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Esto solo lo arreglamos entre todos...
siendo más competitivos
Miguel Ángel Robles
Director General
Interban Network
Sería descabellado pensar que la clase política y la sociedad civil no tienen la voluntad de
arreglar la actual situación por la que está pasando el empleo y la economía de nuestro país.
Quizás lo que se podría poner más en duda no son las voluntades, sino los compromisos, esos
que debemos tomar todos para de verdad arreglar esta situación. Tomando como referencia
otra buena campaña de comunicación, no es lo mismo tener que ser. Hasta ahora hemos
verdadera solución estará en
Ser competitivos en la actual economía globalizada no es una opción, es una necesidad. Todos
los países ya sean de economías emergentes o desarrolladas pueden ocupar fácilmente
cualquier mercado. La supresión de barreras proteccionistas nos ha llevado a una situación en
la que los mercados internos pueden ser atacados desde el exterior y en los mercados
internacionales, cualquiera puede acudir igual que nosotros. Este proceso que se ha
desarrollado a una velocidad vertiginosa, si lo comparamos con otros importantes cambios en
la historia de la economía, estuvo en principio promovido por las grandes economías
occidentales, cogiendo con el paso cambiado a otras economías de occidente, menos
industrializadas y con poco desarrollo tecnológico, como es la española.
En las últimas décadas, hemos basado la economía de nuestro país en dos factores, el
negocio inmobiliario y el turismo, que precisaban de una mano de obra intensiva y
animaban la demanda interna y el consumo. En estos dos sectores éramos competitivos con
referencia a los mercados internacionales. En el inmobiliario, como uno de los principales
destinos de inversión de segunda residencia de la clase media europea, gracias a unos precios
acordes a la calidad tanto en los inmuebles como en los servicios que se ofrecían en nuestro
país. Y en el turístico, basado en un equilibrio entre la calidad y el precio en estas últimas
décadas, que se vio además acompasado con mejoras en el transporte aéreo, ferroviario y la
red de carreteras.
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Éramos competitivos hasta que se produjo el oom inmobiliario , generalizándose una subida
del precio de la vivienda que nos dejó fuera del marco de la competitividad, subida de precios
que rápidamente migró a los servicios, incluidos los hoteleros y el transporte de pasajeros,
equiparándonos con otros destinos turísticos europeos e internacionales con los que
competíamos.
Para arreglar algo, lo primero es identificarlo, lo que algunos
denominarlo falta de competitividad, que ya existía desde hace décadas en los sectores
industriales, y que ahora también nos afecta a los distintos sectores de servicios tan
dependientes del turismo y la promoción inmobiliaria.
Cuando hablamos de quién debe arreglar esta falta de competitividad, la respuesta es
los individuos, las empresas y el Estado, trabajando los tres en la misma dirección para ser
más competitivos.
Ahora, los gobernantes ponen énfasis en la necesidad de que nuestras empresas sean
competitivas, y así debe ser, pero no podemos olvidar que la sociedad y los gobiernos en
todas sus formas de administración, también deben ser competitivas.
En el primero de estos colectivos, el factor competitividad entre las personas está en horas
bajas. Hemos fomentado generaciones conformistas, dejando la competitividad únicamente
para aspectos deportivos, favoreciendo una mal entendida igualdad entre los individuos,
generando grandes clases medias en las que existan pocos factores diferenciales en las
personas. El enfoque de igualdad entre las personas es bueno en sí mismo, lo malo es
cuando ésta se busca por medio de subvenciones, subsidios y discriminaciones
positivas.
Desde la educación hasta el desarrollo de responsabilidades laborales, un exceso de
proteccionismo a los débiles ha mermado el factor competitividad. Un exceso de
oportunidades a los que dedican un menor esfuerzo a los estudios, ha desmotivado a los
estudiosos, penalizando la competitividad. Un régimen de compensaciones económicas
a los que no trabajan, a modo de subsidios, ha desmotivado a estos mismos y a los que
trabajan, influyendo negativamente en su competitividad, pues su esfuerzo no se ve
premiado. Las ayudas por sorteo para la compra de vivienda a las rentas más bajas, dando
acceso a una vivienda protegida digna, que en muchos casos cuya calidad es mejor que la de
la vivienda libre, a la que otro con más esfuerzo y trabajo ha podido acceder, desfavorecen la
competitividad. Como estos, otros muchos ejemplos ponen en evidencia que fomentar la
competitividad no ha sido una gran preocupación de la política.
Cuando nos enfrentamos a escenarios competitivos, como son los deportivos, vemos un
comportamiento muy distinto de los nuestros, tanto en deportes individuales como en equipo.
No podemos decir por tanto que el carácter latino o el español, no sea competitivo,
cuando éste se fomenta. Competir en cualquier aspecto de la vida, de una forma limpia, sin
trampas y en igualdad de condiciones, no debe ser algo penado socialmente.
En este marco en el que hoy en día se mueve la sociedad y los individuos que la componen,
parece difícil que estos mimos rijan empresas y Administraciones Públicas con un carácter de
competitividad. Las Administraciones Públicas deben tener una concienciación especial,
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tanto para ser competitivas en sí mismas, como para legislar hacia el fomento de la
competitividad en la sociedad civil y las empresas. Dando ejemplo serían mucho más creíbles
en sus mensajes de fomento de la competitividad, y estas Administraciones tienen mucho que
hacer para que su productividad y eficiencia sea modelo.
