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Mercado de trabajo en la posconvertibilidad
¿Nueva etapa?
Eje temático: Argentina, ¿Nueva Etapa?
Autor: Hernán Letcher i
Palabras clave: Mercado de trabajo. Empleo. Clase trabajadora. Posconvertibilidad. Salario.
Autorizado para publicar
Soporte para la exposición: proyector de presentación Power Point
1
Este trabajo tiene por objeto contribuir al debate acerca de las continuidades y rupturas en el
funcionamiento del mercado de trabajo y las particularidades de la clase trabajadora argentina
para el período post-valorización financiera en relación con la década de los noventa. Estas
cuestiones resultan de interés tanto para entender la problemática resultante de la heterogeneidad
y fragmentación heredada particularmente del modelo neoliberal que gobernó la Argentina hasta
2003, como para aportar a los desafíos y agendas por venir del conjunto de los trabajadores.
Mercado de trabajo y clase trabajadora en la postconvertibilidad.
Distintas corrientes de pensamiento han encarado el análisis sobre el mercado de trabajo y la
clase trabajadora en la etapa de la postconvertibilidad. En general, dichos análisis presentan una
estrecha relación con la interpretación del funcionamiento del conjunto de la economía durante la
etapa. Esto resulta central, dado que los indicadores económicos (y particularmente los
vinculados al mercado de trabajo) son interpretados de maneras diversas y provocados por
distintas causas.
Es de destacar que, dado el periodo que se analiza (2003-2011), las investigaciones estudiadas en
el presente trabajo han sido realizadas de manera reciente. Algunas de ellas analizan los años
previos a 2008, donde los indicadores, tanto económicos como de empleo, no presentan grandes
alteraciones en su evolución. Si bien tales autores no modifican su lectura en análisis posteriores,
la profundidad de algunos debates aparece con mayor claridad en las investigaciones cuyo
periodo de análisis se extiende hasta 2011.
Las visiones ortodoxas de la economía hacen particular hincapié en el contexto internacional
favorable y el tipo de cambio depreciado para explicar el proceso de crecimiento de la economía
argentina en la etapa. Sin embargo, a pesar de reconocer la evolución del PBI en el periodo, la
interpretación que realizan acerca de los indicadores resultan poco favorables en materia de
exportaciones, empleo y salarios (Artanaii y Bouriii, 2012). Consideran que los resultados son
efecto de la proliferación de controles, el aumento del costo laboral, las dudas sobre la
apropiabilidad de las ganancias, la alta inflación en dólares, el aumento desmedido de la presión
fiscal o la elevada conflictividad. Poco tiene que ver este trabajo con tales visiones.
Siguiendo el informe de Coyuntura N° 9 de CIFRA-CTA, podemos notar que la evolución de los
indicadores vinculados al empleo muestra un camino auspicioso. El desempleo se redujo
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sustancialmente, del 20,4% a principios de 2003 a 6,6% en el segundo trimestre de 2011 y fue
acompañado por un aumento considerable de la tasa de empleo, de casi 7 puntos.
Si bien la tasa de crecimiento del empleo para el período 2003-2007 fue significativamente
mayor que para el periodo 2007-2010, se observa que luego del impacto de la crisis
internacional, el ritmo de creación del empleo se recuperó en valores elevados. El empleo
registrado muestra una evolución similar. Y los salarios reales, incluso deflacionado con el IPC 9
provincias como calcula CIFRA-CTA, muestran un repunte de gran magnitud.
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Poniendo el acento en estos indicadores (sobre todo hasta 2007), y otros, como la reducción de la
ocupación de trabajadores de baja calificación, y la reducción de diferencias en los ingresos
medios de los trabajadores con diferentes calificaciones, algunos estudios resaltan el cambio de
régimen de empleo operado desde 2003 en relación a los años noventa. Impulsando estos
procesos se ubica de manera central el rol del Estado como árbitro entre los sectores empujando
particularmente la recuperación salarial y las negociaciones colectivas, y la centralidad de las
políticas sociales como herramientas de reducción de desigualdad. Es de destacar que entre estas
opiniones la preocupación sobre el devenir laboral se encuentra vinculado a algunos déficit de la
economía argentina (elasticidad empleo, nivel de crecimiento del PBI, etc.) y no a la ausencia de
limitaciones estructurales al crecimiento de la economía y el empleo.
