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PROCESOS DE MEMORIA EN EL PROCESO
DE ENVEJECIMIENTO SALUDABLE
Juan José García Meilán
Universidad de Salamanca
1. La percepción del proceso de envejecimiento
a lo largo de la Historia.
La percepción del envejecimiento ha variado
substancialmente a lo largo del tiempo y con una
dirección negativa si exceptuamos los intentos
“oficiales” de los últimos años. En la Grecia clásica
la vejez estaba asociada a la adquisición de dignidad y sabiduría. Como
escribía Homero, “la capacidad de la ancianidad es la sabiduría que
proviene de la edad provecta”. Los deterioros en las capacidades físicas y
mentales, producto del envejecimiento, eran considerados males menores
inevitables para lograr el saber. Así, muchos pensadores comenzaron ya
en Grecia a reflexionar sobre la geroprofilaxis o descripción de los agentes
individuales del envejecimiento. Platón escribió que “las vivencias del
ocaso de la vida se ven determinadas por la existencia que se ha llevado
en la juventud”. La vejez era considerada una enfermedad natural producto
de las vivencias de la vida en palabras de Aristóteles (“de generatione
animalium”).
Esta visión positiva de la vejez comienza a cambiar en el siglo
XVI con el desarrollo de la visión biologicista en la antropología humana.
El envejecimiento pasa a ser concebido como quebranto físico y psíquico.
Shakespeare (“como gustéis) define la vejez como la sexta edad. Etapa
que “...trasforma (al hombre) en el personaje del enjuto y embaucado
Pantalón, con los anteojos sobre la nariz y la bolsa a un lado. Las calzas
de su juventud, que ha conservado cuidadosamente, le vendrían ahora muy
anchas a sus magras canillas; su voz fuerte y varonil se ha convertido de
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nuevo en la voz atiplada de un niño”. La vejez se percibe como el proceso
contrario al del desarrollo del niño, proceso en el que se van perdiendo
las facultades sensoriales y cognitivas. En el mismo sentido, el pensador
Goethe consideraba también la vejez como una nueva etapa: “Hacerse viejo
significa en sí emprender un nuevo negocio; todas las circunstancias se
modifican: bien se ha de abandonar por completo toda actuación, bien se
ha de asumir el nuevo papel de voluntad y plena conciencia”. Esta fue una
idea que perduró muchos años en nuestra sociedad, incluso denominando
la vejez como la “tercera edad”.
No es hasta el siglo XIX en que se comienzan a plantear las dudas
acerca de las verdaderas consecuencias del envejecimiento sobre las
capacidades mentales de los mayores. Adolphe Quetelet (1836) en el libro
“Sur l´homme et le développement de ses facultés”, plantea que “El ser
humano nace, crece y muere, con arreglo a determinadas leyes que hasta
ahora no han sido investigadas exactamente, ni en cuanto al proceso en
su totalidad, ni por lo que respecta a la modificación de determinadas
reacciones”. En estos libros se plantean una serie de mitos que van a llegar
hasta nuestros tiempos. Entre otros se defiende que la vejez se caracteriza
por el miedo a la muerte, por la adaptación sumisa de los mayores al
sistema social, porque la vejez y el deterioro comienza a los 65 años, y
porque en este proceso se produce una acusada limitación de la mayoría
de las aptitudes físicas y también psíquicas. De este modo, se produce una
asociación entre vejez e incapacidad para el trabajo y la vida social.
Dentro de estas limitaciones psíquicas, se ha puesto el acento en la
aparición asociada a la edad de un fuerte déficit mnésico y una limitación
en la recuperación de conocimientos. Así, la memoria pasó al ser el centro
del deterioro cognitivo en el envejecimiento saludable. Y el principal
y más grave síntoma de de lo que se definirá como envejecimiento
patológico. Más concretamente, los primeros estudios sobre la memoria
en las personas mayores defendían la presencia en el envejecimiento de
un leve o escaso deterioro en la memoria a largo plazo, decrementos más
acusados en la capacidad de memoria a corto plazo con problemas en el
registro y procesamiento de información y la presencia en Metamemoria
de una característica autojustificación de las dificultades de ejecución en
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la asunción personal por parte de las personas de que “soy mayor y ya
no valgo”. Autojustificación que esconde una percepción subjetiva de la
disminución de su capacidad.
Ahora bien, los estudios de los últimos años sobre envejecimiento
resaltan la simplicidad de este planteamiento y dan lugar a dos preguntas
centrales en este tema: ¿Qué hay de cierto en esta idea de deterioro de la
memoria en el proceso del envejecimiento saludable? Y otra más importante
¿Es inevitable este proceso de deterioro? Los siguientes apartados tratarán
de responder a estas dos preguntas.
2. Un breve acercamiento a ¿qué es la memoria?
No es sencillo definir lo que es memoria en pocas
palabras. Podemos definir dos dimensiones principales
de a qué nos referimos cuando hablamos de memoria.
La primera tiene que ver con los diferentes tipos de
representaciones mentales en que se almacena la
información y su modo de comunicación entre ellas. Como definía William
James (1890) en su libro “Principios de Psicología”, memoria es el “presente
consciente de un suceso, que ha ocurrido en el pasado“. Detrás de esta
definición hay procesos de información que dependen del tipo de información
presente: Básicamente los autores hablan de tres tipos: Memoria sensorial
(capacidad de los sentidos de retener momentáneamente los detalles para ser
procesados), a corto plazo (retención durante algunos segundos de parte de
esa información sensorial con el fin de ser utilizada como, por ejemplo, un
número de matrícula) y memoria a largo plazo (algunos ítems de memoria
que quedan almacenados para ser empleados en el futuro sin momento
concreto). La comunicación y gestión de estas diferentes estructuras de
memoria ha sido ampliamente caracterizado por el modelo cognitivo de
memoria de Atkinson-Schiffrin (1968, véase figura 1).
