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T R U J I L L O, M i P a d r e . . . e n m i s m e m o r i a s A n g e l i t a
Independencia Financiara
La República no tiene ya ningún vinculo que le afecte la libérrima disposición de sus recursos económicos. Este grandioso acontecimiento ha podido ser posible, debido a la visión
de su administración durante los últimos diecisiete años. Su país ha crecido en riqueza, dignidad y prestigio bajo su sabia dirección. La acción de Vuestra Excelencia en este día,
coloca a su país en una posición de orgullosa eminencia entre las naciones de este hemisferio.
F
ueron las palabras pronunciadas por el señor Oliver P. Newman
Representante de los Tenedores de Bonos de la Deuda Externa
de 1922 y 1926, al recibir en sus manos el cheque que nos redimía
de la onerosa deuda.
Hubiese sido una incongruencia pretender construir una Patria Nueva,
mientras que, como una espada de Damocles, pendiera sobre las cabezas de
los dominicanos una deuda tan vejatoria y tan padecida como la que arrastraba
el país desde antes del nacimiento de mi papá. La había asumido el Presidente
Buenaventura Báez el 11 de agosto de 1866 recibiendo a cambio la suma de
420 mil libras esterlinas. Finiquitar esa deuda fue meta prioritaria de mi padre, primero porque marcaría un hito memorable en los anales de nuestra historia financiera y porque
daría inicio a una nueva vida republicana, sin ataduras. A partir de entonces
seríamos verdaderamente libres, verdaderamente soberanos. “Hazaña”, la llamaría en su momento Cordel Hull.
Aconteció, el día 18 de julio de 1947, cuando el Congreso Nacional se reunió para aprobar el proyecto de ley mediante la cual se arbitrarían los fondos
necesarios para dejar totalmente saldada la Deuda Externa de la República.
Pocas horas después, se convertía en ley con la firma del Ejecutivo, que no
solo liquidaba la deuda, sino que lo hacía anticipándose veinte años a su vencimiento legal.
Fue una “Hazaña” también, porque ningún gobierno anterior ni posterior
a la Era de Trujillo ha podido subsistir sin los empréstitos y asistencia del exterior.
Llegó el momento de la emancipación y a la hora prevista, con legítimo
orgullo y un corazón que no le cabía en el pecho, hizo su entrada mi papá al
Palacio del Ejecutivo, donde tendría lugar una ceremonia, muy sencilla tal vez,
para un acontecimiento de tanta trascendencia y significación histórica. En su
momento, mi papá dijo: Tengo en mis manos el cheque expedido por la tesorería Nacional en
svirtud de la ley No. 1484 del 18 del corriente, por la suma de RD$9,
271,855.55 para pagar la Deuda Externa de la República. La República Dominicana está, pues, absolutamente libre, absolutamente soberana, absolutamente independiente, y no tiene, además ningún vinculo que le afecte la
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Capítulo IV -Década del 40
libérrima disposición de sus recursos económicos.
El prestigio y el respeto de nuestro Gobierno en los ámbitos internacionales
era tal, que el Gobierno de los Estados Unidos, aceptó como bueno y valido,
que la liquidación de la referida deuda se hiciera con un cheque en moneda
nacional, acreditándola además con la misma equivalencia que el dólar.
Y no podían faltar las palabras de uno de los actores principales de este
drama que tocaba su fin en este día. El señor Cordel Hull, Secretario de Estado
de los Estados Unidos, quien, con elocuentes palabras decía: Mis congratulaciones más calurosas y mis expresiones de satisfacción más
cordiales por vuestra maravillosa hazaña de saldar completamente la deuda
exterior. Mis entusiastas felicitaciones, igualmente, para el pueblo dominicano
por su notable buena fortuna. Vuestros servicios serán recordados por largo
tiempo en los anales de vuestra historia patria. El Secretario de Estado Dean Achenson aseveró que: Este acontecimiento representa un momento de gran significación en la historia económica
de la República Dominicana y la situación financiera internacional del país alcanzó un sostenido y continuado progreso en los recientes años, y las notas
cambiadas el 1ro de octubre de 1947 dan fe del éxito del programa desarrollado por el Gobierno Dominicano para cubrir el pago de su deuda externa
ascendente a unos nueve millones de dólares.
Después de la liquidación de la deuda externa, no bien había transcurrido
un mes, cuando ya el 9 de octubre se promulgaba la ley que creaba el Banco
Central Dominicano. Su primer Gobernador lo fue el señor Licenciado José
María Troncoso. La primera junta monetaria la integraron los señores John
Plauche, Fred Q. Richardson, Nicolás Vega, Rafael Esteva y E Y Kilbourne,
y como suplentes los señores Oliver Newman, Ricardo Ricart y Rafael A Espaillat.
Para contribuir a elaborar y organizar un sistema de política económica
seria y eficaz, el Presidente Argentino Juan Domingo Perón le recomendó a
mí papá al señor Raúl Prébisch, Secretario General de la Comisión Económica
de las Naciones Unidas, economista, autor de muchos libros de texto de economía, afamado como lo mejor del mundo en este renglón. El señor Prébisch
también intervino en la redacción del Código Trujillo de Trabajo, la que situaba al país a la altura de los países más adelantados del mundo en materia
de legislación laboral. Junto con el señor Prébisch, vinieron otros, que compartían la misma aureola. Entre esas luminarias que se integraron al genial equipo de lumbreras
internacionales se encontraba el señor Hans E.Priester, austriaco, quien con
el doctor Hjalmar Schacht, Ministro de Economía de la Alemania de Adolfo
Hitler, acreditado de haber sido el “autor del milagro económico alemán”.
Estos genios del mundo de la economía, junto a los dominicanos Julio Ortega
Frier, Luis Julián Pérez, Milton Messina, Guaroa Ginebra, Angélica Romero
y Luis María Guerrero, tenían la misión de construir la base y estructura de
todo el sistema económico y financiero de nuestro país. Para tener una idea
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más clara de quienes eran estos señores en su integridad profesional, basta
imaginarse, que de haber sido peloteros, hubiesen sido todos cuartos bates de
los “Yankees” de aquella época.
Sin duda que ese año de 1947 fue fructífero en hitos para nuestra historia.
El 23 de octubre, estrenó el país su papel moneda con la emisión de billetes
de RD$1.00, RD$5.00 Y RD$10.00. (Que habían desaparecido después de
aquella ruinosa caída de las llamadas papeletas de Lilís). Para dar inicio a la
circulación de nuestro papel moneda, mi papá puso en manos del Gobernador
del Banco Central un billete de un dólar, y este a su vez, le entregó a mi papá
un peso oro dominicano. Estos trascendentales eventos que se sucedían en nuestro país, fortalecerían
la imagen y el prestigio de nuestra Patria en los círculos financieros internacionales y a nuestro pueblo le colmaban de orgullo. Significaban la liberación
de las infames cadenas que por tantos años nos tuvieron como la cenicienta
de América. Dentro de ese mismo proceso de institucionalización del país, se escogió
como Himno Nacional Oficial de la República el compuesto por el maestro
José Reyes, con letras escritas por don Emilio Prud-Homme. En otro aspecto simbólico del aire de soberanía que respiraba el país fueron
reglamentadas las nuevas insignias indicativas del rango de la oficialidad, diseñadas exclusivamente para nuestros cuerpos castrenses. Los nuevos distintivos, puritanamente combinan el escudo dominicano, hojas de laurel, de
palma y relucientes estrellas. Quedaron sin efecto el uso de las insignias y distintivos de la oficialidad del ejército americano. c
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