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DESAFIANDO LA GOBERMENTALIDAD NEOLIBERAL: EL
LEVANTAMIENTO DE OCTUBRE EN EL ALTO, BOLIVIA 1
Laura María Gutiérrez Escobar*
Introducción
Entre octubre 8 y 17 de 2003, la ciudad boliviana de El Alto fue el epicentro de un
levantamiento indígena-popular en contra de las políticas neoliberales que terminó en el
derrocamiento del presidente Gonzalo Sánchez de Losada. Los manifestantes, en su mayoría
parte de la empobrecida población aymara de El Alto, se levantaron en contra del proyecto del
gobierno que permitía la exportación de gas natural, a través de Chile, por compañías
multinacionales como la British Petroleum y Sempra Energy International 2. El “Levantamiento
de Octubre” preparó el escenario político que permitiría la elección de Evo Morales como el
primer presidente indígena de Bolivia, después de derrocar a Carlos Mesa, el sucesor de Sánchez
de Losada. Este levantamiento, también conocido como la Guerra del Gas, plantea problemas
analíticos interesantes sobre el estudio de los movimientos sociales en Latinoamérica en tiempos
neoliberales.
Recientes estudios en Antropología han mostrado cómo la “buena gobernanza” neoliberal
ha desempoderado los grupos subalternos en el sur global mediante el desmantelamiento de la
estructura sindical, el aislamiento de los discursos de izquierda, y la cooptación y persecución de
los movimientos sociales que critican y desafían las inequidades estructurales producidas por las
reformas neoliberales.3
Asociaciones cívicas, ONGs, instituciones caritativas y otras organizaciones de la
sociedad civil en los países pobres han encauzado el descontento popular hacia la competencia
por escasos fondos para financiar proyectos que buscan resolver problemas locales sin alterar las
desigualdades de poder y riqueza. Estos estudios argumentan que la buena gobernanza es una
1
Este artículo fue publicado en Juan Luis Hernández, Marisa Armida y Alberto Bartolini (comp.). Bolivia,
conficto y cambio social (1985-2009). Buenos Aires: Newen Mapu, 2010. El artículo está basado en mi tesis
de maestría Defying Neoliberal Governmentality: The October Uprising in El Alto, Bolivia en Estudios
Latinoamericanos de la Universidad de Texas en Austin. Quisiera agradecer en Bolivia a Jorge Ocsa, Edwin
Catácora, Zenón Quispe, Mario Martínez, Oscar Olivera, Felipe Quispe, Ximena Soruco, Jiovanni Sammanamud,
Pablo Mamani, Eulogia Tapia, Edwin Ochoa, Germán Guaygua, Filomena Mina, Beatriz Chambilla, George Gray
Molina y Victor Huanca. En Estados Unidos, a mis directores de tesis Charles Hale y Javier Auyero, así como al
personal de la Benson Latin American Collection, en especial Mrs. Carmen Méndez. Mi familia y Roque Planas
también fueron indispensables para el desarrollo de esta investigación.
* Doctorado en Antropología, Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, EE.UU. [email protected]
2
Gordon, Gretchen y Aaron Luoma. “Oil and Gas: the Elusive Wealth Beneath Their Feet”, En: Dignity and
Defiance. Stories from Bolivia’s Challenge to Globalization, Berkeley, University of California Press, 2008, pp. 867; García Mérida, Wilson. “Todo el gas para Chile”, el Juguete Rabioso, 09/2003, disponible en
http://www.voltairenet.org/article120409.html. Consultado febrero 10, 2009.
3
Gill, Lesley. Teetering in the Rim: Global Restructuring, Daily Life, and the Armed Retreat of the Bolivian State,
New York, University Press, 2000; Li, Tania. The Will to Improve: Governmentality, Development, and the Practice
of Politics, Durham, Duke University Press, 2007; Hale, Charles. “Does Multiculturalism Menace? Governance,
Cultural Rights and the Politics of Identity in Guatemala”, en: Journal of Latin American Studies (34), 2002, pp. 485
– 524.
expresión de lo que Michel Foucault llamó “gobermentalidad” porque los grupos subalternos han
internalizado los valores, las conductas y los discursos producidos por las élites gobernantes. 4
Nikolas Rose, por ejemplo, argumenta que en las sociedades (neo)liberales los grupos
dominantes -ya sea el Estado o las entidades privadas- ejercen y aumentan su poder mediante la
utilización de la libertad de los gobernados y no solamente a través de la coerción de los
mismos.5 La gobermentalidad neoliberal -o liberal avanzada en términos de Rose- opera
principalmente mediante el proceso de formación de sujeto por el cual los individuos se
comportan, por su propia iniciativa, como empresarios de sí mismos. Por tanto, los individuos
dejan de depender de los aportes del Estado o sus empleadores para acceder a los beneficios de la
seguridad social -como sucede dentro del marco de Estado de Bienestar- y comienzan a adquirir
dichos beneficios al integrarse como competidores en el ‘libre’ mercado. La formación del sujeto
empresarial permite que el modelo neoliberal sea aplicado sin encontrar mayor resistencia por
parte de la población afectada quien ha internalizado los valores de sus gobernantes y
contribuido, por iniciativa individual, a su propio gobierno. 6
En Bolivia, las reformas neoliberales desmantelaron la poderosa estructura sindical y la
reemplazaron con la de la sociedad civil. A partir de la aplicación de la buena gobernanza y la
formación del sujeto neoliberal, ex-miembros de organizaciones políticas de izquierda y
sindicatos pasaron a formar parte de ONGs, grupos culturales y otras organizaciones de la
sociedad civil. Estas organizaciones se dedicaron a diseñar e implementar diferentes proyectos
como micro-empresas, talleres de liderazgo u obras de infraestructura local que fueron a menudo
financiadas por donantes internacionales y recursos estatales canalizados a través de las
autoridades municipales7. Estas reformas también promovieron el multiculturalismo neoliberal 8
al definir el sujeto indígena como sujeto de derechos siempre y cuando no cuestionara su
posición subordinada en la jerarquía racial que ha regido la sociedad y el estado bolivianos desde
los tiempos coloniales9.
