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Transcript
Sección: Política
Mundial
La Victoria
Electoral de
Bush: Preludio
a un ascendente
conflicto
político
Gary Hoskin *
* Profesor de la State University of
New York (SUNY), en Buffalo, y
actualmente profesor visitante del
Departamento de Ciencia Política de
la Universidad de Los Andes.
George Bush triunfó en
forma impresionante en la
elección presidencial de los
Estados Unidos, el 8 de
noviembre
de
1988,
obteniendo
426
votos
electorales comparados con los
112 que logró el candidato
demócrata Michael Dukakis. El
candidato republicano obtuvo
54% del voto popular, mientras
que un 46% de la población
votó por Dukakis. La victoria
de Bush se debió a una
identificación casi total con el
altamente popular Presidente
Reagan, a una campaña muy
bien orquestada y competente,
a la percepción por parte del
público estadounidense de una
economía
sana,
a
la
tranquilidad relativa en la
escena internacional, y a los
malos manejos y errores
cometidos en la campaña
demócrata.
Sin
embargo,
llegado el caso de que los
demócratas hubieran realizado
un esfuerzo más efectivo en
este sentido, pareciera que la
abrumadora victoria de Bush
era inevitable. No obstante lo
anterior, el margen de voto del
Presidente electo es un tanto
ilusorio en la medida en que se
registró en una elección
caracterizada por la tasa de
abstención más alta desde
1924, por un descontento muy
marcado
hacia
los
dos
candidatos por parte del
electorado y por el ansia de
continuidad de la Revolución
Reagan, que efectivamente
encubrió
problemas
estructurales
de
índole
económica generados por un
endeudamiento
externo
cuantioso.
Asimismo, el mandato de
Bush probablemente es algo
aún no muy sólido dado el
control que los demócratas
todavía
ejercerán
en
el
Congreso y en las legislaturas
estatales; las consecuencias de
la campaña "sucia" de los
republicanos, tácticas éstas que
indudablemente afectarán los
logros de Bush al trabajar con
el Congreso; la aparente
inhabilidad de Bush para atraer
directamente,
al
público
norteamericano
en
forma
efectiva como lo hizo el
carismático Reagan; y la
inevitable confrontación con la
realidad económica,.
El triunfo de Bush en el
Colegio Electoral fue decisivo
(426 a 112) lo cual refleja la
mecánica de este que de alguna
manera distorsiona el voto
popular 1 Si
los
votos
electorales se distribuyeran
con base en el voto popular,
Bush habría recibido 291 (se
necesitan 270 para ganar)
votos. El presidente electo
venció en 40 estados, la
mayoría de los cuales se ubica
en el sur y en la región de las
Montañas Rocallosas. Por el
contrario, los 10 estados y el
Distrito de Columbia que
votaron
por
Dukakis,
estuvieron
principalmente
localizados en el área norte del
país
(New
York,
Massachussetts, Rhode Island,
West Virginia, Hawaii, Iowa,
Minnesota, Oregon, Washington
y Wisconsin). Con el fin de
subrayar
idiosincrasias
del
Colegio Electoral, un viraje de
aproximadamente
590.000
votos en
1. Cada voto de un estado en el
Colegio Electoral equivale al número de
senadores y de representantes que envía a
Washington. Más aún, al candidato que
recibe una mayoría simple de los votos
en el estado, se le atribuye el voto total
del estado en el Colegio Electoral. Este
sistema contribuye a la fuerza de los
estados pequeños y discrimina contra los
electorados urbanos.
11 estados (menos de 1 % del
voto total) le habrían dado el
triunfo a Dukakis por una
pequeña diferencia2.
En términos de voto
popular (54% a 46%) a
Dukakis le fue mucho mejor,
obteniendo mucho más apoyo
que cualquier otro colega suyo,
aspirante demócrata al cargo de
presidente desde 1964, con la
excepción
del
Presidente
Cárter en 1976. Mientras que
la fuerza electoral de Bush se
concentró en el sur, él registró
victorias estrechas en estados
claves del norte y del oeste,
como
Illinois,
Maryland,
Pennsylvania y California.
