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Nombre: Agencia Sociales
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Institución: Universidad de Buenos Aires (UBA)
Área de Interés: Comunicación y análisis del discurso
Título del trabajo: 30 años de Carne podrida. Los medios y su repudio al golpe del 76.
Palabras claves: dictadura militar, medios masivos, memoria
30 años de Carne podrida:
los medios y su repudio al golpe del 76.
Introducción
Al cumplirse 30 años del inicio de la dictadura militar de 1976 que produjo el genocidio de
miles de personas y otros crímenes contra la humanidad, pretendemos indagar acerca de las
representaciones que hicieron, y hacen por estos días, los medios masivos de comunicación sobre
esta problemática.
De un año para el otro los medios se aproximaron a la problemática del Golpe militar con una
lente supuestamente nueva, que no remitía solo al pasado sino a la construcción de nuestro
presente. Ya no era un solo una discusión relegada a algunos rojitos locos…
Pero ¿por qué ahora los medios, que tanto se beneficiaron con la dictadura, llenaban páginas y
páginas en diarios y revistas, hablando de genocidas, derechos humanos y memoria? ¿por qué de
repente comenzaron a abundar homenajes, recordatorios en papeles y pantallas? ¿Por qué ahora
un tema tan escondido y poco problematizado por el Estado, fue abordado por el actual Gobierno
para su construcción política, a través de feriados y museos de la memoria?
Durante la presidencia de Néstor Kirchner, el Estado marcó una línea política que puso en
agenda pública la problemática planteada durante décadas por organismos de derechos humanos.
Esta política fue recuperada por los medios masivos de comunicación para realizar la cobertura
informativa del homenaje/repudió al 30º aniversario del golpe de estado de 1976. Los medios y
el Estado confluyeron así en una misma lógica de funcionamiento que tuvo como base la
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espectacularización de una historia pasteurizada, apta para todo público, sin importar ideología,
credo o religión, como reza la máxima de la democracia actual acerca de la historia de los
conflictos políticos. El fin último fue por supuesto el mercantil.
En este trabajo nos planteamos entonces el desafío de encontrar y deconstruir esas formas
algunas veces ocultas, otras evidentes que genera el discurso del poder. Para ello desarrollamos,
a partir de algunos conceptos teóricos, variables explicativas que nos facilitaron la
sistematización y el análisis de las diferentes estrategias discursivas desplegadas por los medios.
Creemos haber establecido una aproximación a esta problemática para continuar interpelando a
los medios en su construcción política de nuestra historia, y dejar de comer la carne podrida que
nos siguen dando desde hace más de 30 años.
Un poco de historia…
“Lo más lamentable del apoyo de muchos intelectuales del progresismo al gobierno es la pérdida del sentido crítico.
Se dejan arrastrar por la publicidad oficial, ocultan la realidad y defienden el status quo. Y esta conducta en la
Argentina de hoy implica convalidar políticamente la miseria y el genocidio social”.
Claudio Katz
Fuente: ( www.sincensura.com.ar - 08/10/2003)
Muchas cosas podrían decirse de los años de la dictadura. Sin duda muchos procesos
históricos aun esperan ser reflexionados y problematizados. No pretendemos aquí hacer un
repaso exhaustivo de los fenómenos políticos, económicos y sociales que la posibilitaron, ni de
aquellos a los que dio lugar, potenció o anuló. Sin embargo, sí nos interesa rescatar algunos
aspectos a los fines de este trabajo que, creemos, no pueden ser obviados porque diferencian y le
dan su especificidad a un periodo histórico del país.
La dictadura militar de 1976
Por un lado, el exterminio (físico) y la censura (simbólica) se instalaron como forma estatal de
eliminación “del otro”, de su cuerpo y su pensamiento. Fue el triunfo de la lógica del “otro”
pensado como el diferente, el anormal, el enemigo, el antipatria, el subversivo. Así, un modo de
acumulación del poder simbólico pretendió convertirse en el único discurso posible, en el único
portador de verdad a costa de la “desaparición” de esos otros discursos posibles, condición de su
dominio.
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Por otra parte, se instaló definitivamente un modelo económico financiero que benefició a
capitales de servicios financieros, los cuales se sirvieron del sector industrializado y del agro, a
diferencia de períodos anteriores en donde estos últimos llevaban la delantera en términos de
acumulación.
Posibilitados por aquella eliminación del “otro” político, los medios masivos de comunicación
comenzaron a servirse de la coyuntura política-económica para obtener recursos financieros a
bajas tasas de interés en el extranjero. Sin duda, esos grandes capitales les permitieron acrecentar
cada vez en mayor medida su poder en el país, a lo largo de los años subsiguientes.
La Rosca menemista: el mercado como único discurso posible
Durante los años que se inician con la llegada de Carlos Menem al poder, el mapa mediático del
país comienza a transitar profundas transformaciones, todas ellas encaminadas a incrementar y
consolidar el poder económico (y también político) de los mass-media, convirtiéndose así en un
actor con una autonomía cada vez mayor, reflejada, entre otras cosas, en la conversión del
espacio público en un espacio político mass-mediático y en el incremento de su poder de lobby.