Como resultado de la gobermentalidad neoliberal, un drástico programa de reformas
logró ser implementado en Bolivia desde 1985 y hasta el fin de siglo sin enfrentar una radical y
efectiva resistencia popular indígena. Sin embargo, en el año 2000 este escenario cambió
dramáticamente. Una amplia gama de luchas antineoliberales emergieron en todo el país: el
levantamiento de los ayllus aymaras en el Departamento de La Paz; la lucha de los cocaleros de
los Yungas y el Chapare en contra de la erradicación de cultivos de coca; la “Guerra del Agua”
en Cochabamba en el 2000 que logró reversar la privatización de los servicios de acueducto y
alcantarillado de la ciudad; y el “Febrero Negro” en La Paz en el 2003 contra el incremento de
los impuestos municipales10. La cima de este ciclo de rebelión fue el Levantamiento de Octubre
en El Alto. ¿Cómo explicar esta aparentemente inesperada explosión de la protesta social en
4
Rose, Nikolas. Powers of Freedom: Reframing Political Thought, Cambridge, Cambridge University Press, 1999;
Li, Tania. The Will to Improve…, cit.; Gill, Lesley. Teetering on the Rim..., cit.
5
Rose, Nikolas. Powers of Freedom…, cit.
6
Rose, Nikolas. Powers of Freedom…, cit., pp. 142-144.
7
Kohl, Benjamin y Linda Farthing. El boomerang boliviano: hegemonía neoliberal y resistencia social, La Paz,
Plural Editores, 2007.
8
Hale, Charles. “Does Multiculturalism Menace?..., cit.
9
Postero, Nancy. Now We Are Citizens. Indigenous Politics in Postmulticultural Bolivia, Stanford, Stanford
University Press, 2007.
Bolivia? ¿Por qué, a pesar de la implementación del “multiculturalismo neoliberal” y la “buena
gobernanza”, la población boliviana, y específicamente alteña, se levantó contra el gobierno
neoliberal de Sánchez de Losada? En otras palabras, ¿Por qué la gobermentalidad neoliberal en
El Alto fracasó en gran medida en su intento de crear sujetos que internalizaran las lógicas y
valores de la economía neoliberal?
Mi hipótesis es que los habitantes de El Alto se levantaron contra las reformas
neoliberales porque la gobermentalidad neoliberal fue incapaz de reemplazar y subsumir por
completo la “economía moral” de los alteños que incluye lógicas, valores y subjetividades
radicalmente opuestas a las de la economía neoliberal. 11 La población de El Alto creció
exponencialmente en los últimos veinte años debido a la masiva migración de mineros
desempleados por la privatización y cierre de las minas y de campesinos aymaras desplazados
por las importaciones masivas de alimentos. Estos migrantes reconfiguraron la economía moral
que trajeron de sus comunidades de origen en el espacio urbano y en la economía informal de El
Alto.
Este artículo se enfoca en la economía moral de las juntas vecinales de El Alto, y su
organización matriz la Federación de Juntas Vecinales de El Alto (Fejuve), que se convirtieron en
lugares estratégicos para la acción colectiva anti-neoliberal. En las juntas vecinales emergieron
nuevas prácticas democráticas, basadas en la democracia sindical y del ayllu, que chocaron con
las limitadas nociones de participación popular neoliberal y el autoritarismo de Sánchez de
Losada.12 Igualmente, las juntas vecinales se convirtieron en comunidades que regulaban el
trabajo y los recursos de los vecinos a través de mecanismos no mercantiles basados en la
reciprocidad y la redistribución. Por último, como legado de la Revolución de 1952, de la
tradición sindical y de las ideologías de izquierda, las juntas vecinales demandaron el control y la
propiedad del Estado sobre los recursos económicos claves, como el gas, para financiar la
inversión pública en sistemas de seguridad social y pleno empleo. 13 La economía moral de las
juntas vecinales está basada en estas prácticas y discursos económicos y democráticos
comunitarios que terminaron siendo incompatibles con los valores neoliberales de
individualismo, ‘libre’ mercado, mercantilización de los recursos naturales y comunales, y la
democracia participativa.
10
Mamani Ramírez, Pablo. El rugir de las multitudes. La fuerza de los levantamientos indígenas en
Bolivia/Qullasuyu, La Paz, Aruwiriyi y Yachaywasi, 2004.
11
Marc Edelman describe la economía moral como las demandas de las poblaciones rurales por ‘precios justos’ y sus
“[…] expectativas, desarrolladas a través del tiempo histórico largo, de lo que los Estados y las élites pueden
reclamar y lo que deben, a cambio, proveer en tiempos de necesidad. Finalmente, asuntos como cuáles valores son
conmensurables, qué puede ser convertido en mercancía, y cuáles recursos naturales o comunales pueden ser
apropiados para uso y ganancia privada también son importantes para la comprensión que las poblaciones rurales
pobres tienen sobre la justicia” Edelman, Marc. “Bringing the Moral Economy back in . . . to the Study of 21stCentury Transnational Peasant Movements”, American Anthropologist, Vol. 107, Issue 3, September 2005, p. 332.
Traducción de la autora.
12
El concepto de la “democracia del ayllu” viene de Ticona, Esteban. “El Thakhi entre los Aymara y los Quechuas o
la democracia en los gobiernos comunales”, en Ticona, Esteban (comp.). Los Andes desde los Andes, La Paz,
Ediciones Yachaywasi, 2003.
13
Sin embargo, la influencia de la tradición sindical y de izquierda, así como del Katarismo (movimiento indigenista
Aymara), no serán discutidos a profundidad debido a los límites de espacio. Para mayor información, puede
consultarse mi tesis de maestría.
Las reformas neoliberales y la Ley de Participación Popular
Las reformas neoliberales en Bolivia, como en el resto de Latinoamérica, se
implementaron como respuesta a la crisis del modelo de Industrialización por Substitución de
Importaciones y la hiperinflación de la década de 1980. Las reformas se realizaron en dos fases.
Primero, la Nueva Política Económica (1985 – 1992) de Víctor Paz Estenssoro implementó el
programa de ajuste estructural, de carácter eminentemente económico, que incluyó la
desregularización del sistema financiero, la “flexibilización laboral” y sentó las bases para la
privatización de las empresas públicas, en especial la minería estatal, con el famoso Decreto
Supremo 2106014.
