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LA EMPRESA PRIVADA BOLIVIANA Y EL CONTEXTO ACTUAL:
ENTRE RETOS Y ESCOLLOS
Por : H E. Sheriff1
Desde 1985 la empresa privada boliviana se ha desenvuelto en un contexto económico
determinado en gran parte por un modelo de política económica que después de 10
años aún no ha terminado de ser diseñado y mucho menos implementado plenamente.
Por otra parte, la coyuntura externa y los rápidos avances en materia de reformas
estructurales de los países que comercian con Bolivia han imprimido una nueva
dinámica que, a la hora de analizar las perspectivas de la empresa privada boliviana
de cara al nuevo siglo, hacen necesario distinguir entre los desafíos que el contexto
impone a la iniciativa empresarial y los obstáculos emergentes de las dubitaciones de
la política económica nacional.
Los desafíos de 1995 son mucho más concretos que los "slogans" de agosto de 1985.
La estrechez del mercado boliviano no sólo viene determinada por el bajo nivel de
población, sino (sobre todo) por los bajos niveles de ingreso de la población, lo que en
una sociedad de consumo es un limitante muy serio para la introducción de grandes
marcas y la creación de economías de escala. Esta realidad junto a otros factores,
obliga a un empresario racional a no poder planificar su proyecto industrial sin un
mercado de exportación que justifique escalas de producción mínimamente rentables.
Exportar en 1995, es verdaderamente un reto si tomamos en cuenta el alto grado de
competitividad de los mercados externos incluso los de materias primas y artesanías.
Esto lo saben muy bien los exportadores bolivianos.
El contexto de 1995 a nivel externo para el empresariado boliviano no es el más
favorable como para una expansión de los negocios. Países como Argentina, Perú e
incluso Brasil ya no tienen las fluctuaciones macroeconómicas que en un momento los
hacían menos atractivos que Bolivia. La velocidad y contenido de sus reformas han sido
más efectivas que las incompletas reformas bolivianas. Así, en términos relativos la
competitividad externa de Bolivia (muy mal medida a través del tipo de cambio real) se
ve muy comprometida en relación a estos países. Esto es mucho más grave aún si
tomamos en cuenta que hasta el momento no se ha evaluado el efecto del pleno
funcionamiento del MERCOSUR sobre la economía boliviana y si la incorporación de
nuestro país total o parcialmente tendrá beneficios agregados positivos. Muchas
exportaciones no-tradicionales serían negativamente afectadas. El reto de adaptación
a la nueva realidad externa es sin duda uno de los que más urge enfrentar.
Como se observa, gran parte de los retos no pueden ser enfrentados sin un contexto
institucional adecuado. Aquí es donde entran los obstáculos que la política económica
ha puesto en el camino del empresariado.
Es necesario reconocer que el conjunto de medidas dictado en 1985 respondió más a
1
Ernesto Sheriff es licenciado y master en Economía. Actualmente desempeña
labores como asesor económico del Grupo Bedoya y como profesor universitario. Fue
consultor de organismos internacionales para los gobiernos de Bolivia Argentina.
la necesidad de frenar la hiperinflación que a una postura filosófica congruente con los
principios de libre mercado. La coincidencia entre los instrumentos de política y los
principios básicos de una economía competitiva nos hizo pensar que nos
desenvolvíamos en un contexto de libre mercado y se urgía al empresariado a aceptar
el reto de la competencia. El reordenamiento de precios relativos, la flexibilización del
mercado laboral, el control de la política monetaria, la reforma tributaria de 1987 y otras
medidas, fueron sin duda los pilares sobre los que funcionó el mercado boliviano por
casi cinco años. Sin embargo, las reformas profundas que urgía efectuar a la estructura
económica tardaron mucho en ser diseñadas primero y en ser implementadas después.
Este penoso proceso no estuvo exento de contradicciones que finalmente postergaron
muchas iniciativas más ambiciosas que las emprendidas hasta la fecha.
Hoy, los costos son evidentes. La incertidumbre y el riesgo asociado a ella no ha
disminuido. El marco tributario es uno de los principales escollos. Mientras el gobierno
se empeña en ampliar la base tributaria de la economía, el contrabando y el lavado de
dinero del narcotráfico (que van juntos) aumenta. Competir contra el contrabando o
contra el dumping provocado por el narcotráfico no es un reto, es un escollo cuya
responsabilidad no atañe al sector privado. La indefinición del marco tributario
(particularmente el minero) posterga la toma de decisiones y aumenta el riesgo-país.
La empresa privada no es la que reglamenta las leyes ni mucho menos las diseña.
Mientras la capitalización sigue en suspenso, el tamaño del sector público no
disminuye. La ausencia de un marco regulatorio previo no sólo afectará a las propias
empresas públicas sino que la discrecionalidad con la que viene siendo diseñado
impide de hecho pensar en la estabilidad de las reglas de juego que vienen siendo
lanzadas.
La tímida incitativa de acercamiento al MERCOSUR no ha tomado en cuenta los
efectos completos de este acercamiento. En 1989 ir a un proceso de integración con
Argentina y Brasil era equivalente a irse a dormir en medio de dos elefantes borrachos.
Hoy, en caso de un acercamiento mayor, además de los beneficios tan publicitados, la
capacidad productiva de estos dos países podría hacer naufragar la naciente industria
sojera y triguera. Esto para dar sólo un ejemplo de que es necesario hacer un análisis
costo/beneficio de nuestro acercamiento guiándose menos por los resultados de largo
plazo y más por el efectos de largo plazo.
En suma, las perspectivas de la empresa privada boliviana están muy condicionadas
a la eficacia de la política económica en lo que se refiere al alcance de las reformas
estructurales que pretenden consolidar un modelo de libre mercado. En este largo
camino de consolidación se ha perdido como país credibilidad y competitividad de largo
plazo. Hoy, los capitales son más escasos pero también más móviles. Dado el retraso
e ineficacia de muchas de las iniciativas gubernamentales, los capitales extranjeros
necesarios para el empresariado no llegan y, en el corto plazo, sería plenamente
justificable desde el punto de vista privado, invertir los escasos ahorros bolivianos en
mercados extranjeros vecinos, hoy por hoy, mucho más rentables y estables que el
boliviano. Los costos de esta potencial fuga de capitales nacionales no son atribuibles
al "modelo" sino a los administradores del mismo.