Download Escenario económico, dólar e inflación: puja de poder y puja

Document related concepts

Rodrigazo wikipedia , lookup

Ley de Convertibilidad del Austral wikipedia , lookup

Tasa de cambio wikipedia , lookup

Sistema monetario internacional wikipedia , lookup

Crisis de la deuda latinoamericana wikipedia , lookup

Transcript
LUNES, 18 DE JUNIO DE 2012
Escenario económico, dólar e inflación: puja de poder y puja
distributiva
Por Lic. Gabriel Merino, CEFIPES (Centro de Estudios Formación e Investigación en Política Economía y Sociedad), CONAPLA.
El escenario económico
El escenario económico de la Argentina en 2012 no es catastrófico, como parecen querer
instalar algunos economistas, periodistas y medios de comunicación, deseosos de que la
crisis global golpee con toda su fuerza en nuestro país para generar las condiciones del
cambio de rumbo. Sin embargo, también es necesario señalar, que este año no se va a
crecer a la misma velocidad en que se lo venía haciendo y que existen problemas que
impactan sobre el bolsillo de los trabajadores.
Gran parte de la economía mundial está parada producto de la crisis global, que tiene
como trasfondo una lucha de poder entre los distintos bloques mundiales y sus proyectos
políticos estratégicos, y se manifiesta como profunda crisis capitalista. La agudización de la
crisis europea, con la posibilidad de la salida del euro de Grecia, la profundización de la
crisis en España asediada por los “mercados” con centro en la city de Londres, la
continuidad de la estrategia germana de centralizar el gobierno y continuar su política de
ajuste, y el desencadenamiento de la explosión del euro, es parte de esta lucha.
Como también son parte de esta lucha los crecientes enfrentamientos militares en medio
oriente, ahora con epicentro en Siria, y con la amenaza de la OTAN conducida por las
fuerzas anglo-americanas (EE.UU y Gran Bretaña) de desatar una guerra contra Irán. De
concretarse, esto se produciría un escenario bélico de escala mundial, ya que tanto China
como Rusia se verían obligados a actuar en defensa de su aliado, Irán, algo que ya está
sucediendo con Siria, que sería es eslabón anterior a derribar. Sin embargo, las iniciativas
contra Al-Assad llevadas al Consejo de Seguridad no prosperaron por el veto de China y
Rusia, principales aliados del régimen.
Este es el mundo en que vivimos, en donde en el imperialismo financiero desata guerras y
crisis, y quieren hacer pagar a los pueblos.
La Unión Europea está estancada con un 0% de crecimiento en el último trimestre.
Estados Unidos, no puede salir con fuerza de la recesión y sube el 2,2% con perspectivas
poco alentadoras. El desempleo se mantiene en niveles elevadísimos ya que el gran capital
aumenta su productividad para fortalecerse en la guerra económica produciendo más o lo
mismo que antes con menos trabajadores. Incluso, a los ocupados que quedan les rebajan
los sueldos, lo que aumenta las transferencias de riqueza de los trabajadores al gran
capital concentrado, deprimiendo el consumo popular. Sube la tasa de explotación en
todo el mundo “desarrollado”, y por ello el plan de ajuste europeo.
Si a este escenario sumamos que China está desacelerando el crecimiento y que Brasil, el
principal socio comercial de la Argentina, creció apenas el 1,6% en el primer trimestre,
podemos concluir que el contexto económico internacional de este año es complicado. En
base a ello, y a algunas cuestiones internas, se observa una desaceleración que significará
una tasa de crecimiento estimada de entre el 3% y 4% anual, con lo cual el segundo
semestre estaremos creciendo a sólo el 2%.
Sin embargo, el contexto general de oportunidad histórica favorable para los pueblos se
mantiene y se profundiza en la medida que los centros de poder mundial se debilitan y
fracturan, y por otra parte, avanzan las fuerzas populares.
La fiebre del dólar y las cuentas nacionales
Para analizar la fiebre del dólar es preciso tener presente varios componentes:
Fuga de dólares, o la salida de los dólares del circuito productivo, ya sea porque se van
afuera o abajo del colchón. El año pasado la fuga fue aproximadamente de 21.504
millones de dólares. Este es el componente central a tener en cuenta en el análisis.
Extranjerización de la economía. De las 500 empresas que más facturan en el país, 324
son extranjeras. En 1993, ya avanzado el plan de concentración y extranjerización de
nuestra estructura productiva iniciado en 1976, las empresas extranjeras sumaban 219
entre las primeras 500 (INDEC). En el 2003, éstas sumaban 340, por lo que se ve una leve
modificación de la tendencia, pero sin cambio sustancial en la estructura económica y sus
actores dominantes. Por lo menos hasta la expropiación de YPF, que puede marcar un
punto de quiebre estructural.