Así, las rupturas que estos indicadores expresan implican para Beccaria (2008)iv un cambio de
régimen, que, acompañando el crecimiento económico, han ido morigerando los problemas
laborales y sociales principales que tenía el país hacia 2002. Como el crecimiento económico es
el eje de la evolución del empleo, y considerando que la nueva configuración de precios relativos
y el mantenimiento de un tipo de cambio real es la razón del crecimiento postconvertibilidad,
Beccaria, Esquivelv y Maurizio (2005)vi entienden que no existen problemas estructurales, sino
déficits en el funcionamiento económico. Su preocupación está centrada en que el empleo no sea
tan elástico respecto del PBI o que, por la evolución económica internacional y domestica, no
pueda sostenerse el nivel de actividad y que, por ende, el PBI reduzca su crecimiento.
La instauración de una nueva relación salarial opuesta a la de los noventa como resultado del
impacto del conjunto de las políticas económicas sobre trabajo y empleo es, para Neffavii (2010),
la razón del cambio de etapa. Se inicia una nueva etapa de ISI, basada en un tipo de cambio real
competitivo, que generó una fuerte demanda de fuerza de trabajo permitiendo reducir el
desempleo y el subempleo y aumentar en menor medida los salarios reales.
Palomino viii (2007) aporta a la idea de un nuevo régimen, pero poniendo sobre relieve una serie
de complementariedades como son el nuevo rol del Estado (y su capacidad de arbitraje), las
políticas públicas tendientes a la recuperación de la negociación salarial, y la redefinición de
estrategias, sobre todo de los sindicatos, que definen un nuevo marco de acción colectiva.
Complementariamente, Adriana Marshallix (2010) considera que la postconvertibilidad se
caracteriza por una administración estatal del salario, que rompe con el patrón de determinación
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salarial de los noventa. Este nuevo rol estatal se sustenta en cuestiones institucionales, como el
aumento del salario mínimo y sumas fijas (que benefician a los salarios mas bajos), en la
reactivación de las negociaciones colectivas de trabajo por actividad y en la limitación
“informal” de incrementos salariales consensuadas con los sindicatos.
Asimismo, Chenax y Perez Candrevaxi (2008) siguiendo el análisis de heterogeneidad de Pinto
(1969, 1976) y para el periodo 2002-2005, analizan las productividades de los distintos sectores
y concluyen en que la heterogeneidad es un fenómeno de oferta que segmenta el mercado de
trabajo generando elevado subempleo (a diferencia de lo que sucede con los países centrales,
donde los problemas de desempleo cíclicos tienen que ver con ineficiencias de la demanda). Así,
durante la convertibilidad la desindustrialización genera una fuerte tasa negativa de crecimiento
del empleo industrial (generando más heterogeneidad), lo que se modifica en la
postconvertibilidad (generando menos heterogeneidad).
Sin embargo, también podemos ver que algunos otros indicadores no muestran la misma
evolución. Por ejemplo, observamos que los sectores más dinámicos en la creación de empleo en
el período 2003-2007 han sido los productores de bienes, la industria manufacturera y la
construcción; y que en cambio, luego de 2007, los sectores productores de servicios son los que
toman la delantera. Asimismo, el empleo en la industria crece para todas sus ramas,
sustancialmente menos a partir de ese mismo año.
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Por otro lado, se puede notar que en términos de salarios reales, y según datos de CIFRA-CTA
donde deflacionan con el IPC 9 provincias, la evolución desde 2010 tanto de los sectores
productores de servicios como los de servicios financieros presenta una tasa de crecimiento
mayor a la de la industria.
Finalmente, observamos que durante la etapa de la postconvertibilidad aumentó tanto la
productividad como el costo laboral (como proxi de los salarios), pero que, este último creció a
una tasa sustancialmente menor, incrementándose la tasa de rentabilidad empresaria.
