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Situación actual y perspectivas de la economía mexicana Carlos Tello* Muy buenas tardes, es para mi siempre un privilegio estar aquí en Hermosillo en El Colegio de Sonora, le agradezco mucho esta oportunidad que se me ha ofrecido para charlar con ustedes en temas que a mi juicio pueden ser interesantes para todos, y sobre los cuales todos también tenemos opinión. Voy a leer parte de un documento que en el cual estoy trabajando pero que habla sobre el tema. De acuerdo con la información disponible no hubo crecimiento económico en México en 2001, en realidad el PIB en términos reales cayó en algo menos del 0.5%, para este año si todo marcha bien, el crecimiento del producto será de alrededor de 1 % en términos reales y el que ahora nos anuncian que se proyecta para el próximo año, tan sólo con un crecimiento del 3%, no será suficiente para compensar la caída de los dos primeros años del gobierno del presidente Fox. De ser este el caso, el producto por persona habrá descendido a finales de 2001 en 2% para mantenerse en ese nivel a final de este año y de esta manera el producto por persona en diciembre de 2002, será similar al que México alcanzó en 1981, pero más de veinte años después, dos décadas perdidas, en términos de crecimiento no le ha ido bien a la economía mexicana sobre todo si se le compara con lo que sucedió en otras épocas. Entre 1935 y 1981, el producto se expandió a un ritmo anual de 6.5% al año y el ingreso por persona lo hizo a un ritmo anual de 3% en cambio, en los últimos veinte años a partir de 1982 el producto creció a una tasa media anual de tan sólo 2%, lo que entraña un estancamiento en el crecimiento del producto por persona. En estos últimos veinte años de intensa globalización, México se caracteriza por su insuficiente dinamismo, en la actualidad el tamaño de la economía mexicana es apenas una vez y media más del que tenía en 1980, en cambio el de la economía de China es de más de seis veces, el de Tailandia, Corea y el de Chile en más de tres veces. El de EU de América es dos veces más grande que el que tenía hace veinte años. Por lo que hace la formación de capital se observa el mismo fenómeno, los resultados están a la vista, no hay crecimiento, en la nueva inversión privada no ha sustituido a la que dejó de llevar a cabo el sector público, ni en monto ni en destino, por su parte en esas dos décadas del siglo pasado la distribución del ingreso entre los hogares se mantuvo en extremo desigual, de hecho entre 1980 y el último año del siglo XX , se dio una redistribución del ingreso que sólo benefició a la cúspide de la sociedad, entre 1980 y 2000 el 10% de los hogares más ricos vio aumentada su participación en el ingreso en más de tres puntos porcentuales concentrando ese 10% de los más ricos en el año 2000 el 40% del ingreso y , el 3% de los más ricos concentra en 2000 el 25% del ingreso en cambio, el 60% más pobre disminuyó su participación en el ingreso en más de dos puntos porcentuales recibiendo ese 60% de la población más pobre tan sólo el 25% del ingreso. En éstas condic iones el gobierno del presidente Fox, probablemente llegará al decisivo año electoral de 2003 con una economía aletargada donde los rezagos sociales acumulados durante largos años de crisis y ajuste se añadirían a los estragos en el empleo y en el ingreso, hay indicios claros de que los daños sociales en el empleo y en el ingreso producen los descensos económicos no se ven compensados en la misma proporción cuando la economía se recupera, “comiendo dos veces mañana no compenso haber dejado de comer hoy.” Estos escenarios estancamiento económico y creciente desigualdad deben llevar a revisar y a revisar sin concesiones la economía política que resultó del cambio estructural de las décadas de los años ochenta y noventa a la vista de los desafíos que sus resultados le plantean hoy a la motivación política democrática, también deben llevar a precisar una nueva agenda para el desarrollo económico y social y definir un nuevo camino para la marcha de la economía nacional. Bajo el espíritu de lo que más tarde se llamó el consenso de Washington, yo lo llamaría en realidad el consenso de Wal Street, se inició en México y en muchos otros países un amplio programa de cambio estructural que incluyó entre las más importantes las siguientes reformas: la liberalización de l comercio con el exterior, la reforma fiscal, las privatizaciones, la reforma financiera y la desregulación. Los objetivos declarados de éstas reformas era la creación de las condiciones institucionales y de mercado, para un mayor crecimiento económico con suficiente creación de empleos mejor remunerados y una mayor equidad social. Se trataba de reducir la intervención estatal, disminuir las distorsiones e imprimir mayor eficiencia y mecanismos de mercado en el que hacer económico y ello se hizo con una rapidez sorprendente, velocidad y profundidad fueron sin dudas las características fundamentales del proceso del cambio estructural que se puso en marcha en México a partir de 1982. Sin embargo, a veinte años de la puesta en práctica de las reformas más importantes, los resultados en términos de sus objetivos iniciales no parecen ser muy alentadores, ni tuvieron con mucho éxito el esperado. Desde luego que como ya se ha dicho, el crecimiento de la economía nacional no fue el que se esperaba y la distribución del ingreso fue crecientemente