Como consecuencia del mantenimiento de dicha estructura económica dependiente (que
al impedir la independencia económica, imposibilita la profundización de la soberanía
política y la justicia social), la salida de utilidades durante 2010 fue de 7.159 millones de
dólares y en el 2011 se ubicó en 7.330 millones de dólares según el INDEC. En el contexto
de crisis financiera global, las empresas extranjeras profundizan el envío de fondos hacia
sus accionistas principales para recomponer sus recursos financieros en medio del
vendaval, agravando la salida de dólares de nuestro país, que no es otra cosa que riqueza
producida
por
nuestros
trabajadores.
Por otra parte, guiados por la rentabilidad financiera, dichas empresas no funcionan en
función de las necesidades del país, de lo que es necesario invertir para ampliar la oferta
de productos ante una demanda creciente y de la necesidad de producir localmente
bienes industriales. Ello presenta una contradicción insalvable para el proyecto nacional,
popular y latinoamericano.
Balanza comercial, balanza de pagos y situación fiscal. Como a lo largo de todos estos
años, la balanza comercial (el saldo entre lo que exportamos y lo que importamos) sigue
siendo positiva y constituye la principal fuente de divisas (dólares) de la Argentina.
Durante 2011 dicho saldo fue de 13.540 millones de dólares, apenas inferior al de 2010
(14.266) producto del creciente aumento relativo de las importaciones. Pero si se tiene en
cuenta el conjunto de rubros de la balanza de pagos, que computan lo que entra y sale de
la Argentina (los dólares que egresan e ingresan por turismo, por regalías, por fletes y por
utilidades y dividendos) el superávit fue de apenas 17 millones. Es decir, quedamos
hechos, ya no hay más superávit.
Además, al haber una inflación del 22,7% (CENDA, IPC siete provincias, octubre 2011) y
una devaluación del peso de no más 10% con respecto al dólar, nuestras exportaciones se
encarecen mientras que las importaciones se abaratan, afectando el superávit comercial.
Vale aclarar igualmente, ante los agoreros devaluacionistas, que el tipo de cambio real
multilateral si bien ha desmejorado sigue siendo favorable para la Argentina.
El crecimiento de las importaciones se acelera con nuestro crecimiento económico e
industrial. Al tener una estructura productiva dependiente y desintegrada, la Argentina
necesita importar grandes cantidades maquinarias y equipos, bienes intermedios y
distintos insumos cuando su industria crece. Un ejemplo es la industria automotriz, en
donde además de no existir terminales nacionales y significar una industrialización
dependiente encabezada por multinacionales (que obviamente es mejor que nada para
los trabajadores), sólo el 23% de las autopartes se produce localmente y sólo el 9% de las
autopartes las producen empresas de capitales nacionales.
En este sentido, en el rubro manufacturas de origen industrial en 2011 tuvimos un déficit
de 30.000 millones de dólares producto de las crecientes importaciones, a pesar del
crecimiento que durante estos años se tuvo en las exportaciones industriales (hoy un
tercio de las exportaciones argentinas).
Por lo tanto, las divisas generadas producto de la renta extraordinaria de la tierra, más
importantes aun por los impresionantes precios internacionales de los productos del agro,
tienen un límite a la hora de equilibrar las cuentas de nuestro país y proveernos de
dólares para el desarrollo industrial. Se vuelven imprescindibles políticas que profundicen
y cambien rotundamente la estructura productiva argentina: industrialización,
nacionalización, desarrollo tecnológico nacional, conformación de núcleos estratégicos de
desarrollo tecnológico-industrial a partir de una política de recuperación de las industrias
estratégicas desde el estado. Siguiendo el ejemplo de la industria automotriz, este era el
sentido profundo de la creación en 1952 durante el gobierno peronista de IAME
(Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado). En nuestra historia como movimiento
nacional y popular, tenemos buena parte de las pistas para resolver los problemas
presentes.
En este marco, durante los últimos meses se desplegaron políticas de bloqueo a las
importaciones para frenar las compras al exterior y mejorar el superávit comercial. Ello
fuerza la sustitución de importaciones, lo cual es positivo; aunque sin plan puede traer
problemas de faltante de insumos para la producción. Pero esto último no está
sucediendo, y ello es lo central para el trabajador. Igualmente, lo central de la sustitución
de importaciones es, como dijimos anteriormente y como nos enseña nuestra historia,
desarrollar desde el estado los núcleos productivos de alto valor agregado alrededor de
los cuales se desarrollan las pymes y cooperativas nacionales como proveedoras,
rompiendo su absoluta dependencia con las transnacionales y multinacionales. Otro
ejemplo en este sentido se encuentra en el desarrollo de un Plan Naval, que profundice la
recuperación de la industria naval nacional, impulsado por el Foro Naval Argentino.
