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Economía en Siero
En 1882 inicia sus actividades en Lugones la fábrica de pólvora
de la Sociedad Santa Bárbara, constituida dos años antes por un grupo
de importantes capitalistas ajenos al concejo. Se elige Lugones dadas las
excelentes comunicaciones del lugar, cruce de los caminos que
conducen de Oviedo a Avilés y Gijón.
La apertura de la línea del Ferrocarril de León a Gijón en 1884 (que
cruza Lugones) y de la línea de los Ferrocarriles Económicos de Oviedo
a Infiesto en noviembre de 1891 precede al desarrollo industrial que va a
tener lugar en algunas zonas del concejo entre 1895 y 1901. En 1896
abre sus puertas la fábrica de metales de Lugones, de la Sociedad
Asturiana Santa Bárbara. Dos años más tarde el Marqués de San Feliz
pone en funcionamiento en Lieres una fábrica de quesos de la empresa
Las Primeras de Asturias. Entre 1900 y 1901 entran en funcionamiento
la Azucarera de Lieres, la fábrica de cerveza de El Águila Negra, en
Colloto y el Lagar del Nora en La Carrera; la Sociedad Electricista de
Siero y Noreña comienza a servir electricidad en el concejo y están en
marcha las obras de un nuevo ferrocarril que unirá San Martín del Rey
Aurelio con Gijón a través de Lieres, y que, finalmente, nunca llegará a
funcionar.
Las explotaciones mineras aumentan progresivamente su
producción al tiempo que crece el número de trabajadores y se aplican
nuevos medios técnicos. Las minas de carbón más importantes del
concejo habían pasado a manos de las empresas siderometalúrgicas
asturianas Unión Hullera y Metalúrgica de Asturias y Fábrica de
Mieres a lo largo del último cuarto del siglo XIX. Su carbón era
destinado a las necesidades de estas empresas. Junto a ellas otras
sociedades mineras, de menores dimensiones, explotan minas en la zona
de Carbayín, Lieres y San Martín: los Hermanos Felgueroso las de
Saús, por arriendo de la Compañía de Carbones Asturianos; Suárez,
Casariego y Compañía la Mina del Peñón; La Fraternidad las de Lieres,
hasta que en 1903 las adquiere la compañía belga de industrias químicas
Solvay y Cía; y la Sociedad Comandataria Vigil Escalera y Compañía,
con domicilio social en Pola de Siero, la mina de La Encarnada.
Comenzado el siglo XX la instalación de nuevas industrias y la
intensificación de las explotaciones mineras hace perder a algunos
núcleos de población su carácter rural o tradicional. Tal será el caso de
Lieres; El Berrón, que se convierte en un importante nudo ferroviario y
duplica su población; Lugones, que la triplica gracias al desarrollo de las
nuevas empresas, y finalmente Carbayín y Santiago de Areñes.
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La Pola se transforma también lentamente: a partir de los años
ochenta se construye alguno de los edificios más representativos de la
villa: el Hospital de Ancianos, el nuevo Ayuntamiento o la casa de Vigil
Escalera, más tardía, son importantes novedades en una capital
municipal que todavía no disponía de agua corriente y en la que, en
1893, la difteria y el tifus hacían estragos. El río que atravesaba la Pola
era un inmenso depósito de basuras procedentes del matadero, de las dos
tenerías que se encontraba dentro del casco urbano y del caserío.
Además, el cementerio, todavía se encontraba en el centro del pueblo y
habría que esperar siete años a que se trasladase fuera de la villa.
El campo sigue también la estela de los cambios que tienen lugar en el
concejo. La implantación de la Azucarera de Lieres, la industrialización
y el aumento de la producción de sidra, la cada vez mayor importancia
de los mercados y ferias de ganado de la capital municipal o el
nacimiento de las primeras asociaciones de ganaderos en torno a 1900
muestran cómo cada vez un mayor número de campesinos de Siero se
incorporan a la economía de mercado.
