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Transcript
Los planes quinquenales
en la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas bajo
un régimen totalitario
Los planes quinquenales en la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas bajo un régimen totalitario.
Resumen:
Los Planes Quinquenales llevados a cabo tras la revolución bolchevique tenían previsto transformar a la
URSS desde una economía atrasada que no contaba con industrias básicas hacia un país que alcance el nivel
y supere a las naciones más industrializadas del orbe. El presente ensayo muestra una recopilación histórica
de estos planes, llevados a cabo inicialmente bajo las directrices de Vladimir Lenin y posteriormente bajo
la dureza aplicada por Josef Stalin para alcanzar sus objetivos a toda costa.
Una vez cumplidos los dos primeros planes se había alcanzado un considerable desarrollo industrial. A
mediados del tercer plan quinquenal, la invasión nazi provoca una reorientación de esa nueva industria
soviética; posteriormente la reconstrucción lidera las actividades previstas en el cuarto plan y hasta la
muerte de Stalin a mediados del quinto plan, la centralizada planificación había rendido sus frutos, pero con
un gran sacrificio asumido por su pueblo.
Palabras claves:
Planes, desarrollo, industria, colectivización, víctimas.
Con la revolución socialista una vez suprimida la
propiedad del latifundio, Vladimir Ilich Uliánov
(V. Lenin) esperaba encontrar la forma de concretar
la construcción de un nuevo Estado, dejar atrás la
economía agrícola y superar la producción industrial
rezagada. La mecanización de la producción y la
explotación de todas las ramas industriales mediante
la aplicación de su nueva política económica sería
la fórmula. Tras su muerte en 1924 surge la figura
de Josef Dzhugashvili (J. Stalin) quien radicaba
su posición en el control total de la producción
por parte del gobierno, convirtiéndose pocos años
después en el virtual dictador del país. Esperaba que
la forma de administración centralizada de ordeno
y mando, con rígidas directivas en la aplicación de
planes quinquenales permitirían la construcción
socialista. Pero un plan de desarrollo forzado
que pretendía superar el atraso a cualquier costo
tendría significativas consecuencias, sus medidas
coercitivas y violentas no repararían en las bajas
humanas ni en las condiciones laborales a las que
sometía a su pueblo.
Apenas triunfó la idea de la construcción socialista
de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
URSS, surgió la necesidad de elegir las posibles
formas de concretar esa construcción. Entre fines
de los años veinte y comienzos de los treinta la
posibilidad de contraponer diferentes variantes de
estrategia socio-económica estuvieron vinculadas
por una parte, con las tareas que debía resolver la
sociedad soviética en esa etapa de su desarrollo, y
por otra parte con la situación objetiva en la cual
tuvo que resolver esas tareas (Gordon & Klopov,
1989).
Una vez alcanzada la Revolución Bolchevique en
1917, cuando toma el poder el pueblo soviético y
crea la República de los Soviets, la vieja Rusia había
dejado a la joven república de los obreros y los
campesinos, una economía pobre, devastada además
por la guerra. Aunque ocupaba el primer lugar en
el mundo por su extensión territorial y el tercero
por su número de habitantes, Rusia era atrasada y
mísera en comparación con los países desarrollados
(Turádzhev, 1967).
La coyuntura que enfrentaban los nuevos
gobernantes en cuanto al desarrollo industrial de la
Unión Soviética dista de forma considerable de los
demás países europeos; la URSS se encontraba en
las etapas iniciales de la industrialización, si bien la
transición del modo de producción pre-industrial al
industrial tecnológico ya se había iniciado en el siglo
XIX, el ritmo de crecimiento era de tal característica
que continuaba siendo aún un país agrario con
predominio de la producción en pequeña escala y
tipo de trabajo rudimentario.
GACETA SANSANA, febrero de 2016
Planes quinquenales
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La devastación provocada por la primera guerra
mundial y posteriormente por la guerra civil y
la intervención militar extranjera, debilitaron
marcadamente también los elementos de la
producción industrial que existían en la economía
rusa. Al final de la primera década de poder
soviético, cuando ya se había completado la
restauración de lo destruido, la URSS estaba en la
misma etapa inicial de la transformación industrial
que había alcanzado en vísperas de la guerra y de la
revolución. El sector de manufacturas aportaba con
un 20% de la renta nacional del país mientras que la
agricultura contribuía con el 50%; la producción de
este último sector ocupaba el 80% de la población
económicamente activa y empleaba exclusivamente
el método pre-maquinizado.
Rusia está poblado por habitantes pertenecientes
a ciento cincuenta nacionalidades distintas, que
hablan diferentes idiomas, y cada una posee cultura,
costumbres y hábitos propios. El clima varía desde
un área en el Asia Septentrional considerada como
el lugar más frío de la tierra, hasta los desiertos del
sur, donde el calor hace casi insoportable la vida.
Catorce mares, pertenecientes a tres océanos –
Atlántico, Ártico y Pacífico – bañaban las costas de
la Unión Soviética (Johnson, 1945).
Un viaje por Rusia de norte a sur, nos hace recorrer
todas las zonas de la tierra. Comienza con ilimitadas
extensiones de tundra, helado y estéril desierto, al
sur de la tundra se extiende la taiga, formada por
bosques de pinos y abetos. Casi la mitad de los
bosques coníferos de la tierra le pertenecían. Más al
sur aparecen los bosques donde se mezclan robles,
hayas y fresnos y un poco más hacia abajo las
ondulantes y peladas estepas que forman el 12% de
la superficie del país; posteriormente llegaremos a la
zona subtropical de la Rusia Soviética, rica y fértil
desde su extremo occidental hasta las costas del Mar
Caspio, continúa hacia el este a través de los arenosos
eriales de Kara-Kum y Kizil-Kum hasta los oasis
del Asia Central donde se cosechan en abundancia
el arroz, algodón y viñedos. Si se viaja de Occidente
a Oriente, otro vasto y cambiante panorama se
desarrolla, cortado en dos por los Montes Urales,
que distan más de tres mil kilómetros de la frontera
polaca, y separan a la Rusia Europea, que queda al
oeste, de la Rusia Asiática que se extiende al este
(Johnson, 1945).