El programa de ajuste estructural desmanteló el ya precario Estado de Bienestar boliviano
y transfirió enormes cantidades de riqueza, poder y control sobre recursos naturales y empresas
públicas a compañías multinacionales. Este proceso fue posible porque las más importantes
reformas fueron diseñadas y acordadas a puerta cerrada entre las multinacionales, las
instituciones financieras internacionales IFIs (FMI, Banco Mundial, BID) y los funcionarios del
gobierno boliviano. La “puerta giratoria” entre el sector privado, usualmente extranjero, y el
sector público produjo fuertes conflictos de interés cuando la oligarquía boliviana subsumió el
interés nacional con sus propios intereses y los de los inversionistas extranjeros.15 El ejemplo
más claro fue el proyecto de exportación de gas por el cuál el consorcio Pacific LNG exportaría
las reservas de gas boliviano a Chile, Argentina, México y los Estados Unidos. El negocio estaba
estimado en cerca de 1.9 billones de dólares; sin embargo, Bolivia recibiría solamente 190
millones dado que el gobierno de Sánchez de Losada -en un esfuerzo por crear un “buen clima
de inversión”- redujo los impuestos a las compañías extranjeras del 50% al 18%. 16
Paralelamente, las reformas neoliberales provocaron un rápido deterioramiento de las
condiciones de vida y trabajo que el pueblo boliviano había mejorado a través de la lucha
sindical y popular desde la Revolución de 1952. Debido a los programas de ajuste estructural y la
privatización de las empresas públicas gran parte de los trabajadores bolivianos perdieron sus
trabajos y sus tierras, pagaron mayores impuestos y recibieron educación, salud y servicios
públicos a elevados costos y de menor calidad. 17 Como resultado, gran parte de los bolivianos
fueron desposeídos de sus medios de producción y reproducción por las elites bolivianas en
conjunción con el capital transnacional en un ejemplo claro de lo que David Harvey ha
denominado “acumulación por destitución.” 18
14
Kohl y Farthing. El boomerang boliviano…, cit.
Por ejemplo, Sánchez de Losada -dueño de la compañía Comsur, la quinta más grande de Bolivia- invirtió en las
minas Colquiri y Bolívar y en la fundición Vinto después de que la capitalización de Comibol devaluó enormemente
el valor de las mismas para “atraer la inversión privada”. Ver: Ramos Andrade, Edgar. “Goni, más que un hombre,
u n a e m p r e s a t r a n s n a c i o n a l ” , E l j u g u e t e r a b i o s o, 1 3 / 1 0 / 2 0 0 3 , d i s p o n i b l e e n
http://www.voltairenet.org/article120438.html. Consultado en febrero 14, 2009; Solís Rada, Andrés. “La telaraña del
p o d e r e n l a v e n t a d e l g a s ” , E l j u g u e t e r a b i o s o, 1 5 / 0 9 / 2 0 0 2 , d i s p o n i b l e e n
http://www.voltairenet.org/article120342.html. Consultado en febrero 14, 2009.
16
Gordon y Luoma. “Oil and Gas…”, cit., pp. 86-91.
17
Kohl and Farthing. El boomerang boliviano…, cit. Mediante el D.S. 21060, Comibol despidió aproximadamente
25,000 mineros quienes perdieron todo acceso a los beneficios de la seguridad social y debieron integrase a la
economía informal de ciudades como El Alto. Gordon y Luoma. “Oil and Gas…”, cit., p. 88.
18
Harvey, David. A Brief History of Neoliberalism, New York, Oxford University Press, 2005.
15
La segunda fase, El Plan de Todos (1993 – 2003), si bien continuó con el ajuste
estructural, también introdujo reformas políticas como la buena gobernanza y el neoliberalismo
multicultural a través de la Ley de Participación Popular, la Ley de Reforma Educativa y la Ley
de la Reforma Agraria o “las leyes malditas” como son conocidas en Bolivia. Esta segunda fase
se diseñó como respuesta a las críticas de lo que Naomi Klein llama la “doctrina del shock” o la
aplicación radical y autoritaria de las reformas de primera generación aprovechando contextos de
crisis como el que vivía Bolivia a mediados de los años 80s con hiperinflación y suspensiones en
el pago de la deuda externa. 19 El ‘multiculturalismo neoliberal’ fue diseñado con la participación
de un sector del Katarismo, a la cabeza de Víctor Hugo Cárdenas, quién sería vicepresidente de
Gonzalo Sánchez de Losada en su primera administración. 20
Las reformas de segunda generación devolvieron parte del poder de decisión a la gente
del común en Bolivia al expandir el sistema democrático formal y permitir la creación de nuevos
partidos políticos como el Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por Evo Morales, y el
Movimiento Indígena Pachakuti (MIP) a la cabeza de Felipe Quispe. Sin embargo, la LPP fue
más allá de la política electoral al implementar la buena gobernanza neoliberal a través de la
‘participación popular’ cuyo objetivo era “devolver el poder de decisión al ciudadano en sus
organizaciones de base, comunidades, gobiernos locales ya sea urbanos o rurales, y
provinciales.”21 La LPP devolvió parte del poder del gobierno central al local al desembolsar
10% del presupuesto nacional a las autoridades municipalidades. En consecuencia, 250 nuevas
municipalidades fueron creadas y la participación popular promovida a través de organizaciones
civiles denominadas Organizaciones Territoriales de Base (OTB). Según lo estipulado en la LPP,
las municipalidades y las OTB debían implementar planes de desarrollo de poca envergadura con
fondos del gobierno en cooperación con organizaciones privadas y ONGs. Adicionalmente, las
OTB, debían crear Comités de Vigilancia para controlar la manera en que las autoridades
municipales invertían dichos recursos. 22
La LPP definió los derechos y responsabilidades de las OTB, como las juntas vecinales
de El Alto, en un contexto limitado. Primero, la LPP definió la participación popular en términos
de residencia por lo que su jurisdicción se restringía a la comunidad que representaban sin poder
proyectar sus demandas a nivel provincial o nacional. Segundo, la LPP estableció que cada
comunidad podía ser representada por sólo una OTB desconociendo la pluralidad de intereses
locales y fomentando la competencia, en vez de la solidaridad, entre las distintas organizaciones
por adquirir el rango de OTB. Tercero, la LPP promovió el ostracismo político de los sindicatos
que no cumplían con la característica de territorialidad y, por tanto, no podían ser considerados
OTB.
19
Klein, Naomi. The Shock Doctrine. The Rise of Disaster Capitalism, New York, Picador, 2008.
La coalición Cárdenas - Sánchez de Losada fue criticada por el movimiento indígena y sectores del katarismo. Ver:
Albó, Xavier. “Y de Kataristas a MNRistas: la sorprendente y audaz alianza entre aymaras y neoliberales en
Bolivia”, La Paz, Cedoin - Unitas, 1993. Le agradezco a Juan Luis Hernández por señalar este aspecto.
21
Plan de Todos. En: Albó, Xavier. “Y de Kataristas a MNRistas...”, cit., p.42.
22
Kohl yFarthing. El boomerang boliviano…, cit.