A mediados de la década del ’90, a través de una serie de regulaciones legislativas y sucesivos
decretos presidenciales (ley 23.460 o ley de de Reforma del Estado, Decreto 1005, etcétera), se
inicia un proceso de privatización, concentración de capitales y creciente convergencia entre las
empresas de medios audiovisuales y gráficos del país, posibilitando así la conformación de los
grandes multimedios.
Las principales novedades de este periodo fueron:
la posibilidad de obtener una licencia de radiodifusión a los propietarios de medios gráficos
§
El crecimiento de la cantidad de canales de red de cable privada que se concentraron en
unos pocos operadores
§
Se eliminó la restricción que habilitaba sólo a empresarios relacionados a medios de
comunicación a acceder a su propiedad
§
Se eliminó la restricción a la cantidad de licencias (de tv y radiofónicas) por propietario
§
Se habilitó la apertura a capitales extranjeros a la propiedad de los medios
§
La consolidación de un modelo de comunicación masiva que interpeló a los espectadores
como consumidores y reforzó el proceso de homogenización cultural ya iniciado.
¡”Que se vayan todos que no quede ni uno solo”!
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Sobre el proceso político y social iniciado en diciembre de 2001 en Argentina, hay muchas
interpretaciones que obviamente exceden a este trabajo. Sin embargo pensar en la apertura que
implicó ese proceso, también es reflexionar sobre el golpe de estado de 1976. El cuestionamiento
a un sistema de representación política, de acumulación económica, y de represión social aun
vigente, encarnó en movilización pública y conflicto social, que implicó la caída de un gobierno,
el asesinato de más de veinte personas, la represión a nuevos espacios y organizaciones sociales,
y la construcción de múltiples espacios políticos horizontales y autónomos, que en muchos casos
persisten hasta hoy.
Gobierno K
La línea política llevada acabo por el gobierno de Néstor Kirchner en relación a los derechos
humanos funcionó como una forma de legitimación política. Ya desde sus primeras medidas
(revisión de contratos de servicios públicos, remoción de cargos de la corte suprema, cambios en
la cúpula militar, el Museo de la memoria en la ESMA), el gobierno de Néstor Kirchner intentó
revisar algunas cuestiones del pasado reciente como forma de reconstruir el Estado y recuperar la
confianza de los argentinos. Esto llevó a impulsar desde la presidencia todo un campo de
significaciones que se resume en el slogan “memoria, verdad y justicia”.
Estas diferentes acciones redundaron en el cierre del concepto de derechos humanos, el cual
quedó reducido al genocidio que practicó la última dictadura militar, omitiendo cualquier otro
sentido que se le pueda asignar, como puede ser los crímenes durante las presidencias de
Menem, De la Rua, Duhalde, o el actual genocidio social y cultural.
En cuanto a la política comunicacional elegida por este gobierno, se puede ver como actúa en
consonancia con las bases sentadas por gobiernos anteriores: renovación de licencias a emisoras
de radio y tv, publicidad oficial, continuidad de la ley de radiodifusión Nº 22.285 sancionada por
el gobierno dictatorial de Jorge Rafael Videla, etc.
Algunas consideraciones teóricas
Discurso y poder
Según se acostumbra, en todo proceso de investigación es necesario definir el punto de partida
y plantear las construcciones teóricas que entran en juego.
Así, para analizar la relación medios-dictadura en la cobertura mediática del trigésimo
aniversario de la dictadura militar y dar cuenta de la forma en que diferentes actores construyen y
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dan sentido a la realidad es claro que el punto de partida lo constituyen los discursos de aquellos
que participaron de alguna manera de lo que llamamos el fenómeno “30 años”, y entender a
partir de ellos las luchas se allí se dan.
Si retomamos a Michel Foucault podemos afirmar que no es posible hacer un análisis
inmanente del discurso, es decir, analizar el discurso mismo para descubrir su sentido último. Por
el contrario, según este autor establecerse las condiciones de posibilidad del discurso, ya que
concibe al enunciado como constructivo de lo social. Para Foucault, el enunciado construye los
objetos y los sujetos de los que habla, y capacidad productiva, porque no denota las cosas, ejerce
violencia sobre ellas, las produce. El discurso tiene poder, materialidad, capacidad de construir
“…pues (…) el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de
dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere
uno adueñarse”.1
A partir de aquí se desprende que las operaciones discursivas son constitutivas de relaciones
de poder. El poder no es entendido por Foucault como un atributo que se tiene, sino que se
ejerce, es el estado de una relación de fuerzas. En esta relación hay sujetos que pueden ejercer
mayor poder que otros; de ahí que las relaciones de poder puedan ser más o menos asimétricas.
