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PUBLICIDAD: REPRODUCIENDO EL PATRIARCADO Ruth Franco Aragoncillo Alejandro Moreno Font María Moreno Gómez FACULTAD DE EDUCACIÓN- GRADO EN EDUCACIÓN SOCIAL (UCM) Resumen. En el presente artículo se analiza cómo el hecho de que exista una publicidad sexista, que mantiene unas ideas tradicionales sobre los rasgos y roles de hombres y mujeres, repercute en la reproducción social y cultural del patriarcado, a pesar de su cuestionamiento como sistema de organización social. Para ello partimos de una visión teórica que permita comprender cómo se instauró el patriarcado en la historia y su evolución, con los cambios sociales más recientes en favor de la igualdad de género. El análisis histórico de la publicidad de dos empresas como Nestlé y La Casera nos muestra el arraigo que aún mantienen los estereotipos de género en la sociedad. Palabras clave: patriarcado, feminismo, publicidad, estereotipos de género, roles de género, violencia. Abstract. This article discusses how the fact that there is a sexist advertising that keeps some traditional ideas about the features and roles of men and women affects the social and cultural reproduction of patriarchy, despite his questioning as a system of social organization. So we start from a theoretical view for understanding how patriarchy was established in the history and evolution, with the most recent social changes in favor of gender equality. The historical analysis of two advertising companies like Nestlé and La Casera shows the roots that still maintain gender stereotypes in society. Keywords: patriarchy, feminism, advertising, gender stereotypes, gender roles, violence. 1 INTRODUCCIÓN El siguiente artículo trata de demostrar cómo la publicidad, año tras año, década tras década, reproduce unos símbolos, normas e ideas patriarcales propias de la sociedad en España. Para poder entender esta estructura social, nos centramos en el análisis del concepto de patriarcado y sus repercusiones en la vida humana, la evolución del papel de la mujer en nuestra sociedad como consecuencia de éste y la sutil pedagogía que lleva a cabo la publicidad (estrategias, características, intenciones e impacto) para reafirmar unos valores, símbolos e ideales propios de la cultura occidental. Desde nuestra humilde visión, somos conscientes de la gran cantidad de variables que influyen en la reproducción social del patriarcado, pero hemos elegido la publicidad debido a que la consideramos un eje fundamental que, en las últimas décadas, ha adquirido una considerable importancia como herramienta de comunicación social con una alta repercusión educativa y mediática sobre la sociedad. Toda la población está expuesta a la influencia y sugestión publicitaria de manera indefensa e invasiva, convirtiendo en muchas ocasiones, sus mensajes en normas culturales auto-legitimadas, siendo víctimas de este sistema persuasivo durante toda nuestra vida. La publicidad, al igual que la sociedad, va evolucionando, tiene nuevas formas, aparece en nuevos lugares y eventos, la utilizan más actores sociales, no exclusivamente económicos, lo que nos plantea el papel que cumple la publicidad en este contexto social más complejo e inmediato. Entonces, ¿qué papel está adquiriendo la publicidad en nuestra sociedad?, ¿acaso es la necesidad de legitimación cultural y social del sistema económico capitalista la causa de que la publicidad esté en todas partes? Pues debemos ser conscientes que, a lo largo del día, estamos expuestos a múltiples estímulos que influyen en nuestra manera de pensar, de comportarnos, de relacionarnos, en definitiva, nuestra manera de ser, en nuestra vida. O, por el contrario, ¿somos las personas las que modelamos, según nuestras culturas, el tipo de publicidad para que esté presente estratégicamente como medio de aprendizaje cultural que, en cierta forma, es una forma de control social? A continuación se presenta la estructura del artículo, cuya distribución consta de cuatro apartados. En el primer apartado desarrolla algunos de los antecedentes bibliográficos más interesantes que hemos encontrado sobre el tema. En la segunda parte tratamos de abordar las teorías que ayudarán a comprender los mecanismos e instituciones que utiliza el patriarcado para seguir manteniendo esa dominación sobre las mujeres en todos los aspectos de sus vidas, siendo la publicidad uno de esos mecanismos que dan una imagen sesgada de los hombres y de las mujeres que, aunque haya evolucionado en los últimos tiempos, aún se evidencian las consecuencias que tanto tiempo sin cuestionar este sistema patriarcal está causando en nuestra sociedad. A continuación se presenta un análisis de la publicidad de dos conocidas empresas, “Nestlé” y “La Casera”, que ofrecen productos para el público general, sin ser productos para un género en concreto. Para dar respuesta a nuestra pregunta inicial, analizaremos el recorrido histórico de los anuncios de estas dos empresas para hacer un balance a grosso modo de la imagen que ofrecen de los hombres y de las mujeres. Y por último aportamos las conclusiones extraídas de nuestro trabajo. ANTECEDENTES BIBLIOGRÁFICOS. Existen algunas investigaciones, artículos y demás información que han tratado algún aspecto de los que nosotras pretendemos abordar. Tras su recopilación y su lectura, hemos destacado algunas de las aportaciones que estos trabajos anteriores han presentado sobre el tema del patriarcado y la publicidad. 2 Como primer trabajo de referencia nos hemos apoyado en la tesis doctoral de Susana de Andrés del Campo (2002), “Estereotipos de género en la publicidad de la segunda república española: crónica y blanco y negro”. La presente tesis asume la publicidad como re-constructora de los estereotipos sociales de género, pero que toma de la cultura popular estos estereotipos grupales para redefinirlos en función de las ideologías que intenta proyectar en cada anuncio. El objetivo fundamental de la publicidad es vender, es hacer a las personas consumidoras de tal o cual producto, por lo que la propuesta persuasiva se hace en función de las simbologías que incitan a las personas, en tanto consumidoras, compradoras o usuarias, a aceptar y legitimar un nuevo modelo de sociedad, el capitalista. Abordando un análisis de la publicidad desde una perspectiva de género encontramos el artículo “Mujer, publicidad y consumo en España. Una aproximación diacrónica” de Mercedes Montero (2011), en el cual se trata el cambio a una sociedad de consumo en la España del siglo XX, en la cual las mujeres se convirtieron en las principales aliadas del capitalismo para su inmersión en la España retrasada del franquismo, aunque modelaba una mujer moderna, dinámica y trabajadora, mantenía una sólida base tradicional en los roles asignados a hombres y mujeres. Por otro lado también queremos resaltar el trabajo realizado por Noelia García Pérez (2009), “La mujer en la publicidad”, en el cual muestra la violencia publicitaria contra las mujeres como un aspecto propio de la cultura humana, el cual sólo desaparecerá cuando la sociedad cambie. La utilización de los estereotipos sexistas en la publicidad es algo demasiado común contra la que hay que responder desde las instituciones que recogen esto como una vulneración de los derechos humanos, como Naciones Unidas o la Unión Europea. Una investigación de María Rosa Berganza Conde y Mercedes del Hoyo Hurtado (2006) sobre la cantidad de la presencia visual, sonora o audiovisual de hombres y mujeres en los anuncios publicitarios y el rol que desempeñan empleando las variables de la categorización de los estereotipos de género en la publicidad televisiva de McArthur y Resko (1975) nos ofrece una realidad publicitaria que mantiene estereotipos considerados como tradicionales en más de un 60% de los casos, en los cuales el hombre, con más presencia, tiene una actitud autoritaria y prescriptora, mientras que las mujeres aparecen como sujeto consumista y dependiente, excepto en los anuncios de cosmética y hogar. APROXIMACIÓN TEÓRICA Para entender los actuales y, aún necesarios, discursos por la igualdad entre los hombres y las mujeres, tan en boga por la enorme difusión mediática de la violencia de género contra las mujeres, se hace necesario e imprescindible analizar la evolución de las distintas estructuras sociales y culturales que han organizado e interpretado históricamente la vida en sociedad y que persisten en la actualidad. En este sentido, partimos de un antiguo concepto, pero ampliamente aceptado en la actualidad por el mundo académico, para definir y entender estas desigualdades entre los hombres y las mujeres como es el patriarcado. Existen numerosas