La vitalidad de las actividades comerciales, especialmente en la
capital del concejo, y los talleres artesanales y pequeñas industrias que
crecen en torno a la intensa vida mercantil de la Pola permitieron a lo
largo de todo el siglo XIX el desarrollo de una clase media sin cuya
presencia es imposible comprender la historia de la Pola. Comerciantes,
artesanos e industriales conviven con un grupo importante de
funcionarios y profesionales liberales y una burguesía minoritaria,
formada dentro de las familias de la nobleza hidalga (los Vigil Escalera,
García Bernardo, Celleruelo, Vigil Cavanilles, Bros, etc.), que participa
en la administración local y en las empresas y negocios del comercio, la
banca, las minas y los ferrocarriles del concejo.
Entre ellos destaca Gregorio Vigil Escalera, miembro de una familia de
comerciantes de la Pola que, entre 1880 y 1925, fecha de su
fallecimiento, consigue hacer de su negocio familiar una de las empresas
más importantes de Siero, con negocios de venta al por menor de toda
clase de productos, banca y minería.
A ellos hay que sumar el grupo de los indianos; una minoría de entre los
emigrantes a Cuba y Argentina que había regresado enriquecida a su
tierra. Entre ellos destaca Florencio Rodríguez, que, como hemos dicho,
construye el edificio de carácter asistencial más importante de la época
en Asturias. Otros pagarán las nuevas escuelas de sus parroquias (como
Cesáreo Vigil la de Muñó) o invertirán en nuevas industrias, como en el
caso de Perfecto García en La Carrera.
Un proceso generalizado de desarrollo y modernización parece tener
lugar en el concejo a partir de 1917, manteniéndose, con altibajos hasta
los años treinta. Hay un aumento de la producción minera favorecido
por la Gran Guerra, que obliga a la tecnificación de las minas, su
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electrificación, la profundización de pozos, el aumento de trabajadores y
el desarrollo por parte de las empresas de medidas de carácter social
(tiendas, escuelas, construcción de casas, etc).
Desde 1916 la reparación de las carreteras y la construcción de nuevas
vías de comunicación se produce de manera constante. Se dedica
especial atención a la mejora de las comunicaciones de las parroquias de
la mitad meridional del concejo.
Se construyen numerosas fuentes y lavaderos. La iniciativa de las
empresas eléctricas de Carbayín y Siero consigue que la mayoría de los
núcleos de población dispongan al arrancar los años treinta de luz, y la
administración local hace un importante esfuerzo por alcantarillar y
servir agua corriente en los núcleos más importantes, beneficiándose
especialmente de ello la Pola. Aumenta el número de usuarios de
teléfono en Pola de Siero, La Carrera y el Berrón. Se levantan nuevas
escuelas en la Pola, Granda, Viella y otras parroquias.
Se inauguran nuevos negocios en la mayoría de las parroquias. En
la capital municipal, por ejemplo, entre otras muchas, se abren los
primeros locales estables para espectáculos (los teatros Cervantes y
Amalia), la sucursal del Banco Herrero, e inician sus actividades, por
primera vez en la historia del concejo, dos imprentas: La Astur y
Gráficas de Siero.
El concejo estuvo fuera de la zona de guerra civil y no se vio
afectado por las destrucciones de industrias o infraestructuras. La
actividad económica se recuperará lentamente. Por ejemplo, la Fábrica
de Pólvora de Lugones, una de las grandes empresas radicadas en el
concejo, comienza a tener beneficios a partir de 1939, triplicando los
obtenidos en 1938, y manteniendo esa situación durante toda la
dictadura. A pesar de la continuidad y constante crecimiento de la
actividad minera e industrial, la mayor fuente de riqueza a finales de los
años cuarenta era todavía la “rústica y pecuaria”, tres veces superior a la
industrial y el cuádruple mayor que la urbana.
A principios de los años cincuenta sólo tres minas y dos empresas
tenían en sus plantillas a más de cuatrocientos trabajadores: Mosquitera,
Pumarabule y Solvay, y Santa Bárbara y la Fábrica de Pólvora de
Lugones. La mayoría de las restantes, unas 150, de pequeño tamaño
(empleaban a pocos operarios), se dedicaba a la fabricación de
productos alimenticios (matanza de ganado y preparación y
conservación de carne, fábricas de productos lácteos, panaderías,
confiterías y lagares de sidra).
