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Eje Temático 2: Ambiente y Producción Agropecuaria
Costos ambientales y sociales del crecimiento agrícola pampeano.
Pérdida de recursos naturales y de población rural en la provincia de Entre
Ríos.
Vicente Guillermo
INTA EEA Paraná
[email protected]
Ruta 11 km 12,5
Código Postal 3101 – Oro Verde – Entre Ríos
Teléfono: 54 0343 4975200 int. 270
RESUMEN
Entre Ríos aparece como una provincia que va integrándose al proceso de
crecimiento agrícola pampeano. El crecimiento agrícola se ha manifestado en casi
toda la provincia, pero el impacto ambiental y social ha sido muy distinto en cada
zona de la provincia. La provincia de Entre Ríos se caracteriza por tener un mosaico
de ambientes y variada disponibilidad de recursos naturales y al mismo tiempo una
variada presencia humana. Hace varias décadas atrás el proceso de
agriculturización fue consecuencia de la instalación de colonias que poblaron el
territorio entrerriano. Más recientemente la facilidad de integración con el corazón
agrícola argentino, desde la mejora en los medios de comunicación y transporte,
produjo otro ciclo de agriculturización pero en este caso con expulsión de la
población rural. El presente trabajo intenta abordar la complejidad del impacto del
proceso de agriculturización, asociando los procesos de crecimiento agrícola con la
mayor o menor fragilidad del ambiente y la intensidad del despoblamiento rural;
poniendo en duda la sustentabilidad del modelo de crecimiento propuesto en la
actualidad. Se utilizaron los análisis combinados de las relaciones entre la
intensificación agrícola (indicador económico), la densidad de población rural
dispersa y agrupada y localidades no industrializadas, la agricultura familiar
(indicadores sociales), y el potencial deterioro de los suelos (indicador ambiental).
Debido a la información estadística disponible se consideraron los departamentos
como unidades de análisis a nivel de la provincia. El proceso de interrelación parece
retroalimentarse, requiriendo en cada etapa de expansión agrícola escalas de
producción para cumplir con su objetivo de reproducción, las que impactan sobre el
ambiente y la población rural y familiar en forma directa. En cada etapa aparece una
nueva forma de deterioro ambiental y de éxodo rural la cual requiere ser identificada
para incluirla en el análisis. Al mismo tiempo, a través del uso combinado de
variables ambientales, económicas y sociales se deja abierta una instancia de
discusión sobre la interrelación entre crecimiento agrícola y el costo social y
ambiental, para el desarrollo de trabajos de profundización que podrían contribuir a
orientar la investigación agronómica y el trabajo de extensión en cada región.
1
INTRODUCCIÓN
Entre Ríos aparece como una provincia que va integrándose al proceso de
crecimiento agrícola pampeano. Con un creciente incremento de las superficies
agrícolas particularmente de Soja, incorporación tecnológica y mejoras en los
rendimientos de la producción agropecuaria en general (Engler et al, 2007) Hace
varias décadas atrás el proceso de agriculturización fue consecuencia de la
instalación de colonias que poblaron el territorio entrerriano y que aportaron grandes
cantidades de mano de obra al proceso productivo. Más recientemente la facilidad
de integración con el corazón agrícola argentino, desde la mejora en los medios de
comunicación y transporte, produjo otro ciclo de agriculturización; pero en este caso
con expulsión de la población rural y reducción de la cantidad de unidades de
producción (Domínguez y Orsini, 2009, Domínguez et al 2009), consecuencia de una
nueva organización social, caracterizada por un avance de la figura del contratista
rural y una marcada tecnificación del proceso de producción, con economías de
escala crecientes (principalmente en maquinaria agrícola). Este patrón de
crecimiento podría mostrar una perdida de la construcción histórica de la
territorialidad entrerriana y por consiguiente del andamiaje necesario para la
sustentabilidad de la región (Shmite, 2008) con costos sociales y ambientales que
podrían ser superiores a los beneficios económicos.