20
El Levantamiento de Octubre: una protesta basada en la organización vecinal
La creciente pobreza y explotación traída por las reformas neoliberales resultaron en la
revitalización de las estructuras económicas comunitarias no capitalistas como una estrategia de
sobrevivencia de los sectores más pobres en Bolivia. Esta economía comunitaria, basada en los
esquemas andinos de reciprocidad y redistribución, se convirtió en un contrapeso al proceso de
formación de sujeto y gobermentalidad neoliberal. Los tecnócratas y políticos neoliberales
impulsaron los derechos individuales, la micro-empresa, la formación de capital humano y la
mercantilización de los recursos colectivos como los pilares de la política gubernamental para el
crecimiento económico y la creación de empleo. La población indígena de bajos recursos, sin
embargo, se encontró progresivamente destituida de sus medios de reproducción social y
económica y dependiendo aún más para sobrevivir de estructuras comunitarias que provenían del
ayllu. Estas estructuras comunales andinas, a diferencia de las políticas neoliberales, defendían
los derechos colectivos sobre los recursos naturales, las formas de intercambio no mercantiles y
el trabajo comunitario. En El Alto, las prácticas comunales del ayllu fueron fácilmente
combinadas con la economía informal como estrategia de sobrevivencia y como muestra de la
pervivencia de formas socio-económicas y culturales no-capitalistas. Como la antropóloga
boliviana Ximena Soruco me explicó en una entrevista:
El ayllu ha sobrevivido, a pesar de todas las transformaciones que ha
sufrido, por una razón. La comunidad es la única garantía que poblaciones
vulnerables, como la aymara, tienen para enfrentar su pobreza y
sobrevivir. El ayllu garantiza la supervivencia de la comunidad incluso
cuando los individuos o las familias puedan fracasar en el mercado. 23
Varios de los alteños entrevistados durante mi trabajo de campo continuaron manteniendo
los vínculos con sus comunidades, viajando periódicamente a trabajar en sus tierras y regresando
a la ciudad con alimentos para el consumo personal o para vender en el mercado local. Una gran
parte de la población en El Alto mantiene el contacto con sus comunidades de origen al participar
en festividades religiosas y comunarias, así como en eventos políticos. 24
Isabel Huanca Mamani, una joven alteña, describe en una entrevista cómo la reserva
alimenticia del campo es esencial para la supervivencia de los alteños más pobres:
El anteaño pasado diez meses he trabajado, pero el año pasado ya no tuve
suerte, sólo cinco meses he trabajado… de momento estoy hilando lana de
vicuña… también vamos al campo para hacer unas chacritas, así, para
traernos algunas cositas: papita, chuñito, eso es de nosotros nuestra
comida…25
23
Soruco, Ximena. Entrevista personal.
Gill, Lesley. Teetering on the Rim..., cit.; Lazar, Sian. El Alto, Rebel City. Self and Citizenship in Andean Bolivia,
Durham, Duke University Press, 2008.
25
Huanca Mamani, Isabel. Entrevista, en: Cabezas Fernández, Marta. A Chonchocoro. Mujeres en la guerra contra
la discriminación y la pobreza, 2da Ed, La Paz, Centro de Promoción de la Mujer Gregoria Apaza, 2007, p.150.
24
Incluso mineros desempleados en el Alto restablecieron vínculos con sus comunidades y,
dada su experiencia en los sindicatos, fueron elegidos para cargos dentro de las mismas. Un
minero entrevistado por Romero Zumarán recuerda que
[…]después de relocalización, he vuelto a mi pueblo UMALA, donde me
han nombrado autoridad. He sido Secretario General del Sindicato,
durante año y medio. También he sido Presidente del Concejo Municipal
del Municipio de Umala […]”26
Los alteños pobres son conscientes de que son capaces de sobrevivir a la feroz
competencia del mercado en El Alto gracias a esta otra economía comunitaria alrededor del ayllu
que redistribuye tierra, agua, ganado y otros recursos básicos entre las familias de acuerdo con
sus necesidades específicas, para asegurar la subsistencia de todos los miembros de la
comunidad. Este tipo de comunitarismo se contrapone al sistema neoliberal que no promueve la
solidaridad social sino que legitima las desigualdades sociales a partir de los distintos
desempeños individuales en el mercado.
Los esquemas de trabajo comunitario basados en la reciprocidad, como la minka y el
ayni, son aspectos importantes de esta economía solidaria.27 La fuerte relación entre las
comunidades rurales aymaras y la ciudad de El Alto ha tenido como resultado la reconfiguración
de estas prácticas andinas de reciprocidad dentro de las juntas vecinales para mejorar las
viviendas, pavimentar las calles, construir redes de alcantarillado y otros servicios básicos para
los barrios.28 Las juntas vecinales tienen algunos elementos de la estructura del ayllu, aunque la
cohesión social está más definida por el lugar de residencia urbano que por los lazos de
parentesco o la tenencia de tierras comunales. Los líderes de estas organizaciones, como las
autoridades tradicionales aymaras, regulan la mano de obra y otros recursos dentro de los barrios.
Todos los vecinos deben pagar cuotas a su junta vecinal para cubrir los gastos que implica
tramitar las solicitudes de obras públicas y otras necesidades al gobierno municipal.
Adicionalmente los vecinos brindan mano de obra de manera rotativa para construir
infraestructura en sus barrios y la reciprocidad entre familias es igualmente común. Como en el
campo, los beneficiarios, ya sea una familia o varias, brindan alimentos a los demás vecinos
mediante una fiesta comunal o apthapi.29
Muchos de los jóvenes, nacidos y criados en El Alto, valoran las tradiciones comunitarias
y las han integrado en sus organizaciones. Remberto, un líder de la Federación de Estudiantes de
Secundaria FES afirmó en una entrevista:
26
Minero 20, ex – dirigente sindical y ahora dirigente vecinal. Entrevista, en: Romero Zumarán, Raquel Bertha. De
mineros y vecinos: practicas político — vecinales en El Alto, Master’s Thesis, La Paz, UMSA, 2003, p. 81. Le
agradezco a la autora por enviarme la versión electrónica de su tesis.
27
La minka es la movilización de lazos de parentesco dentro del ayllu por parte de las autoridades tradicionales o los
sindicatos campesinos para proveer mano de obra para proyectos comunitarios. Como retribución, los beneficiarios
de la minka brindan alimentos y bebidas (apthapi) iniciando un pacto de reciprocidad por el cual están obligados a
proveer mano de obra a las otras unidades familiares en tiempos de necesidad. El ayni es un sistema de distribución
rotativa de recursos y mano de obra, especialmente para trabajar en las tierras comunales. Mamani, Pablo. El rugir
de las multitudes…, cit., pp. 32-34.
28
Gill, Lesley. Teetering on the Rim..., cit.
29
Romero Zumarán, Raquel Bertha. De mineros y vecinos…, cit.