Por eso no puede ser concebido como propiedad de algunos, sino que atraviesa todo el cuerpo
social, aunque con grados diferentes de concentración. El poder atraviesa todos los cuerpos y
cualquiera es portador de poder en sus intereses, actitudes, deseos, etc. Foucault sostiene que no
debe mirarse el poder en un sentido unitario, sino en la dirección de “micropoderes” que se
ejercen en todo el entramado de relaciones sociales y que más que operar la sujeción de un sujeto
que ya posee unas características esenciales pre-dadas, constituye activamente a esos sujetos, los
fabrica.2
El poder es positivo, produce, pero en el marco de ciertas restricciones. El poder está en todas
partes, o mejor dicho, en toda relación social, en toda relación de un individuo o colectivo con
otro. “Si el poder no fuera más que represivo, sino hiciera otra cosa que decir no, ¿pensáis
realmente que se le obedecería?. Lo que hace que el poder agarre, que se le acepte, es
simplemente que no pesa como una fuerza que dice no, sino que de hecho la atraviesa, produce
cosas, induce placer, forma saber, produce discursos; es preciso considerarlo como una red
productiva que atraviesa todo el cuerpo social más que como una instancia negativa que tiene
como función reprimir”3
Un slogan: “Memoria, verdad, justicia”
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Cuando comenzamos a analizar nuestro corpus, las primeras palabras que aparecieron fueron:
memoria, verdad y justicia. Pero, ¿de qué hablamos cuando decimos memoria?, ¿hay una o hay
muchas?, ¿es individual o colectiva?, ¿qué disputas sociales aparecen acerca de la memoria y su
legitimidad social? Coincidimos en que el tema de la memoria es un abordaje complejo y abierto,
ya que involucra recuerdos y olvidos, narrativas y actos, silencios y gestos. Como sostiene
Héctor Schmucler “es laberíntica la memoria”, porque “laberíntica es la indagación que
realiza. Pero el sendero no es azaroso: lo antecede una decisión sobre el orden de verdad que se
persigue y esa determinación orienta la búsqueda, oculta o ilumina los hechos que serian
rescatados para que la salida sea posible”4
Si consideramos a la memoria en su definición más general, podemos decir que es la
capacidad de recordar, es decir, de conservar determinada información dando un sentido al
pasado en el presente. Ahora bien, un primer eje de análisis útil para nuestro trabajo sería
entonces quién es el sujeto que recuerda. ¿Es un individuo o es la sociedad en su conjunto? El
segundo eje sería el de los contenidos de la memoria. ¿Qué se recuerda?, y también ¿qué se
olvida? ¿Quién decide qué se debe recordar u olvidar y en función de qué? Esto implica analizar
a su vez cómo y cuándo se recuerda y olvida.
En relación al primer eje, podemos decir que el individuo que recuerda siempre está ubicado
en un contexto social específico. Es decir, las memorias individuales están enmarcadas
socialmente. Como sostiene Ricoeur, “nuestros recuerdos se encuentran inscritos en relatos
colectivos que, a su vez, son reforzados por conmemoraciones y celebraciones públicas de los
acontecimientos destacados de los que dependió el curso de la historia de los grupos a los que
pertenecemos”.5 Y así, hablamos de memorias colectivas en el sentido de memorias
compartidas, de interacciones diversas encuadradas en un contexto social determinado. Para
Elizabeth Jelin, “lo colectivo de las memorias es el entretejido de tradiciones y memorias
individuales, en diálogo con otros, en estado de flujo constante, con alguna organización social
-algunas voces son más potentes que otras porque cuentan con mayor acceso a recursos y
escenarios- y con alguna estructura, dada por códigos culturales compartidos.”6
El segundo eje se relaciona con los contenidos de la memoria. La memoria es selectiva, la
memoria total es imposible. Esto implica que se elige entre diversos rasgos o aspectos de un
suceso determinado, algunos de los cuales serán conservados y otros marginados, y
efectivamente olvidados. Estamos inmersos en una pluralidad de memorias sobre un mismo
acontecimiento, en un conflicto de memorias, en una confrontación por definir el contenido de lo
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que se ha de recordar, y por extensión, de lo que se ha de olvidar. Nos encontramos entonces en
una situación de lucha por las representaciones del pasado, centrada en la lucha por el poder, la
legitimidad y el reconocimiento. Estas luchas implican, por parte de los diversos actores,
estrategias para oficializar o institucionalizar su narrativa del pasado. “La memoria, entonces, se
produce en tanto hay sujetos que comparten una cultura, en tanto hay agentes sociales que
intentan «materializar» estos sentidos del pasado en diversos productos culturales que son
concebidos como, o que se convierten en, vehículos de la memoria, tales como libros, museos,
monumentos, películas o libros de historia”.7
La memoria está ligada muchas veces a la verdad. La verdad es la capacidad de construir de
discursos que se presentan a si mismos como verdaderos. Cada acontecimiento debe poder
presentarse como verdadero, debe ser construido en la lucha discursiva como una verdad.
