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Antígeno urinario:
Nuestro organismo expulsa a través de la orina la clave para la curación de un gran
número de enfermedades, entre ellas el cáncer.
Tumores cancerígenos mediante vacunas personalizadas que se elaboran a partir de los
Antígenos específicos que existen en la propia orina de los enfermos. Una terapia que se
debe al descubrimiento que en ese sentido hizo algún tiempo el también investigador
mexicano Maximiliano Ruiz Castañeda, fallecido en 1990 a los 92 años de edad.
México, al igual que España y la mayor parte de los países del mundo, es una nación
colonizada en el ámbito científico por lo que las terapias oficiales en el tratamiento del
cáncer son las mismas que en nuestro país.
En México el artículo 103 de la Ley General de Salud dice textualmente: "En el
tratamiento de una persona enferma el médico podrá utilizar nuevos recursos
terapéuticos o de diagnóstico cuando existe posibilidad fundada de salvar la vida,
restablecer la salud o disminuir el sufrimiento del paciente siempre que cuente con
el consentimiento por escrito de éste, de su representante legal, en su caso, o del
familiar más cercano o con vínculo, sin perjuicio de cumplir con los demás
requisitos que determine esta ley y otras disposiciones aplicables".
Pues bien, gracias a esta norma legal que interpreta perfectamente en el proceso de la
curación el papel del médico (intermediario) y el del paciente (responsable último) un
grupo de investigadores y médicos mexicanos lleva largo tiempo trabajando en la
aplicación de antígenos urinarios contra diversas enfermedades. Médicos que no
recomiendan abandonar los tratamientos habituales a fin de no generar inseguridad en
los pacientes y evitar enfrentamientos con el tratamiento oncológico y se conforman con
compatibilizar sus tratamientos con los convencionales centrándose en cuatro objetivos
básicos:
Disminuir el dolor del enfermo. Mejorar su calidad de vida. Ayudarle a superar su actual
padecimiento y posibilitar la prevención.
El principio es igual al de cualquier vacuna: se basa en la activación del sistema de
defensas de nuestro cuerpo -el sistema inmune- para combatir cualquier
microorganismo que considera potencialmente dañino mediante la rápida fabricación de
anticuerpos. Y eso ocurre cada vez que nuestro organismo detecta un antígeno, nombre
que se da a toda sustancia extraña a él, generalmente procedente del exterior si bien a
veces se forma en nuestro interior (toxinas virales o bacterianas). Pues bien, cuando un
antígeno se manifiesta por primera vez el organismo forma gran cantidad de
anticuerpos, algunos de los cuales mueren al neutralizar el antígeno y el resto
permanecen latentes en él. De esa forma, cuando el antígeno aparece por segunda vez la
reacción de inactivación es muchísimo más rápida ya que se encuentra con parte de los
anticuerpos formados que, además "reconocen" al antígeno de inmediato. En ello se
basa pues el mecanismo del antígeno urinario. Es decir, se trata de introducir
voluntariamente en el cuerpo de una persona el antígeno -sea un virus, una bacteria, una
toxina...- que provoca una determinada enfermedad, en dosis muy pequeñas, para que el
organismo reaccione fabricando los anticuerpos específicos contra ella. De esa manera
no sólo destruirá la escasa cantidad de antígeno introducido con la vacuna sino que
dejará el organismo preparado para combatirla de inmediato si en el futuro apareciera de
nuevo. Es lo que se llama inmunizarse contra ese antígeno. Obviamente, el
planteamiento de que es posible vacunarse contra el cáncer parte de la base de que éste
puede originarlo un antígeno, es decir, una sustancia extraña. Y cuando hace varios años
el investigador mexicano Maximiliano Ruiz Castañeda propuso tal tesis... fue ignorado.
