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La viejecita y el supay En el altiplano de Bolivia, a más de cuatro mil metros de altura, habitan los supais, unos seres parecidos a los duendes, a los que les gusta fastidiar a las personas y aprovecharse de ellas. Cuenta una historia que hace muchos años vivía una viejecita sola en su casa, era ya tan mayor que apenas podía trabajar en el campo. Una mañana cuando estaba llevando su buey al campo, se le presentó un joven supay disfrazado de persona para aprovecharse de ella. -Oh, pobre ancianita, ¿Quiere que le ayude a sembrar su campo? Nos repartiremos la cosecha entre los dos. Yo me quedaré con lo que salga de la tierra para arriba y usted con lo de abajo. La anciana enseguida se dio cuenta que el supay le intentaba engañar, así que pensó cómo evitarlo; De acuerdo- le contestó- empieza a trabajar, que vamos a sembrar patata y zanahoria. El supay que no entendía nada de plantas aceptó, sin saber que la patata y la zanahoria crecen debajo de la tierra. Al terminar la cosecha, después de haber trabajado mucho volvió a su casa con un montón de hierbas sin valor. El resto de sus compañeros se burlaron de él, y durante ese invierno pasó mucha hambre. Al año siguiente volvió el supay preparado para vengarse de la viejecita y astutamente le dijo: -Pobre ancianita este año también le ayudaré, pero cambiaremos, yo me quedaré con lo que crezca enterrado, y usted con lo que sobresalga de la tierra. De acuerdodijo la viejecita- coge aquellas semillas de maíz y empecemos a sembrar. Al acabar la cosecha se repartieron el maíz como habían acordado, la anciana se llevó los choclos (mazorcas) de maíz y las hojas para dárselas a sus animales, y el supay se quedó con las raíces. Cuando volvió a su casa comprendió que otra vez la viejecita le había ganado, y se le quitaron las ganas de volver a acercarse a nadie para engañarle.