El crecimiento agrícola se ha manifestado en casi toda la provincia, pero el
impacto ambiental (Vicente y Engler, 2008a) y social ha sido muy distinto en cada
zona de la provincia. La provincia de Entre Ríos se caracteriza por tener un mosaico
de ambientes y variada disponibilidad de recursos naturales y al mismo tiempo una
variada presencia humana (Engler et al, 2008). Si bien hay departamentos que
disponen de extensiones de tierras considerables para la producción agrícola de
granos, las tierras de mayor aptitud se encuentran reducidas a una fracción del
territorio entrerriano (Tasi y Bedendo, 2008). Se verifica una presión sobre el recurso
natural suelo que podría estar en los limites que le impone su aptitud para la
producción en algunos departamentos (Engler et al, 2007). Esta situación es parte
de los conflictos ecológicos distributivos que enfrenta la sociedad al contrastar el
crecimiento económico con el medio natural (Martinez Alier, 2004). Si bien esta
situación es consecuencia de la ubicación de los departamentos respecto a los
centros de venta, consumo o procesamiento de la producción agropecuaria (Vicente,
1997; Vicente y Engler, 2006, Engler, 2008), la productividad de la tierra participa de
manera importante en la definición de la ubicación de las distintas actividades en el
territorio como un factor económico en un enfoque clásico (Thünen, J. H von, 1826;
Vicente y Engler, 2008b) pero también como un factor económico en una
perspectiva ecológica (Goergescu Roegen, 1996; Engler y Vicente, 2007) al
imponer los limites del sistema.
Tamaño y localización de las actividades agropecuarias son factores
socioeconómicos asociados (Vicente 2001), el menor tamaño medio de la unidades
de producción agropecuarias y la mayor proporción de agricultura familiar aparecen
como indicadores sociales mejores (Loewy, 2007) en Entre Ríos que en otros
distritos de la región pampeana central (Engler et al, 2007). Sin embargo, la
distribución de las unidades de producción por tamaño no es igual en todo el
territorio entrerriano (Engler y Vicente, 2009a); situación similar sucede con la
población rural (Engler et al 2008). La cantidad y ubicación de la población rural y de
la agricultura familiar son el resultado de la historia de colonias agrícolas, del
aislamiento geográfico y del tipo de actividades que participan en la producción
2
agropecuaria, configurando una dinámica propia al desarrollo regional entrerriano
con diferencias respecto a la región pampeana central y a la región litoral norte.
El presente trabajo aborda la complejidad del impacto del proceso de
agriculturización, asociando la producción agropecuaria (consecuencias de los
procesos de crecimiento agrícola de los últimos años) como factor económico, con la
mayor o menor fragilidad del ambiente, la cantidad de población rural y de unidades
productivas (organización de la producción) que orientan sobre la mayor o menor
intensidad del despoblamiento rural. En una perspectiva conceptual de metabolismo
rural (Toledo, 2008) como forma de abordar la problemática en el uso de los
recursos naturales denominada “el dilema social” (Azqueta, 1994; Cárdenas, 2001;
Franco Martínez, 2009), se analiza la sustentabilidad del modelo de crecimiento
existente en sus tres perspectivas: económica, social y ambiental. Para ello se
consideran indicadores específicos de presión y estado (Goñi y Goin, 2006) y en
forma adicional se construyen índices de metabolismo rural específicos desde las
pistas encontradas de algunas funciones de relación entre indicadores.
MATERIALES Y MÉTODOS
Para realizar comparaciones regionales se considero una franja del territorio
entrerriano que va desde la costa del Paraná, hasta la costa del Uruguay incluyendo
los departamentos de Paraná, Nogoyá, Tala y Uruguay. Estos departamentos
comparten una rica historia de colonias, actividades agropecuarias similares:
(ganadería de carne, leche, avicultura, y agricultura de trigo, maíz, sorgo, soja, lino y
girasol) y reducida o nula presencia insular.
Para analizar la sustentabilidad se utilizó como información básica: la
producción total, la superficie total en distinto grado de aptitud agropecuaria y la
efectiva muy apta, la superficie cosechada de los principales cultivos de verano, la
población total y urbana y las unidades agropecuarias totales y familiares para cada
distrito analizado. Con dicha información se determinaron distintos tipos de
indicadores de sustentabilidad (ambientales, sociales y económicos de presión y de
estado).
La producción total se estimó en toneladas equivalentes con la producción de
un año dado de carne, leche, huevos y granos. Para ello se sumó: la producción de
carne bovina (estimada desde la formula de Pueyo, citado en Vicente y Engler
2008a, calculado para el año 2001-2); la de carne y huevos de la producción avícola
(estimada en toneladas de carne equivalente resultante del producto del número
total de granjas avícolas de parrilleros y de huevos, y la productividad de carne
promedio provincial por granja productora solo de parrilleros, información estadística
del MINAGRI año 2001); la de leche (producción total provincial MINAGRI para el
año 2001 distribuida por departamentos según existencias departamentales, citado
por Vicente, Engler 2008a, asumiendo una aproximación de mil litros a una
tonelada), y la de los cultivos de trigo, maíz, sorgo, soja, lino y girasol (MINAGRI en
toneladas campaña 2001/2002). Se determinó la superficie cosechada de los
cultivos principales de verano (Soja, Maíz, Sorgo y Girasol, MINAGRI campaña
2001/2).
