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DELIRIOS DE
GRANDEZA
Ensayo del curso Introducción a los estudios para la paz y el desarrollo
Máster Internacional en Estudios de Paz, Conflictos y Desarrollo
Profesor: Miguel Ángel Mateo
Adrián Alcolea Moreno
Castellón, Barcelona, Octubre de 2011
Índice
1.- Introducción ................................................................................................................ 2
2.- Pero, ¿es que hay algún problema? ............................................................................. 3
3.- En búsqueda de los orígenes ....................................................................................... 6
4.- Economía, desarrollo y otros embrujos. La necesaria transformación ....................... 8
5.- Desde las profundidades, vuelta a la superficie ........................................................ 10
Bibliografía ..................................................................................................................... 13
1
1.- Introducción
En las discusiones acerca del concepto de desarrollo llevadas a cabo durante la
asignatura tratamos diversos temas, desde las raíces del concepto y los modelos de
desarrollo predominantes en las últimas décadas, hasta el cuestionamiento, no solo de
los modelos en concreto, sino de la idea de desarrollo en sí misma.
Uno de los puntos tratados fue la cuestión del colonialismo con todas las
implicaciones que tiene para la situación actual y para la aparición, no solo del concepto
de desarrollo, sino de los propios problemas estructurales que acucian a las regiones
consideradas hoy como subdesarrolladas. En cuanto a la situación presente,
observamos diferentes aspectos que relacionan las ideas actualmente predominantes
acerca del desarrollo con el papel central que la economía tiene en todos los ámbitos de
decisión, y en particular con el tipo de economía derivada del sistema capitalista y su
lógica. Esto se ve especialmente en la relación economicista entre desarrollo y
crecimiento que parece prevalecer en los principales modelos.
Pero el propio sistema capitalista, el colonialismo, las actuales ideologías y, en
general, los planteamientos sobre economía o sobre desarrollo no dejan de estar basados
en ciertos patrones histórico-culturales. Cuestionando los mismos surgieron algunas
conversaciones muy interesantes en las que tratamos desde el patriarcalismo
predominante en ellos, hasta la pertinencia del tipo de organización en grandes núcleos
urbanos a la que nos han llevado, planteando que pueden existir alternativas.
Pues bien, este ensayo no pretende ser más que un pequeño recorrido, dando
pinceladas a todos estos temas, principalmente a través de algunos argumentos que
Max-Neef propone en Economía descalza y en otros textos y algunas reflexiones
personales que me sugiere su lectura, esperando (más que previendo) que al relacionar
unos con otros vayan tomando forma por sí mismos.
2
2.- Pero, ¿es que hay algún problema?
No todo era bueno antes, ni todo es malo ahora. Sin embargo pienso que ahora
hay menos posibilidades que antes, de alcanzar cuotas simples de felicidad.
Quizás la gran diferencia radica en que antes la vida era más simple y hoy es
más complicada. Si pregunto sobre el porqué del mundo actual que hemos
construido, suelo escuchar como respuesta: Son los costos del progreso. No
respondo a la respuesta, y me retiro a solas con otra pregunta: Si progreso es lo
que disminuye mi felicidad, ¿tiene sentido pagar un costo por ello? (MaxNeef, artículo: 2).
Así concluye un artículo de Manfred Max-Neef llamado Cuando era niño... y
ahora soy... en el que hace un pequeño repaso a diferentes etapas de su vida,
comparando aspectos destacables del Chile de su infancia, juventud y adultez.