Si se observan los resultados
de las encuestas electorales de
la cadena CBS3, el presidente
electo recibió el siguiente tipo
de apoyo: el sur (58% a 41%
para Dukakis), hombres (57% a
41%), blancos (59% a 40%),
grupos con ingreso superior a
50.000 dólares (62-65% a 3237%) y electores de Reagan en
1984(80 a 19%). Por el
contrario, a Dukakis le fue
mejor con los negros (86 a
12%), los hispanos (69 a 30%),
las mujeres (49 á 50%) los no
bachilleres (56 a 33%), los
católicos (52 a 47%), los
judíos (64 a 35%), las familias
sindicalizadas (57 a 42%), los
obreros (54 a 44%), las
personas con ingresos por
debajo de 12.500 dólares (62 a
37%), los liberales (81 a 18%)
y en el este del país (49 a 50%).
Estos datos muestran que la
antigua coalición del New Deal
(Nuevo
Trato)
mantiene
alguna
fuerza,
aunque
atenuada,
en
particular
respecto de la plaza demócrata
tradicional del sur, y más allá
de las ciudades grandes que se
han
modificado
por
la
transición demográfica.
¿Realineamiento Partidista?
A pesar de que el partido
republicano ha conservado
prácticamente el monopolio
de la presidencia en los
últimos años —han ganado 5 de
las 6 elecciones— el triunfo
de Bush no se extendió a la
arena legislativa, ni a nivel
nacional, ni estatal. Los
demócratas aumentaron su
control
en
el
Senado,
agregando un escañó adicional
(la nueva distribución partidista
favorece a los demócratas 5545); aumentaron su fuerza en
la Cámara de Representantes
en 5 escaños (262-173), y les
fue bastante bien en las
legislaturas
estatales,
obteniendo 13 escaños más4.
Este último logro, es en
particular importante como
consecuencia de la nueva
distribución de la Cámara de
Representantes y de las
legislaturas de los estados, tal
como
está
previsto
constitucionalmente a partir
del censo de 1990. El partido
que controla una legislatura
estatal puede reasignar escaños
de tal forma que maximize sus
posibilidades de victoria.
De acuerdo con el estratega
republicano, Kevin Philips, la
tendencia de los republicanos
de ganar la presidencia y de los
demócratas de controlar el
Congreso, refleja en últimas,
que el partido republicano
cuenta con la imagen de
liderazgo y de credibilidad de
los
Estados
Unidos
en
cuestiones nacionales, pero que
los electores confían más en los
demócratas cuando se trata de
construir colegios, de ofrecer
garantías políticas para el
medio ambiente, y de velar por
los intereses de la clase media5.
En términos generales, la
elección de un nuevo presidente
implica que su partido gana
2. New York Times, Noviembre 10,
1988.
4. Ibid., Noviembre 18, 1988.
3. Ibid.
5. Ibid.
escaños en la arena legislativa,
pero este fenómeno electoral
no se materializó en el caso de
Bush —desde 1960 no se
veía que el partido del
presidente perdiese escaños en
la Cámara de Representantes.
En resumen, Bush no podrá
contar con una "luna de miel"
feliz con el Congreso cuando
asuma
el
poder;
los
congresistas
demócratas
parecen no estar de humor
como para cooperar con
Bush, en parte debido a sus
tácticas de campaña. Por otro
lado, si se tiene en cuenta que
el partido del presidente por lo
general pierde escaños en las
elecciones de Mitaca y que
algunos de los 34 senadores
que les corresponde postularse
nuevamente
en
1990,
obtuvieron sus escaños en la
victoria abrumadora de Nixon
de 1972; la reacción a mitad
del período del Presidente
Cárter en 1978 y la aplastante
victoria de Reagan en 1984, las
perspectivas republicanas no
parecen muy prometedoras
para 1990.
A
diferencia
de
las
expectativas en torno a la
"Revolución" Reagan, las
elecciones de 1988 revelaron
muy poca evidencia de un
realineamiento
partidista
duradero. De hecho, Dukakis y
los demócratas aparentemente
invirtieron la tendencia que
venía dándose en la coalición
del New Deal hacia Reagan y
al partido republicano.