Pese a todo lo vasto de su territorio, el volumen de
su producción industrial estaba considerablemente
rezagado con respecto a las principales potencias
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Planes quinquenales
industriales, a pesar de tener una población mucho
más numerosa. En la segunda mitad de los años veinte
una consecuencia lógica y un índice generalizador
del estado preindustrial de la economía fueron las
características culturales y sociales de la población;
por ejemplo la proporción de los habitantes rurales
era entonces cuatro veces mayor que la de los
habitantes urbanos. Pero más preocupante era el
hecho de que en aquella época más de la mitad de la
población era analfabeta y entre los que sabían leer
y escribir, muchos ni siquiera habían terminado la
escuela primaria.
Es así entonces que la economía soviética debió
enfrentar la exigencia de cambios industriales
oportunos y decisivos, un proceso de industrialización
amplio, que no sólo debía incrementar el papel de
la industria sino además fomentar el paso del tipo
de producción pre-maquinizado al tecnológico
industrial en todas las ramas de la economía.
Mediante la aplicación de la Nueva Política
Económica, NEP por sus siglas en inglés, Vladimir
Ilich Uliánov (V. Lenin) esperaba implementar
la industrialización, lo que constituía el eslabón
central del plan Leninista de edificación del
socialismo. La senda que lleva a la nueva sociedad
es conocida, dijo Lenin: “Consiste en pasar a la gran
economía, erigida sobre la industria mecánica”.
Bajo este escenario el líder soviético gobernó
mediante la promulgación de una serie de decretos
de nacionalización, en muy poco tiempo fueron de
propiedad estatal empresas de la industria azucarera,
petrolera, minera, metalúrgica, electrotécnica y de
otras ramas industriales indispensables. Un hecho
más simbólico en este proceso tiene que ver con
la nacionalización de la tierra, que disponía su
entrega gratuita a los campesinos. Enseguida se
nacionalizaron los bancos, la flota mercante y el
comercio exterior. Las fábricas y empresas pasaron
a manos estatales o como definía el gobierno de la
URSS, a manos del pueblo. Al ser nacionalizadas
las fábricas y empresas, la lucha por el socialismo
pasó a la esfera económica (Lenin, 1961) .
Inicio de los Planes –
Plan GOELRO
El primer plan estatal de larga perspectiva fue el
programa de electrificación del país. En diciembre
de 1920 se aprobó el plan GOELRO (abreviatura
de la Comisión Estatal para la Electrificación de
Rusia) que fijaba las orientaciones principales de
la electrificación y el programa de producción de
las ramas industriales más importantes, así como
el desarrollo del transporte y de la agricultura. El
primer factor a considerar era el indispensable
aumento de la productividad sobre la base de la
electrificación y la mecanización de la producción.
Para esto se prestó singular atención a la formación,
según discurso de V. Lenin el 02 de octubre de 1920
ante el III Congreso de las Juventudes Comunistas
de toda Rusia, “No podemos edificar el comunismo
si no es a base de la suma de conocimientos,
organizaciones e instituciones, con el acervo de
medios y fuerzas humanas que hemos heredado de
la vieja sociedad. Sólo transformado radicalmente
la enseñanza, la organización y la educación de la
juventud, conseguiremos que el resultado de los
esfuerzos de la joven generación sea la creación de
una sociedad que no se parezca a la antigua, es decir,
de la sociedad comunista” (Vavilov, 1948)
Calculado para un período entre diez y quince
años, se estipulaba la construcción de 30 centrales
eléctricas. V. Lenin veía en la electrificación el
medio más importante de reequipamiento técnico
de todas las ramas de la economía soviética. Se
esperaba aumentar en el 100% el volumen de la
producción industrial de 1913, es decir duplicar los
niveles de producción vigentes antes de la guerra. El
plan esperaba incrementar 15 veces la producción
industrial durante igual número de años.
Todavía estaban permitidos el comercio privado y
la propiedad de pequeños negocios en virtud de la
NEP, más aún según criterio de V. Lenin expresados
en la Tercera Internacional Comunista explicaba:
“debemos otorgar concesiones a la burguesía
extranjera y al capital externo” necesario para
financiar los ambiciosos proyectos que emprendía
el país, lo que ocasionó inconformidad en los
miembros del partido; Josef Stalin en cambio, una
vez que asume el poder era partidario de un control
total de la producción por parte del gobierno. La
política económica del partido encontró el pleno
apoyo de los trabajadores, el resurgimiento de la
economía nacional se convirtió en la causa común de
todos ellos, según el gobierno de la URSS. De este
plan Stalin escribió como del único intento marxista
en aquel tiempo de “colocar bajo la superestructura
soviética de la Rusia económicamente atrasada
una base técnica y de producción efectivamente
real y la única posible en las condiciones actuales”
(Stalin, 1953). En 1927 se alcanzó el nivel de
restablecimiento, la industria alcanzó el nivel de
anteguerra, este restablecimiento sólo fue el primer
paso por la vía de la construcción del socialismo. La
nueva tarea era alcanzar y superar a los países que
habían alcanzado ya un elevado nivel de desarrollo.
En el auge de la industria no sólo estaban interesados
los obreros, sino también los campesinos. En el
campo predominaba el trabajo manual, los tractores
constituían una verdadera rareza y además eran
de marcas extranjeras. V. Lenin dijo en su tiempo
que “la salvación para Rusia no estriba sólo en una
buena cosecha en la economía agrícola – eso es
poco todavía – y no sólo en un buen estado de la
industria ligera, que facilita artículos de consumo
al campesinado – eso es poco aún - nosotros
necesitamos asimismo una industria pesada”. La
industrialización era una condición indispensable
para edificar la sociedad socialista (Lenin, 1961).
El mérito de Lenin es que no sólo promovió el
plan de creación de la industria pesada como
fundamento del socialismo, sino también que
elaboró las vías y los métodos para llevarla a cabo.