Se consideró la superficie total útil de cada departamento en distinto grado de
aptitud (Tasi y Bendendo, 2008) sin considerar aquellas con otros destinos
diferentes del agropecuario (espejos de agua y cascos urbanos), sumando las
superficies de las categorías (en grado decreciente de aptitud): muy aptas, aptas,
parcialmente aptas y condicionalmente aptas. Se determinó la superficie efectiva
3
equivalente a muy apta, resultante de la sumatoria de las superficies ponderadas de
distinta aptitud (se utilizaron coeficientes de aptitud: 1, 0.75, 0.5 y 0.1
respectivamente para ponderar según aptitud, Hugo Tasi com. pers.). La superficie
cosechada de cultivos de verano se calculó desde la suma de las superficies
cosechadas en la campaña 2001-2 (MINAGRI) de los cuatro principales cultivos de
verano (Soja, Maíz, Sorgo, Girasol).
Se utilizó la información del censo de población y vivienda del año 2001 para
caracterizar población total y rural (sumatoria de población rural dispersa y agrupada
en localidades no urbanas) por departamento y total provincial y la del censo
nacional agropecuario del año 2002 para caracterizar las unidades de producción
agropecuaria (EAP: explotación agropecuaria productiva) y dentro de ellas las de
tipo familiar (Engler y Vicente, 2009a).
Como indicadores ambientales (intensidad agrícola) se consideraron dos
grupos: a) de disponibilidad (estado) incluyendo: 1) superficie equivalente muy apta
en hectáreas totales; 2) superficie cosechada de los cultivos de verano; y 3)
coeficiente medio de ponderación de aptitud de tierra, resultante del cociente entre la
superficie efectiva muy apta y la total con distinto grado de aptitud; siendo el valor 1
del coeficiente el equivalente a muy apta. b) De presión sobre los recursos
incluyendo: 1) productividad por hectárea como indicador extractivo: resultante del
cociente entre producción en toneladas equivalentes de alimentos y las superficies
totales de distinto grado de aptitud y efectiva muy apta, y 2) proporción en % de la
superficie cosechada de cultivos de verano respecto al total departamental (apta en
distinto grado y la efectiva muy apta) como indicador de intensidad de uso. Se
determinaron los coeficientes de correlación entre cada par de variables.
Como indicadores sociales se consideraron tres grupos: a) de población:
cantidad y densidad de poblacional (total y rural) por unidad de superficie (estado), y
la proporción de la población rural sobre la total (presión); b) de organización:
cantidad y densidad de unidades productivas (totales-EAP y familiares-EAPF) por
unidad de superficie (estado) y la proporción de EAPF en el total de EAP (presión); y
c) de ocupación laboral: cantidad media de población rural por EAP (presión). Se
determinaron los coeficientes de correlación de cada par de variables analizadas.
Como indicadores económicos se consideraron tres grupos a) de tamaño
incluyendo: 1) producción total primaria agropecuaria en toneladas equivalentes
(estado), 2) tierras totales disponibles para la producción primaria en distinto grado
de aptitud (estado). b) De eficiencia productiva de los factores de producción
(presión) incluyendo: 1) productividad de la tierra: resultante del cociente entre la
producción total y la superficie (total útil y efectiva muy apta); 2) productividad del
trabajo: resultante del cociente entre la producción total y la cantidad de habitantes
(totales y rurales); y 3) productividad de la organización: resultante del cociente entre
la producción y el número de EAP. Se determinaron los coeficientes de correlación
de cada par de variables.
Se realizó un análisis de respuestas funcionales para la relación entre
indicadores con la finalidad de indagar sobre posibles índices de metabolismo rural
para Entre Ríos en relación a la actividad humana y la capacidad de carga del
sistema, primero considerando indicadores dentro de cada grupo (económicos,
sociales y ambientales) y luego entre distintos grupos.
RESULTADOS
Si bien en el total de tierras en distinto grado de aptitud Uruguay se encuentra
en primer lugar seguido de Paraná, Nogoyá y Tala, en producción total, superficie
4
cosechada (de los principales cultivos de verano) y superficie efectiva muy apta,
Paraná y luego Nogoyá superan a Uruguay (Tabla1).