El realineamiento no sólo
exige cambios de control en el
partido de gobierno como
ocurrió desde 1968, sino
también cambios en las
lealtades
de
las
masas
partidistas. El registro de
partidos aún favorece a los
demócratas
sobre
los
republicanos (39 a 33, con 25
6. Walter Bumham, Jerome Clubb y
William Flanigan, "Partisan Realignment:
A Systemic Perspective" en Joel Sibley
ET. al., The History of American
Electoral Behavior (Princeton: Princeton
University Press, 1978).
Independientes)7,
los
demócracratas aumentaron su
control en las legislaturas, y
muchos electores demócratas
tradicionales regresaron al redil
(demócratas
de
Reagan,
miembros
de
sindicatos,
negros,
hispanos,
judíos,
personas de ingresos bajos).
Estudios electorales revelan
que el realineamiento por lo
general,
incluye
una
movilización
de
nuevos
votantes, pero las encuestas
sugieren que esto no ocurrió en
1988.
Así,
mientras
la
"Revolución" Reagan bien
pudo impulsar a Bush hacia la
presidencia, su potencial de
realineamiento,
parece
insignificante.
El
electorado
estadounidense parece estar
modificándose; lo cual refleja
lo que algunos llaman un
desalineamiento; es decir las
coaliciones tradicionales de
partido se disipan, y cada vez
menos votantes se identifican
con alguno de los dos
partidos8. Su longevidad ha
sido una característica única de
este desalineamiento partidista;
el ciclo electoral completo en
sistemas de partido anteriores
duró de 30 a 40 años, mientras
que la coalición del New Deal
(hoy como una vendimia de su
forma original) ha durado cerca
de 50 años. Como consecuencia
de
este
prolongado
desalineamiento, el modelo de
Michigan
sobre
comportamiento de votación,
que se basa principalmente en
la identificación partidista para
predecir resultados electorales,
ha perdido algo de sentido al
tratar de explicar la opción del
votante y en consecuencia,
explora otras variables para
predecir el voto —factores -de
contexto— como percepciones
sobre la economía, conflicto
internacional, y desempeño
7. New York Times, Noviembre 8,
1988.
8. Ronald
Inglehart
y
Avram
Hochstein. "Alignment and Dealignment
of the Electorate in France and the
United States", en Comparative Political
Studies, 5 (1972).
gubernamental
junto
con
percepciones de los votantes
sobre los candidatos y sobre
los temas electorales.
Volatilidad del Electorado
La fase de desalineamiento
del ciclo electoral lleva consigo
una volatilidad pronunciada
por parte del electorado
estadounidense, a lo que dan
fe varios factores. En primer
lugar, la tasa de abstención fue
extremadamente
alta,
alrededor del 50% de los
votantes elegibles. Como lo
sugirió Walter Dean Burham,
el número de los votantes en
1988 probablemente, se habría
aumentado aproximadamente
en un 10%, si el pre-registro
fuera eliminado. Esto, sin
embargo, dejaría 2/3 partes
del enigma sin explicar10.
Excluyendo a los 11 estados
sureños, la concurrencia de los
electores a las urnas en la
elección presidencial de 1988,
fue la más baja en 164 años11.
La menor concurrencia provino
de los estratos bajos en la
escala socioeconómica, grupos
que
tradicionalmente
han
favorecido
al
partido
demócrata.
El segundo factor que mostró
la
alta
volatilidad
del
electorado fue que ninguno de
los dos candidatos fue lo
suficientemente atractivo para
los votantes tres semanas antes
de la elección, 57% de aquellos
entrevistados dijeron que ellos
habrían preferido candidatos
distintos12.
9. Paul Alien Beck, "Choice, Context
and Consequence: Beaten and Unbeaten
Paths Towards a Science of Electoral
Behavior", en Herbert Weisberg (ed)
Political Science: The Science of Politics
(New York: Agathon Press, 1986) p. 267.
10. Walter Dean Burnham, "Letter to
the Editor" en el New York Times,
Noviembre 24, 1988.
11. Ibid. Los once estados sureños no
están incluidos en este cálculo porque la
Ley délos Derechos Civiles de 1965 abrió
las puertas a la votación negra en la
región, distorsionando con el tiempo
las tasas de participación.
