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El Hierro, un punto singular Escrito por Manuel Gutiérrez Claverol el 10/23/11 • En la Categoría El Domingo En primer término, cráter volcánico de la isla de El Hierro. Al fondo se observa la mancha provocada por la erupción marina | Borja Suárez Está de candente actualidad la intensa actividad sísmica —más de 8.000 terremotos desde mediados de julio— que afecta a la isla canaria de El Hierro, la más occidental y meridional del archipiélago, la última en formarse y la que exhibe mayor número de volcanes, con más de 500 cráteres a cielo abierto y otros 300 cubiertos por coladas de lava más recientes. Hace unos días sacudía a este territorio un terremoto con la mayor magnitud (4,3) registrada allí hasta el momento; fue el preludio de una expulsión de lavas en el medio marino al día siguiente, con dos erupciones focalizadas a profundidades de 750 y 500 metros, una a cuatro kilómetros y otra más cercana a dos kilómetros al suroeste de La Restinga, en el municipio herreño de El Pinar, no siendo descartable su acercamiento a la costa e incluso su irrupción en tierra firme. Este tremor se puso de manifiesto por la presencia de peces muertos a causa de los gases tóxicos (azufre y anhídrido carbónico) liberados por los volcanes submarinos; también por una anormal coloración verdosa del mar en este entorno, así como por la reducción del ligero abombamiento que sufría la isla debido a la presión ejercida por el magma. A tenor de estas alarmantes noticias, cabe interrogarse ¿cómo puede explicarse este hecho volcánico?, ¿por qué sucede en la isla de El Hierro? y algunas cuestiones más. Como es sabido, Canarias forma parte de un conjunto de islas (Macaronesia), junto con Azores, Madeira y Cabo Verde, situadas en el Atlántico Noreste próximas a la costa africana. Desde un punto de vista geológico, están emplazadas en el interior de la placa africana, que abarca la mitad oriental del Atlántico y una gran porción del continente africano; colinda por el Oeste con la placa suramericana, de la que se separa paulatinamente unos cinco centímetros al año. Las Canarias presentan la singularidad de estar ubicadas sobre corteza oceánica de edad antigua (constituida en tiempos del Jurásico Medio, es decir, hace unos 170 millones de años). El origen de su magmatismo proviene de la fusión parcial del manto astenosférico, que se supone a una profundidad de más de 25 kilómetros. Esta tipología isleña surge en el interior de los océanos, iniciando su génesis como volcanes submarinos, que llegan a emerger con relativa rapidez. Un hecho de extraordinario interés es que la edad del archipiélago —determinada con dataciones radiométricas (potasio/argón y argón/argón) de las lavas más vetustas— disminuye hacia el Occidente: Lanzarote y Fuerteventura (las más antiguas, se crearon hace 20,6 millones de años), Gran Canaria (14,5 Ma), Tenerife (11,9 Ma), La Gomera (9,4 Ma), La Palma (1,77 Ma) y El Hierro (la más joven, con 1,12 Ma). Esta circunstancia es común en otros grupos insulares gestados en similares contextos oceánicos de intraplaca; entre los más conocidos se incluye la cadena hawaiana, en pleno océano Pacífico, la cual presenta igualmente edades diferentes, siendo más arcaicas las islas ubicadas al Noroeste (por ejemplo, Midway, con 27 millones de años de antigüedad) y más recientes las del Sureste (la edad de Hawai es de 0,7 millones de años). Se trata de lo que en geología se conoce como “punto caliente” (hot spot), una anomalía térmica puntual en el manto terrestre a partir de la cual ascienden por convección rocas fundidas, formando un penacho térmico o pluma. Dado que este punto térmicamente elevado permanece fijo, el movimiento de la placa tectónica —en Canarias lo hace hacia Levante— sobre este lugar ardiente da lugar a que emerjan sucesivas ínsulas volcánicas alineadas, cuyo trazado dibuja, grosso modo, la trayectoria de la placa. Estas consideraciones son concordantes