desigual a pesar de la reanimación del producto en algunos años, sobre todo los últimos a finales del siglo pasado, el producto por habitante, medido en dólares constantes es en la actualidad el equivalente al 23% del que tiene los EUA, brecha casi ocho puntos más amplia que la existía en 1981 y similar a la de hace cincuenta años. En pocos años, la economía mexicana pasó de ser una economía muy cerrada a una de las más abiertas al comercio y la inversión foránea, la ingerencia del sector público en la economía cambió drásticamente como lo muestra la caída del gasto público como proporción del producto, el achicamiento del sector paraestatal y el desplazamiento de la intervención estatal a favor del mercado en la determinación de los precios claves como la tasa de interés, el tipo de cambio nominal y los precios de los insumos básicos. En esta línea, el retraimiento del estado de la esfera productiva se acompañó del abandono de prácticas tradicionales de subsidio y fomento sectorial con el mercado actuante durante este prolongado estancamiento económico del producto por habitante se sucedieron serias inestabilidades en los distintos mercados, mercados que son fundamentales para el desarrollo nacional. En el mercado de mercancías y servicios, entre 1982 y 1995 la tasa media de crecimiento de los precios fue de más de 55% al año y, de 1996 a 2001 de alrededor de 15% al año, tan sólo en cuatro de esos años 1993, 1994, 2000 y 2001 la inflación fue de un sólo dígito, hubo otros años, varios, en este período en que la inflación fue de más del 100%, esta inestabilidad en el mercado de las mercancías y de los servicios nunca se había visto antes tan aguda como se vio en los últimos veinte años. También hubo inestabilidad en el me rcado de dinero, las tasas de interés en período 822001 promediaron un nivel inusitado, más del 40% al año que en algunos años superaron el 100% hoy en día la tasa de interés activa es algo menor de alrededor de 35, 40% pero no se presta mucho dinero. También hubo inestabilidad en estos años de reforma estructural en el mercado de divisas, al final de 1981 el tipo de cambio era alrededor de 26 pesos por dólar estadounidense y en la actualidad es de cerca o a veces superior a los diez pesos por dólar, eso es en tan sólo 20 años el tipo de cambio del peso respecto al dólar, aumento más de 370 veces, en cambio, entre 1950 y 1981, sólo lo hizo en un poco más de cinco veces. A esta serias inestabilidades en los diferentes mercados se vino a sumar una conside rable deuda externa del país con su enorme y muy pesada carga financiera a finales de 1981 el saldo de la deuda externa total fue de alrededor de 78 mil millones de dólares, en la actualidad es de más de 175 mil millones de dólares, es cierto que como porcentaje del producto la deuda externa ha disminuido, en la actualidad es de alrededor del 35% mientras que era de un poco más del 40% hace veinte años, con todo entre 1982 y 2001, se han pagado 210 mil millones, lo repito porque es difícil de imaginarse, se han pagado 210 mil millones de dólares tan sólo por concepto de intereses, el triple del saldo de la deuda que teníamos en 1981. Estancamiento económico, desigualdad en la distribución del ingreso, mayor pobreza, inestabilidad en los distintos mercados, sangría de divisas por la vía del pago de los intereses de la deuda junto con un salario mínimo decreciente y un empleo informal de alrededor del 50% de las personas que trabajan son algunos de los resultados de todos estos años de ajuste estructural puesto en práctica a partir de 1982 y continuado con mayor severidad, nos lo acaba de informar el presidente con su presupuesto hasta la fecha. Veamos algunos de los resultados específicos de las reformas estructurales: liberalización del comercio, después del ingreso de México al GATT en la reducción de algunas barreras comerciales, el país llevó a cabo diversas negociaciones con sus principales socios comerciales, se firmaron distintos acuerdos y hoy los tenemos con muchos y muy variados países incluyendo de sde luego el Tratado de Libre Comercio y el recientemente firmado y concluido con la Unión Europea. Esta apertura ha traído resultados ambiguos, en algunos casos las ramas de actividad aumento la eficiencia y la competitividad a la planta productiva y se logró que las exportaciones crecieron, caso típico sería la cerveza y el cemento, en otras también aumentaron las exportaciones pero para lograrlo crecieron más aprisa las importaciones es el caso de la industria automotriz. En otros casos la planta productiva no estuvo a la altura de las circunstancias y muchas empresas quebraron o simplemente desaparecieron al no poder competir con las mercancías importadas, de manera más específica tendríamos lo siguiente: las exportaciones tuvieron un crecimiento acelerado en 1982 la exportación total fue de 24 mil millones de dólares y en el año 2000 fueron de más de 166 mil millones de dólares somos en la actualidad el séptimo país exportador del mundo es decir, las exportaciones en México se multiplicaron casi 7 veces y de representar tan solo el 8 % del producto en 80, ya para el 2000 representaron más de 34%. También cambió la composición de las exportaciones, mientras que en 1982 el 50% de la exportación era petrolera ya para 2000 tan solo lo era el10% en cambio las manufacturas pasaron de representar el 20 en 82 y un poco más del 40% en el 2000. Lo que más rápidamente