La segunda dimensión tiene que ver con los procesos de la
información que tenemos almacenada en nuestra mente. Como definía
Tulving, memoria es “la capacidad de los organismos vivos de adquirir,
retener y utilizar información o acontecimientos”. Detrás de esta definición,
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conocida como la teoría de los niveles de procesamiento de Craik y Lockhart
(1972) hay procesos de codificación de la información, almacenamiento,
retención en el tiempo y recuperación de la información en el momento
adecuado. En la codificación se precisa elaborar la información, crear
asociaciones, organizar los ítems de recuerdo e integrarlos en las estructuras
de memoria presentes en el individuo. En la recuperación, los procesos
implicados son la búsqueda de pistas relevantes, elaboración sobre estas
pistas y la monitorización o control del recuerdo.
Figura 1. Modelo cognitivo de memoria. Atkinson-Schiffrin (1968)
Estas dos dimensiones han tenido su paralelismo en los estudios
neurológicos y fisiológicos. La codificación se ha contemplado como el
establecimiento de asociaciones neuronales rápidas entre una información
y su contexto. Asociaciones que se producirían preferentemente en zonas
neuronales hipocámpicas (véase figura 2). Estas zonas del hipocampo
intervendrían en la codificación en la memoria a corto plazo y en fomentar
su paso a la memoria a largo plazo por medio del repaso y la codificación.
Dicho de otro modo, son zonas de implementación de nuevos aprendizajes.
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Figura 2. Principales zonas del sistema nervioso
central implicadas en procesos de memoria
¿Cómo actúa el hipocampo desde el punto de vista fisiológico? Por medio
de específicas sinapsis interneuronales en el hipocampo. El neurotransmisor
(dopamina) se libera desde vesículas presinápticas (axón de una neurona
origen) al espacio sináptico y se une a receptores de la membrana Postsináptica (dendrita de una neurona meta), ocasionando la apertura de poros
concretos seleccionados para ciertos iones relacionados y específicos de
asociación. El proceso por el cual se produce el aprendizaje sería por
el aumento del AMP cíclico de la neurona y de la Proteína Quinasa A.
Ambos elementos provocarán la potenciación neuronal a largo plazo (LTP)
simultáneamente de las diferentes redes seleccionadas (véase figura 3) en
la zona del cortex cerebral. Dicho de otro modo, nuevas asociaciones que
se seleccionan y fortalecen entre los diversos circuitos del cortex temporal
medial cuando hablamos de trazos de memoria explícita, de episodios
de la vida, memoria semántica como nombres, direcciones, etc. De este
modo, esta asociación se hace perdurable en la memoria. La fuerza de
esta asociación depende, sin embargo, de diferentes factores tales como el
grado de repetición, estrés, atención al recuerdo, etc.
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Figura 3. Redes neuronales seleccionadas que se fortalecen en las zonas del
cortex por la presencia de AMP y Proteina Quinasa A.
Pero el hipocampo y las zonas corticales temporales mediales no
son el único lugar relacionado con la memoria. Otras zonas cerebrales
pueden también provocar problemas de memoria. Por ejemplo, las zonas
prefrontales (véase figura 2) están relacionadas también a la recuperación
de recuerdos semánticos y episódicos (memoria a largo plazo), recuerdos
motores o asociaciones simples y especialmente, recuerdos de la memoria
operativa (zonas frontales laterales); las zonas amigdalinas (véase de nuevo
figura 2) están relacionadas con el recuerdo del significado emocional de
una experiencia; las zonas cerebelosas, al almacenamiento del recuerdo
de habilidades sensoriomotoras aprendidas; por último, las zonas
mediodorsales están relacionadas con problemas de amnesia de nuevas
informaciones aprendidas propia del síndrome de Korsakoff.
La importancia de estas zonas las comprobamos empíricamente
cuando analizamos los fallos y trastornos de la memoria. Por ejemplo,
Scoville y Milner (1957) han descrito severas amnesias anterógradas
(incapacidad de recordar hechos recientemente aprendidos) producidas por
deterioros del hipocampo. Squire (1992) encontró deterioros para tareas de
pares asociados (aprender un par de palabras “pan – queso”), preguntar por
un miembro del par (“pan)” para evocar en el paciente el segundo (“queso).
Este tipo de tareas requiere una memoria rápida de asociaciones entre
palabras que puede estar deteriorado. O deterioro en tareas de memoria
episódica para recuperar eventos de la vida diaria de naturaleza transitoria
que no suelen ser codificados a largo plazo. Como, por ejemplo, olvidar
dónde he dejado el coche, dado que no consiguió codificar el lugar en el
que se dejó en el momento de aparcar.
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Esta diversidad de zonas asociativas en las que se pueden
establecer las asociaciones de recuerdo da idea de la complejidad del
proceso de aprendizaje y memorización en los seres humanos. Así como
de la complejidad de definir lo que es un deterioro concreto de algún tipo
de memoria asociado al envejecimiento.
3. Deterioros de memoria en el proceso de
envejecimiento normal
El proceso de envejecimiento consiste, básicamente, en
una progresiva pérdida neuronal. La pérdida de células
cerebrales unido a la fabricación de menos substancias
químicas de las que sus células cerebrales necesitan
para funcionar tienen, como consecuencia directa, la pérdida de capacidad
de nuevas conexiones y la pérdida de información o asociaciones de las ya
establecidas. De este modo, el envejecimiento puede afectar la memoria
cambiando la forma en cómo su cerebro almacena la información y
haciendo más difícil recordar la información almacenada. Esto es algo que
le ocurre entre el 25 y el 60% de los mayores de 65 años según los cálculos
de Guillén y colaboradores (1995).
En este sentido, muchos de los intentos de la ciencia han consistido
en tratar de paliar la pérdida de las substancias químicas en las que se
es deficitario. Ejemplo de ello es el Rolipram, medicamento que trata de
elevar las tasas de AMP cíclico y la proteína Quinasa A.