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Haciendo particular hincapié en la evolución de estos últimos indicadores, otro grupo de
investigadores considera que a pesar de que la evolución del crecimiento parece mostrar una
ruptura significativa con la economía de los años noventa, no existe tal proceso de ruptura,
porque el funcionamiento estructural de la economía (y por ende del mercado de trabajo)
continúa en la misma senda de la convertibilidad. Para estos autores, al margen del cambio en
las políticas macroeconómicas, la continuidad esta dada por el aumento de la productividad, la
segmentación del mercado de trabajo y las ramas que motorizan el crecimiento. Los indicadores,
si bien positivos, no reflejan cambios que constituyan un nuevo régimen de empleo porque la
mayor parte de la desigualdad de ingresos se sigue explicando por una estructura económicoocupacional que mantiene una característica central de los años noventa: la segmentación de los
mercados laborales, puestos e ingresos.
Así entonces, en el marco de las tesis de heterogeneidad estructural de las economías periféricas,
Salviaxii y Veraxiii (2010), consideran que la dinámica laboral y la desigualdad distributiva está
subordinada a ciertas condiciones estructurales de la economía. Esto es el resultado de que el
modelo de desarrollo tanto de los noventa como durante la postconvertibilidad, genera
excedentes absolutos de fuerza de trabajo y relega y concentra en la pobreza a amplios sectores
de la economía, ligados a la informalidad y a la vez, brinda mayor bienestar a sectores
económicos vinculados con mercados globalizados formales, concentrados y dinámicos. Al
margen de las reglas macroeconómicas que se implementen (es decir, la de los noventa y las de
pos 2003, claramente diferentes), estas no implican un cambio cualitativo respecto de tal
heterogeneidad y por lo tanto no modifican la estructura económico-ocupacional manteniéndose
vigente una segmentación de los mercados laborales, puestos e ingresos según rasgos sectoriales
no integrados como sistema, que siguen explicando durante la fase de la postconvertibilidad la
mayor parte de la desigualdad de ingresos (que no se pueden entender a partir de la incidencia
del nivel educativo, la calificación o la precarización). En estas condiciones, concluyen, luego de
2003 no se constituye un nuevo régimen de empleo. Salvia, Comas, Agritos, Quartulli y
Stefanixiv (2008) agregan que la desigualdad social no es una función directa de las políticas
macroeconómicas sino que refieren a un régimen de acumulación determinado que no se ha
modificado, cuya responsabilidad recae sobre el régimen social de acumulación, altamente
concentrado y cada vez mas globalizado.
8
Lindenboim (2008) considera que el rasgo característico de la postconvertibilidad es la
continuidad en relación a los años noventa del aumento de la productividad y la segmentación
del mercado de trabajo, generando precariedad, informalidad, subocupación, sobreocupación y
desigualdad salarial. Evalúa entonces que continúa y se profundiza la diferenciación creciente de
la producción, generando compartimentos cada vez más estancos, por lo cual puede haber
demanda insatisfecha de trabajadores para ciertos sectores y excedentes en otros
(heterogeneidad). Pero hace hincapié en que estos compartimentos no pueden analizarse
disociados de la cuestión de la apropiación de excedentes, porque si no, ese análisis se convierte
en justificación más que en explicación. El problema es la matriz productiva de los dos o tres
últimos siglos.
Félizxv y Chena (2005) cuestionan tanto a aquellos que con visiones neoclásicas consideran que
se alcanzaran niveles deseados de empleo a partir de resolver las rigideces del mercado de
trabajo como a aquellos que sostienen que se lograrán tales niveles solo a través del aumento de
la demanda efectiva y sin modificar las condiciones estructurales productivas. Y encuadran este
análisis en su visión sobre la economía donde los bajos salarios resultan de la imposibilidad del
capital periférico de competir por rentas tecnológicas, donde las devaluaciones apuntan a
recomponer las tasas de ganancias, donde los incrementos de rentabilidad de estas economías
llevan a inversión en bienes importados con poca generación de empleo y donde la dinámica del
stop and go desincentiva la inversión en innovación y flexibiliza la fuerza de trabajo.
Bajo el análisis de la Escuela Estructuralista Latinoamericana y del concepto de heterogeneidad
estructural, Lavopa (2008), considera que las ramas de actividad que motorizan el crecimiento
genuino de la postconvertibilidad son los mismos que en los noventa, por lo que no habría un
quiebre en el modelo económico y por ende del funcionamiento del mercado de trabajo.