Al igual que ocurrió en nuestras discusiones de clase, uno de los aspectos
actualmente más problemáticos (o generadores de problemas, se podría decir) que MaxNeef destaca en su libro Economía descalza es el papel que la economía ha asumido en
nuestras sociedades y, más concretamente, la manera en que esta disciplina se está
interpretando y llevando a cabo. Las abstracciones en las que se ha envuelto la alejan
cada vez más de los problemas de las personas, generando sectores invisibles, al no
tener en cuenta ningún tipo de actividad que no pueda medirse con sus mecanismos
cuantificadores, como las labores domésticas o de subsistencia. Además, dichos
cuantificadores van dirigidos a cualquier actividad del mercado, independientemente de
que ésta sea productiva, improductiva o destructiva. Esto tiene, lógicamente, muchas
implicaciones para las relaciones político-sociales (intra e internacionales), y en
particular para el concepto y los modelos de desarrollo (1986: 40, 41).
El autor pone un gran énfasis en los ataques contra la naturaleza producidos
desde estas lógicas. De hecho considera el antropocentrismo dominante en la cultura
occidental, basado en el sometimiento del medio, como la base de las ideologías y otros
sistemas creados posteriormente. Esta idea la desarrollaré más adelante, pero de
momento me interesa destacar que las bases ideológicas del tipo de economía al que nos
3
referimos no están exentas de ese antropocentrismo. Como ejemplos de los múltiples
problemas que esto genera Max-Neef trata el mecanicismo de la economía y algunas
cuestiones sobre magnitud.
En el primero de ellos no voy a detenerme demasiado. Viene a proponer que, a
diferencia de lo que, en busca de rigor científico, se pretende plantear desde la ciencia
económica, los procesos económicos no son de naturaleza mecánica, sino de naturaleza
entrópica1. Las principales teorías económicas parecen olvidar que, como resultado de
su actividad se generan desperdicios, y cada vez a un ritmo más alarmante; a lo que
también me gustaría añadir como un factor puramente entrópico el uso, de una forma
absolutamente irresponsable además, de energías no renovables (1986: 54-58).
En cuanto al problema de la magnitud, hay muchos ámbitos en los que el
mismo se hace patente, desde las ideas sobre la necesidad de un crecimiento económico
indefinido, pasando por la proliferación armamentística desmesurada, hasta la cuestión
del problema demográfico. Con respecto a este último Max-Neef propone una idea muy
interesante: la medición demográfica con respecto a la cantidad de recursos utilizados, a
partir de una medida aproximada de la cantidad de recursos necesarios para una calidad
de vida aceptable, a la que llama ecosón. Calculado así, seguro que el peso demográfico
de las diferentes regiones del planeta se vería drásticamente modificado con respecto a
lo que las actuales medidas demográficas muestran (1986: 58-62).
El desequilibrio existente en el uso de recursos entre unas partes del mundo y
otras no deja de estar fuertemente relacionado, por un lado, con la manera de interpretar
el desarrollo como crecimiento económico y el tipo de políticas económicas que esto ha
desatado, y por otro con los ya nombrados sectores invisibles para este tipo de
1
En resumen, al presentar los procesos económicos como mecánicos, se presume que son
reversibles. Si decimos que son procesos entrópicos, nos estamos refiriendo a que su energía se va
degradando hasta el punto de máxima entropía, el equilibrio, en que el sistema se vuelve estático. En este
sentido, lo que entiendo que no se tiene en cuenta desde las teorías económicas es la pertenencia a un
sistema mayor, finito y cerrado, como lo es la propia biosfera (Ver: Max-Neef, 1986: 55-56; 2005: 1).
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economía. Mientras las ideas sobre el crecimiento generan unos niveles de consumo
desorbitados en ciertas partes del mundo, y especialmente en ciertos sectores de
población, la existencia de otros sectores invisibles aumenta las pobrezas e impide, en
pro del desarrollo económico, el auténtico desarrollo de las personas que las sufren. Y
así las diferencias no hacen sino incrementarse.