La consecuencia de ésta pérdida neuronal a nivel cognitivo ha sido
motivo de muchas controversias todavía mal resueltas. Como afirma Robert
West en su libro la memoria saludable a los 40, a esa edad comienza un
progresivo empobrecimiento de la memoria que continúa hasta la muerte.
Dos son las causas cognitivas principales que se han aducido.
Por un lado, encontramos la teoría del enlentecimiento de la
velocidad de procesamiento de Cerella (1990) y Salthouse (1995). Según
esta teoría, el envejecimiento se acompaña de una reducción general de
la velocidad de procesamiento, lo que tiene como consecuencia amplios
declines en diferentes rangos de funciones cognitivas, y entre ellas la
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memoria. Pero el motivo de esta reducción proviene de un enlentecimiento
de las funciones sensoriales. Enlentecimiento que afecta al resto de los
procesos cognitivos.
Por otra parte, encontramos la teoría de las deficiencias de
ejecución en procesos de control ejecutivo propuesta, entre otros, por
Hasher y Zacks (1988). Esta teoría se basa en que la cantidad de recursos
atencionales utilizables para el procesamiento cognitivo declina con la
edad. Los recursos atencionales se ven como un tipo de energía mental
que es más necesaria en las tareas más simples que en las complejas. Así,
los mayores tienen más problemas en las tareas estratégicas y con mayor
esfuerzo cognitivo que en las tareas simples. Los mayores deterioros
cognitivos en las personas mayores se producirían en:
 Déficit en el Control inhibitorio de la atención (Hasher & Zacks,
1988). Problemas para prevenir la entrada en la Memoria de
Trabajo de información irrelevante o borrar información no
relevante como las rumiaciones, intenciones pendientes, etc.
 Déficit de Control atencional en tareas conscientes no automáticas
(Kramer, Hahn, & Gopher, 1999)
 Problemas para cambiar de una tarea a otra (e.g., Mayr, Spieler, &
Kliegl, 2001).
 Funciones asociadas con el cortex prefrontal y mediofrontal tales
como los de la memoria operativa (e.g., Moscovitch & Winocur,
1995; West, 1996).
Estas dos teorías son globales y difíciles de justificar dadas las
posibilidades de encontrar argumentos que defiendan al mismo tiempo una
u otra. Por esta razón muchos autores han preferido dedicarse a constatar
deterioros concretos y características de la evolución en la memoria que se
producen a lo largo del proceso del envejecimiento. Entre otros podemos
resaltar como los más importantes los siguientes.
a. Hay más dificultades para el recuerdo voluntario (explícito).
Sin embargo, no hay diferencias para el recuerdo involuntario
(implícito).
En el proceso de envejecimiento se produce un déficit asociado
a la edad en la recuperación libre de información contextual específica
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(recuperación de contextos pasados como fechas, datos…) frente al
mantenimiento de recuerdos o reconocimiento de eventos familiares
(Yonelinas, 2002). Por ejemplo, encontramos dificultades para
contestar a preguntas como ¿Quién escribió Romeo y Julieta? ¿Dónde
está Alemania?¿Qué día es el de Los Santos inocentes? ¿Qué es un
embargo?
En este tipo de recuerdos se debe producir una activación
hipocampal, temporal medial y del cortex prefrontal medial que puede
estar afectada con la pérdida neuronal del envejecimiento.
Del mismo modo, encontramos un déficit asociado a la edad en
memoria episódica declarativa (recuerdo de eventos concretos y hechos,
conocimientos sobre personas o cosas). Estos problemas son consistentes
con las relaciones entre distintas funciones de memoria y su substrato
neuronal (Squire, 2004): cambios relacionados a la edad que afectan al
área medial temporal, hipocampo y alrededores de regiones corticales
(perirrinal, enthorrinal, y parahipocampal). Por ejemplo, encontramos
problemas para recordar con exactitud el primer día de trabajo, recordar
las personas con quienes estábamos, qué ropa vestíamos, qué sentíamos,
pensábamos. De hecho variamos sensiblemente el discurso acerca de los
mismos a lo largo del tiempo hasta que la historia queda deformada. Algo
que definimos como falsa memoria.
Estos deterioros de la memoria se han constatado a partir de
estudios longitudinales realizados con escalas de memoria completas.
Por ejemplo, los estudios realizados con la escala Weschler por Salthouse
en 2003 manifiestan que a partir de los 50 años se produce un deterioro
continuado y acusado en ochos subescalas de este test. Entre ellas la
memoria lógica inmediata y demorada, los pares asociados inmediatos
y demorados, y, especialmente, el reconocimiento de caras (inmediato
y demorado) y la recuperación de palabras (inmediata y demorada). En
otro estudio de Rönnlund y colaboradores (2005) encontraron un déficit
asociado a la edad a partir de los 60 años en memoria episódica y memoria
semántica. Si bien sólo en memoria episódica de recuerdo libre sin pistas
– no reconocimiento-, memoria de pares asociados o fuentes de memoria,
y en memoria semántica especialmente de nombres.
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b. Déficit asociado a la edad en asociaciones entre el trazo de
memoria o fuente de memoria y su contexto.
Otro deterioro asociado al proceso de envejecimiento son los
problemas a la hora de recuperar información dependiente de la fuente
de codificación. Por ejemplo, distinguir entre las palabras dichas por dos
voces parecidas o delimitar entre imágenes dependiendo del color de
su trazo (véase figura 4). En este caso el participante en la prueba debe
valorar el color de determinadas imágenes (rojo o verde). En la situación
de inclusión (recuerdo del ítem), al participante se le pregunta en la prueba
si ha visto antes la imagen o no. En la situación de exclusión (recuerdo de
la fuente de memoria), al participante se le pregunta cuál era el color de la
imagen. En el proceso de envejecimiento se produce un deterioro de esta
segunda prueba. Pero no de la prueba de reconocimiento.