La población padece el racionamiento de alimentos durante
catorce años y se estanca su crecimiento. La mayoría vive en la zona
rural, y sólo la capital y Lugones tienen más de dos mil habitantes.
A partir de mediados de los años cincuenta, la reorganización de la
actividad industrial conlleva el desarrollo de la zona central de Asturias
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(el triángulo Oviedo-Gijón-Avilés). En la mitad occidental de Siero
tiene lugar un aumento notorio de la instalación de nuevas industrias de
pequeñas dimensiones, fundamentalmente en la zona de Lugones (en el
centro del área metropolitana asturiana), y en el corredor de Colloto a El
Berrón, en torno a la N-634,
lo que supone una importante
diversificación de la actividad industrial. El empleo en el sector
secundario crece en esos años el 70%. Al importante número de
industrias alimenticias se suman nuevas empresas dedicadas a la
transformación de la madera (ebanisterías y fábricas de muebles),
fábricas de cerámica, vidrio y cemento (entre las que destaca Didier
Mersa, en Lugones, con 500 trabajadores), industrias químicas,
metálicas y artes gráficas.
Lugones se convierte en esos años en el foco más dinámico desde
el punto de vista demográfico y económico del concejo. Entre 1951 y
1965 su población crece un 250%, atraída por la apertura de numerosas
empresas, la mayoría de ellas pequeñas y medianas, que suman un
centenar hacia 1970.
Al mismo tiempo, la actividad minera en el concejo sufre, como
en el resto de Asturias, una importante crisis. La necesidad del carbón
durante los años anteriores, como fuente de energía única e
imprescindible en la economía española cambia a partir de los años
sesenta cuando comienzan a utilizarse masivamente en todos los
sectores económicos otras fuentes de energía (petróleo y electricidad).
La pérdida de empleos en la minería, que no fue frenada por la
integración de los pozos mineros de la zona de Carbayín en 1967 en
HUNOSA, y el descenso en las actividades primarias, están entre las
causas de la intensa emigración que tiene lugar en Siero entre 1951 y
1965. En estos años se da el saldo migratorio negativo más importante
del siglo.
El concejo sigue teniendo un carácter marcadamente rural, y
todavía en 1960 la mayoría de la población vivía en núcleos de menos
de quinientos habitantes. El campo mantiene a lo largo de este periodo
las características que se habían ido desarrollando durante los años
veinte y treinta, orientado de manera cada vez más clara hacia la
economía de mercado. El ganado vacuno de leche es el predominante.
Siero será el séptimo municipio en importancia en número de cabezas de
ganado y uno de los más importantes del centro, tras Gijón y
Villaviciosa y el segundo productor de leche de Asturias.
La importancia histórica de las industrias alimenticias y del
mercado de la Pola está directamente relacionada con la actividad
agropecuaria del concejo. Durante el franquismo las empresas dedicadas
a la fabricación de productos de consumo forman uno de los grupos
económicos más importantes. Durante los años setenta el sector seguirá,
al mismo tiempo, un proceso de modernización y crisis, con la
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industrialización de la producción lechera (La Central Lechera Asturiana
comenzará sus actividades en 1970), la introducción de nuevas empresas
de bebidas (Coca Cola en 1960), y la crisis del grupo de los lagareros de
sidra (en 1970 habían desaparecen la mitad de los ochenta lagares
activos en el concejo), que señala una cierta transformación de los
hábitos y los gustos sociales.
Coincidiendo con el final del régimen, la crisis económica sacude
al concejo a principios de los setenta. La fábrica de pólvora de Lugones
es cerrada, y la mina de Solvay, que no se había integrado en HUNOSA,
esta también a punto de hacerlo.
En la actualidad el concejo tiene el privilegio de ser zona de
preferente localización económica en el contexto regional, disponiendo
de enormes ventajas comparativas bien captadas por las empresas. En
estos últimos años ha aumentado considerablemente el número de naves
industriales edificadas. En cuanto al número de empleos, el sector
servicios se manifiesta como el más activo de todos, con un 49% del
total de empleos en el municipio, ocupando el sector industrial al 37% y
el sector primario al 14%. Por otra parte, la participación de la economía
municipal en la región no ha dejado de crecer, pasando del 4,4% de
1984
al
4,9%
de
1994.