Siguiendo a Foucault, podemos decir que la verdad funciona como un tipo de régimen discursivo
que se manifiesta como un efecto en la enunciación. Este efecto de verdad sobre el discurso
“...es producida en este mundo gracias a múltiples imposiciones, y produce efectos reglados de
poder. Cada sociedad posee su régimen de verdad, su política general de la verdad: es decir,
define los tipos de discursos que acoge y hace funcionar como verdaderos; los mecanismos y las
instancias que permiten distinguir los enunciados verdaderos o falsos, la manera de sancionar
unos y a otros; las técnicas y los procedimientos que son valorados en orden a la obtención de la
verdad, el estatuto de quienes se encargan de decir qué es lo que funciona como verdadero. En
sociedades como las nuestras la <economía política> de la verdad se caracteriza por cinco
rasgos históricamente importantes: la <verdad> se centra en la forma del discurso científico y
en las instituciones que lo producen; está sometida a un constante incitación económica y
política (necesidad de verdad tanto para la producción económica como para el poder político);
es objeto, bajo formas diversas, de una inmensa difusión y consumo (circula en aparatos de
educación o de información cuya extensión es relativamente amplia en el cuerpo social, pese a
ciertas limitaciones estrictas); es producida y transmitida bajo el control, no exclusivo pero si
dominante de algunos grandes aparatos políticos o económicos (universidad, ejército, escritura,
medios de comunicación); en fin, constituyen el núcleo de todo un debate político y de toda una
serie de enfrentamientos sociales (luchas <ideológicas>)”.8
La construcción de la memoria siempre es la construcción de una verdad que se presenta
como una tradición, una forma de construcción del pasado del Estado, de nuestro concepto de
ciudadanía. La novedad de la construcción estatal del eslogan: “memoria, verdad, justicia”, es
el interés por poner a la memoria como la cabeza de la justicia.
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El estado de excepción
Para analizar la construcción histórica del Proceso de Reorganización Nacional hemos
retomado el concepto de Estado de Excepción de Giorgio Agamben, ya que la dictadura puede
ser entendida como una instancia de estado de excepción sobre los marcos jurídicos de un estado
de derecho. Para Agamben el proceso de reorganización nacional podría enmarcase como uno
de los ejemplos del totalitarismo. “El totalitarismo moderno puede ser definido, en este sentido,
como la instauración, a través del estado de excepción, de una guerra civil legal, que permite la
eliminación física no solo de los adversarios políticos sino de categorías enteras de ciudadanos
que por cualquier razón resultan no integrables al sistema político”.9
Para pensar el repudió del Proceso de Reorganización Nacional es necesario capitular la
historia para entender porque hoy se la puede recordar, nombrar y ajusticiar.
La memoria como mecanismo de producción de creencias verdaderas fue la gran protagonista
del producto que llamamos “30 años” a través de esta operación de espectacularización del
aniversario del Golpe llevada a cabo por los medios. En el análisis del corpus seleccionado
intentaremos indagar en la construcción de estos efectos de verdad sobre el estado de excepción,
en tanto que acontecimiento histórico interpelador que es necesario deshistorizar y
descontextualizar para proceder a su apropiación. La intensidad y brevedad de del producto “30
años” fue una operación de cierre del discurso, un intento de cerrar el pasado de parte del
Gobierno para presentarse como el punto cero a partir del cual empezar a construir de nuevo el
Estado, o sea, la construcción política del verdadero fin de la dictadura.
Con el objetivo de indagar en producción de los mass-media de una determinada realidad, de
identidades sociales y de sentido común, la metodología a utilizar en este trabajo es el
seguimiento de medios basado en el análisis de contenido.
El corpus está delimitado por los diarios Clarín, La Nación y Página 12 en sus ediciones del
17 al 25 de marzo de 2006.
Con el fin de hacer más dinámico el trabajo y facilitar el análisis, establecimos una serie de
variables explicativas que nos permitieron deconstruir las diferentes estrategias discursivas
circulantes en los distintos soportes, en torno al producto mediático “30 años”.
Tipos de relato: ¿Desde dónde se construye el conflicto? ¿Qué lógica hay detrás de la
construcción de los acontecimientos?
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Fuentes: ¿Quienes son los que hablan? Voces jerarquizadas, autorizadas y calificadas para
analizar el conflicto. ¿Qué voces no aparecen?
Colectivos de identificación: Modos de nombrar y caracterizar a los distintos actores sociales
relacionados con el objeto de análisis. Roles asumidos / adjudicados en el conflicto.
Victimización, complicidad, indiferencia.
Naturalización: Identificación de las distintas formas que utilizan los medios para naturalizar,
descontextualizar y deshistorizar el conflicto.
Espectacularización: Análisis de las estrategias mediáticas que utilizan las medios para vender
un producto. Se distingue entre publicidad (con fines de lucro) y propaganda (difusión de algún
hecho o acontecimiento)
TIPOS DE RELATO
A fin de poder caracterizar cuales son los tipos de relato que subyacen en la construcción de la
información realizada por cada medio, hemos elegido tres que intentan explicar y dar sentido a lo
ocurrido en la última dictadura militar10. El primero es el relato de los militares, a través del cual
se justifica la acción represiva como una respuesta a la subversión y al comunismo internacional.
El segundo relato es el comúnmente llamado “teoría de los dos demonios”. Y por último, el
tercero es el que reivindica la militancia revolucionaria de la generación de los setenta.
Luego del análisis del tratamiento mediático del producto “30 años”, se puede identificar que
el segundo tipo de relato referido a la “teoría de los dos demonios” subyace toda la construcción
del fenómeno realizada por los diarios La Nación y Clarín. Para esta argumentación política la
acción represiva fue una respuesta al terrorismo de extrema izquierda, aunque condena la forma
en la cual se dio la represión. Esta posición fue expresada con claridad en el prólogo del Informe
de la CONADEP, “Nunca más”: “Durante la década del ’70 la Argentina fue convulsionada por
un terror que provenía tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda (…) a los
delitos de los terroristas las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente
peor que el combatido”. Así, se intenta reinstalar la ilusión de neutralidad, de empate de fuerzas,
en el que ningún grupo o actor social puede ser considerado ni vencedor ni vencido.