En tercer lugar, los datos
sobre la opinión pública
fluctuaban considerablemente
durante la campaña. Dukakis
llevó
la
delantera
aproximadamente
en
18
puntos sobre su rival después
de la Convención Demócrata en
Atlanta; Bush, a su vez, llegó a
obtener un margen por encima
del 15% sobre su oponente,
para
luego
caer
aproximadamente a un 5%,
justo antes de las elecciones13.
Finalmente, alrededor de un
20% de los votantes sólo se
decidieron en el último
momento, de cuyos votos
Dukakis
ganó
en
una
proporción de 3 a 214. Así, en
un
período
de
desestabilización partidista y
de una intranquilidad aguda en
torno al futuro económico y
sobre el rol de los Estados
Unidos en asuntos mundiales,
muchos votantes potenciales
se abstuvieron, mientras otros
tenían
la
dificultad
de
decidirse, o de votar con muy
poco entusiasmo.
Votación Retrospectiva
Ante
la
carencia
de
alineamientos
partidistas
estables,
de
candidatos
atractivos, y de confianza en el
futuro, muchos votantes se
atuvieron a lo que los
científicos denominan "votación
retrospectiva"; es decir, que
ellos votan de acuerdo con sus
sentimientos con respecto a la
evaluación que hacen sobre la
administración
Reagan,
posiblemente,
comparándola
con los años turbulentos de la
administración Cárter15 . Para la
mayoría de aquellos que
votaron, su situación económica
personal mejoró durante los
años de Reagan así como sus
12. The
Economist.
Noviembre 12-18, 1988).
(Londres:
13. New York Times. Noviembre 7,
1988.
14. Estos resultados provienen de una
encuesta sobre la que informó The
Economist.
15. Ver
Anthony
Downs,
an
Economic Theory of Democraey (New
York: Harperand Row, 1957.
percepciones
sobre
la
economía. Los estudios e
investigaciones
sobre
el
comportamiento de la votación
en los EE.UU. revelan de forma
consistente
que
las
percepciones
sobre
las
condiciones generales de la
economía constituyen una
determinante primaria del voto
—lo que llaman votación
sociotrópica16. Por lo menos, de
manera superficial, la economía
de los Estados Unidos se
desempeñaba bien: el índice de
miseria (tasa de inflación más
desempleo) estuvo en su punto
más bajo en 14 años, la
economía ha venido creciendo
desde los primeros años de la
década de los 80, y la tasa de
interés ha descendido de 15.5%
en 1980 a 10% en noviembre
de 1988. De acuerdo a la
encuesta de la cadena NBC,
28% de aquellos entrevistados
sostuvieron que la economía
iba a mejorar, 16% creyeron
que empeoraría y 48% que
sería más o menos igual.
Dukakis obtuvo el 73% de los
pesimistas, mientras que Bush
atrajo el 61% de los optimistas
y el 58% del grupo medio17. Las
evaluaciones favorables
de
naturaleza retrospectiva en
torno al Presidente Reagan
contribuyeron al triunfo de
Bush;
53%
de
aquellos
entrevistados aprobaron el
desempeño de Reagan de los
cuales un 86% votó por Bush18.
Temas Electorales
Durante el período de
alineamiento partidista estable
como el de los años 50, época
en que fue formulado el
modelo Michigan, éste se basó
principalmente
en
la
identificación de partido más
que en los temas electorales,
para predecir
16. Donald Kinder y Roderick
Kiewiet, "Sociotropic Politics: The
American Case", en British Journal of
Political Science, 11 (1981).
17. Time No. 47, Noviembre 21,
1988. p. 11.
18. Ibid.
el comportamiento del votante.
Sin embargo, el trabajo
pionero de V. O. Key, junto
con
un
ciclo
de
desalineamiento, impulsó el
argumento acerca del rol de
los
temas electorales como
determinante
primario del
voto 19 . Estudios posteriores
realizados por Carmines y
Stimson que distinguen entre
temas electorales "fáciles" y
"duros" en términos de las
demandas cognoscitivas que
tienen significación para el
votante, indican que la
política de votación no exige
niveles
muy
altos
de
sofisticación
y
en
consecuencia, pueden ser más
difusos que lo que se había
pensado anteriormente 20 . Los
temas
electorales
de
la
campaña
asumieron
un
papel
más extenso en la
contienda electoral de 1988.