Pero esa industrialización se realizaría a expensas
de las fuentes internas de acumulación y a la
supuesta condición de fortalecer la clase obrera y
el campesinado, lo que se aspiraba lograr al poner
al servicio de esos actores sociales las grandes
riquezas del país.
Desarrollar el plan propuesto demandaría
considerable cantidad de recursos, la principal
fuente fueron las acumulaciones económicas
internas. Todos los medios de producción, la
tierra, las fábricas, las minas, los yacimientos y las
centrales eléctricas pasaron a ser patrimonio del
Estado. Adicionalmente se utilizarían los recursos
provenientes de la nacionalización de su comercio
exterior e interior, del transporte y de los servicios
públicos y establecimientos culturales.
La revolución socialista, después de suprimir la
propiedad latifundista, libró a los campesinos de los
gastos de adquisición de la tierra y de los ingentes
costos del arriendo, pero éstos contaban con una
rápida industrialización para desarrollar con éxito
la agricultura, necesitaban máquinas, fertilizantes,
aperos agrícolas modernos, entre otros.
Obtener los recursos para industrializar el país
no era suficiente ya que había que disponer
racionalmente de esos recursos; para eso el Estado
socialista contaba con una poderosa herramienta,
la planificación centralizada. Así se lograría la
concentración y el aprovechamiento de todos esos
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Planes quinquenales
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recursos orientándolos en primer término a la
financiación y el crédito para la industria pesada.
Tras la muerte de Lenin en enero de 1924, el manejo
de la URSS recaía en Stalin, líder del secretariado del
partido comunista, quien tenía previsto la aplicación
de una nueva estrategia para llegar al socialismo,
para 1929 Josef Stalin era virtual dictador del país.
Primer Plan Quinquenal
En julio de 1928 Josef Dzhugashvili (J. Stalin)
presenta una nueva estrategia para llegar al
socialismo y elimina la Nueva Política Económica
de V. Lenin. Formalmente en el plan stalinista al
principio no se habló de suprimir la NEP totalmente,
sino de suprimir su etapa inicial, sus formas y
regímenes que habían sido característicos para su
periodo de ascenso. En esta variante de desarrollo
debían ocupar un lugar fundamental las formas
administrativas de ordeno y mando para la dirección
de la economía nacional.
A la luz de la experiencia posterior, la conocida
afirmación de Stalin, que hiciera ya en 1927 de que
“nuestros planes no son planes–prognosis, ni planes–
conjeturas, sino planes–directivas”, obligatorios
para su cumplimiento inmediato, se interpretará
como una declaración de la convivencia esencial de
los métodos administrativos de ordeno y mando en
la dirección de la economía. Según su convicción y
la de quienes compartían su punto de vista, precisa
y únicamente la orientación hacia la directiva, la
orden cumplida a cualquier precio, podría garantizar
la superación del atraso y del ritmo de desarrollo
del cual, en opinión de ellos, dependía la suerte del
país (Stalin, 1979). En este sentido la renuncia a la
planificación que utiliza el mecanismo de mercado
y por eso admite la relatividad de las propuestas de
planificación, el paso de éstas a una planificación
fuertemente centralizada de rígidas directivas, son
la conclusión final, una suerte de generalización
total de la estrategia de la rápida industrialización y
la colectivización.
Josef Stalin y la mayoría de los miembros de la
dirección partidaria desconfiaban profundamente
del campesinado y estaban convencidos de que
los instintos de ese sector eran y siempre serían
“pequeñoburgueses”. Creían que los campesinos
jamás se separarían voluntariamente de su tierra, y
probablemente acertaban. Pero como en esa época
los campesinos aún formaban alrededor del ochenta
por ciento de la población, el partido afrontaba no
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Planes quinquenales
sólo enemigos externos sino un antagonista interno,
y la dirección partidaria sentía que estaba en una
fortaleza sitiada. Stalin creía que la NEP ya no servía
en la agricultura, que las cooperativas agrícolas
(basadas en esquemas extranjeros) probablemente
no funcionarían en la Unión Soviética y que, en
todo caso, no había tiempo para la persuasión
paciente, para enseñar al campesinado a través de la
experiencia (Laqueur, 1991).
Se le llama Plan Quinquenal, porque constituye el
esquema de trabajo que se efectuará durante los
cinco años siguientes. Este Plan fijo y detallado
significa un beneficio enorme para el industrial,
según criterio de las autoridades, ya que cualquiera
que sea su categoría, gracias a él sabe cuál es la tarea
que le incumbe realizar durante los siguientes cinco
años, sin tener que preguntarse si le durará o no
tanto tiempo el empleo.
El plan quinquenal era el primer programa en la
historia elaborado científicamente, que abarcaba
todas las ramas de la economía y de la cultura.
Mientras que el plan GOELRO sólo estipuló
tareas para 17 ramas, el primer plan comprendía
50 ramas de industria, además de la agricultura, el
transporte, el comercio, la instrucción, la sanidad,
la construcción de viviendas y el desarrollo de los
servicios.
Sobre la base de planes anuales del estado se
realizó la elaboración de los programas económicos
detallados de cada empresa no sólo para el año sino
también por trimestres, especificándose las tareas
productivas de los talleres, de las brigadas y de cada
obrero. De este modo la planificación se hizo más
concreta y operativa. La parte más importante del
plan era el grandioso programa de construcción que
preveía levantar 1500 grandes empresas, equipadas
con lo más adelantado de la técnica.
El 75% de todas las inversiones se dedicarían a la
industria pesada, levantar plantas eléctricas, fábricas
metalúrgicas, minas y empresas de la industria de
maquinaria. El papel decisivo se asignaba a un
grupo relativamente pequeño de nuevos gigantes
industriales, cuya construcción absorbía casi la mitad
de todo lo presupuestado en el plan. El promedio de
crecimiento anual de la producción de la industria
soviética en su conjunto se establecía en el 20%; el
de la industria pesada en el 25% (Johnson, 1945).