En Página/12, a contramano de La Nación y Clarín, observamos una tendencia a alejarse de
la “teoría de los dos demonios”, dando mayor legitimidad a la voz de los movimientos de los ‘70
que a la de los militares. Uno de los argumentos políticos más fuertes en la construcción del
efecto e verdad histórico del discurso de Página 12 es la afirmación que coloca a la acción
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guerrillera como una excusa para la intervención militar, ya que su capacidad de había sido
reducida o prácticamente eliminada por la triple AAA. Así, retomando la tipología de relatos
anteriormente mencionada, observamos cómo el tercer relato se puede aplicar en la estrategia de
construcción de Página/12.
A lo largo del análisis realizado sobre el corpus establecido, no observamos la presencia del
primer tipo de relato, en donde los militares reivindican el genocidio que practicaron durante los
años ’70, como respuesta al “terrorismo de izquierda” o “comunismo internacional”.
FUENTES
Las fuentes privilegiadas y las ausentes en cada diario contribuyeron a definir la construcción
del producto “30 años” y nos permitieron identificar la respectiva línea editorial. A través de los
discursos que cada diario retomó, cada uno fue construyendo una mirada histórica, definiendo a
fuentes autorizadas para discutir del tema.
En las notas relacionadas con el tema “30 años” los medios le otorgaron un lugar privilegiado
al momento de construir la noticia a las fuentes oficiales. Los tres diarios analizados citaron
reiteradamente expresiones del Presidente Néstor Kirchner y del ex Presidente Raúl Alfonsín
entre otros funcionarios, como Daniel Filmus o Eduardo Luís Duhalde.
El discurso
gubernamental se caracterizó por intentar cerrar los acontecimientos producidos hace 30 años.
La característica que predominó en todos fue el interés por realzar las políticas que los
funcionarios adoptaron sobre los “derechos humanos” durante sus respectivos mandatos.
También otras instituciones se hicieron escuchar. La Iglesia y el Ejército aprovecharon la ola
mediática que envolvía el acontecimiento y ejercieron “una autocrítica”.
En el caso de Página/12, se jerarquizó en la construcción discursiva el uso de fuentes
testimoniales tanto de familiares de desaparecidos, como de sobrevivientes, militantes de
organizaciones políticas y organismos de DD.HH. Mientras que en Clarín y La Nación, sólo
algunos de éstos aparecen citados en las crónicas que describen actos y marchas en
conmemoración al 30 aniversario del Golpe.
COLECTIVOS DE IDENTIFICACIÓN
Cada medio retomó distintos colectivos de identificación política que se repetían,
generalizando cuestiones históricas sentido común mediante, y la mayoría de las veces
confundiendo categorías. Así los colectivos de identificación más importantes utilizados para
construir la estrategia discursiva de cada uno de los diarios fueron los siguientes: argentinos,
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gente, sociedad, sociedad civil, comunidad, fuerzas armadas, militares, guerrilleros,
desaparecidos, el sistema, la economía, grupos económicos, empresarios y organismos de
derechos humanos.
Según nuestro análisis estos colectivos de identificación aparecieron en los medios agrupados
en torno a tres categorías: victimas, victimarios y cómplices. Cada uno de estos colectivos fue
identificado con una de estas categorías, en algunos casos con más de uno, y en la mayoría sin
una justificación. La definición de los límites entre las víctimas y los victimarios y la posibilidad
de construir el rol del cómplice son la base del análisis histórico realizado por los medios. La
posibilidad de la categorización de los protagonistas que se suponen apolíticas funciona como el
mecanismo de deshistorización para desideologizar el conflicto y presentarlo como una tragedia
de la historia argentina. La historia misma es despolitizada para presentarla como un producto
sin ideología, y por lo tanto, es en realidad sobrecargada de una ideología que intenta apropiarse
del repudio convirtiendo así en una parodia los hechos que definieron nuestro presente.
La Nación y Clarín identificaron como víctimas a los argentinos y a la sociedad civil, en
tanto señalaron como victimarios a los “grupos subversivos” (o criminales), al gobierno de Isabel
Martínez de Perón y a las Fuerzas Armadas que cometieron excesos y acciones que atentaron
contra civiles inocentes.
Si bien en las editoriales y en el cuerpo del diario no aparecen nombrados los cómplices del
genocidio, si se hace referencia en las notas de opinión de Mario O`Donnell, Luís Alberto
Romero y José Sebreli a la sociedad civil, las clases medias y sus instituciones como cómplices.
Tanto para Clarín como para La Nación los partidos políticos en tanto que representantes de la
sociedad civil fueron cómplices de las Fuerzas Armadas, ejemplificándolo a partir de la relación
directa que dirigentes del radicalismo y del Partido Comunista mantenían con s militares.
También los empresarios y las entidades financieras también fueron caracterizadas como
cómplices del golpe.
Para Pagina/12 los diferentes sectores de la sociedad tuvieron su grado de responsabilidad en
las condiciones que hicieron posible la llegada y permanencia de la dictadura. Así, se hace
hincapié en la necesidad de que cada una de las instituciones, al igual que la sociedad civil,
asuma su cuota de responsabilidad, por lo tanto también caracterizando a la sociedad como un
cómplice, pero también como víctima.