Dukakis, intentó ganar la
presidencia discutiendo lo que
él percibió que eran los temas
básicos que confronta el país,
mientras George Bush lanzó un
discurso, más en términos de
ideología, de valores básicos y
de continuidad de los años
Reagan,
esquivando
los
temas "duros", como la deuda
nacional, hoy por encima de 2,5
trillones de dólares, el déficit
comercial, el desequilibrio
presupuestal, y la pobreza. A
pesar de ello, Bush capturó
a
los votantes en una
campaña
cuidadosamente
planeada y ejecutada. Por lo
tanto, de acuerdo con la
encuesta de la cadena NBC,
Bush contó con más apoyo
que su rival en cuatro de los
cinco
temas
electorales
principales, y Dukakis llevó la
delantera en lo que se refiere a
la defensa de los programas de
la clase media. En cuanto a los
principales temas de campaña
de Bush, en su mayoría
controlados
al
nivel
de
gobierno
estatal —crimen,
licencias a prisioneros, obliga19. V.O. Key Jr., The Responsible
Electorate (Cambridge, Mass.: Belnap,
1966).
20. Citado en Beck, p. 52.
21. Time.
ción de recitar el juramento a la
bandera— se comprobó que
fueron irrelevantes; y sin
embargo, la poca simpatía que
estos temas generaron en los
votantes, no le impidió ganar
votos sobre los temas que
intencionalmente evitó evocar
durante la campaña.
Evaluaciones sobre los
Candidatos
Además de la identificación de
partido y de temas electorales,
otro aspecto de la opción
electoral que se ha desarrollado
como una variable importante,
es el relativo a las evaluaciones
que se hagan sobre los
candidatos.
Davidson
ha
identificado tres componentes
generales
diferentes
de
evaluación
sobre
éstos:
experiencia, calificaciones e
imagen o personalidad22. Bush,
claramente, ganó la batalla en
este sentido. El puso énfasis en
su
larga
trayectoria
de
experiencia gubernamental a
nivel
nacional,
en
claro
contraste con los antecedentes
de Dukakis quien se limitó
exclusivamente a su cargo como
gobernador de Massachussets.
Las experiencias de Bush como
vicepresidente, embajador y
director de la CÍA, lo
habilitaban, como lo repitió en
casi todos sus discursos, para
tratar con los soviéticos,
mantener una defensa fuerte y
administrar
el
gobierno
nacional. Llegó a los votantes
en forma más personal, menos
tecnocrática que su rival, a pesar
de la lejanía con las multitudes y
sus antecedentes aristocráticos.
Para sorpresa de todos, inclusive
de sus consejeros más cercanos,
Bush
fue
un
candidato
formidable durante la campaña,
tal como se vio en su excelente
desempeño en el segundo
debate frente a Dukakis.
22. Dorothy Davidson, "Candidate
Evaluation: Rational Instrument or
Affective
Response".
Documento
presentado en la Convención de Ciencia
Política del Medio Oeste, Chicago, 1982.
Este George Bush, estuvo bien
disimulado antes, habiendo
servido lealmente a Ronald
Reagan por ocho años en una
forma casi totalmente oscura,
precedido por experiencias
análogas en las presidencias de
Nixon y de Ford. Este
curriculum largo y algo vago
provocó que el Senador
Kennedy preguntara a los
delegados de la Convención
Demócrata " ¿Dónde está
George?", en particular con
referencia al asunto Iráncontras. A pesar de estas duras
críticas, por parte de los
demócratas, Bush y sus
consejeros contra-atacaron al
punto de que su rol en el
escándalo Irán-contras, sus
relaciones, con Noriega y su
inactividad en los años de
Reagan, dejaron de ser grandes
"issues".