concepciones acerca de lo que realmente significa el patriarcado, aunque básicamente se concibe como “...la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y los/las niños/as de la familia, dominio que se extiende a la sociedad en general” (Lerner, 1990). Igualmente, Manuel Castells (1997) sostiene que el 3 patriarcado es una estructura básica de todas sociedades contemporáneas que se caracteriza por la autoridad de los hombres sobre las mujeres y sus hijos, impuesta desde las instituciones. Este dominio patriarcal institucionalizado se ha manifestado en todas las sociedades conocidas históricamente, por lo que su universalidad es un argumento que se ha utilizado para legitimar las prolongaciones sociales de las desigualdades entre los sexos, hecho que sólo se ha cuestionado en los últimos tiempos. En los orígenes del patriarcado podemos encontrar diferentes versiones según las corrientes teóricas en que nos fijemos, pero podemos abarcar un breve acercamiento a sus postulados acerca de cómo se forjó este sistema de dominación patriarcal. Las teorías evolucionistas, de inspiración darwinista, afirman que en la base del surgimiento del patriarcado están las diferencias biológicas entre los hombres y las mujeres, por las cuales se produjo una división sexual del trabajo, en la que los hombres se dedicaron a la caza de alimento y a la protección del grupo social, mientras que las mujeres se centraron en parir y cuidar a los hijos. La especialización sexuada en cada función desencadenaría un mayor desarrollo de ciertas características en los hombres y otras diferentes en las mujeres. Por otro lado, la teoría antropológica de Lévi-Strauss (1969) sobre el parentesco aduce a la creación de alianzas entre los grupos, con el fin de establecer pactos políticos de no agresión, como el elemento desencadenante de lo que se ha denominado la “cosificación” de las mujeres, es decir, el tratamiento de la mujer como mercancía de intercambio entre los hombres de los grupos. Este hecho se apoya en el tabú del incesto y en el uso de la violencia sobre las mujeres como base para poder realizar este comercio de mujeres por parte de los hombres. La sociología de Engels (1884) también reconoce el patriarcado como el “sistema de dominación más antiguo” basado en un sistema de poder en el que el hombre domina a la mujer, siendo la causa de la aparición de las dos primeras clases sociales que se establecieron en el mundo: hombre y mujer y, por consiguiente, la primera lucha de clases. Así, por tanto, desde la sociología crítica se considera el patriarcado como un constructo social que pudo resultar funcional en un primer momento. Aunque existen diversas interpretaciones acerca de cómo apareció el sistema patriarcal, lo cierto es que para que éste sea un tema de actualidad aún hoy, necesitó perpetuarse a lo largo de la historia mediante diversos mecanismos, instituciones e interpretaciones elitistas que pueden clarificar cómo persiste a pesar de los cuantiosos avances en relación a la consecución de la igualdad entre hombres y mujeres. Un primer paso para lograr mantener este sistema, consistió en la construcción de los conceptos sobre lo que significaba “ser hombre” o “ser mujer”, la estructura analítica del pensamiento occidental (que incluye a todas las teorías, ciencias y religiones occidentales) caracterizada por ser un sistema de contrarios, de pares opuestos, que construye sus categorías cognitivas partiendo desde las dicotomías, maximizando las diferencias que presentan los seres humanos como un eje hombre-mujer, como un eje cultura-naturaleza. Aristóteles ya concibió esta diferencia entre los seres humanos, calificando al hombre como el sexo fuerte, mientras que a la mujer la caracterizó como el sexo débil, fisiológica, intelectual, moral y éticamente inferior al hombre. Esta visión dicotómica, y sus ramificaciones históricas, generó enormes consecuencias en nuestro sistema interpretativo dando lugar a esferas diferenciadas entre los hombres y las mujeres, es decir, a partir de una jerarquización de las diferencias se fueron definiendo y asignando características, roles, aptitudes, actitudes y valores diferenciados, pero generando un problema, que los hombres 4 siempre estaban en una posición superior y las mujeres en otra inferior. Así, a los hombres se les asignan las características, actitudes y roles que la sociedad más valora, asociándolas con la cultura, mientras que a las mujeres se las asignan las características, actitudes y roles menos valoradas, asociándolas con la naturaleza. Siguiendo las investigaciones de los psicólogos americanos Broverman, Vogel, Broverman, Clarkson y Rosenkrants (1972) sobre los estereotipos socialmente aceptados, sobre los rasgos definitorios de hombres y mujeres, observamos cómo diferenciamos los roles y rasgos según el sexo. MUJERES HOMBRES Nada agresivas Nada competitivas Muy dependiente Muy subjetiva Muy emotiva Muy fácil de influenciar Muy sumisa Muy orientada al hogar Le gustan poco las matemáticas y las ciencias Muy pasiva Nada hábil en los negocios Nada aventurera Le cuesta tomar decisiones Casi nunca hace de líder Ninguna confianza en sí misma Nada ambiciosa Llora fácilmente Muy habladora Muy amable De hábitos muy limpios Muy religiosa Muy agresivo Muy competitivo Muy independiente Muy objetivo Nada emotivo Muy difícil de influenciar Muy dominante Muy mundano Le gustan mucho las matemáticas y las ciencias Muy activo Muy hábil en los negocios Muy aventurero Le es fácil tomar decisiones Casi siempre hace de líder Mucha confianza en sí mismo Muy ambicioso Nunca llora Nada hablador Muy brusco De hábitos muy chapuceros Poco religioso Fuente: Broverman, Vogel, Broverman, Clarkson y Rosenkrants 1972 Estos estereotipos de género y sobre los roles de género, que socialmente se instauran como propios de mujeres y de hombres a través de los procesos de socialización y de aprendizaje, se relacionan con el mundo de la naturaleza y con el mundo de la cultura, con las funciones reproductivas y con las funciones productivas, respectivamente. De esta manera podemos comprobar cómo los hombres han dominado el espacio público de las relaciones sociales, mientras que las mujeres se han mantenido limitadas al espacio privado. Estos espacios se refieren a todos aquellos ámbitos de la vida social, que se diferencian principalmente por el grado de visibilización y de reconocimiento social del que disfrutan, así la “esfera pública” es el espacio en el que los hombres se definen como iguales (Amorós, 1994), como ciudadanos con sus garantías y derechos que dicha condición les confiere, mientras que la “esfera privada” se concibe como el espacio de lo íntimo, el “espacio de las idénticas” (Amorós, 1994), circunscribiéndose al ámbito de la familia, del hogar, en el que rige la ley del padre de familia. Desde la civilización griega hasta la actualidad, el sistema patriarcal se ha alimentado, por necesidad, de numerosos refuerzos culturales, más allá de la propia violencia física, para la perpetuar este sistema de dominación. La religión, la filosofía y la literatura de las diversas épocas han servido como instrumentos de aprendizaje y como pautas definitorias de modelos de conducta, hábitos y pensamientos para las sucesivas generaciones (Alberdi y Matas, 2002). Asimismo, el patriarcado se ha apoyado en numerosas instituciones que han 5 sido modeladas a partir de las ideas de los hombres como, por ejemplo, la familia patriarcal, el lenguaje, el derecho, el trabajo sexuado, la educación androcéntrica, la heterosexualidad obligatoria, la maternidad forzada o el contrato sexual entre otras. Todas estas instituciones mantienen una relación recíproca e interdependiente entre sí instaurando una cultura que se nutre básicamente de la relación diferenciada de poder entre hombres y mujeres, asignando estereotipos de género, con el arcaico argumento de ser necesaria una división sexual del trabajo para mantener un orden social definido como adecuado para el sistema social y el desarrollo humano, pero que degrada al sexo femenino a un segundo plano de forma sistemática, asignándole características, rasgos y actitudes con una marcada connotación de subordinación, mientras que el sexo masculino mantenía una posición de privilegio respecto a las mujeres. En definitiva, a lo largo de la historia de la humanidad la vida de las mujeres ha estado dominada por hombres, viviendo en un mundo de hombres y con unas interpretaciones de hombres, pero este sistema social empezó a ser cuestionado desde hace más de 200 años por los primeros grupos de mujeres que lucharon por sus derechos, naciendo así el movimiento feminista, como evidencian los escritos feministas que aparecen