De hecho, salvo el microbiólogo español Fernando Chacón -descubridor del Bio-Bac y
de una vacuna universal contra el cáncer (patentada)- y algunos otros investigadores
aislados, la plana mayor de la Oncología rechazaba tal posibilidad. Pero como el tiempo
siempre termina poniendo a la gente en su sitio actualmente son numerosos los trabajos
científicos que avalan de forma irrebatible que el cáncer tiene en muchos casos origen
vírico. De ahí que sólo la soberbia de los prebostes que dicen hablar en nombre de la
Ciencia -algo habitual en todas las épocas-, sin olvidar las presiones de algunas
multinacionales para salvaguardar sus intereses económicos, pueda explicar el silencio
que hasta el momento ha rodeado tanto el trabajo realizado en España por Fernando
Chacón como por Ruiz Castañeda y sus discípulos en México. Claro que también hay
otras razones de carácter económico en el hecho de que estén siendo ignoradas. Y es
que las vacunas creadas por los médicos mexicanos no se pueden fabricar de forma
masiva ni convertirse en un gran negocio al uso.... porque no son patentables y en
muchos casos son personales. Es decir, cada vacuna se fabrica utilizando como antígeno
una sustancia obtenida de la orina del propio paciente, o de un paciente donador, que
resolvió satisfactoriamente su enfermedad. Por eso la vacuna preparada con la orina de
una persona probablemente no funcione en otra sin embargo en nuestra experiencia
personas que han sanado de algunas enfermedades, se les solicita su orina y procesamos
el antígeno para ayudar a otras personas con patologías similares, obteniendo buenos
resultados. En suma, la vacuna se elabora específicamente para él y su padecimiento y
puede iniciar su vacunación con antígeno de donador. Además el proceso de obtención
no es caro por lo que resulta un método económico, eficaz y sencillo de seguir. No sólo
en el cáncer sino en numerosas enfermedades autoinmunes. Y para completar el
panorama, es inocuo; es decir, carece de efectos tóxicos.
La orina es considerada fuente de salud desde tiempos ancestrales. Los hindúes
practicaban la Urinoterapia hace ya miles de años y son cientos de millones los
orientales que la siguen practicando hoy. La ventaja del método mexicano es que sólo se
reintroduce en nuestro cuerpo la sustancia que precisamos y no es menester beberse
vasos enteros de orina como en el caso de la Urinoterapia. Lo que además de ahorrarnos
el asco que puede producir tal práctica evita que junto a las sustancias que nos ayudan a
recuperar la salud introduzcamos las toxinas de desecho que también hay en la orina. El
mecanismo de acción de esta terapia, es que algunas de las proteínas que depuramos en
nuestro riñón y eliminamos al exterior son algo más que desecho. Ya han identificado,
por ejemplo, una proteína presente en la orina de las mujeres embarazadas que parece
bloquear hasta la progresión del virus del Sida. Así se apunta en un estudio realizado
por un equipo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York y de los
Institutos Nacionales de Salud (NIH) que se publicó en la revista Proceedings of the
National Academy of Science. "Esas proteínas -llegó a afirmar la principal autora del
estudio, la doctora Sylvia Lee- Huang- son agentes antisida muy prometedores que
deberían ser bien tolerados por el organismo y causar pocos efectos segundarios en la
medida en que son producidas naturalmente' '. En cuanto a cómo bloquea la proteína la
progresión del VIH sigue siendo un misterio para los investigadores. Bueno, pues lo
más singular es que se trata de una proteína muy común, la lisozima, descrita ya en
1922 por Alexander Fleming -el descubridor de la penicilina-, conocida por proteger de
las infecciones y que además de en la orina está presente en las lágrimas y en la saliva.
De hecho, puede pedirse hoy en cualquier farmacia.
Cabe agregar que hoy se intenta encontrar en la orina soluciones terapéuticas al Sida
nada menos que el famoso doctor Robert Gallo quien, el 23 de abril de 1984 se
presentó ante el mundo junto a la entonces Ministra de Sanidad de Estados Unidos
como descubridor del virus del Sida, algo que de inmediato le discutiría el también
investigador Luc Montagnier. Pues bien, también Gallo publicó -esta vez en la
prestigiosa revista Nature Medicine- que una proteína presente en la orina de las
mujeres embarazadas parece ayudar a frenar el virus del Sida.
