años al que paga 15 reales
mensuales y que sustenta el monasterio con 50 ducados al año, además de
disponer de otro ayudante al que paga ocho fanegas de trigo, le da la mitad de
su ración alimenticia, le viste y le calza. A partir de 1745 entrará en el
monasterio como futuro sustituto de Hoyos el conocido boticario y botánico fray
Isidoro Saracha, quien profesó en Silos el 24 de febrero de 1746.
A mediados del siglo XVIII el ministro de Fernando VI, Marqués de la Ensenada,
proyectó establecer una contribución única, que fuera un compendio de todas
las que entonces se cobraban. Empezó por abolir el impuesto de consumos y por
formar un Catastro de toda la riqueza de España, que se llevó a efecto a pesar
de las dificultades que supuso. Para ello los comisionados recorrieron todos los
pueblos de España, para recoger los diversos memoriales que habían de servir
para implantar el nuevo sistema contributivo, cuya idea supuso un anticipo de
las que después estuvieron en boga. La innovación se conoció como la
“Contribución única” o “Catastro de Ensenada”. Pues bien, el día 15 de julio de
1752 llegó al Monasterio don Manuel Zoides, a cumplir lo ordenado por
Ensenada y ese mismo día firma el memorial de la botica fray Gregorio Hoyos,
que estaba al frente de ella. Este memorial aporta datos curiosos sobre la botica
monástica, donde ejercía como boticario segundo el P. Saracha. La importancia
de la botica era grande debido a la gran cantidad de pueblos que servía y por
atender además al Monasterio de Arlanza.
Según el memorial, durante el verano se dedicaban los monjes a recolectar
hierbas para preparar medicamentos.
56
El 15 de noviembre de 1788 fallece el P. Gregorio, quedando al frente de la
botica el P. Saracha.
II. Fray Isidoro de Saracha (1723 – 1803) era natural de Casalarreina, La Rioja.
Su partida de bautismo dice:
“MATHEO JOSEPH DE SARACHA.
En la villa de Casalarreina a dos días del mes de octubre de mil setecientos
veintitrés años, Yo el infrascripto Cura bauticé solemnemente un niño a quien
puse Matheo Joseph, hijo legitimo de Joseph Saracha y Ana María de la Barrera
vecinos de esta Villa. Fueron sus abuelos paternos Thomas de Saracha y María
de Tras Viña, vecinos del lugar de Mendieta Arzobispado de Burgos: Maternos
Juan de la Barrera y Josepha de Valdes vecinos de esta Villa. Fué su padrino
Pedro de la Camara residente en ella, Diósele por abogado a San Gerónimo Dr.
de la Iglesia. Y por la verdad firmo yo el dicho Cura fecha ut supra. Diego
Merino de Bezares”.
Su apellido es de raíz árabe: sarats, que significa sauce. Tomó el hábito en
Santo Domingo de Silos, el año 1745, entrando en la botica, primero de sirviente
y, posteriormente, para pasar a regirla, junto con el jardín botánico.
No se conoce donde cursó los estudios de boticario, ni la fecha en la que llegó al
Monasterio, ni de los primeros años del Noviciado. La primera noticia que
tenemos del P. Saracha se refiere al 21 de diciembre de 1744, cuando le
comunica el P. Abad que tiene licencia del Rvdo. P. General para dar el hábito de
monje a Mateo José Saracha. Una vez recibido el hábito y cambiar el nombre
por el de Isidoro, comenzó su trabajo en la botica como boticario segundo. A
partir del 15 de noviembre de 1788, con motivo del fallecimiento del P. Gregorio
se hace cargo de la botica el P. Isidoro de Saracha.
57
Era un hombre genial y de gran talento, que mejoró notablemente la botica
monacal modificando su estructura, enriqueciéndola con su botamen de
cerámica y cristal y, además, con otros útiles para su laboratorio, llegando a
alcanzar resonancia nacional. Puso al día la biblioteca monástica, reuniendo en
ella las últimas obras de Farmacia, Química, Botánica e Historia Natural e
importantes obras de Medicina y Veterinaria.
Sus conocimientos de medicina fueron muy importantes, pues de las 53 obras
con su firma manuscrita, existentes en la biblioteca del monasterio silense, 20
eran de Medicina, 16 de Botánica, 13 de Farmacia, 2 de Química y 2 de Historia
Natural.
Según el Prof. Puerto Sarmiento, fray Isidoro de Saracha fue el autor de un plan
magníficamente elaborado para estudiar la flora peninsular. Éste recogía la
necesidad de inventariar la flora por regiones, mediante corresponsales
itinerantes a los que se les planificaría su realización, según las indicaciones del
botánico. También en el plan se hacía constar el lugar donde se depositarían las
plantas recolectadas. Los botánicos Hipólito Ruiz y José Pabón dedicaron a
nuestro monje boticario el género botánico Saracha, al que corresponden
numerosas especies de plantas descubiertas en Ámérica, como recuerdo de su
aportación a las ciencias naturales y, en especial, a la Botánica. Ruiz y Pabón le
citan en su libro Flora peruviana et chilensis , sive descriptiones et icones…,
1798 – 1802.
El Prof. A. González Bueno, dice: “el género Saracha fue descrito en Florae
peruvianae et chilensis prodromus ..., del año 1794, en la página 31, tabla 34; y
la especie Saracha dentata lo fue en el volumen II, página 43, del año 1797”.
La dedicatoria dice: “Género dedicado al R. P. fray Isidoro Saracha del Orden de
San Benito, que ocupado continuamente en la observación de las plantas se
complace en comunicar su conocimiento a varios jóvenes y no cesa de
enriquecer el Real Jardín Botánico de Madrid con rarísimas plantas”.
58
El Dr. Casimiro Gómez Ortega escribe una carta al P. Saracha, fechada en
Madrid el 7 de agosto de 1793 que dice: que entre él y mis discípulos Ruiz y
Pabón hemos dispuesto dedicarle a V. R. como tan benemérito a la Botánica un
género de planta que saldrá divuxada en la Flora Peruana. En la misma carta
anuncia que harán traer semillas de dicha planta para enviársela a Silos y que le
remite confidencialmente un pliego de primeras pruebas. El pliego y la carta se
conservan en el Monasterio.
FLORA PERUVIANA, ET CHILENSIS
Hipólito Ruiz y José Pabón
En los años 1797-1800 publica el Dr. Gómez Ortega su obra Novarm aut
rariorum plantarum Horti Reg. Botani. Matri. Descripcionum Decadas Madrid ex
Typographia Ibarriana.En dicha obra describe dos plantas remitidas por el P.
Saracha, la primera llamada Cineraria heterophillia, que vive en terrenos
59
arenosos e incultos de Santa Bárbara y Santa Lucía, de Santo Domingos de Silos
y a propósito de ella, dice el autor: “el nunca bien alabado P. Isidoro Saracha”; y
la otra Genista micrantha que habita en Carazo y cuya comunicación dice: es de
el egregio Botánico R. P. Isidoro Saracha de la familia Benedictina.
Luego se describirían cinco especies de este género: Saracha dentada, Saracha
punctata, Saracha biflora, Saracha contorta y Saracha procumbea.
Ruiz y Pabón citan al P. Saracha en su libro Flora peruviana et chilensis , sive
descriptiones et icones…, 1798 – 1802.
Fray Isidoro Saracha fue nombrado corresponsal del Jardín Botánico de Madrid,
creado el 21 de octubre de 1735 por Fernando VI. Su primer director fue D. José
Quer y en él se creó la cátedra de Botánica, de la que salieron famosos
botánicos que tuvieron relación científica y amistosa con el P. Saracha.
60
.
SARACHA
H. RUIZ & J. PABÓN: FLORA PERUVIANA ET CHILENSIS… MADRID (1798 – 1802)
61
BIBLIOTECA de la FACULTAD de FARMACIA de la U. C. M.
Mantuvo correspondencia con los más destacados valores científicos de su
época, entre ellos don Casimiro Gómez Ortega (1740-1818), que fue un
eminente botánico, y la rebotica de su farmacia de la madrileña calle de La
Montera, se crea la Real Academia Nacional de Medicina.
En el año 1772 el P. Saracha pasó “convidado por el Abad de San Martín de
Madrid, para que por dos meses pasase a recrearse en la Corte”, donde tuvo la
ocasión de relacionarse con el Dr. Gómez Ortega y otros insignes botánicos.
Según Lizárraga Lecue los dos tejos existentes en el jardín botánico monástico
fueron plantados por fray Isidoro de Saracha. Según noticias que tenemos fue el
P. Saracha quien plantó un árbol de gran corpulencia y porte majestuoso , la
sequoia de Silos. Esta hermosa taxodiácea que hoy observamos frente a la
entrada del Monasterio, como si de una guardiana se tratara, es más antigua
que el ciprés del claustro románico silense.
La sequoia silense se nos presenta mítica y legendaria, exótica y aristocrática,
pero a pesar de todo para nada le sirve, porque la prosa, la poesía y las bellas
artes no se han acordado nunca de ella. Nosotros con este sencillo y respetuoso
recuerdo queremos rendir respeto, pleitesía y un pequeño homenaje a este
corpulento “patito feo” del cenobio silense, a esta sequoia: bella, elegante y
altiva.
Hay que agradecer al P. Saracha que fuese él quien, con su personalidad y
competencia, extendiese la fama de la botica del Monasterio de Silos más allá de
los límites de su propia región y que la dotase con los últimos adelantos de la
farmacopea de la época, consiguiendo que se le clasificase como una de las más
importantes del momento. El Prof. Folch dice que se le puede considerar como
un exponente de máximo interés para el estudio de la Farmacia Española de su
tiempo.
62
La memoria del P. Saracha sigue viva en Silos. A la salida del camino de Carazo,
cuando la carretera y el río abandonan aquellas abruptas gargantas, había un
corpulento nogal que la gente conocía como el nogal del P. Saracha.
Avanzada la edad del P. Saracha se le habilitan varios ayudantes y en 1794 llega
al Monasterio Tomás Palomero, que en principio fue mancebo de la botica y que
al profesar recibe el nombre de fray Fulgencio de San Benito. Éste sucede al P.
Saracha.
El 18 de setiembre de 1803 fallece el P. Saracha a las once de la mañana y se le
entierra al día siguiente en la Capilla del Santo de la Iglesia Parroquial. El P.
Saracha por su personalidad y competencia extendió la fama de la botica fuera
de los límites regionales y la dotó con los últimos adelantos de la farmacopea de
la época.
El P. Rodrigo Echevarría, Abad del Monasterio de Silos, dice: Fue boticario de
mucho mérito y enriqueció el Jardín Botánico del Monasterio con muchas plantas
propias del país y contornos. Mereció que la flora española conserve su nombre
dando el nombre de Saracha a una planta de bellísima flor de las que los
comisionados regios, Hipólito Ruiz y José Pabón, descubrieron en Perú y Chile.
III. Fray Fulgencio Palomero, siendo aún un joven muchacho viajó al Monasterio
de Santo Toribio de Liébana donde un tío suyo atendía la botica monacal. Allí
aprendió el oficio y cuando volvió a su tierra burgalesa tomó el hábito
benedictino en el Monasterio de Silos en el año 1794, aprobando el examen de
boticario al año siguiente. En el monasterio silense perfeccionó sus
conocimientos junto al P. Saracha, confiándosele la responsabilidad de la botica
al morir el maestro el año 1803. A pesar de la exclaustración de los monjes y de
la desamortización de Mendizabal, en 1835. Cuando muere fray Fulgencio
Palomero la botica siguió instalada materialmente dentro del monasterio, pero
63
sus titulares ya no eran miembros de la Orden Benedictina. La botica continua
en el cenobio que se convierte en hospital de sangre, hasta que el año 1846 se
subasta y pasa a manos del farmacéutico seglar Damián Izquierdo. Ésta sufre
varios traslados, Alcalá de Henares y Lerma. En 1884, la hereda Francisco
Palomares que la traslada a una casa de la villa monástica. Tres años después
sale de la órbita familiar del gran monje y pasa a manos de varios propietarios,
hasta que en 1927 la adquiere el señor Castrillo Martín, que entra en
negociaciones con unos extranjeros para vendérsela. Lo que podía ser una
verdadera barbaridad lo evitó don Juan de Aguirre y Achutegui que la adquirió y
se la entregó posteriormente al monasterio.