En cuatro años y tres meses, ya que las metas
previstas se alcanzan antes, el país agrario se
transformó en país industrial. En 1932, el 71%
de toda la producción de la economía soviética
correspondió a la industria. Durante este corto
periodo aumento en el 170% la generación anual de
energía eléctrica; en el 230% la producción de gas;
en el 80% la de petróleo; en el 580% la producción de
abonos y fertilizantes y en un 90% la producción de
cemento (Johnson, 1945). Los principales esfuerzos
dentro del plan quinquenal fueron destinados a
la generación de energía eléctrica, la extracción
de carbón y de metales, y la construcción de
maquinarias; los resultados alcanzados justificaron
el proceso centralizado de planificación.
La industrialización dio vida a un nuevo tipo de
obrero que dominaba la técnica moderna. Cambió el
propio carácter del trabajo, los oficios manuales poco
productivos fueron reemplazados por profesiones
de elevado rendimiento, por el trabajo mecánico. Ya
en 1932 el número de obreros y empleados se elevó
a 22.6 millones de personas, o sea el doble de los
que había en 1928 (Vavilov, 1948).
A pesar del feliz cumplimiento del primer plan
quinquenal antes del plazo fijado, los soviéticos
tropezaron con bastantes dificultades en el curso
de su realización. Ya al principio se pudo notar
que no todas las tareas habían sido calculadas con
la precisión y el fundamento debido. De cada tres
obras, dos no contaron oportunamente con los
proyectos técnicos. Sin embargo, no se podía perder
tiempo y los proyectos se desarrollaron con gran
flexibilidad y capacidad de maniobra. Muchas de las
tareas planificadas no concordaban con el tiempo,
mientras unas fábricas comenzaban a funcionar,
otras plantas que debían constituirse en su fuente
de abastecimiento de materia prima se hallaban
en su fase inicial. En una u otra parte surgían
desproporciones, que era necesario liquidar con
rapidez. Superando las dificultades y resolviendo
cada día las constantes tareas nuevas, los técnicos
y administradores fueron aprendiendo el arte de
dirigir la economía nacional centralizada.
Plan de desarrollo forzado
El rápido ritmo de desarrollo de la industria general y
de los medios de producción en particular se destaca
como principio básico y clave de la transformación
industrial de la economía y de la construcción
socialista en su totalidad. Los defensores de este
enfoque deducían que éste era necesario, basándose
en las condiciones externas e internas en las que se
encontraba el país en ese periodo.
Desde el punto de vista de la situación interna,
el desarrollo forzado de la industria imponía,
en opinión de Stalin, la necesidad de crear las
premisas para una colectivización más acelerada
del campesinado. Junto a quienes lo seguían se
guiaban por el convencimiento de que el poder
soviético no se puede basar durante demasiado
tiempo simultáneamente en la gran industria estatal
y en la pequeña economía mercantil unipersonal,
que la pequeña producción privada no puede
subordinarse pacíficamente a la estructura socialista
entrelazándose y fusionándose gradualmente con
ésta, que la conservación de la pequeña economía
mercantil conduce inevitablemente a fortalecer
a los kulaks (terratenientes) y a agudizar la lucha
de clases en proporciones peligrosas para la propia
existencia del sistema soviético.
Desde el punto de vista de la situación internacional,
la necesidad de un desarrollo prioritario de la
industria lo determinó, así lo estimaba Stalin, el
inevitable acercamiento de la guerra y la insuficiente
base industrial de la URSS para conducir con éxito
esa guerra.
Los partidarios de la política que promoviera
J. Stalin estaban convencidos de que el sistema
político, los órganos estatales de la dictadura del
proletariado, la autoridad del poder soviético y del
Partido Comunista, la fe sin reservas en el socialismo
de la vanguardia popular, es decir de millones de
comunistas, obreros, campesinos pobres, y de los
jóvenes, su entusiasmo y disposición a sacrificarse
en aras del futuro socialista, permitirán superar la
acción de los factores monetarios y mercantiles
tradicionales del desarrollo económico, concentrar
todos los recursos de la sociedad en el crecimiento
prioritario del potencial industrial. A la vez,
se consideran históricamente justificadas y se
identifican con el crecimiento del socialismo todas
las formas de desarrollo forzado de la industria
estatal y todas las formas de socialización de
la agricultura, el comercio y los servicios que
contribuyan a ese desarrollo, sean o no realmente
voluntarias y económicamente fundamentadas.
Los demás rasgos de la estrategia que formulara
Stalin entre fines de los años veinte y comienzos de
los treinta, están vinculados con la convicción de
que la superación del atraso industrial debe lograrse,
cualesquiera sean sus costos socio-económicos,
políticos e ideológicos-morales. Sin reparar en las
bajas humanas, ni en las condiciones de trabajo en
que cumplían su labor, quien no pudiera o no lograra
cumplir su tarea sería considerado como subversor.
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Planes quinquenales
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Para mantener los elevados ritmos de crecimiento en
esa estrategia, se propone una ampliación irrestricta
de la inversión de capitales en la industria, inclusive
a expensas de una reducción del fondo de consumo
y del más riguroso ahorro de los fondos que
determinan el nivel de vida de las masas populares.
Se consideraba necesario cualquier sacrificio,
trasladar los fondos disponibles para la producción
de bienes de consumo hacia la inversión industrial
necesaria y sin tomar en cuenta que ese traslado
generaría una grave falta de artículos de consumo. Se
anuncia de hecho que es admisible y hasta deseable,
utilizar planes no completamente equilibrados y con
presupuestos igualmente forzados.
La variante stalinista de la estrategia de
industrialización socialista no se construyó
sólo confiando exclusivamente en los esfuerzos
conscientes y voluntarios del pueblo. La dura
necesidad de la más rápida superación del atraso
justificaba la aplicación de medidas coercitivas,
violentas, allí donde el entusiasmo y la disposición
voluntaria a los sacrificios resultaban insuficientes.
En palabras de Stalin: “En el terreno de la
construcción socialista las medidas represivas son
un elemento necesario de la ofensiva” (Stalin, 1913).