También se mencionan como víctimas a las organizaciones sociales y la militancia de los ’70
a través de los testimonios de personas pertenecientes a organismos de DD.HH, organizaciones
sociales, familiares, sobrevivientes, todos ellos víctimas de las acciones de los golpistas.
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Cabe destacar que Página 12, se diferencia de los diarios mencionados anteriormente y hace
hincapié en la diferenciación de a aquellos militares que participaron de las aberraciones de los
que se opusieron, con el fin de recuperar para la memoria de algunos militares peronistas para la
posteridad de la nueva verdad histórica acerca de los días del Estado de excepción.
Los medios en los medios
En Clarín y La Nación, la referencia al rol de los medios durante la dictadura militar fue
prácticamente inexistente. En los pocos casos en donde los medios son mencionados, se refiere a
ellos de manera homogénea o equiparándolos con la censura sufrida por toda la cultura.
Entonces, se podría decir que, si bien no se hace referencia a su desempeño durante la
dictadura militar, en el discurso mediático aparecen ubicados en el lugar de victimas, ya sea por
la referencia a la censura, en donde ellos quedan incluidos, al hablar de cultura o mediante la
utilización del nosotros inclusivo. Mediante la utilización del nosotros, los medios se posicionan
junto a la sociedad, (el golpe que nos sigue doliendo a todos), dentro de ese todo homogéneo al
que se refiere la sociedad civil, la sociedad, la comunidad, etc. Incluidos, entonces dentro de la
sociedad, al ser parte de este colectivo, no les quedaría otro rol que el que ésta habría
desempeñado, es decir el de victima.
Por su parte Página/12, se diferenció de Clarín y La Nación, haciendo mención al rol de los
medios durante la dictadura como “acompañantes” del régimen; acerca de la vigencia de la Ley
de Radiodifusión 22.285 realizada durante el proceso militar, y es el único que, en palabras del
Presidente Kirchner, reclamó por una autocrítica de su actuación durante el proceso.
NATURALIZACIÓN DE LA TEMÁTICA
La construcción de la noticia realizada por los diarios, se correspondería con el lenguaje de la
administración total descripta por Herbert Marcuse: “El concepto no tiene otro contenido que el
designado por la palabra de acuerdo con el uso común y generalizado y a su vez, se espera de la
palabra que no tenga otra implicación que el comportamiento (reacción) común y generalizado.
Así, la palabra se hace cliché y como cliché gobierna al lenguaje hablado y escrito: la
comunicación impide el desarrollo genuino del significado (…)”.
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En el caso de los términos que admiten controversia, “la funcionalización del idioma expresa
una reducción del sentido que tiene una connotación política. Los nombres de las cosas no solo
son “indicativos de su forma de funcionar”, sino que su forma (actual) de funcionar también
define y cierra el significado de la cosa, excluyendo otras formas de funcionar. El sustantivo
gobierna la oración de una manera autoritaria y totalitaria, la oración se convierte en una
declaración que debe ser aceptada (…). En los puntos clave del mundo del lenguaje público, las
proposiciones con valor propio, analíticas, funcionan como formas mágico rituales.
Machacadas y re machacadas en la mente del receptor, producen el efecto de encerrarlo en el
círculo de las condiciones prescriptas por la fórmula.”11
La naturalización en el tratamiento del trigésimo aniversario, se puede rastrear en el uso de
diversos significantes como: tragedia, horror, catástrofe, golpe, que tienden a deshistorizar el
fenómeno, omitiendo las causas y la descripción del proceso histórico en que el hecho se
desarrolló. Encapsula las posibles lecturas dentro de un contexto determinado, y contribuye a
generar una representación más ligada a un fenómeno natural que a un hecho social.
ESPECTACULARIZACION
Invasión de suplementos, programas especiales, imágenes inéditas, libros reeditados, obras de
teatro, películas, actos conmemorativos, placas a granel. La dictadura militar fue doblemente
convertida en golpe: uno conceptual, aquel que los medios eligieron para hacer referencia a la
dictadura militar; y otro espectacular caracterizado por el lenguaje publicitario de alto impacto.
Ninguno de los medios, ni gráficos ni televisivos, dejó de hacer uso de estrategias de ventas.
Tanto Página 12, La Nación y Clarín, como todos los canales de televisión de aire y muchos de
cable (hasta Much Music tuvo su programa especial) lograron construir “exitosamente” un
producto, para todas las edades, sectores, gustos, estilos y consumos.