con la observación de las características geomorfológicas y paisajísticas de las diferentes islas. Se muestran mucho más abruptas y escarpadas las del lado oceánico más joven (es el caso de La Palma y El Hierro, en la zona occidental, que se encuentran en un momento juvenil), y están más erosionadas en el segmento más antiguo (en el ejemplo que nos ocupa, las más orientales, Fuerteventura y Lanzarote). En la génesis de este arquetipo de islas se detectan varias etapas: volcánica, reposo eruptivo y erosión, prosiguiendo con una nueva acción efusiva. La primera coincide con una notable acción magmática, al situarse la futura tierra emergida en la vertical del “punto caliente” o “pluma”, creándose el grueso del edificio insular, en buena parte de origen submarino; La Palma y El Hierro son un modelo de este período. Pasado el tiempo, al alejarse progresivamente la isla en gestación del “punto caliente”, la actividad efusiva comienza a declinar. Se inicia entonces un lapso erosivo que elimina lo edificado, como acontece en La Gomera, sin vulcanismo significativo desde hace 4,2 millones de años. Por último, después de ese tiempo de reposo, se reinician, aunque de manera más reducida, las erupciones; tal es el asunto de Tenerife y Gran Canaria —respectivamente, en fases post erosivas temprana y tardía—, y de Fuerteventura y Lanzarote —en fases seniles de avanzado desmantelamiento—, a pesar de los dos episodios eruptivos acontecidos en Timanfaya durante los siglos XVIII y XIX. Aunque lo habitual es que se produzcan terremotos y volcanes en los bordes convergentes y divergentes de las placas, en el caso canario la cosa es diferente. Es el referido “punto caliente” el responsable de originar estas islas hasta constituir un conjunto orientado de manera lineal. En el ejemplo expuesto, predomina un carácter abrupto en las más jóvenes (La Palma y El Hierro) —con fuertes relieves que retienen la humedad de los vientos alisios Noreste-Suroeste— y carecen de playas extensas; por el contrario, las orientales se encuentran en una etapa destructiva, más o menos avanzada, con orografías más suavizadas por los agentes erosivos, por ende, con mejores arenales y el subsiguiente carácter desértico derivado de la no retención del agua atmosférica. En resumen, a pesar de que la única erupción documentada en El Hierro (volcán de Lomo Negro) se remonta al año 1793 —precedida, asimismo, de un fuerte terremoto—, se encuentra dentro de la lógica geológica el que vuelva a suceder un tremor volcánico en cualquier momento. En esta ocasión, la lava no sale a través de los 500 conos controlados, sino que lo hace por otros distintos, aprovechando una nueva fisura kilométrica creada por la presión magmática en su camino ascensional. Y si no es ahora, no tardará mucho en añadirse otra isla o islote al borde occidental del archipiélago canario; nos encontramos, pues, en los albores de un posible nacimiento isleño. CUESTIONES: 1) ¿Qué tipo de ondas se producen en los terremotos? 2) ¿En qué límites de placas se producen terremotos? ¿Cuál de estos límites o situaciones corresponden al de la isla de El Hierro? 3) ¿Está bien utilizado en el texto el término magnitud de un terremoto (busca en Internet la diferencia entre magnitud e intensidad de un terremoto? 4) ¿Qué es un tremor? 5) Busca un mapa de las placas tectónicas del Atlántico, y comenta en qué situación geológica se encuentran las Islas Canarias. 6) ¿Por qué dice el texto que la corteza oceánica de Canarias es antigua? 7) Busca un mapa de las Islas Canarias y dibuja una curva desde la isla más antigua a la más joven. 8) Sintetiza en dos o tres líneas cómo se originaron las Islas Canarias desde el punto de vista geológico. 9) Busca otros ejemplos de islas formados por hot spots. 10) Relaciona el fenómeno explicado en el texto referido a los vientos alisios y las condiciones de humedad o de desecación de las islas, con el efecto Föehn que se produce en la Cordillera Cantábrica.