De acuerdo con la línea derivada de las directivas del
XV Congreso del Partido en cuanto a la confección
del plan quinquenal, debían superarse las dificultades
qu e se presentaban utilizando métodos económicos:
compra de granos en el exterior y maniobras de
mercado, o sea, la marcha hacia una atenuación de
la coerción económica y una transitoria disminución
del fondo de acumulación. A diferencia de esto, en
la variante stalinista se proponía agregar en estos
casos la coerción económica mediante la aplicación,
con respecto a la cúpula del campo, de medidas
extraordinarias de coerción extraeconómica, estas
medidas fueron adoptadas cada vez más a partir de
1928.
La sensación de la eficacia de las medidas
extraordinarias, así como el entendimiento de
que no eran los kulaks, sino justamente la masa
de campesinos medios la que en lo fundamental
determina el volumen de la producción agrícola,
llevaron a que, con el tiempo, en la estrategia
stalinista se comenzara a considerar que la coerción
era un medio que podía utilizarse ampliamente
también para la reorganización socialista del campo
en su conjunto. En el proceso de formación de esta
estrategia se sustituyó el plan de cooperativización
prolongada y puramente voluntaria del campesinado
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Planes quinquenales
por una orientación hacia la rápida colectivización,
que se lograría por lo menos mediante la combinación
de la voluntariedad con la coerción.
Apoyándose en un viraje real de gran parte del
campesinado hacia los Koljoses (haciendas
colectivas) en 1929 Stalin empezó a hablar de la
necesidad de concretar en los años próximos la
colectivización total del campo. Por otra parte, esta
colectivización no se concebía simplemente como
la aceleración del proceso de cooperativización
iniciado anteriormente; debía convertirse en el
comienzo de una etapa cualitativamente distinta del
proceso, en la cual la marcha de la socialización de la
agricultura ya no estaba regida exclusivamente por
la influencia transformadora del desarrollo técnico –
económico y por la medida en que los campesinos
comprendían las ventajas potenciales de la hacienda
colectiva.
Esta colectivización provocó conflictos entre el
estado y los campesinos propietarios, especialmente
propietarios medios; miles de kulaks fueron
deportados a campos de trabajos forzados
conocidos como gulags, con penas de hasta 10
años, debido a los crímenes cometidos contra los
campesinos; asesinaron a muchos durante los
conflictos, sacrificaron los animales que ayudaban a
trabajar la tierra e incendiaron las cosechas creando
profundas hambrunas y epidemias. A pesar de todo,
la agricultura fue durante mucho tiempo el sector
más débil de la economía soviética.
El hecho de que desde su comienzo la estrategia
de implantar koljoses suponía un drástico aumento
del papel de la coerción, resalta con claridad
en la proclamación de una violencia directa y
prácticamente ilimitada con respecto a la cúpula
acomodada del campo. El plan de colectivización
total incluyó, como elemento orgánico, el paso
de la política de restricciones a la política de
expropiación de los kulaks, de liquidación de los
kulaks como clase. “Sin poner en práctica la política
de liquidar a los kulaks como clase –señaló Stalin –
es imposible lograr la transformación del campo en
base a los principios del socialismo”. Esta política
era un componente de la formación y desarrollo de
los koljoses que significó un aumento del nivel de
la violencia.
Es verdad que la implacable liquidación de los kulaks
puso fin a la tradicional servidumbre de amplias
capas del campesinado, pero a la vez esa política
era una forma de intimidación a toda la población,
ante cuyos ojos eran exterminados los elementos
más fuertes e independientes del campesinado. No
en vano la expropiación afectó a una parte mucho
mayor de la población rural que la identificada con
los kulaks. Las víctimas de la represión, que según
la versión oficial debía descargarse contra ellos,
fueron gran parte de los campesinos medios.
Como resultado del gran terror se han emitido una
serie de informes con una diferencia considerable del
número de víctimas, desde lo indicado por instancias
gubernamentales o en su defecto por muchos de sus
biógrafos, además de medios escritos entre otros.
En general se ha citado un número de por lo menos
16 millones de personas arrestadas, de las cuáles
entre 8 y 10 millones perecerían en los campos de
trabajo. Si a esta cifra se agregan los perjudicados
por la colectivización agraria se cita una cantidad
no menor de veinte millones de víctimas mortales
(Lukacs, 2007).
Segundo Plan Quinquenal
(1933 – 1937)
El segundo plan nació en condiciones
incomparablemente mejores que las del primero;
al sector estatal de la economía le correspondía
ya el 95% de la renta nacional y el 99.55% de la
producción industrial. La inmensa mayoría de los
campesinos se habían agrupado “voluntariamente”
en los koljoses y para 1933 el sector socialista
aportó más del 80% de la producción global del
campo. Estos éxitos permitieron plantear como tarea
esencial dar cima a la reconstrucción técnica de toda
la economía debiendo superar además el atraso en
transporte, ferroviario en especial, acelerar el ritmo
de desarrollo de la siderurgia y de la metalurgia, así
como de la industria petrolera cuya producción era
en extremo necesaria para el creciente número de
tractores y vehículos del país. Se esperaba entonces
alcanzar la mecanización de todos los procesos de
trabajo pesados, contar con una base energética
capaz de suministrar electricidad a todas las ramas
de la economía y asegurar el buen desempeño de la
industria química, ligera y de la alimentación.
En este segundo plan se dedicó especial atención
a la metodología de la planificación económica,
mejorando en forma considerable el nivel de la
fundamentación científica de las tareas. También se
incorporó a la Academia de Ciencias de la URSS
y a muchas otras instituciones de investigación
científica en la elaboración del plan.
Además de la gran industria, este plan comprendía
la pequeña industria y todas las clases de transporte.
Se preparó en detalle el plan de construcciones
básicas en el que figuraban más de mil grandes
obras y se establecieron tareas para 120 ramas
industriales frente a las 50 ramas del primer plan.
