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Transcript
La alta velocidad de las reformas en Grecia
por Panos Livadás, secretario general de Información
Durante su primera legislatura en el poder, el Gobierno del primer ministro,
Kostas Karamanlís, adoptó una ambiciosa estrategia encaminada a incentivar el
crecimiento de la economía griega más allá de sus fronteras, por encima de
cualquier expectativa y por el bien de la sociedad en su conjunto: crecimiento
extrovertido y reformas internas. Los impresionantes datos económicos
recientes, así como el resultado positivo de las últimas elecciones generales, han
otorgado el mandato al partido de Nueva Democracia para poner un énfasis
renovado en las políticas sociales destinadas a los más necesitados y para
asumir iniciativas de reforma audaces. Con este prometedor estado de cosas en
el frente interno y dado el papel cada vez más importante del país en la región
del Mediterráneo oriental, no existe para Grecia otro camino que el de continuar
avanzando.
Una rápida mirada a las cifras deja ver a las claras que las políticas económicas
del Gobierno han dado sus frutos: un elevado índice de crecimiento del PIB del
4,3% en 2006 y del 4,4% en la primera mitad de 2007; una caída del déficit
presupuestario por debajo del 2,5% del PIB, desde el 7,8% de principios de
2004; y una tasa de desempleo que cae del 11,3% de principios de 2004, al
8,9% de 2006 y el 7,8% de julio de 2007, con la creación de 250.000 nuevos
puestos de trabajo, el 80% de los cuales en el sector privado.
Está claro que los sólidos resultados de la economía griega atraen la atención de
nuestros socios en tres niveles diferentes. En primer lugar, la inversión extranjera
directa ha sido ocho veces más alta en 2006 que en 2005. En segundo lugar, el
turismo, que representa en torno al 18% del PIB y contribuye con casi 16 mil
millones de euros al año a las arcas del Estado, registró un aumento del 10% en
2006. En tercer lugar, las exportaciones crecieron en torno al 35% entre 2004 y
2006.
Con estos resultados, el Gobierno da prioridad a la ayuda a las capas más
desfavorecidas, tanto en sus necesidades diarias como ante circunstancias
extraordinarias. En concreto, el Gobierno ha presentado recientemente un
anteproyecto de Ley para la creación de un Fondo Nacional con el que se quiere
avanzar en cohesión social ayudando a aquéllos que viven por debajo del umbral
de la pobreza. Además, se ha procedido a la reducción de impuestos para los
ciudadanos con ingresos más bajos, a la vez que se ha establecido una pensión
nacional mínima y está en proceso de creación un fondo para los desempleados
de mediana edad en sectores problemáticos.
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Por lo que se refiere a casos que podrían calificarse como extremos, pueden
constituir el ejemplo más significativo las medidas urgentes tomadas por el
Estado para compensar a las personas y para la reconstrucción de las áreas
afectadas por los incendios forestales de agosto de 2007. Junto con las ayudas
otorgadas por la Unión Europea con este fin concreto, la economía griega ha
financiado las labores de reconstrucción. Además, el Gobierno ha supervisado la
ingente labor de recogida de fondos, tanto en el interior de Grecia como los
procedentes de los griegos residentes en el extranjero. En una manifestación
espontánea de fraternidad y unión, todos los griegos nos unimos con un fuerte
sentido del patriotismo, logrando reunir más de 200 millones de euros. La mayor
parte de esta cantidad se ha destinado a la reconstrucción de viviendas.
El Gobierno aspira ahora a aplicar una política de burocracia de mínimos a todos
los niveles de las transacciones del Estado con los ciudadanos. Se trata de una
nueva concepción que evite ver en cada ciudadano un infractor en potencia, con
el fin de confiar en el ciudadano excepto que se demuestre lo contrario,
concediéndole la oportunidad de explotar al máximo su potencial. Es la misma
filosofía de un Estado que controla y supervisa de cerca y con rigor todos los
procesos, aplicando las leyes de forma estricta y no negociable.
Al mismo tiempo, el Gobierno pone el mismo énfasis que en su anterior
legislatura en el crecimiento extrovertido de la economía griega. A fin de cuentas,
no hay duda de que en el entorno internacional competitivo de hoy en día, un
mercado de 10 millones de personas no puede alcanzar su potencial en soledad:
necesita abrirse e implicar a otros en su propio sendero de crecimiento. Grecia
continúa haciendo exactamente eso, aprovechando la afortunada coincidencia
de que nuestros vecinos, que fueron en un tiempo grieta de división entre
nosotros y Europa, se han convertido ahora en socios cercanos que quieren
seguir nuestro sendero de democracia, desarrollo económico y participación
activa en las instituciones euroatlánticas.
