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Ciclo de Formación de Dirigentes para la Argentina productiva
Martes 30 de septiembre de 2008
Salida de la convertibilidad y política monetaria.
Por Aldo Pignanelli
Gracias por la presentación y por la invitación al Movimiento Productivo Argentino
para dar esta charla. Les faltó dar un dato que para mi es muy importante que
ustedes sepan, yo soy muy peronista, así que cualquier sesgo a favor del
peronismo me lo corrigen. Esto también se lo digo a todos mis alumnos en la
facultad, porque debo ser de los pocos sobrevivientes economistas que aún
hablamos desde el peronismo y lo digo con mucho orgullo.
Ustedes recordarán que en el 2001, cuando estalló la convertibilidad, se aplicó un
modelo de salida basado en cuatro patas fundamentales: superávit fiscal, superávit
de la balanza comercial, flotación del tipo de cambio y anclaje monetario. Desde
prácticamente mediados de 2002 hasta la fecha, hay un record en el superávit
fiscal que no tiene ningún antecedente histórico en la Argentina, con respecto su
magnitud y durabilidad. Después analizaremos si es sustentable para adelante,
pero hasta el 2008 este superávit está asegurado y es la base fundamental del
modelo económico que se está llevando adelante. Lo mismo pasa con el superávit
de la balanza comercial y con la flotación del tipo de cambio –después vamos a ver
los distintos modelos- nosotros veníamos de un modelo de tipo de cambio fijo en la
convertibilidad, del mismo modo que lo es la dolarización. El anclaje monetario es
el núcleo de los que nos pasó en el 2002 y cualquier similitud con la realidad actual
norteamericana es pura casualidad.
Hay tres modelos de tipo de cambio, el cambio fijo que, como ya lo dije, es la
convertibilidad y la dolarización; El sistema intermedio, una mezcla entre cambio
fijo y flotación del tipo de cambio; y la flotación del tipo de cambio, modelo que
tomó en enero de 2002 la Argentina con una fuerte devaluación. Este es el
esquema que la mayoría de los países están utilizando. Con respecto al cambio
fijo, o dolarización, tengan en cuenta que en el 2001-2002 una de las luchas que
dimos desde el gobierno del doctor Duhalde fue contra los liberales que querían no
sólo mantener la convertibilidad, sino también implementar una etapa superadora
que era la dolarización. Si ellos concretaban la dolarización en el 2002, terminaba
la argentina productiva, porque se fijaban precios a favor del sistema financiero y
los servicios públicos. Esta era la lucha contra los que pensaban en contra nuestra
y establecían que íbamos a un dólar a diez pesos, que se caían los bancos y que
íbamos a una hiperinflación. Todo esto -como saben- no ocurrió.
Es importante comparar qué hacían los otros países en el mundo por ese entonces.
Con cambio fijo o dolarización había en el año 1991 veinticinco países y en el 2002
había cuarenta y siete. Con el modelo de flotación de tipo de cambio, había
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noventa y cuatro países en el mundo. Esto quiere decir que lo que nosotros
hicimos en el 2002, era adecuarnos a los que los principales países, tanto
desarrollados como emergentes o en vías de desarrollo, estaban aplicando.
Ustedes saben, que la salida de la convertibilidad se hizo con una ley aprobada por
el Congreso que establecía, no sólo la flotación del tipo de cambio, sino también un
estricto control de capitales y de cambio. Esta ley, delegaba en el directorio del
Banco Central la facultad de establecer el régimen cambiario, en el marco de la Ley
de Emergencia Económica. Luego el directorio del Banco, por razones operativas,
tuvo la irresponsabilidad de delegarlo en el presidente del Banco Central, o sea, en
Aldo Pignanelli. Él era quien establecía, día a día, qué hacíamos con el tipo de
cambio y demás.