creció sin embargo fue la actividad de la maquila, de representar el 10% del total de la exportación hace veinte años, ahora representa casi el 45% , de esos 160 mil millones de dólares de exportación, 80 mil son de exportaciones de maquila, esto último en realidad más que reflejar la eficiencia productiva y competitividad es el resultado de los relativamente hablando bajos salarios que se pagan en el país, la maquila en la práctica es una forma de exportar mano de obra sin que esta salga del país, en el fondo no deja de ser dramática la forma en la que se compite en el mundo para atraer maquila quien paga menos salarios. Frente a estos beneficios y crecimientos de la exportación habría algo también resultado de la apertura y que no lo es tan favorable, estos crecientes volúmenes de exportación no se dieron acompañados por crecientes niveles de inversión y por tanto de empleo, por el contrario, la formación bruta de capital que de 1950 - 1982 anduvo en torno al 22% del producto en algunos periodos fue de más del 25 apenas ha estado fluctuando en torno al 15% en los últimos veinte años, además en el proceso de expansión de las exportaciones se ha dado una excesiva penetración de las importaciones, en 1982 la importación total fue de 17 mil millones de dólares y en 2000 fueron 175 mil, es decir, se multiplicaron diez veces algo más de la multiplicación que se dio en las exportaciones y en las manufacturas el coeficiente de penetración importaciones sobre producción bruta manufacturera, pasó en ese lapso de alrededor de 15 al 52% así la escasa inversión ha propiciado que la dependencia de insumos importados ya no sea exclusiva de la maquila pues también la manufactura tradicional emplea un número cada vez mayor de insumos extranjeros, finalmente los efectos dinámicos de la apertura comercial fueron beneficiados magnificados por el extraordinario ciclo de crecimiento de los EUA con quien tenemos 4/5 partes de nuestro intercambio. Sí, las importaciones se convirtieron en un importante motor de crecimiento económico en el país, pero también se convirtieron en una importante elemento de trasmisión del ciclo estadounidense, la considerable y creciente dependencia en la importación para generar exportaciones la también creciente dependencia del comercio exterior de México en la economía norteamericana, la significativa participación de la maquila en el total de las exportaciones y la relativamente alta carga financiera que significa descansar en parte en el capital extranjero para nuestro desarrollo, hacen que nuestra balanza de pagos sea hoy particularmente frágil. Con la preeminencia del objetivo de abatir la inflación a cualquier costo, las autoridades siguen usando la política cambiaria como ancla antiinflacionaria, y a la reevaluación repetitiva de la paridad peso–dólar, hoy en día según el año que se tome en contraste la paridad cambiaria parece estar sobrevaluada entre el 20 y el 30% lo que recuerda los últimos meses del año de 1994. La política de estabilización de precios a corto plazo ha estado en senda colisión con la estrategia de crecimiento hacia fuera, al restar artificialmente competitividad al grueso de los productores nacionales afuera y dentro del país. La abrupta apertura externa sin programas atenuadores de reconversión o modernización del grueso de los productores naciones rompió buena parte de los encadenamientos industriales e indujo una alta propensión a importar, la elasticidad ingreso de las compras externas se sitúa hoy en día en más de tres, hay acuerdo técnico en que los mecanismos de mercado no crean por sí mismo economías externas que se difundan desde la exportación a otros segmentos de las economías de ahí la necesidad de instaurar estrategias e instituciones de fomento que satisfagan ese objetivo, su ausencia crea la imposibilidad que hemos visto de usar políticas contra cíclicas como las instrumentadas en otras partes del mundo y la necesidad de adoptar restricciones monetarias y fiscales que ahondan el impacto depresivo de la caída de las exportaciones, tenemos el presupuesto al próximo año una vez más. En conjunto también se ha exagerado el papel positivo de la inversión extranjera, en los hechos, ha creado poco empleo, y pocas externalidades positivas que se difundan en el aparato productivo o que integran a la economía nacional a redes trasnacionales sólidas, su impacto en elevar la inversión nacional es poco y tiende a sustituir o desplazar el ahorro nacional, en cambio acrecientan la vulnerabilidad de las oscilaciones y contagios característicos de los flujos de los mercados internacionales de capitales en particular los de corto plazo, una fracción demasiado grande de esa fuente de capitalización, la inversión extranjera, se ha dirigido a sectores productivos de bienes no comerciales, banca, seguros, afores, comunicaciones, comercio interior, las cadenas de autoservicio, salvo la industria automotriz y la maquila poco ha servido para integrar al país a las redes transnacionalizadas de producción y comercio y aun en este caso es magno el esfuerzo hacia la fabricación de partes y componentes de origen nacional aparte de que utilizan preferentemente mano de obra no calificada, es decir, no son actividades propicias a crear ventajas comparativas dinámicas basadas en el aprendizaje y el conocimiento. La segunda reforma a las reformas fiscales, la reforma fiscal puesta en marcha a partir de 1982 fue