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Control del peso.
Año 2015 - Marzo 17 - No. 700
Se autoriza la reproducción total y/o parcial de su contenido siempre y cuando se
cite la fuente: Consultores Internacionales, S.C. ® (CISC)
• El fortalecimiento del dólar ha generado
presiones en la economía mexicana.
• Las medidas monetarias apuntalan al peso,
pero no frenarán la volatilidad.
• Se requiere una mezcla eficiente de política
económica que fortalezca al peso.
En las últimas semanas se han registrado importantes
episodios de volatilidad en los mercados cambiarios
internacionales, sobre todo en los países emergentes. Lo
anterior se deriva de una suerte de fortalecimiento del dólar
norteamericano, el cual ha aumentado su paridad en contra
de casi todas las principales divisas del mundo. El índice
ponderado del dólar ha aumentado un 23 % en los últimos
ocho meses, ritmo que no se había registrado desde 1981.
En el caso de la moneda y la economía mexicanas, esta situación ha generado una mayor algidez en el
mercado cambiario, la cual registró su punto más crítico el pasado 10 de marzo cuando al cierre de la
jornada, el dólar libre alcanzó un máximo histórico de 15.92 pesos a la venta, situación que no se
presentaba desde 1993. De igual forma, el Banco de México reportó que el tipo de cambio FIX se ubicó en
15.5837 pesos por dólar. Así, en lo que va del año, la moneda mexicana se ha depreciado 5.9 % frente al
dólar, y desde septiembre pasado se ha derrumbado 19.5 %.
Una de las más destacadas razones del fortalecimiento del dólar es la posible alza en las tasas de interés
en Estados Unidos por el retiro de los estímulos de la FED, producto de los informes laborales que señalan
indicios de una mejoría más robusta en la economía norteamericana, situación a la que ya se están
anticipando los mercados provocando una salida de recursos de mercados emergentes hacia Estados
Unidos.
En el caso de México, estos recursos son capitales especulativos en bolsa y valores gubernamentales que
han inundado al país buscando refugio. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), México es
la quinta economía con mayor inversión extranjera de cartera —más de 100 mil millones de dólares en los
últimos 2 años—, desde el comienzo de la política monetaria acomodaticia de la FED cuyo fin ya se
advierte.
La alta volatilidad provocó que el Banco Central activara por segunda vez (la primera fue en diciembre de
2014) el mecanismo de subastas, que consiste en inyecciones diarias por 200 millones de dólares a un tipo
de cambio mínimo equivalente al tipo de cambio FIX determinado el día hábil inmediato anterior, conforme
a las disposiciones del propio Banco, más 1.5 por ciento.
Sin embargo, la medida de la autoridad monetaria de ofertar 200 millones de dólares diarios cuando se
tiene una depreciación del 2 %, si bien es correcta, ha tenido efectos poco significativos. Por ello, ante el
disparo de la divisa, se anunciaron medidas extraordinarias consistentes en ofertar diariamente 52 millones
de dólares (adicionales al mecanismo de subasta de 200 millones) durante un periodo inicial de tres meses
mediante subastas sin precio mínimo. Al término de este periodo, se evaluará la conveniencia de extender
este mecanismo. Con el anuncio, que implica reducir el ritmo de acumulación de reservas internacionales,
se sigue una medida preventiva para proveer liquidez a los mercados ante la volatilidad financiera
internacional. Como primer resultado, tras el anuncio, el dólar cerró en 15.77 pesos el día 11, es decir 15
centavos menos desde su precio máximo histórico de 15.92 alcanzado el 10 de marzo.
Cabe señalar, sin embargo, que estas medidas, si bien apuntalan al peso, son medidas paliativas y
temporales que no atacan las debilidades estructurales que hacen vulnerable a nuestra moneda, que
seguirá sujeta a la voluntad, nerviosismo y aversión al riesgo de los grandes capitales, y la economía sujeta
a los efectos positivos o negativos que un dólar alto conlleva.
Uno de los principales efectos del incremento del valor del dólar es que representa una mayor ganancia
monetaria de los exportadores (“subsidio a la exportación”), quienes recibirían más pesos por cada dólar
exportado. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que en la mayoría de las grandes ventas, sobre todo de
la industria manufacturera, fueron cerradas tiempo atrás, un promedio de tres meses de antelación, y
fueron fijadas al tipo de cambio de aquella época, por lo que el incremento actual en el valor del dólar se
reflejaría en las ventas futuras y no en las actuales.
En el otro lado de la moneda se encuentra en el costo de las importaciones. Cada dólar importado es más
caro en pesos (“impuesto a la importación”), por lo que se debe desembolsar más por importar tanto bienes
de consumo como intermedios. Así, el incremento en el dólar generaría presiones inflacionarias debido al
incremento el costo de los bienes de consumo importados, en particular de los alimentos, lo que representa
un impacto directo en la inflación —si bien hay una mayor oferta de bienes para satisfacer la demanda
interna—, y en el costo de los insumos importados —como lo son los insumos químicos para medicinas y
polímeros plásticos o de los energéticos y combustibles—, lo que tiene efectos multiplicadores a lo largo
de las cadenas productivas, generado un incremento en el índice de precios al productor y en el del
consumidor, nuevamente habría que considerar que se generan empleos por el lado de la producción.
Otro efecto positivo del incremento en el dólar se refleja en las ganancias cambiarias (muchas veces
especulativas), para quienes mantienen reservas o cuentas en esa divisa o quienes tienen cuentas por
cobrar en dólares. En contraparte, el efecto es negativo para quienes tienen deudas denominadas en la
divisa extranjera, cuyo valor se incrementa. Es el caso de las empresas mexicanas medianas y grandes
tienen posiciones de duda dominadas en dólares. En el trimestre de 2014 se reportó un saldo de 113 mil
millones de dólares por parte del sector privado. Lo mismo sucede con la deuda del sector público
denominada en dólares; la deuda externa del sector público equivalía a poco más de 146 mil millones de
dólares al tercer trimestre de 2014.
El escenario de corto plazo para la divisa mexicana se ve complicado porque la mayoría de los
inversionistas seguirán nerviosos, con la expectativa de que sigan generando presiones devaluatorias
sobre el peso. En caso de una mayor presión habrá necesidad de incrementar la cantidad ofertada diaria o
incluso intervenir de manera más directa. Hay reservas relativamente suficientes, por el momento, poco
menos de 200 mil millones de dólares además de los 70 mil millones del crédito contingente con el FMI.
Otra medida que se espera es el aumento en las tasas de referencia por parte del Banxico, una medida
ortodoxa de política monetaria. La pregunta es si el Banxico esperará a que la FED incremente las tasas o
actuara antes de manera previsora.
Sin embargo, lo que se requiere es fortalecer al peso, y para ello es necesario dinamizar al mercado interno
y consolidar a los sectores productivos ligados a la exportación. Es necesaria una mezcla de política
pública económica (fiscal, monetaria, cambiaria, pero también industrial, financiera, de innovación),
orientada al objetivo de crecer con estabilidad. Las reformas estructurales son un enorme paso, ahora falta
creérnosla y ponerlas a accionar.
México: Tipo de cambio FIX peso-dólar
Fuente: Elaborado por CISC con información de Banxico
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