e a partir de la Revolución Francesa, siendo Olympe de Gouges (1789) en su “Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana” un buen ejemplo, denunciando cómo es la sociedad, y no la biología, la que incapacita a las mujeres para el trabajo intelectual y ciertos trabajos físicos. Sin embargo, es en el siglo XX cuando el movimiento feminista cobra una importancia central a la hora de entender los cambios legislativos y sociales en pro de la igualdad de género que han tenido lugar en Occidente, la consecución del derecho al voto, la penalización de la violencia contra las mujeres y las violaciones, el divorcio, la autonomía femenina, o poner en la agenda política temas como el aborto, la conciliación laboral y familiar, la igualdad salarial, etc. Algunas de estas reivindicaciones feministas llegaron de la mano de las actuales democracias occidentales que defendían la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, así el sistema patriarcal fue perdiendo progresivamente su legitimidad como sistema básico de organización social, no sin las grandes dificultades políticas y culturales propias de cada país, como es el caso español. La sociedad española de los años 40 estaba sumida en una dictadura represiva, autoritaria y fratricida que duró más de 30 años, mientras que los demás países de nuestro alrededor salían de una guerra cruenta que sacudió Europa. La diferencia es que los demás países comenzaron los años 40 con aires de renovación, con ideas nuevas, que la sociedad demandaba. Ciertas libertades y derechos sociales iban abriéndose paso en las nuevas democracias avanzadas, mientras que en nuestro país se retrocedía en derechos y libertades civiles, con sus consiguientes consecuencias en el encarcelamiento de la mujer española. La visión de la mujer en la posguerra, toma la imagen de la “mujer virtuosa” como símbolo de la “Nueva España” y a ella se le yuxtaponen una serie de valores más en consonancia con los intereses del nacionalismo franquista. Mientras que la II República promovió la igualdad entre sexos considerando a la mujer como sujeto de derechos y elección, es decir, elevándola a la categoría de ciudadana, aunque no lo llegara a conseguir del todo, ya que los cambios legislativos se interrumpieron con la llegada del franquismo, que acaba con todo avance sobre género por pequeño que fuera. Feministas republicanas como Margarita Nelken y Victoria Kent, defendieron el matrimonio civil y el divorcio, o Federica Montseny (ministra de Sanidad y Asistencia Social durante la II República) firmó la legalización del 6 aborto. Este tipo de mujeres activas y feministas se presentaron de forma negativa, a la que ninguna mujer debería parecerse, sino que se intentó reducir a las mujeres al tradicional rol de madre y esposa, mientras que se les exigía un carácter sumiso y con una existencia secundaria. Franco les arrebató los derechos civiles, conseguidos durante la II República, a las mujeres, que no pueden poseer propiedades ni incluso, cuando muere el marido, heredarlas, no pueden frecuentar los sitios públicos en compañía de un hombre, sino es de su marido, ni tampoco puede tener empleos públicos. (Martín Gaite, 1987). Por lo tanto los únicos destinos posibles y deseables de la mujer eran, primeramente el matrimonio, al que había que aguardar con castidad y esperanza y, segundo, el convento. Se fomenta una concepción patriarcal y degradante sobre el amor: el hombre que no se casaba es porque no quería y la mujer que no se casaba es porque no podía, ideas muy arraigadas en la sociedad de la época. “La “solterona” era objeto de burla y recriminación, tanto en los casos en que la mujer no había encontrado con quien casarse como en los casos de mujeres que a pesar de la presión social, vivían bien sin marido” (Martín Gaite, 1987). De cualquier manera, la mujer estaba destinada al lugar más íntimo y privado, a la paciencia y al sufrimiento, pero debía hacerlo siempre con alegría y sin rencores. Aunque se consideraba la necesidad de educar profesionalmente a las mujeres jóvenes, para que pudiesen tener una independencia económica durante los años de emancipación juvenil hasta que llegase el momento del matrimonio. En este caso, las mujeres jóvenes podían trabajar fuera de sus casas. Las que procedían de familias acomodadas podían incluso llegar a ejercer una carrera universitaria, pero siempre como algo provisional, su verdadero ideal era otro: el hogar y la familia. Toda esta perspectiva de la mujer estuvo comandada por la Sección Femenina, institución creada en 1934, para la formación y educación del prototipo de mujer para el Estado, la mujer católica, sumisa y hogareña, con el firme convencimiento de que ese era su deber patriótico. Con la muerte de Franco en 1975, la aprobación de una nueva Constitución en 1978 y la consolidación de la democracia en España, se fueron visibilizando las aspiraciones de las mujeres para eliminar las desigualdades sociales y jurídicas existentes entre hombres y mujeres. Un primer paso para ello se materializó en el artículo 14 de nuestra Carta Magna consagra el principio de igualdad de todos los españoles ante la ley, prohibiendo “cualquier tipo de discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social” (Constitución Española, 1978). Sin embargo, aunque se vayan produciendo cambios políticos y jurídicos, las mentalidades y creencias procedentes del patriarcado no cambian tan fácilmente, debido a que las prácticas sociales siguen manteniéndose y reproduciéndose a través de los mismos mecanismos e instituciones que preconizan una igualdad formal entre hombres y mujeres, así observamos, por ejemplo, que la religión, los medios de comunicación, la educación y la política siguen ofreciendo unas pautas patriarcales en sus discursos y funcionamiento. 7 El punto de inflexión sobre el papel de la mujer, es su incorporación al mundo laboral que tiene su punto álgido en los años 90 en España, causa por la que no abandona su tradicional responsabilidad de las tareas domésticas. Por lo tanto tenemos mujeres que se encargan de los/as hijos/as, del mantenimiento del hogar, de cocinar y además de trabajar, mientras que el hombre sigue responsabilizándose exclusivamente de su trabajo. Esto provoca un gran conflicto social que pocas veces ha sido abordado bajo esta perspectiva, pero mientras la mujer se ha auto-renovado, el hombre apenas ha cambiado a grandes rasgos su manera de pensar hasta muy recientemente. Estos cambios sociales son los que explican la violencia de género, al considerarse el hombre en una situación de pérdida significativa del poder y autoridad que mantenía hasta hace escaso tiempo. Los conflictos y problemas sociales por una cuestión de género aún persisten ampliamente dentro la sociedad, siguen muriendo mujeres a manos de sus maridos, siguen temiendo la estigmatización social por denunciar los maltratos de sus maridos, siguen habiendo diferencias salariales, siguen discriminando a la mujer por embarazos, etc. Estos cambios y reformas en las legislaciones de los países son condiciones necesarias pero no suficientes para que la igualdad entre los géneros sea efectiva, ya que el control ideológico se ha mostrado en la mayoría de las ocasiones mucho más poderoso y eficaz que la propia violencia física, esto es lo que Bourdieu (2000) denomina como “violencia simbólica”, convirtiéndose esta violencia en el instrumento fundamental para el mantenimiento del orden social. Esta invisibilización que la violencia simbólica requiere para maximizar su efectividad en la reproducción de los patrones de conducta y roles sexuados explica la tradicional distinción entre la esfera pública masculina y la esfera doméstica femenina, que no se ha corregido aún, a pesar del reconocimiento formal de la igualdad entre hombres y mujeres. Los enormes cambios económicos, sociales y culturales acaecidos en los últimos años, y el papel fundamental que han asumido las nuevas tecnologías de la información en el mundo globalizado en el que vivimos, han propiciado nuevas formas de transmisión y difusión de ideas. La extensión cuasi imperialista del capitalismo como sistema económico ha producido grandes cambios políticos y sociales creando unas nuevas condiciones y nuevas necesidades que repercuten en todos los ámbitos de la vida humana. Ya no se puede entender el mundo sin hacer referencia al capitalismo, a los medios de comunicación o a la globalización y, aunque las primeras formas de capitalismo surgieron en el siglo XVIII, es evidente que, actualmente, debemos hablar de “neoliberalismo” para poder comprender nuestra realidad social. En la actual “era de la información” (Castells, 1996), una de las características que ha alcanzado una gran importancia a la hora de entender la sociedad es el exacerbado consumismo que requiere el propio sistema para su funcionamiento, generando enormes críticas sobre las graves y fatales consecuencias que está generando en la creación de mayores desigualdades sociales, en la precarización de las condiciones de vida, en el deterioro medioambiental, etcétera. Uno de los instrumentos más utilizados por el capitalismo para la consecución de ese elevado consumismo, creando necesidades ficticias y persuadiendo con ilusiones de todo tipo (autoestima, liderazgo, poder, status, modernidad, seguridad, vida saludable, cuerpos 8 espectaculares, belleza, eterna juventud, autosuperación personal, felicidad, etc.), ha sido y sigue siendo la publicidad, pero que tiene grandes implicaciones en la reproducción de los estereotipos de género. La publicidad, según la Real Academia Española, se define como: 1. f. Una cualidad o estado de público. 