Figura 4. Prueba de asociación según fuente de memoria
Estos trabajos justifican los efectos de falsa memoria y
desinformación que padecen las personas mayores que no pueden asociar
una información a su contexto adecuado (Naveh-Benjamin, 2000). Son
déficit de tipo frontal. Los mayores aplican procesos automáticos de
asociación entre trazos de memoria antes que codificaciones controladas y
voluntarias de cómo se asocian los recuerdos.
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c. Déficit asociado a la edad en memoria de trabajo.
A pesar de lo que se afirmaba no es un deterioro generalizado.
Sobre todo se reduce la ejecución en tareas de procesamiento controlado
(Bopp & Verhaeghen, 2005; Verhaeghen & Salthouse, 1997). Por ejemplo,
los mayores tienen problemas a la hora de manipular información en
la mente (reorganizar una lista de palabras alfabéticamente, realizar
anagramas, clasificar determinadas palabras según un criterio, etc.). Sin
embargo, hay menos deterioro en la ejecución de pruebas de memoria de
trabajo de retención típicas. Por ejemplo, no tienen tantos problemas a la
hora de repetir dígitos.
d. Déficit asociado a la edad en memoria prospectiva.
La memoria prospectiva consiste en el recuerdo de la ejecución
exitosa de tareas que uno tiene pendiente (ir a buscar a los nietos, tomarse
en el momento adecuado la medicación, etc.). una gran parte de los
pacientes que llegan a centros médicos se quejan de fallos en la memoria
intencional. Posiblemente no sean más estos fallos que otros de la memoria
retrospectiva. Sin embargo, son los fallos más graves y que más afectan a
su vida normal (olvidarse de apagar el cigarrillo, el fuego de la cocina, etc.).
Así, estos fallos son los más determinantes a la hora de que las personas
consideren su memoria como deteriorada (Mäntyla, 2003). También es
un síntoma presente y motivo de queja inicial en diferentes pacientes
neuropsicológicos como enfermos de Parkinson, Alzheimer u otros tipos
de demencias (Fortín et al., 2002; Driscoll, McDaniel, & Guynn, 2005).
Las razones del déficit asociado a la edad pueden ser varias.
Consiste en una dificultad en la recuperación de la tarea pendiente por:
 La escasa distintividad de la pista de recuerdo de la intención
pendiente (no se produce una recuperación de reconocimiento).
 La escasa asociación que se produjo en la codificación de la
intención entre la pista y la intención misma.
 La demanda atencional de la vida diaria en el momento de la
recuperación de la intención, lo que dificulta el cambio entre la
tarea que estamos realizando en ese momento y la tarea pendiente.
En un estudio que realizamos (Meilán y Mateos, 2002) con el fin
de evaluar la ejecución de los mayores en la prueba de Memoria de la vida
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diaria (RBMT) encontramos que la memoria intencional (recordar solicitar
una cita con el experimentador y recordar pedir la devolución de un objeto
al final de la sesión) eran las sub-escalas más críticas para la puntuación
final de la prueba junto con el recuerdo explícito de una historia leída
(véase figura 5).
Figura 5. Índice de dificultades de cada ítem
Sin embargo, este deterioro de los mayores en memoria prospectiva
no es generalizado. Encontramos otros resultados, al menos, sorprendentes:
Encontramos estudios en los que hay superioridad en el recuerdo en tareas
naturales en las personas mayores frente a más jóvenes. Los estudios
muestran mejor recuerdo en tareas como “llamar al experimentador a una
determinada hora”, “enviarle una carta un día determinado”, etc. No ocurre
lo mismo en tareas de laboratorio donde sí se produce un deterioro de la
ejecución de los mayores. En estas tareas el mayor debe hacer una prueba
de fondo como si fuera la vida diaria (por ejemplo, clasificar dígitos por par
e impar) y recordar hacer una tarea prospectiva en un momento concreto
(pulsar la tecla “A” cuando aparezca el dígito “28”).Así, encontramos una
menor ejecución en tareas de laboratorio en mayores que en los jóvenes.
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Esto se puede producir por dos razones principalmente. En estas tareas de
laboratorio los mayores no pueden repasar durante el período de demora
intención (McDaniel, Einstein, Scout, & Morgan, 2002). Y el aumento de
la complejidad de las tareas de fondo frente a las de su ordenada vida diaria
reduce el rendimiento de mayores.
A nivel neuronal este deterioro tiene justificación dadas las
relaciones entre la memoria prospectiva y las zonas frontales dorsolaterales
de asociación (véase Meilán, Pérez, y Arana, 2005) para una revisión de
este tema). En la memoria prospectiva son dos los factores fundamentales:
El reconocimiento automático de la pista de recuerdo de que tiene una
tarea pendiente (por ejemplo, reconocer el dígito “28” como evento clave
de que tiene que hacer una tarea distinta a la que está haciendo) y mantener
y recuperar en la memoria retrospectiva de forma voluntaria el contexto
asociado a ella (recordar que ante el dígito “28” debe “pulsar la tecla “A”).
Como hemos visto arriba, ambos tipos de memoria o procesos cognitivos
pueden estar dañados.
e. Problemas de metamemoria que afectan a la ejecución
Un elemento importante para la vida diaria de los mayores es la
forma en que perciben su capacidad de memoria. En los mayores hay
quejas significativas sobre diferentes aspectos de la misma (véase Meilán
y Mateos, 2002). Sobre todo encontramos quejas por lapsos de memoria a
la hora de:
 Recordar nombres de personas
 Recordar el lugar de algunos objetos
 Recordar cosas para comprar o tareas para hacer
 Recordar números de teléfono o direcciones
 Evocar información rápidamente
 Perder el hilo de una trama
Estas quejas correlacionan significativamente con las quejas que
manifiesta el familiar más cercano que padece esos lapsos de memoria.