La gente aymara siempre ha vivido en comunidad, bajo ideales de
igualdad, nadie era rico ni pobre y todo el mundo se ayudaba entre sí con
ayni, la minka, nuestra justicia comunitaria. Nosotros estamos
recuperando todas estas tradiciones en nuestra organización juvenil.” 30
El comentario de este líder puede ser entendido como una idealización de la historia
aymara y las actuales condiciones en los ayllus. Sin embargo, esta interpretación de los valores y
prácticas aymaras ha influenciado el comportamiento de los jóvenes en El Alto y propiciado una
estructura democrática dentro de la FES.
No obstante, las prácticas comunitarias también conducen a usos de poder y explotación
de los miembros más débiles. El pacto de reciprocidad puede ser fácilmente violado cuando
miembros pudientes de la familia se benefician del trabajo de aquellos más pobres sin ofrecer
suficiente compensación. Dicha explotación se ha profundizado bajo el modelo neoliberal de la
microempresa basado en condiciones precarias de trabajo debido a los niveles extremadamente
bajos de capital y tecnología y la explotación de mano de obra familiar. 31
En El Alto, la tradición de trabajo comunal no es legítima para todos los vecinos. Los
antiguos mineros son especialmente renuentes ya que el ayni no es una tradición tan arraigada
dado que los sindicatos mineros siempre han exigido al Estado y a sus patrones el mejoramiento
de sus condiciones de vida y de trabajo.32 Una líder de una junta vecinal expresa su resentimiento
en contra de los antiguos mineros:
[...]Creo que ellos están acostumbrados a vivir de lo gratis o que el
gobierno les dé, en las zonas no aportan nada, al contrario todo quieren
gratis, no quieren ni apoyar en los trabajos, no quieren dar ni una
cuota[…]33
Así mismo, los líderes de las juntas vecinales constantemente se quejan de que los
vecinos no son “solidarios” y esperan conseguir obras comunales sin contribuir con dinero o
trabajo. Por el otro lado, los vecinos reclaman que los líderes son corruptos y pertenecen a redes
clientelistas asociadas a partidos políticos.34 Más aún, las autoridades municipales y el gobierno
central han distorsionado las estructuras comunitarias de El Alto al contratar trabajadores para
llevar a cabo obras públicas a cambio de comida. Uno de estos esquemas de trabajo comunal,
llamado “trabajo por alimentos”, está financiado por la Agencia de Estados Unidos para el
Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés). 35 El testimonio de Isabel Huanca
Mamani permite observar como las organizaciones internacionales promueven la continua
depreciación del valor de la mano de obra no calificada en países pobres como Bolivia:
30
Remberto. Entrevista personal.
Puente, Florencia y Francisco Longa. “El Alto: los dilemas del indigenismo urbano” “, en: Svampa Maristella, y
Pablo Stefanoni. Memoria, insurgencia y movimientos sociales: Bolivia, Buenos Aires, CLACSO / OSAL / Editorial
El Colectivo, 2007, p. 104.
32
Romero Zumarán, Raquel Bertha. De mineros y vecinos…, cit.
33
Vecina 20, dirigente vecinal. Entrevista en: Romero Zumarán, Raquel Bertha. De mineros y vecinos…, cit., p.103.
34
Romero Zumarán, Raquel Bertha. De mineros y vecinos…, cit.
35
Lazar, Sian. El Alto, Rebel City…, cit.
31
Entonces empecé a trabajar en un proyecto extranjero de trabajo por
alimentos. Casi nueve años trabajé ahí… pero no nos han pagado con
dinero, solamente nos han dado harina y víveres. Era un proyecto de
forestación de barrancos, de terrenos municipales, allí plantábamos
planticas que ahora ya son árboles grandes.36
Sin embargo, a pesar de los abusos, la tradición comunitaria ha chocado con las reformas
neoliberales. A través del trabajo solidario en las juntas vecinales, los alteños han seguido
valorando las estructuras comunitarias y se han definido como parte de una comunidad de
vecinos que puede mejorar colectivamente sus condiciones de vida y de trabajo. Esta economía
moral se ha enfrentado a la subjetividad neoliberal basada en el modelo de empresarios
responsables de triunfar en el libre mercado mediante la competencia y la inversión en su capital
humano. Fue precisamente esta poderosa organización vecinal la que originó y mantuvo la
protesta durante octubre de 2003 en contra de las políticas neoliberales del gobierno de Sánchez
de Losada.
Juntas vecinales: desafío a la democracia (neo)liberal
Nancy Postero argumenta que con la LPP, los pueblos indígenas en Bolivia se
concibieron como ciudadanos reales por primera vez, y como tales exigieron sus derechos
constitucionales. Cuando el modelo del multiculturalismo neoliberal no pudo cumplir sus
promesas a los pueblos indígenas, las reformas de la LPP fueron contraproducentes originando
una masiva ola de protestas sociales en Bolivia. Por lo tanto, la LPP produjo consecuencias
inesperadas: en vez de crear sujetos obedientes, promovió la insurrección indígena. Como
resultado, una forma radicalizada de multiculturalismo emergió en Bolivia, a la que Postero
denomina “ciudadanía post-multicultural”, que desafió el racismo institucionalizado y exigió una
verdadera inserción de los pueblos indígenas en la generación y distribución de riqueza y el
disfrute de los derechos ciudadanos.37
Claramente la LPP fue un factor importante en la creación de un movimiento antineoliberal en El Alto. Sin embargo, en mi opinión, las juntas vecinales se transformaron en
lugares de lucha contra el neoliberalismo no tanto como resultado de las altas expectativas
creadas por la LPP, sino por la confrontación entre las tradiciones democráticas traídas por los
migrantes y las formas neoliberales de participación popular. La economía moral forjada en las
juntas vecinales contribuyó a la creación de formas democráticas vecinales que fueron
contrapuestas a la idea de la “participación popular” neoliberal. El Levantamiento de Octubre se
caracterizó por la utilización espontánea de las formas organizativas vecinales para mantener las
protestas a pesar de la fuerte represión estatal. Dado el carácter orgánico de la organización
vecinal, las protestas continuaron aún cuando la mayoría de los altos dirigentes fueron
neutralizados por el gobierno, siendo perseguidos o presuntamente sobornados. Según Reinaldo,
un joven líder de El Alto, durante el Levantamiento de Octubre: “La gente sobrepasa a sus
36
37
Huanca Mamani, Isabel. Entrevista en: Cabezas Fernández, Marta. A Chonchocoro…, cit., p. 150.