"Descubrimos en la orina de las hembras de los roedores y en la de las mujeres que se
encuentran en las primeras etapas de embarazo -contaría- un factor que destruye las
células del Sarcoma de Kaposi (una extraña forma de cáncer vinculada con el Sida). La
aislamos y la llamamos 'XX o XY'. Luego pudimos comprobar -in vitro y en vivo- que
no sólo es anticancerosa sino que también reprime el VIH, posee efectos
radioprotectoras y parece ser un poderoso promotor de la formación de células
sanguíneas”. Desde entonces se está trabajando en sus posibilidades terapéuticas en la
institución de la que es director, el Instituto de Virología Humana de la Universidad de
Maryland (Baltimore, EEUU).El doctor Anthony Fauci, del Instituto Nacional de Salud
de Estados Unidos.
El antígeno bloquea directamente el virus, suprime el sarcoma de Kaposi y mejora la
capacidad de los glóbulos para reproducirse" .Los científicos entienden ademá, que al
ser la proteína hallada un producto del propio organismo los tratamientos tendrían muy
pocos efectos secundarios, algo que ya han constatado desde hace tiempo los médicos
mexicanos que llevan trabajando con la vacuna desde hace más de dos décadas. Este
descubrimiento fue casual, según Gallo, ya que su equipo estaba estudiando el sarcoma
de Kaposi en ratones. Resulta que habían puesto juntos a un grupo de ratones de ambos
sexos en una jaula y los investigadores se dieron cuenta de que sólo algunos de ellos
desarrollaban el tipo de cáncer que les habían inducido. Y al comprobar lo que había de
común entre ellos constataron, sencillamente, que todas eran hembras preñadas. En un
principio los científicos pensaron que podría deberse a la acción de una hormona del
embarazo denominada HCG (Gonadotrofina coriónica humana) pero tras diversos
experimentos con ratones descubrieron que el elemento resistente al virus o "factor
asociado HCG" (HAF en inglés) también es producido por las mujeres embarazadas.
MAXIMILIANO RUIZ CASTAÑEDA En todo caso, seguro que al lector ya no le
parece tan absurdo relacionar la búsqueda de soluciones no tóxicas contra el cáncer en
distintas proteínas obtenidas de la orina humana. Ni le extrañe tanto que otro
investigador, solo que esta vez mexicano y llamado Maximiliano Ruiz Castañeda,
descubriera hace ya más de 40 años una vacuna contra el cáncer. De la orina de los
pacientes -escribió en su día Ruiz Castañeda- se aíslan sustancias con propiedades
específicas para tratar sus padecimientos; siendo de particular interés que en la orina de
los cancerosos se obtuvieron antígenos específicos para cada tipo de cáncer". Y
añadiría: "No puedo afirmar que estoy curando el cáncer pero si aplicamos el antígeno
que se elimina por la vía natural del paciente, que es el riñón, en el sedimento
obtenemos una fracción peptídica que al aplicarla como si fuera una vacuna nos permite
reducir la actividad tumoral al mínimo en beneficio del paciente; permitiendo un mayor
éxito en el tratamiento del cáncer" El doctor Ruiz Castañeda. Se preocupaba sólo de
encontrar soluciones rápidas a problemas prácticos. Con motivo del homenaje que se le
rindió en diciembre de 1982, el doctor Gustavo Gordillo Paniagua, editor del Boletín
Médico del Hospital Infantil de México, escribió de él: "El maestro Ruiz Castañeda ha
dedicado gran parte de su vida al desarrollo de tecnología, económica, simple y precisa,
dirigida a cubrir necesidades básicas de atención médica (...) Así surge su técnica de
fijación de superficie para el diagnóstico de tifoidea, paratifoidea, tifo y brucelosis