efectiva en lograr la reducción del déficit fiscal a niveles internacionales, de un déficit financiero mayor al 15% del producto en el 82 se ha pasado en los últimos 10 años a uno que ha oscilado en torno al 3% y ahora es inclusive en estos últimos cuatro años inferior al 1% en el 2001 tan solo fue de 0.7, pero esto se ha logrado con una drástica reducción del gasto público, hace veinte años que el gasto programable del sector público era de cerca del 43% del producto y desde hace doce años se ha mantenido estancado entorno al 20%, después de representar el 42% del total de la formación del capital en 1982, en 2001, la inversión pública tan sólo representa el 15. La caída en la inversión pública no se ha visto compensada por el incremento en la privada, por su parte la reforma tributaria ha tenido los siguientes resultados: en los primeros años de la reforma la carga tributaria se mantiene estable alrededor del 10 ,11% del producto, es decir por debajo del promedio regional. La participación de los ingresos no petroleros en los ingresos presupuestarios del gobierno federal se redujo a partir de la introducción de las reformas lo que significa que las reformas no ayudaron a resolver el problema de la fuerte dependencia petrolera de los ingresos fiscales, la aportación de los ingresos petroleros fue en promedio en los últimos años, similar a la que fue en 1980–1982 y en la actualidad los impuestos al petróleo representan cerca del 43% de los ingresos tributarios del gobierno federal. La ampliación de la base gravable no fue suficiente para compensar la reducción de las tasas marginales del impuesto sobre la renta, sobre todo a partir de 1995, y los impuestos directos se redujeron en cerca de dos puntos porcentuales del PIB en los últimos años. También se derogaron y se redujeron en algunos casos los impuestos al consumo lo que provocaron una reducción de cerca del 1% del producto, la recaudación por concepto del IVA en los últimos 10 años ha sido inferior en promedio en cerca de medio punto del PIB a la que se obtuvo en la década anterior, 1981–1990. En la actualidad con una tasa del 15% sólo se recaudan 2.7% del PIB una de las productividades más bajas en América Latina, puede decirse por tanto que las reformas emprendidas a partir de 1989 han afectado de manera significativa la capacidad recaudatoria del gobierno federal dificultando la solución del problema de la dependencia petrolera, ello sin duda ha impedido que se cumpla cabalmente con las obligaciones del estado, en materia de gasto social, educación, infraestructura, medio ambiente y que sobre todo, la política fiscal tenga un comportamiento pro cíclico y no estabilizador ante los choques externos, así con el afán declarado de sanear las finanzas públicas, reducir la presencia del estado en la economía nacional y lograr mayor eficiencia y honestidad en el manejo de las empresas, se proc edió a partir de 1983 eliminar el déficit fiscal y a la venta, transferencia, liquidación de cientos de empresas públicas. El programa de ajuste puesto en práctica trajo consigo una reducción sin precedentes en el déficit fiscal, la necesaria y muy conveniente disciplina fiscal tuvo por la forma de instrumentarse un alto e innecesario costo en términos de gasto público en desarrollo social y también un alto costo en términos de crecimiento de la economía. Aún más grave es el hecho que en la actualidad las finanzas públicas de México son, como lo es la balanza de pagos, sumamente frágil hay poco margen de maniobra la política fiscal sigue enfrentando escollos graves para cumplir sus tres funciones básicas: “abastecer de bienes públicos a la sociedad, contribuir a la equidad distributiva y apoyar las estrategias de estabilidad y crecimiento y cambio”. Las privatizaciones. A finales de 1982 el estado administraba más de 1,150 empresas de todo tipo que participan el 63 de las 73 ramas en que se clasificaba la actividad económica de México y contribuía directamente con cerca del 20% del producto y un poco más del 10% del empleo total. Esta intervención pública se observaba en ámbitos tan distintos como la industria siderúrgica, aerolíneas, teléfono, banca, bicicleta, salas de cine, cabarets, petróleo y muchas otras más, inclusive éramos dueños el sector público de un equipo de fútbol, era necesario sin duda racionalizar la participación del estado en la economía, privatizar algunas empresas y hacerlo con cierto criterio y no con el único criterio de privatizarlas tan solo porque eran propiedad del estado, “ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”. Con la privatización de las empresas públicas, lo que se puso en venta para beneficio de algunos particulares fue la riqueza de la nación que el estado administraba. En estos años se transitó en un esquema en donde las visibles manos del mercado buscaban ordenar el proceso de desarrollo en el país para dejarlo en buena medida en la supuestamente invisibles manos del mercado, lo que se pretendía lograr con la privatización sólo parcialmente se alcanzó en unos cuantos años de empresas públicas deliberadamente saneadas en lo productivo, en lo financiero y en lo laboral y luego vendidas a particulares entrar on en números rojos, las aerolíneas, otras que reportaban buenos resultados financieros los tuvieron aún mejor después de la privatización, gracias a la generosa para las empresas, políticas y tarifas que el gobierno autorizó, teléfonos de México, otras