Con respecto a lo que llamamos espectacularización en la construcción del producto 30 años
retomaremos la definición de espectáculo de Guy Debord. “El espectáculo no es conjunto de
imágenes sino una relación social entre las personas mediatizada por las imágenes. El
espectáculo es una visión del mundo objetivada”.12
De esta manera el espectáculo es concebido como un mecanismo de alienación. “La
alienación del espectador a favor del objeto contemplado (que es el resultado de su propia
actividad inconsciente) se expresa de este modo: cuanto más contempla, menos vive; cuanto más
acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad, menos comprende su propia
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existencia y su propio deseo. La exterioridad del espectáculo en relación con el hombre activo se
hace manifiesta en el hecho de que sus propios gestos dejan de ser suyos, para convertirse en los
gestos de otro que los representa para él. La razón de que el espectador no se encuentre en casa
en ninguna parte es que el espectáculo está en todas partes”.13
El espectáculo como alienación es el mecanismo ideológico del capitalismo por excelencia en
la sociedad de consumo. “El espectáculo es la ideología por excelencia, porque expone y
manifiesta plenamente la esencia de todo sistema ideológico: empobrecimiento, servidumbre y
negación de la vida real”.14 La espectacularización como efecto de deshistorización tiene la
función de banalizar el acontecimiento histórico, produciendo además un efecto de conclusión,
de cierre en el discurso.
Durante nuestro análisis, pudimos observar que el producto “30 años” fue todo un éxito. En
las semanas previas al 24 de marzo, publicidades y propagandas se retroalimentaron
mutuamente. El producto no fue solo ofertado por los grandes medios. También la propaganda
oficial se hizo presente bajo el slogan “Memoria, Verdad y Justicia” en los distintos diarios. Las
páginas de los mismos se vieron superpobladas de anuncios publicitarios, notas de actos
conmemorativos y otras actividades organizadas por el Gobierno Nacional y de la Ciudad de
Buenos Aires.
Asimismo, especialmente Clarín y La Nación, incluyeron en el combo la explosión turística
originada por la decisión de transformar el día 24 de marzo en feriado.
Página/12
Fue el diario que estuvo a la cabeza de la producción “30 años”. Durante toda la semana del
19 al 24 de marzo publicó un suplemento especial por día, así como un cuento para chicos que se
podía encontrar junto al diario en forma gratuita el mismo 24, y que luego fue reeditado el 29 de
marzo. Dedicó la gran mayoría de sus tapas y contratapas al tema, y continuó después de ese
período con una entrega gratuita del Informe realizado por la CONADEP (Comisión Nacional
sobre la desaparición de Personas) llamado “Nunca Más”, en fascículos ilustrados por León
Ferrari.
Clarín
El “gran diario argentino” publicó intensamente diferentes productos: un dossier con
documentos y materiales inéditos, llamado “La exportación del terror”, y un suplemento llamado
“A 30 años de la noche más larga” el 24 de marzo, reeditado la semana siguiente. Este consistía
en “una visión global de lo que ocurrió en la política, economía, cultura, justicia en la vida
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misma, así como el legado que dejó la dictadura (…) es una inmersión en una época que todavía
tiene un enorme peso en nuestro presente”., realizada por columnistas del mismo diario e
invitados especiales. Al tiempo que se publicitaban los suplementos, programas y documentales
realizados por el mismo Multimedio Clarín.
Una verdad, una memoria, una justicia: compro / vendo
Los medios de comunicación analizados jugaron un papel muy importante en la lucha por
imponer el sentido de lo que se debía recordar pasados 30 años de la última dictadura militar. No
actuaron en forma neutral realizando un registro de lo sucedido en las conmemoraciones de los
30 años, sino que intentaron hegemonizar una forma de recordar, y por consiguiente, de
olvidar…. y lo lograron.
Los medios retomaron el slogan oficial de “memoria, verdad y justicia” a través de una
reapropiación del mismo considerando que la herencia de la última dictadura militar marca
profundamente nuestro presente y que por lo tanto, es necesario recordar para reconocer errores
y aciertos, llegar a la verdad y hacer justicia. Pero, retomando nuestros ejes de análisis ¿recordar
qué? Los medios se basaron en un proceso de espectacularización del fenómeno “30 años” a
través de suplementos especiales, secciones específicas sobre el tema, entrevistas a diferentes
actores, notas de opinión de las voces autorizadas, etc. Es decir, todos apelaron a la memoria,
pero a una memoria cronológica, descontextualizada, naturalizada. A través de los tipos de relato
utilizados por cada diario, pudimos observar cómo cada uno difundió una manera de concebir el
mundo, que incluye qué se debe recordar y que no. Se debe recordar a los desaparecidos, a las
madres y abuelas, a los militares que se arrepintieron, a los perseguidos, etc. Ahora bien, no se
recuerda a los que estaban en los medios de comunicación en ese momento, al rol que éstos
cumplieron en la sociedad, las prácticas y los pensamientos de los que resistieron…. De esta
memoria sale la verdad a que se debe llegar y la consiguiente justicia.
Los mecanismos utilizados por los medios para constituir “la” memoria, y junto a ella, el
olvido, tienen que ver con el contexto y la forma en que se desencadena y desarrolla una de las
formas de la lucha por el poder. La memoria se objetiva muchas veces en elementos materiales.
Estos objetos se instalan para que algo sea recordado. Y por ello, también son objeto de
confrontación. La inundación de suplementos especiales, documentos inéditos, programas de
televisión, innumerables entrevistas, nos muestra cómo los medios han recuperado el pasado
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reciente con un fin instrumental. Utilizaron el trigésimo aniversario del golpe del ’76 como una
estrategia de mercado al servicio de sus propios intereses. Esto condena inevitablemente a este
hecho al olvido inexorable.