La conexión entre la industria y la agricultura
se volvió más compleja, los koljoses (haciendas
colectivas) y sovjoses (explotaciones agrícolas
estatales) empezaron a demandar en mayor escala
tractores y maquinaria agrícola, abonos minerales
y demás artículos industriales. Se diversificaron
también las relaciones entre la industria y el
transporte, la industria y la construcción, entre otras.
La política económica del estado soviético fomentó
la organización del comercio que reforzó los lazos
entre la ciudad y el campo, la industrialización del
país y la colectivización de la agricultura.
El segundo plan quinquenal también se cumplió con
antelación logrando un considerable incremento del
120% de la producción industrial. La fabricación de
acero creció en el 200%, la generación eléctrica en
un 170%, la producción de tornos en el 150% y la de
calzado en el 110%. Estas cifran presentaban gran
contraste sobre lo que acontecía por aquel tiempo a
la economía de países occidentales. Del quinto lugar
que ocupaba en el mundo en 1929 por el volumen
de su producción industrial, la URSS ascendió al
primer puesto en Europa y el segundo en el mundo,
superado por los Estados Unidos de Norteamérica,
en cuyo territorio no se había librado batalla alguna.
Todas las ramas de la industria progresaron, pero
el sentido de la industrialización se orientaba en la
producción de equipos que superaba ampliamente
la de artículos de consumo, ya que sólo la industria
pesada podía constituir el sólido respaldo de una
economía independiente.
Stalin percibió con acierto que, dada la
incertidumbre de la situación internacional, se
requería urgentemente la creación de la industria
pesada como base de un ejército moderno. Acertó
al suponer que no disponía de muchos años para
ejecutar esa tarea. El modo de ejecución no fue,
ni mucho menos, el más eficaz. Algunos actos de
Stalin por grotescos e inhumanos que hayan sido, de
todos modos admitieron una explicación racional. Si
estaba convencido de que sólo él podía dirigir a su
país en el enfrentamiento con los peligros internos y
externos, era lógico que dedujera de eso la necesidad
de eliminar a los posibles rivales (Laqueur, 1991).
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Planes quinquenales
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Tercer Plan Quinquenal
(1938 – 1942)
El tercer plan quinquenal fue proyectado para
completarse en 1942. En líneas generales, antes
de que estallara la guerra con Alemania, la
producción seguía el ritmo preestablecido y en
algunos casos hasta lo superaba. Como ejemplo de
la magnitud del alcance y de los propósitos de este
tercer plan, según un extracto de su cuarta sección,
se expresan los empeños básicos proyectados para
una mayor elevación del nivel de vida material y
cultural del pueblo trabajador de la URSS:
El cumplimiento del primero y segundo de los
planes quinquenales produjo enorme elevación en
el nivel de vida material y cultural. El tercer plan
debe afianzar la seguridad de que las necesidades
del pueblo trabajador en cuanto a artículos y
productos necesarios, alojamiento, cultura y
otros servicios generales sean satisfechos aún con
mayor amplitud. Ahora no se trata de abolir el
desempleo ni de acabar con la miseria campesina:
esto ya se logró, por completo y para siempre.
La tarea consiste ahora en elevar el bienestar y el
nivel cultural de los trabajadores hasta un grado
que responda a las crecientes demandas del pueblo
soviético, demandas inalcanzables aún en los más
ricos países capitalistas (XVIII Congreso del
Partido Comunista de la Unión Soviética, 1939).
El tercer plan quinquenal fue aprobado en un
tiempo en que se temían incursiones militares,
esta circunstancia no podía dejar de reflejarse
en él. Se preveía el sucesivo ascenso del poderío
industrial y el reforzamiento de la capacidad
defensiva del país. Se proyectaba elevar casi en
el doble el volumen de la producción industrial.
Eran objeto de particular esfuerzo la metalurgia,
la industria química, la construcción de
maquinaria y la industria energética. Las inmensas
inversiones básicas, cuya cuantía equivalía a la
de los dos anteriores planes quinquenales juntos
se destinaban sobre todo a aumentar el aparato
productivo de la industria. La producción agrícola
debía acrecentarse en el 50%, y el consumo
popular, del 50 al 100%.
En los tres primeros años la producción industrial
global aumentó en el 45%, lo que correspondía al
ritmo previsto, pero este trabajo fue interrumpido
por la incursión Alemana que lanzó todo su
poderío bélico sobre la URSS. Varios años antes
del conflicto el líder alemán refería su interés por
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Planes quinquenales
el territorio soviético. Adolf Hitler había hecho una
afirmación destacable en el congreso del partido en
Núremberg, en septiembre de 1936: “Si pudiéramos
disponer de la incalculable riqueza y las reservas
de materias primas de los montes Urales y de las
interminables y fértiles llanuras de Ucrania para
explotarlas bajo el mando nacionalsocialista, el
pueblo alemán nadaría en la abundancia” (Lukacs,
1997).
El 22 de junio -como de hecho durante las semanas
que antecedieron y que siguieron a esa fatídica
jornada- los expertos militares más cualificados
de todo el mundo predecían la derrota de la Unión
Soviética en el plazo de unas pocas semanas o de,
a lo sumo, dos meses. No eran unas predicciones
irracionales. Se fundamentaban en la lamentable
actuación del ejército ruso contra el finlandés
durante la Guerra de Invierno; en las pruebas no
menos abundantes que aportaban la mutilación y
desorganización experimentadas por los cargos
superiores del estamento militar ruso a causa de las
purgas decretadas por Stalin (Lukacs, 2007).
Las purgas soviéticas contra el ejército, el partido
y el servicio de inteligencia fueron el preludio del
gran terror stalinista, que entre 1937 y 1938 tomaría
la vida de cientos de miles de personas por razones
de clase y nacionalidad (Snyder, 2010).
Apoyándose en la planificación centralizada, el
Estado soviético llevó a cabo en un corto plazo la
reestructuración radical de toda la economía nacional
en concordancia con las necesidades de la situación
bélica. Fueron movilizados todos los recursos
materiales y humanos pasando al régimen militar a
veloz ritmo. Toda la industria de maquinaria pesada
y para el transporte fue adaptada a la fabricación
de tanques y de artillería. Las empresas textiles,
químicas, poligráficas e incluso las de calzado
organizaron la producción de morteros. Las fábricas
de maquinaria agrícola preparaban municiones
y pertrechos; las de motocicletas, armas ligeras;
las de tractores, montaban tanques; las de relojes,
fulminantes para los proyectiles.