empresas simplemente desaparecieron al ser liquidadas algunas a la postre le resultaron muy costosas a la nación, los bancos, las autopistas, los ingenios, la siderurgia y una vez más las aerolíneas y en otros sus nuevos dirigentes particulares son prófugos de la justicia por el mal manejo que hicieron de las empresas, hay otras es cierto que operan de manera exitosa, pero también lo hacían cuando eran públicas. Los resultados de los procesos de desincorporación y concesiones arrojan también resultados mixtos en cuanto al comportamiento de la inversión y el crecimiento, casos exitosos de destacar por el fortalecimiento de la formación de capital, la mayor competitividad, el dinamismo de la producción son la telefonía, los puertos marítimos, la minería, en contraste las privatizaciones de la banca comercial, los fertilizantes, los ingenios, las aerolíneas etc., así como los programas de concesión de autopistas de aeropuertos ofrecen macros resultados. La experiencia mexicana con la privatización terminó con el mito–dogma de que el manejo privado de las cosas que de las empresas resulta por el solo hecho de serlas, eficiente, productivo y que lo que el estado hace en el terreno productivo y en el de las empresas es por definición ineficiente y corrupto por lo visto, que para mi es siempre el mejor argumento, este no fue el caso. Reforma financiera. La reforma financiera interna se realizó en dos etapas fácilmente diferenciadas por la cobertura, ritmo, profundidad y el cultivo de las reformas emprendidas. La primera de ellas, de las etapas tuvo como objetivo flexibilizar la estructura institucional del sistema financiero para adaptarlo a las nuevas condiciones internas, aceleración de la inflación, mayores necesidades financieras del sector público y también las condiciones externas, mayores tasas de interés y estancamiento inflacionario, pero sin modificar en esta primera etapa de manera importante el modo de operación de la política monetaria, por lo que hace instrumentos y objetivos, el objetivo central de las reformas en esta primera etapa fue evitar la erosión de la demanda de los activos bancarios sujetos a encaje legal, con el fin de que el financiamiento del sector público pudiera seguir financiando, las reformas se concentraron en dos campos específicos en esta primera etapa, la liberación de tasas de interés tanto activas como pasivas y la racionalización del sistema de encaje legal. La segunda etapa, en el proceso de liberación financiera, se caracterizó por la amplia cobertura de las reformas emprendidas , tasas de interés, encaje legal, crédito dirigido, privatización bancaria , regulación prudencial y supervisión, modificaciones a la banca de desarrollo y autonomía del banco central fueron las principales reformas introducidas, la velocidad y profundidad con que se aplicaron las reformas variaron según los campos, el desmantelamiento a los instrumentos de control directo, topes máximos, más tasas de interés, sistema de encaje legal, fue muy rápido y total. La privatización de la banca comercial se llevó a cabo en dos años, en el ámbito de la regulación prudencial las reformas fueron menos completas y profundas y los avances en materia de supervisión fueron francamente insuficientes, y ahí está la prueba con el FOBAPROA. La autonomía del Banco de México entró en vigor a principios de 1994, el sistema de control monetario por regulación directa dejó de existir a fines de 1991 para dar paso a una política de regulación monetaria indirecta por medio de las operaciones de mercado abierto y el anuncio explícito de límites al crédito interno del banco central, también se desmanteló el sistema de canalización obligatoria de fondos por medio de la banca comercial y de los fideicomisos del banco central. Se liberaron aún más las tasas de interés y se eliminaron subs idios, resulta claro que la secuencia de las reformas no fue la óptima, pues el fortalecimiento de la supervisión en la regulación prudencial se efectuó después de que se había procedido a la liberación de las tasas de interés y al desmantelamiento del sis tema de encaje legal. La reforma financiera interna se acompañó de la apertura al capital externo, por menos se llevó a la práctica la desregulación de la 1ED, posteriormente se dio la apertura a los mercados financieros a la inversión externa en cartera, las reformas a la política de IE contribuyeron al incremento de las corrientes de capital a partir de 1989, entre ese año 1989 y 2000 entraron a México más de 90 mil millones de dólares, cifra muy superior a la acumulada hasta fines de los años ochenta, pero en su carácter es esencialmente volátil. La reforma financiera sin el adecuado reforzamiento de la regulación y la supervisión influyó en la profundidad de la crisis bancaria de 1994–1995 es cierto que a partir de 86 se observa una recomposición de la cartera crediticia a favor del sector privado, sin embargo el crecimiento del crédito sin la adecuada regulación y supervisión llevó a una asignación más ineficiente de los recursos, el rescate bancario ya significa un costo superior a 20% del producto. La desregulación. La menor participación del estado mexicano en el ámbito económico durante los años de reforma se acompañó de un importante transformación del marco normativo interno que permitiera mantener el papel del gobierno como supervisor de las relaciones entre los agentes económicos a pesar de su retracción