Postero, Nancy. Now We Are Citizens…, cit.
dirigentes vendidos burocráticos que no querían que las marchas bajaran a La Paz porque tenían
pactos por debajo de la mesa con el gobierno” 38
El sociólogo Boliviano Pablo Mamani ha acuñado el término “gobiernos microbarriales”
para definir la rigurosa organización vecinal que se estableció durante el Levantamiento de
Octubre. Manani explica cómo los vecinos se organizaron por turnos rotativos y obligatorios
para construir barricadas, trincheras, destruir las “pasarelas”39, hacer rondas de vigilancia para
avisar sobre ataques del ejército, ayudar a los heridos, entre otras tareas. 40
Brigadas de jóvenes se formaron para proveer “armamento” como explosivos caseros,
palos, piedras y hasta rudimentarias catapultas en el barrio de Villa Tunari. Los vecinos
controlaron la circulación de comida, gas para cocinar y otros bienes esenciales para evitar
desabastecimientos en El Alto, mientras que mantenían a la ciudad de La Paz incomunicada o
“sitiada,” reviviendo la estrategia militar de Tupac Katari durante la rebelión de 1781 contra el
gobierno colonial español. Según Wara, una líder juvenil alteña, el abastecimiento de víveres en
El Alto durante el Levantamiento de Octubre funcionaba de la siguiente manera:
En el caso de mi familia […] salíamos a las 2 de la mañana a comprar
huevos a la tienda porque era un sentimiento de que nada se abra hasta que
el presidente renuncie […] sólo en la madrugada podíamos ir a comprar
comida […] si se acaban los huevos en una tienda, la gente corría a la otra
tienda a comprar, para el pan era lo mismo, para el gas era lo mismo. Le
tocaban al vecino y le decían: tienes unas papas y luego te las devuelvo. 41
Otras prácticas aymaras como el apthapi (o la comida en comunidad), las técnicas de
deshidratación para preservar comida como el ch’uñu (papa) o el ch’arqui (carne) le permitieron
a los alteños sobrevivir en El Alto durante la fase más dura del levantamiento cuando la ciudad
quedó completamente incomunicada y su vida comercial paralizada. 42 Estos ‘gobiernos
microbarriales’ reflejan las prácticas democráticas forjadas en las juntas vecinales a partir de la
reconfiguración de formas democráticas del ayllu y de los sindicatos.
La democracia directa –a través de asambleas comunales de vecinos- es practicada más a
menudo y tiene un impacto más fuerte en las juntas vecinales que en Fejuve dado que es más
fácil implementarla en comunidades pequeñas, como los barrios, que en organizaciones más
amplias. Fejuve tiene una estructura de liderazgo más jerárquica, como los sindicatos, que toma
decisiones de manera más independiente de las bases y de acuerdo a los Estatutos, o el conjunto
de normas y objetivos por los cuales se rige esta organización. A pesar de la estructura más
jerárquica y de democracia representativa, el control social sobre los líderes es fuerte en Fejuve a
través de una serie de mecanismos formales e informales como los ampliados y la aclamación
directa.
38
Reinaldo. Entrevista personal.
Los alteños destruyeron las pasarelas o puentes para peatones para bloquear las vías y para evitar que la policía
disparara desde allí a los manifestantes.
40
Mamani, Pablo. Microgobiernos barriales. Levantamiento de la ciudad de El Alto (Octubre de 2003), El Alto-La
Paz, CADES/IDIS-UMSA, 2005.
41
Wara. Entrevista personal.
42
Mamani, Pablo. Microgobiernos barriales…, cit.
39
Por otro lado, la democracia del ayllu está muy presente en las juntas vecinales -y en
menor medida en Fejuve- a través del ayni por el cual el liderazgo en las juntas vecinales es
obligatorio y rotativo convirtiéndose en un mecanismo para prevenir corrupción y autoritarismo.
Adicionalmente, los líderes de las Juntas son responsables ante los vecinos por sus acciones y
deben respetar las decisiones de la asamblea. Edwin Ochoa, ex-presidente de una junta vecinal
de El Alto, me explicó las implicaciones de ser elegido como líder de Fejuve:
Tampoco uno puede retractarse porque las masas ven en ellos [los
dirigentes] buenos elementos, honestos, responsables, principalmente que
no sean corruptos como las autoridades; y una vez que llegan [a los cargos
directivos] tienen que seguir actuando así, quien se mantiene bastante
tiempo es quien ha actuado bien, como quieren las masas.”43
La tradición de democracia comunal jugó un rol crítico dentro de las juntas vecinales al
fomentar la “formación política” a través de la divulgación masiva de información acerca de las
reformas neoliberales. En las asambleas, reuniones y ampliados, los vecinos discutían el impacto
negativo de las políticas de ajuste estructural que los afectaban y su lucha para mejorar las
condiciones en los barrios. Las juntas vecinales y Fejuve se convirtieron en lugares de
organización popular críticos del gobierno que ejercían gran influencia dentro de la población
alteña.
Las juntas vecinales divulgaban la información a través de medios de comunicación
populares. Durante el Levantamiento de Octubre, las radios locales como Radio Pachamama y
Radio Huayna Tambo fueron unos de los pocos medios que denunciaron la violenta represión del
gobierno mientras que las estaciones de radio y canales de televisión basados en La Paz se
aliaron con el gobierno o fueron incapaces de llegar a El Alto. Víctor Huanca, de Radio
Pachamama, me relató cómo salió a las calles a reportar lo que estaba pasando durante todos los
días que duró la insurrección. De acuerdo a su testimonio, la gente llamaba a la radio para
coordinar con los demás vecinos el bloqueo de las avenidas, el auxilio de los heridos, el entierro
de los muertos, el aprovisionamiento de alimentos y la denuncia de los ataques del ejército. 44
La prensa escrita también fue una muy importante forma de organización y de
concientización política desde antes de la insurrección de Octubre y hasta la actualidad. Según
Víctor Huanca:
Antes de Octubre, lo que pasaba era que en las calles se vendía
información: una o dos páginas, por 30, 50 centavos. La gente compraba
información, artículos de magazines y periódicos alternativos, resúmenes
de lo que estaba pasando; eso era lo que se vendía y lo que la gente leía y
había un proceso de empoderamiento. La gente veía que había razones
estructurales para su miseria45.
El proyecto para vender gas vía Chile, el Febrero Negro, las consecuencias del Alca, la
Ley Inra y la Ley de Reforma Educacional fueron discutidos en la prensa radical e independiente
durante el 2003. Para entender el alcance de la difusión de esta información, uno sólo tiene que
43
Ochoa, Edwin. Entrevista personal.