El sector agrario, pues, se especializa en el concejo más que el del
resto de la región, debido sobre todo al papel desempeñado por las
importantes fábricas de productos lácteos que existen en el interior del
mismo, las cuales han actuado de una forma clara en la transformación
de la cabaña ganadera de producción lechera. Esto es lo que ha
favorecido el predominio absoluto de los prados sobre las tierras de
labor.
Es de destacar la labor que viene realizando el Ayuntamiento de Siero a
través del Matadero Municipal y del Mercado de Ganados; este último,
con una concurrencia de 54.369 reses, que generaron una actividad
comercial de casi 6.181 millones de pesetas en 1997, contribuye al
desarrollo del sector ganadero, sustrato de pequeñas y medianas
empresas
agroalimentarias
radicadas
en
el
municipio.
El concejo de Siero se ha hecho beneficiario del crecimiento inducido
desde las unidades mayores de la región; esto ha fomentado la
instalación de una serie de naves industriales que agrupadas en
polígonos o simplemente alineadas en los márgenes de la carretera
actúan como centros abastecedores de ciertos bienes y servicios a la vez
que colectan productos primarios a cuya comercialización contribuyen.
Se distinguen tres áreas bien diferenciadas: Alrededor de Lugones, la
zona situada sobre la N-634 entre Granda y El Berrón, la desarrollada
sobre el viejo viario que une las dos anteriores atravesando la parroquia
de Viella
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Observando la evolución del sector industrial en estos últimos años, ha
habido una tendencia al alza, tanto en la evolución de la población
activa como en el número de licencias empresariales. Entre los años
1996 y 1997 la población activa se incrementó en un 10%; por otra
parte, el número de licencias empresariales entre los años 1997 y 1998
se incrementa en un 4,7% y entre 1998 y 1999, en un 5,8%. El futuro de
este sector se prevé próspero y se están ampliando las instalaciones de
polígonos
industriales
del
concejo.
El sector de la minería ha sido predominante en la zona sudeste del
concejo sierense, del que forman parte las parroquias de Areñes del Coto
y Santiago d'Areñes, Santa Marta de Carbayín Bajo y Lieres y, en menor
medida, en Valdesoto, Vixil, Feleches, Collao y Aramil, ocupando estas
parroquias un 46% aproximadamente de la superficie del municipio.
La elaboración de sidra se sitúa en tercer lugar dentro del sector
agroalimentario asturiano, tras la industria láctea y la cárnica,
suponiendo aproximadamente el 80% de la producción nacional de
sidras.
El concejo de Siero pasa por ser uno de los más importantes de Asturias
en cuanto a concentración de lagares, siendo el tercero en importancia
tras Gijón y Villaviciosa. Igualmente, es el tercero en cuanto a
producción de manzana de sidra, tras Villaviciosa y Gijón.
El sector serviciosocupa a un 51,17% de la población activa y se
concentra en las entidades mayores del concejo: Pola de Siero y
Lugones.
Pola de Siero ha sido tradicionalmente centro de mercado y centro
administrativo del concejo. Lugones, que había sido pequeño núcleo
rural hasta el último tercio del siglo XIX, ha ido desarrollándose como
una ciudad residencial y de servicios. Este crecimiento constante del
sector servicios se ha debido al incremento de la producción industrial,
con la creación y desarrollo de una serie de polígonos industriales como
los de Silvota y Asipo, y a una serie de superficies comerciales
(PRYCA, REPON, MERCASA) que desbordan los límites de Lugones,
tanto por su ubicación como por el destinatario de su oferta, atendiendo
esas tres a la demanda de los municipios limítrofes.
Fuentes:
http://www.vivirasturias.com/asturias/turismorural/123360/41455/0/geografia-de-siero/index.html
27/04/06]
[consulta:
El Libro de Siero, Pola de Siero, Fundación Municipal de Cultura, 2002
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