Tabla 1: Superficies y producción departamentos seleccionados y total
provincial.
Departamentos
Superficie
tierras aptas en
distinto grado
ha
Superficie
efectiva muy
apta
ha
Producción
leche, carne y
granos
tonelada
Superficies
cosechada
cultivos de
verano
ha
Paraná
Nogoyá
Tala
Uruguay
2° 427525
3° 408967
4° 253116
1° 471836
1° 264957
2° 229363
4° 104772
3° 184978
1° 598326
2° 283818
4° 109464
3° 223962
1° 167200
2° 75900
4° 33000
3° 62950
Total provincia
Entre Ríos
6400566
2349867
3734710
1073700
Respecto a la superficie cosechada de cultivos de verano se encontró mayor
correlación con la superficie efectiva muy apta que con la superficie total con distinto
grado de aptitud (Tabla 2).
Tabla 2: Coeficientes de correlación entre superficie cosechada y superficies
totales: aptas en distinto grado y efectiva muy apta, para los cuatro departamentos
seleccionados:
Correlaciones entre:
R
Superficie cosechada vs. superficie total
49.8%
Superficie cosechada vs. superficie equivalente muy apta
86.4%
El departamento de Paraná presenta la mayor población total y rural, y
número de EAP y EAPF, siguiéndole Uruguay, Nogoya y Tala respectivamente
(Tabla3). Si bien Paraná presenta la menor proporción de la población Rural en el
total de población, siguiéndole en este indicador Uruguay, ambos departamentos
presentan grandes urbes (Paraná y Concepción del Uruguay) a diferencia de
Nogoyá y Tala.
Tabla 3: Habitantes totales y rurales, unidades agropecuarias totales y
familiares por departamentos seleccionados y total provincial.
Departamentos
Paraná
Nogoyá
Tala
Uruguay
Total provincia
Entre Ríos
Población total
Habitantes
Población rural
Habitantes
Unidades
agropecuarias
totales
EAP
Unidades
agropecuarias
familiares
EAPF
1° 319614
3° 38840
4° 25892
2° 94070
1° 23747
3° 13294
4° 7885
2° 20111
1° 2314
3° 1826
4° 1104
2° 1949
1° 1831
3° 1490
4° 851
2° 1492
1158147
202733
21036
15539
5
Por otro lado Nogoyá presenta los mayores porcentajes de población rural
respecto al total de población y también de EAP familiares respecto a total de EAP.
Con la lógica de la ocupación territorial la población total y la rural presentan
correlaciones mayores con la superficie total que con la superficie efectiva muy apta
(Tabla 4). Hay alta correlación entre población rural y el número de EAP y de EAPF,
pero no es significativa la diferencia entre ambas.
Tabla 4: Coeficientes de correlación: poblaciones totales y rurales respecto a
superficie totales: aptas en distinto grado y equivalente muy apta; población rural
respecto a EAP y EAP Familiares para los cuatro departamentos seleccionados:
Correlaciones entre:
Población total vs. superficie total
Población total vs. superficie equivalente muy apta
Población rural vs. superficie total
Población rural vs. superficie equivalente muy apta
Población rural vs. EAP
Población rural vs. EAPF
R
70.4%
42.8%
83.5%
77.8%
94.6%
91.2%
Paraná presenta un mayor nivel de uso de las tierras con cultivos agrícolas
visto tanto en superficies totales como en superficie efectiva muy apta. Superando
en cerca del doble a Nogoyá en ambos indicadores, y el triple en Tala y Uruguay
para la superficie total en distintas categorías y el doble en superficie equivalente a
muy apta (Tabla 5). Paraná presenta el mayor índice de ponderación de Tierras con
un valor superior en cerca de 10% al de Nogoya (ambos con valores de ponderación
entre equivalentes de aptas y parcialmente aptas), pero un 50% al de Uruguay y
Tala (con valores de ponderación equivalentes entre parcial y condicionalmente
aptas). Si bien Paraná se encuentra por encima del total provincial en la proporción
de cultivos de verano sobre el total de tierras y de tierras efectivas muy aptas,
también lo está en la ponderación media de tierras aunque los cuatro departamentos
analizados están por encima de la media provincial.
Tabla 5: Aptitud media ponderada y proporción de cultivos de verano en
superficies totales (aptas y efectiva muy apta) por departamentos seleccionados y
total provincial.