Nosotros no fuimos al dólar a diez pesos, la pregunta es por qué. Utilizamos
técnicamente un modelo que se llama over shutting, lo que traducido significa un
salto excesivo. Es decir que se dejó subir al dólar a 3.80, o a 3.90, y luego, por
intervención del Banco Central, se empezó a vender dólares para que comience a
bajar. Yo recuerdo que el por entonces presidente de la Nación me citó en Olivos
cuando el dólar llegó a 3.90, porque estaba muy preocupado al igual que los
gobernadores, y le expliqué cómo era el esquema de over shutting, le mostré
formulas y gráficos. Duhalde me dijo, Aldo yo te entiendo, pero espero que en vez
de over shutting no sea un shot de cul…. Otra anécdota de aquel entonces, es que
yo tenía todas las curvas econométricas para ver en qué momento convenía salir a
vender dólares -que era una decisión personal del presidente del Banco Centralver hasta cuánto llegaba el tipo de cambio de 3.50 a 3.90; los liberales que me
respiraban en la nuca me decían, el tipo de cambio te va a llegar diez pesos. El
tema era decidir cuál era el día apropiado, técnicamente con modelos de
simulación, con profesionales, con el Fondo Monetario y con todo lo que a ustedes
se les ocurra. Un día el presidente Duhalde, que estaba en el Vaticano, me llama
desde allá -yo soy industrial así que venía de mi fábrica a las siete de la mañana
preocupado porque no podíamos pagar la quincena al personal- y me dice, ¿qué
día vas a empezar a vender dólares? No aguanto más tanta presión. Le pregunté
qué opinaba y primero me dijo: no se, cuando puedas… pensó unos segundos más
y me dijo: hoy es el día. Y ganamos la pulseada, es decir el olfato político es muy
importante, uno podrá ser técnico, economista, economicista, pero lo que siempre
cuenta es lo político, lo político antecede siempre a lo económico. Por eso es que
hay muchos economistas candidatos a la presidencia de la Nación que no
entienden eso y después no sacan votos.
En base a la compra y venta de la moneda extranjera, en un momento dado,
logramos torcer la curva de crecimiento del dólar y después vino el problema de
que no podíamos detener la baja. En un momento, valía 3.20 y nosotros
queríamos que valga 3.30, por el tema de la competitividad. Fíjense que el dólar
llegó a 3.90, a 3.25, a 3.20 y, cuando yo renuncio a principio de 2003, estaba en
3.10 a la baja y las reservas internacionales, que habían llegado a su mínimo
histórico de 5.000 millones de dólares en plena crisis por abril de 2002, en
noviembre festejamos en el Banco Central que habíamos superado los 10.000
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millones de dólares, ahora está en casi 50.000 millones. Pero todos los estudios
demuestran que la verdadera recuperación de la economía argentina comenzó en
marzo o abril de 2002.
El hecho de no ir a la hiperinflación, que no se hayan caído los bancos y que el
dólar no se haya disparado a diez pesos, no sólo fue por una política del tipo de
cambio, sino que también, fue una consecuencia de la política monetaria. ¿Qué se
hizo? Uno de los temas que nosotros aplicamos fue no convalidar con emisión
monetaria la inflación. El caso argentino está considerado como uno de los más
exitosos en una devaluación del trescientos por ciento. El problema nace en agosto
de 2004, y después lo vamos a ver.
El cuadro que vemos –hace relación a un gráfico de su presentación- es muy
técnico y está en el libro que es parte de la bibliografía que yo recomiendo, se
llama “La resurrección” y fue escrito por un asesor mío de aquel entonces, Levy
Yeyati, es uno de los autores del nuevo canje que se va a implementar. Es muy
importante establecer qué pasaba con la demanda real de precios, en los
agregados monetarios hay tres agregados muy importantes a tener en cuenta. El
M1, que son los billetes y las monedas que tenemos la población en los bolsillos; el
M2, que es el M1 más los depósitos a la vista de la cuenta corriente y caja de
ahorro; y el M3, que es lo mismo que el M2 sumando los depósitos a plazo fijo.
Este cuadro que incluye las cuasimonedas que habían emitidos las provincias –en
Buenos Aires teníamos el patacón- porque no sólo teníamos el problema del peso
que se devaluaba, sino también el del circulante con las cuasimonedas. Lo que se
empieza a ver es que, a partir de marzo de 2002, si bien el tipo de cambio se
dispara a casi cuatro pesos, la demanda de pesos empieza también a fortalecerse.