Sin embargo, cuando comparamos las quejas con la ejecución real en un
cuestionario de memoria como el RBMT, comprobamos que la ejecución
real del mayor sólo correlaciona con las quejas o lapsos manifestados por
el familiar (no con las quejas manifestadas por el propio mayor). De este
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modo, hay una sobre-estimación de las quejas por parte del mayor a la hora
de evaluar la gravedad y frecuencia de los lapsos. Esta sobre-evaluación
es mayor en las mujeres que en los varones. Sobre-evaluación que puede
influir a la hora de su implicación en tareas, creencias sobre la fiabilidad
de su memoria, etc.
f. Preservación de la Memoria procedimental
Esta memoria se relaciona con la acción, con ejecución de
actividades, con habilidades y destrezas perceptivas, motoras, cognitivas
adquiridas y que solo podemos acceder a través de la acción. Por ejemplo,
responden bien a preguntas de tipo motor como ¿Con qué mano comes
la sopa? ¿Con qué pie frenas en el coche? ¿Cómo se hace un avión de
papel? ¿Cómo se envuelve un regalo?... Memoria relacionada con el cortex
sensoriomotor.
g. Preservación de Memoria implícita o indirecta
Es un tipo de recuerdo que no requiere de ninguna recuperación
intencional o conciencia de la recuperación de ésa experiencia. Se evalúa a
partir de pruebas de memoria indirecta que comprueban que hay cambios
en la conducta del mayor debido a experiencias anteriores del sujeto (por
ejemplo, hacer más rápido anagramas con determinadas palabras que con
otras debido a una percepción anterior de esas palabras). Dichas palabras
fueron vistas antes en una lista, pero el mayor no puede hacer un recuerdo
explícito de las mismas. En esos cambios en la conducta no es necesario
el recuerdo explícito de esa palabra o suceso. La medida para evaluar ese
tipo de memoria es el priming o facilitación en el recuerdo de esos ítems
frente a ítems que no han sido previamente manipulados. Por ejemplo, tras
estudiar una serie de caras con sus nombres, el mayor puede no recordar el
nombre de la cara (por ejemplo, “Pedro”), pero sí que si se les pide en una
prueba que completen palabras incompletas (por ejemplo, se le presenta
que busquen una palabra que comience por “Pe...”), completan la palabra
con el nombre previamente estudiado (“Pe...dro”). Básicamente esto
significa que el mayor ha realizado la codificación en la fase de estudio.
Si bien, ésta no ha sido suficientemente fuerte para estar disponible, o el
mayor tiene problemas en la ejecución voluntaria de la recuperación de esa
información.
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h. Hay una preservación de los sistemas representacionales
perceptivos
El mayor mantiene la capacidad para la adquisición de habilidades
cognitivas y motoras y el procesamiento de información sensorial (Lin y
Craik, 2008).
i. La reserva cognitiva mediatiza el déficit de memoria
Todos estos resultados están mediatizados por la reserva cognitiva
de los mayores. El deterioro en memoria está determinado directamente
por el grado de trabajo intelectual realizado por el individuo a lo largo de su
vida y por el grado de trabajo que realiza en el proceso de envejecimiento.
En conclusión de estos trabajos podemos reafirmar que en el
proceso de envejecimiento los déficit que sufre nuestra memoria tienen
como principal consecuencia un enlentecimiento a la hora de realizar
aprendizajes nuevos y la aparición de olvidos en la vida cotidiana
(dificultad en el acceso a palabras poco usuales, olvido de acciones que
tenemos que realizar...). Por el contrario, en la vida diaria no tienen menor
capacidad para llevar a cabo los procesos de memoria más relevantes, dado
que si se les ofrecen técnicas adecuadas de codificación y recuperación
mejoran en su ejecución en memoria. En la mayor pare de las ocasiones
es un problema en la forma de utilización de la memoria antes que en la
pérdida grave de sus capacidades.
4. Patologías de la memoria en el proceso de
envejecimiento: Las amnesias
En el proceso de envejecimiento los deterioros
comentados arriba pueden transformarse en patologías
que afectan en alguna medida la vida del mayor. Podemos
referir tres tipos de trastornos de la memoria en los mayores:
 Alteraciones fisiológicas de la memoria: Son trastornos leves
y sin importancia clínica.Alteraciones aisladas y aparentes de
memoria: Olvidos benignos de la senescencia que puede llegar
a ser diagnosticado como Trastorno de memoria asociado al
envejecimiento (AMAE).
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 Trastornos de memoria asociados a otras enfermedades como
la depresión o enfermedades neurodegenerativas (Alzheimer,
demencia vascular u otras demencias).
A las alteraciones de memoria, cuando son incapacitantes en algún
sentido para el mayor, los definimos como Amnesia. Amnesia es el término
utilizado para referirse a la pérdida parcial o total de memoria. Estos
desórdenes comparten una sintomatología característica, diferenciándose
entre ellas por la etiología del trastorno, por el tipo de recuerdos que se ven
afectados y por su duración (véase figura 6).
Las alteraciones fisiológicas leves son básicamente las que hemos
visto en el apartado anterior. En este apartado nos referiremos a aquellas
que pueden tener una especial incidencia en la vida del anciano.
Figura 6. Clasificación de los trastornos
de memoria según efecto temporal y duración.
a) El Trastorno de memoria asociado al envejecimiento (AMAE).
Es la disminución de la capacidad de recuperación de la memoria
debida al enlentecimiento del procesamiento y la dificultad de retención de
nueva información ligada al envejecimiento.
Parece deberse, como los lapsos leves, a los cambios neuropato86
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lógicos ligados al envejecimiento. En este proceso, se implica a algunas
regiones cerebrales más que a otras. En concreto, la región hipocampal
parece más reactiva a este proceso. En el cortex, las regiones prefrontal
y temporal superior, también parecen estar más comprometidas. Además,
parece compartir parte de la predisposición genética con la enfermedad de
Alzheimer (presencia del alelo epsilon 4 de la apolipoproteína E).
Los pacientes con AMAE presentan un déficit de memoria
declarativa superior al esperable por la edad y presentan una mayor atrofia
del hipocampo. La queja más frecuente es “estar perdiendo la memoria”.