de las actividades productivas esta reforma no sólo se ha manifestado en la simplificación y eliminación de regulaciones económicas sino que en algunos casos ha sido necesario fortalecer el marco reglamentario para canalizar la competencia sobre todo en los sectores comprometidos en proceso de privatización donde el estado regulaba exclusivamente por medio de la propiedad de monopolio. A casi diez años de haberse intensificado el proceso de desregulación, los resultados también apuntan en direcciones encontradas, en algunos casos como el de las telecomunicaciones y en general las comunicaciones, los efectos positivos parecen superar con mucho los negativos, en otros casos, como la desregulación financiera los resultados son poco favorables, con todo aún falta un enorme trecho por cubrir en toda la práctica de desregulación. Fue lenta la acumulación de capital en los años de reforma estructurales, el crecimiento de la inversión ha agregado en los pasados veinte años, apenas promedia alrededor del 1.5% al año, lo que es terriblemente insuficiente para las necesidades del país, se apostó demasiado al mercado externo descuidando el interno hay razones económicas y sociales que sugieren que los procesos duraderos de acumulación de capital fijo son más realizables en economías cuyo mercado internos crecen y se fortalecen, en cuanto a las consideraciones económicas desde la perspectiva empresarial se aduce que la dependencia de las ventas y ganancias exclusivamente respecto al mercado externo constituye una opción arriesgada, máxime con la enorme volatilidad que pueden tener la economía internacional. Asimismo los márgenes de ganancia tienden a estar más presionados a los mercados externos que en el nacional en cuanto a la perspectiva social, el crecimiento robusto y equilibrado del mercado interno es garantía de estabilidad de las condiciones sociales. Ante la gran presión de demanda de trabajo se requiere un mercado interno muy dinámico. En resumen, el profundo cambio estructural de los últimos 22 años ha limitado el alcance de las políticas públicas para fomentar el desarrollo económico, es importante que se reconozcan las fallas en los procesos y en los resultados de la privatización de la liberalización, de la desregulación y el resto de las reformas ya que paradójicamente después de dos decenios de reformas la política macroeconómica no sólo se ha convertido en el amplificador de las fluctuaciones externas y los choques exógenos, sino que sobre todo, ha perdido enormes grados de libertad, aunque queda claro que no se puede ni se debe revertir la apertura comercial ni se puede esperar que el gobierno vuelva a adquirir el papel protagónico que tuvo, es necesario que atienda más eficazmente las tareas que aún le quedan pendientes, estas son las de siempre: el crecimiento económico y la justicia, la justicia social. Lo que el conjunto de ajustes y reformas emprendidas a partir de 1982, tampoco ha cabalmente definido con claridad a pesar de los ya veinte años que tiene, son sus reglas de funcionamiento y su práctica institucional, a pesar de que el viraje hacia la apertura comercial, la eliminación de subsidios y el mayor juego del mercado en la asignación de recursos no encontró al principio gran oposición de los beneficiarios del anterior esquema de protección y subvenciones, en la actualidad son menos sus adeptos y los reclamos de todo el mundo están a la orden del día. Cada día es más claro que el nuevo gobierno carece del mapa de alianzas necesario para sustentar un eficaz coalición de gobierno, aparte de que su perfil y discurso político administrativo sigue confuso y de que sus planteamientos de político-económicas siguen sometidos a la visión del corto plazo, por lo pronto el discurso hacendario y lo acabamos de ver, marca la pauta de la conducción pública de economía y nos dice más de los mismo, pero cada vez con menos, el presupuesto para 2003 disminuye en términos reales, los esperados círculos virtuosos entre la economía y la política que empezaron a asomarse a lo largo del año electoral mostraron pronto unas fisuras y precariedades y que no pueden atribuirse al cambio político pero que tampoco pueden subsanarse con base en el ímpetu o la voluntad despertada por dicho cambio. Menos aún puede esperarse que esas fallas vayan a ser dejadas atrás con el simple paso del tiempo o de modo natural o automático, la superación de estas brechas en realidad supone decisiones políticas y tiempos de espera que pueden afectar de nuevo la sintonía lograda entre la dolida economía y la vibrante política democrática que emergió en estos años. Lo que queda claro es que la sintonía de la economía mexicana con los vaivenes de la norteamericana, es cada día mayor y, que por tanto, la suerte del débil ha quedado atado a la suerte del fuerte sobre todo cuando de ciclos recesivos se trata, se trata de una especie de dependencia marginal que ya han estado en capacidad a la organización económica doméstica para absorber en alguna medida las caídas de la economía vecina. Hoy vivimos esto con enorme dramatismo y pesimismo, los temores de advertencias ominosas sobre el destino del empleo y bienestar que acompaña los anuncios oficiales sobre el rumbo de la economía y el recorte fiscal, no hacen sino reforzar este triste espectáculo de expectativas a la baja. Así han pesado más las insuficiencias del cambio estructural y las sinergias viejas y las nuevas una