Ese fue el primer síntoma de credibilidad en el modelo económico, la gente volvía a
tener pesos en los bolsillos y no quería comprar tantos dólares, sino que
demandaba mayor cantidad de pesos, porque creían que nosotros íbamos a
mantener el valor de la moneda.
Con respecto al M3, es lo que los bancos pueden prestar -el crédito bancario- ya
que no pueden prestar M1 y M2. Los bancos no pueden prestar el dinero que
tienen en efectivo, ni el de las cuentas corrientes. Sólo pueden prestar los plazos
fijos. Pero era muy riesgoso, en un proceso como el de 2002, hacer crecer el M3,
porque el efecto multiplicador del crédito en la velocidad del dinero es muy grande,
es hasta tres veces. Es muy simple la explicación, si yo soy un banco y le presto a
tal persona, para que se compre una casa, ese dinero lo utiliza el que se compra la
casa, pero también el que la vende. La velocidad de ese dinero es muy grande. Por
eso, a partir de 2004-2005, el Banco Central de la República Argentina comienza a
fijar objetivos de M2 pero no de M3, entonces se dispara la base monetaria
crediticia, y sumada a una reducción de la tasa de interés muy grande, comienza el
problema de la inflación. El problema de la inflación en el país, no empieza en el
2007 o 2008, empieza en agosto de 2004, cuando el presidente del Banco Central
era mi sucesor, Prat Gay, actual líder de Carrió, o sea, que agradeció el cargo que
le dimos (risas), recuerden que soy peronista. En ese momento el Banco Central
hace una expansión enorme de la base monetaria y reduce la tasa de interés del
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plazo fijo al tres por ciento anual y empieza el problema de la inflación porque
aumenta la expansión monetaria, baja la tasa de interés y se dispara la inflación.
Dentro de las herramientas de política monetaria usamos tres básicas, el anclaje
monetario que es lo que acabo de explicar, los agregados monetarios, no
convalidar la devaluación con emisión monetaria. Les cuento otra anécdota, me
vino a ver Carlos Melconian a mi oficina, quien fuera el candidato a ministro de
Economía de Menem. Él era uno de los que decia que el dólar iba a llegar a los diez
pesos. Cuando yo le explico el plan monetario él me dijo, Aldo esto es con un dólar
de tres pesos, pero no lo vas a poder achicar. Le dije, no te olvides que soy
peronista y lo hacemos. Y se hizo, con apoyo político y también porque hicimos
una política monetaria muy dura. ¿Qué más se hizo? El tema de la reestructuración
bancaria. Acá viene el tema -y cualquier coincidencia con la actualidad
norteamericana con el 2002, es pura casualidad- nosotros tomamos una decisión
política y técnica que era la de salvar a los bancos a través de los redescuentos. El
Banco Central otorgó redescuentos a los principales bancos por casi 20.000
millones de dólares, ese fue el costo del salvataje, pero hay una salvedad, se
cobraron todos los redescuentos. Es un caso inédito en la historia financiera de la
economía mundial, que un banco central haya dado este volumen de redescuento
y que se hayan cobrado todos. ¿Por qué? Porque se impidió la caída de los bancos,
siempre actuando el día antes y no el día después, que es el grave error que está
cometiendo el Banco Central de Estados Unidos y de Europa. En el negocio
bancario, cuando hay corrida hay que actuar el día antes.
Estos redescuentos, nosotros los clasificamos en tres tipos de bancos: los bancos
públicos, básicamente el Banco Nación, Ciudad y el Provincia de Buenos Aires que
se los dábamos porque el accionista era el soberano, el Estado, y porque tenían
buenos activos que hasta devolvieron los redescuentos. Del tan famoso y criticado
fideicomiso del Banco Provincia se va cobrando todo, lo que significa que ahí no
hubo vaciamiento, sino que hubo un problema de liquidez. También hay que
felicitar a la gestión del Banco Nación y del Ciudad que en ese momento estaba al
mando el FrePaSo, que con gran esfuerzo los sacaron adelante. Estos
redescuentos, los dábamos para evitar la caída de los bancos públicos, con
garantía de activos que los tenían.