2. f. Conjunto de medios que se emplean para divulgar o extender la noticia de las cosas o de los hechos. 3. f. Divulgación de noticias o anuncios de carácter comercial para atraer a posibles compradores, espectadores, usuarios. Sin embargo, la mayoría de los expertos en Marketing y Publicidad están de acuerdo en que la publicidad, básicamente, es un mero medio de venta, de promoción, que no tiene como objetivo la información veraz, sino que los argumentos que se exponen son sobre los beneficios del producto. Otra de sus características más importantes es que se trata de un elemento de persuasión, lo que implica cierta manipulación o sugestión en el mensaje ofrecido, para que de alguna forma llegue a los receptores para hacerles creer algo que no es. En definitiva, la publicidad no tiene como objetivo satisfacer necesidades, sino crearlas. Para ello, uno de los mecanismos publicitarios, y de hecho el más importante a nivel social, es que los publicistas buscan la insatisfacción del consumidor, es decir, cuanto más feo/a, más gordo/a, menos querido/a y más pobre se sienta el consumidor/a, mejor van a ser los productos porque cubrirán todas aquellas necesidades que se ven insatisfechas. En el transcurso del tiempo, diferentes publicistas han utilizado variadas técnicas o estrategias publicitarias, todas ellas procedentes de la aplicación de las teorías psicológicas de la influencia y de la persuasión. Según Robert Cialdini (1995) existen 6 principios para que la influencia y la persuasión puedan obtener más probabilidades de éxito, éstos son el principio de reciprocidad, de escasez, de autoridad, de compromiso y coherencia, de validación social, de simpatía, que utilizamos como heurísticos a la hora de actuar para simplificar las complejidad de los mensajes que recibimos y ofrecer respuestas automáticas haciéndolas más rápidas y menos costosas mentalmente hablando. Estos principios se conciben como normas sociales aprendidas desde el proceso de socialización, con alto grado de valoración y aceptación social y que ofrecen grandes posibilidades de conseguir lo que se quiere. El “principio de reciprocidad” se relaciona con el corresponder de una manera igual o parecida a lo que recibimos de los demás. El “principio de escasez” tiene que ver con la idea de que lo más escaso o lo menos accesible, cuesta más conseguirlo y adquiere la consideración de valioso, por lo tanto debe ser más caro en términos monetarios. El “principio de autoridad” se basa en la obediencia a la autoridad aprendida desde nuestra infancia y, no exclusivamente a la autoridad legítima, sino también a la autoridad simbólica (el poder simbólico del lujo, del experto, de la moda, etc.). El “principio de compromiso y coherencia” nos influye de gran manera en nuestro comportamiento debido al deseo que tenemos de pensar y actuar de forma congruente, razonable y lógica, tanto internamente como hacia el resto de las personas, para lo cual necesitaremos asumir ciertos compromisos internos previos de comportamiento. 9 El “principio de validación social” se fundamenta en una de las formas de aprendizaje más primitivas, la imitación. Tendemos a imitar a la gente que nos rodea, especialmente a las personas que consideramos semejantes, familiares y/o simpáticas para conseguir la sensación de pertenencia al grupo o, simplemente, para no sentirnos excluidos/as. El “principio de simpatía” le aporta un aspecto afectivo al momento de la influencia, basado en la inherente búsqueda de placer y felicidad por parte de las personas. Existe una tendencia innata a que aceptemos de buen grado a las personas y situaciones que consideramos agradables, atractivas, placenteras, familiares, graciosas, semejantes o halagadoras. La aplicación de estos principios sociales básicos al mundo de la publicidad es lo que determina la capacidad y probabilidad que tenga de influir en las actitudes y comportamientos que tomemos las personas respecto a un determinado producto, servicio o información. He aquí, en este punto cuando podemos observar que los roles y las aptitudes que adquieren generalmente las mujeres y los hombres en la publicidad, no son más que los que la sociedad tiene reconocidos, aceptados e interiorizados culturalmente. Por ello la cultura humana, caracterizada, como hemos mencionado anteriormente, por unas ideas, valores e interpretaciones patriarcales, asocia al hombre con la fortaleza, virilidad e independencia y a la mujer, por el contrario, con la delicadeza, seducción y fragilidad. En los años 50 la imagen de la mujer hogareña, encargada de las tareas de la casa, el cuidado de los/las hijos/as, cocinar, comenzó a convertir a la mujer en el foco de la publicidad debido a que el papel de la mujer como principal consumidora seguía siendo de vital importancia, ya que de su decisión dependían los alimentos que comería la familia, los juguetes que utilizarían sus hijos/as, la vestimenta de la familia y, prácticamente, todo el equipamiento y decoración del hogar (Montero, 2011). Así, las mujeres son consideradas, desde entonces, como las compradoras por excelencia por parte de los publicistas y a ellas van dirigidos la gran mayoría de sus anuncios, si bien la necesidad expansiva del capitalismo está obligando a las empresas a ampliar el mercado hacia los hombres, lo que se observa con el aumento de anuncios dirigidos a ellos, aunque mantienen una visión estereotipada de los géneros. El cuerpo de la mujer se ha utilizado y se sigue utilizando como objeto de mercancía, como referente de belleza, como reclamo sexual, de una forma ambivalente, tanto en anuncios destinados para las mujeres como en los destinados para hombres o en anuncios destinados para ambos sexos; sin embargo, el hombre se ve glorificado en su diferenciación sexual en la inmensa mayoría de los anuncios publicitarios. En definitiva, se trata de mostrar los roles y actitudes sexuados que se reproducen día a día, no solo en la publicidad, sino en la sociedad patriarcal y machista en la que vivimos. De esta forma se representa a la mujer como: Mujer objeto, su cuerpo es un reclamo sexual y seductor. La belleza valoriza a la “hembra”. “Super-woman” luchadora, trabajadora, madre. Anuncia mayoritariamente productos de limpieza e higiene, de limpieza de la casa o de cuidado de las personas. Aparece habitualmente en el hogar. Mujer sumisa/dependiente y sufridora. “Guarda la línea” como el secreto del éxito profesional, familiar, de felicidad… 10 Pero... ¿por qué hacemos uso de estos estereotipos? En realidad, por tres razones básicas: porque nos permiten simplificar la realidad, categorizar las diferencias por un sentimiento de pertenencia a un grupo social y por la necesidad de compararnos con los/as demás para definir nuestra propia identidad. Con respecto a la publicidad existen muy pocos mecanismos legales que ayuden a controlar y combatir los mensajes sexistas y degradantes que proyecta la publicidad hacia las mujeres, por lo que la sociedad en conjunto deberíamos pedir más responsabilidad social y, quizás, penal hacia imágenes, escenas o comentarios que atentan hacia la dignidad de mujeres, en especial, pero también de hombres. La Ley General de Publicidad de 1988, modificada por última vez en el año 2009, es el único marco jurídico que regulan los contenidos de la publicidad, según dicha ley se prohíbe todo anuncio que atente contra la dignidad de la persona o vulnere los valores o derechos reconocidos en la Constitución Española (Ley 34/1988, de 11 de Noviembre, General de Publicidad), especialmente en lo que se refiere a la infancia, la juventud y la mujer, contando incluso con leyes específicas contra la violencia de género o de protección del menor. Sin embargo, y a la vista de los datos