El nombre de este ilustre mecenas quedó plasmado en una lápida comemorativa
de su hazaña.
Las estanterías, biblioteca y utensilios para la obtención de destilados quedaron
en el Monasterio y, hoy día, ocupan dos espaciosas salas junto al claustro
románico, donde pueden admirarse por los visitantes al cenobio. Las estanterías
poseen un gran número de cajones para contener los simples medicinales y por
encima de ellas hay un buen retablo que representa a la Inmaculada y a sus pies
San Cosme y San Damián.
Hoy día el laboratorio alquímico cuenta con un centenar de matraces y otros
recipientes de cristal, como redomas y frascos brocales, alambiques para
obtener destilados y una magnífica colección de morteros.
64
BIBLIOTECA y BOTAMEN FARMACÉUTICO
La Biblioteca de la Botica del monasterio, con 1.024 títulos, es uno de los
mejores testimonios bibliográficos de la farmacopea española. Los catalogados
como raros y únicos; corresponden al siglo XVI unos sesenta.
En el año 1968 es cuando se instala esta botica del siglo XVIII en un lugar
adecuado para poderla exhibir a los visitantes como museo con botamen de
cerámica talaverana y vidrio de Cadalso, medicamentos de épocas pretéritas,
laboratorio con los aparatos de destilación y su interesante biblioteca.
4.- El botamen farmacéutico
65
El botamen de la botica monacal está constituido por trescientos setenta y seis
recipientes de diversas formas y tamaños con el escudo del monasterio,
exclusivos para el mismo.
Los botes de botica, albarelos y orzas de cerámica talaverana manufacturado en
un alfar de Talavera entre los años 1767 y 1776, que ostentan en su parte
frontal el escudo del monasterio, rodeado por unos elegantes y exquisitos
lambrequines de rocalla. Está timbrado con una corona real cerrada o cimado
por un capelo del que pende, por ambos lados, un cordón con las borlas
abaciales. Dentro del mismo hay un báculo, tres coronas o tres capelos, dos
flechas en aspa o sotuer con las puntas hacia abajo y unos grilletes, cuya
simbología ya hemos expuesto anteriormente. En la parte inferior existe una
cartela rodeada por unos bellos y barroquizantes adornos que enaltecen el
nombre del medicamento.
ALBARELOS.
66
El bote de farmacia por excelencia es el albarelo, de forma cilíndrica, cuello
ancho, perfil ligeramente paraboloide y cintura estrecha. Está manufacturado en
arcilla, esmaltado en blanco lechoso y decorado en azul cobalto.
Su nombre procede del vocablo persa al–baráni, que significa bote para
especias, y, de hecho, este tipo de bote también se utilizaba en la cocina para
conservar frutas confitadas, mermeladas y hierbas aromáticas. Los botes más
bajos y pequeños se empleaban para contener píldoras y se llaman pildoreros.
Sus tapas estaban constituidas por un simple pedazo de pergamino, lienzo o
cuero atado al cuello del recipiente por una simple cinta, cuerda o bramante.
67
Para conocer el contenido de los recipientes, los boticarios o monjes boticarios
pegaban unas etiquetas de papel en su parte central. Sin embargo, desde
aproximadamente la segunda mitad del siglo XVI, los alfareros dibujaron, por
encargo, unos rótulos o cartelas con los nombres de los medicamentos,
alrededor de los cuales aplicaban motivos decorativos.
Sus dimensiones son: 27.3 x 10.0 cm.
ORZAS.
Estas orzas talaveranas están manufacturadas en arcilla, esmaltado blanco
lechoso y decoración en azul.
La decoración, en la que alterna el color azul claro con espacios blancos causa
una adecuada suavidad tonal. Nos representa el escudo monástico: con los
grilletes, que simbolizan la labor llevada a cabo por los monjes del monasterio de
redención y liberación de los cautivos cristianos; las flechas representan el
martirio de San Sebastián, primer patrón del cenobio; los tres capelos que ciman
los grilletes, hacen referencia a la visión de Santo Domingo, explicada
anteriormente. El escudo está cimado por una corona real cerrada y rodeada de
lambrequines, tipo rocalla, sustentados por dos manos al nivel de la cintura del
recipiente. Inmediatamente debajo del conjunto anterior hay una cartela con la
inscripción “MECER” e inmediatamente por encima de ella y en el campo del
escudo aparece una pequeña rotulata en forma de concha con la inicial “F”.
Estos recipientes fueron encargados por el P. Saracha a un alfar talaverano:
1767 -1776.
La hojas mecereo o de San Pedro son muy tóxicas y se empleaban en pomada o
ungüento contra las afecciones reumáticas, bajo atención médica.
68
Sus dimensiones son: 25.0 x 20.10 cm.
ESCUDOS MONÁSTICOS y ORZAS TALAVERANAS de la BOTICA del MONASTERIO
69
ORCITA TALAVERANA (1767 – 1776)
Pero no hay que olvidar otros recipientes, que aunque no eran específicos de
las boticas eran empleados por los enfermos para la aplicación de los remedios
terapéuticos, como son las escudillas. Finalmente, citaremos los mieleros que
contenían la miel para endulzar los jarabes.
Mielero de cerámica aragonesa de Muel (s. XVIII) y escudilla con orejetas de
cerámica de Teruel (s. XV).
5.- El laboratorio alquímico
70
LABORATORIO ALQUÍMICO
La historia de la alquimia está muy relacionada con la farmacia, aunque
presenta muchos interrogantes y dificultades, por la propia naturaleza de
aquella. No obstante, la alquimia es más original, enigmática y desconocida que
la farmacia.
Al principio la alquimia se consideró tradicionalmente como la precursora de la
química, cosa que verdaderamente no es cierta, porque ésta como ciencia no
llegó a desarrollarse hasta que no desapareció la alquimia.
La alquimia estuvo más interesada en la transformación del mundo que en su
explicación objetiva; lo que le hace estar más unida a la farmacia, que tiene
como función fundamental: conservar la salud y combatir la enfermedad;
siendo una ciencia que se aplica a una finalidad estricta.
71
El llamado “Arte de Hermes” fue una farmacia esotérica, alegórica y simbólica,
vinculada con el hermetismo y las técnicas metalúrgicas que derivan de los
míticos “señores del fuego”. Los tratados herméticos son ciertamente oscuros,
pero detrás de la oscuridad se esconde la luz. Conocida la teoría alquímica
hermética, conociendo la clave de sus principales símbolos, se puede tratar de
emprender la lectura de Raimundo Lulio, Paracelso, Bernard de Trévisan,
Flamel,.. Lo que se encuentra vacio y sin sentido, se encontrará lógico.
La alquimia fue una gigantesca, osada y prometeica farmacia, que se propuso
“curar” los metales “enfermos” y transformarlos en oro filosófico y que buscó
también la quintaesencia, la panacea universal, los arcanos ocultos en las
entrañas de la tierra, las propiedades curativas de los metales y minerales. No
sólo quiso curar a los metales “enfermos”; también buscó y encontró
medicamentos, persiguió el elixir de la eterna juventud y soñó un hermoso y
utópico sueño: que los hombres alcanzasen la sabiduría e incluso la
inmortalidad. En resumen, la alquimia quiso curar al mundo y a los hombres.
En este reiterado esfuerzo por “sanar” cuanto estuviese enfermo, la alquimia
enriqueció el arsenal de la farmacia tradicional.
La alquimia renovó la farmacia gracias a Paracelso y sus seguidores. Estos se
inspiraron en el trabajo de los alquimistas griegos, árabes y latinos y explicaron
el organismo como un equilibrio químico, hablaron del mercurio, la sal y el
azufre y transformaron el laboratorio alquímico en laboratorio farmacéutico.
Dejaron de buscar oro filosófico para dedicarse a la obtención de
medicamentos. Gracias a la alquimia, la farmacia utilizó sin temor los remedios
químicos y minerales. Se introdujo la búsqueda del principio químico aislado y
quintaesenciado en vez de la mezcla polifarmacéutica de todos los productos
que por extracción acuosa se incorporan a la fórmula. Se usaron técnicas de
calcinación y destilación, de extracción alcohólica, retortas, alambiques,
remedios químicos como el mercurio y el antimonio.
72
Todo lo anteriormente expuesto fue una verdadera revolución farmacéutica,
que puede compararse en importancia a otras dos: la farmacia de Galeno,
basada en los criterios del humoralismo, y la farmacia contemporánea, con sus
productos de síntesis, de fabricación industrial, la investigación sistemática y la
utilización de sofisticadas tecnologías.
Hay que señalar también que la alquimia fue un arte, y que sus símbolos,
alegorías, colores y figuras enriquecieron la iconografía farmacéutica, mucho
más tradicional.
Los alquimistas y los boticarios trabajaron separados, pero por caminos
paralelos, buscando objetivos paralelos con objetivos parecidos y por medio de
distintos métodos. Cuando la farmacia se aproximó a la alquimia fue para
tomar de ella aquello que le convenía para desarrollar la química farmacéutica.
Para la botica del monasterio se fabricaron en el siglo XVIII una serie de piezas
de vidrio: matraces, redomas, vasos brocales, etc. procedentes de un
importante centro de producción cristalera de Cadalso de los Vidrios, en el
mismo corazón de Castilla, donde poseían el secreto de este cristal
transparente al estilo veneciano. En sus fábricas se utilizaba la leña de los
bosques de Almorox y la barrilla de Tembleque.
RECIPIENTES del LABORATORIO ALQUÍMICO
73
En el Museo de la Farmacia Hispana, de la Facultad de Farmacia de la
Universidad Complutense de Madrid, existe una magnífica colección de piezas
de vidrio, similares a las anteriores, procedentes de la botica del cenobio
silense.
74
RECIPIENTES de VIDRIO: MATRACES, REDOMAS y FRASCOS
BROCALES
FRASCOS BROCALES del s. XVIII
Laboratorio alquímico de la botica escurialense
75
1.
2.
Frascos brocales de vidrio verde y transparente, tipo albarelo, con la base y
cuello ensanchados y cintura estrecha, carentes de decoración. El nombre de
vaso brocal se debe a la forma de barandal que presenta el cuello.
Se supone que fueron manufacturados en la localidad madrileña de Cadalso de
los Vidrios, aunque carecen de marcas que acrediten su procedencia.
El 1. posee una etiqueta en la que se lee Arsénico blanco en letras negras.
En el 2. la etiqueta posee el nombre de espliego. Esta planta que posee virtudes
sudoríficas y aperitivas. Se prepara con agua destilada o como aceite esencial,
76
siendo la base de numerosas fórmulas aceptadas en las farmacopeas españolas.
Las sumidades floridas contenidas en el recipiente han sido usadas
tradicionalmente en afecciones reumáticas y nerviosas.
REDOMAS del s. XVIII
Laboratorio alquímico de la botica escurialense
1.
REDOMAS
2.
3.
77
1.- Vaso de vidrio transparente de forma piriforme, terminado en un fino
reborde, carente de ornamentación.
En el cuerpo posee una etiqueta de papel rectangular inclinada, color crema con
la inscripción “Sal Tamaris (c) i” en letras negras del siglo XVIII.
La corteza de los tarayes o tamariscos se consideró aperitiva y un poco
astringente; estas virtudes, hipervaloradas por los autores clásicos, llevaron a P.