Los síntomas característicos de este trastorno que permiten el
diagnóstico de AMAE son:
 Tener más de 50 años. Y una puntuación mayor de 24 en el MMSE
 Manifestar quejas de memoria que influyen en la vida cotidiana.
 Ejecución de memoria por debajo de la media establecida para su
grupo de edad en memoria reciente.
 Evidencia de función intelectual adecuada.
 Este cuadro no progresa hacia ningún tipo de deterioro. Fluctuante
en el tiempo.
 No aparece asociada a otra alteración: Demencia o depresión.
 Alrededor del 10% desarrollan déficit cognitivos más graves
b) Deterioro en los primeros estadios de la enfermedad de Alzheimer
La enfermedad de Alzheimer es una demencia fundamentalmente
cortical, con alteraciones precoces en áreas directamente implicadas en la
memoria. La pérdida de la memoria en comparación a su grupo de edad es
la primera señal visible y la característica principal del deterioro cognitivo
leve (mild cognitive impairment). Muchos científicos piensan que esta
entidad pudiera ser una fase inicial y transitoria entre el envejecimiento
normal del cerebro y la enfermedad de Alzheimer.
En la enfermedad de Alzheimer la localización de las alteraciones
neuropatológicas se sitúan fundamentalmente en la corteza cerebral,
sobre todo en las áreas temporoparietales, donde se observan depósitos
cerebrales de Beta-amiloide, degeneración neurofibrilar, pérdida neuronal
y atrofia cerebral. Estas alteraciones neuroanatómicas justificarían las
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alteraciones de neurotransmisión, en especial las disfunciones en las
neuronas colinérgicas (ACH). Gran variedad se síntomas de la Enfermedad
de Alzheimer se deben a un trastorno en el procesamiento consciente de la
información causada por la disfunción colinérgica.
Además, la presencia de apolipoproteina E (APOE), afecta a los
canales de NMDA Glutamato necesarios para la ejecución de la memoria.
El péptido reduce la actividad del AMP cíclico y Proteína Quinasa
que, como ya hemos visto, son fundamentales para la codificación de
nueva información. De esta manera, uno de los síntomas iniciales de la
enfermedad de Alzheimer es el deterioro de diferentes tipos de memoria
como la memoria semántica, episódica, prospectiva y autobiográfica.
En los inicios de la enfermedad de Alzheimer se producen
dificultades para evocar hechos recientes, siendo uno de los primeros
trastornos cognitivos percibidos por el paciente o sus familiares. El defecto
mnésico comienza con dificultades para aprender materiales nuevos, en
tanto que aparecen trastornos menores para la evocación de información
pasada o remota. Se agrava de forma progresiva con un comienzo insidioso
y una progresión gradual de los diferentes tipos de memoria (Zec, 1993).
La secuencia general podemos resumirla:
 I Fase: Pre Clínica. Deterioro cognitivo leve: olvidos, anomia.
 II Fase: Leve. Deterioro evidente: rendimiento intelectual
disminuido, olvidos frecuentes por falta de aprendizaje de nuevos
recuerdos.
 III Fase: Moderada. Deterioro cognitivo y funcional: amnesia
anterógrada-retrógrada, baja fluidez verbal.
 IV Fase: Grave. Perdida de funciones superiores.
El hecho de que el deterioro se produzca en procesos voluntarios
y explícitos hace que la memoria implícita, que no requiere vigilancia
consciente, esté preservada en esta enfermedad hasta estadios más
avanzados.
c) Amnesia global transitoria (AGT).
Desorden de la memoria en personas mayores caracterizado por
episodios de amnesia de varias horas de duración (alrededor de 4 horas).
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En especial en la memoria a corto plazo. Personas que están alertas y
activas intelectualmente al finalizar el episodio. Suele tener su origen
en lesiones temporales mediales. Acompaña de una Amnesia retrógrada
permanente de los acontecimientos sucedidos inmediatamente antes del
inicio del episodio. No suelen repetirse.
Los criterios diagnósticos que acompañan a este trastorno son:
 Un inicio súbito del episodio.
 Incapacidad de retener nueva información.
 Amnesia retrógrada de extensión variable.
 Preservación de la memoria inmediata.
 Conservación de la conciencia e identidad personal. De hecho, no
se produce ninguna otra alteración diferente de la amnesia.
 Necesidad de testigos fiables del episodio.
 Ausencia de movimientos convulsivos.
 Duración del episodio menor de 24 horas.
 Ausencia de epilepsia, enfermedad psiquiátrica, traumatismo
craneoencefálico durante las 72 horas previas, deterioro mental
progresivo, alcoholismo, consumo de substancias psicoactivas, y
de otros signos focales neurológicos.
d) Síndrome de Korsakoff.
Dos alteraciones relevantes definen a este síndrome: (1) Dificultad
para recordar información y acontecimientos previos al comienzo de la
enfermedad o amnesia retrógrada; (2) Disminución de la habilidad para
adquirir información nueva (aprendizaje) o formación de nueva memoria,
llamada amnesia anterógrada.
Es un síndrome inusual en la vejez porque se produce por un
deterioro químico (mayoritariamente se defiende el déficit de Thiamida
como causa unida a afectación de la producción de neurotransmisores
como el glutamato). Pero también hay evidencias de daños por atrofia en
los cuerpos mamilares del hipotálamo y núcleos anteriores del tálamo.
El déficit de Thiamida se produce, básicamente, por problemas de
alimentación en personas mayores (en muchas ocasiones agravados por el
abuso de bebidas alcohólicas).