Huanca, Víctor. Entrevista personal.
45
Huanca, Víctor. Entrevista personal.
44
consultar magazines de izquierda como Semanario Pulso y Barataria, periódicos como El
Juguete Rabioso y Le Monde Diplomatique (Edición Bolivia), y folletos como Palabra Obrera y
Tunupa. Cuando estas publicaciones eran demasiado costosas, las juntas vecinales fotocopiaban
los principales artículos y los distribuían entre sus miembros o los compraban ya fotocopiados en
la calle por unos cuantos centavos, como Huanca recuerda.
La tradición sindical, especialmente minera, es un elemento clave para entender la
politización de las juntas vecinales. Los mineros relocalizados en El Alto defendieron el
importante papel del estado en la economía y las políticas del Estado de Bienestar en contra de
las reformas neoliberales de privatización. Igualmente, los ex-mineros defendieron el derecho de
los trabajadores y los ciudadanos del común de participar en el diseño e implementación de las
políticas de Estado. Es importante recordar que desde la Revolución de 1952, los trabajadores,
especialmente mineros, han participado de una u otra manera en la conducción del Estado y la
economía nacional a través del “control obrero con derecho a veto” y la influencia que la COB
ha ejercido sobre los gobiernos de turno.
Como resultado de estas prácticas democráticas en las juntas vecinales, los bolivianos
blancos y mestizos y los extranjeros que trabajan para las ONGs no han monopolizado el
liderazgo comunal en El Alto, sino que por el contrario, deben competir con un vibrante grupo de
dirigentes populares. De hecho, existe una fuerte “reserva de líderes” en El Alto dado que un alto
porcentaje de la población ha adquirido alguna experiencia de liderazgo y son reconocidos como
representantes legítimos de los barrios. Esta reserva de líderes fue activada espontáneamente
durante el Levantamiento de Octubre permitiéndole a la gente mantener la lucha aún cuando los
líderes del momento fueron neutralizados por el gobierno.
Los límites de la democracia vecinal
Cabe subrayar que las dinámicas dentro de Fejuve y las juntas vecinales no son siempre
democráticas. Los intereses personales y las desigualdades de poder pueden imponerse sobre los
intereses colectivos y algunos líderes se mantienen por largos periodos de tiempo porque los
vecinos no son siempre capaces de forzar su retiro cuando no representan sus intereses. Si bien la
independencia de los partidos políticos y de poderosos intereses públicos y privados (como los
del gobierno nacional o local y de las ONGs) es altamente valorada; el clientelismo, la
corrupción y la cooptación están presentes. 46 Por ejemplo, Ismael Ferrera, presidente de Fejuve
en el 2008, expresaba con preocupación: “Algunos de nuestros camaradas han caído en el
prebendalismo porque la necesidad los fuerza a sobrevivir; esperemos que durante mi periodo
nadie caiga en la maldición que es la corrupción.” 47
El individualismo y la competencia entre los presidentes de las juntas vecinales no son
inusuales, aunque la solidaridad está también presente:
Entre los presidentes de las juntas vecinales ha habido tremenda
desconfianza, tremendo individualismo y competencia entre ellos: el que
dirige mejor o al que consigue más obras públicas para su zona, o lo que
46
47
Lazar, Sian. El Alto, Rebel City…, cit.
Ferrera, Ismael. Entrevista personal.
sea. Y esto los lleva a tremendas confrontaciones. Pero después, por
necesidad, el hecho de que si pelean individualmente no consiguen lo que
quieren, esto los fuerza a unirse.48
La complementariedad aymara entre el hombre y la mujer –el chacha-warmi- es a
menudo un ideal más que una realidad dado que las relaciones patriarcales siguen estando muy
presentes en Fejuve. Las mujeres en El Alto se han convertido en el pilar económico de la familia
al integrarse masivamente a la economía informal y son reconocidas por su valentía al ubicarse
frecuentemente en primera línea a la hora de enfrentar a la policía. 49 Sin embargo, los hombres
prevalecen en las juntas vecinales y en Fejuve, especialmente en las altas posiciones de
liderazgo. En el 2002, el número de mujeres presidentes de las 399 juntas vecinales no
constituían más del 5% y las mujeres generalmente ocupaban rangos bajos como secretarias y
vocales.50 Nelly, una líder de COR-El Alto me explicó la discriminación de género combinando
ideales aymaras con el marco teórico de los estudios feministas que aprendió en los talleres de
liderazgo para mujeres de la ONG Gregoria Apaza:
Nosotras hablamos sobre discriminación porque aunque tenemos derechos
por ley, esos derechos no se respetan. Chacha-warmi significa
complementariedad entre hombre y mujer, pero los hombres no nos dan
esa oportunidad. Nosotras luchamos por igualdad de género.51
Finalmente el ideal de la disciplina sindical traído por los mineros y la preeminencia de la
comunidad sobre el individuo como parte de las tradiciones aymaras pueden imponerse sobre las
libertades individuales. Durante el Levantamiento de Octubre algunas familias o individuos que
optaron por mantenerse al margen de las protestas fueron obligados por el resto de los vecinos a
participar en los bloqueos de vías, las marchas, los grupos de vigilancia, etc. Según los
testimonios, grupos de vecinos amenazaban con saquear las viviendas de aquellos que no
participaran así como los negocios de quienes no cumplieran con los limitados horarios de
atención que fueron impuestos por las asambleas de vecinos. Pamela Chuquimia, estudiante de la
Escuela Normal de El Alto, escribió recordando cómo los enfurecidos manifestantes saquearon y
atacaron los bares y discotecas que se atrevieron a abrir sus puertas durante los días previos a la
masacre.52 Como Roberto de la Cruz, el principal líder de la COR en el 2003, explicó en una
entrevista: “Con la rabia de la gente no se juega; si es paro, es, pues, y nadie se mueve o…caen
los piedrazos.”53
A pesar de estas limitaciones, la democracia vecinal y las juntas vecinales se convirtieron
en un fuerte contrapeso a las formas elitistas y distantes de la “participación popular” neoliberal.
Las ONGs nacionales y extranjeras y los organismos de gobierno generalmente no son
representativos de las comunidades y las relaciones de poder entre el liderazgo blanco-mestizo y
la base indígena popular dificultan el ejercicio del control social y la construcción de consensos.
48
Ochoa, Edwin. Entrevista personal.
Cabezas Fernández, Marta. A Chonchocoro…, cit.
50
Puente y Longa. “El Alto: los dilemas…, cit., p.103.
51
Nelly. Entrevista personal.