Dioscórides a recomendar el que se usara de la madera de su tronco para hacer
vasos en lo que “dar a beber con ellos a los que tienen crecido el bazo, creyendo
que así se aprovechará mucho lo que bebieron”. De manera más explícita
expone A. Laguna “tiene el tamarisco virtud de mundificar y cortar, con alguna
adstricción; por donde conviene mucho en las opilaciones de hígado, bazo, y es
un soberano remedio contra la hidropesía”.
Las dimensiones son: 25.0 x 16.0 cm.
2.- Redoma de vidrio de color crema de idéntica forma a la anterior.
En el cuerpo posee una etiqueta de papel rectangular inclinada, color crema con
la inscripción “Mel Depur.” en letras negras del siglo XVIII.
La miel depurada, simplificada o miel simple, es una sustancia azucarada de
consistencia y color variable, generalmente amarillento, muy vistosa y de color
aromático.
Su uso en terapéutica es antiquísimo y de su extraordinario aprecio nos da
noticia el hecho de que para A. Laguna, siguiendo a Plinio, la miel “no es otra
78
cosa sino un rocio del cielo, que cae sobre las hojas de las hierbas y de los
árboles, el cual las abejas desfloran, comen y lamen con muy grande apetito”.
Hipócrates y Pitágoras la consideraron útil para prolongar la vida, y en la España
del siglo XVI se recomienda su empleo en la alimentación de ancianos. Es la
base de jarabes, calas y láudanos.
Las dimensiones son: 23.0 x 13.0.
3.- Redoma de vidrio de color azul – verdoso oscuro de idéntica forma que la
anterior.
En el cuerpo posee una etiqueta de papel rectangular inclinada, color crema con
recuadro en tinta negra donde se lee la inscripción “Ol. Fuligin.” en letras negras
del siglo XVIII. En la parte posterior, lleva una etiqueta de color crema,
fuertemente adherida, con una difusa inscripción, en letras del siglo XIX, “Aceite
Fuliginoso”.
Fuligo es el hollín, una materia que se produce por incineración de distintos
materiales; suele concretarse en forma de una sustancia negra, frágil, brillante,
de olor desagradable y sabor amargo. P. Dioscórides recomendaba el procedente
de las hornazas del vidrio, pues unía a las virtudes de los otros hollines, la
supuesta facultad de soldar las roturas de los huesos; A Laguna desdice esta
afirmación pero mantiene la idoneidad de este remedio, al que denomina hollín
de los pintores. Se empleó, por vía externa, para sanar afecciones producidas
por herpes, úlceras escrofulosas y, sobre todo, contra la tiña. Por vía interna, se
usó en contadas excepciones como vermífugo.
Para la preparación de las medicinas, era indispensable el mortero, recipiente de
forma troncocónica, pie ancho y grueso, para asegurar su estabilidad, y pico
vertedor. Los más antiguos eran de mármol, piedra, ágata o granito, aunque
79
también se fabricaron de marfil, loza y madera, no conociéndose los de bronce
hasta la época gótica.
COLECCIÓN DE MORTEROS, de metal y piedra.
Laboratorio alquímico de la botica escurialense
80
ALAMBIQUE o ALQUITARA del LABORATORIO ALQUÍMICO
El alambique o alquitara es un aparato metálico que consta, generalmente de
tres partes: la caldera, donde se coloca el líquido que se quiere destilar ; el
capitel , que recoge los vapores y los conduce por su cuello lateral a un
refrigerante o serpentín, que es un tubo largo enrollado en espiral, introducido
en una cuba llena de agua.
Para conseguir que la temperatura del agua, en la que está sumergido el
serpentín, se mantenga fría, condición indispensable para el proceso
destilatorio, se introduce agua fría por un embudo que se prolonga hasta la
parte inferior, para que una vez calentada, por contacto con el serpentín, salga
por un pitorro existente en la parte superior. Este proceso de llenado y vaciado
debe ser contínuo. El líquido condensado se extrae por un grifo, situado en la
parte inferior de la cuba.
81
En el año 1968 se instala la botica del siglo XVIII en un local adecuado para
poder exhibirla como museo a los visitantes, junto al laboratorio con los
aparatos de destilación, botamen de cerámica y vidrio, biblioteca y
medicamentos de épocas pretéritas.
Quisiera relatar una anécdota muy curiosa que titulo: El boticario que se
“adentró” en la paz del cenobio.
La rebotica de Ramiro Pinedo Basante de Bilbao mereció la atención de D.
Ramón Carande en su estupenda Galería de raros, editada en Madrid el año
1982, donde representa un ejemplo típico de rebotica urbana.
BOTES de la BOTICA de RAMIRO PINEDO
El boticario Pinedo fue un personaje peculiar y típico que hacia ostentación de
su falta de fe y piedad, y que cuando asistía a la tertulia del Lion D´Or, de la
Gran Vía de Bilbao, hablaba mal de todo lo humano y hasta, incluso, de lo
divino; es decir, que coloquialmente no dejaba títere con cabeza. En su botica
de la calle de La Cruz, se elaboraba el vino quinado Pinedo a base de tintura de
canela, vino de crianza, extracto de quina y corteza de naranja, todo ello
aderezado con unas gotas de coñac añejo. Para Julio Camba esta celebre
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pócima tonificante llegó a constituir uno de los mejores cócteles posibles. Éste
medicamento se administraba a los enfermos en el último trance de su vida
para su bien morir, y nunca mejor dicho.
Bueno, pues esta rebotica era a primeros de siglo centro de reuniones
intelectuales y a ella acudían con asiduidad Aranzadi, Leopoldo y Ricardo
Gutiérrez Abascal -éste último crítico de arte bajo el seudónimo de Juan de la
Encina-, el Dr. Areilza, los pintores Juan de Echevarría y Darío de Regoyos,
Miguel de Unamuno, el Dr. Achúcarro, y, como no, el abad del Monasterio de
Santo Domingo de Silos, el benedictino francés Dom Guépin.
Las idas y venidas de Dom Guépin a la rebotica de Pinedo hicieron que Quirino,
que así llamaban al boticario, visitase el Monasterio de Silos. Éste llegó al
cenobio en diciembre y al día siguiente, vigilia de Navidad, asistió a una
solemne ceremonia en la sala capitular, después del rezo de Prima. Ese tipo de
vida mística, con su liturgia, la comunidad y el claustro, le impactaron tanto, al
bueno de Pinedo, que acabó tomando el hábito de monje. Pero, ¿Qué fue lo
que le llevó a Quirino hacia la vida monacal? Sólamente Dios y él lo sabían.
Pero lo singular y curioso es que Quirino Pinedo abandonó las mundanidades,
su falta de piedad y de fe, para adentrarse en la paz del cenobio y convertirse,
además, en uno de esos locos por amor a Cristo.
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BOTES de la BOTICA de RAMIRO PINEDO
Las idas y venidas de Dom Guépin a la rebotica de Pinedo hicieron que
Quirino, que así llamaban al boticario, visitase el Monasterio de Silos. Éste
llegó al cenobio en diciembre y al día siguiente, vigilia de Navidad, asistió a
una solemne ceremonia en la sala capitular, después del rezo de Prima. Ese
tipo de vida mística, con su liturgia, la comunidad y el claustro, le impactaron
tanto, al bueno de Pinedo, que acabó tomando el hábito de monje. Pero, ¿Qué
fue lo que le llevó a Quirino hacia la vida monacal? Sólamente Dios y él lo
sabían. Pero lo singular y curioso es que Quirino Pinedo abandonó las
mundanidades, su falta de piedad y de fe, para adentrarse en la paz del
cenobio y convertirse, además, en uno de esos locos por amor a Cristo.
Nuestro boticario no abandonó la amistad de sus contertulios y escribió
algunos trabajos sobre arte religioso. Dejó escrito el Ensayo sobre el
simbolismo religioso en la escultura medieval. Por su gran cultura artística,
estudios y conocimientos sobre los simbolismos en el arte románico se hizo
merecedor del nombramiento de académico correspondiente de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Ricardo León en su obra Cristo en los Infiernos se refiere a sus amigos y
contertulios intelectuales bilbaínos y hace una mención especial del padre
Pinedo.
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JARDIN BOTÁNICO o HUERTO del
BOTICARIO
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En todas las órdenes religiosas la huerta fue, durante siglos, medio de
subsistencia y lugar de recreo y experimentación, y porque no, lugar de
encuentro con el Creador. Pero dentro de ella estaba el Jardín Botánico con
infinidad de plantas olorosas y medicinales que alegraban los sentidos y
curaban males propios y ajenos. Estas se depositaban en recipientes
llenándolos de flores, hojas, frutos o raíces, con algunos de los cuales también
se elaboraban los licores monacales que tanta literatura generaron en la edad
media. Estas boticas poseían un jardín botánico o huerto del boticario donde
se sembraban las plantas medicinales de las que se extraían los componentes
para la elaboración de los brebajes medicinales.
La tradición medieval de los huertos monacales de utilidad terapéutica y de los
huertos árabes para la aclimatación de plantas, posteriormente usadas en
Medicina y Agricultura, se continúa, reaviva y fortalece durante el
Renacimiento. En este período se implantan jardines botánicos propiamente
dichos, en los cuales se estudia y cultiva la flora autóctona y exótica con el fin
fundamental de dar a conocer los simples medicinales, pero mientras que en
la Edad Media el cultivo se hacía con fines utilitarios inmediatos para uso en
los hospitales, durante el Renacimiento se emplea ya como un instrumento de
ayuda a la ciencia botánica, junto a los dibujos efectuados en el campo, para
el mejor reconocimiento y estudio de las plantas.
La huerta, botica y enfermería eran dependencias al servicio de monjes y
enfermos. Para ello se disponía de los mejores elementos de este jardín
botánico o se traían de fuera. Finalmente, otras procedían del exterior; porque
se recolectaban en los campos cercanos donde crecían silvestres.
Por eso junto a la botica y dentro del recinto monacal existía un recoleto y
evocador jardín botánico o huerto del boticario, donde se cultivaban las
plantas medicinales, haciendo gala entre ellas, la belleza de aquellas que
hicieron venir de América, las cuales necesitaban unos cuidados especiales.
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Los monjes herbolarios estudiaban su recolección, sus propiedades curativas y
extraían los simples con los que confeccionaban sus pócimas. Podemos decir
que aplicaban su mayor esmero y conocimiento, porque eran hombres muy
sabidos en el arte de la Botánica. En el jardín botánico del Monasterio hay dos
tejos plantados por las manos de P. Saracha.
Estos jardines estaban ubicados en terrenos fértiles, resguardados de los
vientos y abiertos al sol de mediodía. Eran atendidos con gran solicitud por los
propios monjes, bajo la dirección del especialista en herboricultura, que
proporcionaba las clases de semillas y, además, cuidaba de que estuviesen
bien regados y atendidos. Cuando las plantas estaban en sazón, se recogían
con esmero, eran secadas a la sombra y finalmente se guardaban en grandes
arcones o armarios, con departamentos adecuados para cada planta, hasta ser
transformadas en medicamentos, que eran depositados en el botamen,
colocados en un gran salón con armarios, en los que descansaban los botes de
botica en perfecto orden y clasificados según las materias contenidas.
Los monjes herbolarios estudiaban su recolección, sus propiedades curativas y
extraían los simples con los que confeccionaban sus pócimas. Podemos decir
que aplicaban su mayor esmero y conocimiento, porque eran hombres muy
sabidos en el arte de la Botánica. En el jardín botánico del Monasterio hay dos
tejos plantados por las manos de P. Saracha.