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e) Accidentes vasculares
Accidentes generalizados en el proceso de envejecimiento debido
a problemas de riego sanguíneo. En general se produce por las afecciones
bilaterales de la arteria cerebral posterior (ACP) que lesionan las regiones
temporales mediales así como los infartos unilaterales del hemisferio
dominante
5. Evaluación neuropsicológica: Sospecha
y diagnóstico precoz
La evaluación de los problemas de memoria
es fácil en trastornos físicos con secuelas
cognitivas secundarias caso de las Esclerosis, o
los traumatismos. Sin embargo, es bastante más difícil en trastornos
con sintomatología cognitiva primaria en la que el síntoma es el propio
problema de memoria. Este es el caso a la hora de distinguir entre:
 Enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, Parkinson,
Huntington, etc.
 Alteración de Memoria Asociado al Envejecimiento o Deterioro
Cognitivo Leve.
 Trastorno por déficit de atención.
 Trastornos del aprendizaje.
En estos casos es necesario seguir una secuencia diagnóstica
discriminante entre las diferentes variedades de trastornos de memoria. Un
ejemplo de esta secuencia puede ser la siguiente:
Ante alteraciones en la memoria se debe realizar una anamnesis
completa al paciente y a un informador fiable. Tres son las posibilidades
que debemos contemplar:
 Pseudodemencia y/o Depresión: Ente otros síntomas podemos
encontrar Quejas de dificultades de concentración y memoria y
deterioros en la Memoria a Corto y a Largo Plazo. Pero también
angustia, inicio abrupto, recuperaciones de la memoria, respuestas
de “no sé”, melancolía, trastornos del sueño, alimentación, y pararespuestas (respuestas inadecuadas pero contrarias a la adecuada.
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Síntoma propio del síndrome de Ganser). Una evaluación a partir
de una prueba de depresión nos permitirá descartar la misma.
Ejemplos de pruebas de depresión son Hamilton Depression Rating
Scale (debe obtener una puntuación > 21) y la Escala de depresión
geriátrica de Yesavage (con una puntuación > 11). Si es así se
deberá optar por redirigirlo a un tratamiento con antidepresivos.
 Delirio: Derivación ante su sospecha a urgencias médicas.
 Demencia: Comenzaremos con una evaluación neuropsicológica.
La evaluación del estado mental, físico y químico del mayor deberá
poder dar respuesta a dos alternativas posibles:
 Son olvidos benignos no asociados a otra enfermedad.
 Hay posibilidad de una demencia. Es necesaria la derivación a un
especialista que determine si es una demencia tipo Alzheimer u
otra demencia.
Para la evaluación de la memoria disponemos de algunas pruebas
específicas que nos permiten evaluar la memoria de una forma bastante
exhaustiva.
Para personas mayores una de las más conocidas y útiles es
el Rivermead Behavioural Memory Test (RBMT) de Alan Baddeley,
Janet Cockburn and Bárbara Wilson (Wilson y cols., 1985). El RBMT
es una prueba de memoria que utiliza sub-test y materiales propios de
la vida diaria. No son tareas abstractas sino ecológicas. Incluye los
siguientes subtest de memoria: Recordar una cita; Recordar pedir
un objeto; Recordar una ruta breve inmediatamente o tras un breve
periodo de tiempo; Recordar recuperar una pertenencia; Recordar
recoger y dar un mensaje; Reconocimiento de dibujos; Orientación;
Recuerdo de historias inmediatas y demoradas; Recuerdo de nombres;
y Reconocimiento de caras.
Una prueba semejante pero específica la recuerdo de tareas es el
Cambridge Test of Prospective Memory (CAMPROMT; Wilson et alt.,
2005). Son tres tareas basadas en tiempo (Hacer una determinada tarea
tras un periodo de tiempo especificado) y tres tareas basadas en evento
(hacer una determinada tarea cuando aparezca un evento determinado).
Se ha encontrado considerables evidencias entre los diferentes grupos
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de edad y entre grupos de diferente habilidad cognitiva. También se han
encontrado altas correlaciones con las pruebas de memoria retrospectiva.
Sin duda la escala de memoria más completa es el Weschler
Memory Scale. Diseñado para evaluar aprendizaje, memoria y memoria
de trabajo en personas de 16 a 89 años. Es una prueba con sub-tareas de
laboratorio no ecológicas. Pero es la prueba más elaborada y controlada.
Se compone de sub-test de: Audición inmediata; Memoria Visual
Inmediata; Memoria inmediata; Audición demorada; Visual Demorada;
Recepción auditiva demorada; Memoria General (demorada); Working
Memory; Attention/Concentration; Figura de memoria; y Pares asociados
visuales.
La memoria también es parte importante de las baterías
generales de evaluación neuropsicológica. Por ejemplo, en el proyecto
Neuronorma (proyecto consistente en evaluar la capacidad cognitiva,
funcional y la calidad de vida en el envejecimiento y la demencia a partir
de una muestra multicéntrica española de personas de más de 49 años
sin trastornos cognitivos, con trastornos cognitivos leve sin demencia y
pacientes con demencia tipo Alzheimer. Proyecto dirigido por el Doctor
Peña-Casanova) figuran como instrumentos de evaluación pruebas de
memoria como la Figura compleja de Rey (copia y memoria), el Free and
Cued Selective Reminding Test (FCSRT), el MIS (Memory Impairment
Screen) y el TB-A (Test Barcelona Abreviado).
Además de estas pruebas comerciales podemos encontrar otras
baterías de memoria como el Test de detección de la enfermedad de
Alzheimer de Cuetos-Vega et al. (2007). Prueba basada especialmente en
el memoria semántica y procesamiento del lenguaje.
En cuanto a la metamemoria, encontramos también pruebas que
nos permiten medir la historia del paciente, el análisis de sus quejas
de memoria y las opiniones de un informador fiable. Algunas de estas
pruebas son el Test del Informador (TIN), o el Cuestionario de Memoria
Prospectiva-Retrospectiva (PRMQ) de Smith y colaboradores (2000). En
estos cuestionarios se pregunta por “¿Cuánto ha mejorado/empeorado
a la hora de recordar nombres de personas cercanas?”, o por “¿Tienes
problemas para recordar cosas que te han ocurrido en los últimos días?
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6. ¿Qué hacer? El tren de la intervención cognitiva.