De hecho, su experiencia
gubernamental se convirtió en
un elemento favorable -una
encuesta mostró que aquellos
electores que consideraban la
experiencia como el factor más
importante en su opción,
apoyaron a Bush por una
mayoría abrumadora, 94% a
6%23. Así Bush, debido a
razones no muy claras a la luz
de
sus antecedentes,
se
convirtió en el candidato capaz
de evocar simpatía y confianza
en los electores.
La Campaña
El éxito de la candidatura
de Bush puede ser reconstruido
a partir no sólo de los factores
de contexto favorables y de su
identificación
con
la
administración Reagan, sino
también en buena parte, a la
organización y al manejo de la
campaña que demostraron ser
una obra maestra, en especial
con respecto a la hábil
utilización de los medios de
comunicación. Durante los
inicios
del
verano,
el
vicepresidente Bush y sus
asistentes se empeñaron en un
ataque disciplinado, coherente
contra Dukakis haciéndole ver
23. Time, p. 19.
como un individuo por fuera
de la corriente principal24. Este
esfuerzo fue productivo, al
tiempo que lo describían como
un liberal (palabra que se
convirtió en palabra "sucia"
durante
la
administración
Reagan), débil frente al crimen
(tal como fue transmitido en el
aviso comercial más fuerte y
controvertido de la campaña
que mostraba un retrato de un
asesino convicto, un hombre
negro llamado Willie Horton, a
quien Dukakis había dado una
licencia por el fin de semana
durante el cual mató a una
mujer de Maryland); y antipatriota (Dukakis había vetado
una ley en Massachussets,
exigiendo a los niños del
colegio recitar el juramento a
la bandera -la Corte Suprema
de Justicia de los Estados
Unidos
había
declarado
inconstitucional
una
ley
similar). Estos temas, todos los
cuales tomó prestados de la
campaña de Pat Robertson en
las
primarias,
fueron
retransmitidos a través de los
medios de comunicación por
el hábil consultor de Bush en
esta materia, Roger Ailes. De
forma similar, el esfuerzo de
campaña se maximizó con los
talentos organizacionales de
James Baker, Craig Fuller y
Robert Teeter.
Mientras la campaña se
desenvolvía, los consejeros de
Bush confiaron cada vez más
en los medios de comunicación
y
evitaron
exponer
al
vicepresidente a multitudes
grandes y a la prensa, dando
lugar a afirmaciones de que
Bush era lejano e inaccesible.
La campaña presidencial es, en
buena parte, una guerra de
comunicaciones y el equipo de
Bush claramente demostró su
superioridad técnica sobre la
gente de Dukakis. Además del
componente temático se debe
reiterar que la campaña de
Bush lo identificó, casi
totalmente, con el Presidente
Reagan y con sus políticas, en
24. New York Times, Noviembre 12,
1988.
particular, con sus promesas
de no aumentar los impuestos
y de mantener una defensa
fuerte. Posiblemente el error
más protuberante de la
campaña de Bush fue el de
elegir al Senador Quayle como
compañero de fórmula, error
que supuestamente le costó a
la fórmula republicana cerca
de un 2% del voto25. A pesar de
ello, la pérdida fue minimizada
por los consejeros de Bush,
quienes colocaron a Quayle en
el trasfondo del debate.
Desde el comienzo, Dukakis
procuró dirigir una campaña
positiva orientada hacia los
temas electorales, que hiciera
hincapié en su capacidad y
competencia
como
administrador para resolver los
problemas principales. Sin
embargo, él no logró establecer
la agenda de la campaña,
dejando esto a los consultores
de los medios de comunicación
de Bush. Posiblemente, el
mayor desatino de la campaña
de Dukakis fue su rechazo a
responder enérgicamente a la
difamación sistemática por
parte de su rival, de sus
antecedentes como liberal,
débil
frente
al
crimen,
antipatriótico y derrochador.
En pocas palabras, un "futuro
presidente "que revertiría la
"Revolución"
Reagan.
Dukakis
junto
con
sus
asistentes cercanos, no captó
sino hasta los últimos días de
la campaña, la fuerza y la
potencia de los ataques de
Bush.
Aún
más,
los
funcionarios de la campaña
demócrata, en su mayoría
provenientes de Massachussets
y
de Harvard-MIT eran
relativamente
neófitos
en
cuanto a campañas nacionales,
y
sus
esfuerzos
organizacionales
y
de
comunicación, inferiores a
aquellos del campo opositor.