El avance de las tropas alemanas hacia el Este
provocaba ciudades y pueblos reducidos a ruinas;
el ejército alemán se aprestaba hacia los centros
industriales, hacia el carbón y el petróleo. En esta
compleja situación el Estado socialista acertó a
realizar la evacuación de su industria a las regiones
orientales. En un año aproximadamente se llevó a
efecto la reestructuración bélica de la economía.
Sin embargo el terror continuó durante la guerra, se
condenó a muerte a generales, capitanes y soldados
porque no obedecían órdenes o por muchas otras
razones. Muchos prisioneros que no habían sido
sentenciados a muerte durante la gran purga de
todos modos murieron liquidados durante el primer
año de la guerra.
A partir de 1941, la URSS participó al lado de
los Aliados en la caída del nazismo. Obtuvo de
ello un crédito moral que luego nunca dejo de
explotar. Después de 1945, la victoria sobre el
nazismo impidió cualquier interrogación sobre el
totalitarismo vencedor, cualquier cuestionamiento
de su legitimidad política y moral (De Benoist,
2005).
Si Hitler perdió la guerra no fue como consecuencia
de la superioridad del liderazgo militar de Stalin,
sino por obra de una serie de factores objetivos y
subjetivos: la Unión Soviética no era ni Polonia
ni Francia. Era un país mucho más extenso y más
poblado, tenía un ejército mucho más numeroso que
los restantes países derrotados por Hitler, y también
poseía una tradición y una experiencia militar de
antigua data. Stalin no retrocedió ante la adversidad;
no era un derrotista, como algunos de los jefes
franceses; a semejanza de Hitler, no renunciaba
cuando sufría graves derrotas. Y así, a su tiempo,
llevó al país a la victoria pero pagó un precio que el
pueblo soviético debió afrontar durante décadas, y
que quizás haya sido innecesario (Laqueur, 1991).
Millones de vidas perdidas, centenares de ciudades
y millares de pueblos y aldeas quedaron reducidos
a escombros. Veinticinco millones de personas
se quedaron sin techo. Las instalaciones de miles
y miles de fábricas y centrales eléctricas eran
montones de hierros retorcidos. Las minas de
carbón del Donbáss y los yacimientos de hierro de
Zaporozhie estaban inundados de agua. Los campos
koljosianos parecían desiertos muertos: no había en
ellos semilla para la siembra, ni máquinas ni aperos
agrícolas, ni ganado.
Sin embargo, tal como se citaría en el XXIV
Congreso del PCUS “Las gentes maduras recuerdan
los primeros quinquenios soviéticos. Todos los
objetivos que se proponían eran calificados en
Occidente de sensaciones e incluso utopías. Sin
embargo, en contra de todos los vaticinios de la
burguesía, la Unión Soviética se transformó con
velocidad asombrosa de un país agrario atrasado en
una potencia industrial avanzada. Precisamente el
cumplimiento feliz de los primeros quinquenios en
la URSS se debe al desarrollo de una fuerte industria
y una gran agricultura colectiva que aseguraron la
base económica para salir triunfante de la segunda
guerra mundial” (Okulov y Turádzhev, 1971).
Cuarto Plan Quinquenal
(1946 – 1950) - La
Reconstrucción Soviética
La URSS había retrocedido a la situación de varios
años antes y descendió de forma considerable
la industria pesada. En 1946, el Soviet Supremo
de la URSS aprobó la ley sobre el cuarto plan
quinquenal de restablecimiento y desarrollo de la
economía. La tarea principal del plan previsto para
1946 – 1950, no sólo consistía en hacer resurgir la
economía y alcanzar el nivel de anteguerra, sino
también en superar considerablemente los índices
de 1940. En el país faltaban artículos de consumo,
era particularmente crítico el tema de la vivienda,
sumado a esto la intensa sequía que afectaba al
sector agrícola a inicios del plan.
La reconstrucción del país recibiría más del 50%
de las inversiones básicas del pretendido plan. Las
ciudades eran cubiertas por nuevas construcciones,
la ciudad de Minsk, destruida casi por completo
levantaba edificios para vivienda, policlínicas,
bibliotecas, almacenes entre otros. Kiev la capital
de Ucrania mejoraba día tras día. Estaba en
construcción Sebastopol, la ciudad de la armada
rusa y así surgen otras ciudades y poblados obreros.
Fueron puestas en servicio 6,200 grandes empresas
industriales. Prosiguió acrecentando su potencia la
metalurgia de los Urales y Siberia. Se construyeron
nuevos centros siderúrgicos en Asia Central y
Tanscaucasia, así como nuevas torres extractoras de
petróleo se levantaron en Bashkiria, Azerbaidzhán
y Grozny.
El programa que había sido calculado para cinco
años, se realizó con una antelación de nueve meses.
En 1950, la producción global de toda la industria
registró un incremento del 73% con relación a 1940.
Al terminar la guerra, se observó un difundido
sentimiento de esperanza. En general, se preveía que
las purgas, los arrestos arbitrarios y las ejecuciones
no se repetirían. Pero fueron vanas esperanzas;
centenares de miles de prisioneros de guerra
soviéticos terminaron en los campos de trabajos
forzados (los temibles gulags) después de la guerra.
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Planes quinquenales
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Quinto Plan Quinquenal
(1951 – 1955) - Muerte de Josef
Stalin
Hacia mediados del siglo XX la inmensa mayoría de
los cuadros políticos, económicos e ideológicos era
gente que simplemente no sabía que es la auténtica
democracia ni que es la planificación – acorde con
las condiciones de los años cincuenta – que tiene
en cuenta el mercado y las relaciones mercantiles.