Departamentos
Coeficiente
medio de
ponderación
de aptitud de
las tierras
Proporción
Proporción cultivos
cultivos de verano
de verano en total
en total de
de superficies
superficie efectiva
aptas
muy apta
Paraná
Nogoyá
Tala
Uruguay
1° 0.62
2° 0.56
3° 0.41
4° 0.39
4° 39.11%
3° 18.56%
1° 13.04%
2° 13.34%
4° 63.10%
2° 33.09%
1° 31.50%
3° 34.03%
Total provincia
Entre Ríos
0.37
16.78%
45.69%
6
Aptitud media ponderada
Al graficar la aptitud media y la proporción de cultivos de verano en la
superficie total (Figura 1), se puede verificar una relación funcional creciente de
ambos indicadores para los cuatro departamentos analizados. Se verifica un cambio
de pendiente en cerca de 18% de cultivos de verano y cerca de 0.56 de aptitud
media ponderada (Nogoyá). Desde Tala-Uruguay a Nogoya con una tasa de
incremento de la proporción de cultivos de verano en la superficie total de 2,5% por
cada 0,1 de mejora en la ponderación de tierras y una tasa cercana al 40% de
incremento por igual cambio de mejora al pasar desde Nogoyá a Paraná. En Paraná
la actividad agrícola está ejerciendo una mayor presión (metabolismo ambiental
superior) sobre el recurso suelo que la de Nogoya, Tala y Uruguay, cuestión que se
verifica con el valor de proporción de cultivos sobre las superficies muy aptas de
Paraná (63.10%). Nogoyá respecto a Tala y Uruguay presenta mayor proporción de
la superficie de cultivos de verano que en el total de superficies en distinto grado de
aptitud, pero su coeficiente de ponderación de aptitud de tierras es muy superior.
Derivada de esta relación funcional encontrada se propone el índice del
metabolismo rural ambiental (IMRA) resultando del cociente entre ambos
indicadores es decir: proporción de cultivos de verano respecto a la superficie total
en distinto grado de aptitud en valor no porcentual dividido por la aptitud ponderada
media. El IMRA arroja los siguientes resultados: Paraná=0.63; Nogoyá= 0.33;
Tala=0.32; Uruguay=0.34.
0.70
Parana
0.60
Nogoyá
0.50
0.40
0.30
10.00%
Tala
Uruguay
20.00%
30.00%
40.00%
Proporción cultivos de ve rano e n s upe ficie total
Figura 1: Aptitud media ponderada vs. la proporción de cultivos de verano en
la superficie total con distinto grado de aptitud, para los cuatro departamentos
seleccionados.
La mayor densidad de población total y rural y de EAP y EAPF se encuentra
en Paraná, estando en 2do lugar en cantidad media de población rural por EAP
(Tabla 6). La cantidad media de población rural por EAP es superior en Uruguay que
en otros departamentos y se encuentra en 2do lugar en densidad de población total
y rural. La proporción de población rural y de EAPF es superior en Nogoya que en el
resto de los departamentos; y se encuentra en 2do lugar en densidad de EAP y
EAPF.
7
Tabla 6: Densidad de población, densidad de unidades de producción,
población rural por EAP, porcentaje de población rural y de unidades familiares por
departamentos seleccionados y total provincial.
ha
b.
EAP/k2 EAPF/k2
rural/k2
Pob.
rural
%
EAPF
%
hab.
rural/EAP
1° 74.76
4° 9.50
3° 10.23
2° 19.94
1° 5.55
3° 3.25
4° 3.12
2° 4.26
1° 0.54
2° 0.45
3° 0.44
4° 0.41
1° 0.43
2° 0.36
3° 0.34
4° 0.32
4° 7
1° 34
2° 30
3° 21
2° 79
1° 82
3° 77
3° 77
2° 10.26
3° 7.28
4° 7.14
1° 10.32
18.09
3.17
0.33
0.24
18%
74%
9.64
Deptos.
hab/k2
Paraná
Nogoyá
Tala
Uruguay
Total provincia
Entre Ríos
Densidad de población total
habitante por km2
Al analizar la relación entre EAPF y densidad de población rural, si bien los
cuatro departamentos no parecen responder a una función creciente en conjunto; al
agrupar según la proporción de población rural se puede visualizar una clara relación
funcional, esta misma relación se encuentra entre densidad de EAP totales y
densidad de población total (Figura 2). Siendo Uruguay y Paraná dos departamentos
con un porcentaje de población rural muy inferior al 30% responden a una función
creciente desde una mayor densidad de población rural y densidad de EAPF. Lo
mismo sucede con Tala y Nogoya pero con un porcentaje de población rural 30% o
superior.