Ahora bien, a este cálculo de las cuentas con el exterior, debemos agregar los recursos
que entran y salen del estado. En abril de 2012, el superávit fiscal primario fue de 1061
millones de pesos, un 46% menos que en igual mes de 2011. Si se descuentan los pagos de
la deuda pública, se pasa a tener un déficit de 1863 millones para abril. En términos
generales, seguimos teniendo superávit primario (el estado recauda más de lo que gasta)
pero por el pago de la deuda pública las cuentas pasan a ser levemente negativas.
Igualmente, el déficit fiscal de la Argentina comparado con el de los países “centrales” es
ínfimo. Si proyectamos el número de abril tenemos que representa el 1,24% del PBI y un
punto más si sumamos las provincias. Es importante aclarar que, si no se contaran las
transferencias de recursos que hacen el Banco Central, la ANSES y el PAMI al Tesoro
Nacional, el déficit sería bastante mayor.
En conclusión, los números no son lo que eran, aunque tampoco estamos en una situación
límite o pre-catastrófica, que explique per se el movimiento del dólar.
La fiebre del dólar
La locura desatada en torno al dólar no se justifica necesariamente por los números de la
balanza comercial y la situación fiscal mencionados anteriormente. Tampoco puede
justificarse en que el dólar está barato, ya que si bien el peso se revaluó con respecto a
años anteriores y ello puede hacer presión, una cosa no implica necesariamente la otra.
De hecho, en los años anteriores el real brasilero se apreció notablemente frente al dólar
y ello no trajo una corrida hacia la divisa norteamericana en Brasil. La reciente devaluación
del real puede agregar presión devaluatoria sobre el peso por parte de los sectores
productivos, aunque no por si misma desatar la fiebre dolarizadora. Tampoco el
movimiento de pequeños ahorristas, que no mueven el amperímetro, explica la corrida.
En realidad, el factor determinante es la fuga de capitales y al extranjerización de la
economía. El número que poníamos al principio de los 21.504 millones de dólares fugados
es bastante representativo en este sentido. En este escenario, y con el debilitamiento de
la fortaleza de las cuentas públicas en un escenario internacional de crisis, lo que ponen
en juego algunos grandes jugadores es la moneda nacional. Ellos son los que pueden fugar
en esa cantidad y organizar corridas cambiarias y financieras. Lo que está en juego es un
proyecto político estratégico.
La moneda es un instrumento central de poder. Como institución, como mediación, está
en relación a una correlación de fuerzas entre proyectos políticos estratégicos. Por eso en
2001, se puso en juego la antinomia dolarización vs pesificación, ya que la dolarización y la
constitución del ALCA representaba la etapa superior del proyecto financiero
neoconservador en Argentina, conducido por los grandes intereses americanos (con
centro en EEUU). De hecho, ya estábamos en gran medida dolarizados, la dolarización era
la desaparición definitiva del peso (como se hizo en Ecuador).
El control de la moneda hace al control del territorio. En Europa, la caída del euro significa
el fin del bloque de poder del eje conformado por Alemania y Francia, y el triunfo de los
intereses financieros angloamericanos. Ese es uno de los elementos centrales para
entender la crisis europea. De igual forma, acá lo que está en juego es si tenemos moneda
propia o seguimos pensando, actuando e intercambiando bajo la hegemonía del dólar.
El problema es si para la pesificación de la economía tenemos un plan propio o actuamos
solamente como respuesta a las corridas cambiarias y financieras producida por los
grandes jugadores (que no por casualidad se desataron en octubre del año pasado),
cerrando el mercado cambiario y provocando de hecho un desdoblamiento del tipo de
cambio (tipo de cambio oficial, tipo de cambio ilegal o “blue”, y “contado con liqui” o
dólar para la fuga). No es un problema la respuesta en sí misma, que de hecho es lo que
hubo que hacer para parar con la corrida. Pero la clave es tener un plan y pesificar
completamente la economía, como medida central de independencia económica.