52
Chuquimia, Pamela. “Días de saqueo”, en: Navia, Mónica. Y todo comenzó de nuevo: memorias de octubre. La
Paz, INSSB, 2004, p. 137.
53
Cruz, Roberto de la. Entrevista, en: Gómez, El Alto de pie…, cit., p. 31.
49
Por el contrario, estas dificultades son más fácilmente resueltas dentro de las juntas vecinales, e
incluso en Fejuve, donde el control social y las diferencias de poder y riqueza no son tan
marcadas.
Un ejemplo del poder de la base sobre el liderazgo de Fejuve me lo explicó Edwin Ochoa
quien integró el Comité de Huelga de Fejuve en El Alto en 1997 que exigió la renuncia del
alcalde, militante de Condepa, un partido populista con una marcada reputación por corrupción
entre los alteños. Ochoa recuerda dirigiéndose con otros miembros del Comité a una reunión con
el Concejo Municipal. El Comité fracasó en convencer a los miembros del concejo de unirse a la
campaña para hacer renunciar al alcalde como la gente en las juntas vecinales quería. “Los
vecinos estaban afuera del Concejo Municipal, esperando por una respuesta positiva, gritando y
con dinamita.”54 Finalmente, dos miembros del comité le comunicaron a la manifestación que el
alcalde no iba a renunciar. Ochoa recuerda que “En cuanto dijeron eso, los agarraron a los
dirigentes y los llevaron toda una cuadra a golpes, a patadas, les dijeron que se habían vendido,
que eran malos dirigentes y todo eso.”55
Para Javier Torres, miembro de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos y líder
juvenil, el proceso democrático en El Alto ha estado marcado por el contraste entre la
‘democracia burguesa’ y una ‘democracia popular’:
En el 82 [1982] se recupera la democracia, pero es una democracia
ficticia, es una democracia al estilo burgués, donde todos pueden votar
[…] pero no participan ni dan su voz en las políticas de Estado […]
Nosotros como organizaciones juveniles hemos rescatado el sistema
rotatorio de líderes que se da en las comunidades. Entonces el jefe no es el
que tiene el poder para decidir sino es el que puede ser elegido por ser más
sabio o al que le toca servir […] es un honor y una gran responsabilidad. 56
El testimonio de Torres muestra la hibridación de discursos políticos marxistas con los
ideales de democracia comunitaria andina que se contraponen a las formas democráticas
(neo)liberales.
El golpe final a la imagen del neoliberalismo como un sistema democrático participativo
fue el resultado del autoritarismo del gobierno de Sánchez de Losada o su “Democradura”57.
Durante el Levantamiento de Octubre, el gobierno se negó a negociar con los actores en conflicto
y envió al ejército a custodiar los camiones cisternas que bajaban gas a La Paz desde la planta de
Senkata en El Alto. Sánchez de Losada nunca reconoció la legitimidad de las demandas contra el
proyecto del gas y estaba convencido que era una “conspiración del narco-sindicalismo” apoyado
por oscuros intereses foráneos como de las guerrillas peruanas y colombianas. 58 El
enfrentamiento entre el ejército y los civiles desarmados produjo la muerte de 26 personas y
54
Ochoa, Edwin. Entrevista personal. En El Alto, debido a la fuerte presencia minera, el uso de cachos de dinamita
es una práctica común durante las protestas.
55
Ochoa, Edwin. Entrevista personal.
56
Torres, Javier. Entrevista personal.
57
Ana María Romero de Campero, defensora del Pueblo en 2003, acuñó esta descripción del gobierno de Sánchez
de Losada en una entrevista en el Semanario Pulso.. Guzmán Víctor y Víctor Orduna. “‘Democradura’: Entrevista
con Ana María Campero”, en: Pulso, Año 4, No. 218, Octubre 10-16, 2003, p. 12.
58
Gómez, Luis. El Alto de pie…, cit.
decenas de heridos. Como resultado, las organizaciones sociales en El Alto empezaron a
comparar el régimen neoliberal con las dictaduras militares de los años 60s y 70s y siguieron
siendo víctimas la violencia racista del Estado que no dudó en matar a los pobladores de
ascendencia indígena de El Alto como “si fueran animales” como varios de mis entrevistados me
dijeron.
Conclusión
El Levantamiento de Octubre desafía los recientes estudios sobre la relación entre la
gobermentalidad neoliberal y los movimientos sociales en países con mayorías indígenas como
Bolivia. Las reformas neoliberales ciertamente debilitaron el movimiento obrero en Bolivia, pero
también abrieron nuevos espacios políticos para organizaciones como las juntas vecinales en El
Alto. La LPP no pudo implementar del todo la gobermentalidad neoliberal puesto que los alteños
no constituyeron las juntas vecinales ni entendieron la “participación popular” de acuerdo a los
imaginarios políticos neoliberales. Muchos de los miembros de estas organizaciones vecinales no
internalizaron los valores de lo empresarial y el libre mercado sino que combinaron la economía
informal con prácticas económicas comunitarias y demandaron una mayor participación del
Estado en el bienestar común.
Si bien los alteños construyeron su ciudad y la economía informal con sus propias manos
y sudor, no se entendieron como empresarios individuales que estaban participando en un
mercado que justa e imparcialmente recompensaba sus esfuerzos y trabajo. Por el contrario,
construyeron una economía moral basada que valoraba la solidaridad, reciprocidad, trabajo y
recursos comunales. Además los vecinos continuaron rechazando el desmantelamiento del
Estado de bienestar que era visto como una obligación moral del Estado de redistribuir parte de
la riqueza nacional producida bajo un sistema económico donde los indígenas han sido
reiteradamente discriminados. Esta economía moral fue el resultado de la incorporación de
prácticas y valores traídos por los migrantes del campo y las minas.
Las juntas vecinales de El Alto, en vez de participar solamente a través de los canales
legales provistos por la LPP, se dedicaron a la acción colectiva no institucional como marchas y
bloqueos de vías y, durante octubre de 2003, a la desobediencia civil abierta en contra del
gobierno. Tercero, las juntas vecinales no se limitaron a la discusión de problemas locales sino
que reclamaron sus derechos como ciudadanos para participar en el diseño y la implementación
de políticas de Estado como el desarrollo de la industria de hidrocarburos. Como resultado, las
juntas vecinales se convirtieron en sitios donde florecieron formas de democracia popular y de
conciencia política radical. Los vecinos de El Alto cuestionaron la falta de representatividad y
control social y el autoritarismo del sistema político neoliberal a pesar de las reformas traídas por
la LPP; y la violencia racial del Estado que defendía los intereses de las compañías
multinacionales y la élite boliviana por encima de los intereses de la mayoría de la población
boliviana.
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