En el jardín botánico había numerosos arbustos y plantas medicinales, algunos
traídos de las colonias españolas de ultramar. Rodeándolo había una galería
acristalada donde se clasificaban y secaban las diversas hierbas, de las que los
jóvenes ayudantes del monje boticario, con parsimonia y esmero, iban
separando pétalos, semillas, hojas y raíces para envolverlos, en su momento,
en el soporte adecuado: miel, regaliz y otras sustancias agradables y
conocidas. Estos eran mezclados posteriormente con insólitos reactivos, los
aditamentos mágicos (uña de ciervo, cuerno del unicornio, testículos de lobo o
piel de serpiente) o con minúsculas proporciones de sustancias nobles
(granates, rubíes, esmeraldas o laminillas de oro). Por eso es muy probable
89
que existiese en la botica monástica su famoso lapidario de piedras preciosas
en el ojo del boticario.
En resumen, podemos decir que en el jardín botánico o huerto del boticario se
seleccionaban plantas aromáticas y medicinales en su propio medio ecológico,
con mejores expectativas de crecimiento y mantenimiento.
Porque, las creencias del momento, hacían pensar que los árboles y plantas
que se utilizaban en la terapéutica, con indiscutible valor curativo, eran
generalmente objeto de prácticas supersticiosas y como consecuencia se
sacralizaba su empleo. Así, por ejemplo, las tisanas de las hojas, flores y
corteza del frejo se empleaban para curar la rabia y la epilepsia, propiedad
que también se le atribuía al tojo y al cinamomo o Árbol de San Eleuterio,
considerado este último como santo milagroso para curar este mal. Era
frecuente, y aún lo es, colgar unas ramas de romero en las puertas de las
casas como presagio de suerte y, por tanto, para alejar los malos espíritus. En
los monasterios encontramos extensas relaciones de plantas medicinales con
las anotaciones que reflejan su empleo en las curaciones de determinadas
enfermedades.
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El monje herbolario era un personaje discreto y oscuro, que cuidaba de los
religiosos enfermos y velaba porque no faltasen en el jardín botánico del
cenobio las 16 o 18 plantas medicinales destinadas al remedio de los pobres
mortales: la menta, el romero, el lirio blanco, la salvia, la ruda, el gladiolo, el
poleo, el heno griego, la rosa, el berro o el rábano, el comino, el apio
montano, el hinojo, la atanasia, el frejól y la «sariette». Éste preparaba
91
puntualmente las pócimas y guardaba celosamente en su cinturón de cuero
negro la llave del armario de los medicamentos.
Los monjes herbolarios comienzan a redactar, más bien con motivos prácticos
que científicos, los hortuli, horti y hortus sanitas, verdaderas guías de
selección, cultivo y recolección de plantas medicinales.
En los fondos monásticos constituidos por las plantas medicinales se observa
fácilmente el predominio de aquellas cuyo cultivo se realiza sin dificultad en
sus propios jardines botánicos y que en ocasiones causaban sorpresa por las
aplicaciones que les daban los propios monjes boticarios, cuando eran
seleccionadas para la obtención de licores, jarabes o vinos generosos, algunos
de los cuales tienen aceptación universal, como por ejemplo, los licores
Benedictine o Chartreuse. Recordemos también los nombres del Licor Pax,
Licor Alcuino, Eucaliptine, Licor Carmelitano, Licor Tizona y tanto otros que
fueron elaborados como reconstituyentes, cuya base farmacológica fueron la
quina y sus derivados. Los propios monjes siguiendo procedimientos
tradicionales y secretos, combinaban en determinadas proporciones las
hierbas para obtener estos licores que en la actualidad gozan de gran prestigio
y popularidad.
También el vino elaborado en las bodegas monacales sirvió de medicina, sobre
todo si tenemos en cuentas aquellas pócimas llamadas tónicas o cordiales. El
famoso vino hipocrático de los antiguos, también llamado hipocrás, era una
pócima a base de vino natural endulzado y aromatizado con canela, jengibre y
otras especies vegetales medicinales, pasado por el colador de Hipócrates.
Seis u ocho horas de trabajo manual (Opus Manuum) era el tiempo que el
monje boticario dedicaba a la botica y al cuidado del trozo de huerta del
monasterio que tenía reservado para jardín botánico o huerto del boticario,
donde se cultivaban las plantas medicinales: estudiaba su recolección, sus
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propiedades curativas y extraía los simples con los que confeccionaba las
pócimas.
Se llegó a usar mucho la llamada Gera pigra, o más bien, Hiera picra de
Galeno, a la que se le atribuían diferentes virtudes, ya que decían era de
múltiple eficacia, pues calienta, atenúa, corta, limpia, seca, diluye, digiere y
expulsa con facilidad los humores y los flatos malos, crasos y lentos
introducidos por los poros del cuerpo como por las oquedades de una esponja.
Entraban en su composición varios simples, como el cinamomo, la goma, el
carpobálsamo, azafrán, canela, áloe y algunos otros.
También era usada la Trifera alejandrina, que tal vez fuese la Aurea
Alejandrina o Trifera Sarracénica, cuya composición figura en la Colección
Salernitana, en la Farmacopea de Zaragoza o Concordia Aromatarium
Cesaraugustae de 1546 y en la Farmacopea de Barcelona o Concordia
Pharmacopolarum Barcinonensium de 1587. Entre los medicamentos
empleados en aquella época figuran las preparaciones introducidas por los
árabes. Los simples medicinales provenían en la mayoría de los casos del reino
vegetal, tales como el incienso, tomillo, artemisa, canela, clavo, nuez moscada
y macis, empleados como estimulantes; la corteza de la raíz de granado,
contra las tenias; la trementina, contra el reumatismo.
Fueron de gran renombre los preparados farmacéuticos elaborados por los
monjes y monjas: el capuchino Rousseau preparó el Bálsamo Tranquilo; las
monjas carmelitas, el Agua Carmelitana, los monjes benedictinos, el Agua
Oftálmica y el Ungüento de Santa Tecla, etc.
Fueron muchos otros vegetales los que se emplearon para la preparación de
medicamentos: el azafrán, la ruda, el apio, el ruibarbo, las cerezas, las uvas, la
retama, los espárragos, la mirra, el hinojo, el opobálsamo o Bálsamo de la
Meca, el espliego, el romero y otras labiadas empleadas como perfumes, junto
con la mirra, el incienso y el sándalo. Del reino mineral se emplearon el
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mercurio, el azufre, el alumbre y el orín de hierro; y del reino animal: la clara y
yema de huevo, la bilis de buey y el ámbar gris.
En el Liber sancti jacobi se enumeran con gran prolijidad muchos remedios
farmacéuticos empleados en la Edad Media, leídos en algún antidotario de la
época. El más importante se le atribuye a un tal Nicolo el Prepósito o Nicolo
Faculcio, autor de la escuela de Salerno, que lo había escrito en la primera
mitad del siglo XII, convirtiéndose más tarde en norma común de los
antidotarios europeos. Sin embargo, a este autor se le atribuyen dos
antidotarios: el Antidotarium magnum y el Antidotarum parvum. Es el segundo
el más conocido y usado en aquella época y fue declarado Código oficial en
distintos sitios, para la preparación de medicamentos. En este libro se incluyen
unos 150 medicamentos, distribuidos por orden alfabético, estudiándose sus
propiedades, preparación y conservación.
En la lectura del libro anterior se deduce, en líneas generales, cuales eran los
medicamentos usados en la Edad Media, que si bien en un principio eran
sencillos, después se fueron complicando por el gran número de simples que
los componían y que en ocasiones llegaron a ser incluso de veinte.
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Antes de aparecer la loza, las hierbas y raíces medicinales para su adecuada
conservación se guardaban, bien secas, en grandes arcones, cajas de madera y
armarios, con departamentos adecuados para cada especie; mientras que las
infusiones, aguas aromáticas y otros líquidos se conservaban en botellas de
vidrio, y, para los frutos, jarabes y ungüentos, era conveniente utilizar unos
recipientes llamados xaroperes, cuya forma deriva del botijo, que se realizaron
en plata, estaño, vidrio o terracota. Cuando eran transformadas en
medicamentos se depositaban en armarios de madera con cajones o en el
botamen, muy completo y variado, que descansaba en perfecto orden y
clasificación por materias contenidas, en las estanterías de los armarios
ubicados en un gran salón.
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ANEXO de PLANTAS MEDICINALES
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MENTAS (*)
IDENTIFICACIÓN:
Crecen en Europa en las bases de las altitudes. Son plantas vivaces de lugares
permanentemente húmedos. Viven en altitudes inferiores a los 1.800 m. Las mentas
prefieren suelos ligeros, ricos en materia orgánica, frescos o de regadío, su mayor
producción se alcanza en alturas cercanas a 1000 m, en lugares bien iluminados.
Resiste el frío. Sus renuevos enraízan fácilmente, por lo que debe reproducirse por
este medio a principios de la estación templada.
Distintas hojas de la Menta
(*) Especies cultivadas.
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La
mentha viridis, menta verde, hierba buena
o
yerbabuena (
es
espontánea y rara en las montañas, aunque se puede cultivar. Posee hojas de color verde
sobre las dos caras, planas, largas y con los bordes dentados. Flores en espigas flojas y cáliz
glabro con dientes estrechos. Olor suave y muy penetrante.
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La
mentha silvestris, mentha longifolia o de caballo es una hierba perenne de
hasta 1 m. de altura con olor muy fuerte. Posee tallos erectos. Se distingue de las demás mentas por
tener sus hojas cubiertas de una vellosidad plateada y son lanceoladas de hasta 9 cm., que carecen
de peciolo. Flores rosas o lila en espigas compuestas de hasta 10 cm. Cáliz pubescente y estambres
sobresalientes. Florecen entre junio y setiembre.
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Mentha Longifolia
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La Mentha aquatica se conoce popularmente con multitud de nombres comunes:menta
acuática, menta de agua, menta colorada, menta rizada, almaro, almoradux, hierba morisca,
hierbabuena acuática, hierbabuena morisca, hierbabuena del agua, hierbabuena rizada,
sándalo de agua, azándar, balsamita…
Es una planta de tipo perenne bastante común en Europa, excepto en su extremo
norte. Esta se distingue fácilmente por su fresca fragancia a menta. Su crecimiento es
algo inferior al metro de altura, aunque en ocasiones, si convive con otras plantas que
le proporcionan el soporte adecuado puede llegar fácilmente hasta el metro y medio.
Sus tallos son erectos y algo vellosos con un cierto color púrpura. Sus hojas son
ovadas u ovado-lanceoladas, de color verde (a veces purpúreas), pecioladas,
dentadas, de tacto suave y algo venadas que crecen de forma opuesta en el tallo.
Florece durante los meses más calurosos del año, centrando su floración entre junio y
septiembre. Sus flores son violáceas de casi un centímetro, reunidas en inflorescencias
redondeadas separadas en el mismo tallo en forma de pisos. Su cáliz posee dientes
estrechos y los estambres sobresalen a la corola. Sus flores carecen de valor
ornamental. Se poliniza bien por insectos, mejor que por semilla. Una forma de
reproducirse muy cómoda es mediante rizomas, hasta el extremo de que puede convertirse
en invasiva, aunque es fácilmente controlable si se introduce en una maceta sin fondo
antes de enterrarla
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Mentha aquatica
La Menta arvensis o Menta de los campos
es una planta fanerógama de la
regiones templadas de Europa. Es una planta herbácea perenne que alcanza los 10–60 cm
(raramente los 100 cm) de altura. Las hojas son opuestas, simples y de 2–6,5 cm de
longitud y 1–2 cm de ancho, peludas, y con los márgenes serrados. Las flores son de color
púrpura pálido (ocasionalmente blancas o rosas), en pequeños verticilos compactos más
cortos que las hojas que se agrupan sobre los tallos. Cada flor tiene 3–4 mm de longitud.
Partes utilizadas: hojas y sumidades floridas (julio – otoño) conservadas en ramilletes.