En la conciencia social predominaban nociones
deformadas muy alejadas de la realidad, sobre la
variedad de posibilidades del socialismo y sobre
el desarrollo real del mundo no socialista. Igual
que el miedo subconsciente, la limitación política
condicionada por la violación de la sucesión política
normal y la ausencia de vínculos normales con el
exterior, dificultó y retardó la toma de conciencia
de la necesidad de cambios profundos (Gordon y
Klopov, 1989).
La culminación de la industrialización y el paso
a la siguiente etapa de desarrollo de la economía
soviética -la formación científica industrial- no
constituyen en modo alguno un cambio instantáneo.
Los procesos de la etapa anterior no son sustituidos
de inmediato ni por entero por los procesos de una
nueva etapa.
Las características fundamentales del desarrollo
socioeconómico alcanzado hasta los años cincuenta
evidencian que en lo esencial la economía, la vida
social y la cultura en la URSS ya adquirieron un
carácter industrial, pero ellas mismas muestran un
conjunto de esferas donde las transformaciones
industriales deben continuar.
En la rama industrial se creaban las dos terceras
partes de la renta nacional, se había formado una
clase obrera considerable y se podía llevar a cabo
cualquier tipo de producción conocida. Los logros
básicos de la civilización moderna como asistencia
médica e instrucción formal integraban la vida
cotidiana del pueblo.
En el transcurso de los planes quinquenales
de postguerra, la salud de Stalin decayó
notablemente: padeció de reumatismo, angina, y
elevada hipertensión. Una serie de fuentes, que
incluyen a algunos de los médicos que lo trataron,
diagnosticaron como la causa de su muerte (lesión
en un vaso sanguíneo del cerebro), era imposible de
operar y muy probable que tales medidas habrían
sido ineficaces, sucedió el 4 de marzo de 1953.
Conclusiones:
El cumplimiento de los planes quinquenales bajo un régimen totalitario con las directrices de una fuerte
planificación centralizada permitió superar las condiciones socioeconómicas de una nación atrasada en
cuanto al desarrollo industrial vigente en el mundo occidental. Sin embargo, este relativo éxito de los planes
significó el sacrificio de una población sometida a la ejecución forzada de los mismos a través de múltiples
formas de coerción impuestas por el régimen stalinista. La colectivización total del campo bajo medidas
extremas llevadas a cabo en el primer plan quinquenal junto a la intimidación y represiones arbitrarias
presentes en la ejecución de los posteriores planes ocasionaron más de veinte millones de víctimas mortales.
Alcanzar la cima del desarrollo industrial mediante la mecanización de todos los procesos de trabajo pesado
era el énfasis dado al segundo plan quinquenal, continuando aún el desarrollo forzado sobre la población.
Incrementar el consumo y elevar el nivel cultural y técnico mediante el fomento de la educación era el
principal esfuerzo en el tercer plan interrumpido por la invasión nazi. Una vez alcanzada la victoria sobre el
ejército alemán se da inicio al cuarto plan que contemplaba la reconstrucción de todo el aparato industrial y
de las ciudades y pueblos devastados, hasta poder lograr el nivel de anteguerra. En el último de los planes
quinquenales analizados el objetivo primordial era pasar de la industrialización a la formación científica
industrial, lo que sería llevado a cabo por el sucesor de Stalin tras su muerte en 1953.
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Planes quinquenales
Si bien la URSS alcanzó un grado de industrialización considerable mientras se ejecutaban los planes
quinquenales, el elevado costo para el pueblo soviético y la sociedad, traducido en millones de vidas
humanas sacrificadas en aras de alcanzar ese desarrollo industrial o victimas de arbitrariedades al juzgar a
quienes consideraban sus enemigos, ha ocasionado la resistencia y el descrédito de la ideología que Stalin
profesaba.
Referencias bibliográficas
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reflexiones sobre el totalitarismo en el siglo XX
(1917-1989). Barcelona: Ediciones Áltera, S. L.
-Gordon, P., & Klopov, E. (1989). Que pasó? URSS:
Del Stalinismo a la perestroika. Buenos Aires:
CARTAGO.
-Johnson, H. (1945). El secreto de la fortaleza
soviética. Buenos Aires: Partenon.
-Laqueur, W. (1991). STALIN. Buenos Aires: Javier
Vergara Editor.
-Lenin, V. (1961). Obras Escogidas. Moscú:
Progreso.
-Lukacs, J. (1997). El Hitler de la Historia. Madrid:
Turner - Fondo de Cultura Económica.
-Lukacs, J. (2007). Junio de 1941 Hitler y Stalin.
Madrid: Turner - Fondo de Cultura Económica.
-Okulov, R., & Turádzhev, V. (1971). XXIV
Congreso del PCUS: El Socialismo en Acción.
Moscú: Agencia de Prensa Novosti.
-Snyder, T. (2010). Bloodlands - Europe between
Hitler and Stalin. New York: Basic Books.
-Stalin, J. (Enero de 1913). Marxist Internet Archive.
Obtenido de www.marxists.org
-Stalin, J. (1953). Obras Escogidas. Moscú:
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-Stalin, J. (1979). Obras Escogidas. Tirana: Nentori.
-Turádzhev, V. (1967). La economía dirigida.
Moscú: Nóvosti.
-Vavilov, S. (1948). Treinta años de ciencia soviética.
Moscú: Ediciones en Lenguas Extranjeras.
-XVIII Congreso del Partido Comunista de la Unión
Soviética. (1939). Tercer plan quinquenal. Moscú:
Partido Comunista.
Autor
Germán Huayamave
Economista. Magíster en Administración.
Becario del BID en el Magíster en Economía
de la Universidad Nacional de Tucumán.
Docente en la Universidad de Guayaquil; en
la UTEG y actualmente labora en la Universidad Santa María, campus Guayaquil.
En el ámbito profesional, ha desempeñado
cargos de Técnico y Especialista en Crédito
y Becas y Experto en Seguimiento Académico Bancario 3.Actualmente está cursando el
doctorado en ciencias políticas en la Pontificia Universidad Católica Argentina.
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