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nacional
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juevES 16•abr•15
va: las diferencias entre los salarios más
altos y más bajos están restringidas, al
contrario que en otras empresas, en las
que hay un rango salarial muy amplio.
Eso nos ayuda a pasar esos momentos
de crisis. La segunda ventaja es el arraigo
en el territorio: nosotros sabemos que
generar empleo es una de nuestras preocupaciones, y por eso resistimos más,
porque está en nuestro ADN que el fin
no es generar riqueza para algunos sino
puestos de trabajo. Además, podemos
hacer, en asamblea, bajadas voluntarias
de los ingresos que perciben los socios
para pasar los momentos de dificultades. En Europa ha habido una crisis muy
fuerte en los últimos años, y la economía
social ha generado empleo y ha crecido.
Alfonso Etxanobe. • foto: mauricio kühne
Con las mejores armas
Especialista español opinó que el financiamiento del Fondes
debería centrarse en proyectos “competitivos” y “viables”
Alfonso Etxanobe es consultor del
área de estrategia de LKS, empresa de la
Corporación Mondragón, del País Vasco. Durante el gobierno de José Mujica
asesoró a la Oficina de Planeamiento y
Presupuesto (OPP) en el funcionamiento del Fondo para el Desarrollo (Fondes). Esta semana estuvo en Uruguay
para asesorar a Alur en temas de innovación en su planta de Paysandú. En
conversación con la diaria, opinó que
las cooperativas en Uruguay “tienden
a tener niveles de gestión muy bajos” y
afirmó que deben apuntar a ser “realmente empresas” y no “avergonzarse de
ser competitivas”.
–¿En
–
qué consistió el asesoramiento
que brindaron a OPP?
-Los modelos de negocios [de los emprendimientos beneficiarios del Fondes] eran en muchos casos antiguos,
había una necesidad de innovar, de
cambiar cultura. Con esa idea, trabajamos en un proyecto de introducción
de la sistemática de la innovación en
empresas autogestionarias [EA] pero
también en otras empresas pasibles de
ser beneficiarias del Fondes, como las
micro, pequeñas y medianas empresas
[mipymes]. En aquel entonces ya se vislumbraba que se quería ampliar el perfil
de beneficiarios del Fondes, se preveía
que la orientación del próximo gobierno
iba a ser otra y que no iba a ser exclusivamente para EA.
–El
– economista Gabriel Burdín afirmó
en una entrevista con la diaria que no
debería meterse a las EA en la “misma
bolsa” que las mipymes, y que debe
haber instrumentos específicos para
su financiamiento. ¿Usted qué opina?
-El ideal es que no haya distinción entre
las EA y otro tipo de emprendimientos.
Pero la realidad está muy lejos de ser
así, y las EA, por razones históricas y por
otras cosas, están en un nivel diferente;
eso justifica cierta discriminación positiva. En el modelo de Mondragón, nosotros somos empresas cooperativas, pero
no por el hecho de serlo tenemos acceso
a programas de financiación; hay, sí, una
legislación fiscal diferente. Para nosotros ése es el ideal, porque eso significa
que las EA han conseguido avanzar. Pero
que no se entienda mal: en el punto de
partida actual las EA tienen muchos
déficits, y se justifica que haya instrumentos a los que accedan. Se hablaba de
que un alto porcentaje [del Fondes] iba a
quedar para empresas autogestionarias;
eso sería positivo.
–Una
–
de las disposiciones del
decreto del gobierno de Tabaré
Vázquez sobre el Fondes establece
un tope para el financiamiento de los
emprendimientos. ¿Qué le parece?
-Yo pienso que no es la discusión más
importante. Creo que lo importante es
garantizar que los emprendimientos
que se financian sean susceptibles de
ser competitivos y autónomos en un futuro. Toda aquella ayuda que reciba un
emprendimiento debe tener un acompañamiento integral, que contemple
también la capacitación de las personas,
la asistencia técnica para cubrir ámbitos
de gestión, que el proyecto sea viable
y competitivo. Los emprendimientos
viables son los que necesitan ayuda, y
no eternamente.
tuvo un impacto muy importante. Desde
entonces, la principal preocupación del
grupo fue que los puestos de trabajo se
pudieran mantener. En 2013, ese mismo
año, a pesar de que Fagor cayó, el grupo
mantuvo y generó incluso un poco más
de empleo, lo cual es un primer éxito.