Constituyentes: esta planta contiene una esencia que se compone de mentol, mentona,
cineol, tanino. El mentol y más aún la mentona son principios aromáticos y refrescantes,
usándose en la fabricación de perfumes, dentífricos, etc. La esencia de menta es
antiespasmódica, tónica, favorecedora de la secreción biliar, estimulante y a dosis altas,
afrodisíaca. También facilita el funcionamiento del intestino si se administra en forma de
tisanas con 5-6 g de hojas o extremos floridos por taza. Cuando hierve el agua, se quita del
fuego, y una vez que deja de hervir, se echa la menta. Se tapa y se espera a que pierda
temperatura para poderla tomar. Se añade azúcar o miel.
Actividades farmacológicas: por sus propiedades desinfectantes se utiliza en masajes;
calma los dolores de muelas al colocar una hoja sobre la muela afectada; Se utiliza como
calmante nervioso debido a la sensación placentera y refrescante que produce. Los aceites
esenciales tienen una acción carminativa, de manera que facilitan la evacuación de gases al
favorecer los movimientos peristálticos del intestino. Tienen además efectos antihelmínticos al
eliminar las lombrices y otros parásitos del aparato digestivo. Las propiedades antisépticas y
balsámicas son la razón de que se incluyan en un gran número de preparados para el sistema
respiratorio, como las pastillas para la tos. En la medicina natural, la menta está indicada para
diarreas, nauseas y cólicos. Tiene también propiedades antiespasmódicas. Es un magnífico
tónico. El uso en grandes cantidades puede provocar intoxicaciones.
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LIRIO BLANCO (Iris florentina). (*)
HÁBITAT: vive en toda la región mediterránea: en lugares rocosos, lindes de los campos,
arcenes de los caminos, jardines. Es originaria de Europa, Marruecos y norte de la India.
Brota de un rizoma o bulbo grueso, que es la parte medicinal utilizada.
IDENTIFICACIÓN:
Se trata de varias especies cultivadas y variedades hortícolas de origen híbrido de las que la
más extendida es el Iris de Alemania. El rizoma posee olor desagradable.
Tallo: planta herbácea de tallo erecto, que puede alcanzar los 60 cm de altura.
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Hojas: planas de hasta 40 mm. de ancho y 2 a 3 cm. de alto; es decir, casi tan altas como la
misma planta. Son envolventes en la base, tienen forma de lámina y nerviaciones paralelas.
Flores: son grandes, imponentes y muy perfumadas, con sépalos azules o blancos, los
internos curvados, y una “barba” central amarilla. Las inflorescencias están agrupadas en
pares o de tres en tres en tallos ramificados. La floración tiene lugar de mediados de
primavera a principios de verano.
Frutos: con forma de cápsulas.
Componentes activos: isoflavonas (irisolona, irilona, alfa y beta ironas); aceite esencial
(hasta un 0.2%); Ácidos grasos libres (75-80%): Ácido mirístico, ácido palmítico, ácido
caprílico, ácido pelargónico, ácido láurico, ácido undecílico. Alcoholes: Geraniol, eugenol,
linalol; Aldehídos: Forfural; Cetonas: Irona, acetovanilona; Ácido salicílico; Naftaleno; Fenoles;
Almidón (20-50%); Aceites (9%); Ácido irídico; Azúcares; Resina; Taninos.
Actividades farmacológicas: es usada en el asma, bronquitis, cefaleas, coqueluche. El
rizoma seco se utiliza para estimular la secreción gástrica y salival. También es recomendado
como diurético suave, astringente discreto y expectorante. El rizoma fresco no debe utilizarse
porque produce vómitos y una intensa irritación gástrica.
Usos: polvo, de 0.3 a 1 gr por dosis; Extracto fluido, de 1 a 2 gr por dosis.
(*) Especie cultivada.
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LIRIO BLANCO
SALVIA (Salvia officinalis). (*)
HÁBITAT: Europa meridional, hasta 800 m. de altitud. Para multiplicar la salvia hay dos
métodos: por semillas, sembrandolas en primavera, o por esquejes de estaca semimaduras
recogidos a principios de otoño.
IDENTIFICACIÓN:
Tamaño: es un pequeño arbusto entre 0.3 y 0.7 m. de altura y de vida breve. Suele ser
planta aromática de jardín. La salvia es una de las hierbas más apreciadas para la decoración
porque sus hojas verdegrises o púrpuras y sus flores azules o malva se secan bien.
Tallo: erguido, ramoso y cubierto de pelos cortos.
Hojas: verdes blanquecinas, grandes, oblongas y pecioladas; carnosas, dentadas y perennes
y aterciopeladas por ambas caras. Las hojas se recogen para usarlas frescas o antes de la
floración si es para secarlas. El primer año conviene no cortar. Las hojas frescas se emplean
para condimentar rellenos para cerdo y algunas aves, platos de carne, así como para preparar
carnes en la barbacoa, para aderezar quesos, etc., Las legumbres ganan en digestibilidad con
unas hojas de salvia en el agua de cocción. Las hojas desprenden un fuerte aroma
alcanforado.
Flores: azul-violáceas y caducas, de tamaño grande, que aparecen entre mayo y julio. Poseen
entre 3 y 6 pares de verticilos en espigas terminales con brácteas violáceas caducas. Cáliz
112
bilabiado y corola larga con dos labios, el inferior trilobulado. Se debe de podar después de la
floración.
Olor y sabor aromáticos.
Partes utilizadas: hojas indivializadas, antes de la floración y sumidades floridas. Se deben
conservar en recipientes herméticos.
Constituyentes: ácido rosmarínico, flavonoides, tanino.
Propiedades terapéuticas: antiséptica, antiespasmódica, antisudoral, carminativa,
colerética, emenagoga, hipoglucemiante, estimulante, estomáquica, vulneraria. Se utiliza en
dolencias del aparato respiratorio y digestivo, así como contra sudores nocturnos. Muy
empleado en gárgaras y como desinfectante bucal. En infusiones se recomienda también para
calmar el dolor de cabeza y la tensión nerviosa.
Reduce la secreción de leche en mujeres lactantes y no debe administrarse a niños menores
de dos años.
Es la planta típica de la cocina italiana, aunque no habría que olvidar la albahaca.
(*) Especie cultivada.
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SALVIA
RUDA (Ruta graveolens). (*)
HÁBITAT: posee 1 m. de altura y crece de forma espontanea en llanuras soleadas cercanas
al litoral, aunque también puede cultivarse en jardines. Posee propiedades medicinales pero a
dosis elevadas puede ser venenosa. La planta desprende un olor característico y puede usarse
para aromatizar ensaladas y licores.
IDENTIFICACIÓN:
Es una planta medicinal del sur de Europa de la familia de las Rutaceae, perenne, de color es
verde grisáceo, muy olorosa. La planta entera tiene un aroma característico difícil de confundir
con otras
Tallo: arbusto muy ramificado que puede vivir varios años, y como consecuencia de ello el
tallo puede volverse leñoso. Es erguido y alcanza entre los 60-80 cm de altura.
Hojas: son semi-perennes, de color verde glauco, alternas y compuestas por varios
segmentos de los cuales los laterales son alargados y el terminal ovalado o blanquecino, de
consistencia algo carnosa. El sabor de las hojas es ligeramente picante pero éste queda
enmascarado por el intenso aroma que despiden.
Flores: pequeñas y amarillas con 4 pétalos. Son pequeñas y forman ramilletes, teniendo
entre cuatro y cinco pétalos de un color amarillo vivo.
Frutos: son cápsulas con cinco lóbulos, de color marrón que en su interior contienen semillas
negras.
Componentes: aceite esencial, esteres, cetonas alifáticas, alcoholes, cumarinas y
furanocumarinas, vitamina C, alcaloides quinólicos, quercetina, resina, ácido ascórbico, ácido
málico, taninos, lignanos.
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Actividades farmacológicas: espasmos gastrointestinales, parasitosis. varices, hemorroides,
excelente para calmar el dolor de oídos (otalgia), inducen al aborto, combaten dolores
estomacales. Por vía externa, para tratar el vitíligo y la leucodermia.
Propiedades terapéuticas: como antineurítica, contra dolores de cabeza, para el vértigo,
palpitaciones, dolores de estómago. Usar en pequeñas cantidades.
Afecciones ginecológicas: la ruda contiene una esencia rica en metilnonilcetona de fuerte
actividad oxitócica (contrae el útero) por lo que se aplica en infusión para facilitar la
menstruación una vez se ha comprobado que no existe embarazo. En la antigüedad se
empleaba como abortiva.
Antiespasmódica y antiséptica: la esencia de ruda es buena para calmar los dolores de los
cólicos abdominales.
Antihemorrágica: la ruda contiene rutina (o rutósido) que aumenta la resistencia de los
vasos sanguíneos llegando a detener algunas hemorragias internas.
Antirreumática: aplicada exteriormente en compresas calma los dolores reumáticos.
Resulta útil en tratamientos de psoriasis, eczemas y sarna por su actividad revulsiva
aplicándola en cataplasma.
Uso interno: infusión: Con 2-5gr. de planta por litro de agua, de la que se ingieren 2 tazas al
día. Para tratar los trastornos menstruales se toma la semana anterior a la regla; esencia: 2- 3
gotas al día.
La ruda se emplea en la cocina debido a su ligero toque entre picante y amargo, aunque su
aroma es empleado en diferentes salsas o mezclas alcohólicas. Existen ciertos riesgos al
cocinar con ruda debido a su fuerte toxicidad. En cualquier caso se deben emplear las hojas
frescas (recién cortadas).
CONTR AINDICACIONES: EM BAR AZO Y LACTANCIA.
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RUDA
GLADIOLO (Gladiolus spp.) (*)
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Nombres comunes: gladiolo, espadilla.
El nombre del género se atribuye a Plinio y hace referencia, por un lado, a la forma de
las hojas de estas plantas, similares a la espada romana denominada "gladius". Por
otro lado, también se refiere al hecho de que en la época de los romanos la flor del
gladiolo se entregaba a los gladiadores que triunfaban en la batalla; por eso, la flor es
el símbolo de la victoria.
El gladiolo cultivado actualmente es un híbrido complejo producto del cruzamiento
entre varias especies del género; práctica que se ha venido realizando desde principios
del siglo XIX.
El principal uso es en floricultura, para la producción de flor cortada.
HÁBITAT: es una planta perenne y bulbosa. Vive en el oeste y centro de Europa, el
Mediterráneo hasta el suroeste y el centro de Asia y África tropical y Sudáfrica.
Necesita bastante luminosidad y pleno sol. Florece cuando los días son mayores de 12
horas. Se adapta a gran variedad de suelos.
IDENTIFICACIÓN:
Tamaño: se desarrollan a partir de un tallo subterráneo llamado cormo (parece un bulbo, con
forma redondeada algo achatada). Los tallos del gladiolo alcanzan 1-2 m de altura, recubiertos
de hojas en su porción inferior y sosteniendo flores sésiles reunidas en espiga insertas sobre
"una falsa” espata aguda.
Hojas: ensiformes abrazándose mutuamente en la base, rígidas y erectas recorridas de
numerosas nerviaciones paralelas. Las hojas, que son alargadas, paralelinervadas y
lanceoladas, están recubiertas de una cutícula cerosa y salen todas desde la base. Las hojas
inferiores están reducidas a vainas y las superiores son dísticas, de lineares a estrechamente
lanceoladas. Los cormos son redondeados, simétricos, algo achatados, con el ápice de
crecimiento en el centro de la zona superior que -normalmente- está algo deprimida. Están
cubiertos por varias capas de túnicas fibrosas.