Para una economía cuya noción de eficiencia se centra en la producción, que a
su vez requiere de la minimización de costos y la maximización de utilidades, la
aglomeración de enormes cantidades de personas en centros urbanos descomunales es,
sin duda, favorable. Este es otro de los aspectos en que el problema de la magnitud se
hace bien patente, ya que este tipo de economía no se pregunta por la calidad de vida de
esa gente, no tiene en cuenta cuestiones fundamentales referidas a las propias funciones
que, en principio, debería cumplir un núcleo urbano. Para Max-Neef estas son, al
menos, sociabilidad, bienestar, seguridad y cultura, y de ninguna manera pueden llegar a
realizarse sin una buena comunicación y participación por parte de las personas que lo
conforman (1986: 149-155).
Desde las ideas de Platón y Aristóteles hasta Atenas, Esparta o las ciudades del
Renacimiento italiano tuvieron muy en cuenta las ventajas de las dimensiones sociales
reducidas. Sin embargo, desde la adoración por la eficiencia y el crecimiento que
actualmente profesa la economía solo se llega al punto en que el sistema deja de servir a
la gente, y es la gente la que tiene que servir, como autómatas, al aparentemente
necesario e imparable crecimiento del sistema; haciéndose aquéllas, comunicación y
participación, prácticamente imposibles. Para hacernos plenamente conscientes de ello,
es necesario que aquellos aspectos perjudiciales para las personas derivados de dicho
crecimiento comiencen a ser contabilizados como costos, y no como beneficios en
abstractos indicadores que solo miden los movimientos del mercado (1986: 149-155).
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3.- En búsqueda de los orígenes
Como ya he insinuado en la introducción, muchos de estos problemas que
acarrean los sistemas económico-político-sociales actuales, y en particular aquellos
relacionados con la cuestión del desarrollo, tienen profundas raíces en un problema
mucho más amplio, extendido, me atrevería a decir, a casi todos los rincones de la
Tierra y que se ha presentado de diferentes formas a lo largo de la historia en gran
cantidad de pueblos y culturas. Me refiero a la dominación.
Paulo Freire, contextualizando dicho problema en un momento histórico
relativamente cercano, plantea en Pedagogía del oprimido2 el problema de la
dominación norte-sur, o para no utilizar controvertidas palabras que él nunca usó, de la
dominación de unos grupos humanos sobre otros. Así, la dicotomía opresor-oprimido
está en la base de las injusticias sociales, tomen éstas forma de políticas sociales o
económicas, ideologías o acciones directas, siendo mucho más profundo que éstas el
problema subyacente.
Buscando mucho más atrás, casi podríamos decir que en los orígenes, no de la
historia, sino de la cultura misma, diferentes teorías feministas plantean actualmente
cómo el sistema de dominación de género permea, en forma de patriarcalismo, en todos
los ámbitos de las culturas actuales3, apareciendo así otra dicotomía, la de masculinidadfemineidad. Por supuesto, si todo sistema político, ideológico, teológico... parte de unos
2
Ver: Freire, Paulo (2002): Pedagogía del oprimido, Madrid, Siglo veintiuno, 16ª edición (1º
edición de 1970)
3
No soy ningún experto en el tema, y casi todo lo que sé viene de conversaciones con
feministas, de las propias asignaturas del Máster y unos pocos textos, pero baste como ejemplo, dentro de
la propia Cátedra UNESCO de Filosofía Para la Paz a la que pertenece este Máster, cómo Vicent
Martínez encuentra en el sistema de dominación de género el inicio mismo de la violencia y su relación
directa con la noción de masculinidad apoyándose en las teorías de Betty Reardom. Ver:
Martínez Guzmán, Vicent (2001): Roles masculinos y construcción de una cultura de paz, se
puede encontrar este artículo en internet: http://www.golnotas.com/pdf-ROLES-MASCULINOS-YCONSTRUCCI%C3%93N-DE-UNA-CULTURA-DE-PAZ/, consultado en Febrero de 2011
Martínez Guzmán, Vicent (2009): «Género, paz y discurso» en Martínez Guzmán, Vicent:
Filosofía para hacer las paces, Barcelona, Icaria, 173-187
6
parámetros culturales basados en el patriarcalismo, éste supone un problema de
dominación tan profundo que no puede tratarse con la simple modificación de aquéllos.