80.00
70.00
60.00
50.00
40.00
30.00 Uruguay
20.00
10.00
Tala
0.00
0.40
Parana
Nogoyá
0.45
0.50
0.55
De ns idad de EAP por k m 2
Figura 2: Densidad de población y densidad de unidades de producción
agropecuarias por unidad de superficie, para los cuatro departamentos
seleccionados.
Derivada de esta relación funcional encontrada se propone el índice del
metabolismo rural social (IMRS) resultando del cociente entre ambos indicadores:
8
densidad de EAP por cada 10 kilómetros cuadrados divido por la densidad de
población total en habitantes por kilómetro cuadrado. El IMRS arroja los siguientes
resultados: Paraná=1.38; Nogoyá= 0.21, Tala=0.23; Uruguay=0.48.
Paraná presenta mayor densidades de población rural y de EAPF que
Uruguay, y tiene un mayor IMRS. Nogoya con mayor densidad de población rural y
de EAPF que Tala, presenta un menor IMRS aunque con valores muy similares.
Paraná y Uruguay con porcentajes de población urbana superiores presentan un
metabolismo rural social muy superior al de Nogoya y Tala.
Existen correlaciones altas entre producción y: a) superficie efectiva muy apta,
b) población total, c) población rural, d) EAP y e) EAPF. La correlación se reduce
notablemente entre producción y superficie total con distinto grado de aptitud.
Independientemente de la correlación de producción con EAP y con EAPF, el índice
de productividad por EAP Familiar no derivaría en un indicador adecuadamente
calculado puesto que la producción debería provenir exclusivamente de las EAPF
con lo que su uso se presta para confusión en el análisis, por lo cual se decidió no
utilizar en el análisis posterior dejando de lado la relación entre estas variables y solo
dejando la productividad por EAP total como indicador eficiente.
Tabla 6: Coeficientes de correlación: producción respecto a superficie con
total con distinto grado de aptitud y equivalente muy apta, por habitantes total y rural,
y por unidad de producción agropecuaria:
Correlaciones entre:
R
Producción vs. superficie total
0.51
Producción vs. superficie equivalente muy apta
0.88
Producción vs. población total
0.94
Producción vs. población rural
0.81
Producción vs. EAP
0.86
Paraná presenta mayores flujos o producción por: a) hectárea total en distinto
grado de aptitud, b) hectárea efectiva muy apta, c) por habitante rural y por EAP,
estando en cuarto lugar en productividad por habitante total arrastrado por la
importante población en su distrito especialmente urbana. Nogoyá presenta los
mejores resultados en productividad por habitante total y se encuentra en segundo
lugar en productividad por: a) hectárea total en distinto grado de aptitud, b) hectárea
efectiva muy apta, c) por habitante rural y por EAP.
Tabla 7: Productividad por hectárea, habitante y unidad de producción
agropecuaria por departamentos seleccionados y total provincial.
Productividad
Productividad
Productividad
por ha
Productividad
Productividad
por habitante
Departamentos
por ha
efectiva muy por habitante
por EAP
rural
t/ha
apta
t/hab.
t/EAP
t/hab.
t/ha
Paraná
1° 1.40
1° 2.26
4° 1.87
1° 25.20
1° 259
Nogoyá
2° 0.69
2° 1.24
1° 7.31
2° 21.35
2° 155
Tala
4° 0.43
4° 1.04
2° 4.23
3° 13.88
4° 99
Uruguay
3° 0.47
3° 1.21
3° 2.38
4° 11.14
3° 115
Total provincia
0.58
1.59
3.22
18.42
178
Entre Ríos
9
Productividad por ha t/ha
La productividad por habitante rural aparece como una función creciente en la
franja analizada desde la costa del Uruguay hasta la costa del Paraná.
La productividad por EAP presenta una función creciente con la productividad
por hectárea (total en distinto grado de aptitud y efectiva muy apta) (Figura 3).
Derivado de esta relación funcional encontrada se propone el índice del metabolismo
rural económico (IMRE) resultando del cociente entre ambos indicadores de la
siguiente expresión: productividad por ha en t/ha divido por la productividad por EAP
en t/EAP/100. El IMRE arroja los siguientes resultados: Paraná=0.54, Nogoyá= 0.44,
Tala=0.43, Uruguay=0.40. Resultando en un metabolismo económico mayor desde
la costa del Paraná hasta la costa del Uruguay.