Flores de colores varios. Son sésiles, cada una rodeada de una bráctea y una bractéola
verdes. Las flores se hallan dispuestas en largas espigas terminales que llevan de 12 a 20
flores. Son ligera o acentuadamente zigomorfas y hermafroditas. El perigonio está compuesto
por 6 tépalos subiguales, extendidos, recurvos, unidos en su base formando un tubo más o
menos notable según la especie. El androceo está compuesto por 3 estambres, dispuestos
unilateralmente, arqueados. Los filamentos estamniferos son filiformes y libres. Las anteras
son lineares. El ovario es ínfero, trilocular, con los lóculos pluriovulados, el estilo es filiforme y
trífido. Florecen en verano-otoño y en climas templados todo el año.
Fruto: es una cápsula oblonga o globosa dehiscente formada por 3 valvas que contiene
numerosas semillas aladas y marrones.
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GLADIOLO
POLEO (Mentha pulegium) (*)
Nombre Común: poleo-menta.
HABITAT: El poleo (Mentha pulegium), también llamado poleo-menta, es una de las
especies más conocidas del género Mentha. De la familia de las labiadas, es una
perenne cespitosa y de raíces rizomatosas que crece bien en sitios húmedos o junto a
cursos fluviales, donde se la encuentra silvestre entre gramíneas y otras plantas. El
poleo es una planta de olor agradable.
IDENTIFICACIÓN:
Tamaño: puede llegar a medir entre 30 y 40 cm.
Tallos: Son erectos y cuadrangulares, cortos, muy ramificados y con ramas floridas casi desde
la base hasta la cima.
Hojas: son pequeñas, velludas, lanceoladas y ligeramente dentadas, de color entre verde
medio y oscuro y subsensiles, dispuestas opuestamente a lo largo de los tallos.
Flores: posee diminutas flores rosadas que nacen agrupadas en apretadas inflorescencias
globosas.
Partes utilizadas: hojas o toda la planta y sumidades floridas (julio – octubre). Secadas en
ramilletes.
Constituyentes: pueden usarse las hojas o toda la planta, que en su mayor parte contiene
pulegona, mentol y otras sustancias terpénicas como la mentona, isomentona ... (en menor
proporción).
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Actividades farmacológicas: carminativa, relajante, emenagoga.
Aplicaciones terapéuticas: El conjunto da un efecto carminativo (facilita la expulsión de
gases intestinales) y digestivo además de emenagoga. Regula la menstruación. En afecciones
bronquiales leves también tiene cierta acción como expectorante y antitusivo (por vía tópica).
Se usa en infusiones como relajante y se dice que favorece la expulsión de la placenta después
del parto. En alimentación se utiliza por su propiedad aromática, que hace que en la industria
también se utilice para evitar la halitosis y en dentífricos como refrescante.
No es aconsejable para la gente que padece afecciones del hígado ya que la
pulegona, que es el principio activo en m ayor concentración, tiene un efecto
altam ente hepatotòx ico. El aceite esencial tam bién presenta esta tox icidad en el
hígado y pulm ones, adem ás de ser abortivo en anim ales.
(*) Especie cultivada.
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POLEO
HENO GRIEGO (Trigonella foenum-graecum).
Nombres comunes: Alhova, fenogreco.
HISTORIA: es una de las plantas medicinales más antigüa; ya el Papiro de Ébers, documento médico
egipcio del siglo XV a. de C., la recomendaba como emplasto para curar las quemaduras. Hipócrates
destaca las propiedades curativas del mucílago contenido en su harina. Se le dio el nombre de
foenum graecum o heno griego debido a que se cultivaba en todos los países mediterráneos, y en
especial en Grecia.
HÁBITAT: es una planta originaria del oeste asiático, cultivándose ampliamente, a partir de la Edad
Média por toda la región mediterránea para cosechar sus semillas aromáticas. Crece entre las miéses
y las tierras de labor. En los países árabes aun se cultiva como planta forrajera para la alimentación
del ganado.
Tamaño: es una planta semianual y robusta de unos 60 cm. de altura y tiene un olor característico
que lo impregna todo.
Hojas: con forma de trébol y cada hojuela dibuja un huevo al revés. Las hojas poseen dientecillos en
la parte más ancha. En la axila se asientan las flores.
Flores: solitarias o emparejadas, amariposadas, blanquecinas y de 12 a 15 mm de largo. Florece en
primavera con unas flores blanquecinas.
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Fruto: es una vaina estrecha y larga, con la forma de una hoz, como una legumbre comprimida, de 7
a 9 cm de largo, nerviada y prolongada en pico de 2 – 3 cm, encerrando de 10 a 20 semillas ovoides,
compactas y de color pardo. Si se tuestan ligeramente extraen todo su sabor.
Partes utilizadas: las semillas, que son ricas en mucílago y proteínas de fácil asimilación. Minerales
(hierro, fósforo y azufre) y vitaminas.
Actividades farmacológicas: en uso interno tiene una acción laxante suave y desinflama y protege
todas las mucosas digestivas, como consecuencia de la acción emoliente de los mucílagos. Como
consecuencia de ello estimula todos los procesos digestivos, facilitando un mejor aprovechamiento de
los demás alimentos.
Aplicaciones terapéuticas: La harina de las semillas se puede usar como reconstituyente en la
inapetencia que presentan las personas delgadas y anémicas; provocando el aumento del apetito y
del engorde natural. Su éxito ha sido grande en las personas convalecientes de la tuberculosis.
Sin embargo, es interesante la aplicación externa de las decocciones hechas con sus semillas que
originan unas pastas ricas en mucilagos, muy efectivas en las hemorroides, aplicándolas
directamente sobre el ano en forma de cataplasma fría o en baño de asiento, logrando una reducción
de la inflamación. Limpia y cicatriza las heridas tópicas, con difícil cicatrización, úlceras, grietas de los
pezones y de los labios, aplicándolas en cataplasmas. También es útil en abscesos, forúnculos,
diviesos y en la celulitis facilitando el drenaje y limpieza de la piel. Finalmente, usándola en forma de
cataplasma caliente se usa en artritis, artrosis y reumatismo articular.
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HENO GRIEGO
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ROSALES – ESCARAMUJOS (Rosa canina).
Nombres comunes: rosa silvestre, agavanzo, rosal perruno, zarza
rosa o escaramujo.
HÁBITAT: es un arbusto vivaz que mide hasta 2 m de altura, con tallos colgantes de
color verde cubiertos de espinas pequeñas, fuertes y curvas. Es típica en Europa
formando setos, o situada en los bordes de los caminos, lindes de bosques planos y
en colinas de hasta 1.600 m. Actualmente su distribución es bastante amplia y se
encuentra en todo tipo de suelos, preferentemente montañosos.
IDENTIFICACIÓN:
Tamaño: entre 1.5 y 2 m. de altura. Es un arbusto enmarañado.
Tallo: su tallo se retuerce y trepa entre la maleza. Tallos y ramas de color verde provistos de
aguijones fuertes, curvados.
Hojas: son caducas e imparipinnadas compuestas de 5 a 7 foliolos dentados ovales.
Flores: pueden ser solitarias o agrupadas en corimbos, son de color rosa pálido o blancas, de
4 a 6 cm de diámetro con cinco pétalos. Florece de mayo a julio.
Fruto: produce frutos al final del verano o principios de otoño. Olor suave y sabor acidulado. El
escaramujo o tapaculo, es botánicamente conocido como cinorrodón. Cinorrodón es una
transcripción de una palabra compuesta de origen griego (kion + rhodon), que significa rosal
perruno. Es carnoso y de color rojo.
Partes utilizadas: botones florales, hojas, frutos (agosto – octubre). Principalmente, se
aprovecha el fruto, secado rápidamente después de la apertura y eliminados los pelos. Se
conservan en seco indefinidamente. A veces en sus ramos aparecen unas protuberancias que la
misma planta origina para alojar las larvas de los insectos Rhodite rosae. Estas formaciones se
llaman bedegares y tienen aplicaciones medicinales.
Constituyentes: Vitaminas A, B, C, E, K, P; tanino, pectina.
Propiedades farmacológicas: Digestiva,
cicatrizante, diurética, laxante, tónica.
antiescorbútica,
afrodisíaca,
astringente,
Aplicaciones terapéuticas: angustia, astenia, quemaduras, diarrea, fatiga, hemorragias,
parasitosis.
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ESCARAMUJOS
MAJUELO (Crataegus monogyna). Nombres comunes: espino albar o espino
blanco.
HÁBITAT: en el sur de la Península Ibérica, apareciendo entre otras la
variedad Crataegus monogyna subsp. brevispina. Se planta como seto y para
uso agrícola.
IDENTIFICACIÓN:
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Tamaño: es un árbol de cuatro a seis m de altura, con ramas espinosas, hojas
lampiñas y aserradas, caducas, flores blancas, olorosas y en corimbo, y fruto
ovoide, revestido de piel tierna y rojiza que encierra una pulpa dulce y una
única semilla, de ahí su nombre, apareciendo raras veces dos. Pueden ser
arbustos o pequeños árboles de 5-14 m de altura, con una densa corona. La
corteza es gruesa y parda con grietas verticales naranja.
Tallos: los más jóvenes tienen espinas romas, de 1 a 1,5 cm de largo.
Hojas: de 2-4 cm de largo, ovaladas y profundamente lobuladas, a veces casi
hasta el centro, con los lóbulos abiertos en un amplio ángulo. El haz es verde
negruzco y pálido en el envés. Son caducas con 3 – 5 lóbulos poco profundos.
Flores: las emite a fines de primavera (mayo a junio, en su área nativa) en
corimbos de 5-25 juntas; cada flor de cerca de 1 cm de diámetro, con cinco
pétalos blancos, numerosos estambres rojos, y un singular estilo; son
moderadamente fragantes.
Frutos: pequeños, ovales, rojo-oscuros de cerca de 1 cm de longitud, tipo
cereza. Es estructuralmente un pomo conteniendo una sola semilla.
Partes utilizadas: por lo que se refiere a su uso medicinal, los ingredientes
activos de sus flores son: tanino, flavonoides, aceites esenciales, triterpenos y
derivados de purinas. Los de sus frutos: taninos, flavonoides, pigmentos y
vitaminas. En las hojas y los frutos hay lactonas y diversas flavones:
responsables, en parte, de su acción cardiaca.
Constituyentes: pigmentos flavónicos, aminas, derivados terpénicos, histamina,
tanino, vitamina C.
Propiedades farmacológicas:
hipotensivo, sedante.
antiespasmódico,
astringente,
diurético,
Aplicaciones terapéuticas: cardiotónico y ligeramente diurético: se
considera que su acción regula la tensión arterial y, por tanto, se podría
emplear en el tratamiento de la hipertensión arterial y en las arritmias
cardiacas. Sedante, puede resultar útil para el tratamiento del insomnio.
Relajante muscular y antiespasmódico: también se podría utilizar en casos de
ansiedad y nerviosismo que provocan síntomas como espasmos y tensión
muscular. No es útil en ataques agudos porque su efecto es lento.
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MAJUELO (Crataegus monogyna)
BERRO (Nasturtium officinale) (*)
HÁBITAT: Planta acuática que crece en las fuentes, riachuelos, en las aguas limpias a la orilla
de los arroyos y que, incluso, puede ser cultivada.
IDENTIFICACIÓN:
Para aprovechar al máximo las magníficas propiedades del berro, es necesario consumirlo muy
fresco, muy verde, con hojas intactas y bien lavado, antes de su uso, porque puede transmitir
al hombre una enfermedad parasitaria, la distomatosis. Una vez llevadas a cabo estas
observaciones la planta se hace absolutamente merecedora de su sobrenombre: salud de los
cuerpos.
Es una plantita vivaz, acuática. Su olor picante hace fruncir la nariz, lo que explica su nombre:
Nasturtium, que viene del latín, nasus tortus, nariz retorcida.
Tamaño: los berros son plantas que miden de 10 a 50 cm de altura.
Tallo: suave y muy ramificado. Sus tallos con hojas se consumen en ensaladas y como
guarnición.
Hojas: son alargadas de forma oval y con nervaduras muy marcadas.