Max-Neef, de nuevo en Economía descalza, plantea la cuestión de la
dominación desde el punto de vista del antropocentrismo, contextualizándolo en torno a
los inicios de la cultura judeo-cristiana-musulmana de la que proviene la actual cultura
occidental. En el mito original de la creación según la Biblia, el mandato que Dios da a
los hombres no es el de integrarse en su entorno, sino el de someterlo. Según Max-Neef,
dicho mito «adquiere el rol de ente normativo y, por lo tanto generador de cultura»
(1986: 43), por lo que genera un tipo de relación de dominación con la naturaleza, y por
extensión con otros grupos humanos. El binomio que se nos presenta en este caso es,
pues, el de ser humano-naturaleza (1986: 41-45).
Haciendo un recorrido por la historia del pensamiento occidental, Max-Neef
encuentra cómo, lejos de rechazarlo, nuestros patrones culturales responden cada vez
más al mandato del mito original, y aún cuando la ciencia pareciera oponerse al mismo,
no deja de estar impregnada de las bases culturales que éste había generado. Así el
espíritu antropocéntrico sigue intacto, y unido a las ideas sobre la necesidad de
crecimiento indefinido y al lanzamiento tecnológico, nos conduce a una situación cada
vez más insostenible y de mayor irreverencia contra la naturaleza (1986: 46-50).
Estos sistemas de dominación no son en absoluto contradictorios ni
excluyentes. De hecho, encuentro en ellos casi una concordancia histórica. Al hablar de
la actual dominación de unos pueblos por otros, no puedo evitar pensar en las
colonizaciones, tanto de América como de África, que permitieron además la actual
política expansionista a nivel mundial de la cultura occidental. Pero inmediatamente,
esto me hace plantearme que la lógica industrial-capitalista que impulsó la colonización
en África comparte con la conquista de las Américas unos principios culturales basados
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en el expansionismo, en los que jugó un importante papel la religión cristiana,
concordando con lo que Max-Neef plantea. Por último, cabe destacar el profundo
patriarcalismo existente en las religiones judía, cristiana y musulmana desde su propia
creación, por lo que es de suponer que aquél ya era un rasgo cultural anterior, heredado
por éstas y definitorio de su carácter.
Sin embargo, hay un aspecto del antropocentrismo que lo hace si cabe más
preocupante que los otros dos. Tanto al hablar del patriarcalismo como de opresoresoprimidos, es importante observar que, si bien hay un grupo que ejerce la dominación y
otro que es dominado, en un sentido amplio afectan, como sistemas de dominación, a
todos los seres humanos, ya que incluso quien domina está alienado por el propio
sistema, que deshumaniza tanto a una parte como a la otra. Pero en el sistema propuesto
por Max-Neef, en el que una cultura pretende dominar la naturaleza, no solo afecta a
otros grupos humanos por el hecho de que el patrón de dominación acabe
extrapolándose a ellos también... el daño para todo ser humano es aquí mucho más
directo y explícito, ya que este sistema de dominación tiene efectos devastadores para
los ecosistemas y la biosfera en general.
4.- Economía, desarrollo y otros embrujos. La necesaria transformación
Hemos tratado de buscar, pues, aquellos patrones histórico-culturales que,
relacionados además unos con otros, se encuentran anclados en los principios de todo
sistema actual, o al menos de aquellos predominantes en el mundo de hoy, habiéndose
mantenido así algunos de sus principios culturales a lo largo del tiempo, por mucho que
hayan cambiado de forma y contexto. Además, sin prejuicio de tantas otras virtudes o
defectos que nos hayan acarreado para bien o para mal, hemos visto en ellos la base de
diferentes formas de dominación que han desembocado en graves problemas de nuestra
época.