0.60
0.55
Parana
0.50
0.45
Nogoyá
Tala
Uruguay
0.40
0.35
0
50
100
150
200
250
300
Productividad por EAP t/EAP
Figura 3: Productividad por hectárea y productividad por unidad de producción
agropecuaria, para los cuatro departamentos seleccionados.
Asimismo se encontraron funciones crecientes entre: a) indicadores
ambientales como aptitud media ponderada y sociales como densidad de EAP, o
porcentaje de cultivos de verano en la superficie total en distinto grado de aptitud y
densidad de población rural. b) indicadores económicos como productividad por
hectárea y sociales como densidad de EAP, o productividad por habitante total y
proporción de población rural. c) indicadores ambientales como aptitud media
ponderada y económica como productividad por hectárea.
CONCLUSIONES Y DISCUSIÓN
Si bien se trabajo con cuatro departamentos en un momento del tiempo
(estática comparativa), el conjunto de los indicadores de desarrollo sustentable (Goñi
y Goin, 2006) utilizados (de presión y estado) resultaron en una aproximación del
conocimiento del metabolismo rural (Toledo, 2008) en la perspectiva ambiental,
social y económica.
Desde los tres indicadores ambientales analizados no se puede concluir sobre
la mayor o menor presión sobre el ambiente ya que Paraná si bien presenta peores
indicadores de uso del suelo (superior a la media provincial) presenta mejores
calidades de tierra que el resto de los departamentos y muy superior al de la media
provincial. El resto de los departamentos aunque con menor índice de calidad de
tierras que Paraná pero superior a promedio provincial, presentan un uso menor de
las tierras que Paraná pero con valores menores que la media provincial (salvo
10
Nogoya en tierras totales). Si bien Tala presenta los mejores indicadores de uso de
suelo presenta valores muy similares a los de Nogoya tanto en el total de tierras
como en el de tierras efectivas muy aptas pero muy por debajo en el índice de
calidad media de tierras respeto también a Nogoya.
Desde los siete indicadores sociales Paraná se encuentra en los dos de
densidad de población y los dos de densidad de EAP por km2 por encima del resto
de los departamentos y por encima de la media provincia, y en segundo lugar en la
proporción de EAF y en la de población rural por EAP muy cerca de los que se
encuentran en primer lugar y siempre por encima de la media provincial, solo
presenta indicadores bajos en la proporción de la población rural en el total de
población como consecuencia de contener una gran urbe como la ciudad de Paraná.
Le sigue con mejores indicadores sociales Nogoya con mejor proporción de
población rural sobre el total, EAPF sobre el total de EAP y con un segundo lugar en
densidad de EAP y EAPF por km2 quedando muy cerca del segundo lugar de
Uruguay en habitantes rurales por EAP.
Respecto a los cinco indicadores económicos Paraná se destaca frente al
resto de los departamentos salvo en la productividad por habitante total (que se
encuentra en cuarto lugar muy por debajo de la media provincial) en todos los otros
cuatro indicadores con valores muy superiores incluso a la media provincial. Le
sigue Nogoya con los mejores resultados en productividad por habitante total y en
segundo lugar en los otros cuatro indicadores (productividad por hectárea total y
efectiva muy apta, productividad por habitante rural y por EAP) aunque muy por
debajo de Paraná muy cercanos a la media provincial.
Producción y número de unidades que forman parte de la organización
agropecuaria parecen estar sostenidos principalmente por la productividad del suelo,
aunque respecto a la población rural no parece haber un vinculación tan directa. Si
bien la información analizada en este trabajo es parcial, en el sentido de no incluir la
historia colonizadora en su detalle, la que podría darle un contenido más integrativo,
el resultado es coincidente con la visión de Toledo (2008) respecto al metabolismo
rural; teniendo el departamento de Paraná un metabolismo superior al del resto de
los departamentos analizados, y aunque sustentado en la mejor disponibilidad de
recursos naturales con una mayor presión sobre el mismo coincidiendo con Martinez
Alier (2004) sobre los orígenes de los conflictos ecológicos distributivos. Le siguen
en orden Nogoya y muy por debajo Tala y Uruguay en esta construcción.