Flores: amarillas o blancas, tienen cuatro sépalos, cuatro pétalos, seis estambres y un único
pistilo, agrupadas en inflorescencias axilares y terminales. Cuando se abren los capullos
131
florales, las hojas que son pinnadas y alternas adquieren un sabor muy pungente, y ya no se
deben utilizar como alimento.
Frutos: largos y delgados, y sus semillas se utilizan como condimento.
Partes utilizadas: tallos con hojas, desde mayo a setiembre. El berro, silvestre o cultivado,
es medicinal en alto grado, de tal manera que su riqueza en vitaminas y sales minerales hacen
que sea un buen remedio estimulante y antiescorbútico.
Constituyentes: fósforo, hierro, calcio, iodo, glucósido, azufre, vitaminas A, B/2, C, E, PP.
Propiedades farmacológicas: antioxidante por los radicales libres de sus vitaminas y sales
minerales, preventivos del cáncer. Depurativo, diurético, febrífugo, estimulante.
Aplicaciones terapéuticas: los berros están recomendados principalmente para problemas
renales. Su tratamiento consiste en moler o picar toda la planta, con o sin raíz, para ingerirla
como té. Para el tratamiento de dolores de estómago se hace un cocimiento con las ramas
frescas o se muelen para tomarse como agua de uso. También el berro se utiliza para tratar la
anemia, bocio y diabetes. El tratamiento, para estos casos, consiste en la infusión de sus
ramas.
(*) cultivada.
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RÁBANO (Rabanus sativus).
IDENTIFICACIÓN: El rábano es una hortiliza cuyos origenes no se conocen con certeza,
aunque parece ser que las variedades de rábanos de pequeño tamaño se originaron en la
región mediterránea, mientras que los grandes rábanos pudieron originarse en Japón o China,
siendo su principal caracteristica nutricional que poseen un bajo aporte calórico por su alto
contenido en agua. El rábano se cultiva por sus raíces comestibles. Sus subespecies reciben
nombres vulgares diferentes, por ejemplo, R. sativus var. sativus es llamado rábano o rabanito
y R. sativus var. longipinnatus se conoce como rábano blanco o rábano japonés. Es una planta
muy cultivada y las variedades más frecuentes son: los blancos, rojos y negros.
Tallo: breve antes de la floración, con una roseta de hojas. Posteriormente, cuando florece la
planta, se alarga alcanzando una altura de 0,50 a 1 m, de color glauco y algo pubescente.
Hojas: basales, pecioladas, glabras o con unos pocos pelos hirsutos, de lámina lobulada o
pinnatipartida, con 1-3 pares de segmentos laterales de borde irregularmente dentado; el
segmento terminal es orbicular y más grande que los laterales; hojas caulinas escasas,
pequeñas, oblongas, glaucas, algo pubescentes, menos lobuladas y dentadas que las basales.
Flores: dispuestas sobre pedicelos delgados, ascendentes, en racimos grandes y abiertos;
sépalos erguidos; pétalos casi siempre blancos, a veces rosados o amarillentos, con nervios
violáceos o púrpura; 6 estambres libres; estilo delgado con un estigma ligeramente lobulado.
El fruto es una silícula.
Constituyentes: tras el agua, su principal componente son los hidratos de carbono y la fibra.
Contiene vitaminas: C, B/1, B/2, B/6, A y E, niacina y folatos. Minerales: Potasio, yodo, calcio,
fósforo, magnesio, azufre.
Propiedades farmacológicas y aplicaciones terapéuticas: la vitamina C tiene acción
antioxidante, interviene en la formación del colágeno, huesos y dientes, glóbulos rojos y
favorece la absorción del hierro de los alimentos y la resistencia a las infecciones. Los folatos
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colaboran en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis de material genético y la
formación de anticuerpos del sistema inmunológico.
Los minerales más abundantes en su composición son el potasio y el yodo, que aparece en
cantidad superior a la de la mayoría de las hortalizas. Contiene cantidades significativas de
calcio y fósforo. El magnesio está presente, pero en menor proporción y se relaciona con el
funcionamiento del intestino, nervios y músculos; además, forma parte de huesos y dientes,
mejora la inmunidad y posee un suave efecto laxante. El calcio del rábano no se asimila
apenas en comparación con los lácteos y otros alimentos que se consideran fuente importante
y de gran aprovechamiento de este mineral. El potasio es un mineral necesario para la
transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal, además de
intervenir en el equilibrio del agua dentro y fuera de la célula. Los compuestos de azufre de
acción antioxidante ayudan a prevenir enfermedades. Dichas sustancias son en parte
responsables del efecto diurético y digestivo de los rábanos. Aumentan la secreción de bilis en
el hígado (efecto colerético) y facilitan el vaciamiento de la vesícula biliar (acción colagoga),
además de conferirle su sabor picante característico.
Tiene una acción muy importante contra el cáncer o en la inhibición de las células
anticancerígenas; lo que se debe a la acción de los componentes azufrados volátiles, como el
metanetiol.
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RÁBANO
COMINO (Cuminum cyminum).
HABITAT: es una planta herbácea anual y una especia originaria del mar Mediterráneo,
difundida en la actualidad también por América.
IDENTIFICACIÓN: pertenece a la familia Apiaceae (antes llamadas umbelíferas). Tiene un
característico sabor amargo y un olor fuerte y dulzón gracias a su alto contenido en aceites.
Tallo: Posee 30-60 cm. de altura.
Hojas: lanceoladas.
Flores: son pequeñas, blancas o rosas a finales de la primavera. Es típica la disposición de
sus flores en forma de umbrela, esto es, como si se tratara de un paraguas invertido, en el
que todos los pedúnculos florales se unen al tallo por el mismo punto. Se dividen en
segmentos delgados.
Frutos: las llamadas semillas son, en realidad, los frutos que constituyen la especia. De forma
ovoidea o fusiforme alargada. Estos son los que se usan, porque llevan los principios activos.
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Partes utilizadas: el fruto que es alargado, más o menos achatado en sus extremos,
semejante a un balón de rugby de 5 a 7 milímetros de largo por 1,5 de espesor.
Constituyentes: principios activos: contiene aceite esencial (2-4%), rico en aldehido
cumínico (25-30%), terpenos (pineno, terpineol); flavonoides: derivados del luteolol y
apigenol.
Propiedades farmacológicas: diurético, aperitivo, eupéptico, carminativo, espasmolítico,
estrogénico, galactógeno, antihelmíntico, ligeramente hipoglucemiante y sedante. Indicado
para inapetencia, meteorismo, dispepsias hiposecretoras, espasmos gastrointestinales,
diarreas, lactancia, diabetes, hipomenorrea, dismenorrea, parasitosis intestinales
(antihelmíntico).
Aplicaciones terapéuticas: es estomacal, carminativo y sedante con efectos parecidos a los
del hinojo, anís o alcaravea. Su aceite esencial provoca relajación muscular. Galactogoga se
recomienda infusiones para acrecentar la leche en las madres lactantes.
Contraindicado en el hiperestrogenismo. Abstenerse de prescribir aceites esenciales por vía
interna durante el embarazo, la lactancia, a niños menores de seis años o a pacientes con
gastritis, úlceras gastroduodenales, síndrome del intestino irritable, colitis ulcerosa,
enfermedad de Crohn, hepatopatías, epilepsia, Parkinson u otras enfermedades neurológicas.
No administrar, ni aplicar tópicamente a niños menores de seis años ni a personas con
alergias respiratorias o con hipersensibilidad conocida a este aceite esencial u otros de
similares características. El aceite esencial es fotosensibilizante: evitar la exposición al sol si se
aplica tópicamente. En dosis elevadas tiene un efecto neurotóxico.
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COMINO
APIO MONTANO (Levisticum officinale)
Nombres comunes: apio de monte, apio de montaña, angélica
montana o levistico.
HÁBITAT: el apio montano es originario del sur de Europa. Es una planta herbácea, perenne,
de entre 1 y 2,5 m de altura; forma una roseta basal de hojas de donde emerge un tallo floral,
exteriormente acanalado
IDENTIFICACIÓN:
Planta vivaz con raíz axonoforma, larga. Altura de 1-1.50 m. El olor de esta planta recuerda
ligeramente al apio, aunque es algo más fuerte.
Tallo: robusto, hueco y con surcos.
Hojas: las inferiores son grandes, hasta 70 x 65 cm con folíolos anchos, ovales o
romboidales. Folíolos verdes brillantes en forma de mano. La planta parece más bien un apio
crecido, y desprende también un aroma característico semejante al del apio común. Una vez
que las hojas están secas se pueden conservar en frascos herméticos y protegidos de la luz, y
sobre todo de la humedad (las hojas de esta planta son higroscópicas).
Flores: salen desde mediados a finales de verano y son pequeñas, amarillas y forman grupos
en forma de sombrilla o umbrela de hasta 30 cm de diámetro y con 12 a 20 flores.
Semillas: son pequeñas, de unos 7 mm de largo, planas, ovaladas y con profundas estrías.
Color pardo y son comestibles.
Raíz: pivotante y larga.
Partes utilizadas: De esta planta se emplea casi todo, su principal uso es como especia. De
esta forma la raíz, las hojas el tallo y los frutos, todos ellos tienen el mismo sabor fuerte; la
raíz es empleada como diurético, los frutos de esta planta rara vez se encuentran en el
mercado.
Constituyentes: aceite esencial compuesto básicamente del ftálido.
Propiedades farmacológicas: carminativo, digestivo, diurético, emenagogo.
Aplicaciones terapéuticas: Usos: en polvos, enolito, tintura, infusión. Algunos aceites
esenciales ayudan a desintoxicar el hígado, debido a su contenido de ftalidos.
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APIO MONTANO
HINOJO (Foeniculum vulgare).
HABITAT: el hinojo, es la única especie del género Foeniculum. Se encuentra distribuida por
las zonas templadas de todo el mundo, aunque nativa de la zona meridional de Europa, en
especial la costa del mar Mediterráneo, donde crece en estado silvestre. Es una hierba
perenne y sumamente aromática.
IDENTIFICACIÓN:
Tamaño: la planta es herbácea, de porte erecto y puede alcanzar los 2 m. de altura.
Hojas: de color verde intenso y son largas y delgadas, acabando en segmentos en forma de
aguja, que se endurecen exteriormente en el verano para evitar la pérdida de agua.
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Flores: en ramilletes de 20 a 50 florecillas sobre pedúnculos cortos.
Los tallos y las hojas picados se utilizan como hierba aromática, las semillas como especia y
el bulbo como hortaliza. De las semillas se obtiene también un aceite esencial.
Aplicaciones terapéuticas: los bulbos se utilizan como ingrediente de numerosas recetas
haciendo los platos más fáciles de digerir. Pueden masticarse las semillas cuando lo que se
busca es que actúen como digestivas, pero también en infusión puede conseguir el mismo
resultado.
La planta tierna se le puede dar un uso externo para aliviar las irritaciones de los ojos
cansados y la conjuntivitis. Para ello se exprime y se aplica con una gasa un poco de
jugo sobre los ojos. Otro método es el de cocer una cucharada de semillas en 300 ml
de agua. Hervir durante cinco minutos, filtrar, dejar enfriar y usar para lavar los ojos
dos o tres veces al día.
Se considerada una planta con propiedades diuréticas; se cultiva para extraer la parte
inferior que tiene un bulbo parecido a la cebolla.
Es antiespasmódica, relaja el aparato digestivo y ayuda a expulsar los gases. Es
digestiva. Aumenta la producción de leche en las mujeres que están amamantando y,
en cantidades más elevadas, puede ayudar a inducir la menstruación cuando esta se
demora. Alivia también las molestias de la menopausia. Además, aunque no se ha
probado aún, parece que ayudaría en el tratamiento del cáncer de próstata.