Si analizamos el factor competitividad en las empresas, que es en lo que podemos incidir los
directivos, parece que aquí todo es más fácil. Los
mercados suelen dictar sentencia, si no eres
competitivo mueres, y sólo por el intervencionismo
del estado en los mismos, aquel que no es
competitivo en la economía globalizada es capaz
de sobrevivir.
Ahora más que nunca, los responsables de las
empresas y sus trabajadores deben darse cuenta
que sin ser competitivos tenemos los días
contados. Las empresas deben luchar contra esa
pinza, que la falta de competitividad en la
sociedad y en la Administración Pública le realiza,
procurando que estos factores alteren lo menos
posible la propia competitividad de las empresas.
Para ser más competitivos debemos fijar una serie de objetivos principales, dando en cada
empresa, por su propia posición en mercado, el peso oportuno a cada una de ellos.
a) Mejorar la productividad
b) Acceder mejor a los mercados
c) Reducir los costes
Para poder realizar cualquiera de estas tres acciones básicas contamos con distintas
herramientas que nos ayudarán a conseguir estos objetivos.
a) Tecnológicas, tanto de la Información y las Comunicaciones, como aquellas aplicables a la
mejora de la producción.
b) Formativas, en Técnicas de Gestión y para la capacitación y reciclaje profesional de
nuestros recursos.
c) Financieras, para poder acometer las transformaciones necesarias para conseguir los
objetivos.
Como en cualquier proceso empresarial, ser competitivos pasa principalmente por la
implicación de nuestro capital humano. Ellos serán los verdaderos protagonistas de este
proceso. Dotando de las herramientas necesarias a nuestro capital humano, teniendo como
meta los objetivos planteados, podemos ir acometiendo los cambios necesarios para ser más
competitivos. Cada empresa, cada sector, deberá de dar su matiz y poner sus esfuerzos en
alguno de los siguientes aspectos de cambio o innovación que de verdad mejoren su
competitividad.
- Optimización de los Procesos: tanto en aspectos productivos, comerciales o
administrativos debemos implementar las tecnologías de las que hoy disponemos para
optimizar nuestros procesos. Debemos formar a nuestros equipos en estas tecnologías, que
nos ayudarán a mejorar la productividad, reducir costes, y aquellas destinadas a mejorar las
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relaciones con nuestros clientes y a la prospección comercial, que nos facilitarán un mejor
acceso a los mercados. Eliminar la burocracia debe ser una prioridad.
- Cambios en los Modelos de Gestión y su Control: desde un punto de vista formativo
debemos adquirir el conocimiento necesario para adoptar los mejores modelos de gestión de
nuestros negocios, y dotar de las herramientas tecnológicas necesarias para poder medir todos
los parámetros que influyen en nuestra competitividad, controlando y tomando decisiones
basadas en conocimiento. El control de gestión en las empresas nos hará ganar eficiencia.
- Optimizar el conocimiento de nuestros clientes y el mercado: para ser más competitivos
debemos conocer mejor a nuestros clientes y el mercado en el que nos encontramos. Una
apropiada información bien gestionada nos puede ayudar a acceder con menos coste y de
forma más rentable al negocio. Los sistemas de información aplicándolos al marketing y las
ventas son herramientas claves para vender más y mejor.
- Cambios en nuestros modelos y sistemas de comercialización: utilizar las herramientas
que nos ofrecen las nuevas tecnologías para la comercialización de nuestros productos y
servicios, así como para la publicidad y el marketing puede ser determinante en la mejora de
nuestro rendimiento comercial y minimizar los costes. Salir al exterior buscando nuevos
mercados pasa por una mejor formación de nuestros directivos y empleados, desde algo tan
básico como los idiomas a un conocimiento de la gestión de las relaciones comerciales
internacionales necesarias para esta opción de crecimiento y competitividad.
- Optimizar la productividad de nuestros Recursos Humanos: debemos dedicar la atención
necesaria a la formación y el reciclaje de nuestro personal. Si sólo planteamos la mejora de la
productividad por la disminución de los costes en Recursos Humanos, es fácil que nos
equivoquemos. Un fomento de la propia competitividad dentro de nuestras empresas, y saber
premiar a aquellos que son más productivos, así como trabajar la motivación de nuestros
Recursos Humanos serán medidas más efectivas. Si nos comprometemos con ellos, ellos se
comprometerán con nosotros, para ser más competitivos necesitamos del apoyo de todos los
que formamos una empresa.
El camino para ser competitivos no será fácil. Todos deberemos poner nuestro grano de arena,
directivos, trabajadores y Administraciones Públicas, para que recuperemos la senda del
crecimiento y no sigamos destruyendo empleo. Tenemos que realizar un proceso de cambio
profundo en nuestro modelo económico. La innovación, una nueva industrialización que camine
hacia la sostenibilidad y las energías renovables serán fundamentales, pero todo aquello que
emprendamos deberá además ser competitivo. Si no, esto no tendrá solución.
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