La segunda clasificación era con los bancos extranjeros, que les decíamos con cada
dólar que les damos de redescuento, queremos un dólar de capitalización desde
afuera. El Fondo Monetario Internacional calificó esto como discriminación. ¿Por
qué lo hacíamos? Porque nosotros no queríamos convalidar la salida de los bancos
extranjeros. Los únicos bancos que no aceptaron el uno por uno, fueron el Crédit
Agricole de Francia y el Scotiabank de Canadá. A los dos los cerramos, no es que
se cayeron, sino que los fusionamos con otros bancos. En el caso del Scotiabank,
lo compraron dos bancos locales de capitales nacionales privados y en el caso del
Crédit Agricole -un banco cooperativo francés muy importante- tenía tres bancos
en la Argentina, el de Entre Ríos, el de Suquia y el Bisel; y cuando los cerramos, a
través de un decreto especial que se firmó en el Poder Ejecutivo, se los otorgamos
al Banco Nación en calidad de accionista, con la condición que se reprivatizaran.
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Así se hizo, con todo éxito y siguen funcionando. No sólo los ahorristas no
perdieron sus ahorros, sino que los empleados tampoco perdieron sus trabajos.
Con el tema de las fusiones hubo bancos extranjeros que se fueron fusionando con
otros.
Por último, los redescuentos de la banca privada nacional encabezada por el Banco
Galicia (que era el principal banco). Se le otorgaron 5.000 millones de dólares de
redescuentos, pero intervinimos el directorio por un año desde el Banco Central, lo
obligamos a capitalizar parte del pasivo y a vender cartera activa de tenencia. Ahí
es donde en el extranjero me acusaban de discriminador, porque yo les exigía a la
banca extranjera uno por uno y a la banca nacional privada nada. Aunque en
realidad les exigíamos cosas tan duras como lo otro, porque los obligábamos a
capitalizar deuda y a vender cartera activa.
Y por último el tema de las LEBAC, que en esto sí nos están copiando y me lo han
reconocido ayer en un llamado telefónico desde Washington, que con las letras del
tesoro de Estados Unidos están copiando nuestro operativo. Las LEBAC son las
Letras del Banco Central, yo recuerdo que, por marzo o abril de 2002, la gente
veía de dos colores, rojo de la sangre nuestra y verde del dólar. No veían otra cosa
porque no había precios de referencia, no había tasa de interés. No había bancos,
porque había feriados bancarios. Yo propuse que el Banco Central no entrara en
default, a pesar que había otro sector de economía que lo quería hacer, porque de
esa manera no íbamos a poder hacer política monetaria, porque no nos iban a
creer. Este tema se discutió mucho y salvamos al Banco Central y las LEBAC, que
aún hoy perduran, fueron emitidas como un precio de referencia porque la gente
iba al dólar porque no tenía precio de referencia. La primer letra fue emitida a siete
días pagando el ciento cuarenta por ciento anual. Cuando me fui, a principios de
2003, se emitían letras del Banco Central a tres años con el ocho por ciento anual.
Les puedo asegurar que al principio los bancos suscribían por mi estilo peronista,
les decía, ¡o me suscriben o los mato! (risas).
¿Por qué digo que hay similitud con Estados Unidos? Porque hoy, los bonos del
Tesoro de ese país están siendo utilizados de la misma manera. Porque si bien la
Reserva Federal de Estados Unidos está emitiendo dólares para el salvataje de los
bancos, comienza a ser ese país -por el temor que hay en los mercados- una gran
aspiradora de fondos. Muchos de estos capitales se están yendo al bono del Tesoro
de Estados Unidos, se emite por redescuento que es lo que está dando la Reserva
Federal para salvar a los bancos, lo absorbe vía el bono del país. También es
bueno aclararles que las LEBAC, si bien nacen en marzo de 2002 como precio de
referencia para frenar el dólar, se constituyeron en una verdadera cuenta de
regulación monetaria. Hoy el Banco Central sigue utilizando las LEBAC, no como
precios de referencia, sino como absorción de lo que emite cuando compra dólares.