Se puede y se debe trabajar por la mejora en la ejecución en
memoria en el proceso de envejecimiento. La intervención
cognitiva ha demostrado fehacientemente su utilidad para
mantener las capacidades cognitivas de las personas mayores a lo largo
del tiempo. Esta intervención no debe ser reduccionista sino funcionar a
modo de una locomotora que, de forma global y multidisciplinar ayuda
al mantenimiento de la memoria y, a modo de arrastre, del resto de las
funciones cognitivas. Diferentes formas podemos abordar para reallizar
esta intercenvención:
a) Plasticidad cognitiva y ajuste cardiovascular
Siguiendo con el ejemplo, uno de los elementos fundamentales
es proporcionar al mayor el combustible necesario para que su máquina
cognitiva continúe su avance. Parece existir una relación entre un buen
estado físico y el funcionamiento ejecutivo, cognitivo (Colcombe &
Kramer, 2003). Así, el objetivo de la intervención en el estado físico es
el aumento de la actividad neuronal, el ajuste del estado cardiovascular
y, consecuentemente, el aumento de la plasticidad cortical. Una manera
de lograr esto es el fomento de actividad física y, específicamente, la
realización por parte del mayor de ejercicios de tipo aeróbico.
Alimentación que mantenga la actividad cognitiva y favorezca
la memoria
Se compone de diferentes elementos de los que se ha demostrado
su participación para el mantenimiento neuroquímico de los procesos de
memoria:
 Glucosa  Calcio y fósforo: La leche y los quesos.
 Cobre: Se encuentra en alimentos como la leche y sus derivados, la
yema de huevo, hígado, alimentos de origen marino (especialmente
en ostras y mejillones), espinacas, verduras, germen de trigo,
nueces, champiñones, lentejas y judías.
 Magnesio: Está poco presente en la alimentación moderna: pan
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integral, sal no refinada y germen de trigo. Los frutos oleaginosos,
las verduras, el cacao y el chocolate contienen una proporción
elevada de magnesio.
 Aminoácidos y oligoelementos: Están contenidos en la levadura,
el pescado y las ostras.
 Vitamina B12
b) Programas de entrenamiento e instrucción en memoria.
Tienen tres objetivos fundamentales:
 Aumento de ejecución en diversas tareas de memoria perdurables
durante dos años frente a grupos control (Ball et al., 2002).
 Aprendizaje de utilización de estrategias mnemotécnicas
(Verhaeghen, Marcoen, and Goossens, 1992).
 Prevención activa de deterioro y rehabilitación
Podemos encontrar diferentes modalidades de programas de
entrenamiento:
(1) Programas específicos de memoria:
 Activemos la mente (Peña-Casanova, 2005).
 Programa de Psicoestimulación Integral (Tárraga, 1994)
 GRADIOR (Franco, Orihuela y Bueno, 2000)
 ABSE (Centro de neurociencias de Cuba, 1999)
 TEACHWARE (Centro de neurociencias de Cuba,1999)
 Smartbrain (Fundación ACE, 2006)
(2) Programas de estimulación y actividad como la Reminiscencia.
(3) Programas de estimulación de capacidades de memoria concretas como
recuerdo autobiográfico.
(4) Programas de Psicoestimulación integral. Programas dentro de los
cuales uno de los elementos importantes es la Memoria.
En este sentido nuestro grupo de investigando un programa integral
de intervención para el Centro de Referencia Estatal de Alzheimer de
Salamanca (CREA). Este programa, denominado Programa de Actuación
Cognitiva Integral en Demencias (PACID) tiene como objetivos:
 Mantener y estabilizar en la forma más eficiente posible las
capacidades cognitivas, conativas y conductuales del paciente y
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ralentizar el deterioro el mayor tiempo posible.
 Restaurar las habilidades cognitivas olvidadas o en desuso a partir
de las sí mantenidas.
 Mejorar el estado funcional de la persona en sus actividades de la
vida diaria.
 Controlar los síntomas y prevenir las complicaciones de conducta
problemática.
 Promover la actividad social, el envejecimiento exitoso y el
bienestar psíquico y físico
 Fomentar la neuroplasticidad cerebral que permita el reequilibrio
neuronal alterado tras las lesiones y la adaptación a la nueva
situación neurológica.
 Diseñar un programa estructurado de intervención que se sustente
en niveles probados de eficacia por medio de controles internos de
verificación.
Las características del programa son
la interdisciplinaridad entre las diferentes
modalidades de intervención (cognitiva,
Social, Neurológica y Funcional), La
motivación y fomento de emociones positivas
en el mayor, la Adaptación individual a
las capacidades del mayor y partir de una
metodología científica que permita de forma
constante la evaluación de la eficacia del
programa.
Dentro de este programa la memoria
tiene un área de intervención en la que se
trabajan los diferentes aspectos de la memoria
esenciales para la vida diaria (véase figura 7).
(5) Estrategias facilitadoras de la recuperación
en memoria.
Podemos encontrar diferentes modalidades:
 Estrategias facilitadoras por medio
Figura 7. Aspectos de
Memoria abordados por el
PACID
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de profundizar en la codificación: la codificación asociativa,
imaginería
 Estrategias facilitadoras por medio de profundizar en la
recuperación: recuperación espaciada, desvanecimiento de pistas,
aprendizaje sin errores, etc.
 Ayudas de memoria externas: electrónicas/no electrónicas
Ejemplos de las ayudas de memoria externa son:
 Alarmas, relojes, etc.
 Neuropage: Desde una central se envían mensajes al mayor que le
recuerdan las cosas que tiene que hacer
 Memojog: Ayuda para personas mayores y los usuarios con
lesión cerebral. Requiere un cierto aprendizaje, calendario de
actualización y la interacción por el usuario. Ofrece la opción de
recordatorio demorado y retroalimentación para los cuidadores.
Tiene problemas de cobertura, el software integrado da algunos
problemas causados por la introducción de información
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