Respecto a la importancia de la agricultura familiar en la producción global y
en el sostenimiento de la población rural los resultados no aparecen como
concluyentes, requiriendo un mayor profundidad en el análisis, y complementación
con información más directa de la agricultura familiar ya que podría aparecer como
contradictoria respecto a lo indicado por Loewy (2008) e Indelángelo y Vicente
(2009) respecto a la importancia de la agricultura familiar como factor fundamental
en la sustentabilidad de los sistemas. Estos resultados deben ser analizados junto
con el tipo de actividades predominantes en cada distrito por la demanda de trabajo
en cada una de ella y la relación urbana-rural de cada distrito para lo cual debería
indagarse.
La capacidad del recurso natural (aptitud agrícola de la tierra) y la
organización (EAP/km2) aparecen como factores fundamentales para sustentar el
metabolismo propio del territorio entrerriano en los territorios analizados.
Se encontraron funciones crecientes en el territorio entrerriano entre:
a) aptitud media y la proporción de cultivos de verano en la superficie total.
11
b) EAPF (EAP) y densidad de población rural (total) según niveles de proporción
de población rural.
c) productividad por unidad productiva con la productividad por hectárea (total
en distinto grado de aptitud y efectiva muy apta).
d) aptitud media ponderada y densidad de EAP.
e) porcentaje de cultivos de verano en la superficie total en distinto grado de
aptitud y densidad de población rural.
f) productividad por hectárea y densidad de EAP.
g) productividad por habitante total y proporción de población rural.
h) aptitud media ponderada y productividad por hectárea total.
La estática comparativa con indicadores de presión y estado permiten
visualizar algunos indicios sobre el metabolismo rural, pero un análisis de la
dinámica con información de varios años mejoraría su definición en particular para
verificar la fortaleza de los índices propuestos (IMRA, IMRS, IMRE).
Si bien la sustentabilidad comprende cuestiones económicas, ambientales y
sociales se puede visualizar en este trabajo que según el tipo de indicadores
utilizados podrá considerarse o no sustentable un sistema de producción, o un
metabolismo rural según lo propuesto por Toledo (2008).
En otro sentido mayor productividad por hectárea no implica mejores
indicadores sociales, pudiendo una mejora en la productividad de las unidades de
producción empeorar la sustentabilidad global según la intensidad de uso de los
recursos naturales y sus reales posibilidades productivas.
Se verifica por tanto en trabajos que se identifique la sustentabilidad la
necesidad de indicar en términos precisos dicho concepto, es decir a que
indicadores económicos, ambientales y sociales se refiere. Esta necesidad de
precisión en los términos de los indicadores utilizados no resta fortaleza al análisis
sugerido para el estudio de la sustentabilidad, sino por el contrario le da fortaleza
metodológica buscando la verdadera dimensión de las propuestas de tecnologías de
desarrollo limpio, ordenamiento territorial o desarrollo local en el marco de políticas
regionales.
Por otro lado no se debe caer, en los análisis derivados de estos indicadores,
en un determinismo tecnológico y aislar del desarrollo económico el elemento sociocultural, restando con ello la verdadera contribución que podría hacerse a la
economía (Georgescu-Roegen, 1996), conceptualizada desde el paradigma de la
Economía Ecológica como parte del dilema social cuya solución optima implica por
parte de los actores sociales un comportamiento ecológico sustentable no siempre
presente. Se requiere por tanto en las palabras de Franco Martinez (2009)
profundizar en los estudios de percepción para darle a los modelos éticos
ambientales y sociales asociados a ciertos comportamientos una conceptualización
de la racionalidad utilitarista para no encontrarse con la contradicción de la lógica de
dos clases genéricas de modelos éticos: los modelos productivistas (no sostenibles,
por definición) y los modelos ecológicos (que serán sostenibles o no dependiendo
del su grado de cumplimiento, entre objetivos generacionales actuales y futuros)
(Olarieta, et al. 2008).
.
Se han puesto a consideración algunas reflexiones interpretativas desde el
conocimiento existente en la literatura sobre el tema, y para dar un pequeño paso
adelante, aportando una serie de elementos a desarrollar en futuras investigaciones.
Entre éstos estarían la indagación teórica y metodológica del papel del metabolismo
rural dentro de propuestas de desarrollo sustentable (tecnologías sustentables o de
desarrollo limpio, propuestas de ordenamiento territorial o de desarrollo regional o
12
local) y la necesidad de incluir las valoraciones de los beneficios (cautivos) y los
costes (intransferibles) sociales y ambientales consecuencias de los cambios
propuestos (TEEB, 2010)
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