ofrecidos por el Instituto de la Mujer (Observatorio de la imagen de las mujeres, 2009) y las numerosas denuncias presentadas cada año por asociaciones de mujeres, de consumidores y sindicatos, los anunciantes no se sienten suficientemente perjudicados por dicha ley, lo que nos hace plantearnos la conveniencia de un endurecimiento de la ley, al igual que ha pasado con las leyes de inmigración, las leyes de protección intelectual o las leyes antitabaco. Esta persistencia de esquemas cognitivos patriarcales se manifiesta en las instituciones sociales y culturales de una forma más sutil, más cuidada, sin tanta visibilización como en las épocas anteriores, aunque observamos frecuentemente cómo se siguen produciendo situaciones y declaraciones altamente sexistas y retrógradas en nuestra sociedad. A esta nueva modalidad de representación de valores sexistas se la ha denominado como “neosexismo” o “sexismo benevolente” (Martínez Benlloch, 2008), al presentar a las mujeres como complementarias de los hombres, pero naturalizando las diferencias jerarquizadas entre los sexos y justificando el mantenimiento de las diferencias en los roles y la discriminación de género. Así pues, la persistencia del patriarcado en forma de “micromachismos” (Bonino, 2004) se hace evidente en los numerosos estudios comparativos que se han llevado a cabo sobre las desigualdades entre hombres y mujeres en todos los campos de la vida humana (empleo, participación y representación política, economía, educación, cultura, medios de comunicación, moda, etc.) por lo que se hace emergente que se lleven a cabo ciertos cambios para alcanzar una sociedad más inclusiva, más democrática y más humana. Según Mayobre Rodríguez (2009) algunos de los cambios sociales, que son necesarios y urgentes para la consecución de un orden social y cultural en el cual el desarrollo de las potencialidades humanas esté abierto tanto a hombres como a mujeres por igual, serían: Cambios estructurales en el sistema socio-simbólico patriarcal. Cambios en las categorías de conocimiento e instrumentos conceptuales. Cambios en el sistema productivo capitalista. Cambios en el ejercicio de la función política. Cambios en la estructuración dual de la sociedad. 11 ANÁLISIS DE CASOS PRÁCTICOS Tras este acercamiento teórico nos disponemos a aseverar la afirmación: “la publicidad reproduce el patriarcado”. Para comprobar este planteamiento inicial decidimos poner en el punto de mira la publicidad de dos marcas bastante conocidas, Nestlé y La Casera, cuyos productos se dirigen a toda la población y no van destinados exclusivamente a consumidores/as de un género en concreto pues, en principio, cualquiera puede hacer uso de ellos. Hacemos un recorrido histórico por sus anuncios desde los años 60 hasta la actualidad, destacando los estereotipos de género que se transmiten a lo largo de 50 años. Si bien, el enorme número de anuncios encontrados no nos permiten un análisis completo, sí que hemos tratado de profundizar en sus contenidos, sus mensajes y su evolución. “LA CASERA” Hemos realizado un recorrido analítico histórico por los anuncios publicitarios, aparecidos tanto en prensa como en la televisión desde su aparición en España, de la conocida marca de bebidas gaseosas “La Casera”, marca que se funda en los años 50 con el objetivo de posicionarse en el mercado como el refresco carbonatado líder. “La Casera”, en sus primeros años, se define a través de la transmisión de unos valores familiares, hogareños y tradicionales como marca de empresa, para lo cual comienza a realizar campañas publicitarias que trasladen estos valores a los hogares españoles durante los primeros 30 años de existencia. Por esta razón se observan que la gran mayoría de los anuncios hasta 1982 se contextualizan en el hogar familiar o en ámbitos familiares, asociado principalmente al acompañamiento a la hora de la comida, para tomar sola o mezclando con vino o coñac, en los que aparecen tanto hombres como mujeres tomándola. Pero en 30 años, en esos 30 años en España, ocurrieron muchos cambios políticos, económicos, sociales y culturales, como el paso de una dictadura franquista a un sistema democrático, la cual se refleja sin duda en la evolución publicitaria de la marca. En los primeros momentos, la marca muestra a la mujer como la encargada del cuidado familiar, encargada de hacer feliz a su marido y sus hijas/os, de realizar las tareas domésticas, como vemos siempre aparece sirviendo la bebida, poniendo la mesa, cocinando, cosiendo, siendo una “buena mujer de la época”. Así las figuras femeninas aparecen como madres, esposas y amas de casa alegres y sonrientes, satisfechas de sus obligaciones y que viven por y para la familia, sin individualidad ni intimidad. Mientras que, por otro lado, los hombres solo tienen que ocuparse de controlar que todo sigue “en orden” e imponer autoridad como “cabeza de familia”, y ser atendido por sus esposas. A partir de la aparición de dos nuevas bebidas de la marca (con sabores a limón y a naranja), se evidencia también una diferenciación del sujeto-consumista, hombre e hijos se diferencian en qué tipo de bebida va destinada más específicamente para cada cual, pero lo que tienen en común todos los anuncios es que es siempre la mujer-esposa la encargada de servir las bebidas. Partiendo del vídeo “Histórico anuncios La Casera desde 1978 hasta el 2002”, un recopilatorio de anuncios televisivos de “La Casera” en el tiempo en el que se muestra la publicidad de los años 78 y 79 hay ciertas situaciones que llaman la atención, por ejemplo, la incentivación del consumo de alcohol por parte de los padres a sus hijos adolescentes, 12 ciertos rasgos del padre (gruñón pero bueno) y de la madre (prohibitiva pero distraída) o de la hermana (mandona porque es mayor), o que los recuerdos de la vida de una mujer que, por cierto, recuerda mientras pone la mesa, se centren en momentos todos ellos ligados a la vida familiar como un cumpleaños con sus hijos, boda y embarazo. Estos y el siguiente conjunto de anuncios que aparecen pueden encuadrarse dentro de una campaña publicitaria que trata de definir y estereotipar a la familia tradicional española, son sus roles y rasgos claramente diferenciados por cuestión del género. Ya con la llegada de la democracia se toma un cáliz más positivo, más cómico y más popular en su publicidad, con eslóganes como “Te estábamos esperando”, muestran una nueva etapa publicitaria. Ésta se basa en representar la imagen de una familia feliz en contextos vacacionales, donde el hombre asume el papel principal como figura infantil, divertida, aventurera y juguetona pero de confianza, mientras que la mujer queda relegada a un segundo plano en el que solo se la muestra como figura pasiva, servicial o represiva. Podría llegar a decirse que la mujer tendría un papel secundario en esta familia feliz, que tiene 5 hijos y donde la esposa es visiblemente más guapa que el marido. En definitiva, esta serie de anuncios estereotipan la imagen de familia feliz desde un punto de vista claramente masculino. Es en 1982 cuando la publicidad de “La Casera” toma un tono cómico y jocoso, reelaborando a modo de chiste, los clichés que existen en la sociedad. Un elemento clave en los análisis efectuados ha sido el contexto en el que se desarrollan las escenas. De esta forma, en la campaña llamada “Si no hay Casera, nos vamos”, los diferentes anuncios se desarrollan en un viaje de pareja en un avión, en una cena de pareja en un restaurante, con una mujer en un crucero, en una boda y una mujer en un restaurante de alta clase. De estos anuncios sobresalen ciertas connotaciones sexistas que se relacionan con los estereotipos existentes según el género de los protagonistas, el hecho de que sean las mujeres las que pregunten a los hombres el qué hacer al no tener “La Casera” denota actitudes de pasividad, de sumisión y de indecisión por parte de las mujeres. Este hecho no tendría mucha importancia si no fuese porque se repite en todas las escenas donde aparece la pareja como dúo central del anuncio; mientras que en aquellos en los que es la mujer la única protagonista, ésta aparece como perteneciente a una clase adinerada, dándole así la capacidad de decisión exclusivamente a las mujeres con alto estatus y relacionando la capacidad adquisitiva con la capacidad decisoria de las mujeres, mientras que los hombres siempre mantienen “la última palabra”. Parodiando esta campaña aparece, aún en los años 80, una nueva campaña publicitaria que nos dice que ya tienen “La Casera” en todos los sitios y, al igual que la anterior, se identifican elementos sexistas en cuanto al privilegio que mantiene el varón. Se observan unos espacios y roles