Considera que este análisis se corresponde con los aportes de CEPAL de “crecimiento sin
cambio estructural”. Reclama entonces la implementación de políticas orientadas a fomentar un
crecimiento que reduzca la heterogeneidad estructural y mejore las condiciones de vida de la
población.
9
Finalmente, puede observarse que la evolución de las tasas de ganancia para la
posconvertibilidad ha sido muy superior al promedio de la de los años noventa, sumado a que,
como se indicó anteriormente, el costo laboral ha crecido por debajo del producto por ocupado.
Pero a la vez, que el periodo ha significado para los trabajadores la posibilidad de discutir en
paritarias sus salarios, aumentando año a año la cantidad de convenios celebrados, con una
cobertura para los trabajadores registrados en negociaciones colectivas del orden del 80% (50%
de los trabajadores), y un incremento significativo en la conflictividad laboral y de organización
en los lugares de trabajo. Asimismo, el nivel de cobertura de la Seguridad Social y el aumento de
las jubilaciones mínimas también mostraron una fuerte evolución positiva.
10
Fuente: MTSS
En lo que respecta a la evolución del SMVM, la convocatoria al Consejo del Salario significó un
aumento del 1050% entre mayo de 2003 y agosto de 2011 e implicará a febrero de 2013 un
11
incremento del 1337,50%. Asimismo en la evolución de los salarios básicos de convenio, el
incremento superó el 900% desde 2003 hasta la actualidad.
Fuente: elaboración propia con datos del MTSS
Fuente: elaboración propia con datos del MTSS
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Frente a estas cuestiones, y teniendo en cuenta los datos anteriormente planteados, es evidente la
evolución positiva de la mayoría de los indicadores, y la centralidad del Estado en el
proceso económico, pero también las dificultades, del funcionamiento estructural de la
economía resultante del modelo implementado en la Argentina a partir de marzo de 1976, tanto
en lo económico como en lo que respecta al mercado de trabajo y la clase trabajadora.
En esta línea de pensamiento, algunos estudios observan críticamente el avance del capital sobre
el trabajo, la recomposición de la tasa de ganancia y de la participación del capital en el ingreso,
como resultantes de una economía con fuerte inequidad distributiva, y la ausencia de políticas
explícitas orientadas a la industria. Pero a la vez, consideran que las decisiones políticas como el
impulso a la producción de bienes y a la industria manufacturera en particular, la reestatización
del sistema previsional, el incremento de la cobertura de la seguridad social, la AUH, la puesta
en práctica del Consejo del Salario y de las negociaciones colectivas, y sobre todo la
recomposición de ingresos y la reducción de la desocupación (que impiden actuar a éste como
disciplinador social) implican condiciones objetivas para el avance de los trabajadores.
El nuevo patrón de crecimiento, consideran Arceoxvi, Monsalvo xvii y Wainer (2007) xviii, ha
modificado el comportamiento del mercado de trabajo generando mucho más empleo que en los
noventa (claramente expulsor de mano de obra). Pero a la vez, dado que la economía funciona
sobre un cuadro de fuerte inequidad distributiva, existe un nuevo avance del capital sobre el
trabajo, expresado en la notable recomposición de la tasa de ganancia y de la participación del
capital en el ingreso. De todas formas, reconocen que las nuevas condiciones y particularmente
la reducción de la desocupación posibilitan condiciones objetivas beneficiosas para la lucha
reivindicativa.
El Centro de Estudios y Formación Sindical de FETIAxix (2012) considera que la actual etapa, a
diferencia de los noventa, se caracterizó por su extraordinaria capacidad de generar empleo y que
esto provino de la expansión de los sectores productores de bienes y particularmente de la
industria manufacturera. Sin embargo, consideran que debe tenerse en cuenta la importante
heterogeneidad estructural productiva. En una economía aún favorecida por el tipo de cambio,
esta heterogeneidad afecta particularmente a los eslabones más débiles de la industria.