Componente ideológico-cultural. Hay un componente central, que es el ideológicocultural. Entre el golpe de mercado hiperinflacionario de 1989 llevado adelante por los
“acreedores extranjeros” (del capital financiero transnacional) y la crisis de 2001, con el
llamado corralito, por el cual los grandes bancos se quedaron con el dinero de los
ahorristas, el terror a la pérdida de los ahorros y a las devaluaciones bruscas de la moneda
está presente muy fuertemente en los sectores medios. Eso hace más proclive la entrada
en pánico y la adhesión de los minoristas a la corrida. A ello hay que sumarle, la influencia
cultural colonizante en detrimento de la moneda nacional y a favor del dólar, que se
exacerbó a partir de los 90’ cuando Bush padre y el bloque de poder americano proyectan
el plan ALCA con el objetivo de consolidar el dominio sobre el patio trasero.
Inflación. En 1953 Perón otorgó poder de policía a los sindicatos para supervisar y
controlar los aumentos de precios. También esa parecía ser la perspectiva de Néstor
Kirchner cuando alentó la Ley de participación en las ganancias para los trabajadores, que
además de ser una medida distributiva, implica que los trabajadores accedan a la
estructura de costos-precios de las empresas.
Y esto no es casualidad, ya que los aumentos de precios en la Argentina bajo los gobiernos
populares tienen un fuerte componente de puja distributiva. Es decir, a medida que los
trabajadores mejoran su poder de compra y aumentan su participación en el ingreso
nacional, los empresarios, especialmente el gran capital monopólico que tiene los
mercados cartelizados, responde con aumento de precios para recuperar su
extraordinaria rentabilidad. Basta ver los aumentos automáticos de los alimentos cada vez
que se aumenta la asignación universal por hijo para comprobar esta realidad. Esto
demuestra que el control de precios a través de la secretaría de comercio tiene un alcance
limitado y de corto plazo. El camino hacia la solución de la inflación es la desconcentración
de la producción, y el aumento de la producción y la inversión, lo cual se garantiza con la
participación de los trabajadores, políticas de estado y recuperación de las industrias
estratégicas.
Si el origen central de la inflación es la puja distributiva, no tiene sentido encarar su
solución solamente mediante control de precios. Y menos aun, con rentabilidades
extraordinarias por parte de la cúpula empresarial durante todos estos años, intentar
apaciguar dicha puja distributiva poniendo un techo a la paritaria que significa una
pérdida real del poder adquisitivo del trabajador y, por lo tanto, un aumento de esa
rentabilidad extraordinaria. Además, esa pérdida del poder adquisitivo real de los
trabajadores impacta negativamente sobre la actividad económica.
Una cuestión central es observar que como la inflación es por puja distributiva, por más
que se crezca menos y se enfríe un poco la economía, esta no va a desaparecer. Según el
CEPED, en 2010 la participación en el PBI por parte de los trabajadores fue del 41,4%.
Dicho porcentaje estimamos que aumentó un poco más durante 2011, en continuo
ascenso luego del piso de 2002. Esto muestra objetivamente el estado de distribución de
la riqueza y la correlación de fuerzas entre el capital y el trabajo (así como,
indirectamente, entre capital y pequeña empresa). En tanto la producción este
concentralizada y oligopolizada, el gran capital va a apuntar a hacer retroceder el
porcentaje de riqueza que va al bolsillo de los trabajadores aumentando los precios por
más que se achique el consumo. Esto ya lo hicieron históricamente, como en los 80’.
Por otra parte, como consigna un reciente estudio del CIFRA, mientras el salario nominal
se incrementó un 96,6% y el índice de precios al consumidor creció un 75,9%, el mínimo
no imponible tuvo un aumento de sólo 44 por ciento. Ello, sumado a la no actualización de
los topes a las asignaciones familiares y a que el cierre de las paritarias está empatando al
índice de inflación o en algunos casos está por abajo, implica un ajuste para los
trabajadores. Sin embargo, a pesar de dicha cuestión, los aumentos de precios no se
detienen como deberían.
Por ello, en vez de pedir solidaridad a los trabajadores que mejor están con respecto a los
que peor están, sin modificar estructuralmente un sistema tributario regresivo heredado
de los 90’, la clave es que el capital concentrado que tuvo ganancias extraordinarias
durante estos años se “solidarice” con el conjunto del pueblo en un momento de crisis. Ya
que, por otra parte, dichas ganancias extraordinarias tampoco significan, necesariamente,
mayor inversión y mayor producción, como pretenden creer ciertos neo-desarrollistas.
Tampoco es un problema de apriete para que lo hagan, que puede traer soluciones de
corto plazo, sino que hay que es un problema del actor: hay que modificar el actor sobre
el cual se construye un nuevo modelo de acumulación.