política económica organizable en torno a la concentración del poder y de la riqueza que las esperanzas y los ánimos levantados por la mudanza política. La coyuntura actual obliga a volver al examen de la composición del balance ofrecido porque lo que se ha prometido en materia económica y social no está asegurado, ni con mucho alcanzado. Sea cual sea la contabilidad que se use pronto se llega a una evidencia indiscutible, la salud fiscal de que se llegó a presumir dentro y fuera del país se debe en lo fundamental al petróleo y a una permanente contención preventiva del gasto público. Sabemos y hoy todos lo reconocemos que el país se enfrenta a una cuestión social acumulada de pobreza de masas y desigualdad extrema y que puede mostrarse que la atención que se le presta desde el estado es insuficiente, los aumentos del gasto social, por citar un caso que con frecuencia se cita, no ha pasado aún la prueba de una evaluación rigurosa en cuanto a su distribución y mucho menos a lo que toca la calidad de su ejercicio. La debilidad en la red de protección social en México adquiere su real proporción si además de la magnitud de la pobreza y la agudeza de la desigualdad se considera la precariedad observada en el empleo, el hecho abrumador de los cambios democráticos de las últimas décadas, estos permiten afirmar que México ha dejado de ser un país de niños, para convertirse cada vez más en uno de jóvenes adultos que buscan educación media y superior de empleo para afirmarse o formarse como tales, hoy puede decirse que este país joven es también una nación pobre para mediados de siglo educar México en otra ruta de evolución económica y social su tesitura será la de ser un país de adultos maduros viejos, pero igual o más pobre que ahora sin futuro. Tanto o más grave de lo descrito es lo que no es hecho en infraestructura física y humana, en comunicaciones, educación superior, capacitación laboral, ciencia, tecnología de cuya expansión depende en gran medida la expansión del conjunto de la economía a tasas que se requieren, en estos blancos prevalecen enormes lagunas que en algunos casos como el desarrollo tecnológico y la investigación científico, más que lagunas parecen fallas geológicas, los mencionados son faltantes mayores y nada contingente que la recesión y la manera adoptada para enfrentarla agravará estos desequilibrios reales, pesan más que los equilibrios financieros obtenidos, peso fuerte, baja inflación y atentan contra ellos, de no empezar a cubrirse pronto ponen en riesgo la calidad y la dinámica del desarrollo futuro. Terminó el siglo y también el ciclo de evolución social política que abrió la revolución mexicana, pero lo que hay que hacer para abrir paso a otro ciclo largo y generoso sigue delante de los días febriles de la democracia que se estrena y de la sociedad que la celebra, lo inmediato y lo urgente sofocan la reflexión sobre lo básico y oprime la visión del futur o, la suerte del desarrollo se juega en el largo plazo porque lo inmediato se imponen restricciones que parecen insuperables, para contra parafrasear a Keyness en países como México es en el corto plazo donde estamos muertos o casi. No se trata obviamente de volver al pasado, el pasado tiene la enorme ventaja de que ya pasó, se puede o no aprender de lo sucedido pero nada más, es inútil pensar que lo que ya fue pueda de vuelta ser, pero tampoco se trata de empeñarse en que se tiene la verdad, en que si se persevera por el sendero emprendido las cosas ahora si mejorarán en que el camino seleccionado a partir de 1982 es el único no lo es, tampoco es si más el adecuado, está lejos de serlo, ahí están los resultados. De lo que se trata es de buscar caminos y definir agendas, de convencer no se puede esperar ya mucho ya son muchos años sin buenos resultados, son varias las cuestiones que de entrada pueden ordenar la agenda, el papel del estado en la economía, la superación de la pobreza extrema y la reducción de los índices de desigualdad, el aprovechamiento nacional de la globalización de la que a un enorme costo ya formamos parte, el financiamiento del desarrollo, la conservación del medio ambiente y el arranque de un desarrollo sustentable compartido y finalmente la construcción más que la aplicación como dicen los impacientes de un estado de derecho, todo ello con el fin de combinar el crecimiento económico con la justicia todos estos propósitos pueden ser realidad solo al cabo de un largo lapso, pero se tiene que empezar ya para que ese plazo se cumpla la cuestión de la participación del estado en la economía no es de carácter cuantitativo. No se trata de más o menos estados o como vulgarmente se dice “estado obeso” versus “estado esbelto” lo que hay que precisar es que tipo de estado y cual debe ser su participación en la economía, el estado moderno se justifica en razón de sus fines y por el empleo del derecho para conseguirlos, las responsabilidades genéricas del estado son preservar la integridad territ orial defender la soberanía y garantizar la convivencia pacífica estableciendo un orden normativo y vigilando que esto se cumpla, esto es mucho. En México sin embargo, no se agota ahí la responsabilidad del estado, los derechos de los mexicanos contenidos en la constitución se agrupan en tres modalidades, los individuales, los ciudadanos y los sociales, similares a los de otras organizaciones políticas democráticas los derechos individuales y los ciudadanos