adoptada por la OMS como prueba de referencia (...) Sus resultados a menudo
fascinantes constituyen un reto para que investigadores quizás menos creativos pero
más rigurosos, armados de la metodología científica adecuada, demuestren sus
hipótesis". Pero claro, una cosa es la discreción y otra que no se sepa que él, ya en 1980,
tenía publicados escritos sobre los antígenos urinarios. Lo que va a evitar que algún listo
intente quedarse con la gloria... y el dinero. Que ejemplos ya hay algunos muy
significativos. No sería difícil. Si Gallo ha comenzado afirmando que ha hallado una
proteína en la orina de forma casual a pesar de que Ruiz Castañeda llevaba 20 años
trabajando en ese terreno no es descabellado pensar que pudiera acabar
autoproclamándose en una rueda de prensa mundial descubridor de una vacuna contra
el cáncer. Y por si siente la tentación, que antes lea a Ruiz Castañeda: "Cuando la
prueba de fijación en superficie fue aplicada a investigaciones inmunológicas en el
cáncer pudo reconocerse en el suero sanguíneo la presencia de anticuerpos para
sustancias de naturaleza retrogénica liberadas de los tumores. Además fue posible aislar
en la orina de los pacientes sustancias de acción específica para cada tipo de patología".
Escrito quedó en México en 1980. Bien sentada la base de que es posible encontrar
salud en la orina dejemos también claro que el impulsor de las vacunas con antígenos
urinarios no fue desde luego un investigador cualquiera. Ruiz Castañeda desarrolló la
vacuna contra el tifo cuando éste era un azote mundial (mató más gente en las trincheras
que las armas durante la primera Guerra Mundial). Su capacidad como inmunólogo fue
indiscutida a nivel internacional -lo que no quiere decir que sus teorías convenciesen
siempre a todos- y sus investigaciones están recogidas en publicaciones de prestigio.
Es más, fue Senador de la República de México y su busto preside hoy la entrada de la
Secretaría de Salud como reconocimiento a su trabajo. Y recibió, entre otros galardones
internacionales, el Premio Nacional de Ciencias, la Medalla Luis Pasteur y el Premio
del Consejo para la Investigación Médica. Actualmente la Academia Nacional de
México otorga cada año el Premio Maximiliano Ruiz Castañeda y un centro hospitalario
de México llevan su nombre. Hombre volcado en la búsqueda de soluciones
terapéuticas baratas no supo entender –o no quiso- el papel de la popularidad y nunca le
interesó enriquecerse con sus descubrimientos ya que decía que los trabajos de
investigación no debían beneficiar a "médicos mercenarios" sólo preocupados por sus
ganancias. Y hay que decir que con el mismo planteamiento hemos seguido trabajando
sus discípulos en el campo de la inmunoterapia, cada vez más médicos esperan
encontrar soluciones para el tratamiento del cáncer. No hace mucho, el doctor Melchor
Álvarez de Mon, jefe del Servicio de Enfermedades del Sistema Inmunitario y
Oncología del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares,
hablaba precisamente de la necesidad de ahondar en la línea de la inmunoterapia: "Es
necesario dar a cada paciente aquello en lo que es deficiente o las citocinas (proteínas
del sistema inmune) que le permitan recuperar la normalidad de su sistema inmunitario,
lo que exige adaptarse al estado de cada individuo y controlar su respuesta". Y apostaba
para ello por "un esfuerzo multidisciplinar en el que se conecte la investigación básica
con la clínica". Pues bien, las evidencias clínicas conseguidas hasta hoy por el doctor
Ruiz Castañeda y sus discípulos son lo suficientemente prometedoras como para seguir
siendo ignoradas.