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Teniendo esto en cuenta, una hipótesis de Max-Neef cobra especial
importancia en este momento: «las formas de organización socio-económicas y políticas
actualmente vigentes en el mundo, son esencialmente antagónicas al logro de una
armonía tripartita entre Naturaleza, Seres Humanos y Tecnología» (1986: 52) ya que la
cultura desde la cual han sido concebidas y su visión antropocéntrica (y, añado,
patriarcalista y opresora) son «el producto de una causa final que, en consecuencia; no
puede resolverse por la inclusión de factores correctivos en esquemas o modelos cuyas
deficiencias son el resultado de causas eficientes» (1986: 52).
Max-Neef utiliza los conceptos aristotélicos causa finalis, que sería la relación
entre el objetivo y la tarea realizada para lograrlo, explicando así presente y pasado en
términos de futuro, y causa efficiens, que sería la relación entre la fuerza motriz y el
resultado de su acción, explicando así el futuro en términos del presente o el pasado. Al
considerar a los diferentes modelos de desarrollo, sistemas económicos, ideologías, etc.,
como causas eficientes de la situación actual, y ver su causa final en la propia esencia
antropocéntrica de nuestra cultura, que surge desde el mito original; queda patente que
la necesaria transformación de dichas bases culturales no puede pasar por cambios
formales en los sistemas, sino por una auténtica revolución estructural. Max-Neef
plantea en este sentido la necesidad de un humanismo ecológico frente al ya nombrado
antropocentrismo dominante (1986: 42, 43, 52, 53).
Me surge entonces una reflexión al respecto en torno a los otros dos sistemas
de dominación a los que he hecho referencia. Si bien hemos visto cómo el sistema de
opresión de unos pueblos hacia otros tiene así mismo raíces en el propio
antropocentrismo, el patriarcalismo es incluso anterior a él, por lo que cabe suponer que,
aún la transformación revolucionaria a manos de un humanismo ecológico que MaxNeef propone, no tendría por qué remover las bases culturales establecidas por este
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último. En este sentido considero, sin pretender de momento entrar más en materia, que
sería oportuno hablar de un feminismo humanista ecológico, planteando así la necesidad
de romper igualmente con los patrones patriarcales de las culturas actuales.
Por otro lado, y volviendo a tratar la dominación opresores-oprimidos, me
pregunto si realmente acabar con el antropocentrismo implica por sí mismo el fin de la
misma. Sin embargo, con un pequeño repaso a las ideas ya planteadas puede entenderse
que, tal y como Max-Neef lo plantea, sería el mandato de dominación sobre la
naturaleza el que, generando unas culturas arrogantes y controladoras, ha llegado a
extrapolarse hacia la dominación entre los propios pueblos. Esta idea continúa pues
respetando esa noción temporal de causalidad que observo entre unos y otros sistemas
de dominación. Por lo tanto, en congruencia con esta temporalidad y considerando que,
dada la situación a la que hemos llegado, quizás sea el momento de volver a poner a la
naturaleza en primer plano, por qué no reordenar la ecuación para hablar, finalmente, de
la necesidad de un feminismo ecológico humanista4.
5.- Desde las profundidades, vuelta a la superficie
Hemos comenzado planteando algunos problemas concretos de la actualidad en
torno al tema del desarrollo. Cabe decir que en un sentido bastante amplio del concepto,
y sin haberme preocupado siquiera de definirlo, ya que se trata simplemente de una
aproximación a algunos problemas percibidos, tanto personalmente como durante la
propia asignatura y a partir de los textos utilizados, en los que el papel actual de la
economía y la concepción predominante de la misma han estado muy presentes.