Muy especialmente los dos últimos años, Grecia ha estado mirando al exterior
para sacar provecho de sus ventajas comparativas. Nuestro papel en el mercado
global de la energía ha adquirido un importante impulso gracias a significativos
acuerdos como el oleoducto Burgas-Alexandrópolis, el gasoducto TurquíaGrecia-Italia, o el nuevo gasoducto conocido como “South Stream”. Está previsto
que el oleoducto Burgas-Alexandrópolis transporte entre 35 y 50 millones de
toneladas de fuel al año para 2012. De hecho, es el primer oleoducto que se
construye en Europa desde hace 40 años. Al posibilitar economías de escala y
servir para descongestionar el tráfico del estrecho de los Dardanelos, será una
ruta rentable para el transporte barato y rápido de crudo a Europa y América, con
un mayor respeto por el medio ambiente.
Asimismo, Grecia ha jugado un importante papel en la creación de la Comunidad
Europea de la Energía en octubre de 2005, que establece un mercado
energético único en el sudeste de Europa y promueve la cooperación y la
solidaridad.
Igualmente llamativa es la evolución en la industria naviera. Siendo la flota de
propiedad griega la más numerosa del mundo y con unos 300 nuevos barcos en
construcción en estos momentos, Grecia transporta cada vez más mercancias y
petróleo a escala mundial. A la vez, el país se está convirtiendo en importante
plataforma de distribución, gracias a acuerdos como el protocolo de 3 mil
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millones de euros con el Banco Europeo de Inversión para la mejora de nuestros
puertos, así como los proyectos para el desarrollo de sistemas de seguridad en
12 puertos gracias a asociaciones de capital público y privado, siendo esto sólo
un ejemplo de las prometedoras perspectivas que están transformando nuestros
puertos.
Por último, Grecia es un centro financiero y empresarial de confianza en su
región, ocupando una posición de liderazgo como inversor extranjero en Albania
y la Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM), situándose entre los
tres primeros países inversores en Bulgaria, Rumania y Serbia. Con más de
3.600 empresas griegas en la región y con una inversión que supera los 12 mil
millones de euros, somos la base para acceder a un mercado de 160 millones de
consumidores de los países de Europa sudoriental.
Además, nuestro sector bancario, con más de 1.000 surcursales operando en la
región, controla el 16% de las acciones del mercado bancario de la región y ha
invertido millones de euros en adquirir y construir redes en un gran número de
países. Al mismo tiempo, los bancos griegos están progresivamente penetrando
en mercados en expansión, como son los de Turquía y Egipto.
Por lo que se refiere a la política exterior de Grecia, que está íntimamente ligada
a la diplomacia económica, hemos contribuido mejor a la solución de problemas
con un espíritu de cooperación y con una credibilidad y una influencia regional
mayores. En concreto, estamos construyendo redes de cooperación que
promuevan la confianza mutua, así como el establecimiento de cimientos para el
mayor desarrollo de nuestra región. Un ejemplo de ello es el Plan Helénico para
la Reconstrucción Económica de los Balcanes, un programa de ayuda a cinco
años al que se han destinado 700 millones de euros del Presupuesto nacional,
que sirve, además de para promover el desarrollo económico, para apoyar las
instituciones democráticas y el papel de la ley y facilitar la orientación europeísta
de los Balcanes.
Y todo ello en perfecta armonía con los principios de nuestra política exterior. Por
ejemplo, por lo que se refiere a Turquía, apoyamos su pleno ingreso en las
estructuras de la UE, siempre y cuando cumpla con todos los requisitos y
condiciones establecidas por la Unión. Por lo que se refiere a la cuestión del
nombre de la Antigua República Yugoslava de Macedonia, Grecia toma parte y
continuará tomando parte, esencial y constructivamente, en el proceso de
negociaciones sobre la cuestión del nombre dentro del marco de las Naciones
Unidas, con el firme propósito de alcanzar una solución aceptada por ambas
partes. De hecho, Grecia ha demostrado su deseo de lograr una solución que
conduzca a la plena normalización de las relaciones bilaterales, a facilitar el
progreso de su país vecino hacia las instituciones euroatlánticas y a consolidar la
estabilidad y la cooperación en nuestra región. Después de todo, está en el
interés principalmente de Skopje dejar atrás el pasado y ser capaz de avanzar
dinámicamente hacia el futuro. Está claro, sin embargo, que la intransigencia de
la ARYM no puede conducir a ningún resultado positivo.