Si el Banco Central compra dólares para aumentar las reservas y evitar la
expansión de la base monetaria, emite LEBAC para absorber parte de ese dinero.
El tema de la inflación, recuerden que la devaluación llegó al trescientos veinte por
ciento y en el 2002 la inflación fue del cuarenta y dos por ciento. En el 2003 –la
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última parte del gobierno de Duhalde y primera de Kirchner- fue del tres por ciento
anual -y el INDEC en ese momento la medía bien-. Tengan en cuenta que cuando
el Banco Central toma una medida, no se siente al otro día en la calle, demora,
porque la velocidad del dinero no es igual. En la Argentina son seis meses y en
Estados Unidos casi un año lo que se tarda entre la decisión que toma la Reserva
Federal y su incidencia en la economía real. Recuerdo que Alan Greenspan, que a
pesar que era un duro, nos apoyaba mucho, -quizá les dábamos lastima-. Le
comenté a él, tengo muchos problemas con el ministerio de Economía. Él me dijo,
no sabe los problemas que yo tengo acá, pero no se preocupe, siempre los
presidentes de los bancos centrales tenemos que dar malas noticias cuando la
economía va bien. Cuando la economía está en expansión, venimos los del Banco
Central y subimos las tasas, porque tenemos que pensar lo que va a pasar de acá
a un año y viceversa, cuando la economía está mal tomamos medidas como la de
bajar la tasas, porque hay que anticiparse. Y ese es el error que cometió la
Reserva Federal de Estados Unidos, que fueron dos. Uno fue de Alan Greenspan
cuando baja la tasa de interés al uno por ciento anual, en el 2003, y la mantiene
durante tres años. Esa reducción de la tasa de interés al uno por ciento anual,
significó que los grandes fondos como las AFJP o las compañías de seguros de
largo plazo, que con el uno por ciento no le cerraba el número, empezaran a
invertir en capitales de riesgo, en hipotecas y en préstamos personales.
Estalló la burbuja. En realidad lo que estamos viviendo hoy en el mundo
internacional son dos estallidos de burbujas, no una sola. Empezó con las
hipotecas, pero lo que estamos viviendo ahora es el final de hacer negocios
financieros con lo que se llama el apalancamiento del dinero. Voy a tratar de
explicar esto. Hay ochocientos fondos de inversión que acaban de ser suspendidos,
que actuaban junto con la banca de inversión comprando activos. Por ejemplo, un
inversor decía, tengo cien mil dólares, ¿qué hago? Compraba bonos de Rusia, con
esos bonos el banco de inversión los dejaba en garantía y volvía a tomar cien mil
dólares en acciones de Coca Cola, por ejemplo, y los dejaba en garantía en otro
lado y así seguía el proceso. O sea, que es una bicicleta financiera a la que se cortó
un eslabón de la cadena y fueron a parar a cualquier lado.
No sólo salta el problema hipotecario, sino también salta una forma de hacer
negocios financieros. Por eso, lo que ustedes tienen que tener en cuenta es que lo
que va a pasar ahora con las finanzas internacionales. La banca comercial, que es
mucho más genuina, está volviendo a recuperar los negocios que hace diez años la
banca de inversión le sacó. Para que tengan una idea, los Lehman Brothers y
Merrill Lynch, los que se están cayendo son bancas de inversión, no están bajo la
jurisdicción de la Reserva Federal, sino que son controlados por la Comisión
Nacional de Valores de Nueva York y que no tiene normas monetarias. La Reserva
Federal de Estados Unidos controla los bancos comerciales y en los últimos diez
años la banca de inversión robó el cincuenta por ciento de los negocios de la banca
comercial y empezó a girar sin ningún tipo de control, ni de bases elementales.
Uno de los bancos de inversión que cayó, apalancó setenta veces a uno su capital.
Para que tengan una idea, un banco comercial con normas monetarias de Basilea,
sólo puede apalancar hasta nueve o diez veces su propio capital. En el caso del
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Merrill Lynch por cada peso que puso el accionista lo hizo circular setenta veces, se
le rompió un eslabón y se cayó.