Tal como lo sugirió un asistente
cercano
al
candidato
demócrata "lo breve y lo
senillo del asunto es que el
campo de Bush implementó
25. Tomado de la encuesta de la
cadena CBS sobre la que informo el New
York Times, Noviembre 9, 1988.
una mejor campaña 26
de lo que
nosotros lo hicimos" Dukakis
también se distanció de Jesse
Jackson tratándolo como un
estorbo y después del rol de
alto perfil que Jackson tuvo
durante
la
Convención
Demócrata,
rehusó
la
posibilidad de involucrarlo a
él o a su causa populista dentro
de la campaña. Solo hasta los
últimos días de la contienda,
Dukakis cambió su estrategia,
contra-atacando la campaña de
comunicación de Bush y
tachándola de injusta y de
racista, abrazando la causa
populista
de
Jackson
y
declarando que se sentía
orgulloso de ser calificado
como un liberal en la línea de
Franklin Roosevelt, y John
Kennedy. Este último cambio
fue efectivo en la medida en
que pudo reducir la distancia
que le llevaba Bush en las
encuestas27. Pero tal como lo
anotó el encargado principal de
las encuestas de Bush, "el
desafío ante el cual se
encontraba Dukakis era bien
desalentador porque tenía que
lograr que pasaran muchas
cosas, en muchos lugares, a un
mismo tiempo” 28.
Resumiendo, la campaña
presidencial dejó al público
estadounidense
con
una
sensación de desilusión en
torno al proceso electoral,
empezando
por
su
superficialidad en cuanto a los
temas electorales; descontento
con las opciones que les
fueron presentadas y con el
énfasis negativo dado a las
campañas de comunicación, en
particular por parte de la gente
de Bush. John B. Dakes
escribió "jamás en este siglo,
había habido una campaña de
difamación personal a nivel
presidencial"29. La contienda
electoral no produjo imágenes
claras para el electorado en
26. Ibid., Noviembre 12, 1988.
27. Time.
28. New York Times, Noviembre 7,
1988.
29. Ibid., Noviembre 5, 1988.
en cuanto a cómo se
comportarían
como
presidentes.
0
más
concretamente,
sobre
los
programas que seguirían, de
ser elegidos. La campaña según
el
conocido
científico
político,
Robert
Dahl,
"representa
una
verdadera
pérdida del control sobre el
proceso de gobierno. La gente
no controla más las cuestiones
principales de política"30. A
pesar de los cientos de trabajos
sobre los temas electorales y de
las miles de horas utilizadas en
el sendero de la campaña, no
se tiene muy en claro lo que
George Bush sostiene y hacia
dónde va. De acuerdo al
historiador Garry Willis, "su
mandato (el de Bush) significa
ignorar las amenazas a nuestra
economía, mantener el legado
de Reagan de let's preterid y
servir de figurón de lo que
América se ha convertido: un
imperio asustado que esconde
los problemas a sí mismo"31. La
campaña fue en particular
divisiva, dando aliciente a
enconos Inter. partidistas,
profundizando
en
las
hendiduras socioeconómicas y
promoviendo
tensiones
raciales. A pesar de que
Michael Dukakis ganó la
batalla en relación con el alto
calibre de su campaña, perdió
la guerra con Bush quien
cosechó pocos elogios por los
estándares éticos que utilizó
en su camino hacia la Casa
Blanca.