tradicionalmente masculinos, como un estadio de fútbol, una pelea de boxeo o una plaza de toros, pero en aquellos donde no existe esa relación, sigue predominando la figura masculina, ya que sigue siendo el hombre el que cobra el protagonismo en la acción. El hombre que le hace el capricho a la mujer llevándola a cenar a un restaurante caro o el otro hombre que teme ir al dentista y unas enfermeras gordas y feas le obligan a entrar son claros ejemplos de la degradante figura femenina que ofrecía “La Casera”. Un par de anuncios en 1988 siguen con ese escenario típicamente masculino, los ruidos nocturnos de un gato que no dejan dormir a una pareja y en una taberna de un western hacen perder la cabeza por romper la botella de “La Casera”. Lo curioso en la primera situación sigue siendo que sea la mujer la que se levante a asustar al gato para que se calle. Que nos planteemos la comparación del gato con un bebe puede ser hasta razonable, en el sentido en que el bebe se callaría si le damos una “Casera”, pero que hace que el marido se 13 enfade. Debe reprobarse la escena del hombre alzando las manos con intención de ahogar a la mujer por las repercusiones perpetuadoras de la violencia de género. Se muestra el dominio del hombre sobre la mujer, tanto físico como moral, es el hombre el que ordena a la mujer levantarse y es el hombre el que castiga por las acciones de la mujer. A partir de aquí, “La Casera” lanza una nueva campaña publicitaria con el objetivo de convertir la bebida en la mejor compañía en las comidas de cualquier persona y en cualquier lugar. Para ello, toma situaciones hambrientas, que podrían considerarse extremas, en los que las personas deciden no comer si no hay “Casera”. Al igual que las anteriores, utiliza la comedia para hacer del producto un elemento divertido y necesario en las mesas de España. En el pasaje de Adán y Eva, es el hombre el que le pide a la mujer que le traiga “La Casera” para comerse la manzana, reflejando ya el primitivo deber de la mujer de traer a la mesa todo lo le pida el hombre, como si fuese algo innato en el orden cultural de la sociedad. Otros anuncios, tratan de transmitir que la comida sin “La Casera” no merece la pena ser comida, aunque sean anuncios que pretenden ser graciosos, no podemos dejar de advertir algunas peculiaridades. El naufrago y la espeleóloga, sin dejar su condición compartida de persona que tiene mucha hambre, si que la espeleóloga repite no sólo que sin “Casera” no come, sino que ella no come. Otra observación es que los puestos de mando, en ambos anuncios, son cosas de hombres, tanto el capitán de barco como el político. Un anuncio interesante en clave de género es el que reproduce una situación de pareja con el hombre con una pierna escayolada porque se exige demasiado, según la mujer, mientras que ella le roba la bebida y lo deja todo por una telenovela. La mujer se identifica con actitudes caprichosas, egoístas, impulsivas, sentimentales y amorosas bajo un rol servicial en el hogar. El hombre, por el contrario, se presenta como víctima, autoexigente, trabajador, con afán de autosuperación, generoso, cariñoso y sencillo. No dejamos de lado que en este anuncio, “La Casera” patrocina la feria de San Isidro, el factor masculino vuelve a estar presente al tratarse, los toros, de una práctica más de hombres y para hombres. Es característico en la publicidad de “La Casera” mostrar a las mujeres como amas de casa, como las encargadas de hacer la compra, como madres o como cuidadoras de la familia, pero hacerlo recurriendo a elementos de la cultura patriarcal hace que la mujer asuma, aparte de los roles tradicionalmente asignados, ciertos rasgos característicos de personalidad. Los anuncios de finales de los 80 y principios de los 90 ofrece la imagen de mujeres torpes en la cocina, de mujeres luchadoras haciendo la compra en un supermercado, de mujeres autoritarias ordenando lo que debe comprar el marido, de mujeres ayudando a la hora de aparcar, en definitiva, se sigue estereotipando por razón de género, ofreciendo una imagen subordinada de la mujer-esposa. El hombre es estereotipado en los anuncios como salvaguarda de la familia, como solucionador de problemas, como alguien del que se espera que se imponga a las autoridades o a las decisiones, como alguien que asume su rol dominante, todo lo cual lleva a encontrar su sobrevalorado lugar en la familia, en pareja o en la sociedad. Se aprecian bastantes anuncios donde el protagonista único es la propia botella de bebida o el posible uso que puede tener, sin presentar una imagen masculina o femenina, sin embargo en todos estos anuncios, que se distribuyen a lo largo de los años, la 14 sugestión sonora proviene de una voz en off masculina, una voz que da seguridad, confianza, aconseja y concluye como “La Casera” es la mejor opción de compra frente a otras marcas. En las épocas más recientes, la publicidad comienza a utilizar a personajes famosos de la cultura popular española, aparecen primeramente caricaturas de Jesús Hermida, Rocío Jurado y Jesús Gil, para años más tarde utilizar propiamente a presentadores de programas televisivos (José Antonio “Chapis” Botella, Belinda Washington y Xavier Sardá), a famosos cantantes (Julio Iglesias) y actrices de cine (Penélope Cruz). Lo más destacado en nuestro análisis son las imágenes que proyectan estos personajes conocidos, los hombres representan mayormente el éxito personal, el prestigio y reconocimiento social por su trabajo, lo mujeriego, la inteligencia, la simpatía o la brutalidad, mientras que las mujeres representan principalmente valores como la elegancia, la belleza, la sensualidad, el sentimiento, lo temperamental o el cotilleo. Otro ejemplo sexista vuelve a aparecer ya entrado el siglo XXI, en otra campaña publicitaria consistente en dos anuncios, uno protagonizado por un hombre, el otro, por una mujer, con la idea de diferenciar la sociedad española y su cultura como algo diferente al resto del mundo, tomándose la vida de otra forma, con más calma y más tranquilidad. Pero, al igual que en anteriores años, los roles y rasgos que muestran los anuncios están enormemente tipificados por género, ya que el hombre aparece como un hombre de negocios, mientras que la mujer aparece en un chiringuito de vacaciones; el hombre aparece sólo, independiente y autónomo, mientras que la mujer está acompañada de una amiga, mostrando su dependencia o su necesidad de compañía. Claro ejemplo éste de los roles tipificados de los hombres y las mujeres, aunque, como ya hemos visto, es una característica que se repite con asiduidad en la publicidad de “La Casera”. El auge social del cuidado de la imagen personal y culto al cuerpo que se instauró desde los últimos años también se representa en los siguientes años hasta el año 2010, en el que toma predominio en sus anuncios. Así se observa la presencia de cuerpos exuberantes como el elemento central del anuncio, tanto de hombres como de mujeres, sin embargo la presencia femenina es mucho mayor que la masculina. El intento de lavado de la imagen tradicional, española, de toda la vida, familiar, etc. de la marca da paso a una imagen de modernidad, juventud, belleza, saludable, dieta mediterránea, playera, etc. y así lo muestran, pero sin que por ello deje de mostrar estereotipos femeninos y masculinos. Aparece la mujer que tiene que estar delgada, el hombre conductor, la mujer enamorada tontamente, el hombre como pecado sexual, la mujer 10 a la que los hombres se arrodillan, la mujer limpiadora, el hombre deportista, la mujer que hace yoga, el hombre con dos mujeres o la mujer autoestopista. Otra vez, vuelven a diferenciar los anuncios según el género, en el año 2004 vuelven a hacer un anuncio del tinto de verano “La Casera” protagonizado por un chico y otro por una chica, donde toman el tinto de verano en cualquier situación. Así, las situaciones elegidas para la mujer son la boda de su jefe y el zoo y las situaciones elegidas para el hombre son en la casa con su abuela y en un concierto de música rock. Acaso... ¿no son éstas situaciones estereotipadas? En las últimas campañas publicitarias, basadas en la adaptación de la famosa viñeta “13 Rue del Percebe” de Francisco 15 Ibáñez, se retoma el anterior aspecto cómico de su publicidad, llevando a sus personajes a arquetipos sociales que rozan lo grotesco. El tono chirigotero de la campaña no deja de asumir ciertos estereotipos sociales como la portera obsesionada con la limpieza, el ladrón que roba por y para la esposa, la “solterona” que se aprovecha de hombres jóvenes y estudiantes, la madre con tres salvajes como hijos, la vieja especuladora, el grupo de amiguetes que quedan para ver el fútbol, la vieja sola