Lo que va a venir de ahora en más en la economía de las finanzas internacionales
es el revivir de la banca comercial. A los bancos de inversión que caen los están
absorbiendo los bancos comerciales, con ayuda de la Reserva Federal y los dos
bancos de inversión que por ahora siguen vivos, Morgan Stanley y Goldman Sachs,
los obligaron a ser banca comercial.
En definitiva, esto de la inflación como ustedes ven el gráfico (señala la
presentación) en el 2004 salta al seis por ciento; en el 2005 al doce y ya en el
2006 empieza el dibujo del INDEC con el problema del CER. El gobierno
reestructura la deuda, el cuarenta y siete por ciento de ella está en bonos en pesos
ajustados por el CER y comienza el dibujo de la inflación. En el 2006 la inflación
oficial fue del diez por ciento, pero la real fue del catorce. En el 2007 saltó a
dieciocho y en el 2008, está entre el dieciocho y el veinte por ciento. Pero con un
dato a tener en cuenta, desde hace dos meses, cuando el gobierno comenzó a
tomar medidas monetarias cambiarias y financieras antimodelo, se ha frenado la
inflación. Lo real es que, en septiembre por primera vez después de dos años
prácticamente, va a coincidir la inflación que va a dar el INDEC con lo que se
estima en los estudios privados. El tema es que esto no está pasando de la mejor
manera, sino que pasa porque la demanda bajó y se están tomando medidas un
poco más ortodoxas en lo monetario y en lo cambiario, en el tema del ajuste
tarifario y la inflación se comienza a sentir, porque el poder adquisitivo de la
población no permite acceder a los niveles de consumo que venía teniendo.
Esto es, más o menos, en síntesis lo que hicimos desde la política cambiaria y
monetaria en el 2002. Yo desarrollé unos cuadros sobre cuáles son las
consecuencias de aplicar un modelo productivo en la Argentina, como
contrapartida de lo que se hizo hasta el 2001, que era un modelo estrictamente
especulativo y de servicios públicos, con todo lo que eso significaba en la
distribución del ingreso y en la mano de obra.
Hay una comparación entre la Argentina, Brasil, Chile y México. ¿Qué pasó con el
crecimiento del producto bruto interno en estos países comparativamente? Tomo
como base el ´98, que es el año de la crisis rusa, cuando cae financieramente, ese
default es lo que más le pegó a la Argentina y que terminó con la debacle de la
convertibilidad de 2001. Todos los índices desde la crisis rusa empiezan a caer en
nuestro país, como la monetización y el nivel de actividad. Se da un caso muy
particular entre 1998 y 2002, el PBI de la Argentina cae un veinticinco por ciento.
¿Qué estaban pasando con Brasil, Chile y México? Si bien hasta el 2002 no crecían,
tampoco cayeron los PBI de esos países. Fíjense que en el acumulado 2005-1998
la Argentina crece el 5.5 pero con un veinticinco por ciento menos al 2002. Es decir
que 2003, 2004 y 2005 lo que se hizo fue crecer al diez por ciento anual pero era
la recuperación de lo perdido. Brasil crecía el 17.5 por ciento, Chile el 27.2, México
el 21.3 y toda América latina el 17.8 por ciento. En el acumulado desde el ´98 al
2007 Argentina crece el 23.7 por ciento contra el 38.4 de Brasil, el 39.2 de Chile y
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el 31.4 de México. El promedio de América latina es de treinta y uno por ciento.
Esto es una síntesis de un trabajo que hice para un grupo de empresas para la
campaña presidencial. La oposición de Lilita Carrió decía que había que crecer al
seis por ciento, no sé por qué. Nadie determina cuánto hay que crecer, depende si
la población consume más o no, es muy difícil administrar el crecimiento de un
país. Pero si nosotros crecíamos al seis por ciento, no se iba a recuperar lo perdido
con respecto al resto de América latina. Por eso yo decía lo contrario, todavía
podemos seguir creciendo al ocho o nueve por ciento durante tres años más.
