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327 DICCIONARIO TEMÁTICO CIESAS HISTORIA Y ANTROPOLOGÍA DE LA ALIMENTACIÓN El estudio de la alimentación desde una perspectiva histórica y antropológica constituye un campo de la investigación que permite abordar una multitud de temas y problemas. Esta versatilidad da cuenta de su riqueza, pues estudiando los cambios y continuidades de la alimentación se puede incursionar no sólo en la historia cultural de una comunidad determinada, de una región o de una nación, sino también en la historia de la vida cotidiana, en la historia política, en la historia económica e incluso en el estudio de los desastres (52-26, 52-35). Varias investigaciones llevadas a cabo en el CIESAS han tenido como hilo conductor a la alimentación; entre ellas se encuentra la relativa a México en la época colonial, y atiende temas como la producción, la venta y los precios del trigo (52-11, 52-12), la elaboración de la harina y el estudio de los molinos y las panaderías (52-14), la elaboración y el consumo del pan de trigo (52-10), las características de alimentos específicos producidos y consumidos en el valle de Toluca (52-55) y la carestía y la escasez de productos básicos asociados con crisis agrícolas o con la ocurrencia de epidemias (52-31), entre otras. Los estudios sobre desastres también apuntan en esa dirección, pues uno de los intereses de quienes nos hemos dedicado a ello radica en conocer precisamente las estrategias alimentarias de la población mexicana en épocas críticas, como sucedió durante las sequías ocurridas a lo largo de nuestra historia nacional. La historia de la alimentación se inició con fuerza como una disciplina científica a partir de la década de los setenta entre los historiadores franceses y se asoció con los estudios sobre historia económica, más específicamente sobre historia de los precios que en esa época florecieron particularmente desde la escuela de los Annales (52-11, 52-12). Estos intereses llegaron a México con la obra de Enrique Florescano sobre precios del maíz y crisis agrícolas DICCIONARIO TEMÁTICO CIESAS 328 novohispanos. Sin haber alcanzado un desarrollo pleno y con frecuencia salpicado de confusiones entre alimentación y gastronomía, entre alimentación y nutrición, en México ha resultado de gran interés la comparación entre el qué, el cómo, el para qué y el con qué de los alimentos y de la alimentación en diferentes períodos de nuestra historia. En la época prehispánica la alimentación era mucho más variada de lo que muchos suponen, y también lo eran las formas de aprovechar los recursos disponibles a su alrededor, de transformarlos y conservarlos (52-39, 52-51). Para ello han sido fundamentales tanto los registros prehistóricos provenientes de la arqueología, de la arqueobótanica y la antropología física, como las fuentes disponibles para la etapa inmediatamente anterior a la invasión española y para los siglos posteriores, particularmente para el área mesoamericana. La alimentación fue un tema que interesó a conquistadores, cronistas, misioneros, naturalistas y científicos que llegaron a México, aunque no siempre constituyó un tema central en sus escritos. Tampoco entre los códices se encuentra uno dedicado expresamente al tema. Sin embargo, todas estas fuentes han permitido reconstruir asuntos diversos, como el tipo de alimentos consumidos, la manera de prepararlos, su presentación, su relación con los dioses y sus cualidades alimenticias, entre otros. Por su parte, los estudios sobre alimentación en la Nueva España que se han centrado alrededor del tema del trigo, la harina y el pan han hecho uso de estas mismas fuentes, particularmente de los documentos de archivo, los cuales, como sabemos, no siempre ofrecen de manera directa la información que el estudioso busca. En el caso del tema mencionado algunos ramos de archivo fueron particularmente útiles, como los relativos a abasto, agua, alhóndigas, pósitos, panaderías y comercio. Con todo este material se logró reconstruir, particularmente para la ciudad de México en el siglo XVIII, cómo ésta se abastecía de harina a partir de los molinos existentes en sus alrededores, quiénes eran los dueños de las panaderías, cómo estaban éstas organizadas en su interior y qué tipo de mano de obra y de tecnología se empleaba en la elaboración del pan (52-5, 52-6, 52-14). 329 DICCIONARIO TEMÁTICO CIESAS Con técnicas y tecnologías hasta entonces desconocidas en México, el cultivo del trigo se fue expandiendo a lo largo del territorio mexicano y a su lado el alimento básico que los europeos heredaron de los egipcios: el pan de trigo. La negativa inicial de los españoles a adoptar el grano básico de los nativos y el principal producto elaborado con él, la tortilla, fue el motor que impulsó a esta empresa. A diferencia de la producción de tortillas, que hasta finales del siglo XIX se mantuvo como una actividad exclusivamente doméstica (52-39), la producción de pan fue desde un principio de tipo comercial. Las panaderías en la ciudad de México se instalaron a la par que los molinos de trigo, y la producción doméstica de pan era más una excepción que una regla que mantenían particularmente algunos conventos y hospitales que fueron surgiendo en la recién creada capital de la Nueva España (52-14). Algunos mitos, que aún se mantienen, como el identificar exclusivamente a los españoles con el consumo de pan de trigo, pudieron ser cuestionados a partir de la obtención y correlación de información relativa a tipos, precios, consumo y venta del pan en la misma capital del virreinato (52-37, 52-38) y de su comparación con el maíz y la tortilla (52-39). En efecto, hacia fines del siglo XVIII el consumo de pan de trigo, si bien de forma diferenciada, ya se había generalizado en la ciudad de México y en algunas otras importantes ciudades, como Guadalajara, Puebla y Querétaro. Comprobar lo anterior alarmó al mismo barón Alejandro de Humboldt. La convivencia feliz de productos europeos, asiáticos y americanos en el México de hoy y particularmente la convivencia del maíz con el trigo y de la tortilla con el pan dan cuenta de la feraz pervivencia milenaria de modelos culturales propios, que actualmente conforman la base de la alimentación mexicana tanto urbana como rural. VIRGINIA G ARCÍA ACOSTA