El riñón, elimina una fracción peptídica (los péptidos son un tipo de moléculas con bajo
número de aminoácidos bastante más pequeños que las proteínas) que se halla en el
sedimento urinario. Pues bien, su aplicación como si fuera vacuna va a cambiar la
historia natural de la enfermedad en beneficio del paciente. Ruiz Castañeda actuó con
una lógica increíble logrando el factor antigénico en la orina del paciente". Las madres
embarazadas eliminan a través de la orina una fracción peptídica concreta que se origina
cuando el sistema inmune reacciona ante la presencia del feto (recordemos que cada ser
humano es producto de la fusión de dos ADN distintos, el de la madre y el del padre, y
que el de éste es extraño para el sistema inmune de la mujer), sustancia que el
investigador mexicano denominó Fetoproteína. Los inmunomoduladores de la especie
evitan que el organismo de la madre rechace al feto. Pues bien, esa misma reacción se
produce en cada uno de los pacientes que padece cáncer o algún tipo de enfermedad. Es
decir, el enfermo de cáncer también elimina por la orina una sustancia semejante a la
Fetoproteína que varía en función del tipo de cáncer que se padezca. "El riñón
proporciona siempre el antígeno específico del tipo de cáncer o enfermedad que tiene el
paciente". Y al inyectar subcutáneamente ese factor -debidamente preparado- comienza
la inmunoterapia contra la enfermedad. Estamos pues, nada menos, que ante un
antígeno específico.
El proceso:
La obtención del antígeno específico comienza con la recolección de la propia orina. O
bien del paciente que resolvió satisfactoriamente la enfermedad.
1.- En un recipiente de plástico de cinco litros o 1 galón, se depositan 1.5 litros de
alcohol de caña de 96º.
2.- Solicitar al paciente que por la tarde ingiera poco líquido.
3.- Depositar en el recipiente la primera orina de la mañana, durante cinco días (la
primera que expulse al levantarse).
4.- Al cabo de cinco días la acumulación de un sedimento en el fondo del recipiente es
evidente. Pues bien, ese sedimento es el que el médico nos envía siendo
aproximadamente 250 ml. Para nosotros procesar el antígeno.
Ya en el laboratorio se centrífuga, se evapora, se suspende en solución salina, se filtra y
luego se diluye, se hacen pruebas de esterilidad y de cultivo para verificar que el
material se encuentra libre de contaminantes y se puede usar para el tratamiento.
Finalmente se envasa bajo las más estrictas medidas de asepsia.
Modo de uso:
En el caso del antígeno propio, se le entregan al paciente cuatro frascos que dan una
cobertura de aproximadamente seis meses de tratamiento al paciente. También puede
iniciar con el antígeno de un donador el tratamiento.
Se le enseña al paciente a aplicarse la vacuna. Para lo cual se utiliza jeriga de insulina de
punto ultrafino, se aplican como autovacuna dos días a la semana inyectándose
alternamente en los brazos o abdomen.
Se inicia la impregnación: aplicamos 10 unidades dos veces a la semana, aumentándose
de diez unidades en diez hasta llegar a 80 unidades.
Mantenimiento: al llegar a las 80 U es el momento en el que la aplicación cambia a una
vez por semana hasta terminarse el antígeno propio. Cabe mencionar que en las mujeres
menopáusicas se recomienda continúen por años el antígeno XX o XY por años.
VACUNAS CONTRA DIVERSAS ENFERMEDADES Como el lector se habrá dado
cuenta este sistema permite tratar prácticamente todas las enfermedades autoinmunes.
De hecho, el doctor Ruiz Castañeda encontró inicialmente en la orina antígenos de
enfermedades bacterianas, de padecimientos resultantes de anomalías genéticas como el
síndrome de Down incluso, de dolencias como la esquizofrenia o la epilepsia. Más
tarde, según se nos ha explicado, las investigaciones y aplicaciones posteriores de
vacunas dieron resultados positivos en pacientes afectados de alergias de las vías
respiratorias o de la piel, enfermedades autoinmunes: artritis reumatoide, lupus
eritematoso, esclerosis múltiple, espondilitis anquilosante y esclerosis lateral
amiotrófica. Incluso la andropausia y la menopausia pueden ser tratadas con antígenos
obtenidos de la orina de mujer embarazada que espera un niño o una niña, en el
momento en los que empezaran a aparecer los caracteres sexuales secundarios.