que prepara el picoteo a cambio de compañía, el guapo seductor que todo lo consigue, la ama de casa tiquismiquis en la compra, el dependiente de ultramarinos timador, la pija tonta y caprichosa, el hombre con mil excusas, el científico loco y el monstruo gracioso. La aparición de Carlos Arguiñano en la segunda temporada de la campaña pretende darle un ápice de realidad a la misma, personificando en un cocinero conocido, simpático, gracioso, familiar y cercano a la sociedad, el aspecto tradicional de la gastronomía y “La Casera”. En definitiva, los anuncios de “La Casera” nos aportan una visión bastante estereotipada de la sociedad que, más allá de su presentación cómica de las situaciones, no deja de utilizar los clichés sexistas de la cultura popular española y patriarcal. Si bien se aprecia una evolución en su publicidad hacia una mayor igualdad formal a la hora de tratar a las mujeres, se siguen estereotipando los espacios y roles de hombres y mujeres. NESTLÉ Nestlé, es una empresa multinacional líder en la producción y comercialización de productos alimenticios, creada en 1867 que, en la actualidad tiene una gran variedad de productos en el mercado mundial (chocolates, papillas, suplementos alimenticios, cereales, cafés, lácteos, helados y ultracongelados, pizzas, aguas…). A través del análisis de numerosos anuncios publicitarios hemos podido observar que van dirigidos, fundamentalmente, al sector femenino, ya que cualquiera de los productos que ofrece esta empresa están mayoritariamente protagonizados por mujeres tanto en imagen, como en voz. No obstante, debemos decir que la enorme cantidad de marcas que pertenecen a “Nestlé” permiten encubrir los mensajes discriminatorios y estereotipados de su publicidad, el hecho de crear múltiples estilos de vida estereotipados a partir del consumo de un producto en concreto aparece según el grupo consumidor al que vaya dirigido. De hecho, nos ha sido fácil encontrar los tópicos más comunes sobre la mujer en la publicidad. Se puede observar a la mujer como compradora, como madre, como protectora de los/as suyos/as, como cocinera tradicional, como joven activa, como la encargada de satisfacer las necesidades de su familia, como ama de casa, como necesitada por mantener un cuerpo 10 o como objeto sexual. Estos estereotipos aparecen en función del producto en cuestión, por lo que, en su análisis nos centraremos en qué estereotipos femeninos y masculinos predominantes reproducen según la mercadotecnia del producto anunciado. Según este punto de partida, el rol femenino más destacado y que más aparece en la publicidad de Nestlé es el de madre, entendido en sentido amplio, asociando a la mujer a su papel de cuidadora de la familia y los/as suyos/as, a su papel de encargada de alimentar a su familia, a su papel de cocinera en el hogar y a su papel de suministradora de bienestar y felicidad a toda la familia. Esta es la imagen de la mujer más tradicional que se observa en la gran mayoría de los anuncios de productos 16 lácteos, de nutrición infantil, cereales, platos preparados y ultracongelados. A una parte de estos anuncios de les añade una puesta en valor de lo tradicional y lo artesanal en el producto, “como lo hacían nuestras abuelas”, que evoca a los recuerdos emotivos y tiernos del pasado para interpretarlos como una manera de suministrar más amor y cariño a los/as suyos/as, como la mejor manera de cuidar a su familia. Es la madre, la cuidadora, la que vive el momento de la maternidad como la panacea de su existencia, en la cual el hombre queda totalmente excluido de la posibilidad de disfrutar dicha experiencia. También se observa que transmiten una diferenciación de las necesidades nutritivas en función del sexo, por los niños parecen necesitar un mayor factor energético, de vigor, de fuerza y de crecimiento, mientras que las niñas necesitan un cuidado digestivo extra para que no lloren. El segundo rol femenino más característico de la publicidad de Nestlé es el de objeto sexual. Los actuales cánones de belleza femenina socialmente construidos proyectan necesidades y beneficios de mantener la línea y tener un cuerpo bonito, esbelto, delgado, estilizado como parte fundamental de la autoestima femenina. La mujer es por y para el resto de la sociedad, no es por sí misma, aunque esta imagen ha ido dotándose de un aspecto de cuidado personal saludable para minimizar esta representación femenina. La gama dietética de sus productos son la muestra más clara de esta imagen tan peyorativa de la mujer, pero no el único. La imagen de mujer provocadora, el cuerpo femenino como pecado y como deseo al mismo tiempo aparece de forma recurrente en los anuncios de chocolate y de helados. La comparación entre el chocolate y el cuerpo femenino nos reflejan las influencias patriarcales que impregnan estos anuncios. La reiterada imagen de la mujer “metiéndose en unos pantalones” (utilizada por muchos productos en su publicidad) nos plantea por qué no se transmite esa imagen en el caso de los hombres, ¿acaso los hombres no se sienten obligados a mantener unos cánones de belleza al igual que las mujeres?, ¿acaso a las mujeres se las obligada a estar delgadas, espectaculares, en forma y preparadas en todo momento? Creemos que la respuesta no deja lugar a dudas. Una tercera característica de la mujer, según la publicidad de Nestlé, es su emotividad. Sin duda, las mujeres tienen un carácter más emotivo que los hombres, pero no porque sea un rasgo innato en ellas, sino porque en el proceso de socialización y educación se aprenden los rasgos propios de un género y de otro, premiando o castigando socialmente su aprendizaje. La mujer emotiva hace más regalos que los hombres porque ella quiere más a los/as suyos/as, porque ella lo demuestra más o porque necesita demostrarlo más, y esto se refleja sobre todo en los anuncios de bombones. Las mujeres consideran que regalar bombones en cumpleaños, aniversarios, fiestas o sin una causa en concreto, porque se acuerdan de alguien, es algo que las llena emocionalmente. Otra diferencia observada es que las mujeres regalan a los demás, a los/as suyos/as, a su círculo de amistades, en 17 definitiva, a una mayor cantidad de las relaciones sociales que mantienen, mientras que los hombres sólo regalan bombones a su pareja. Esta mayor asiduidad de las mujeres a la hora de regalar nos lleva a un cuarto estereotipo, la mujer consumista, en el que se marcan las diferencias en la cantidad de compras que realizan las mujeres y los hombres. El que la mujer aparezca en la mayoría de los anuncios de Nestlé, más allá de su rol como compradora de alimentos para la familia, nos ofrece una gran variedad de diferentes contextos de los anuncios, pero ciertos detalles fomentan esta imagen. La mujer en el supermercado o en el centro comercial, la mujer que va de tiendas y aparece con multitud de bolsas o la mujer que consume compulsivamente chocolate no son contrarrestados de la misma forma en los hombres. En resumen, aunque se trate de cuidar los anuncios ya sea para no discriminar por cuestión de género, para abrir el mercado o para dirigirse a un grupo consumidor concreto, para crear imagen de marca o para hacer deseables ciertos estilos de vida, la verdad es que se siguen estereotipando a hombres y mujeres en cuanto a sus roles y actitudes, ya que los símbolos utilizados maman de la propia cultura existente, de una cultura básicamente patriarcal. CONCLUSIONES La cultura no es algo innato, no es algo que no se pueda cambiar, sino que se ha construido y adaptado según el poder dominante de cada tiempo. La cultura impregna todo los aspectos de la vida social y personal, lo que pensamos, cómo lo pensamos, cómo lo transmitimos, a quién lo transmitimos, lo que hacemos o no hacemos y con quién, etc. viene condicionado por la cultura occidental de la que formamos parte. La publicidad, como aparato comunicativo y creador de estilos de vida y necesidades, requiere beber de esta cultura imperante para tener éxito y ser eficaz. Mandar mensajes sencillos, cotidianos, tradicionales que no rompan con los esquemas cognitivos de la sociedad implica reproducir las ideas, las prácticas y los sueños cultural y socialmente definidos como “normales”, además de consistir un instrumento para mantener el orden y el control social por parte de las clases poderosas, y su habitual reticencia a cambiar el poder, a pesar de las grandes evidencias. "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie" (Tomassi di Lampedusa, 1958). Una de las formas que más efecto tienen a la hora de normalizar los aspectos culturales son, sin duda, los chistes. De esta forma se trivializan los estereotipos que vemos en sus anuncios, se vulgarizan y se consideran insignificantes, pero de calado muy hondo en la sociedad. Estas pautas, normas y formas de comportamiento y de pensamiento que se condensan en la cultura son formas de transmitir valores y actitudes que son, fundamentalmente, patriarcales y sexistas. La mayor sutileza de los mensajes no cambia el carácter patriarcal de los mismos, la publicidad cuida más la forma y el medio que utiliza para mandar sus mensajes, pero la propia necesidad de hacerlos cercanos y vistos como “lo normal” y/o deseable hace que se utilicen estereotipos machistas y sexistas, que provienen de la cultura patriarcal en la que vivimos. 