¿Por qué se consigue esto? Principalmente porque existe una herramienta
de solidaridad que es la reubicación
de los trabajadores. Mondragón tiene
100 y pico de cooperativas con diversas
actividades, y la primera preocupación
fue cómo reubicar a esos 2.000 trabajadores. Una gran parte de ellos ya se
han reubicado. Ha habido casos en los
que, en lugar de entrar en una empresa
privada que desarrolle la misma actividad que Fagor, se prefirió esperar a
una propuesta cooperativa, porque el
cooperativismo está muy arraigado en
el territorio. Y también tenemos que
aprender lecciones, como que el mercado es el que manda en la actividad
empresarial, y si no respondemos bien
a él, nos hace caer. Debemos aprender,
también, que tenemos que ser rápidos
en la toma de decisiones. Seguramente
lo de Fagor podría haberse previsto. Pero
el modelo nos sirve, no cabe ponerlo en
duda. En 2013, cuando ocurrió lo de Fagor, hubo mucha gente que cuestionó el
modelo cooperativo y que auguró que
detrás de Fagor venían otros, y que iban
a ir cayendo como las piezas del dominó.
Transcurre 2013 y mantenemos el empleo, y ahora en 2015 somos un grupo
fortalecido; no se ha caído nada más.
–¿Qué
–
aprendizajes les dejó el cierre de
Fagor, empresa del grupo Mondragón?
-Fagor era el buque insignia de Mondragón. Fue la primera empresa en fundarse, en 1956, y era la marca más relacionada con Mondragón. Su caída, en 2013,
–¿Qué
–
fortalezas tienen las
cooperativas para enfrentar estas
crisis en comparación con las
empresas capitalistas?
-Además de las redes de solidaridad, hay
mecanismos de solidaridad retributi-
“En Europa
ha habido
una crisis
muy fuerte
en los
últimos
años, y la
economía
social ha
generado
empleo y
ha crecido”.
–¿Cómo
–
ve al movimiento cooperativo
uruguayo?
-Yo diría que es muy disperso, y muy diverso también. Hay cooperativas fuertes, fundamentalmente en el mundo
agrario, pero son de productores, no de
trabajo asociado. Hay algún ejemplo
de cooperativa de trabajo asociado que
puede ser interesante en Uruguay, pero
quizá son una minoría. Hay mucho trabajo por delante. Las cooperativas tienden a tener niveles de gestión muy bajos.
Si hablamos de innovación, precisamos
pasar antes por otros temas más básicos,
como la gestión. Hay cooperativas donde el día a día les lleva a una dinámica
de estar centrados en el aquí y ahora, y
es muy difícil salir de esa dinámica. Hay
una institucionalidad fuerte del movimiento cooperativo que debe ayudar y
marcar una línea estratégica muy clara
hacia el fortalecimiento del movimiento: pasar a ser realmente empresas cooperativas, y no cooperativas que son una
cosa diferente de las empresas.
–¿En
–
términos de viabilidad y
competitividad?
-Viabilidad, competitividad, saber que
compiten en el mercado con otros y que
el mercado es muy cruel, que tiene criterios que no son sociales. Hay que ser
capaces de responder a esos criterios.
–Esa
–
resistencia a concebirse a sí
mismas como empresas, ¿puede
contribuir a que las cooperativas se
mantengan en un lugar marginal de
la economía?
-Efectivamente. Se cuestiona al cooperativismo desde dos puntos de vista.
Cuando las cooperativas son débiles,
como muchas de las que hay ahora
en Uruguay, se dice: es que no son ni
empresas, son poca cosa, no aportan
riqueza, quieren estar subsidiadas y
nada más, no piensan en la viabilidad,
creen que por el hecho de ser cooperativas se las tiene que apoyar. Ésa es
una mala imagen del cooperativismo.
Por otro lado, cuando la cooperativa es
fuerte, como puede ser el caso de algunas cooperativas agrarias, lo que se
oye es que “son como empresas”. Y de
una y de otra forma se niega el hecho
cooperativo. Las cooperativas son empresas, y son empresas competitivas. Se
puede ser cooperativo y competitivo, y
hay que impulsar un movimiento cooperativo fuerte que pueda contestar a
esos cuestionamientos. Las cooperativas no tienen que avergonzarse de ser
competitivas y de ganar dinero; otra cosa
es en qué vayan a utilizarlo. Mondragón
genera 75.000 empleos y una facturación de miles de millones de euros, y hay
muchos millones de euros dedicados a
la acción social. ■
Natalia Uval