En el mismo contexto, Grecia juega una papel decisivo en la organización para la
Cooperación Económica en el Mar Negro. Ha apoyado también activamente el
ingreso de Bulgaria y Rumanía en la UE. La activa participación griega en el
Consejo de Seguridad de la ONU en 2005-2006, la manera constructiva como
hemos abordado la Presidencia de la UE en el primer semestre de 2003 y
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nuestro significativo papel en misiones humanitarias por todo el mundo, vienen a
sumarse al resto de motivos por los que Grecia es ahora respetada como un
actor de confianza en la escena internacional. Como socio estratégico en la paz
y el progreso.
En conclusión, el Gobierno de Kostas Karamanlís está avanzando con reformas
e iniciativas a un ritmo más rápido y con gran determinación. Nuestros socios
internacionales lo han comprendido así de nuevo, contando con Grecia, no sólo
como ejemplo de fuerte crecimiento económico, sino también para asumir un
papel moderador en el Mediterráneo oriental, promoviendo la paz y la
estabilidad, contribuyendo a conformar activamente la política exterior de la UE
en una región cuya peso es progresivamente mayor.
Nota del Editor:
Grecia ha ocupado y ocupa una posición clave para Europa: cerrojo continental y marítimo junto a Turquía- del bloque comunista, actor clave en el complejísimo marco de los Balcanes
y frontera marítima oriental de Europa con Turquía y Oriente Medio. Su relación difícil con la
ARYM y, especialmente, con Turquía -conflictos territoriales entre los que destaca el de la
isla de Chipre, miembro de la Unión desde 2004 pero dividida, y que repercute en cuestiones
estatégicas en el seno de la OTAN- muestran la doble cara de reto y oportunidad que implica
ser país fronterizo. La posición de Grecia la hace imprescindible tanto para enfrentar la
relación con zonas conflictivas como para asegurar la diversificación de las vías de
aprovisionamiento energético de Europa -con diversos proyectos en marcha-.
Al igual que España, sus conflictos vecinales marcan su política exterior y de seguridad mucho más agravados, obligándola a ser el país de la Unión que destina mayor porcentaje
de su PIB a Defensa-, por lo que Grecia se vería blindada con la creación de un ejército
europeo. Pero respecto a la construcción de la Europa de la Defensa, de nuevo igual que
España, los resultados son duales. Por un lado Grecia se ha implicado de manera importante
en el desarrollo de la PESD, con un ejemplo tan relevante como ser uno de los únicos 5
países que ha establecido un Cuartel General Operacional a disposición de la Unión para sus
misiones autónomas. Por otro ha habido decisiones que todavía duelen en el resto del
continente: la anulación de la compra en 2005 de 60 Eurofighters cambiados por 30 F-16s
americanos -curiosamente el mismo avión que Turquía, a la que también se le ofreció el caza
europeo-. Encontramos aquí el terrible círculo vicioso y dificultad primera de alcanzar la
Europa potencia. Si los países europeos nos dotásemos de equipos europeos
conseguiríamos una base tecnológica e industrial puntera que nos permitiría independencia
estratégica en la escena internacional. Pero ello debe ir acompañado no sólo de la
participación de los Estados que adquieran dichos sistemas, transferencia de tecnologías
incluida, sino de la integración de las defensas en un ejército común que respondiese a las
amenazas sufridas por cualquiera de sus Estados miembros -con un previsible primer paso
conseguido mediante una cláusula de defensa colectiva en el marco de la Unión-. Mientras
no exista este compromiso estratégico entre los Estados miembros, o mucho más probable
entre algunos de ellos en el marco de la cooperación reforzada militar que permite el Tratado
de Lisboa, los países con conflictos potenciales no podrán involucrarse totalmente en el
proyecto europeo y prescindir de la actual y necesaria dependencia de potencias exteriores.
En el mediterráneo y en la Europa oriental. Todos tenemos responsabilidades en esto.
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