no son novedosos, establecen las garantías de la integridad espiritual y física de las personas así como el ejercicio de la libertad y organizan el método para otorgar y ejercer el poder político, los derechos sociales en cambio si son novedosos y originales, al introducirlos en la constitución se establecieron las condiciones que permiten el ejercicio pleno de los derechos individuales y ciudadanos, mientras que las garantías individuales y ciudadanas son un derecho a que el estado lo haga, la garantía social es un derecho a los ciudadanos para que el Estado haga. El crecimiento y la diversificación de la economía se explica en buena medida a partir de la participación que el estado ha tenido en el proceso de desarrollo, reparto de tierra, construcción de obras de infraestructura, programas de salud, educación, etc., para continuar con el proceso de desarrollo se requiere de un estado que promueva el crecimiento económico y se comprometa con la redistribución del ingreso y un estado fiscalmente fuerte con amplia capacidad normativa que estimule y oriente pero también que limite, que directamente produzca cuando así convenga a la nación, de un estado que instrumente políticas de distinto tipo: activas, de fomente, de promoción , debidamente consultadas, no se trata de un estado intervensionista que este en todo, pero sí que este en lo fundamental sin entorpecer y esto es particularmente válido para la cuestión social en este terreno el mandato constitucional es claro, el acervo de toda política económica y social debe ser si beneficia o no a los más, si contribuye o no al propósito de la justicia, no se debe continuar con la práctica de organizar y poner un alto un programa de combate a la pobreza y simultáneamente arriesgar el resto de la política económica social de tal forma que la propicie y haga más desigual a la sociedad, por el contrario toda política económica y social debe propiciar la justicia fortaleciendo de esta manera el mercado interno podrá crecer la economía nacional. A raíz de la dinámica y el cambio tecnológico y del patrón mundial industrialización, la economía se desplaza hacia un mercado global pero también a un mercado crecientemente segmentado, el intercambio de mercancías crece pero su crecimiento se concentra en bloques o grupos económicos. Las economías nacionales se mueven entre la globalización y la segmentación de los mercados, las actividades agrícolas se protegen y subsidian en muchos países y regiones del mundo, lo mismo sucede en muchas y muy variadas actividades industriales y de servicios , pero no a toda costa y a cualquier precio, no se puede renunciar a la competencia internacional y proteger sin más a la economía y sus actividades, hay que abrirse a la competencia pero de manera pausada, con criterio, dirección, pastoreando el proceso como lo han hecho muchos países, c omo lo hacen actualmente muchos países. Las economías más exitosas en su crecimiento y en intercambio comercial, Japón, China, Los Tigres del sureste asiático así lo han hecho, han pastoreado el proceso. Hay que combinarlo con la justicia requiere de cuantiosos recursos para aprovechar la capacidad de producción existente y ampliarla con nuevas inversiones privadas y públicas. El financiamiento interno con todo y lo difícil que es movilizarlo en la actualidad no constituye una limitación seria, pero se tiene para ello que disminuir la enorme disparidad y la revulneración de los factores de la producción, la forma en que se distribuye entre capital y trabajo, el producto que se genera, desalentar el consumo suntuario y combatir la mentalidad alentista de la especulación, subordinar las políticas monetarias y fiscales a las necesidades de la producción y el empleo, promover por la vía de la política fiscal la composición del gasto interno entre consumo y la inversión más idóneo para un proceso de rápido crecimiento económico, gravar el ingreso, todo el ingreso de las personas, apoyar y estimular a la empresa productiva generadora de empleo y no tan solo a la banca, todo ello sin sacrificar el rol y eficiencia en el ejercicio del gasto. La capacidad de pago con el exterior sí constituye una limitación seria al crecimiento económico, siempre lo ha sido , ahora lo es más, México requiere de divisas para promover su desarrollo, las que genera en la actualidad ya tienen en buena medida destino, las generadas por la maquila su destino es importar bienes para seguir maquilando, las de la industria automotriz lo mismo. Se esta entrampado y hay que salir de la trampa, por ello se requiere presupuestar las divisas que el país obtiene para dividir, definir su mejor uso, renegociar una vez más la deuda externa, atraer inversión extranjera productiva, que invierta no que compre, establecer límites al capital especulativo que llega del exterior, promover ante la comunidad internacional el establecimiento de mecanismos que reduzcan la inestabilidad de los mercados financieros, la tarea que se tiene por delante no es fácil no hay recetas, ni respuestas de libros de texto, no se tiene la solución, nadie la tiene, no hay un modelo que sirve en todo momento y para todos los países del mundo hay, eso si que vencer inercias, intercambiar opiniones, ventilar ideas formar nuevos consensos, empeñarnos en buscar soluciones con base en la razón y el diálogo, todavía se está a tiempo. *Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM , [email protected].