Consideran que ha mejorado sustancialmente el nivel de vida de los trabajadores pero sustentado
en el crecimiento del empleo y no tanto en el crecimiento del salario real (que recuperó lo
13
perdido desde 2001) y rescatan además la mejor situación de los asalariados registrados y del
fuerte aumento del poder adquisitivo del SMVM. Finalmente incorporan dos cuestiones
estructurales diferenciales respecto de los noventa: la reestatización del sistema previsional y el
incremento de la cobertura y la AUH. En esta misma línea, Mariana González y Ana Laura
Fernández (2012) indican que ha habido reducción de la desigualdad durante el periodo de la
postconvertibilidad, como resultado de los mayores incrementos salariales de los trabajadores de
menores ingresos relativos. Y que va acompañada por una reducción de la inequidad también
dentro de los grupos de trabajadores, especialmente en los registrados (probablemente
favorecidos por las negociaciones colectivas de trabajo). Concluyen que la disminución de la
desigualdad en la distribución del ingreso se debió a dos factores: la mejora en la situación del
mercado de trabajo, que colocó a los trabajadores en una posición de mayor fortaleza relativa y
al papel de las instituciones laborales.
Victoria Basualdo (2012) considera que hubo importantes impactos estructurales a partir del
2003 para la clase trabajadora expresados en el comportamiento exitoso de las principales
variables ocupacionales, la reactivación de la negociación colectiva, el incremento de
trabajadores cubiertos en tales negociaciones, la convergencia entre los salarios de convenio y
los efectivamente abonados por la empresa, y el nivel de sindicalización. Agrega que las
transformaciones planteadas y otras como la AUH y la reestatización del sistema previsional han
permitido un cambio progresivo en la distribución del ingreso
14
Conclusiones
A lo largo del presente trabajo se ha podido notar que si bien las primeras visiones aportan
dedicados análisis sobre la evolución de los indicadores de empleo y evalúan como significativo
el rol del Estado en el mismo, aportan poco en las agendas y desafíos futuros, al invisibilizar los
conflictos provenientes de las estructuras económicas prexistentes. Las visiones que sostienen de
manera fatalista la imposibilidad de avanzar sin cambio estructural desmerecen los cambios en el
funcionamiento del mercado de trabajo expresados a través de algunos indicadores exitosos y su
implicancia para la clase trabajadora. Asimismo evitan profundizar el análisis sobre el camino a
seguir para modificar tal realidad, porque evaden instalar en el centro de la escena el rol del
Estado como partícipe y hacedor del conflicto entre el capital y el trabajo.
En este sentido, Oszlak (1980) concibe al Estado “como una instancia de articulación y
denominación de la sociedad, que condensa y refleja sus conflictos y contradicciones tanto a
través de las variables tomas de posición de sus instituciones, como de la relación de fuerzas
existente en éstas. Si visualizamos el ámbito institucional del Estado como una privilegiada arena
de conflicto político, donde pugnan por prevalecer intereses contrapuestos y se dirimen
cuestiones socialmente problematizadas, concluiremos que su fisonomía y composición no
pueden ser sino un producto histórico, un "resumen oficial" de la sociedad civil. Es decir, la
naturaleza de su aparato administrativo y productivo resulta afectada por las vicisitudes de esa
permanente lucha intra-burocrática, expresión a su vez de otros enfrentamientos sociales”
(Oszlak Oscar, Políticas Públicas y Regímenes Políticos, Estudios CEDES, Vol. 3, Nº 2, 1980,
pagina 10). Parece oportuno entonces Eduardo Basualdo (2011), cuando indica que desde el fin
de la convertibilidad se abre nuevamente una etapa que se prolonga hasta nuestros días donde los
estratos sociales y las distintas fracciones del capital pugnan por la instalación de un nuevo
patrón de acumulación del capital, y donde la crisis, tanto de la valorización financiera como el
mecanismo de hegemonía política denominado transformismo político, permiten condiciones de
participación de los trabajadores y de posibles alianzas de los mismos y de las fracciones del
capital por la disputa del patrón hegemónico.