Luego nos hemos propuesto buscar las causas más profundas, no solo de los
problemas encontrados, sino de las bases culturales desde las que han sido concebidos
4
Tengo que añadir que no soy ningún entusiasta de las terminologías ni me gusta perderme
demasiado en las discusiones sobre el lenguaje. Sirva esta transformación del concepto, simplemente,
como hilo conductor de mis observaciones. Lo que sí considero imprescindible es la reivindicación de
una mirada feminista y de la centralidad de la naturaleza, más allá de la utilidad o no del concepto en sí,
aunque de hecho es muy posible que ya sea utilizado en diferentes ámbitos.
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tanto el sistema económico como la concepción de desarrollo, o las diferentes
ideologías que los sustentan, a partir de las cuales hemos llegado a la conclusión de la
necesidad de una auténtica revolución estructural para poder transformarlas. Pero para
ello hacen falta estrategias, pasos u objetivos concretos, centrarse en algo al menos, no
se puede (únicamente, que también) salir a la calle a gritar “¡basta de
antropocentrismo!”; y estos pasos concretos se pueden dar tanto a el nivel de las
abstracciones, trabajando y deconstruyendo desde la academia y la educación los
conceptos y patrones culturales, como desde las acciones concretas a nivel de
intervención. Por nombrar al menos un ejemplo en cada uno de estos dos niveles,
utilizaré de nuevo a Max-Neef:
Preocupado por este papel que la economía ha adoptado, y viéndola incapaz de
responder satisfactoriamente a los problemas para los que fue concebida, Max-Neef
plantea en su artículo El poder en la globalización cinco postulados y un valor esencial
de la economía que a él le gustaría ver:
Postulado 1: la economía está para servir a las personas y no las personas
para servir a la economía.
Postulado 2: el desarrollo tiene que ver con personas y no con objetos.
Postulado 3: crecimiento y desarrollo son dos cosas distintas, y el desarrollo
no precisa necesariamente de crecimiento.
Postulado 4: ningún proceso económico puede ocurrir al margen de los
servicios que prestan los ecosistemas.
Postulado 5: la economía es un subsistema de un sistema mayor, finito y
cerrado, que es la biosfera (2005: 1).
En cuanto al valor que la economía debería tomar como principio en el que
sustentarse es que «bajo ninguna circunstancia y bajo ninguna consideración, un interés
económico o proceso económico puede estar por encima de la reverencia por la vida»
(2005: 1). Por supuesto que con escribir esto no está todo hecho, tanto la educación
como la presión de la sociedad civil pueden jugar aquí importantes papeles.
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Personalmente considero que este tipo de reivindicación debería extenderse a tantas
otras disciplinas que han perdido los valores como base, y a la ciencia en general.
Por otro lado, y ya que he utilizado la parte teórica de Economía descalza, qué
mejor ejemplo de aplicación en el campo de la intervención, ya que las partes aquí
utilizadas de ese libro no son sino interludios teóricos del mismo, siendo su tema
principal la recopilación de dos experiencias, el proyecto ECU-28 de comunicación
horizontal para la participación y auto-dependencia de los campesinos y el proyecto
Tiradentes para la revitalización para la auto-dependencia de ciudades pequeñas.
Para terminar, solo me queda aludir al nivel personal, en el que cada uno
debemos trabajar en la deconstrucción nuestros propios patrones culturales para tratar
de quedarnos con lo mejor que encontremos, dentro y fuera de los mismos. Así, por
ejemplo, podemos empezar por replantearnos qué es para nosotros el desarrollo, a qué
fines debería servir la economía y para qué sirve el crecimiento... quizás así evitemos
caer en el delirio de grandeza colectivo en que vivimos.
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Bibliografía
MAX-NEEF, MANFRED A. (2005): El poder en la globalización, disponible en
www.max-neef.cl, consultado en Octubre de 2011
MAX-NEEF, MANFRED A. (1986): Economía descalza, Editorial Nordan, Estocolmo,
Buenos Aires, Montevideo, traducción de Estela Lorca
MAX NEEF, MANFRED A. (artículo): Cuando yo era niño... y ahora soy..., disponible en
www.max-neef.cl, consultado en Octubre de 2011
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