La interna de la CGT
La ruptura de la CGT, en realidad debería leerse, en parte, como construcción de una
fractura, en tanto un conjunto de actores que no venía participando de la CGT, y algunos
de los cuales incluso habían armado otra CGT (la Azul y Blanca, de Barrionuevo), fueron
impulsados a volver a escena, a ir por la CGT oficial.
En las editoriales en letras de molde se habla de fractura cual si fuera nueva, ya que a ello
se está jugando de hecho, por acción u omisión. Por si fuera poco, la viceministra de
trabajo, Noemí Rial (puesta allí por Eduardo Duhalde y Graciela Camaño en 2002) le
genera las condiciones a los gordos, barrionuevistas y aliados para fracturar la CGT,
anunciando públicamente la intervención del Ministerio de Trabajo en caso de
formalizarse las denuncias hechas por los gordos. Es decir, el gobierno cambia la postura y
le genera condiciones para la fractura, en el mismo momento en que este sector estaba
completamente debilitado ante el avance por sus cauces estatutarios de la convocatoria al
Congreso para la elección de autoridades luego de la reunión del Comité Confederal.
El gran problema que se presenta guarda estrecha relación con el diagnóstico anterior. Al
debilitarse el movimiento obrero organizado, dividirse, y golpear sobre la fracción más
avanzada al interior de la CGT, comprometida históricamente con el proyecto nacional
popular y latinoamericano, se debilita el conjunto de los trabajadores en la puja
distributiva y el empresariado aprovecha para avanzar. Pero se juega con fuego porque
ello puede descarrilarse, destruyendo el ciclo virtuoso que se daba año a año por el cual
los trabajadores avanzaban progresivamente en la distribución de la riqueza. Además,
encarar la nueva ola de la crisis global con la agudización de las contradicciones
secundarias al interior del movimiento nacional y popular, revitalizando a los actores que
son parte de otro proyecto, no es de lo más recomendable.
La profundización
La tensión entre el gobierno y la CGT se puede analizar en dos niveles, lo cual también es
trasladable a otros actores. En el nivel del proyecto político estratégico de país, en donde
se juegan los pasos de la profundización popular, vemos que dicha tensión desaparece en
tanto el gobierno adopta medidas en tal sentido. Esto puede observarse tanto con el
cambio de la Carta Orgánica del Banco Central, que rompió con el andamiaje neoliberal
construido por Cavallo en 1992, como con la estratégica expropiación de YPF, a partir de
lo cual plantear una nueva matriz energética nacional para el desarrollo de nuestras
fuerzas productivas.
También es de este plano de fondo las tensiones que aparecen en la superficie, ya que fue
sobre la agenda de la profundización levantada por los sectores populares, diferenciada
de los actores empresariales locales que son parte de la alianza de gobierno, que
comenzaron a agudizarse las tensiones. Sintetizar estas posiciones, con el conjunto de
actores que las encarnan, con las ansias de profundización que estallaron después del
triunfo de Cristina, es un problema central. Es en el nivel político superficial en donde
dichas contradicciones aparecen como peleas personales, de lugares institucionales o de
“género”.
La agenda de la profundización se dibuja con claridad a partir de las tareas que se vuelven
imprescindibles resolver para sostener y avanzar con el proyecto nacional.
La corrida del dólar podrá restringirse en el corto plazo pero sólo es posible resolverla
estructuralmente re-nacionalizando nuestra economía. A partir de allí, se refuerza la
pesificación en tanto la moneda es una relación de fuerzas que se sostiene en base al
poder de quien la emite y le da su valor. En este caso, nuestras fuerzas nacionales.
En este mismo sentido, la inflación, cuyo fondo es la puja distributiva, sólo podrá
resolverse con un movimiento obrero fuerte, aliado a los sectores de la pequeña y
mediana producción en contra del capital concentrado, pujando por la desconcentración
de la economía y la distribución de la riqueza. La ley de participación en las ganancias es
una medida central en esta dirección.
Lo mismo puede decirse, aunque no lo hayamos analizado en esta oportunidad, de la
cuestión agro-pecuaria. Con una nueva Junta Nacional de Granos podremos resolver la
subordinación económica y política del pequeño productor al gran capital de los agronegocios y los grandes terratenientes.
Resulta imprescindible una reforma tributaria progresiva que destruya el sistema
tributario neoliberal aun vigente, que cobre más a quienes más poseen y no al pueblo
trabajador. Como también una nueva ley de entidades financieras que recupere
totalmente el sistema financiero, el ahorro de los argentinos, para que se vuelque en
beneficio del conjunto del pueblo.
De esta forma se disiparán las tensiones en el campo del pueblo y seguiremos
profundizando el Proyecto Nacional Popular y Latinoamericano.