Así entonces, la principal ruptura con los años noventa resulta ser el avance de la correlación de
fuerzas de los trabajadores, lo que deriva en un nuevo rol del Estado como resultado de las
disputa de las fracciones sociales y del capital. Si bien se presentan dificultades en el avance
15
popular (como la limitación para condicionar la recomposición de las tasas de ganancia
empresarias y mejorar aun más los salarios reales) es posible encontrar avances significativos
impulsados por esta nueva relación social, como las discusiones en paritarias, la AUH o el
aumento del empleo, la recuperación del sistema previsional, el aumento de las jubilaciones, la
ley de movilidad jubilatoria, la ampliación en la cobertura de la seguridad social y la eliminación
de las leyes de flexibilización laboral que, en el marco de esta nueva relación de fuerzas sociales,
caracterizan la etapa de la postconvertibilidad y rompen con el funcionamiento propio de los
noventa. En este mismo sentido, el debate acerca de los plazos necesarios para las
modificaciones estructurales económicas queda sujeto a las correlaciones de fuerzas que el
campo popular logre construir y a la decisión política de “utilizar” ese avance.
Este mismo proceso fue resultado y se nutrió de la organización popular que logró sostenerse
durante los años noventa. A pesar de la limitada sindicalización y organización en los lugares de
trabajo, tanto las expresiones sociales como los sindicatos formales, lograron rápidamente a
partir del crecimiento económico volver a erigirse como ejes de las políticas publicas.
16
i
Maestría en Economía Política FLACSO (en curso), Secretario de Actas de la Central de Trabajadores Argentinos.
Secretario General de Segundo Centenario. Dirección: Chile 642 7°E - C.A.B.A. Teléfono: 155.259.7580 Mail:
[email protected]
ii
Daniel Artana es Licenciado en Economía en la Universidad Nacional de La Plata y de Ph. D. in Economics en la
University of California, Los Angeles, EE.UU. Es Economista Jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas
Latinoamericanas (FIEL). Profesor titular de Política Económica en la Universidad Nacional de La Plata y profesor
invitado de Economía de la Tributación en la Universidad Torcuato Di Tella.
iii
Juan Luis Bour es Licenciado en Economía de la UBA. Economista Jefe y actual Director de la Fundación de
Investigaciones Económicas Latinoamericanas – FIEL. Consultor de diversos organismos internacionales.
iv
Luis Beccaria es investigador - docente del Instituto de Ciencias, Universidad Nacional de General Sarmiento,
Director de la División de Estadística y Proyecciones Económicas, de la CEPAL y Consultor de la Oficina Buenos
Aires de la OIT en temas de estadísticas laborales. Fue Director de la Direccion Nacional de Estadisticas y Censos
entre 1984 y 1990. Obtuvo el título de Licenciado en Economía en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y
el de Doctor en Economía en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Actualmente se desempeña como
Investigador - Docente del Instituto de Ciencias de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) y es
profesor titular de Economía Laboral en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Es, además, docente de
posgrado en esta casa de estudios, en FLACSO y en la UNGS. Fue Gerente de Investigaciones Económicas del
Banco Nacional de Desarrollo, Director del Instituto Nacional de Estadística y Censos y se desempeño como
consultor de organismos nacionales e internacionales. Ha publicado libros y artículos sobre economía laboral,
distribución del ingreso y política social.
v
Valeria Esquivel es investigadora docente adjunta en la Universidad Nacional de General Sarmiento. Es candidata
a doctora en economía en el Institute for the Study of the Americas (ISA) de la Universidad de Londres. Es
licenciada en Economía (Magna Cum Laude) graduada en la Universidad de Buenos Aires y obtuvo su Maestría en
Economía con especial referencia a América Latina en la Universidad de Londres. Ha publicado sobre regulaciones
laborales, mercado de trabajo, pobreza y distribución del ingreso. Sus investigaciones actuales se centran sobre el
análisis del mercado de trabajo, pobreza y políticas sociales desde una perspectiva de género. Ha coordinado, en el
marco de un acuerdo de cooperación entre la UNGS y la Dirección de Estadísticas y Censos del Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires, el levantamiento de una encuesta de uso del tiempo. Ha trabajado como consultora de
organismos nacionales e internacionales. Es miembro del International Working Group on Gender and
Macroeconomics (GEM IWG).
vi
Roxana Maurizio es investigadora-docente Adjunta del Área de Economía del Instituto de Ciencias de la
Universidad Nacional de General Sarmiento y miembro de la Carrera de Investigador Científico del CONICET.