Hay ocasiones en que los antígenos son dañados, por los tratamientos convencionales a
causa de una medicación prolongada con inmunosupresores o quimioterapia, es motivo
por el cual también están indicados los antígenos donadores. Se encontró en la orina de
pacientes que habían superado la enfermedad -y cuyos resultados de laboratorio
(marcadores tumorales, biopsias, estudios de imagen…) así lo confirmaban- un antígeno
al que se denominó Antígeno Inmunocompetente o de Refuerzo.
Al considerar que la orina de la mujer embarazada podría ser un recurso terapéutico.
Y entendiendo que la mujer embarazada encierra entre sus misterios el lenguaje de la
vida, la configuración de los sistemas orgánicos de un nuevo ser vivo y la posibilidad de
modificar la reacción del sistema inmunitaria ante la presencia de cuerpos extraños se
busca. El antígeno de mujer embarazada. Un antígeno que aplican en todos los casos de
Cáncer como refuerzo pero que se recoge de forma selectiva en el caso de cánceres
hormonodependientes, el antígeno masculino XY en el cáncer cervicouterino y el
cáncer de mama, y el femenino XX en el cáncer de próstata. Y al parecer las
expectativas no se han visto defraudadas según el investigador mexicano: "Los
resultados clínicos, tanto en tumores primarios como en las metástasis, son
extraordinarios. Así lo evidencian la evolución clínica, los marcadores tumorales y los
estudios de gabinete en nuestros pacientes". En el resto de cánceres también se usa
como refuerzo. El tratamiento con antígenos urinarios entronca, en suma, con las más
modernas líneas de investigación: la inmunoterapia contra el cáncer y enfermedades
autoinmunes y la búsqueda de soluciones terapéuticas en las proteínas procedentes de la
orina de la mujer embarazada.
Como toda célula viva en nuestro organismo sufrirá una degradación de la cual pueden
aparecer pequeños fragmentos, los cuales podrían ser eliminados por la orina ya que por
su pequeño tamaño podrían atravesar el riñón. Circulando por la sangre estarían a tan
baja concentración que no serian suficientes para generar una respuesta inmune. Si
recogemos esas cadenas peptídicas de la orina, las concentramos y las volvemos a poner
en la sangre nuestro organismo reaccionaría automáticamente generando anticuerpos
que ya sí podrían reconocer las células antitumorales. "."Lo asombroso” - es que de
alguna manera estamos hablando de lo que la Ciencia Moderna conoce hoy como
anticuerpos monoclonales en los que se trabaja como recurso terapéutico de última
generación. Estos pequeños péptidos recogidos en la orina es lo que hoy conocemos
como 'determinantes antigénicos', que son la parte mínima de una proteína capaz de
originar un solo tipo de anticuerpo o anticuerpo monoclonal. Los cuales tienen una
altísima especificidad de reconocimiento. Los anticuerpos monoclonales son la
respuesta inmunológica a una cadena péptica de cuatro o cinco aminoácidos,
característica de una determinada proteína, de un determinado virus, de un tumor, o de
cualquier agente que el organismo reconoce como extraño. Lo que Maximiliano Ruiz
Castañeda definía como una sustancia propia de una determinada patología es lo que la
bioquímica moderna define como determinante antigénico.
Repetimos la aplicación:
Se inicia la impregnación: aplicamos 10 unidades dos veces a la semana,
aumentándose de diez unidades en diez hasta llegar a 80 unidades.
Mantenimiento: al llegar a las 80 U es el momento en el que la aplicación cambia a
una vez por semana hasta terminarse el antígeno propio. En los brazos o abdomen.
Con jeringa de insulina de punto ultrafino.