Como dijimos anteriormente, nos encontramos en un contexto de lucha por las
representaciones del pasado, por lo que se debe recordar y lo que no. En este combate, hay una
tensión entre la memoria y el olvido. Por un lado, las memorias de las victimas realmente
interesada en el establecimiento de la verdad y la justicia. Por el otro, los sectores de la sociedad
que apoyaron la dictadura, que tienen interés en imponer el olvido y alterar el pasado. Los
medios, ¿de qué lado están?
Cuestiones
para
seguir
pensando
a
falta
de
verdades
progresistas o de mercado
Los medios, al retomar los conceptos de memoria, verdad y justicia, aislarlos, y
convertirlos en un slogan y una mercancía, realizaron una operación política, que
consiste en el intento de apropiación de la lucha popular de los derechos humanos.
Muchos son los temas que podrían analizarse acerca de la cobertura mediática del
30º aniversario del golpe militar. Nosotros encontramos algunos ejes que esperamos
puedan funcionar como punto de partida para otros análisis más ricos:
• Continuidad / ruptura
• Inmadurez / madurez social
• Censura / libertad
• Dictadura / democracia
• Violencia / consenso
• Olvido / memoria
• Horror / esperanza
• Abusos / justicia
• Enfrentamiento / reconciliación, autocrítica.
El aniversario del golpe de Estado de 1976 fue apropiado por los medios para
construir una postura presente que avale su reformulación desconflictuada del pasado,
borrando las tensiones, el conflicto, los acontecimientos, proponiendo unas verdades
que no podían ni querían explicar el por qué del golpe de Estado.
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En este recorrido por la cobertura mediática del 30º aniversario del golpe militar,
hemos podido reconocer coincidencias y contraposiciones, diferentes apropiaciones y
polémicas. Sin embargo, nos interesa resaltar los puntos que articularon la construcción
de los medios del 24 de marzo de 2006.
Dos son las premisas que subyacen a la construcción del aniversario del golpe:
o La construcción de un producto, al que los medios denominaron “30 años”
o La fusión entre ideología y marketing.
Ambas premisas están estrechamente ligadas en un entramado de relaciones que
definen la postura que los medios adoptaron ante un fenómeno de repudio, que se
vaticinaba masivo y del que nadie quería quedarse afuera.
No obstante, el principal objetivo de la propaganda parece estar centrado en la
construcción del gobierno como el actor principal del ejercicio de la memoria, la verdad
y la justicia. Mediante la reiteración, repetición y difusión de actos y descubrimientos de
placas en lugares públicos, la justicia real se confunde con una justicia contemplativa y
conmemorativa, representada por la placa, huella de la memoria, índice de que se ha
recordado. La justicia se convierte así en la conmemoración, en el mero acto de recordar
y lo manifiesta públicamente.
Respecto a la construcción del acontecimiento realizada por los medios, ésta se
caracterizó por la deshistorización del Proceso de Reorganización Nacional y la
estandarización de todos los actores sociales en tres categorías: victimas, victimarios y
cómplices. La totalidad de los medios se pusieron del lado de las victimas y atacaron a
los victimarios, que no eran un grupo social determinado: no tenían nombre ni apellido.
Por el contrario, fueron nombrados como una categoría: la violencia y la intolerancia.
Las victimas fueron todos: la sociedad civil, las instituciones, los medios masivos
(dentro del colectivo sociedad civil).
Cada medio realizó una construcción particular.
• El diario La Nación condenó los excesos de los militares, calificó a la
guerrilla como principal causante del golpe. En definitiva, la condenada fue la
violencia.
• El diario Clarín, por su parte, se escondió detrás del colectivo de
identificación “sociedad civil” y se victimizó construyéndose como una
víctima más de la dictadura.
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• El diario Página/12, a su vez, quiso ser el vocero de la memoria, la verdad y
la justicia oficial y, por tanto, de un nuevo y verdadero final de la dictadura.
De esta forma, con una construcción particular del acontecimiento, de los actores
sociales involucrados, y de un escenario en el cual ya nada se cuestiona, sino que todo
se celebra: los 30 años, la memoria, la justicia, la verdad. Así se produce lo que hemos
denominado la espectacularización de los “30 años”. Todo se exacerba y se enmascaran
las estrategias discursivas características de las industrias culturales, que reelaboran la
cultura como mercancía. Así, el Marketing se posiciona como la principal estrategia de
construcción del acontecimiento, porque lo que verdaderamente buscan los medios no
es ni recordar, ni bregar por la justicia, ni buscar la verdad, sino, en última instancia,
vender un producto llamado “30 años”.
1
Foucault, M. “El orden del discurso”, Tusquets, Barcelona, 1973, p. 15.
2
Foucault, Michel. Vigilar y castigar, Siglo XXI, Buenos Aires, 2004
3
Foucault, M., “Verdad y Poder” en Microfísica del poder, La Piqueta, Madrid, 1979. p. 182
4
Schmucler Héctor, “El olvido del mal” en Revista Artefacto Nº 3, Bs. As., 1999.
5
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8
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11
12
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14
Ricoeur Paul, “La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido”, Ed. Arrecife, Madrid, 1999.
Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria, Siglo Veintiuno editores, España, 2001. Cap. 2
Elizabeth Jelin, op. cit.
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Bibliografía
-Agamben, Giorgio. Estado de Excepción, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2004
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