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I INTRODUCCIÓN
Debido principalmente a la grave e inminente crisis socio-ambiental del
planeta, resultado del actual modelo de desarrollo preponderantemente
utilitarista-economicista (Sampaio, 2006), llamado por algunos investigadores
más críticos, de “mal desarrollo”, que solamente privatiza lucros y socializa
prejuicios (Sampaio, 2005), es que nace una búsqueda hacia nuevos modelos
que prioricen y permitan otros tipos de desarrollo y que estos puedan subsistir
en el actual modelo neoliberal.
En otras palabras, esta propuesta se enmarca en la posibilidad de
economías alternativas que, inspiradas en el ecodesarrollo, permitan un
modelo incluyente, sustentable y sustentado (Sachs, 2004), una nueva
economía y por que no pensar otro turismo, que apelando a la diversidad y a la
libertad de elección-acción, pueda desarrollarse dentro de la economía
dominante de hoy en día.
Frente a este contexto, es necesario que el modelo propuesto se
caracterice por ser ambientalmente correcto, socialmente más justo y
económicamente viable, para luego poder hablar así de la ecosocioeconomía y
de su derivación en la práctica como Turismo de Base Comunitaria (Sampaio,
2005; Sampaio. et al, 2006, Sampaio 2OO7), que establece una mejor relación
para con la biodiversidad, y que se encuentra más cerca de las personas, que
de las cifras, dando atención especial, a los olvidados por el sistema llamados
“descalzos” (Max-Neef, 1986).
El propósito es intentar mostrar un nuevo camino para el desarrollo del
turismo como terapia de la sociedad neoliberal (Krippendorf, 2001), marcada
por el utilitarismo económico y el darwinismo social (Sampaio, 2006).
En palabras de Sachs (2004), el concepto incluyente se refiere a que el
desarrollo envuelva a las comunidades locales que están siendo parte de los
proyectos que usufructúan sus áreas productivas (costeras y agrícolas),
tomando como actores principales del desarrollo a las personas de dichas
comunidades, para que mediante la acción-participación-comunitaria se
puedan transformar en una tercera esfera de poder que, junto al estado y al
mercado, tomen sus propias decisiones respecto de lo que ellos quieran ser,
grandes o pequeños (Sachs,2004, citado por, Sampaio, 2006).
El concepto de sustentabilidad quiere decir que el modelo de desarrollo
adoptado no dañe la biodiversidad presente en los lugares donde estas
comunidades habitan, ya que estas utilizan dicha biodiversidad como insumo
importante en su economía de subsistencia (en algunos casos). También la
sustentabilidad, en un concepto más amplio
podría entenderse como la
manera de utilizar elementos de la biodiversidad, para satisfacer las
necesidades de la actual sociedad, sin comprometer los requerimientos que
tendrán las futuras generaciones (Barreto, 1999, Sachs, 2004, Sampaio, 2006).
Por otro lado el concepto “sustentado” se refiere a que el modelo que se
propone rompa la ficción de la teoría y pueda convertirse a través del turismo
de base comunitaria, en una herramienta real para el desarrollo, creando y
generando trabajo y renta bajo una otra racionalidad, llamada aquí de
ecosocioeconomía, o sea en una ecuación ambiental, social y económica para
el desarrollo y no necesariamente una mera racionalidad económica.
A raíz de lo mencionado anteriormente es que se propone la
denominación de turismo de base comunitaria, que no viene a ser una nueva
teoría, sino que solamente busca reagrupar teorías ya existentes, ordenarlas y
conformar lo que hoy en día se entiende por ecosocioeconomía y su derivación
en la práctica como turismo de base comunitaria (Sampaio, 2005; Sampaio,
2007).
El turismo de base comunitaria es aquel que busca un rescate de
aquellas comunidades tradicionales1, que están y han estado en desventaja
histórica y con grandes problemas ecosocioambientales. Esta modalidad de
1
Cuando se hace referencia a las comunidades, sobre todo a las tradicionales (pesqueras y
rurales), se sabe que estas poblaciones están en su gran mayoría descaracterizadas en
diferentes grados (Sampaio, 2007; Sampaio; Henríquez, et al. 2007).
turismo,
relativamente
nueva,
favorece principalmente
a comunidades
tradicionales que trabajan de manera conjunta con otros actores,
teniendo
interés por un turismo que no base su atractivo en la biodiversidad, sino que en
el modo de vida de comunidades, fortaleciendo la identidad, con un fuerte
respeto por sus modos de vida tradicionales (cultura, producción, religión, uso
de tecnologías apropiadas), con el fin de utilizar el turismo no como una forma
de hacer negocios, sino como una estrategia de comunicación social (MaxNeef, 1986; Sampaio. et. al. 2006).
Con el turismo de base comunitaria se pretende concientizar a la
demanda actual y futura del turismo, a través de vivencias organizadas por la
misma comunidad, pudiendo vislumbrar en la práctica, modos distintos de vivir,
que se contraponen al mundo utilitarista-consumista, propio de la sociedad
urbana capitalista de hoy, que no muestra preocupaciones socioambientales, y
no toma conciencia de los graves daños ecológicos que se generan a partir del
modelo hegemónico actual de desarrollo en la biodiversidad, peligrosamente
vulnerable hoy en día.
Esta tesis busca también crear una relación simbiótica con actividades
propias del turismo de avistamiento de fauna y flora marina (observación de
ballenas, delfines, loberías, corales de agua fría) en el sector Golfo de
Corcovado, específicamente en la localidad de Repollal, comuna de Guaitecas,
Región de Aysen.
Se piensa que el turismo de base comunitaria puede contribuir tanto con
la conservación del modo de vida de la localidad de Repollal y la biodiversidad
existente en el lugar, valiéndose del avistamiento de flora y fauna marina como
actividad que genere trabajo y renta complementaria a las labores tradicionales
de la comunidad.