18 El patriarcado y sus instituciones están en gran medida arraigadas en la sociedad y muestran una enorme capacidad de adaptación a la sociedad. La flexibilidad del patriarcado a lo largo de la historia de la humanidad ha sido la razón por la que aún se mantiene actualmente. Las reticencias al cambio, y más de cuando se trata del poder dominante, en este caso el poder de los hombres sobre las mujeres, es un elemento común de todas las culturas. Sin embargo, los cambios sociales se han ido produciendo en el tiempo, con más o menos dificultades, en forma de revolución social o de evolución social. La continuidad en las luchas sociales y feministas, con sus novedosas peculiaridades (mayor nivel educativo, el uso de las redes sociales, una organización descentralizada, la relación mediática con la política, etc.) por el respeto de los derechos humanos, por una democracia real, la igualdad real entre hombres y mujeres, por un reparto más justo de la riqueza, en definitiva por un mundo más justo, que se está organizando en numerosos movimientos sociales van adquiriendo fuerza y capacidad para llegar a amplios sectores de la sociedad. El reciente despertar de la sociedad civil y su toma de conciencia en cuanto a su papel como actor mayoritario, potente e influyente en la organización, estructura y funcionamiento de la sociedad nos hace ser optimistas en los futuros cambios sociales que, por supuesto, implicarán un enorme esfuerzo y trabajo de amplios sectores de la sociedad, pero las consecuencias negativas del sistema capitalista que son sentidas y vividas por la sociedad son evidentes, ahora toca entenderlas, compartirlas y crear nuevas formas de organización social, de las cuales ya existen multitud de experiencias exitosas y con energía. 19 BIBLIOGRAFÍA ALBERDI, I. Y MATAS, N. (2002). La violencia doméstica. Informe sobre los malos tratos a mujeres en España. Colección Estudios Sociales, No. 10. Barcelona: Fundación “la Caixa”. ALONSO, M. y FURIÓ, E. (2007). El papel de la mujer en la sociedad española. [Trabajo de investigación] Valencia: Universidad de Valencia. AMORÓS, C. (1994). Igualdad e identidad. 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Tomo 5, Siglo XX, Madrid: Taurus. 20 ESPAÑA. Ley 34/1988, de 11 de noviembre, General de Publicidad. [Internet] Boletín Oficial del Estado, 15 de Noviembre de 1988, No. 274. Disponible en http://noticias.juridicas.com/base_datos/Admin/l34-1988.t2.html ESPAÑA. Ley 29/2009, de 30 de diciembre, por la que se modifica el régimen legal de la competencia desleal y de la publicidad para la mejora de la protección de los consumidores y usuarios. [Internet] Boletín Oficial del Estado, 31 de diciembre de 2009, No. 315, p. 112039. Disponible en http://www.boe.es/boe/dias/2009/12/31/pdfs/BOE-A-2009-21162.pdf GARCÍA PÉREZ, N. (2009). La mujer en la publicidad. [Trabajo fin de master]. Salamanca: Universidad de Salamanca. LAMEIRAS, M. (2004). El sexismo y sus dos caras: de la hostilidad a la ambivalencia. Anuario de sexología, No. 8, 91-102. LERNER, G. (1990). La creación del patriarcado. Barcelona: Editorial Crítica, S.A. LÓPEZ SÁEZ, M. (1999). Influencia Social. 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Madrid: Federación de Mujeres Jóvenes. 21 RECURSOS AUDIOVISUALES Y FOTOGRÁFICOS Histórico anuncios La Casera desde 1978 hasta el 2002 https://www.youtube.com/watch?v=LEAAa8AlkrE 2004 Tinto de verano La Casera https://www.youtube.com/watch?v=qVXzIgoxvco 2005 Si no hay Casera nos vamos: Pasodoble (2005) https://www.youtube.com/watch?v=sGfuklH8hBo 2006 La Casera: Preposiciones I https://www.youtube.com/watch?v=C8HkRx-5PrQ La Casera: Preposiciones II https://www.youtube.com/watch?v=k2X3ok6UbnA 2008 Mariano, sin ti no hay verano (Tinto de verano la casera) https://www.youtube.com/watch?v=iYHLCeVELe4 2010 LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Cebollazo 0/13 https://www.youtube.com/watch?v=tOkmuyjNm6c LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Cebollazo 1/13 https://www.youtube.com/watch?v=TGjI9KQ8haE&index=2&list=RDtOkmuyjNm6c LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Cebollazo 2/13 https://www.youtube.com/watch?v=FHR4cy3XZHc&list=RDtOkmuyjNm6c&index=3 LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Cebollazo 3/13 https://www.youtube.com/watch?v=oC78UW2Npu8&list=RDtOkmuyjNm6c&index=4 LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Cebollazo 4/13 https://www.youtube.com/watch?v=IWiad2Em96M&index=5&list=RDtOkmuyjNm6c LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Cebollazo 5/13 https://www.youtube.com/watch?v=VxYhLmTr1x8&list=RDtOkmuyjNm6c&index=6 LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Cebollazo 6/13 https://www.youtube.com/watch?v=AWs35-oRlWw&index=7&list=RDtOkmuyjNm6c LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Cebollazo 7/13 https://www.youtube.com/watch?v=qK1mqaR8pvQ&index=8&list=RDtOkmuyjNm6c LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Cebollazo 7-A/13 https://www.youtube.com/watch?v=O6GBn0RpiqY&index=9&list=RDtOkmuyjNm6c LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Cebollazo 8/13 https://www.youtube.com/watch?v=AnRwIO9JeMo&list=RDtOkmuyjNm6c&index=10 LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Cebollazo 9/13 https://www.youtube.com/watch?v=BapNxxGbjtk&index=11&list=RDtOkmuyjNm6c LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Cebollazo 10/13 https://www.youtube.com/watch?v=BJlJdt2Ixmg&list=RDtOkmuyjNm6c&index=12 LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Cebollazo 11/13 https://www.youtube.com/watch?v=VW1MSbMKDak&index=13&list=RDtOkmuyjNm 6c LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Cebollazo 12/13 https://www.youtube.com/watch?v=gPEDn4DST_k&index=14&list=RDtOkmuyjNm6c LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Cebollazo 13/13 https://www.youtube.com/watch?v=GCdqKBX5m4&list=RDtOkmuyjNm6c&index=15 2011 LA CASERA. Temporada 2. https://www.youtube.com/watch?v=-7eY9FeZkMY&index=16&list=RDtOkmuyjNm6c 22 LA CASERA y ARGUIÑANO. Cebollazo 14 https://www.youtube.com/watch?v=XqJWDVtWd1A&list=RDtOkmuyjNm6c&index=1 7 LA CASERA y ARGUIÑANO. Cebollazo 14-A https://www.youtube.com/watch?v=FiZ0p1sNURE&index=18&list=RDtOkmuyjNm6c LA CASERA y ARGUIÑANO. Cebollazo 15 https://www.youtube.com/watch?v=wop3_oDbU8k&index=19&list=RDtOkmuyjNm6c 2012 LA CASERA 13 RUE DEL PERCEBE. Temporada 3 https://www.youtube.com/watch?v=sbe6KxuQDMc&index=20&list=RDtOkmuyjNm6c 2013 SANGRÍA LA CASERA y KARLOS ARGUIÑANO https://www.youtube.com/watch?v=wbiFU8FZYOA&list=RDtOkmuyjNm6c&index=21 Milo de Nestlé (anuncio de 1972) https://www.youtube.com/watch?v=uqF9RN9Wy2s Leche evaporada Ideal https://www.youtube.com/watch?v=oV30U4mr3TI Alimentos infantiles Nestlé https://www.youtube.com/watch?v=FnjxI3XTVGM Nestlé Fitness (Enero 2011) https://www.youtube.com/watch?v=reuGv1Fq5LU Papillas Nestlé (años 90) https://www.youtube.com/watch?v=wh1MKc9w-wA Leche Nestlé crecimiento https://www.youtube.com/watch?v=wUWDy8d8HjY Leche infantil NAN de Nestlé https://www.youtube.com/watch?v=0vv9zBWGUOM Yogurt Sveltesse de Nestlé (1984) https://www.youtube.com/watch?v=nOc6fjbaYxg Sveltesse Delicias https://www.youtube.com/watch?v=xB7aRMtJfSw Sveltesse Line-Activ https://www.youtube.com/watch?v=yq2zyJmY3Y4 Yogurt Sveltesse https://www.youtube.com/watch?v=uSebY1Vtnl4 Golden Grahams (1993) https://www.youtube.com/watch?v=SwTNFkHiok4 Chocolate extrafino Nestlé https://www.youtube.com/watch?v=uuLf6aulK8g Chocolate extrafino Nestlé https://www.youtube.com/watch?v=AfIxHOnBNSQ Chocolates extrafino rellenos Nestlé https://www.youtube.com/watch?v=HB1MfGb_oU Q Chocolate Alpine White Nestlé (principios años 90) https://www.youtube.com/watch?v=kvPVf6Hzi_M Crunch de Nestlé (1986) https://www.youtube.com/watch?v=qsHzppqHGQc Chocolates Nestlé https://www.youtube.com/watch?v=ofdvm4Yz0es Caja Roja de Nestlé (Navidad 2013) https://www.youtube.com/watch?v=9NMMS-YG4So Helado Nestlé Gold https://www.youtube.com/watch?v=iMWNOcVyJr0 Chocolate Nestlé Gold (Navidad 2013) https://www.youtube.com/watch?v=r1ZACUv_gCw 23