La Presidencia de Bush
Independientemente de que
George Bush emerja en la
presidencia, sea el peleador, el
conflictivo,
el
reaganista
ideológico de la campaña, o el
moderado conciliador, o el
pragmático republicano de una
era anterior, Bush se enfrentará
con
una
multitud
de
problemas, con poco apoyo
político en el Congreso para
abordarlos, y con un carisma
insuficiente para llevar su
caso ante el público norte-
americano con la efectividad
del "Gran Comunicador". El
legado de Reagan de una deuda
nacional
astronómica,
presupuestos desequilibrados,
impuestos bajos, desajustes
comerciales, pobreza creciente,
y descontento de la clase
media, no auguran lo mejor
para la continuidad de una
hegemonía republicana. "En
razón
del
endeudamiento
externo, Reagan fue capaz de
darle a los americanos,
oportunidad para gastar más
de lo que ganaban y eso les
gustó. Bajo Mr. Bush tendrán
que ganar más de los que
gasta, y eso no les va a
gustar"32. Teniendo en cuenta
que el índice de miseria es el
más bajo en más de una década,
y la presencia de agudos
problemas socio-económicos,
casi nada de lo que el
presidente haga respecto de la
economía lo podrá volver
popular,
viéndose
posiblemente con la necesidad
de dirigirse hacia el área de los
asuntos exteriores con el fin
de elevar su popularidad. El
éxito de su administración
dependerá en buena parte, de
su habilidad para trabajar con
un Congreso hostil de mayoría
demócrata.
Pocos esperan que George
Bush brille como presidente
en razón de su intelecto; más
bien, su mejor opción está en
su larga (aunque menos que
estelar)
trayectoria
como
político
pragmático,
un
hombre
sin
creencias
ideológicas rígidas que se
adapta a las exigencias del
momento para lograr una
victoria.
Bush
reflejará,
inevitablemente, las tensiones
que emanarán de los conflictos
entre Bush, el de la campaña, y
Bush
el
presidente;
en
particular
durante
las
primeras
fases
de
su
administración cuando le será
especialmente difícil aumentar
impuestos o negociar con el
gobierno sandinista. El "gentil"
George Bush bien puede pre
30. Ibid., Noviembre 10, 1988.
32. The Economist.
31. Time, p. 29.
dominar; es decir un Bush que
elimine los ángulos ásperos
de la "Revolución" Reagan,
obviamente sin decirlo en
público,
y
confiando
principalmente en lo que
aparentemente es un grupo
pragmático
y
altamente
competente de funcionarios de
gabinete y de asesores. Que él
pueda ser capaz de dirigir al
público y a las élites de la
sociedad estadounidense a un
replanteamiento del rol de los
Estados Unidos en los asuntos
mundiales en el contexto de
una hegemonía en declive, así
como de mostrarse resuelto
—o por lo menos dar marcha
atrás— en cuanto a las
tendencias acuciantes de índole
económica y social, parecería,
por lo menos, problemático.
Sección: Documentos
La Concertación: Un
Instrumento para la
Profundización de la
Democracia*
Los mandatarios de los países que conforman el
Mecanismo Permanente de Consulta y Concertación,
nos hemos reunido para renovar nuestra voluntad
política y ahondar el compromiso con la paz, el
desarrollo y la democracia de América Latina. La
combinación de realismo, flexibilidad y decisión
política, que ha caracterizado al proceso de
concertación, arroja hoy un balance altamente
satisfactorio.
La amplia convergencia de intereses y opiniones,
y el ánimo franco de integración, otorgan a este
nuevo encuentro validez y sobre todo, vigencia
futura para el Grupo. La respuesta de la gran mayoría
de los países de la comunidad internacional ha sido
la de reconocernos el carácter de interlocutores
válidos para la discusión de los grandes desafíos
políticos y económicos que en el momento han
adquirido trascendencia.
Logros que alimentan la esperanza
A comienzos del decenio de tos ochenta, América
Latina se encontraba golpeada por fuerzas adversas
en todos los órdenes. El regreso a la democracia en
muchos de los países de la región, estaba amenazado
por la profundidad de la crisis. Las dificultades se
hacían aún más pronunciadas ante la realidad de un
desmoronamiento de los instrumentos tradicionales
de acción multilateral y ante la deserción política
que se presentó en los distintos escenarios de
integración regional y sub-regional.
*Discurso del Dr. Virgilio Barco, Presidente de la República de
Colombia, pronunciado en la ceremonia de apertura de la Segunda
Reunión de Presidentes del Grupo de los Ocho, celebrada el 27 de
Octubre de 1988, en Punta del Este (Uruguay).
La acción del "Grupo de los Ocho" ha
contribuido, con hechos, a afianzar el proceso de
democratización y a renovar la cooperación
regional. No se puede decir que todas las
dificultades que existían al