Ahora hay que ver qué pasa con esta crisis. El crecimiento se está enfriando, con
suerte va a estar en el siete por ciento y en el 2009 va a ser más bajo, si continúa
esta tendencia. Lo que quería explicar es que si bien el crecimiento de la Argentina
es aparentemente es muy bueno, comparado con el resto de América latina no lo
es tanto. Todavía tenemos mucho camino por recorrer. La buena noticia es que
podemos crecer más, la mala es que no crecimos tanto.
Con respecto a las exportaciones, el modelo económico implementado en el 2002
apuntaba a que las exportaciones crecieran. Lo cual ocurrió, si vemos el gráfico (de
su presentación) durante el período 2006-2001 la Argentina crece un setenta y
cinco por ciento en exportaciones, Brasil en cambio crece un ciento treinta y seis
por ciento; Chile doscientos treinta y tres -por el cobre que es una commoditie que
creció más que la soja- y México con el ciento sesenta por ciento, con el fenómeno
del petróleo. Nuevamente, la Argentina hace una buena performance, pero
comparado con el resto de los países latinoamericanos aún podemos crecer más,
la clave está en el sector agropecuario. La Argentina puede crecer exportando más
agroalimentos, con mucho valor agregado, somos muy competitivos. Estas (señala
el gráfico) son las exportaciones argentinas hasta el 2006. En el 2008, se estima
una exportación de 60.000 millones de dólares, es una buena performance, pero
comparada con el resto de los países latinoamericanos no es tan buena.
El otro tema, es el monto de las inversiones extranjeras directas. Argentina en el
2007, el último dato que tenemos, tuvo inversiones productivas –no tienen en
cuenta el flujo de capitales golondrinas, ni de especulación- por 5.000 mil millones
de dólares. Si lo comparamos con el período de 2001-2006 es muy buena, pero
fíjense lo que pasó con Brasil, en el 2007 tuvo su record histórico de inversiones
extranjeras directas, 35.000 millones de dólares, siete veces lo nuestro. Chile
nueve mil millones y México 20.000 millones de dólares. Nuevamente, si bien
podemos decir que las inversiones directas extranjeras en argentina mejoraron,
comparado con el resto, seguimos siendo un país que no atrae. Y hay que dejar
algo en claro, si nosotros queremos crecer a largo plazo, tener inversiones en
infraestructura, tener más energía, más caminos; sino viene dinero de largo plazo
el ahorro interno no sirve, no es suficiente para financiar obras de largo plazo.
También está el problema de los préstamos, o del sistema bancario argentino, que
siempre fue del veinte o del veinticinco del PBI, hoy está en el doce, la mitad de lo
que tendría que ser y es una falta más de la política financiera. Por eso el sector
privado no tiene acceso al crédito y la gente no tiene la posibilidad de sacar una
hipoteca. Brasil tiene el treinta y tres por ciento del PBI en créditos, Chile el
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setenta y cinco, México el dieciocho que todavía está pagando las consecuencias
del Tequilla.
En síntesis, podemos plantear cuál es la agenda pendiente de la Argentina si la
comparamos con los otros países. Hay tres temas con los cuales estamos mal, el
tema de la inversión, de la financiación -que ya los vimos- y por último el tema de
la inflación, que si bien hoy está mejorando, la realidad es que la Argentina en los
dos últimos años tuvo el triple de inflación que los países latinoamericanos -salvo
Venezuela que ha estado como nosotros- y cinco veces la de los países centrales.
Nosotros tenemos una inflación del catorce por ciento y el mundo desarrollado
tiene un tres por ciento, el mundo latinoamericano tiene entre el seis y el siete por
ciento anual.
En definitiva, cuando uno se pregunta qué hay que hacer desde lo monetario
financiero, es esto: mejorar la inversión, mejorar la financiación y mejorar la
inflación con cinco elementos muy positivos del modelo económico. El superávit
fiscal, el superávit de la balanza comercial, la flotación del tipo de cambio, el
crecimiento del PBI y un valor del dólar que tiene que ser muy competitivo para
defender a la industria nacional.
Muchas gracias (Aplausos).
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