El hinojo tiene estrógenos, hormonas sexuales femeninas, por lo que aquellas mujeres
a las que su médico les recomendó no usar pildoras anticonceptivas, las que tengan
tumores de mamas ligados al estrógeno o problemas de coagulación sanguínea, no
deben consumirlo en cantidades medicinales Esto también es válido para las
embarazadas.
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Hinojo
ATANASIA (Tanacetum vulgare).
Nombres comunes: atanasia, hierba lombricera.
HÁBITAT: planta originaria de Europa que crece en terrenos incultos, bordes de caminos,
sembrados, jardínes, huertos. Hasta los 1.400 m.
IDENTIFICACIÓN:
Tamaño: hasta 1 m de altura.
Tallo: es una planta alta y esbelta. Florece a partir de mayo y se recogen en verano,
conservándose en recipientes herméticos y a la sombra.
Hojas: compuestas y en forma de plumas densas.
Flores: reunidas en racimos terminales, aparecen como capítulos globosos. Color amarillo
dorado y fuertemente olorosas
Frutos: aquenios con una corona entera y cuadrangular.
Partes utilizadas: las sumidades floridas y también las hojas.
Constituyentes. aceite volátil (0,6%) rico en thuyona (90% del aceite), alcanfor, borneol,
terpenos (pineno y canfeno), sesquiterpenos, ésteres, ombelulona, camazuleno (presente en
algunas especies); Aceite fijo: glicéridos de los ácidos, ácidos (tanacetumólicos, oleico,
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linoleico, linolénico), fitosterina, alcohol mesílico, ácidos resinosos; Flavonoides derivados del
quercetol; Principios amargos: Tanacetina, lactona sesquiterpénica, taninos (hasta un 9%),
resina, ácidos (caféico, málico, tartárico, cítrico, oxálico).
Propiedades farmacológicas: sudorífica, emenagoga, abortiva, vermífuga, parasiticida,
antirreumática, antigotosa.
Aplicaciones terapéuticas: dismenorrea (reglas dolorosas), oxiurus, áscaris, infestación por
tenias, reumatismo (vía externa), gota (vía externa), picaduras de insectos (arcilla en frio con
agua de atanasia concentrada), mordeduras de serpientes (arcilla en frio con agua de atanasia
concentrada), migrañas (compresas empapadas con la decocción de dos cucharadas soperas
en 1/2 litro de agua durante 7 minutos a fuego lento).
Usos: infusiones, 2 gr por taza máximo (uso interno o externo). Las dosis concentradas
pueden producir síntomas tóxicos (Sólo por prescripción médica y durante cortos períodos de
tiempo); Polvo de hojas, hasta 4 gr por día; Tintura, hasta 20 gotas al día; Tintura madre,
hasta 15 gotas dos veces al día; Extracto fluido, hasta 1.5 g por dosis o bien 4 g diarios;
Aceite esencial, hasta 5 gotas por día, como máximo durante 3 días seguidos.
CONTRAINDICACIONES: es una planta muy tóxica y no debe ser utilizada por las
embarazadas.
Su aceite esencial es muy tóxico y venenoso, pudiendo producir espasmos, convulsiones,
coma e incluso la muerte por asfixia, probablemente por su alto contenido en thuyona. Dosis
menores pueden causar efectos gastrointestinales como vómitos, dolores cólicos y diarrea
copiosa con afección hepática. Incluso pueden aparecer síntomas como dilatación pupilar y
convulsiones. RESPETAR LAS DOSIS.
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ATANASIA
FRÉJOL (Phaseolus vulgaris).
Nombres comunes: Sus semillas comestibles se llaman:
Chicharros, fríjoles, alubias, habichuelas, judías, pochas.
HÁBITAT: Es una planta originaria de América que se cultiva en todo el mundo. Existen
numerosas variedades y de ellas se consumen tanto las vainas verdes, judía verde, o los
granos secos. El fríjol prospera en climas fríos y cálidos, tiene variedades trepadoras y enanas.
Se cultiva en suelos no muy salinos, con índice medio de lluvias. Se cultiva en lugares donde
el calor del sol llegue al tallo de la planta. Su crecimiento no prospera a temperaturas muy
altas o muy bajas, es decir, entre -10ºC o 35ºC.
Actualmente en la mayor parte de España se le llama judía o alubia. En el norte de España, en
concreto en Asturias se le denomina fabas o fabes en asturiano y con ellas se elabora la
especialidad culinaria asturiana llamada fabada. En Castilla - La Mancha, en Andalucía y Murcia
se denominan habichuelas.
Flores: florece a partir del mes de mayo, cuando eclosionan unas pequeñas florecillas
amarillas o blanquecinas.
Semillas: la vaina es alargada, con extremos en punta, y se recolecta antes de que terminen
de madurar, para evitar que la vaina se abra y caigan las semillas. Éstas son aplastadas, de
forma arriñonada y número variable.
Toxicidad: en el frijol existen algunos factores tóxicos, pero esa toxicidad sólo se presenta
cuando están crudos, ya que con la cocción se destruyen. Si no se mastican bien producen
gases intestinales.
El producto comestible es el grano seco de esta planta, que se conserva durante mucho
tiempo en recipientes cerrados y en lugares sin humedad.
Componentes: poseen un alto contenido en proteínas y en fibra, siendo así mismo una
fuente excelente de minerales. Lípidos: grasas totales 1,8 g, “saturados totales 0,12 g,
monoinsaturados (oléico) 0,06 g, poliinsaturados (linoléico) g 0,18”. Minerales: calcio, fósforo,
hierro, magnesio, sodio, potasio, zinc, fluor. Vitaminas: retinol, ácido ascórbico levógiro,
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tiamina, riboflavina, niacina, piridoxina, ácido fólico, cobalamina. Aminoácidos: isoleucina,
leucina, lisina, metionina, fenilalanina, treonina, triptófano, valina, arginina, histidina.
Contiene también arginina, un aminoácido con claras propiedades diuréticas, logrando en
consecuencia una ligera acción hipoglucemiante.
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Fríjoles, alubias, habichuelas, judías, pochas
SARRIETTE – (Satureja montana y Satureja hortensis).
Nombres comunes: sabroso o hierba de San Julián.
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HÁBITAT: Se encuentra en las carreteras del Mediterráneo. Hay dos especies principales de
sabrosos: Satureja hortensis (planta anual) y Satureja montana (sub-arbusto). Son hierbas y
plantas medicinales y son de clima mediterráneo. Prefieren lugares soleados con tierra caliza;
es decir, luz y buen drenaje. Se propaga por semillas en primavera, a finales de abril
IDENTIFICACIÓN:
Planta leñosa perenne aromática, entre 10 – 45 cm de altura; muy ramosa en la base con
ramas ascendentes. Es una especie silvestre, crece de forma espontánea abundantemente
formando matorral en terrenos ásperos, pedregosos y en las laderas de las montañas. Es muy
apreciada como planta aromática.
Tallo: la base es leñosa y de ella salen numerosas ramas herbáceas de gran rigidez, cubiertas
por un vello blanquecino, con muchas hojas afiladas, estrechas, lineales y opuestas.
Hojas: son de unos 15 a 20 mm. las más grandes y, en estado seco y desmenuzadas poseen
la esencia característica de la planta.
Flores: en verano y otoño brotan de las axilas unas espigas llenas de florecillas blancas o
rosadas, soportadas por cortos pedúnculos
Frutos: son tretraquenios.
Constituyentes: las partes útiles contienen sobre todo aceites esenciales (cavacrol, cimol),
taninos, mucílagos y resinas.
Partes utilizadas : para su empleo en medicina se recolectan los tallos herbáceos, hojas y
flores. Si se cortan los tallos a unos 5 cm. del suelo la planta vuelve a brotar. Las partes una
vez recolectadas deben dejarse secar al aire libre y en lugar sombrío; los tallos se atan en
manojos colocándolos en un lugar bien ventilado, por ejemplo cerca de una ventana.
Las hojas se utilizan, desde la antigüedad, como condimento y como ayuda a la digestión
para evitar la inflamación producida por los gases. Estudios científicos han demostrado la
actividad bactericida y antiparasitaria del aceite esencial de la Satureja montana.
Propiedades farmacológicas: tónica, aperitiva, digestiva, astringente, antidiarréica,
indisposiciones de vientre.
Aplicaciones terapéuticas: la infusión es un antiespasmódico y un calmante estomacal,
estimulante del sistema gástrico y de los trastornos gastrointestinales (diarreas y parásitos
intestinales). La especie Satureja subfructicosa es también muy apreciada como estomacal y
digestiva, muy eficaz en la gastritis y con acción beneficiosa sobre el hígado. Se emplea en
infusiones después de las comidas.
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Satureja montana
ROMERO (Rosmarinus officinalis).
Nombre común: los antiguos le daban el nombre de hierba de
las coronas.
HABITAT: su hábitat natural es la región mediterránea, sur de Europa y norte de África. Por
España está muy extendido. Se cría en todo tipo de suelos, preferiblemente los áridos, secos y
algo arenosos y permeables, adaptándose muy bien a los suelos pobres. Crece en zonas
litorales y de montaña baja (laderas y collados), desde la costa hasta 1.500 m. A más altura,
da menor rendimiento en la producción de aceite esencial.
IDENTIFICACIÓN:
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Tamaño: el romero es un arbusto leñoso de hojas perennes muy ramificado, puede llegar a
medir 2 metros de altura.
Tallo: lo encontramos de color verde todo el año, con tallos jóvenes borrosos y tallos añosos
de color rojizo y con la corteza resquebrajada.
Hojas: son pequeñas y muy abundantes, presentan forma linear. Son opuestas, enteras, con
los bordes hacia abajo y de un color verde oscuro, mientras que por el envés presentan un
color blanquecino y están cubiertas de vellosidad. En la zona de unión de la hoja con el tallo
nacen los ramilletes floríferos.
Flores: florece dos veces al año, en primavera y en otoño. Las flores son de unos 5 mm de
largo. Tienen la corola bilabiada de una sola pieza. El color es azul violeta pálido, rosa o
blanco, con cáliz verde o algo rojizo, también bilabiado y acampanado. Son flores axilares,
muy aromáticas y melíferas (contienen miel), se localizan en la cima de las ramas, tienen dos
estambres encorvados soldados a la corola y con un pequeño diente.
Frutos: está encerrado en el fondo del cáliz y está formado por cuatro pequeñas nuececitas
trasovadas, en tetraquenio, de color parduzco.
Partes utilizadas: se usan sobre todo las hojas, durante todo el año, y a veces, las flores.
Constituyentes: es una planta rica en principios activos: Ácidos fenólicos (cafeico,
clorogénico, rosmarínico); Flavonoides (derivados del luteol y del epigenol); Aceite esencial
(pineno, canfeno, borneol, cineol, alcanfor, limoneno) 1,2 a 2%; Diterpenos (carnosol,
rosmanol, rosmadial); Ácidos triterpénicos (ácido ursólico) 2 a 4%; Alcoholes triterpénicos
(alfa y beta amirina, betulósido)
Actividades farmacológicas: antiséptico,
estimulante, estomáquico, vulnerario, tónico.
antiespasmódico,
colagogo,
diurético,
Aplicaciones terapéuticas: con el aceite esencial que se extrae directamente de las
hojas, se prepara alcohol de romero, que se utiliza para prevenir las úlceras. También
se emplea para tratar dolores reumáticos y lumbalgias. Se utiliza en fricciones como
estimulante del cuero cabelludo (alopecia). La infusión de hojas de romero alivia la tos
y es buena para el hígado y para atajar los espasmos intestinales. Debe tomarse antes
o después de las comidas. El humo
de
romero es antiasmático. El alcanfor
de
romero tiene efecto hipertensor y
tonifica
la circulación sanguínea. Como
antiséptico, se puede aplicar por
decocción sobre llagas y heridas
como
cicatrizante.
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Romero
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