Licenciada en Economía con orientación en planificación y desarrollo económico graduada en la Universidad
Nacional de Buenos Aires. Magister en Política Económica de la UBA. Doctora en Economía de la Universidad
Nacional de La Plata. Actualmente es Coordinadora de la Mención Sociales del Instituto de Ciencias de la UNGS.
Se desempeña también como docente de grado y de posgrado en la Universidad de Buenos Aires y en otras casas de
Altos Estudios. Ha llevado a cabo diferentes investigaciones y trabajos de consultoría para organismos nacionales e
internacionales como OIT, PNUD, CEPAL, UNICEF y Banco Mundial. Se especializa en temas de mercado de
trabajo y tiene libros y artículos publicados en revistas nacionales y extranjeras sobre economía laboral, distribución
del ingreso, políticas laborales y sociales, pobreza y macroeconomía del empleo y los ingresos.
vii
Dr. Julio César Neffa es Doctor en Sciences Sociales du Travail (especialidad economía) de la Universidad de
París, Investigador Superior CONICET, Director del CEIL-PIETTE y Profesor de la UBA y UNLP.
viii
Héctor Palomino es Director de Estudios de Relaciones de Trabajo, Subsecretaría de Programación Técnica y
Estudios Laborales, MTEySS. Profesor de Relaciones del Trabajo en la Universidad de Buenos Aires e investigador
en la Escuela de Posgrado de la Universidad Nacional de San Martín.
ix
Dra. Adriana Marshall es Doctor in the Social Sciences, Netherlands School of Economics, Erasmus Universiteit
Rotterdam, Investigadora Principal CONICET en Instituto de Desarrollo Económico y Social –IDES, Directora del
Programa de Estudios Socio-Económicos Internacionales -IDES-.
x
Pablo Chena es Licenciado en Economía, Universidad Nacional de Cuyo. Magister en Dirección de Empresas
(MBA), FCE-UNLP.
xi
Leonardo Francisco Perez Candreva es Licenciado en Economía, F.C.E.-U.N.L.P., Magíster en Generación y
Análisis de la Información Estadística. Orientación Economía. UNTREF–INDEC-. Trabajó en diferentes ámbitos de
investigación económica con aplicación estadística así como en Organismos Públicos y Privados, Nacionales e
Internacionales (Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires, Ministerio de la Producción de la
17
Provincia de Buenos Aires, BID -1884/OC-AR-, PNUD 04/044, ONUDI, FOMIN – BID-, IEFE, CEIL PIETTE
CONICET. www.abeceb.com, IDEB, Centro de Estudios Bonaerense). Docente en UNLP y UNTREF.
xii
Dr. Agustín Salvia es Doctor en Ciencias Sociales, Profesor de Grado y de Posgrado en la Universidad de Buenos
Aires, la Universidad Nacional de San Martín y la FLACSO, Investigador del CONICET, Director investigador del
Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social del Instituto de Investigaciones Gino Germani en la Universidad
de Buenos Aires, Director del Programa del Observatorio de la Deuda Social en la Universidad Católica Argentina
xiii
Julieta Vera es miembro del Instituto Gino Germani - UBA
xiv
Federico Stefani es miembro del Instituto Gino Germani – UBA.
xv
Dr. Mariano Féliz es Doctor en Ciencias Sociales (UBA y Univ. Paris 13), Investigador del Centro de
Investigaciones Geográficas, Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP - CONICET),
Investigador asociado del CEIL-PIETTE, Profesor de la UNLP, Miembro del Centro de Estudios para el Cambio
Social.
xvi
Nicolás Arceo es Investigador de Carrera del CONICET, con Licencia, miembro de CIFRA, instituto de
Formación de la CTA. Docente de la Maestría FLACSO en Economía Política Argentina. Director de
Administración y Finanzas de YPF
xvii
Ana Paula Monsalvo es miembro de CIFRA, Instituto de Formación de la CTA
xviii
Andrés Wainer es Licenciado en Sociología de la UBA. Investigador del Área de Economía y Tecnología de la
FLACSO, becario del CONICET y docente de la UBA.
xix
FETIA es La Federación de la Industria y Afines, miembro de la CTA. Los investigadores del Centro son
Mariana González y Ana Paula Fernández.
18
Bibliografía
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19
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